jueves, 15 de noviembre de 2018

Tendencias Humanas


El historiador y documentalista británico Laurence Rees (Ayr, 1957) ha publicado en castellano el libro El Holocausto. Las voces de las víctimas y de los verdugos(Crítica), que resume una vida profesional tratando de entender el momento más negro de la historia humana, la Segunda Guerra Mundial y el exterminio de los judíos de Europa. Rees es autor de numerosos documentales, convertidos también en libros, como El holocausto asiáticoAuschwitz, los nazis y la solución final o El oscuro carisma de Hitler.

Sus investigaciones no se basan solo en el trabajo documental, también en entrevistas a las víctimas del terror nazi y a los perpetradores. Por eso, porque se escuchan las voces sin arrepentimiento de los asesinos, resulta tan impresionante su trabajo. Su nuevo ensayo, de casi 600 páginas, arranca en 1919 con una carta de Hitler en la que ya atribuía todos sus males, y los de la nación alemana, a los judíos y acaba con la caída del Tercer Reich y la liberación de los campos.

Tras haber pasado su vida estudiando el Holocausto y el nacimiento del nazismo, ¿hasta qué punto le preocupa el resurgir de la ultraderecha?
"Mucho. De hecho, escribí un pequeño ensayo sobre advertencias específicas que nos está enviando la historia y dirigí hace 20 años la serie Nazis: un aviso de la historia. Sin embargo, creo que debemos observar la historia con humildad, que cuanto más estudiamos las comparaciones son más difíciles" No se puede decir esto es como Trump, como el Brexit: las comparaciones directas no funcionan, pero sí las conceptuales. Por ejemplo, una de las cosas más importantes que he comprendido sobre la condición humana tras estudiar el ascenso del nazismo es lo tremendamente frágiles que son las instituciones, mucho más frágiles de lo que queremos creer. En 1928 en Alemania, los nazis lograron el 2,6 por ciento de los votos, eran una broma, no había ningún problema con la democracia. 

Cuatro años más tarde, en 1932, una mayoría de alemanes votó a favor de comunistas o nazis que defendían públicamente la destrucción de la democracia. ¿Qué ocurrió? ¿Se había convertido Hitler en un personaje más carismático? No, fue la catástrofe económica, el desempleo, el hundimiento de la clase media. La gente creyó que necesitaba un cambio y se puso a buscar políticos sin experiencia. Recuerdo que en una entrevista a un alemán le pregunté: ‘¿cómo pudo votar por Hitler si no tenía ninguna experiencia en política y no creía en la democracia?’ y me respondió: ‘Mire dónde nos llevaron los políticos con experiencia. Necesitábamos un cambio’.

Se pueden trazar paralelismos con lo que estamos viviendo…

Sin duda, pero prefiero que sean los lectores los que establezcan las comparaciones, no yo.

¿Le preocupa el poder de la propaganda? En su libro usted mantiene que la propaganda desempeñó un papel esencial en que el Holocausto fuese posible.

"Una cosa muy interesante sobre el antisemitismo es que, en 1928, cuando logró el 2 por ciento de los votos, Hitler era muy duro con los judíos en sus discursos, pero no logró apoyos. En las siguientes elecciones los descafeinó. Solo cuando llega al poder, y tiene en sus manos el sistema educativo, las radios y todo lo demás, se lanza por completo al antisemitismo, que tiene efectos sobre todo en los jóvenes. He conocido a mucha gente que era joven en los años treinta y que estaba convencida de que los judíos eran un auténtico peligro porque se lo repetían constantemente desde los tres años. Los seres humanos son increíblemente maleables."

¿Cree que hay cosas en el Holocausto que estarán siempre más allá del entendimiento humano, como los Sonderkommando, los judíos obligados a ayudar a los nazis en el exterminio?


"La persona más importante que he conocido en mi vida fue precisamente un Sonderkommando que me dijo: ‘Los seres humanos nunca podremos saber de lo que somos capaces’. Y creo que también se ha subestimado el poder del sadismo. Creo que hay una parte muy oscura en la humanidad."

 Christopher Browning mantenía que es muy significativo que nunca haya fracasado un genocidio en la historia por la falta de personas dispuestas a asesinar.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Vicisitudes Del Saber


Cuando tuve la suerte de tener un manual de algún profesor inteligente, de ahí pude sacar algo. La mayoría de las veces no tuve esa suerte. Me tocaron muchos trasquiladores de textos y muchas horas absurdas copiando a mansalva y reconstruyendo después absurdos apuntes que de nada, absolutamente de nada, me sirvieron. No encontré ningún gran profesor -como sin duda los hubo y los habrá hoy- de los que te enseñan no sólo lo que han descubierto, sino el camino para tus descubrimientos. Todavía eran detentadores oficiales del conocimiento, pero sólo eso, detentadores.

No quiero pensar que lo peor fuera el nivel de pobreza en el que la sociedad se movía entonces, en los sesenta. Pocos había que pudieran comprarse los manuales. Y las colas en la Biblioteca para encontrar los libros para estudiar, corregir y ampliar apuntes eran inmensas. Así que te apañabas en los bancos corrigiendo con unos y con otros y supliendo lo que los escasos textos mil veces manoseados decían.

Recuerdo mis años como una carrera para llegar a los textos.

Pensar en consultar la bibliografía que escasamente se nos suministraba era ya una tarea hercúlea. No sólo porque a veces dicha bibliografía no era accesible, sino porque si se te ocurría comentar algo sobre la base de la bibliografía y dejabas de ajustarte al manual del catedrático, ya sabías que entrabas en un territorio peligroso.

Así que algunos nombres científicos de cada materia te sonaban y alguna bibliografía elemental llegaba a tus manos, pero el gran cúmulo de conocimientos lo adquirí por la vía de terceros. Otros me hablaban de otros. Es decir, llegar a lo que ahora considero que es el acceso al saber fue entonces un esfuerzo sin premios. Siempre se me aparecía lejano. Tuve que esperar años para saborear lo que me había perdido.

Y asocié entonces esa idea de los comentarios de texto por vía de terceros a lo que había sido en gran medida mi formación y, contra mí mismo, me sublevé cuarenta y muchos años después de que esto sucediera. Porque lo que yo recibí fue el mismo esquema de educación medieval que estaba leyendo. Y añoré lo que no tuve.

Todo esto creo que es el fondo del debate sobre cómo queremos que sea nuestra educación. Y si queremos que alguien dentro de cincuenta años no se haga la reflexión que yo me hago hoy, el corazón del debate no está en las horas o en las asignaturas ni en las reválidas ni en los títulos ni en los másters, sino en la manera de acceder al saber. Si queremos tener los mejores investigadores, no estar a la cola en la creación de patentes y, sobre todo, hacer de cada ser humano un creador de su propio quehacer, hoy los parámetros son distintos.

Hemos, hasta ahora, trabajado en que todos puedan acceder al saber, y esto ha sido un gran paso.

Pero no hemos trabajado en el cómo. Y si ese acceso sigue teniendo los componentes que tuvo aquel en el que yo me formé, nos queda una gran tarea.

Montaigne, en sus Ensayos, tiene uno dedicado a la educación. Ya entonces decía que, antes de enseñarle a un niño las materias, hay que enseñarle a controlar su carácter, su autocontrol, que significa asumir las reglas, no el ordeno y mando.

