sábado, 23 de marzo de 2019

Somos Lo Que Nos Hemos Convertido

Vivimos en una realidad donde nos preocupamos más por poseer que por ser. Dejamos a un lado las buenas costumbres, el arte de pensar, de esforzarse por conseguir un buen objetivo. Ahora todo lo queremos ya y como decía William Ospina nos importa más el resultado que el proceso. Pues lastimosamente son estas razones y muchas más las que están llevando a la humanidad a la decadencia.

¿Qué nos está pasando?, ¿en qué nos hemos convertido? Damos más importancia a las apariencias y al dinero. Descuidando con esto lo más valioso, ese algo que mantiene a la humanidad en un desequilibrio constante, pero que a la vez ha hecho que el mundo evolucione. Estoy hablando del bello arte de pensar y de buscar la verdad, pues actualmente ya nadie quiere interrogarse a sí mismo, nadie se cuestiona sobre la existencia, el origen del universo, la economía, la política. Pues solo nos interesa saber las mentiras absurdas que los medios de comunicación y las redes sociales se han encargado de vendernos.

La ignorancia y la mentira están consumiendo cada vez más al hombre, como un virus y este no lo quiere eliminar pues cree que es más grave la cura que la enfermedad. El cree que fabricando un mundo de mentiras y de consumo desenfrenado puede llegar a la plenitud del alma. Kant afirmaba que el hombre se encontraba en una minoría de edad, esto quiere decir que no es capaz de pensar por sí mismo. ¡Es tan cómodo ser menor de edad¡ , si tengo un libro que piensa por  mí, un pastor que reemplaza mi conciencia, un médico que dictamina acerca de mi dieta, y así sucesivamente, no necesitare esforzarme. 

Si solo puedo pagar, no tengo necesidad de pensar: otro asumirá esta fastidiosa tarea por mí. Con este planteamiento de Kant se puede concluir que el hombre es un títere, y adivinen quien es el titiritero, el sistema. El cual por medio de la televisión, revistas y redes sociales piensa por él. Logrando con esto que las personas no se den cuenta de las injusticias que les cometen y de lo bien que esta el sistema capitalista con esto. Generando que el ser humano se hunda en una ignorancia eterna, descuidando el paraíso de la razón y adentrándose cada vez más en un infierno lleno de irracionalidad y materialismo infinito.

Estanislao Zuleta, planteaba que todo hombre quiere vivir en un paraíso, donde todo lo queremos fácil y ya. No queremos pensar, ni mucho menos luchar por un objetivo en común. Anhelamos un paraíso individual y lo queremos alcanzar sin importar que le pase al otro. Esto es totalmente cierto y tal vez sea  esta la razón por la que hay tantas guerras y tanto egoísmo, pues no nos preocupamos por las demás personas: siempre es yo, primero yo, segundo yo y el resto que se joda. A raíz de esta forma de pensar se ha generado una desigualdad social enorme. 

Pues mientras unas pocas personas se abastecen de grandes recursos, hay una mayoría que se muere de hambre y no puede hacer nada para dejar de sufrir, pues el egoísmo humano impide mirar al otro como semejante, llegando al punto de hacerse el de la vista gorda si ve que otra persona está sufriendo.

Existe un desequilibrio completo en la forma de pensar y actuar. Las personas no son consecuentes con lo que dicen, las personas que defienden una religión o una ideología, en vez de generar paz y ayudar a la sociedad, son los que se han encargado de discriminar; crear desigualdad y generar guerras a lo largo de la historia. ¿Qué les está pasando a esas personas que creen en Dios y defienden su religión matando a otras personas o discriminando a los que no piensan igual teológicamente? , creo que se les ha olvidado que a las personas hay que mirarlas con los mismos ojos con los que se mira a Dios. Ahora me pregunto: ¿qué les está pasando a las personas que buscan llenarse de dinero, a cambio de destruir el medio ambiente y generar  pobreza?, que no saben que la riqueza debe ser espiritual y mental, no material. 

¿Qué nos está pasando a la gente del común, que solo sabemos criticar y no dar soluciones, que somos una sociedad totalmente inhumana, pues nos preocupamos por nosotros mismos y no por nuestro semejante? Vuelvo y me pregunto; ¿en qué nos hemos convertido? Por eso considero que deberíamos trabajar en mejorar como personas fundamentalmente revisar a lo largo de la historia en que ha fallado el  ser humano, para que la sociedad atraviese esta crisis actualmente.

