jueves, 7 de febrero de 2019

El Deber Ser

 El Deber Ser poco tiene que ver con las “Leyes” que conocemos en la actualidad, es decir, las leyes que han regido a las actuales sociedades capitalistas, estas son normas escritas, explicitas, que deben regir la actuación de una persona dentro de un colectivo social, so pena de castigo ante una trasgresión.

El Deber Ser, por el contrario, son normas, en algunos casos escritas, pero la mayoría de las veces, inculcadas de manera directa de padres a hijos, que conforman el conjunto de normas, la gran mayoría Morales, Éticas y Afectivas, por las que se debe regir un ser humano. Un ejemplo clásico de esto es el concepto de paternidad, todo ser humano al tomar la inmensa responsabilidad de la paternidad, debe tener en cuenta que sus prioridades en la vida, serán cambiadas drásticamente, con el advenimiento de este nuevo ser, el cual pasa a formar parte muy importante de su vida. 

Pero quien da estas normas, quien obliga a este cambio de prioridades, no son las leyes escritas de los hombres, estas apenas lo obligan a reconocerlo y pasar algo para su manutención, son los valores ancestrales de la humanidad, esos valores que nos han servido para seguir formando grupos, asociaciones, sociedades, esas normas no escritas que indican cual es el camino que uno debe tomar, el camino del amor, del afecto, de la familia, de la presencia, pero como estas normas no están escritas, ni tiene en mucho casos penalidades, ocurre que cuando estos valores no están muy arraigados en el futuro padre, es decir, desconoce o no le da la importancia que tiene el Deber Ser, comienza a privar en él, un sentimiento egoísta de individualismo y prefiere dejar a este nuevo ser, un poco o totalmente desguarnecido, con tal de no desmejorar o cambiar su vida o sus planes, es decir, se activa en el individuo el Ser.

De lo anterior inferimos que el Ser es individualismo, es en un concepto más ampliado de sociedad, el Capitalismo, ya que en estas sociedades se prima el éxito individual por sobre todas las cosas, si bien es cierto, que este éxito debe realizarse dentro del marco legal vigente para su país, no es menos cierto, que poco o nada importa los valores éticos y morales para este éxito. Un ejemplo claro es el de un alto ejecutivo de una empresa tecnológica que fabrica armamento químico, este individuo seguramente jamás ha matado a nadie y dentro de su trabajo cumple con todas las normas y además, dentro de su sociedad, con todas las leyes, pero me dirán Uds. cuál es la moral de un individuo, que trabaja en una empresa cuyo único fin es matar a seres humanos de una forma horrible.

Así mismo podemos definir el Deber Ser, es la base de una sociedad, donde el bien común prime ante el bien individual, una sociedad donde el éxito individual se logra solo sobre la base del éxito colectivo y en la justa medida, de las posibilidades del individuo, en pocas palabras, el Deber Ser es lo mismo que Socialismo. Aplicando el mismo ejemplo que use en el párrafo anterior, este ejecutivo dentro de una sociedad socialista, jamás trabajaría en una fábrica de armas químicas, porque estas jamás existirían en esta sociedad, seria seguramente un ejecutivo de la fábrica de armas defensivas, para la protección de su sociedad, seria además, un individuo activamente ligado a la fiscalización de la utilización de este armamento, solo usado en caso de verdadera necesidad de la defensa de su sociedad y no buscando la venta indiscriminada de estas armas por el mundo entero, con el único fin de su beneficio individual, importándole muy poco ser el factor principal de la muertes de muchos seres humanos. 

Este problema es realmente muy complejo y a llevado a grandes pensadores filosóficos de la historia a buscar su solución o en el mejor de los caso, a buscar el punto de equilibrio, entre ese impulso irracional del egoísmo humano, que tanto impulsa al Ser por sobre todo y esa capacidad de raciocinio que nos diferencia del resto de los seres vivos, que nos permite crear y nos obliga a obedecer ciertos parámetros, tanto éticos, como morales, en nuestras vidas, como lo es el Deber Ser.

Para David Hume, un gran filósofo y humanista, no hay conexión entre la razón y la moral, es decir, “el Deber Ser (Moral), nada tiene que ver con el Ser (Razón)” y lo cito, porque yo estoy en completo desacuerdo con esta sentencia, esta es una sentencia que le sirve a los filósofos modernos, para primar al capitalismo sobre el socialismo, para mí, es solo la razón la única que nos puede permitir lograr establecer parámetros claros de moral, que nos permitan lograr, que el Deber Ser supere siempre al Ser. Estos parámetros los tenemos que lograr nosotros mismos, a través de una educación moral y ética cabal y fundamental, pero para aquellos individuos, capaces de asimilar de manera voluntaria estos preceptos, aquellos serán los que deban regir los destinos de la sociedad y estos deberán encontrar mecanismos para hacer cumplir estos preceptos. 


Es aquí donde los gobiernos ejercen una clara función, en la asimilación de estos preceptos del Deber Ser, dentro de la sociedad y esto lo logran de dos maneras, la primera, con la modificación clara y concisa de la educación, sobre todo en los primeros niveles de la vida del individuo, es solo a través de la educación, que podremos inculcar en la psiquis del individuo, todos esos valores morales y éticos que deben conformar nuestro Deber Ser y lograr así, fácilmente, la tarea de generar nuevas mentes, ya preparadas a la nueva forma de vida que se quiere llevar adelante en nuestra sociedad. 

Por Complacer


Qué gran dilema, ¿no? Cuantas veces nos ponemos como metas las metas que el otro tiene para nosotros: mis padres, mi pareja, mis hijos, mis amigos, mis vecinos… ¿Debo ser complaciente con la imagen que el otro tiene de mí?

Las cadenas pueden ser muy pesadas en nuestras vidas… aunque sean cadenas invisibles.

Vivir de prestado
Una vez un amigo me contó que abandonaba todo lo que hasta ese momento constituía su manera de vivir. De pronto se había dado cuenta que había tratado de estar a la altura de las exigencias de los demás. Y así había elegido un estado de vida determinado y se había comportado en consecuencia. Por una circunstancia particular hizo click en su vida y decidió vivirla él “solo”, es decir, de acuerdo a lo que percibía como lo que su conciencia le pedía. Es uno de los tipos más inteligentes que he conocido en mi vida. Por eso me sorprendió lo que me estaba planteando. Hoy lo veo muy feliz con esa su determinación vital.

Cuanta gente que vive de la misma manera. La presión social los condiciona y prefieren contentar al otro antes que angustiarse con respuestas vivenciales que sean las contrarias a las que ellos elegirían. Y conste que no estoy diciendo que eligen obrar el mal. Estoy hablando de elegir entre dos cosas que son igualmente buenas y honestas.

Ser auténtico
Esta es la sed más importante de nuestro mundo actual. Pero… en nombre de la autenticidad se comenten muchas veces disparates. Es que la autenticidad no es hacer lo que me viene en ganas en este momento… todo lo contrario.