Este es el núcleo del éxito. Hablar de esto puede sonar a chino en lugares donde entra la violencia y donde los padres, por sistema, se alían con sus hijos, cualquiera que sea su comportamiento. Pero no hay otro modo. Si no, es la vuelta al autoritarismo.

Y si, aún hoy, muchos de nuestros padres y profesores siguen soñando con acumular títulos y másters y quienes nos gobiernan no entienden lo que es salir del Trivium y el Quadrivium ni de la trampa de los detentadores oficiales del saber, nos queda mucho debate por delante. 

Porque organizar el proceso del aprendizaje es mucho más fácil si tienes claro lo que quieres conseguir para el futuro.

Cómo haces que un niño vaya ampliando su acceso al saber, cómo le estimulas para que esté cómodo en la incertidumbre, en el riesgo, para que siempre mantenga esa postura abierta dondequiera que esté en su vida

Viajando En La Lectura


Cambiar de trabajo, de ocupación, cambiar de vida, de familia, de amigos, de lugar, de país… afinar un instinto errante, instalarse en el cambio y hasta desterrar certezas,  éste es nuestro decorado  cotidiano en tiempos de acelerada movilidad y cambios deseados o impuestos.

También la lectura, más que nunca,  se ha vuelto nómada; ha abandonado el centro de nuestra cotidianeidad para instalarse en la periferia de nuestras actividades. Ahora  aprovecha esos espacios de tránsito que antes vivíamos sin contenido (el transporte público); reutiliza los que surgen de nuestros   tiempos vacíos y expectantes – en espera de-  (la consulta del médico, los trámites en Hacienda, la espera en una cola);  se instala en los lugares de socialización (el bar, el parque) que cada vez más convertimos,  en determinados momentos del día,  en  lugares de aislamiento, de individuación y llega hoy hasta los santuarios domésticos donde nunca llegaron los libros: la cocina o el baño. 

La posibilidad de la lectura nos acompaña y viaja con nosotros, allí donde nos desplacemos.
Esta movilidad del contenido ha sido posible gracias a la revolución tecnológica que ha llegado para instalarse  en la variedad de soportes  de lectura de la que disfrutamos ahora. La facilidad de acceso a la lectura, su portabilidad,  su versatilidad de contenidos, su capacidad de almacenamiento es la responsable. No es casual que sean los viajeros los primeros en abrazar con entusiasmo esa circunstancia de movilidad que define ya modos y hábitos de  lectura y que marcan el futuro. Pero, con ser importante el cómo, a través de qué soporte leemos, el placer de la experiencia viene determinado por el nudo y las conexiones con las que se enredan libros y viajes. 

Como dice Attilio Brilli, “De la misma manera que el viaje rellena los huecos del plano topográfico, el libro lo hace con los del viaje”, en un antes y un después  que convoca no sólo la memoria personal y la evidencia de lo vivido y conocido, sino la de aquellos que transitaron antes un lugar y depositaron en su relato otra cadena de memorias y evidencias.

La lectura, como el viaje, es un estado de ánimo que nos permite desplazarnos por paisajes mentales, ya sea inspirados en la realidad o en el ensueño. Se parecen  ambos porque implican trayecto, recorrido, siguen una dirección, un camino imaginario mientras trazan una ruta que  va desvelando, al paso, la riqueza de  contingencias que estimulan nuestra imaginación y nuestra mirada sobre el mundo, mientras se desarrolla  el sentido del descubrimiento. 

Se lee mientras se viaja y se viaja a través de los libros. Siempre leer implica  viajar, más allá de su sentido metafórico,  y todo viaje involucra en la lectura de lo que existe en el exterior de nosotros. 

Son acciones que ponen en funcionamiento las dinámicas de nuestro intelecto siguiendo una cartografía personal que puede llenarse de momentos y experiencias sublimes, pero   también  sensuales y hasta prosaicas.  En la mezcla de todas ellas palpita la realidad,  casi siempre una realidad customizada por nosotros mismos, recreada por la percepción de nuestra subjetividad, que es la que crea y define un paisaje como ficción intelectual.

Del mismo modo que el buen viajero se construye y comprende  a sí mismo sobre las lecciones que ha ido depositando su experiencia de viaje, los lectores  extraen su satisfacción más profunda de  la certeza de su capacidad de comprensión de textos diversos al margen de la construcción de escalas de valor emanadas de la variedad de paisajes mentales que visitamos en la propia lectura. También como hace  el viajero, desde su capacidad de percepción, el lector trata de recabar un sentido, deducir una información valiosa desde la superficie que aflora desde las profundidades del texto, pues la semántica del paisaje real se parece a la del texto en la gramática imaginada de signos y formas entrelazadas.

La escritura del viaje nace en el diario, las notas apresuradas y las imágenes que atrapamos  en la fugacidad de la experiencia;  después se remansan y ordenan en esa narración que vive una segunda experiencia vicaria  en el escritorio del autor. Ha de transmitir aquello que coexistió en unidades delimitadas por las  referencias  espaciales y temporales  del escritor y, siempre, ha de servir a una cierta verdad vivida. 

Un buen relato de viajes es la puerta de embarque  a un mundo de estímulos diversos, empezando por la propia capacidad evocadora que crea la narración del autor. Por éstas y otras bondades es un género vehicular que traspasa las fronteras de otros géneros (autobiografía, crónica periodística, reseña histórica, ficción, novela de aventuras) para convertirse en prospección de la gran metáfora, la de la vida como viaje.

De la escritura que emana de vivencias  y experiencias viajeras; de los caminos sin hollar que aguardan a la experiencia de la lectura en un nuevo paradigma cultural marcado por la tecnología; de la mirada del viajero de hoy que irrumpe en un mundo en el que toda sorpresa ha de ser la que lleva en su propio equipaje; de todo ello y seguramente de mucho más, hablaremos hoy en el encuentro con que celebraremos uno de nuestros primeros títulos: Paisajes del mundo de Javier Reverte y nuestra propia aventura como sello editorial.

Se trata de viajar.

La Excelencia

La excelencia no tiene límites de velocidad y para eso se requiere libertad, decisión, voluntad e inteligencia. La libertad se considera como el centro de la vida humana y el utilizarla adecuadamente equivale a perfeccionar tu calidad de vida.

Cuando una persona es excelente quiere decir que es un privilegiado como ser humano porque está en desarrollo constante

Cuando una persona es excelente quiere decir que es un privilegiado como ser humano porque está en desarrollo constante. Ser excelente es saber comunicar paz a los demás, aprovechar puntos de oportunidad y transformar dificultades en acciones positivas, pero no hacer por otros lo que estos pueden hacer por sí mismos. Un ser excelente sabe proteger sin asfixiar, sabe guiar sin imponer, sabe motivar a los que están a su cargo para que también puedan desarrollarse.

La excelencia es saber construirse sólidamente como ser humano, con piezas de calidad como los buenos principios y los valores. El hombre que vive con excelencia posee, entre otras cosas, las siguientes características: Intuición y alegría, claridad en sus propósitos, originalidad, responsabilidad y libertad. Un ser humano excelente construye a otros, soporta el rechazo, no se frustra, mejor aún, le da sentido a la vida, es equilibrado en su pasión y responde con la razón.

