El conocimiento es
el producto de la acción intencionada del sujeto por saber más de los objetos
que lo rodean y de los hechos y situaciones de su entorno.
Conocer, es una
facultad del ser humano; desde su origen etimológico, cognoscere refiere al uso
del intelecto para aprehender las características y estructura de los objetos
de conocimiento.
En resumen, la
acción de conocer es una intención del sujeto para dirigir su interés hacia un
objeto o hecho determinado.
Entre el sujeto y
el objeto se da una relación de implicación mutua; por una parte, en el proceso
de aprehensión que hace el sujeto del objeto, el primero se transforma; es
decir, se ve influenciado por las características del objeto; es decir, el
objeto determina al sujeto a través de la experiencia.
Así, por ejemplo,
un libro, como objeto, puede transformar la conciencia del sujeto(1), cuando
éste, de manera intencionada se interesa en su lectura y aprehensión.
El sujeto cambió su
estado original de conciencia frente al objeto; y éste ha quedado intacto en su
esencia.
En el proceso de
adquisición de experiencia, el sujeto se confronta con los objetos; el sujeto
se moviliza y se activa frente al objeto, que permanece pasivo; y al aprehender
las propiedades del objeto lo hace de manera receptiva.
El objeto de
conocimiento no siempre es un objeto inanimado y físico; el objeto de
conocimiento también puede ser un sujeto o sujetos en situación; de igual
manera, el objeto de conocimiento también puede ser abstracto, como por ejemplo
lo referido a conceptos y sus relaciones con la dinámica social y las formas de
pensamiento de los sujetos sociales.
En la ya clásica
relación sujeto-objeto de la teoría del conocimiento, el sujeto aprehende las
características y cualidades del objeto; más allá de su apariencia. Es decir,
el sujeto actúa con intención ante el objeto; su objeto de conocimiento.
La información que
el sujeto obtiene del objeto, en ese proceso intencionado de conocer, es el
conocimiento.
Y su organización
lógica, sistematizada y convergente en torno a una guía analítica de
integración lo convierte en un saber; un nuevo saber sobre el objeto de
estudio.
Y en ese momento
pasa a formar parte del elemento pasivo del proceso; al cúmulo de saber
existente sobre un tema u objeto de interés.
¿Qué es el
saber?
El saber en sí
mismo es un conjunto de conocimientos desarrollados y acumulados en torno a un
objeto de interés. Pero también el saber ayuda a explicar un proceso o un
conjunto de situaciones que comparten elementos comunes; que se determinan o se
complementan entre sí.
El saber también es
información existente en torno a un interés u objeto de estudio; referido a
procesos y situaciones donde interactúan los sujetos.
El saber es
conocimiento lógicamente ordenado por los sujetos que lo producen; y
reutilizado por los usuarios de conocimientos. Lo cual suele suceder cuando se
estudia un campo profesional o se realiza alguna actividad productiva material
o intelectual.
El saber es un
instrumento que utiliza el sujeto para sustentar un discurso sobre un tema
particular. Y cuando se utiliza en este sentido, el saber, genera
frecuentemente saberes, no planteados originalmente. Por lo que se puede
concluir que la herramienta básica para crear un conocimiento es el propio
saber utilizado.
El interés por el
saber parte de la premisa de la ignorancia activa; es decir, cuando se asume
que no se sabe o que se es ignorante de las partes que constituyen o explican
los procesos, los hechos o las situaciones, a partir de ese momento se inicia
el proceso de saber para conocer.
En el contexto de
las ciencias sociales un mismo saber puede tener o generar diversos sentidos;
según sea el enfoque con que se maneje dicho saber.
Empero, en las
ciencias naturales, lo que determina la cientificidad del saber generado justo
es el criterio de la uniformidad en el significado.
Pues no hay que
olvidar que "la ciencia observa, explica, interpreta y formula enunciados
y secuencias de enunciados".
Saber y
conocimiento
Como ya planteó al
principio, el conocimiento es producto de una acción intencionada por saber más
de los procesos, de los hechos o de las situaciones que ocurren en contextos
sociales.
En la búsqueda del
conocimiento se aplican saberes que ya existen sobre el tema u objeto de
interés.
Y si el
conocimiento encontrado es producto de una intención del sujeto, es porque se
pretende darle una aplicación; se pretende satisfacer la intención inicial.
Y en la aplicación
intencionada entra en juego el marco valórico, producto de la cultura y de la
experiencia de cada sujeto.
Desde la
perspectiva del capital humano, la adquisición de conocimiento profesional es
una inversión.
Es una inversión en
conocimiento que el sujeto pretende recuperar en el corto plazo con la venta de
sus servicios profesionales.
De tal manera que
la intención es económica; aunque, en el proceso de formación profesional es
necesario, y recomendable, que la intención estrictamente pragmática del
conocimiento, sea matizada por otras intenciones, es decir, motivaciones de
carácter cultural; valores que formen el espíritu científico y cultural; pues
el ser humano es sensible, por excelencia, a los valores humanos universales
como, el servicio a los demás, la cooperación, la solidaridad y el respeto a la
vida.
Pero entonces,
¿qué diferencias conceptuales existen entre saber y conocimiento?
En primera
instancia cabe señalar que los dos conceptos se utilizan como sinónimos. Y hay
que apuntar que no falta razón para hacerlo así. No obstante, sí existen
diferencias cualitativas.
Tomemos como
ejemplo el saber pedagógico y la investigación educativa; o el saber de la
física y la investigación de los fenómenos físicos.
El saber es, en
efecto, un conjunto de conocimientos sistematizado, lógicamente ordenados en
libros, revistas, archivos, disquetes o manuscritos; referidos todos ellos a un
campo específico del conocimiento. Puede incluso afirmarse que es un conocimiento
pasivo; ya es historia.
En cuanto al
conocimiento, éste constituye el elemento activo o el propósito de la
investigación que emprende el sujeto.
Uno de los
productos que obtiene el sujeto en el proceso de conocer es la experiencia;
otro es la transformación de su estructura cognoscitiva; y después de ese
proceso de aprehensión de las características del objeto, el sujeto ya no es el
mismo.
Saber y conocer
para saber hacer
En toda acción que
realiza el sujeto está presente su cultura y su experiencia; y estos dos
elementos diferenciadores son los que determinan el grado de significatividad y
el sentido que toma el saber utilizado en la docencia.
Para saber hacer,
es imprescindible saber y conocer; es decir, la tercera función intelectual
importante en los procesos de aplicación de conocimiento es el dominio de
procesos para la concreción de elaboraciones teóricas y abstractas.
Saber hacer es la
demostración de congruencia entre lo que se dice que se sabe y lo que se hace.