Platón afirmaba que el ser humano vive en una caverna ­; en donde se encuentra atado por unas cadenas y todo lo que ve allí  son nada más que sombras. Jamás ha salido de ese lugar. Este filósofo expone con este relato, que todo  ser humano vive en la mentira, que todo lo que se ve y se siente no es verdad. Las sombras son las cosas que vemos todos los días: el comportamiento de las personas; la televisión y los medios de comunicación.  Las cadenas son fuertes y nos atan a esa mentira eterna y sofocante , donde el hombre ha sido esclavo de la ignorancia, hasta el punto de  vivir en una alegría momentánea .Conformándose así con vivir en la caverna , por miedo a lo que hay afuera de ella.


Ahora, ¿qué pasaría si saliéramos de la minoría de edad?, ¿si dejáramos de soñar con un paraíso individual o si simplemente nos liberáramos de las cadenas y escapáramos  de la caverna? El mundo sería un mejor lugar para vivir obviamente. Pero esto solo se logrará cuando cada uno de nosotros aprenda a mirar a la otra persona con amor y se dé cuenta de que todos merecemos ser tratados con el mismo respeto, sin importar religión, raza, cultura o forma  de pensar. 

Solo así se dará el primer paso para la construcción de una mejor y más equitativa sociedad.

La Responsabilidad Moral

Filosofía
La Responsabilidad Moral
En filosofía, la responsabilidad moral es el estado de la alabanza, la culpa, la recompensa o el castigo moralmente merecidos por un acto u omisión, de acuerdo con las obligaciones morales propias. 

 Decidir qué (si acaso) cuenta como “moralmente obligatorio” es una preocupación principal de la ética .

Los filósofos se refieren a las personas que tienen la responsabilidad moral de una acción como agentes morales . Los agentes tienen la capacidad de reflexionar sobre su situación, formar intenciones sobre cómo actuarán y luego llevar a cabo esa acción. La noción de libre albedrío se ha convertido en un tema importante en el debate sobre si los individuos alguna vez son moralmente responsables de sus acciones y, de ser así, en qué sentido.

Los incompatibilistas consideran el determinismo como incompatible con el libre albedrío, mientras que los compatibilistas piensan que ambos pueden coexistir.

La responsabilidad moral no necesariamente equivale a la responsabilidad legal . Una persona es legalmente responsable de un evento cuando un sistema legal puede penalizar a esa persona por ese evento. Aunque a menudo puede ser el caso que cuando una persona es moralmente responsable de un acto, también son legalmente responsables de él, los dos estados no siempre coinciden.

Varias posiciones filosóficas existen, en desacuerdo sobre el determinismo y el libre albedrío

Dependiendo de cómo un filósofo conciba el libre albedrío , tendrán diferentes puntos de vista sobre la responsabilidad moral.

El Imperativo De Compartir

Todo ser humano necesita tejer a su alrededor relaciones humanas satisfactorias, tanto las familiares como las ajenas a este ámbito. El bienestar emocional depende, en buena medida de la capacidad que se tenga por conseguir este objetivo. Es seguramente la comprensión de los sentimientos de los demás la llave por una convivencia satisfactoria, a parte, desde luego, del conocimiento de la propia manera de ser, que incluye calidades y limitaciones. Toda esta comprensión no depende de la simpatía, que nace muchas veces espontáneamente, sino de lo que denominamos empatía.

La empatía es el esfuerzo que realizamos por reconocer y comprender los sentimientos y actitudes de las personas, así como las circunstancias que los afectan en un momento determinado. Ciertamente que, cuando calzamos los zapatos de los demás y andamos juntos un rato estamos siendo empáticos. Gandhi nos lo recordaba cuando decía: “las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo se acabarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista”. ¿No se comprenderían mejor las alegrías y preocupaciones de los familiares y amigos y estaríamos más capacitados para animar y ayudar? Es cierto, también, que al salir de nuestro egoísmo por estar por los otros disfrutamos de una gran felicidad.

Recuerdo una amiga mía que me explicaba que a medio hablar de un conflicto que tenía con su madre le había dicho (seguro que con muy buena voluntad): “no te preocupes con el tiempo esto se arregla”. El caso es que aquella joven no se había notado nada comprendida, necesitaba de la empatía y del conocimiento de su madre de la totalidad de su problema. Esto parece la situación de aquel pobre enfermo que a punto de ir al quirófano, por una operación de riesgo, se le dice con cara alegre (también con muy buena voluntad) “todo se resolverá inmediatamente”, cuando está esperando una persona que le haga lado con serenidad y cariño y que comprenda su sufrimiento.