La autenticidad es la fidelidad al propio ser, no a la percepción que yo tengo de mí. Por eso la verdadera autenticidad nace de encontrar las raíces mismas de lo que soy. 

miércoles, 6 de febrero de 2019

Ilusión E Ideales

La ilusión y ganas de vivir se sienten de forma especial cuando estamos en compañía de personas agradables, cuando hacemos un trabajo interesante, cuando nos esforzamos o nos sacrificamos por lograr algo que anhelamos mucho o que valoramos demasiado.

Tal vez sea que estas actividades son necesarias para nuestra vida, un buen indicador es la satisfacción permanente que nos generan.

Por el contrario, cuando se vive en medio de críticas y juicios, cuando no se encuentra más que lo peor en lo que sucede, en las situaciones que vivimos y en las personas que nos rodean, cuando hay mentiras, robo y actitudes interesadas entonces somos terreno fértil para la tristeza, el desánimo, la desesperanza, la ansiedad y hasta la depresión. Pareciera que estas actividades son perjudiciales para nuestra rica y a la vez precaria naturaleza humana.

Para satisfacer nuestras necesidades nos planteamos metas que suelen ser, en principio, materiales, como comprar alimentos, servicios de salud, comprar un reloj, una prenda de vestir o un bien raíz. 

Otras metas incluyen tanto componentes materiales como bienes intangibles, como son la formación de un negocio, el estudiar una licenciatura, un posgrado o una especialidad o el entrenar para participar en alguna competencia o para lograr metas de salud o de rendimiento físico.

A veces sólo vemos lo inmediato y lo más visible, pero hay otras cosas valiosas que podemos ver si nos enfocamos y nos concentramos en ellas. Todos estamos familiarizados con la necesidad que tiene la sociedad de que seamos todos honestos, puntuales, respetuosos, confiables, sinceros, fuertes y trabajadores. Podemos decir que todo esto contribuye al bien de todos, al bien común. Admiramos y buscamos rodearnos de personas que tiene alguna o varias de estas cualidades, de estas virtudes. 

Son personas que han logrado hacer vida estos valores, es decir, que tienen ya la virtud. Si usted es una persona con estas cualidades, seguramente estará pensando en el esfuerzo que ha tenido que hacer a cada momento para seguir viviendo de esta manera y recordará cómo aprendió a vivir estas virtudes: con la exigencia y el ejemplo de sus padres o tratando de evitar los malos ejemplos que en sentido contrario le dieron otras personas, o por sí mismo dándose cuenta de lo muy conveniente que es actuar de esta manera. Estas actuaciones son necesarias para nuestra vida y por eso nos causan satisfacción y beneficios. Podemos hablar de ideales a los que conviene tender, que conviene luchar por alcanzarlos.

Muchas veces hemos visto de forma mecánica a los valores, o como una exigencia de alguien fuera de nosotros, pero en realidad los valores son ideales que nos llaman con la promesa de felicidad y realización personal con el simple hecho de dirigirnos a ellos con el esfuerzo y la lucha a cada momento, que requiere volver a levantarse en las derrotas. Así pues, vale la pena entrar conscientemente a las batallas por alcanzar nuestros ideales valiéndonos de nuestras decisiones, con nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones para movilizar todos los demás abundantes recursos internos y externos con los que contamos.

Los valores vistos como ideales se realizan siempre en el contexto de la vida humana, volviendo cada elemento de la vida otro ideal a alcanzar. Así, el trabajo digno, la familia alegre, el matrimonio unido y fiel, la amistad confiable, la comunidad en paz y el servicio desinteresado son de los ideales más altos que podemos proponernos porque como personas estamos llamados a beneficiar a otros (amar es buscar el bien del otro en cuanto otro, repite Tomás Melendo en la mayoría de sus libros) y en estos ámbitos es donde más lo podemos lograr.

Metas intermedias que podemos valorar y admirar para alcanzar ideales más altos son, por ejemplo, la bondad que hay en tantas personas que nos rodean, la amabilidad y empatía con la que las personas se pueden conducir, la sencillez, el agradecimiento, el saludar, la buena educación de otros o también la puntualidad y honestidad que la mayoría anhela y, sí, realiza.

Los ideales son caminos seguros, sendas rectas, vida para nosotros. Vivir con ideales implica dedicar la vida a ver lo que más valor tiene. Ejemplos de estos valores elevados son el buscar la alegría y el perdón, la fe, la paz y la unidad, la esperanza y la vida, el amor y la familia. Hay que buscar estos valores como ideales a alcanzar, como frutos a recoger producto de nuestro esfuerzo.


Lamer Las Heridas

Antes de lamer las heridas de los demás debemos sanarnos a nosotros mismos y convencernos de que debemos ser la prioridad en nuestras vidas. Solo así lograremos ser felices.

Lamer las heridas de los demás puede parecernos, en un primer momento, una locura. No obstante, son muchas las personas que lo hacen, quizás, sin darse cuenta.

Este hecho dice mucho de la persona que busca o atrae a todas aquellas que tienen algo que sanar.
Lamer las heridas de los demás puede parecernos, en un primer momento, una locura. No obstante, son muchas las personas que lo hacen, quizás, sin darse cuenta.

Este hecho dice mucho de la persona que busca o atrae a todas aquellas que tienen algo que sanar.
a respuesta se encuentra en la terrible carencia que se arrastra desde la infancia. Un vacío fruto de la ausencia o desvalorización de los padres. Se trata de una necesidad de cuidados no satisfecha que provoca que se vuelque en otros y que se sacrifique por ellos dándoles lo que un día le fue negado.

odos necesitamos ayuda en algún momento, porque todos tenemos lesiones que sanar. Por eso, lamer las heridas de los demás podría parecer positivo. No obstante, lo sano sería que alguien nos acompañara en el proceso, no que intentara curar nuestras heridas.

Lamer las heridas de los demás desgasta, hunde y destruye. Es una manera de autodestruirse mientras se llena un vacío de la peor de las maneras. 


La vida señala el camino correcto y no se cansará de hacérnoslo ver. ¿A qué estás esperando para empezar a recorrer ese nuevo sendero?

Dar Consuelo

¿Quién se atrevería decirle a un hombre que cayó al mar: ‘llámame si me necesitas’? o quién podría decir la misma frase cuando un amigo, hijo o hermano, está sin trabajo y con varios pendientes y deudas por resolver nos confiesa sus preocupaciones.

En medio de un pésimo momento, como puede ser enfrentarse a la muerte de un ser querido, a la separación definitiva de la pareja o la confirmación de un padecimiento, más allá de la cortesía o el deseo de transmitir comprensión, necesitamos de la ayuda y apoyo de otra persona, lo cual no se transmite con frases trilladas, que si bien pueden ser dichas con la mejor de las intenciones, están lejos de ser palabras que comprometan amor e interés.