La excelencia es abundancia
La persona excelente sabe reír y disfrutar de las cosas bellas que abundan en la vida. Por ser intuitivo, sabe relacionar grandes realidades, tiene una visión amplia y adelantada acerca del futuro. El ser excelente es inventor y creativo, pero sobre todo, promueve el surgimiento de grandes hombres, de nuevos valores y de cambios históricos.

La excelencia personal para sobresalir
La excelencia personal se define como una manera de vivir, una actitud mental y un pensamiento inclinado a solucionar cualquier problema, la excelencia se refiere a ser cada vez mejor. En otras palabras se puede definir como la manera en que el individuo desarrolla gran parte de su potencial, sin perder tiempo en buscar excusas o razones para demostrar que algo no se puede hacer.

El único camino para lograr convertir nuestra riqueza potencial en real es, precisamente, a través del trabajo intenso y de calidad. Todo individuo que tome conciencia de lo que es, siente, piensa, hace, desea y dice, que se ha dado cuenta de sí mismo y de lo que le rodea, se ha dado cuenta de que lo que importa es el ser y no el deber ser, esto involucra el auto concepto y el autoestima.

Siempre algo más de lo que tenemos o de lo que somos, querer e intentar ser mejor cada día, es tener espíritu de superación permanente, es el camino hacia la excelencia. Pero lo más importante para lograrlo, es darnos cuenta de lo que somos y poseemos, valorarnos como hace mucho tiempo no lo hacemos, y decidirnos al cambio, a trabajar juntos, motivados por un espíritu de superación constante, para alcanzar la grandeza y el bienestar de todos, sin excepción.

Estimado lector y lectora, el momento para que comiences a ser excelente es ahora y no después, es cuestión de tomar una decisión para cambiar definitivamente los viejos pensamientos e iniciar una carrera hacia la excelencia. En mi columna de los días lunes “Conductas de éxito” siempre escribo que todo es posible cuando te decides a hacerlo. 

Nosotros como seres humanos hacemos realidad las circunstancias negativas o positivas, como reza el dicho popular: “cada quien tiene lo que se merece”.

Si no estás de acuerdo con tu mundo actual, tu trabajo o tu círculo de amigos, ¡no te preocupes!, ponte en acción, cambia tú y ya verás que tu mundo comenzará a cambiar.


El Sentido Del Deber


Educar era enseñar modales adecuados, pero sobre todo instalar en los niños el sentido del deber. Así se llamaba antes. Sabían los padres, más allá de su nivel de educación, que un niño debía aprender desde muy pequeño que hay cosas que se pueden hacer y otras que no, pero también tenía que aprender que tiene responsabilidades. 

Estar a cargo de su gato para que no entre a la casa. No dejar la pelota afuera para que no se la roben y cuidarla. Hacer sus tareas. No sacarse el chaleco si hace frío. Son pequeños deberes que se van instalando hasta formar en el niño el sentido de que además de regalos, besos y paseos, de ciertas normas de comportamiento en familia, existen las responsabilidades. Algunas son hacia sí mismos, algunas hacia los otros. 

No existe una personalidad "normal" que pase el test para ingresar a un colegio o a un trabajo, que no deba rendir bien en la medición de este rasgo. Porque determina enormemente el desarrollo futuro, sobre todo el comportamiento social.

Fue más importante para muchas generaciones educar a sus hijos en el sentido del deber que hacer grandes demostraciones de amor. No porque fueran excluyentes, sino porque enseñar el rigor no siempre va acompañado de regaloneos, besos y abrazos. 

Luego viene un cambio de énfasis. Es más importante el amor en la niñez que cualquier otra cosa. Cierto. Un niño querido y que se siente querido tiene más probabilidades de adaptarse y de tener éxito en lo que escoja hacer, que al revés. 

Y como siempre, la historia evoluciona exagerando y equilibrando. Hoy sabemos que sin cariño y sin cierta disciplina no hay un buen resultado. 

El sentido del deber no es la disciplina, si bien son de la misma familia. Yo puedo educar en el temor del castigo y tener buenos resultados en el aprendizaje de lo que se debe y no se debe hacer. Yo puedo ser estricto en la obediencia y tener buenos hijos y buenos alumnos y buenos trabajadores. ¡Lo que diferencia el sentido del deber es que no está mediado ni por el castigo ni por la alabanza ni por el premio externo! Es un medidor interno, privado, que vamos aprendiendo lentamente, porque en cada etapa de la vida es distinto en sus indicadores. 

Es el deber consigo mismo, es el deber con los valores adquiridos, es un sentido de paz. 


Generosidad

La generosidad del ser humano es el hábito de dar o compartir con los demás sin recibir nada a cambio. Comparado a menudo con la caridad como virtud, la generosidad se acepta extensamente en la sociedad como un hábito deseable. En momentos de desastres naturales, los esfuerzos de la ayuda son con frecuencia proporcionados, o con la intención de ayudar voluntariamente, por individuos o grupos que actúan de manera unilateral en su entrega de tiempo, de recursos, de mercancías, de cobijo, etc.

La generosidad puede también ser de tiempo personal, de dinero, o de trabajo, para otros, sin la recompensa envuelta. Aunque el término generosidad, va a menudo de común acuerdo con caridad, mucha gente en el ojo del público desea el reconocimiento de sus buenos actos. Las donaciones son necesarias para apoyar a organizaciones y a sus comités, pero sin embargo, la generosidad no debería estar limitada a épocas de gran necesidad tales como desastres y situaciones extremas, ya que la generosidad no ha de estar basada solamente en el estado económico o material muy bajo, sino que por el contrario, esto incluye las intenciones puras del individuo de mirar hacia fuera para el bien común de la sociedad, o bien de terceros individuos o grupos, y así dar ejemplo a los demás.

La generosidad es una virtud que difícilmente se puede apreciar en los demás con objetividad. En el momento de juzgar los actos de otras personas, estaremos normalmente centrando la atención en el que recibe o en las características de la aportación. Por ejemplo, si nos enteramos de que alguna persona sin problemas económicos ha regalado una cantidad de dinero a algún pariente suyo con necesidades, es lógico que le llamemos «generoso». Sin embargo, esa aportación seguramente no le ha costado mucho esfuerzo. En realidad, desconocemos el motivo del acto: ¿ha sido por reconocer la necesidad de su pariente o por no sentirse culpable, etc. 

Es decir, podemos identificar distintos medios o maneras para poder llevar a cabo un acto de generosidad, pero un acto será muestra de generosidad o no, de acuerdo con la intensidad con que se viva la virtud y la rectitud de los motivos
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Así, se distingue por una parte entre el altruismo, definido como «procurar el bien ajeno aún a costa del propio»​ y por otra parte, la generosidad, definida como «ofrecerle a alguien más de lo que espera o requiere»

Se sabe que la hormona oxitocina está relacionada con la generosidad, y un experimento realizado sobre su impacto indicó que la hormona afectaba dos veces más a la generosidad que al altruismo.

Esto sugiere que a diferencia del altruismo, la generosidad, aunque claramente relacionada con lo primero, también está asociada a una identificación emocional con otra persona.

Elección Vocacional


La elección de una profesión es una instancia fundamental para la vida de una persona, ya que ubica a quien elige frente a la construcción de un proyecto de vida, el cual se va consolidando como un aspecto esencial de su identidad.