Podría ser habitual que no supusiera ningún problema expresar lo que sentimos o queremos o tratar las discrepancias, incluidos los conflictos, cuando el interlocutor es un amigo o un compañero de trabajo, en el caso de que haya una buena sintonía, pero se puede hacer más complicado con algún familiar. A menudo querríamos resolver el problema y nos preguntamos el porqué de aquella situación: “¿por qué no puedo comunicarme con este hijo?”, o bien “cuando le aviso de algo, ¿por qué no me deja hablar?”. La solución la encontraremos reflexionando para saber qué es lo que realmente necesita en aquel momento.

Aun así todos tenemos carencias para encontrar el momento ideal por reencontrar la confianza y supone un esfuerzo que da buenos resultados, si nos fijamos en la empatía que es, sin duda, una habilidad que nos ayuda a leer emocionalmente al más próximo. Sería deseable y casi parece natural que entre familiares no hubiera problemas de convivencia. Los vínculos que dan el calor familiar hacen que haya una notable confianza que no se encuentra en otros entornos. Por eso es por lo que cuando encontramos que tenemos la sensación de mala relación con algún familiar, el dolor es más fuerte; incluso nos puede afectar la salud.

John Cacioppo, profesor de Psicología de Chicago nos dice: “Las relaciones más importantes en nuestras vidas y las que más incidencias parece que tienen sobre la salud son las que mantenemos con las personas que convivimos cotidianamente”. Pues animémonos a mantener una actitud empática que nos proporcionará paz y armonía e el ámbito familiar y social.

Conciencia Abierta

"Quien es auténtico asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es – Jean Paul Sartre"

La práctica de mindfulness consiste en abrirnos y estar disponibles a la experiencia presente, y esta apertura se relaciona de manera importante con nuestra capacidad de desarrollar una conexión auténtica con nosotros mismos y con los demás. La traducción que Francisco Varela dio al término mindfulness: «presencia plena/conciencia abierta», nos ofrece algunas luces sobre lo que implica llevar esta práctica más allá del cojín de meditación, hacia el ámbito tan delicado y cotidiano de la relación con uno mismo y con los demás. Mientras que el aspecto de la conciencia abierta enfatiza el cultivo de una mente espaciosa, curiosa, atenta y sincronizada con el cuerpo, el aspecto de la presencia plena se relaciona con la capacidad de estar de manera completa e íntegra en este mismo momento, ya sea estando solos o acompañados.

La calidad de las relaciones que tenemos con los demás, sobre todo con quienes uno siente más cercanos, es un reflejo de la calidad de la relación que uno tiene con uno mismo, y viceversa; el tipo de relación que cada uno sostenga con sí mismo y con la propia experiencia influye directamente en cómo nos relacionamos con los demás. Si me relaciono con mi propia experiencia desde una cierta amabilidad, comprensión, paciencia y humor, es muy probable que este modo de ser se irradie hacia la relación con los demás y que sea capaz de tratar a mis cercanos también con amabilidad y humor. Si, en cambio, el «crítico interno» que existe en mi mente es insistente y cruel en su evaluación de mis experiencias, juzgándolas como aceptables o inaceptables, es bastante probable que proyecte ese tono de evaluación y juicio en mi relación con los demás. He aquí la sabiduría de «la regla de oro» (tratar a los demás como deseas ser tratado) que está presente en la mayoría de las tradiciones del mundo: tratar a los otros con amor es un tipo de altruismo que en realidad trae felicidad al que lo practica, pues lo que sucede afuera es un espejo de lo que sucede adentro.

Congruentemente, la autenticidad que cultivamos en nuestra relación con los demás refleja y nutre la autenticidad que manifestamos con nosotros mismos. A menudo nos podemos sumir en roles y estereotipos de quienes somos, perdiendo contacto con la chispa espontánea de nuestra verdadera presencia, nuestros verdaderos valores, intereses y maneras de sentir la existencia. Cuando esto pasa, nuestras relaciones se convierten en intercambios semipersonales entre máscaras que se sostienen por comodidad, miedo o simplemente por hábito. Como esto no es algo que suceda de un día para otro, la inautenticidad puede ser un fantasma sigiloso que se cuela en nuestras relaciones, poco a poco. Por ejemplo, puedes comenzar a reprimir la expresión de tus sentimientos o pensamientos a tu pareja por temor a no ser comprendido o a ser juzgado, y ese silencio comienza a volverse hábito al punto de que tu propia verdad deja de ser visible hasta para ti mismo. Tal vez se establezcan rutinas de actividades distractoras (usualmente ligadas a algún tipo de consumo, como la comida, la televisión, el shopping u otros) que hagan aún más difícil ver la autenticidad perdida. Pasado un tiempo, esa falta de autenticidad, ese negar lo que uno es realmente ante otra persona, puede crear una distancia y un desconocimiento hacia uno mismo.