Val Walker, autora del libro El arte de consolar, de Editorial Vergara, explica que: “¿Qué había en su presencia que te alentó, qué te hizo sentir más ligero? Pudo haber sido una sonrisa tranquilizadora o un abrazo. Pudieron haber sido cierto tipo de palabras o un acto generoso que fue más allá del ‘llamado del deber’… Una de las mejores maneras de entender cómo consolar verdaderamente, es revisar nuestros propios encuentros con el consuelo que otras personas nos brindaron y darnos cuenta de cómo nos consolaron”.

Cuando atravesamos una mala etapa, se necesita de ese momento cálido y seguro que te brinda platicar el dolor, las preocupaciones o angustias con alguien que no hará juicio sobre lo que sucede, y por el contrario, buscará la forma de hacer que te sientas acompañado y comprendido. Después del desahogo, hayan o no encontrado la solución inmediata, el alivio vendrá con la recompensa de estar en un estado de ánimo capaz de encontrar con claridad el paso siguiente.

Es fácil pensar que esos seres que brindan consuelo son únicos y excepcionales, sin embargo, no son dotes exclusivas de algunos privilegiados por lo que todos podemos aspirar a que nuestra presencia e intención de ayuda sea reconfortante.

La autora explica que hay un atributo en el que recae el basamento de todas las demás habilidades de consuelo: Estar presente y escuchar.

“Nuestras mejores virtudes y fuerzas humanas no serán efectivas sin la habilidad básica y subyacente de estar presentes con los otros. Podemos tener muy buenas intenciones, estar espiritualmente motivados, ser políticamente correctos, organizados e inteligentes o absolutamente agradables, pero si no traemos completamente presente nuestro ser en el momento de estar con los demás, perdemos la empatía hacia las necesidades, sentimientos y pistas de los demás”, explica.

La frase ‘estar ahí’ se refiere a estar de manera completa, sin distracciones, cuando el otro comparte el estado de su situación, así como generar empatía a fin de no sólo por medio de nuestra comunicación física y verbal hacerle saber que lo apoyamos y nos interesa su bienestar, también, ver el modo de encontrar las acciones que podemos nosotros emprender para cambiar de manera positiva el mal momento.

Sería imposible lograr esto si, mientras la persona que nos confía sus dolores o angustias, nosotros revisamos los mensajes del celular, miramos hacia el otro lado, pensamos en las cosas que hay por hacer o sencillamente, resolvemos todo con la multicitada frase ‘llámame si me necesitas’. Si estás al lado de alguien, sabrás qué necesita y la manera de ayudar, además, escucharás sin escatimar atención.


Si no hay mucho qué decir, estar en pleno silencio mientras el otro habla puede ser el momento cálido y seguro que necesita cualquier persona cuando lo único que busca no son ni frases trilladas, ni mucho menos expresiones que se dicen una y otra vez sin reflexión o convencimiento como ‘lo que no te mata, te hace más fuerte’, es ese maravilloso bálsamo para el dolor que se llama consuelo.

Ser Como Un Bálsamo


Lo primero que vamos a hacer antes de entrar de lleno en la definición de bálsamo es conocer su origen etimológico. En este caso podemos decir que es una palabra que deriva del griego, exactamente de “balsamon”, que era el nombre que se le daba a un árbol cuya resina tenía un aroma realmente agradable.

El concepto se utiliza para nombrar a la sustancia obtenida de algunos árboles que se caracteriza por su aroma.

Los bálsamos, apenas salen del árbol, presentan una tonalidad casi traslúcida y son líquidos. Cuando entran en contacto con la atmósfera, adquieren un color más oscuro y se espesan.

También se denomina bálsamo a las plantas de distintos grupos familiares que albergan este tipo de sustancias y a los medicamentos hechos con elementos aromáticos que se utilizan a modo de remedio.

Por lo general un bálsamo se compone de resina, éster, alcohol y ácido. De acuerdo a qué sustancia predomina en su composición, cambia su nivel de viscosidad y su color. Su uso más habitual es como aromatizante, aunque también se utilizan en ciertos rituales.

En el Antiguo Egipto, por ejemplo, era habitual que a las momias se les añadan bálsamos en el marco del desarrollo de la momificación. Por eso el proceso también se conoce como embalsamamiento.

El bálsamo de Judea, también llamado bálsamo de la Meca, es uno de los tantos bálsamos existentes. Se obtiene de la planta Commiphora gileadensis, presenta un color amarillento y se destaca por su olor intenso.

Dentro del ámbito cultural hay que destacar que existe un bálsamo muy conocido. Nos estamos refiriendo al bálsamo de Fierabrás. Un bálsamo milagroso y muy curativo que es mencionado en numerosas ocasiones por el personaje de Don Quijote en la novela del mismo nombre escrita por Miguel de Cervantes Saavedra.

Se trataba de un bálsamo capaz de curar todo tipo de heridas y de dolencias y tiene su origen en una figura legendaria. Nos estamos refiriendo al caballero de la época carolingia Fierabrás. Este era el hijo de un rey sarraceno que se convirtió al cristianismo y que, según la leyenda, encontró en Roma un bálsamo muy poderoso.

Decimos muy poderoso porque el mismo, que parece ser fue el empleado para llevar a cabo el embalsamado del cadáver de Jesucristo, contaba con unas propiedades milagrosas.

Don Quijote hace mención a ese brebaje, como hemos citado en varias ocasiones. En una de ellas llega a afirmar que sabe perfectamente cómo se consigue elaborar el mismo. Así, le relata a su fiel escudero Sancho Panza que se prepara a base de romero, vino, sal e incluso aceite. De ahí que le pida que lo elabore para curar las heridas que ha sufrido en un combate.


Cabe destacar que la noción de bálsamo también se emplea de modo simbólico para nombrar a un desahogo, paliativo o consuelo: Conseguir una victoria sería un bálsamo para nosotros”, “El dolor físico lo acompañará toda la vida, pero con la religión podemos ofrecerle un bálsamo espiritual”, “Haber descubierto lo que pasó con mi padre fue un bálsamo para mí”.

El Tremendo Valor De La Persona

No valgo para nada. No soy útil para nada ni para nadie. Más bien soy un gran inútil. Ya no se qué hacer con mi vida. Bueno si, pero mejor no te lo digo...”. Han sido las últimas frases de un email que acabo de recibir.

 “No valgo para nada…” es algo que todos nos hemos dicho alguna vez en la vida.
Nos metemos nosotros mismos en una rueda que no hace más que girar y girar, impulsada por pensamientos así, “No valgo nada, soy lo peor, siempre me pasa lo mismo, nadie volverá a confiar en mí…”.

Todo momento de crisis y más en los que estamos viviendo, nos llevan a una crisis de utilidad, como acuñó su concepto, mi amigo Jorge Gutiérrez.

Antes de cualquier debacle, nos sentimos útiles, lo más útiles… tenemos trabajo, hacemos felices a las personas que nos rodean. Sentimos que ayudamos al mundo con nuestra aportación, por pequeña que sea.