Este proyecto se transforma en vital, en tanto le otorga sentido a la propia existencia, dado que los seres humanos necesitamos proyectarnos como personas potencialmente sanas que aportan su saber y su trabajo a una comunidad y en un espacio y tiempo específico. De allí que en un sentido amplio del término, se entienda a la Orientación Vocacional-Ocupacional como un proceso de aprendizaje de la persona sobre sí misma, en su dimensión subjetiva (autoconocimiento de sus aptitudes, intereses, valores, expectativas, actitudes, etc.) y sobre la dimensión socio-cultural (diversidad de opciones de estudio que ofrece el medio, de capacitaciones laborales, características de las instituciones de formación, becas, etc.) para integrar dichas dimensiones, en una decisión realizada con la mayor autonomía y responsabilidad posible.

Si tenemos en cuenta que la finalización de la escolaridad secundaria encuentra a la mayoría de los adolescentes entre los 17 y 18 años, entendemos que resulte dificultoso tener “certezas” sobre la elección de la futura profesión al momento de realizarla, si quien elige se encuentra aún en una etapa de crecimiento y construcción de su identidad. Es un momento que les exige tomar decisiones sobre diferentes esferas de la vida con el agregado de “que dichas decisiones deberían ser definitivas, seguras a largo plazo, posibilitando un futuro exitoso en términos económicos, permitir el acceso a ciertos lugares sociales de poder, etc.”, entre otras expectativas, que los adultos tienen muchas veces sobre los jóvenes; con el agregado de que en este proceso vital,  no deberían “equivocarse ni perder tiempo”. Este momento de transición, de crisis, de desestructuración por estos cambios evolutivos y sociales (dejar de ser adolescente para pasar a ser adulto), está fuertemente  signado por el cierre de la escolaridad secundaria en la mayoría de los casos, lo cual  genera incertidumbre, temores, necesidad de reorganización interna, pero también necesidad de nuevas estructuraciones familiares y del contexto socio-afectivo del joven. Como todo proceso vital, es particular en cada persona, en la que su familia, amigos, escolaridad y experiencias de vida, inciden en cómo la persona concibe subjetivamente ese proyecto de estudio y/o trabajo, que formará parte de su proyecto de vida.

Las representaciones sobre profesiones y trabajos, están atravesadas por ideas, creencias y valores provenientes de contextos socioculturales específicos. Es frecuente observar imágenes distorsionadas, apreciaciones parciales y arbitrarias, que los jóvenes reproducen como certezas generalizadas sobre prácticas y aspectos de las profesiones, las que provienen de adultos cercanos, familiares, medios de comunicación, etc., que no se corresponden con  características reales de las mismas, y menos aún, con un potencial desarrollo de los campos laborales (difícil de imaginar a futuro, por el desarrollo tecnológico-cultural permanente, el entrecruzamiento de disciplinas, la creación de nuevos ámbitos de trabajo, etc.) Estas creencias surgen muchas veces por desconocimiento de lo que ofrecen hoy las diferentes carreras y las perspectivas de desarrollo en distintas esferas de la sociedad.

En ese sentido, la Orientación Vocacional-Ocupacional tiene una intencionalidad preventiva en tanto favorece la reflexión y el análisis de factores que condicionan las elecciones posibilitando la toma de conciencia de aspectos que favorecen o entorpecen el desarrollo de los proyectos de futuro, evitando decisiones apresuradas, fantaseadas, impregnadas de prejuicios, basadas en supuestos erróneos (“carreras fáciles versus difíciles, profesiones que dan plata versus las que no conseguís trabajo, carreras para mujeres y para varones, carreras del futuro versus las tradicionales”, etc.). 

La concepción sobre la que se sustenta la intervención profesional en orientación vocacional, entiende a “lo vocacional” como motivación, como energía afectiva que nos “orienta” hacia un campo o sector de la realidad, hacia actividades y objetos socio-culturales de los que disfrutamos, que nos generan curiosidad, que nos interesa conocer y comprender, y cuyo “hacer” nos satisface de manera personal,  pero también  en el impacto que dicha actividad tiene en la comunidad. Esas vocaciones (por ejemplo la investigación científica, la expresión artística, la asistencia y el servicio a los demás, el desarrollo tecnológico, el cuidado de la naturaleza, la comprensión de las sociedades, etc.) encuentran, efectivamente, una manera de desarrollarse a través del estudio de una carrera y del desempeño laboral  específico.

Ahora bien, estas elecciones se realizan en un mundo donde los cambios son cada vez más rápidos  y atraviesan todas las esferas de la realidad (procesos económicos, laborales, políticos, ecológicos), generando una cierta incertidumbre que caracteriza la vida y la proyección a futuro, atravesando  también, a los adultos. Si bien es imprescindible  tener proyectos y sueños porque son inherentes a la condición humana, sabemos que hoy más que en otros tiempos, los mismos se desarrollan por etapas, en procesos que pueden modificarse, detenerse para volver a movilizarse en otra dirección, o retomando el mismo camino pero incorporando aprendizajes y toma de conciencia de las situaciones que generaron las dificultades, todo lo cual no es otra cosa que crecer y madurar. Sin embargo, estos procesos que a veces no son lineales ni rápidos, pueden considerarse  “fracasos” bajo la mirada de un contexto sociocultural que plantea como ideal de felicidad la eficiencia, la rapidez, los logros a corto plazo, los éxitos en términos de poder y logros materiales, etc.


Sobre esta situación los padres, familiares y adultos significativos, deberíamos estar atentos para acompañar a nuestros jóvenes a través de la escucha, del ofrecimiento de oportunidades de ensayo, de reflexión, abriendo la posibilidad del diálogo para compartir vivencias y siendo honestos sobre la manera que los “grandes” hemos ido aprendiendo en nuestra vida: a partir de aciertos y errores, convirtiendo a estos últimos en  constructivos, para seguir adelante.

martes, 13 de noviembre de 2018

La Fortaleza Del Débil


La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia la debilidad del fuerte
(Immanuel Kant)

La RAE define débil: De poco vigor o de poca fuerza o resistencia. Que por flojedad de ánimo cede fácilmente ante la insistencia. Escaso o deficiente, en lo físico o en lo moral. Y su antónimo, fuerte: Que tiene gran resistencia.  Aplicación del poder moral (Se necesita mucha fuerza para soportar tantas desgracias). Capacidad para soportar un peso o resistir un empuje. Virtud y eficacia natural que las cosas tienen en sí. De carácter firme, animoso.

A quién no le gustaría que las cosas sucediesen cuando uno quiere? Pero la vida no se ajusta a tus planes, ni a los míos, ni a los de nadie. Las cosas van a seguir yendo a su ritmo, tal y como lo han estado haciendo y lo van a seguir haciendo siempre.

En algunos casos, la impaciencia surge mecánica y reactivamente al poner el foco de atención en todo aquello que no depende de un@ mism@, y al no poder hacer nada al respecto, te invade la impotencia, y con ésta, el agobio, el enfado y la lamentación, pero es inútil. No sirve absolutamente para nada.

La paciencia es una virtud bien distinta de la mera pasividad ante el sufrimiento; no es un no reaccionar, ni un simple aguantarse, ni mucho menos soportar los engaños de  quienes no llegan a entender  que no sobreviven las especies más fuertes, sino las que mejor se adaptan al cambio.


La paciencia es parte de la virtud de la fortaleza, y lleva a aceptar con serenidad las pruebas de la vida, grandes o pequeñas.