Como nuestras sociedades, obsesionadas con la imagen, no enfatizan la autenticidad como valor, pueden pasar años antes de que uno se dé cuenta que ha estado viviendo con poca autenticidad, y es usualmente frente al severo llamado de atención de la muerte (la propia muerte que se intuye cercana o la de un ser querido) cuando surge la pregunta fundamental: ¿estoy realmente viviendo mi propia vida o estoy atrapado en pequeñas farsas cotidianas por miedo, conveniencia o costumbre?

Calidad De Vida

“Hoy en día “calidad de vida” la podemos vincular con los grandes avances en la biotecnología, la cual ha permitido contar con nuevas expectativas de vida, ya que anteriormente no se tenía acceso tan amplio como actualmente lo tenemos. Esto permite cubrir las necesidades más básicas como son en el ámbito emocional, económico, social y educacional.

En la actualidad, hablar de calidad de vida, hace referencia a un concepto que puede comprender diversos niveles que pueden visualizar las demandas biológicas, económicas, sociales y psicológicas en forma individual hasta el nivel comunitario. No olvidando que se relaciona este concepto con aspectos de bienestar social.

Por lo tanto lo que llamamos calidad de vida reúne elementos objetivos y subjetivos del bienestar social que están fundados en la experiencia ya sea individual y comunitario dentro de la vida social.

Si tomamos en cuenta el concepto de calidad de vida según la OMS, nos dice que es la percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia en el contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, sus expectativas, normas y sus inquietudes.
Con este argumento podemos citar que es un campo muy abierto donde comprende factores de salud de tipo emocional, física, ser independiente, contar con relaciones que contribuyan a un mejor desarrollo y que exista relación con el entorno en que vivimos.

Ahora bien, cuando nos preguntamos en forma individual que es calidad de vida podemos expresar diversa terminología como bienestar, alcanzar logros personales y familiares, contar buen estado de salud, tener una alimentación sana, en fin todo esto se ve relacionado a entornos sociales y culturales.

La calidad de vida individual puede entenderse como una relación global, dentro de la cual establece aspectos positivos pero también pueden existir eventos en forma adversa en el curso de la vida individual, lo que demuestra la interrelación individual y colectiva en el ejercicio de los valores sociales.

Esto nos demuestra que el concepto de calidad de vida está en constante movimiento, ya que se ve involucrada con aspectos socioeconómicos, culturales y psicológicos lo que genera en el individuo “valores positivos y negativos.”

Así podemos decir que el concepto de calidad de vida y bienestar social puede tener cinco campos a comprender como son:

Físico: donde puede tener aspectos de salud y seguridad física.
Material: contar con una vivienda digna y propia, con acceso a todos los servicios básicos, alimentos al alcance, medios de transporte.
Educativos: existencia y cercanía a una educación donde permita ampliar los conocimientos de forma individual y colectiva.
Emocional: campo muy importante para cualquier ser humano, mediante el cual permite que su estado emocional vaya creciendo e interrelacionarse eficazmente.
Social: donde al ser humano tiene opciones interpersonales con núcleos básicos como la familia y círculos de amistades que permitan desarrollo del mismo.
Es importante considerar que estos campos mencionados pueden tener una diversa influencia en factores sociales, médicos y políticos y también en los ámbitos individuales y de comunidades.

Como podemos comprender, la calidad de vida no es un proceso simple, pues requiere de un análisis minucioso.


La calidad de vida es el resultado de una interacción constante entre los factores económicos, sociales, necesidades individuales, libertad emocional, entornos ecológicos, condiciones de salud – enfermedad ya sea en forma individual y social.

Admiración Por La Literatura

Dice Aristóteles en su imponente Metafísica que la admiración y el reconocimiento de la propia ignorancia es lo que mueve a los seres humanos a filosofar, pues el hombre siente por naturaleza afán de saber. Una idea la de Aristóteles que retoma Kant cuando, en el Colofón de su Crítica de la razón práctica, señala la creciente admiración que le produce la reflexión sobre dos cosas: "el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí". Y ya en el siglo XX sería el propio Wittgenstein quien evocara este pensamiento al señalar, en su Conferencia sobre ética, el asombro que le produce la existencia del mundo.