Pero ahora piensas, que ya nada vale la pena, ni tú mismo.

 Te has quedado en paro, sin pareja o los amigos con los que siempre estabas, ya no lo están porque tienen novias o casados y tienes que hacerte otros amigos, si quieres hacer algo fuera de casa.

 Soy un inútil...” te dices a ti mismo. Ya nadie te va a pedir que le ayudes haciendo eso que se te da bien a ti. Nadie querrá ser tu amigo, a una edad ya es difícil de hacer amigos. O como está el mercado laboral, a tu edad es difícil contraten a alguien.

También he conocido a gente que llevaba la palabra “inútil” impresa a su carácter desde la niñez. La educación de algunos padres, hace decirles a sus hijos, que son inútiles, que tienen que hacer las cosas como están estipuladas, que la vida es muy dura, que sin esfuerzo no se conseguirá nada en la misma… Una presión que lleva a dos situaciones, a creerse que de verdad eres un “inútil” para todo, ya que no has llegado a conseguir satisfacer las expectativas de tus padres y a “explotar” emocionalmente a veces con consecuencias nefastas
.
Ese trabajo no era lo que te hacía sentirte útil, era como te desarrollabas en él, cómo te ibas superando, en el aprendizaje que ibas acumulando y las experiencias que vivías.

Esa pareja no te hacía sentirte útil, era las experiencias, las sorpresas, los momentos que le hacías vivir para hacerla feliz a tu lado.

Tu familia te decía de pequeño que era un inútil. Mentira. Lo que pasaba que no llegabas a las expectativas desmedidas que ellos tenían sobre ti. Pero si te das cuenta, has ido haciendo cosas increíbles, únicas, que jamás pensaba que podrías hacer. Y si, no pienses que no te querían porque no alcanzabas ese listón, ellos te querían, claro que sí, pero a su manera.

Al no alcanzar esos listones de tu familia, al no tener pareja o un puesto de trabajo, ahora piensas que no vales para nada, que no tienen ningún don, que la vida no tiene sentido sin alguna de esas cosas.
¡¡FUERA YA ESOS PENSAMIENTOS!!

Tú vales muchos más de lo que te creías antes y ahora. Ves a la vida de color negro, dices que no tienes ninguna motivación, que no tiene ningún sentido ya nada.

Dudas de ti, de tus capacidades. Tu confianza se ha ido ya hace tiempo con otra persona.
Sin ese trabajo, sin esa persona, sin ese amor que tanto crees que te hace falta, sientes que no hay ningún aliciente para levantarte de la cama. Te gustaría que la vida pasase lo más rápido posible.

¡¡YA ESTA BIEN!! LEVANTATE. VALES MUCHO.

¿Y por qué te digo todo esto aunque no te conozco? Porque yo me he sentido así en algún momento de la vida. ME SENTÍA UN VERDADERO INÚTIL.

Dependía del exterior, del qué dirán, de si satisfacía o no las expectativas de los demás. Y cuando no lo conseguí, caí en un gran bache.

Pensaba que mi vida solo dependía del exterior y estaba muy equivocado. Desde la juventud, dependemos más del exterior que del interior y cuando perdemos el lazo que nos hace sentirnos parte de la sociedad, pensamos que somos lo peor. Dependemos más del amor de afuera, que del amor que tenemos dentro de nosotros mismos. Nuestra autoestima, confianza, depende más de alguien, que de nosotros mismos.

Como bien dice Jorge, basamos lo que somos en algo tan frágil como un castillo de naipes. Que con un soplido como el lobo cuando quiere tirar la casa de los 3 cerditos, lo hace con facilidad, quedándose en simple escombros, desaparece todo rápidamente.

Ahora que tu personalidad, tu ser, piensas que se ha quedado totalmente desvalido, desnudo, es el momento ideal, para reconstruirte.

¿Cómo empezar? Reafirmándote en tu valía.

Haz una lista de esos pequeños, grandes y medianos éxitos que has ido consiguiendo a lo largo de tu vida.. Hacer el camino de Santiago, construir alguna cosa para tu casa, ir al gimnasio todos los días , dar una conferencia delante de tus compañeros de trabajo o decir a esa persona que tanto te gusta “Me gustas”…

Aunque no creas, has hecho muchas cosas, que han hecho superarte a ti mismo y ponerte una sonrisa en los labios tras superar tus límites.

Los superaste por ti mismo, sin que nadie te dijera nada, sin depender de las direcciones de nadie… Sé que te parecerán proyectos pequeños, sin importancia, que todo el mundo podría haberlo conseguido, pero los hiciste tú sólo, por iniciativa propia.

¿Ya has escrito esos hechos?
Y ahora viene el gran reto, adentrarse en uno mismo. Antes dependías de los demás, pero en esta vida, solo dependes de una persona, DE TI MISMO.

Te sientes desvalido, sientes que no vales nada, Y VALES MUCHO. Conócete, respóndete con sinceridad a esas preguntas que tanto miedo te han dado siempre, como por ejemplo: “¿En qué soy bueno? ¿Tiene sentido mi vida? ¿Cuál es el concepto que tengo de felicidad? ¿Soy feliz?..”.

Da miedo, respeto, cague, … como quieras llamarlo, pero al empezar a conocerte de verdad, te darás cuenta, de quien eres, de tus potenciales, de tus valores ( algo que nunca deberías sabotearte ), de ti… y te irás dando cuenta, que VALES MUCHO.

Has conseguido muchas cosas que te has propuesto, más de las que crees. ¿Y ahora vas a tirar la toalla por qué no tienes pareja? ¿Deprimido por qué no tienes trabajo? ¿Tu felicidad depende del exterior o de ti?

Sólo  decides cuanto vales, no puede depender tu valoración de nadie más.

DEPENDE DE TI. A lo mejor ahora es el momento de crear ese sueño que siempre has tenido, a lo mejor ahora por fin de gritar a los 4 vientos, como eres, lo que sientes y quieres en la vida.Solo depende ti conseguir todo lo que deseas, no depende de nadie más. Sólo depende de ti, decirte a ti mismo, te quiero, cuidarte, motivarte, alentarte.

 Tu felicidad, tu satisfacción, el aceptarte a ti mismo, sólo depende de una persona, y se llama, TÚ.
 VALES MUCHO MÁS DE LO QUE TE IMAGINAS. PUEDES CONSEGUIR MUCHO MÁS DE LO QUE ESTÁS HACIENDO AHORA. DEMUESTRATELO A TI MISMO

¿Qué te hace sentirte útil? ¿Es algo interno o externo a ti? ¿Por qué te sientes un inútil? ¿Quién te hace sentir así?

Cretinos


Normalmente se utiliza la palabra “Cretino” para insultar a alguien de manera despectiva. Si buscamos en el diccionario de la RAE define la palabra cretino como alguien “estúpido”, “necio” o “con falta de talento”. En Francia un insulto habitual es “Crétin des Alpes” (cretino de los Alpes) y eso tiene un porqué… Cretino proviene del francés “crétin” y este a su vez, procede etimológicamente de “chrétien”, que en castellano significa “cristiano”.