Sinceridad E Integridad


Si te da miedo plantarte y decir que no a algo porque crees que te rechazarán, que se picarán contigo o que dejarán de contar contigo, puede que consigas precisamente eso

Porque por no hacerle un feo a nadie, le acabas fallando a la persona más importante de tu vida: tú mism@. Cada opinión que falseas para quedar bien, cada idea o plan que aceptas sin que te apetezca, difumina una parte de ti. Acabas por no saber qué prefieres, qué te gusta y qué necesitas. Y eso se nota. Una actitud de seguridad en ti mismo y un criterio propio (que tu opinión no sea un flubber que se adapta a toda superficie) tienen más magnetismo que postrarse siempre a los pies de los demás.

No decir nunca lo que realmente piensas te convierte en esa persona que siempre está dispuesta a cambiar sus planes por los demás, que siempre dice que sí a los favores y que siempre puede trabajar más y más rato que el resto. Y como ves que estar siempre al servicio de los demás no es suficiente para sentirte querido, te frustras y acabas culpando inconscientemente a las mismas personas que querías complacer. Sientes que empiezan a pedírtelo todo a ti, y no te das cuenta de que eres tú quien les ha dado carta blanca para tratarte así. 

La gente no quiere abrirse con alguien que esconde sus propios sentimientos. Además, ya no sabes si hacen cosas contigo porque les caes bien o porque les es fácil y accesible, y empiezas a rallarte de más. Aunque sea con buenas intenciones, no decir lo que uno piensa es esconder la verdad. Y eso hace que tu palabra pierda valor: si un amigo espera una crítica constructiva o un consejo importante, no vendrá a pedírtelo a ti. A la hora de la verdad, la gente íntegra prefiere que vayas de frente a que les regales los oídos.

Observé que mucha gente a mi alrededor no tiene esta obsesión por caer bien, que dice lo que piensa con naturalidad y sin embargo (o quizás gracias a ello) tiene la admiración y el respeto de los demás. Fíjate en ese colega borde de turno que se ha ganado el cariño de todos, o cuántas veces has escuchado a alguien decir "lo siento, hoy no me va bien" sin dar más explicaciones. No hace falta renunciar a ser agradables, ni soltar puyitas todo el día para hacerte el duro, sino simplemente dejar de tenerle terror a decepcionar a alguien.

El mundo no se viene abajo por decir que no de vez en cuando. Si mandas a la mierda la necesidad de una imagen impecable, verás que no caes en un pozo de desaprobación. Al fin y al cabo, ya se sabe que no es fácil tenerlos a todos contentos. Cuando yo empecé a relajar mi actitud, se alejaron de mí algunas personas que no me hacían ningún bien, pero el resto (la mayoría) simplemente empezó a respetarme un poco más. 

Noté que algunas amistades se volvían más cercanas, y empecé a disfrutar de verdad de la vida social, sin complejos. Los que te quieren bien no quieren tu "queda buenísimo": quieren tu yo auténtico. Cuando dejes de buscar la aprobación de los demás, te darás cuenta de que en realidad no la necesitas.



Construir El Futuro



El futuro se ve como algo lejano…¿verdad? Todos deseamos que sea algo maravilloso, que se construiría con la suerte, o la buena estrella de cada uno. Nada más lejano de la realidad. El futuro se construye ahora, con ese paso que debemos dar en este instante. Esa decisión que seguramente tendrá que ver con la realización de nuestro deseo. Todo comienza con una idea, la maduración de la misma,  una buena dosis de optimismo y confianza en uno mismo. Por supuesto esto debe poseer también otros ingredientes esenciales que son, creatividad, Construir constancia y amor por lo que hacemos.

El éxito requiere una continua mejora de lo que iniciamos. No significa que todo se logre al instante, sino que los pequeños pasos que damos, nos perfeccionen día a día, nos vayan afirmando en la idea que puede ir modificándose a medida que las dificultades van surgiendo. Esto nos hace crecer, aprender y ser autodidactas.

Nada nos enseña más que la experiencia propia. No hay fórmulas mágicas. Podemos hacer cursos de márqueting, couching y todos los ings de moda, que proponen para que logremos la excelencia.

Muchas veces se fracasa (o mejor dicho siempre) por abandonar, antes de poder encontrar el verdadero camino que lleva al logro del objetivo. Entonces, nos encaminamos en una dirección y cuando se presentan los inconvenientes, claudicamos y modificamos el rumbo, intentamos otra cosa,  sin hacer los cambios que requiere toda realización. Entonces decimos… ¡Esto no es para mí! Claro…agregando…aquel otro lo logró y yo no. La comparación.

Para tener un futuro como el que deseamos, debemos fijar la meta, AHORA y poner todo lo que se necesita sin escatimar esfuerzos para hacer los cambios, sin perder el rumbo que nos hemos fijado. No hay suerte ni estrella, la luz que iluminará nuestro camino, será la de nuestro espíritu de lucha por sostener la idea de lo que realmente queremos.


Humanidad Sin Rodeos


Sin rodeos, propongo un debate sereno, sin dobleces, sobre los asuntos que inciden directamente sobre la existencia de la humanidad que se vive ahora. “¿Quién puede decretar la actitud interior o el estado del alma, ante la muerte de alguien? ¿Le corresponde esta decisión a las leyes de los países?, dice el portugués Manoel Alves Louro, profesor de ética filosófica en Canadá y miembro de organizaciones europeas que estudian las ciencias de la vida desde la bioética.

Mientras expertos, científicos y religiosos de todas las filiaciones se agotan en viejas y nuevas proclamas a favor y en contra de formas voluntarias y forzadas para impedir la realización de la vida, peligros inéditos y remozados se introducen en la sociedad planetaria: nuevas y más violentas modalidades de tóxidependencia, calentamiento global, indetenibles flujos migratorios que modifican las estructuras sociales y económicas, contingencias en torno de la seguridad alimentaria y avances científicos que casi aseguran la mortalidad y prolongan la vida, a costos prohibitivos que excluyen a grandes masas de población. ¿Son formas de eutanasia colectiva que nacen del mismo desarrollo capitalista?

Si aparecen informaciones sueltas sobre estos tópicos, su importancia se disuelve en cataratas noticiosas de temas intrascendentes que privilegian el consumismo, en el más discriminatorio ideal capitalista.

De los registros negativos divulgados, ninguno resulta trascendente para la especie humana como los relacionados con las alteraciones múltiples de modificaciones extremas del clima mundial por el abuso humano sobre los recursos naturales limitados que dispone el planeta. El Día Mundial de la Salud recientemente se conmemoró con el anuncio preventivo del secretario general de las NN.UU. Ban Ki-moon, con base en el informe de la OMS sobre el incremento de muertes y enfermedades en todos los estratos sociales y ámbitos de la humanidad.

Otro estudio técnico, esta vez de la NASA, señala últimamente que “el calentamiento global está inclinando cada vez más el eje de rotación de la Tierra, otra demoledora evidencia acerca del enorme impacto de la actividad humana en el planeta”. Es el mayor dilema trágico del progreso. Así, querido lector, no piques los coloridos anzuelos del consumo excesivo.
Piensa en el agua, la tierra cultivable y los árboles que mañana harán falta para tus nietos. En el mundo del ‘todo vale’, únicamente si tiene ‘valor de mercado’, no hay espacios para los ancianos. Hay otras piezas que completan la partida del ajedrez mortal. Atención especial merecen los análisis de prospectiva que anualmente formula The American Council for the United Nations University.