El asombro del que habla Wittgenstein bien puede ser entendido como admiración, mas no siempre estos dos términos significan exactamente lo mismo, ya que pudiera darse el caso de que algo nos produjera asombro pero ninguna admiración. Es lo que ocurre con el asombro que nos produce algo inesperado, no digamos ya si aquello que nos causa el asombro nos lo infunde precisamente porque, de tan ridículo, genera sorpresa el que haya sucedido. Tal asombro es el que siente la intelectualidad más sofisticada que no alcanza a comprender cómo es posible que haya más de un millón de personas que pasan cada tarde delante del televisor viendo Sálvame, o el asombro que sienten todos aquellos a los que no les gusta el fútbol, para quienes resulta incomprensible que cada fin de semana millones de personas estén pendientes, como si les fuera la vida en ello, de lo que hacen unos tipos corriendo en pantalón corto detrás de una pelota. Se trataría en ambos casos, desde su punto de vista, de algo asombroso pero nada admirable.


Y un asombro de esta clase es el que, me imagino, habrán experimentado los biempensantes del mundo de las letras al enterarse de que Bob Dylan, un cantautor, haya sido galardonado nada menos que con el premio Nobel de Literatura. Asombro, que no admiración, que llevó a Jesús Badenes, director general de Planeta, en la presentación del célebre premio del mismo nombre, a afirmar hace unos días que el galardón de la Academia Sueca está "desvirtuado" y que, por eso mismo, les corresponde a ellos, los de Planeta, "liderar los premios literarios". Mas a mí me resulta digno de admiración y asombro, en el sentido en que emplean los términos Aristóteles, Kant y Wittgenstein, que se le haya otorgado el Nobel a Bob Dylan, reconociendo así la condición de poeta al autor de letras de canciones tan emblemáticas como Blowin' in the Wind The Times They Are a' Changin. Y por ello mismo no salgo de mi asombro, que no admiración, ante las declaraciones de quienes se proclaman veladores de las esencias de la gran literatura y no saben, o no quieren, reconocer a una figura literaria de primer nivel.

viernes, 22 de marzo de 2019

Libertad De Expresión

“En 1939, Camus escribió un texto sobre la libertad de expresión, pero nunca fue publicado. En 2012, 'Le Monde' llevó a las rotativas el documento con los cuatro mandamientos del periodismo: la lucidez, la desobediencia, la ironía y la obstinación.

En noviembre de 1939, cuando Europa era el cultivo de la Segunda Guerra Mundial, el periodista y escritor Albert Camus escribió un artículo para el rotativo Le soir républicaine, en la Argelia francesa, del que era coeditor.

El texto abordó la libre prensa y expresión durante el ya asentado siglo XX, sin embargo, nunca se publicó. Fue hasta que Macha Séry, una periodista del periódico francés Le Monde, encontró el texto en los Archivos Nacionales de Ultramar (Aix-en Provence),fue así que el documento de tres cuartillas llegó a la prensa.

En su Periodismo libre, el escritor, del que se conmemora el centenario de su nacimiento este 2013, describe los cuatro mandamientos para la profesión: la lucidez, la desobediencia, la ironía y la obstinación.

A continuación, fragmentos del documento, recuperados en español por el periódico El País:
“Es difícil evocar hoy la libertad de prensa sin ser tachado de extravagancia, acusado de ser Mata-Hari o siendo convencido de que eres sobrino de Stalin”.

“(La libertad de prensa) es sólo una cara más de la libertad tout court. La obstinación en defenderla obedece a que, sin ella, no habrá forma de ganar realmente la guerra”.

“El hecho de que un periódico dependa de la competencia o del humor de un hombre demuestra mejor que cualquier otra cosa el grado de inconsciencia al que hemos llegado”.

“Uno de los buenos preceptos de una filosofía digna de ese nombre es el de jamás caer en lamentaciones inútiles ante un estado de cosas que no puede ser evitado. La cuestión en Francia no es hoy saber cómo preservar la libertad de prensa. Es la de buscar cómo, ante la supresión de esas libertades, un periodista puede mantenerse libre. El problema no concierne a la colectividad. Concierne al individuo”.

“Ante la guerra y sus servidumbres, los mandamientos del periodismo son cuatro: lucidez, rechazo, ironía y obstinación. La lucidez, porque “supone la resistencia a los mecanismos del odio de la ira y el culto a la fatalidad”.

“Un periodista, en 1939, no se desespera y lucha por lo que cree verdadero como si su acción pudiera influir en el curso de los acontecimientos. No publica nada que pueda excitar el odio o provocar desesperanza. Todo eso está en su poder”.

“Frente a la creciente marea de la estupidez, es necesario también oponer alguna desobediencia. Todas las presiones del mundo no harán que un espíritu un poco limpio acepte ser deshonesto”.
La veracidad

“Es fácil comprobar la autenticidad de una noticia. Y un periodista libre debe poner toda su atención en ello. Porque, si no puede decir todo lo que piensa, puede no decir lo que no piensa o lo que cree que es falso. Esta libertad negativa es, de lejos, la más importante de todas”.