Parece ser que el vocablo crétin comenzó a usarse en la región de Saboya para referirse a los que habitaban al otro lado de los Alpes (actual Suiza) y que acogieron al credo cristiano difundido por los reformistas del siglo XVI. Martín Lutero y Juan Calvino hicieron más cercanos muchos de los pasajes de la Biblia con una explicación más “vulgar” y sencilla, cosa que hizo que fuera comprendida por las clases más desfavorecidas. De ahí, que el vocablo cretino se empleara también como sinónimo de persona vulgar, inculta y/o de pobreza de espíritu.


He de añadir que el “cretinismo” es una deficiencia congénita de la glándula tiroidea, lo que provoca un retardo en el crecimiento físico y mental. A las personas afectadas por dicha enfermedad se les llama “cretino” y a pesar de que este término se utiliza de forma insultante entre la población en general, es apropiado dentro de un contexto técnico.

Democracia Y Gobernabilidad

El fenómeno de la participación ciudadana en los asuntos del Estado se asocia a los fenómenos de la democracia y la gobernabilidad de los sistemas políticos, teniendo en cuenta que un régimen democrático supone la existencia de mecanismos de participación ciudadana en el ejercicio del poder y en los asuntos públicos, y por otra parte, la gobernabilidad de un sistema político está condicionada, entre otros factores, por la capacidad de los gobiernos para satisfacer las demandas sociales y para mantener la estabilidad y el consenso político, lo cual solo es posible si existen elevados niveles de participación popular.

En este sentido, en la actualidad no pocas corrientes teóricas en occidente abogan por una democracia más participativa y por una mayor participación de las comunidades; sin embargo sus propósitos son poco viables en el marco estrecho de la democracia liberal que privilegia la participación electoral sobre la participación social, económica, cultural, etc. y minimiza la intervención real del ciudadano en la toma de decisiones públicas. Algunos autores reconocen que para la existencia de una democracia más participativa en las naciones de occidente, se hace necesario el desarrollo de los sentimientos de comunidad frente al sentimiento consumista, así como la reducción de la desigualdad social y económica.

El diccionario Larousse define como participar: "dar parte, comunicar, tener parte en algo." En la literatura especializada se ha definido de diferentes maneras y puntos de vista, adjetivándose el término en dependencia de la esfera de la vida social en que la participación tiene lugar. Por ejemplo, se habla de participación política, social, económica, cultural, comunitaria, ciudadana, electoral, industrial, etc. En cada una de estas esferas la participación adopta formas y mecanismos específicos; por ello en la doctrina encontramos bastante confusión y ambigüedad en el uso de este término.

La participación tiene lugar a través de las llamadas formas de democracia directa, que incluyen todas aquellas que se producen sin mediación de la representación (elecciones, referendos, consultas, etc), aunque en el Estado moderno es muy difícil prescindir de esta última, por lo que a veces, suele llamarse participación indirecta a aquella que tiene lugar a través de los representantes.

En cada una de las esferas en que se desarrolla la participación, esta constituye una acción que tiene que ver con las necesidades y aspiraciones humanas y la capacidad del hombre de concientizar esas necesidades y buscarle solución, por ello el acto de participar no significa solamente tener parte en algo preconcebido, ser consultado sobre algo ya decidido, o estar presente en una actividad determinada, sino que participar significa intervenir desde la propia determinación y concientización de las necesidades hasta la valoración y selección de sus posibles soluciones.

Por lo general, en la literatura suele emplearse indistintamente los términos participación popular y participación política, sin embargo, a nuestro modo de ver, el primero es más amplio que el segundo, en tanto aquel puede abarcar todas las esferas de la vida social incluyendo la política. Participación popular significa participación del pueblo y esta puede tener lugar en todas las esferas de la vida social, pudiendo adjetivarse como "popular" siempre que la mayoría de los ciudadanos comunes se involucren en ellas.

La participación política propiamente dicha se vincula estrechamente a las relaciones de poder y de dominación clasista consustancial al tipo de democracia imperante en una sociedad, por lo que esta tiene lugar en el marco de las Relaciones jurídico políticas. Ello no significa que los otros ángulos desde los cuales se puede enfocar la participación (relaciones económicas, culturales, laborales, etc) no aporten elementos esenciales en torno a la democraticidad del régimen existente, pero es a nivel político donde se deciden los asuntos relativos al poder, por ser allí donde radica el Estado como su principal instrumento. Por ello, la participación política puede mostrar como ninguna otra cómo se produce en la sociedad el empleo efectivo del poder en la regulación de las relaciones sociales, a partir de los intereses de clase.


En su dimensión jurídica la participación política debe ser entendida como un derecho político del ciudadano que se expresa o materializa a su vez, a través de otros derechos. Como derecho político debe implicar el involucramiento activo de los ciudadanos en tres relaciones jurídico políticas fundamentales: las que se derivan del proceso de conformación de los gobiernos (selección de los representantes); las que se derivan del control de los gobernantes (control de la representación); y las que se derivan de los procesos de toma de decisiones públicas (procesos decisionales). Cada elemento incluido en esta definición puede servir de indicador general del estado de la participación política en una sociedad y también como indicador para la investigación concreta en torno a este asunto. 

En el caso específico de la participación en la toma de decisiones, puede definirse como el derecho político del ciudadano a intervenir directamente en el proceso de toma de decisiones públicas como manifestación esencial del ejercicio del poder político.

La Conciencia De Ser


“El primer paso hacia la Conciencia es prestarle mucha atención a tu cuerpo. Poco a poco, uno se va poniendo en estado de alerta ante cada gesto y cada movimiento. Y a medida que te vas haciendo consciente, empieza a ocurrir un milagro: dejas de hacer muchas cosas que antes hacías. Tu cuerpo se encuentra más relajado, tu cuerpo está más entonado, una profunda paz empieza a prevalecer incluso en tu cuerpo, una música sutil vibra en tu cuerpo.

Después, empiezas a hacerte consciente de tus pensamientos; hay que hacer lo mismo con los pensamientos. Son más sutiles que el cuerpo y, por supuesto, también más peligrosos. Y cuando te hagas consciente de tus pensamientos, te sorprenderá lo que ocurre en tu interior”….

El próximo paso es hacerte consciente de las emociones y de los estados de ánimo. De la mente al corazón, sin juzgar, solo observando. y la sorpresa será que la mayoría de los estados de emociones y estados de ánimo te poseen…

Cuando eres consciente de las emociones y estados de ánimo sin juzgarlos, solo observándolos, des identificándote de ellos, veras que a partir de ahora nada te posee, nada te molesta, ya no eres un esclavo de tus emociones y pensamientos.

Cuando te has convertido en un observador en un perfecto observador de tu cuerpo, mente y corazón, ya no puedes hacer nada más, entonces debes esperar.