Para tomar decisiones estratégicas es necesario investigar sobre los futuros probables, dice AC-UNU. Entre los problemas éticos futuros (período 2025-2050), ¿se deberá plantear si debemos tener derecho al suicidio y a la eutanasia? Confío en la vida y acudo a mi fe, forjada en décadas, lecturas y oraciones. Mientras llega el día, me cubro de la promesa del Salmo 23: “El Señor es mi pastor; nada me faltará. En verdes campos me hará descansar […] Aunque pase por valle de muerte, no temeré mal alguno…”.
Ver: El Telégrafo



lunes, 12 de noviembre de 2018

La Experiencia De Compartir


Alrededor de 1,9 millones de personas mayores de 65 años viven solos en sus casas en España, según el último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE). Una cifra que ha aumentado progresivamente en los últimos años y que se ha convertido en una opción más de vida con la que estas personas mayores pueden ser felices y alcanzar una vida plena y social.

Sin embargo, no todas las personas mayores que se han quedado solas quieren estarlo. Por ello, en los últimos años han surgido nuevas iniciativas, tanto públicas como privadas, con la finalidad de evitar que se queden solos, propiciando la convivencia, tanto con personas de su misma generación como con otras más jóvenes. Esta tendencia por compartir piso, por ejemplo, de las personas mayores se aprecia en una estadística publicada el año pasado por el portal Easypiso, especializado en la búsqueda de habitaciones en alquiler o el alquiler de un piso compartido, que señalaba que «las personas de más de 60-70 años que buscan un piso compartido u ofrecen una habitación siguen aumentando durante los últimos años, sumando un 50% más que en 2012».

Paralelamente, se ha asistido al impulso que diferentes organizaciones han dado a diversas iniciativas, algunas nacidas en la década de los 90, para fomentar que los mayores que están solos en casa se animen a abrir las puertas de sus viviendas a otras personas. Una de estas iniciativas, y tal vez la más antigua, es la actualmente conocida como Homeshare Senior, consistente en poner en contacto a personas mayores que viven solas con estudiantes universitarios para convivir en casa. Asimismo, se han puesto de moda los proyectos denominados Cohousing Senior, que se basan en el diseño de un hogar y un entorno comunitario adaptado a las necesidades de presente y de futuro de las personas de edad avanzada, con el propósito de mantener su independencia y de que sea eficiente, sostenible y esté optimizado para su uso real.


La vivienda colaborativa es, de principio a fin, una iniciativa de sus residentes, pues se trata de una comunidad que está planeada y gestionada por ellos mismos, es decir, es un proyecto que se adapta a las necesidades y preferencias reales de quienes van a habitar en ella. Hay seis características comunes de todas las viviendas colaborativas: autopromoción, diseño intencional para una vida comunitaria, zonas comunes amplias, autogestión colectiva, ausencia de jerarquías y privacidad.

Cultura General


El concepto de cultura puede comprenderse de diversas maneras. Por lo general se entiende como cultura al tejido que se crea a nivel social a partir de las diversas tradiciones y costumbres de una comunidad. Las personas que pertenecen a una cierta sociedad se expresan y se comportan de una manera que caracteriza al grupo en cuestión.

por otra parte, es un adjetivo que hace referencia a lo que es común a muchas cosas de distinta naturaleza, o a aquello que es frecuente o habitual. Es posible distinguir, en este sentido, entre lo general y lo particular.

Se entiende por cultura general al cúmulo de saberes que una persona dispone sobre temas variados. 
Quien tiene buena cultura general cuenta con conocimientos de temática diversa, sin especializarse en algún sector en específico.

Por ejemplo: “¿Cómo que no sabes a qué temperatura hierve el agua? Eso es algo de cultura general”, “El Dr. Gullonetti podrá ser un gran experto en física cuántica, pero carece de cultura general para tener una conversación interesante”, “Pese a que no tengo un título universitario, gracias a mi curiosidad y a mi experiencia de vida, creo que cuento con un buen nivel de cultura general”.

La cultura general es el saber que permite a un individuo construir su propio criterio, analizar asuntos diversos y responder con éxito en diferentes facetas de la vida cotidiana. Dicha cultura puede construirse a partir del estudio sistematizado (en una escuela, universidad, etc.), de la educación informal (autodidacta) y de la experiencia adquirida a lo largo de los años.


Filosofía

Filosofía
El hombre es un lobo para el hombre

“El hombre es un lobo para el hombre” (en latín homo homini lupus) es una frase célebre extraída de la obra dramática Asinaria, obra del comediógrafo latino Plauto (250-184 a. de C.). Sin embargo, fue popularizada por el filósofo del siglo XVIII Thomas Hobbes en su obra El Leviatán (1651), para referirse a que el estado natural del hombre es la lucha continúa contra su prójimo.

La frase, en ese sentido, se convierte en la metáfora del animal salvaje que el hombre lleva por dentro capaz de realizar grandes atrocidades y barbaridades contra elementos de su propia especie. Algunas de esas acciones son dirigir guerras, practicar exterminio a un grupo social, realizar atentados, asesinatos y secuestros, someter a otros individuos a la esclavitud, tráfico ilegal de personas, etc.

No obstante, para la conservación de la humanidad Thomas Hobbes indica que la paz y la unión social pueden ser alcanzadas cuando son establecidas en un contrato social con un poder centralizado que tiene la autoridad absoluta para proteger a la sociedad, creando una comunidad civilizada.

Es de considerar que el hombre puede presentar una conducta buena e intachable, pero también muy destructora y egoísta, específicamente cuando se mueve por sus propios intereses, por ejemplo, un ascenso en el trabajo.

La frase opuesta a "el hombres es un lobo para el hombre" es aquella que sentencia que "el hombre es bueno por naturaleza", de Jean-Jacques Rousseau, quien contrariamente a Hobbes sostenía que los seres humanos nacen buenos y libres, pero el mundo los corrompe.

Análisis de la frase
Según el filósofo Hobbes, el estado natural de los seres humanos es el de las confrontaciones de unos con otros, generando acciones violentas, crueles y salvajes. Es por ello que se puede afirmar que todas las amenazas que afronta un ser humano son generadas por otros seres humanos, por lo que se puede concluir, a juicio de Hobbes, que el hombre es un depredador del propio hombre.

Generalmente, en la mayoría de los supuestos de hecho, el individuo más fuerte explota o maltrata al más débil, cuando lo más correcto es que el fuerte proteja al débil y, en vista de que la especie humana no posee tal comportamiento, Hobbes presenta el contrato social para lograr una convivencia armoniosa, equilibrada y en paz entre los ciudadanos de una sociedad.


Como tal, el contrato social es diseñado con la intención de establecer una autoridad, normas morales y leyes a las que están sometidos y deben cumplir los individuos. El propio contrato social le otorga a cada individuo derechos y deberes a cambio de abandonar la libertad que posee en estado natural para asegurar su sobrevivencia en la sociedad. No obstante, los términos establecidos en el contrato social pueden cambiar con la condición de que todos los intervinientes en él estén de acuerdo y así lo deseen.