“Sobre la ironía: No vemos a Hitler, por poner un ejemplo entre otros posibles, utilizar la ironía socrática: la ironía es un arma sin precedentes contra los demasiado poderosos. Completa a la rebeldía en el sentido de que permite no solo rechazar lo que es falso, sino decir a menudo lo que es cierto”.

“Un mínimo de obstinación para superar los obstáculos que más desaniman: la constancia en la tontería, la abulia organizada, la estupidez agresiva”.


“(Después de la guerra) hará falta probar con un método del todo nuevo que sería la justicia y la generosidad. Pero esto solo se expresa en los corazones ya libres y los espíritus todavía clarividentes. Formar esos corazones y esas almas, o mejor despertarlos, será la tarea a la vez modesta y ambiciosa que tocará al hombre independiente. La historia tendrá o no en cuenta estos esfuerzos. Pero habrá que hacerlos”.

Frases De Mark Twain

Frases De  Mark Twain

Aléjate de la gente que trata de empequeñecer tus ambiciones. La gente pequeña siempre hace eso, pero la gente realmente grande, te hace sentir que tú también puedes ser grande 

A mi edad cuando me presentan a alguien ya no me importa si es blanco, negro, católico, musulmán, judío, capitalista, comunista... me basta y me sobra con que sea un ser humano. Peor cosa no podría ser 

El que lucha con monstruos debe tener cuidado de no convertirse en un monstruo. Y si miras fijamente durante mucho tiempo a un abismo el abismo también mira dentro de ti 

El paraíso lo prefiero por el clima; el infierno por la compañía 

Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar 

Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar la duda 

El hombre es el único animal que come sin tener hambre, bebe sin tener sed y habla sin tener nada que decir 


A mi edad cuando me presentan a alguien ya no me importa si es blanco, negro, católico, musulmán, judío, capitalista, comunista... me basta y me sobra con que sea un ser humano. Peor cosa no podría ser 

Nuestro Mejor Mensaje

¿A quién no le gusta que le presten interés?. Mentiría posiblemente el que dijera que no lo necesita. 

Sin embargo ,a pesar de lo mucho que lamentamos que no se no preste el adecuado interés, somos nosotros mismos los que en muchas ocasiones no prestamos interés a los otros o lo hacemos de una manera inadecuada. ¿Cómo mostrar interés por los demás?

Evidentemente hay una cosa que es previa y muy importante, que es escuchar. Si no escuchas es imposible que la otra persona sienta que le estás prestando atención, porque no se la estarás prestando.

Pero escuchar no es bastante. Si bastara con eso podríamos igualmente hablar con las paredes y sentirnos satisfechos, porque no necesitaríamos ninguna reacción de la persona que nos escucha. Pero sí necesitamos una reacción, y si la reacción no es la adecuada entonces no podemos evitar sentirnos decepcionados. 

No todos los mensajes son iguales. Cuanta mayor importancia tiene el mensaje para la persona que lo emite, mayor es la expectativa de una reacción por parte del oyente.  Si le cuento a un amigo que me estoy comiendo un pollo con patatas y no me dice nada puede que no me siente muy bien, pero si le cuento que un pariente ha fallecido, o que me ha tocado la lotería y no muestra ninguna reacción, seguro que me sienta mucho peor.

Martin Seligman en su libro Flourish: A Visionary New Understanding of Happiness and Well-being: ( “Florecer: una nueva comprensión visionaria de la felicidad y el bienestar”) nos muestra cuáles son las posibles reacciones en los casos en que una persona nos comunique algo que para ella sea importante, según sea activa o pasiva y constructiva o destructiva.

Lo mejor será verlo con un ejemplo. Ramón le dice a Pedro: ” Acabo de conocer a una chica maravillosa, llevamos varios días viéndonos y no nos podemos separar”.

Reacción Activa- Constructiva: 
Lenguaje verbal: “Me alegro muchísimo por ti. Tienes que estar muy contento. ¿Dónde la conociste? ¿Cómo se llama? Vamos a celebrarlo”.
Lenguaje no verbal: con una sonrisa plena, mirando a quien habla, con una postura abierta.
Reacción Pasiva-Constructiva:  
Lenguaje verbal: “Muy bien. Me alegro”.
Lenguaje no verbal: con poca o ninguna emoción.
Reacción Activa- Destructiva: 
Lenguaje verbal: ” Bueno… fíate  tú de las mujeres. No lances las campanas al vuelo. Seguro que te corta las alas y te acaba complicando la vida”.
Lenguaje no verbal: muestra de emociones negativas, como fruncir el ceño.
Reacción Pasiva- Destructiva: 
Lenguaje verbal:” Creo que mañana va a llover, no voy a poder ir a jugar al paddle”.
Lenguaje no verbal: sin mirar a los ojos, marchándose.