El próximo paso sucede por sí solo como una recompensa. Es un salto cuántico; del corazón al Ser (Conciencia), al centro mismo de tu existencia. Tú no puedes hacerlo; sucede, tienes que acordarte de esto.

Experimentamos la Conciencia como un espacio dentro de nosotros, y luego, a medida que esta conciencia se va expandiendo, comenzamos a experimentar-nos a nosotros mismos siendo eso.

Finalmente nos damos cuenta de que todo y todos somos Conciencia, que no hay dualidad que todo es Uno. La mente crea la dualidad, pero en el Ser todo es Unidad.

martes, 5 de febrero de 2019

Cuando Eliges Ser Tú Mismo


En la vida hay muchos momentos en que tenemos la opción de ser nosotros mismos, pero nos dejamos vencer por el miedo. Todos deseamos ser excelentes, increíbles, llegar a lo más alto de nuestros sueños y expectativas… pero hay un miedo allí que nos frena. El miedo a ser diferentes, a no encajar, a ser rechazados. El miedo a que si de verdad somos nosotros mismos seremos rechazados, sintiéndonos entonces del todo vulnerables. 

La mayoría de veces ni tan solo nos lo cuestionamos, al fin y al cabo, es lo que hace todo el mundo, pensamos. Y sólo cuando llega una enfermedad grave o las puertas de la muerte, nos damos cuenta del tremendo error que ha sido no vivir desde nuestra genuina autenticidad. Todo por llevar una vida de cara a la galería.

Lo peor viene cuando descubrimos que sólo siendo nosotros mismos, sólo desde la más genuina autenticidad podemos comunicar algo y conectar de verdad con los demás. Sólo puedes comunicar aquello que eres. Lo demás es teatro, impostación, hipocresía…. y más tarde o más temprano se acaba descubriendo.

Hay dos maneras de vivir la vida y nosotros decidimos cuál de ellas escogemos. Podemos vivir una vida hacia el exterior, dando la imagen que creemos que tenemos que dar, aparentando lo que no somos (y recuerda, que de la única persona que no puedes escapar, es de ti mismo…), o podemos vivir desde quienes somos, con autenticidad y congruencia. Atrevernos a valorar cada momento de nuestra vida y no pasar de puntillas por ella.


Lo único que nos hace eternos son los recuerdos que dejamos en los demás, así que deberíamos intentar dar nuestra mejor versión cada día a aquellos que nos rodean porque sólo así, es como se llega al corazón ajeno

Valorar A La Distancia

Cuando amas a alguien quieres estar todo el tiempo a su lado. Ya sea si se trata de amor de pareja, amor por tu familia o tu mejor amigo, si tu corazón ha decidido amar y entregarse, te parecerá que no hay mejor plan que estar cerca de la persona que escogiste. Bueno, tu corazón tiene razón hasta cierto punto.

Estar cerca de quienes amamos enciende todos los procesos motivacionales psicológicos asociados con el bienestar, la seguridad y el placer; e incluso activa procesos fisiológicos que le hacen bien a tu cuerpo; sin embargo, extrañar también tiene sus ventajas y puede incluso ser más productivo y necesario que estar cerca del otro intensamente.

El tiempo que pasas lejos de tus seres queridos es tan importante como el que pasas junto a ellos para construir una relación sólida y basada en el amor y no en la dependencia. Cuando añoras la cercanía de tu ser amado tu cerebro refuerza la idea que lo asocia a él con bienestar y seguridad. Si te sientes vulnerable o ligeramente triste cuando no estás a su lado, es buena señal; tu mente vincula automáticamente su presencia a un buen estímulo y esto hace que el reencuentro sea mucho más grato y feliz que la simple costumbre de verlo. 

Cuando estamos lejos de alguien que queremos y alcanzamos a generar en nuestro interior la sensación de extrañarlo, le permitimos a nuestro cerebro llevar a cabo una función que le es natural: embellecer y perfeccionar la idea del otro a través del recuerdo y buscar la forma de recuperarlo y mantenerlo cerca. Así, se activan la motivación y el deseo sin que te des cuenta. 

En otras palabras, cuando estás lejos de quien amas todo tu ser recuerda cuán importante es esa presencia en tu vida, permitiéndote estrechar el vínculo que te une a esa persona.

Si bien tu mundo cobra sentido a partir de las relaciones profundas de amor que estableces con tus allegados, y tu relación con ellos es uno de los ejes que mantiene tu equilibrio emocional, estar solo es tan importante como estar con ellos para tu bienestar psicológico. 

Si solo concibes la felicidad cerca de otros, quiere decir que eres una persona tremendamente emocional y empática, pero también que corres el riesgo de co-depender de los demás. Tu mundo interior es un lugar sagrado que debes cultivar para encontrar armonía. Cuando extrañas a otros tienes la oportunidad de "llenar" el vacío que sientes por su ausencia con tiempo de calidad para estar contigo mismo. 

Cuando extrañas a tus seres amados estás fuera de tu zona de confort; alcanzas a sentirte algo nostálgico, triste y tal vez fuera de lugar. ¡Fantástico! Esto quiere decir que hay todo un nuevo entorno retándote para que te adaptes a él y desarrolles nuevas habilidades. Si no tienes cerca a quienes siempre te dan confianza, respaldo y una respuesta confiable, es una oportunidad para crecer, generar nuevos vínculos y explorar territorios desconocidos. Esto te hace más fuerte emocional y mentalmente.

Extrañar no es sinónimo automático de tristeza y desesperanza. Si en lugar de asumirlo de esta manera, comienzas a explotar todas las ventajas que la distancia tiene, encontrarás no solo paz interior para asumir el reto de estar lejos, sino también valiosas herramientas psicológicas para crecer emocionalmente y estructurar relaciones más sanas, sólidas y duraderas.


Ahora lo sabes, cuando no tengas a tus amores alrededor, tienes múltiples oportunidades de crecer y hacer mejor tu relación con ellos, ¡aprovéchalas todas, extráñalos y regresa a sus brazos fortalecido y renovado!

Malestar En la Convivencia


Por estos días distintos episodios en balnearios del Este mostraron las graves dificultades que tenemos para la convivencia en sociedad.

No es un fenómeno nuevo ni aislado. El básquetbol o el fútbol son escenarios comunes para el protagonismo de la patota que parece extenderse con total impunidad. Pero también, en lo cotidiano, aquella bonhomía provinciana que describía al Uruguay de hace medio siglo atrás ha mutado por un estado de ánimo que trasluce irritación (y hasta agresividad).