EL PARADIGMA DE LA MODERNIDAD


Parece que ha llegado el momento, siguiendo las señas de Kuhn y Fleck, de intentar una provisoria definición de paradigma.  Paradigma sería "un estilo de 'ver', y percibir, conocer y  pensar, que es producido predominantemente por las comunidades científicas, que recoge creencias anidadas en el pensar colectivo que no es científico, que se traduce  en palabras principalmente escritas, consagradas oficialmente por manuales, y que se establece institucionalmente en organizaciones que se forman a su alrededor".  Un paradigma puede originariamente surgir de una ciencia muy especializada, pero tiene la particularidad de desbordar su lugar de nacimiento, transmitiéndose a múltiples ciencias y disciplinas, donde actúa como  modelo o  principio rector que en un momento determinado deja de ser sólo científico y se transforma en cultural..

De este modo, cuando se afirma que lo que hoy está siendo cuestionado son los paradigmas de la modernidad, significa que determinados modelos o principios rectores pierden vigencia.  Pero, como observó Kuhn, un paradigma no desaparece, sino que es -empleando un término político- derrocado por otro paradigma, en un proceso a veces extraordinariamente largo (1976, p.142).  

De la misma manera, el triunfo de un paradigma sobre otro no significa que el anterior pierda validez, pero sí significa que es remitido a una condición subalterna.  Para decirlo con un ejemplo: los motores de autos originados durante el período maquinal seguirán funcionando por mucho tiempo. 
 Pero no todo seguirá funcionando como un motor de auto, y a nadie hoy día se le puede ocurrir la idea utópica de Henry Ford, relativa a que la sociedad funcionará como un motor.

Sería un error pedagógico, sin embargo, dar por muertos los paradigmas de la modernidad sin precisar en qué consisten, ya que así no se entenderían las características de los que les suceden pues particularidad de los nuevos paradigmas es que se encuentran en clinch con los que le anteceden.
  
Todo paradigma surge como oposición a otro, de modo que su lógica afirmativa sólo es transparente a partir del conocimiento del paradigma cuestionado.  El paradigma de la modernidad, por contradecir principios religiosos- categorías que son propias a la religión, razón por la cual asumen el carácter de una segunda secularización, o lo que es parecido, radicalizan la lógica secularizante surgida en el siglo XVII, llevándola a un punto que deja de ser asimilable por ella.

No olvidemos: posmodernidad -en tanto no surja un concepto unitario que caracterice los tiempos que comienzan con el fin de este siglo- es también modernidad.


domingo, 11 de noviembre de 2018

La Fuerza Interior


La capacidad para trabajar duro y responder de manera resiliente ante el fracaso y la adversidad son características esenciales de las personas que tienen una gran “fuerza interior”. Estas personas logran alcanzar sus metas porque no desisten en su empeño y, cuando un camino no les conduce donde deseaban, simplemente toman otro.

¿Qué diferencia a estas personas del resto? ¿Cuál es el secreto de su éxito?

1. Siempre actúan como si tuviesen el control. “Reza como si Dios cuidase de todos, actúa como si todo dependiese de ti”. Las personas que tienen una gran fuerza interior ponen en práctica esta antigua recomendación. Aunque algunos creen en la suerte, también se preocupan por darle una mano. No se sientan a esperar a que la fortuna llame a su puerta sino que salen a buscarla y siempre tienen la disposición adecuada para captar las oportunidades al vuelo. Son personas con un locus de control interno, personas que toman las riendas de su vida y que actúan como si todo dependiese de ellas, aunque saben perfectamente que no es así. Sin embargo, esa actitud les da fuerza.
Obvian las cosas sobre las que no pueden influir. Solemos pensar que la fuerza de voluntad es un manantial inagotable pero no es así. 

2.Un estudio muy curioso demostró que cuando hemos pasado todo el día ejerciendo el autocontrol, durante la noche somos más indulgentes. Eso significa que la fuerza de voluntad es una cualidad que debemos aprender a dosificar. Por eso, las personas que tienen esa fuerza interior suelen concentrarse en lo que verdaderamente les importa y pasan de las causas perdidas, por las cuales no pueden hacer nada, una actitud que les permite focalizar su energía y lograr sus objetivos. Sin embargo, eso no significa que sean egoístas sino tan solo pragmáticos. Dan su contribución hasta que pueden y no se martirizan porque no pueden hacer más.

3. Ven el pasado como una fuente de información… nada más. La mayoría de las personas viven atadas, de alguna u otra forma, a su pasado. Sin embargo, a menudo se trata de un fardo demasiado pesado que no les deja avanzar. Al contrario, las personas con fuerza interior consideran que sus vivencias son valiosas pero no se quedan encadenadas a ellas. Aprenden de los errores y siguen adelante. El pasado no las define, comprenden que un fracaso es tan solo una oportunidad para aprender, la señal de que quizás el éxito está más cerca.

4. Celebran el éxito de los demás. Muchas personas no son capaces de celebrar el éxito de los demás porque lo viven como un fracaso personal. Piensan en el éxito como si fuera una cuota a repartir y, mientras más tengan los otros, menos quedará para ellas. Con este pensamiento aparece la envidia, el resentimiento y la frustración, sensaciones que no mejorarán tu vida. Sin embargo, las personas con fuerza interior son capaces de alegrarse por el éxito de los demás y aprenden de ellos. 

5. No se quejan. De vez en cuando, quejarse tiene un poder catártico pero la queja continúa, que es una peculiaridad endémica de nuestra sociedad, solo sirve para centrarse en los aspectos negativos de las situaciones y, de paso, perder una energía y un tiempo muy valiosos. Al contrario, las personas con fuerza interior no se sientan a llorar sobre la leche derramada, emplean esa energía para reorganizar su estrategia y volver a la carga.

6. No intentan impresionar a nadie. En una cultura tan competitiva como la nuestra, muchas personas actúan movidas por una motivación extrínseca. Es decir, quieren ostentar sus logros como si fueran medallas colgadas en el pecho para alcanzar la aprobación o la admiración de los demás. Sin embargo, lo que diferencia a las personas con fuerza interior es que estas no pretenden impresionar a nadie, se mueven para lograr sus sueños, por una motivación intrínseca que, dicho sea de paso, es el motor impulsor más poderoso del comportamiento. 


7. Aplican la gratitud. Estas personas, ya sea cuando se levantan o antes de acostarse, suelen dedicarle unos minutos a la gratitud. Hacen un inventario de las principales razones por las cuales se sientan agradecidas. Este pequeño ejercicio les permite reencontrar la tranquilidad interior y les da la fuerza que necesitan para enfrentar los proyectos que tendrán al día siguiente.

Manipuladores


Los manipuladores emocionales suelen ser como lobos con piel de cordero. Utilizan estrategias de chantaje emocional con las que consiguen poner a los demás a su disposición.

Suelen ser grandes oradores, le dan la vuelta a las cosas a su conveniencia y embaucan a través de la distorsión cognitiva y la explotación emocional, con la intención de tomar el control siempre y obtener algunos beneficios o privilegios a expensas de su víctima. El manipulador crea a propósito un desequilibrio de poder que le permite inclinar la balanza a su favor y explotar a la otra persona, pero lo hace sin que sea evidente para su víctima. Utiliza la mentira de forma inteligente e incluso pueda a veces negar cosas que ha dicho, confundiéndonos.