Adivina cuál de esas reacciones hace sentir mejor a la persona y cual hace que se sienta peor. Evidentemente he puesto los ejemplos más extremos para ilustrar las posibilidades pero si haces análisis de conciencia verás que muchas veces, sin ser posiblemente consciente de ello reaccionas de manera pasiva o destructiva ( o incluso de manera pasiva-destructiva).


El reaccionar de manera activa constructiva, no nos asegura el éxito en el 100% de los casos. Puede que incluso haya personas que no respondan a tu actitud, pero en la gran mayoría de las ocasiones verás cómo tu popularidad crece y tu satisfacción con tu comportamiento respecto a los demás también lo hace.

La Dignidad Humana

La dignidad humana es el derecho que tiene cada ser humano, de ser respetado y valorado como ser individual y social, con sus características y condiciones particulares, por el solo hecho de ser persona.

La historia nos muestra muchos casos en que la dignidad humana ha sido avasallada. Son ejemplos de ello la desigualdad social vigente en la Edad Media, los abusos del poder, o el holocausto. Justamente este último hecho hizo que se dictara la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948 que declaró a todos los seres humanos como iguales y libres en sus derechos y EN SU DIGNIDAD. Esta práctica de reconocimiento de la dignidad humana siguió plasmándose en tratados internacionales y Constituciones nacionales.

Cada uno pertenece a una determinada raza, sexo, religión; posee una ideología, nacionalidad, determinados rasgos físicos (alto, bajo, rubio, moreno, delgado, robusto, etcétera) un cierto coeficiente intelectual, más o menos habilidad física, mucho o poco dinero, y un aspecto que puede o no coincidir con el ideal de belleza; puede padecerse algún problema de salud, que impida algunas acciones, pero en esencia todos somos iguales como sujetos de derechos, y aquellos con menores posibilidades deben ser ayudados por el Estado para que tengan igualdad de oportunidades.

Como seres dignos (sinónimo de valiosos) somos merecedores del derecho a la vida, a la libertad (salvo como pena si se ha cometido un delito) a la educación y a la cultura, al trabajo, a poseer una vivienda, a constituir una familia, tener alimentación saludable y recreación

Debemos poder elegir nuestro destino, nuestra vocación, nuestras ideas, con el único límite del respeto a la dignidad de los demás.

Se oponen a la dignidad humana, los tratos humillantes, indecorosos, discriminatorios, la violencia, la desigualdad legal y jurídica.



Aprender A Vivir

Porque tengo que ser consciente de mi vida?¿Cuál es el significado de estar consciente de sí mismo? ¿Qué es ser consciente? ¿Cuál es la diferencia entre ser consciente o ser bueno? ¿Cómo saber si estoy siendo consciente de mis propias acciones?¿Qué tengo que hacer para estar consciente de mi vida? ¿Cuál es la diferencia entre ser consciente y ser inconsciente?. Estas son algunas de las preguntas que muchos de nosotros nos hacemos, tratando de averiguar que hacer para vivir en paz y armonía con nosotros mismo y con las demás personas.

Se consciente de tu propia existencia aceptando la vida tal cómo es, debes estar alerta y atento a lo que pienses, dices o haces. Cuando eres consciente, no eres capaz de hacer daño, ni desear mal a nadie, ni con tus pensamientos, ni con tus acciones, aun cuando te encuentres en una situación apremiante, estarás en paz y tranquilo contigo mismo. Regresa a tu niñez, donde estuviste una vez, y desde ese estado de no saber absolutamente nada, encontraras ese silencio, que te conducirá a tu propia consciencia, entonces la vida será una gran bendición de ser vivida en todo su esplendor, transformando toda tu vida misma en una religión

No lo pienses, no uses tu inteligencia, ni conocimientos, simplemente se consciente del camino en el mundo que tú conoces, este no existiría sin ti, empieza y termina contigo, no hay más. Llegas aquí a través del vientre de una mujer, que es tu madre, tú naces frágil y puro, eres inocente y no sabes ni conoces nada, pero sin embargo tú necesitas protección y cuidado de gente adulta, tus padres, ellos son los que toman esa responsabilidad, ya que fueron los que te trajeron a este planeta, tus padres vienen a ser como el súper hombre y la mujer maravilla, es la manera como tú los ves y aceptas lo que ellos te dicen, no tienes otra alternativa.