Las situaciones que generan ese malestar ciudadano abundan: el cuida coches impertinente que exige su moneda de malos modos; la radio a todo volumen del chofer o la música del improvisado intérprete en el ómnibus al trabajo; los motores a escape abierto de las motitos-delivery que ensordecen al barrio; las sensibles alarmas de automóviles o casas que se disparan y permanecen varios minutos encendidas -y hasta fines de semanas enteros; los jardineros que han tomado la moda de no barrer más, sino que limpian con pequeñas y ruidosas máquinas a lo largo de largas tardes de verano; el trato cotidiano que ha perdido toda referencia a buenos modales que impliquen el saludo, el por favor y el gracias; los perros que ladran durante horas sin que sus dueños se pongan en el lugar del hartazgo de sus vecinos; la basura que se acumula en cada esquina, queda putrefacta con el calor y hace imposible transitar por la vereda sin un gesto de repugnancia; los oficinistas públicos o privados que nunca atienden diligentemente, sino que por el contrario se muestran displicentes tras sus mostradores, conversando entre ellos mientras se acumulan las colas de gente en espera; los vehículos en el tránsito de avenidas principales, parados en doble vía en horas pico y que impiden el flujo de automóviles; o las víctimas de la violencia del arrebato o de la rapiña a cualquier hora del día y en cualquier lugar, entre otros tantos etcéteras.

La acumulación cotidiana de estas situaciones termina generando exasperación en la convivencia urbana. En Punta del Este, terminó siendo un brasileño millonario el que planteó algo evidente: que el derecho de un ciudadano termina cuando empieza el de otro, y además, que las autoridades están para hacer cumplir las reglas.

Porque esas son las dos dimensiones del problema. Por un lado, la descomunal incultura nacional sobre derechos y deberes ciudadanos. Somos una sociedad embrutecida que carece del sentido de urbanidad más elemental y lo peor es que ni siquiera lo admitimos. Por otro lado, la exasperante actitud pública que incumple sus tareas. 

Este es un país mentalmente adolescente que confunde el ejercicio de la autoridad con el desborde del autoritarismo y que, por ello, termina convalidando la ley del más fuerte (y por supuesto, quejándose luego de sus consecuencias).

En casi todos los ejemplos aquí enumerados alcanza con multar y sancionar: hacer cumplir las normas vigentes para que los problemas de convivencia que envenenan el día a día de los uruguayos se resuelvan rápidamente. Parte del objetivo de intentar ser un país de primera pasa por ahí: por cambiar la cabecita y entender que hay problemas que no se arreglan con más plata sino, simplemente, con hacer respetar las reglas de juego y aplicar mejores políticas públicas. 

Terminar con la desidia. Ejercer la autoridad. Hacer cumplir la ley. Nada más y nada menos.

Habilidades Sociales


Las habilidades sociales son las conductas o destrezas sociales específicas requeridas para ejecutar competentemente una tarea de índole interpersonal. Se tratan de un conjunto de comportamientos aprendidos que se ponen en juego en la interacción con otras personas (Monjas, 1999).

De acuerdo con Prieto, Illán y Arnáiz (1995), centrándose en el contexto educativo, las destrezas sociales incluyen conductas relacionadas con los siguientes aspectos, todos ellos fundamentales para el desarrollo interpersonal del individuo:

• Las conductas interpersonales (aceptación de la autoridad, destrezas conversacionales, conductas cooperativas, etc.)
• Las conductas relacionadas con el propio individuo (expresión de sentimientos, actitudes positivas hacia uno mismo, conducta ética, etc.)
• Conductas relacionadas con la tarea (trabajo independiente, seguir instrucciones, completar tareas, etc.)
• La aceptación de los compañeros

Las habilidades sociales o de relación interpersonal están presentes en todos los ámbitos de nuestra vida. Son conductas concretas, de complejidad variable, que nos permiten sentirnos competentes en diferentes situaciones y escenarios así como obtener una gratificación social. Hacer nuevos amigos y mantener nuestras amistades a largo plazo, expresar a otros nuestras necesidades, compartir nuestras experiencias y empatizar con las vivencias de los demás, defender nuestros intereses, etc. son sólo ejemplos de la importancia de estas habilidades.

Por el contrario, sentirse incompetente socialmente nos puede conducir a una situación de aislamiento social y sufrimiento psicológico difícil de manejar.

Todas las personas necesitamos crecer en un entorno socialmente estimulante pues el crecimiento personal, en todos los ámbitos, necesita de la posibilidad de compartir, de ser y estar con los demás (familia, amigos, compañeros de clase, colegas de trabajo, etc.). Baste recordar los esfuerzos que, tanto desde el ámbito educativo como desde el entorno laboral, se realizan para favorecer un clima de relación óptimo que permita a cada persona beneficiarse del contacto con los demás, favoreciendo así un mejor rendimiento académico o profesional.

Las habilidades sociales o de relación interpersonal están presentes en todos los ámbitos de nuestra vida. Son conductas concretas, de complejidad variable, que nos permiten sentirnos competentes en diferentes situaciones y escenarios así como obtener una gratificación social. Hacer nuevos amigos y mantener nuestras amistades a largo plazo, expresar a otros nuestras necesidades, compartir nuestras experiencias y empatizar con las vivencias de los demás, defender nuestros intereses, etc. son sólo ejemplos de la importancia de estas habilidades. 

Por el contrario, sentirse incompetente socialmente nos puede conducir a una situación de aislamiento social y sufrimiento psicológico difícil de manejar.


Todas las personas necesitamos crecer en un entorno socialmente estimulante pues el crecimiento personal, en todos los ámbitos, necesita de la posibilidad de compartir, de ser y estar con los demás (familia, amigos, compañeros de clase, colegas de trabajo, etc.). Baste recordar los esfuerzos que, tanto desde el ámbito educativo como desde el entorno laboral, se realizan para favorecer un clima de relación óptimo que permita a cada persona beneficiarse del contacto con los demás, favoreciendo así un mejor rendimiento académico o profesional.

La Necesaria Convivencia


El hombre es un ser social, eso quiere decir que vive en unión con otros hombres. No puede vivir solo, vive en sociedad. La sociedad es, entonces, el hábitat del hombre y éste es, al mismo tiempo, el constructor y el transformador de la comunidad. La sociedad humana es la unión de los hombres. 

Juntos transforman la naturaleza y la ponen a su servicio para protegerse y satisfacer sus necesidades de alimento, vestido, habitacionales de comodidad, etcétera.

Todos los hombres forman parte de la sociedad. También forman parte de la sociedad las organizaciones que el hombre ha creado, tales como la familia, la escuela, el gobierno, el estado.
Las relaciones humanas son las relaciones entre los miembros de la sociedad. Siempre son mutuas, es decir que las personas se influyen recíprocamente.

El hombre establece relaciones de muy variada índole, como las que se producen por el solo hecho de la vecindad, o por ser miembro de un club o de una institución profesional o religiosa, etc. Resulta muy difícil enumerarlas a todas, ya que la lista sería interminable.

Estas relaciones constituyen variadas manifestaciones de convivencia humana.

Las normas sociales
A lo largo del tiempo todas las agrupaciones humanas, desde los grupos primarios hasta las más complejas instituciones, han necesitado normas para funcionar y desarrollarse positivamente.