 Con el tiempo la persona manipulada acaba por llevar una vida que no es la que desea pues, sin darse cuenta, se ha puesto a expensas del manipulador, poniendo por encima a la otra persona frente a las propias necesidades e intereses personales. Al ser manipulados se acaba minando nuestra autoestima, autorrespeto, generando inseguridades, tristeza e insatisfacción.. y lo peor de todo es que muchas veces la víctima justifica al manipulador y/o incluso se siente culpable de la situación.

Las personas manipuladoras no suelen tener muchos escrúpulos, una vez que detectan tu punto débil, lo usarán para manipularte. Si consiguen su fin te harán renunciar a tus necesidades y valores, para poner los suyos propios por delante. Normalmente envuelven poco a poco a las personas en su red.

Los manipuladores suelen ser personas inseguras, con baja autoestima, pero sin embargo intentan dar la imagen opuesta. Sus temores  e inseguridades son encubiertos bajo actitudes egoístas y dominantes.

La inseguridad del manipulador hace que emplee técnicas para resolver sus problemas basadas en la agresividad activa o pasiva. Suelen ser egoístas y tener un evidente déficit de habilidades sociales, sobre todo un déficit de asertividad, que le lleva a emplear primero medios sutiles para conseguir que los demás hagan lo que él quiere, y después cada vez más agresivos pudiendo llegar hasta la violencia.

Debido a esta inseguridad se sienten incómodos en todo tipo de relaciones (laborales, de pareja de amistad..) Esto les lleva a ser rígidos, juzgar a los demás, y hacer ver que sólo ellos tienen la razón o verdad absoluta. Son ellos contra el mundo y quien no piensa como ellos o se adapta a sus deseos es desvalorizado.

Les caracteriza una baja tolerancia a  la frustración. Cada vez que  experimentan situaciones que consideran que les frustran o ponen en entredicho su posición o poder reaccionan con rabia, se ponen alerta y atacan desde la intolerancia, la crítica destructiva o incluso la agresividad física y verbal si se sienten amenazados.

Nunca tendrá suficiente: El manipulador siempre pide, y exprime sin límite.  El manipulador satisface su propio ego a través de la manipulación de su víctima, sentir que tiene al otro a su disposición o doblegarlo  le hace sentir poderoso. Utiliza a los demás para lograr sus fines cada vez que puede, a menos que la persona ponga fin a esa explotación. Un manipulador no suele dejar libre a sus presas, sino que intenta exprimirlas al máximo pidiendo sacrificios cada vez mayores.

Hay muchas formas de manipular a los demás, puede ser mediante una estrategia agresiva, bien sea activa o pasiva, o también de una forma más sutil. La manipulación más auténtica es aquella que se hace sin que se note, cuando se consigue motivar a la otra persona para que se comporte de la forma que al manipulador interesa, saliendo de ella misma. La agresividad entra más dentro del terreno del chantaje emocional.

Agresión pasiva: chantaje emocional, victimismo. Suelen asumir un papel de víctima, y sus comportamientos van encaminados a generar culpa en la otra parte. Algunas de las formas más usuales de culpabilización son las siguientes:

Culpar de forma directa: “Por tu culpa me siento así”.
Culpar a terceras personas. Pero utilizan un mecanismo por el cual el receptor del mensaje analiza su comportamiento y “descubre” que en algún momento él también hizo algo parecido, así que acaba sintiéndose mal.
Señalan a los demás como responsables de su infelicidad futura. Si no haces algo (que normalmente suele ir en contra de los propios deseos, principios, obligaciones o valores) se va a incrementar el grado de sufrimiento en la vida del manipulador, y tú serás el único culpable. "Si no me ayudas con esto no conseguiré entregarlo a tiempo y me despedirán..", "Si me quisieras harías tal o cual cosa"
Resaltan lo mucho que se sacrifican por el otro. Suelen tener una agenda escondida donde anotan todo lo que han hecho por ti y por los demás y en cuanto se plantea la ocasión te lo recuerdan. “Parece mentira que te quejes de que no te llamé por tu cumpleaños  cuando llevo toda la semana sacrificándome por ti ", "Es increíble que me pidas que te ayude con esto, cuando sabes que he estado cuidando a nuestro hijo enfermo todo el día”
Ignorar. Es una forma muy cruel de maltrato psíquico a pesar de su carácter pasivo. Si no te dirige la palabra ni la mirada una persona a la que quieres, o con la que tienes un cierto tipo de relación suele sentirse un profundo malestar. Los seres humanos somos muy sensibles al rechazo y una expresión directa nos revuelve por dentro. Se repliegan en sí mismos por completo y ni siquiera te miran, mientras se muestran incluso más amables con el resto de las personas, te dicen lo imprescindible o menos aún que eso, y si intentas conversar con ellos y aclarar lo que ha sucedido o exponer tu punto de vista te responden, si tienen a bien hacerlo, "déjame en paz", si nos enfadamos paradójicamente adoptan el papel de víctimas ofendiéndose por nuestro enfado.
Victimismo: Para estas personas, los demás siempre tienen la culpa, a ellos siempre les pasa lo peor y se aprovechan de ellos, se describen como pobres víctimas humilladas y maltratadas. Con este discurso, despiertan tu sentimiento de culpa y te manipulan.
Agresión activa: maltrato, acoso moral. El arma fundamental de los agresores activos es la violencia física o verbal. Gritan, culpabilizan, culpan siempre a los demás, y amenazan, aunque en contadas ocasiones cumplen su aviso. Se sirven siempre de amenazas y  enfados. Cuando uno está con ellos siente miedo.

La Crítica destructiva: Cuando alguien que nos importa realiza una crítica negativa, podemos tender a pensar que puede ser cierto, y que somos unos miserables, unos aprovechados, o unos incompetentes. De esta forma, también se induce culpa.

Hacer juicios sobre tu valía de forma inespecífica. Es una crítica directa, en la que pueden emitir un mensaje del tipo "me has defraudado" pero sin decirte por qué.


Atribuir una etiqueta negativa. Algunos ejemplos típicos son "estás loca y no hay quien te entienda",  "eres un machista", "Eres un egoísta"

La Importancia De Compartir

Compartir es el acto de participación recíproca en algo, ya sea material o inmaterial. Lleva implícito el valor de dar (la generosidad) y de recibir, aceptar o acoger lo que otra persona ofrece. Cuando estamos recién nacidos, vivimos fundamentalmente de lo que recibimos; a medida que crecemos, nos vamos dando cuenta de que saber vivir, significa que en la medida que se da, se recibe. Al compartir se produce una ruptura con el egoísmo de aquella persona que se cree autosuficiente. También se produce ruptura con la subestima de aquella que piensa que no tiene nada que dar ni ofrecer.

El ser humano tiene mucho que compartir a lo largo de su vida: bienes materiales, ideas, proyectos, actividades, sentimientos, experiencias, sufrimientos, dificultades, dinero, entre otros. Para una persona es importante recordar que para poder recibir es fundamental dar. Sobretodo dar desinteresadamente, con el propósito de propiciar las condiciones que permitan crear prosperidad, bienestar y abundancia, para así ayudar a construir un modo de vida que le haga feliz a ella y a todos.


Se puede decir y concluir que compartir es dar y saber recibir, ofrecer y aceptar a las personas, manifestar y comprender ideas y sentimientos, cooperar en actividades y admitir cooperación, ser solidarios con todas las personas, sin prejuicios; y sentirse corresponsable de la paz y del bienestar de todas las personas.