Cuando vimos que el hombre crea cultura, diferenciamos distintos tipos de objetos culturales. Así como las creencias y los valores, las normas son objetos culturales no materiales. Ellas reflejan los valores de una sociedad.

En un grupo primario, en una comunidad y en las más complejas instituciones, las normas buscan armonizar la convivencia, para hacer más positivo el funcionamiento del grupo.

Las actividades humanas, que como hemos visto se realizan en sociedad, hacen necesaria la existencia de las normas. Si un grupo de alumnos se reúne para concretar una tarea escolar, se establecen normas de funcionamiento para lograr el objetivo deseado. Las normas son imprescindibles para el accionar social.

En el desarrollo de un juego, el funcionamiento de la Cooperadora de una escuela, una familia, en todos los casos existen normas aceptadas por los miembros participantes.

La familia y la escuela son grupos socializadores, ambas transmiten cultura y con ella, las normas.
Las normas pueden referirse a cuestiones morales, religiosas, sociales, etc.

En todas las sociedades, paralelamente con la aparición de normas, surgieron autoridades cuyas funciones consisten en velar por el cumplimiento de las normas, en beneficio de la comunidad.
Existe un tipo de norma que se diferencia nítidamente de todas las demás: la norma jurídica.

Las normas jurídicas poseen una sanción en su enunciado. Las instituciones que se ocupan de velar por el cumplimiento de las normas poseen la autoridad necesaria para hacerlas cumplir, y pueden utilizar la fuerza si es necesario.

Ejemplo: “El que roba será castigado con la prisión”. Este es un ejemplo de norma jurídica.
A veces las normas sociales reciben sanción por la comunidad aunque no se encuentre explícito, si una persona no practica las costumbres de higiene y pulcritud dentro de un grupo, puede llegar a ser rechazada por él. En este caso el grupo aplica una sanción de tipo moral, pero no existe como en el caso de la norma jurídica, una sanción obligatoria que las autoridades se ocupan de hacer cumplir, usando la fuerza si es necesario.

Las normas: una necesidad para la convivencia

El hombre, ya agrupado socialmente y viviendo en comunidad con sus semejantes, se dio cuenta de que la manera más fácil de llevar a cabo sus tareas era encontrando una cierta forma de organización. Necesitó crear un mecanismo de regulación. 

Para que sea posible la vida en sociedad y para que, además, el desarrollo de la vida individual no sea un obstáculo para la vida social, se re- quiere un sistema normativo. Si éste no existiera viviríamos en un clima de anarquía, donde cada uno defendería sus intereses individuales aun en detrimento de las necesidades colectivas. Algunas normas, como las jurídicas, son de carácter coercitivo, es decir se exige su cumplimiento y su incumplimiento es castigado. Hay otro tipo de normas, como las de urbanidad, cuyo incumplimiento no es sancionado, salvo por el reproche de la sociedad o de un grupo social, que hasta puede llegar a marginar al infractor. El cumplimiento de estas normas de urbanidad nos permite integrarnos en forma armónica en el grupo al que pertenecemos.

Normas, costumbres y leyes organizan la naturaleza social del hombre, para que la misma se pueda consolidar. Si bien éstas limitan la libertad del hombre, también la hacen posible.


Dijo Cicerón, el gran orador y escritor romano: “Nos hacemos esclavos de la ley para llegar a ser hombres libres”.

El Bien Más Preciado


Parece obvio que la vida es lo más importante para cualquier ser humano. A fin de cuentas, de nada sirven los bienes, el dinero o el poder sin una vida soberana y sana con la cual disfrutar de ellos. Sin embargo, cuán a menudo dedicamos nuestro tiempo a hacer actividades que no deseamos, a compartir situaciones con personas con las que no queremos estar, o a cuidar de ciertos bienes en lugar de velar por nuestra salud.

Aunque resulta obvio que la vida biológica es necesaria para emprender cualquier tipo de actividad física o intelectual, con frecuencia olvidamos la fragilidad de nuestro cuerpo, y perdemos la consciencia de que la vida está más expuesta a riesgos de lo que pensamos. Con esta reflexión no pretendo inspirar miedo, sino lograr el efecto contrario: que la gente pueda vivir sin temor gracias a la convicción de que su vida no sólo es breve, sino que puede concluir en cualquier momento (aunque adopte todos los recaudos posibles para evitarlo).

Las catástrofes muestran la fragilidad de la vida humana
Los huracanes y terremotos, cuyos efectos son imprevisibles, nos muestran la fragilidad de la existencia y la inutilidad de ciertos recursos (dinero, construcciones, medicina, seguros, etc.) para garantizar la vida. Los eventos catastróficos y los accidentes nos ponen frente a una dura realidad: no tenemos la vida comprada; podemos morir en cualquier momento.

Soy consciente de que un taxi, un avión o un colectivo están en manos de otras personas, y poco puedo hacer para evitar un accidente, o para impedir que el piloto se duerma o actúe irresponsablemente. Sin embargo, comprender que yo mismo, a pesar de todas las precauciones que tome, puedo cometer un error y ceder al sueño por un instante, me llevó a volverme más consciente de la fragilidad de la vida.

Luego de esta última situación en que me quedé dormido al volante, volví a reflexionar, quizá ahora con más profundidad, sobre la proximidad de la muerte. Me di cuenta de que no puedo esperar para hacer lo que quiero, porque ignoro hasta cuándo estaré en el mundo. Recordé (una vez más) que por más dinero que tenga en el banco, no puedo asegurar mi vida. Advertí que necesito dedicar el resto de mi existencia a hacer lo que me gusta, para sentirme satisfecho y listo para abandonar el mundo en cualquier momento, sin cuentas pendientes conmigo mismo y con los demás.

No hay modo de asegurar la vida: lo único seguro es la muerte
El mercado pretende convencernos de que necesitamos medicina prepaga, seguros, bienes diversos, ingresos estables, dinero en el banco, etc. Pero cuando experimentamos una situación que nos enfrenta con la muerte cara a cara, nos damos cuenta de que todo eso es inútil para preservar la vida. Un paro cardíaco puede matarnos, aunque nuestro médico de cabecera haya recibido el premio Nobel. Una cuenta con varios millones no sirve para impedir un infarto.

En mi caso personal, creo que no necesito más bienes o más servicios, sino más tiempo libre para hacer lo que quiero, a fin de morir satisfecho y en paz. Entiendo que el dinero asegura el futuro; pero prefiero asegurarme de estar presente en mi presente, y de vivirlo cada vez con más intensidad y libertad.


Considero que estamos vivos de verdad cuando somos conscientes de que podemos morir en cualquier momento, y estamos dispuestos a perder la vida. Creo que pensar en la muerte no debe asustarnos, sino liberarnos del miedo a hacer lo que soñamos

A fin de cuentas, no puede suceder nada peor que la muerte. Y si perdemos el miedo a ella, ¿qué otro temor podríamos experimentar a la hora de vivir la vida que anhelamos?