Eres amor, porque eso eres lo que proyectas cuando las personas entorno tuyo te miran y te sostienen en sus brazos, no tienes que decirlo, porque no conoces todavía el símbolo del lenguaje hablado, sin embargo tu sola presencia lo demuestra. Eres un ángel hecho realidad.

La sociedad donde naces ya está establecida con todas las leyes, reglas creadas y acordadas por los adultos que te precedieron, tus padres te enseñan lo que ellos aprendieron y conocían, no te pudieron haber enseñado lo que no sabían ni conocían, aprendes a percibir el mundo exterior mediante tus cinco sentidos, cómo oler, ver, escuchar, sentir, gustar y así es como percibes tu realidad, comienzas a crecer y a los 5 años todavía eres puro y limpio, sin ninguna malicia ni odio, solamente quieres divertirte, viniste a ser feliz, cuando juegas con niños (as) de tu misma edad ni te fijas en el color de su piel, si son ricos o son pobres, ni te fijas en el aspecto físico de la otra persona, vives en tú forma natural, simple y sin complicaciones.

Los adultos te enseñan a ser bueno, y te premian cuando haces algo que ha ellos les parece bien, y te castigan cuando les parece a ellos que no esta bien, si dices o haces algo que a los adultos no les gusta, entonces te dicen que eres un niño o niña mala, y si haces o dices lo que a ellos les gusta, tu eres bueno, no te dejan ser autentico, te enseñan a obedecer y no a pensar ni analizar, simplemente te dicen lo que tu debes hacer, los adultos están tan ocupados con sus actividades cotidianas en este mundo tan materialista, prenden el televisor y se olvidan de ti, prácticamente te dejan solo, no tienes el apoyo físico ni mental de los que supuestamente son responsables de ti, luego a partir de los 6 años o a veces antes vas a la escuela a estudiar, y allí tu te relacionas con otros niños (as) que también están siendo programados de la misma manera que tú.

Ésta es la etapa de condicionamiento que la gente adulta sin ellos saberlo, aplicaron directa o indirectamente contigo, sus ideas, sus creencias, sus conocimientos y comportamientos, no sabes lo que es eso pero lo aceptaste, ellos también pasaron por esta etapa, no tienes otro camino, tu cuerpo empieza a crecer y a desarrollarse, tu mente se amplia, toda la información que recibes del mundo exterior se filtra en tu subconsciente creando tu sistema de creencias y hábitos con cual vives el resto de tu vida.

Aprendes a hablar y a comunicarte, y es así como empiezas a adquirir más símbolos como: bonito, feo, alto, bajo, gordo, flaco, ganador, perdedor, lento, estúpido, chismoso, negro, blanco, rico, pobre y luego utilizas estos mismos símbolos en contra de ti mismo y en contra de los demás. Estos símbolos no son verdaderos, son solamente una creación de la mente, pero tú crees en ellos y esto te hace sufrir. La verdad eres tu, no los símbolos.

El sentimiento del miedo empieza a apoderarse de ti, te dicen que el ser humano no es perfecto, y tú lo crees, de manera que comienzas a buscar la perfección, tanto en el aspecto físico como mental, aprendes tantas mentiras y esas mentiras te hacen daño, pero no te das cuenta que dentro de ti en lo más profundo de tu ser esta esa fuente con la que llegaste a este mundo maravilloso, ahí es donde yace la pureza, la verdad de lo que realmente eres, recuerda tu llegaste puro e inocente pero acumulas tantos conocimientos y esos mismos conocimientos crecen tanto que son obstáculos para que no puedas llegar a tu fuente de origen, causándole una profunda ansiedad, no sabes qué hacer, olvidas por completo el camino de regreso donde una vez estuviste y fuiste feliz, el cual siempre te acompañara por el resto de tu vida, pero tú te olvidaste y no estás consciente de que existe.

Se consciente del camino erróneo que estás siguiendo y no te sientes feliz, entonces tienes el poder en tus manos de cambiarlo, lo único que tienes que hacer es utilizar la meditación que te ayudara a tranquilizar tu mente y desde ese estado de tranquilidad reconstruir tu vida, buscando el balance entre tu mundo interior y tu mundo exterior.

¿No es cierto que la mayoría de la gente en general viven en una constante reacción a lo que sucede en el mundo exterior? Siempre en busca de algo, tratando de obtener más dinero, más poder, más fama, más prestigio, ser un ganador, etc., aún no se conocen a sí mismos. Tienen un vacío interno que los conducen a actuar inconscientemente de su propia realidad, de cómo es la vida en sí. También existe mucha gente que siempre están viviendo la vida de otros, preocupándose por lo que hacen o no hacen. ¿Quién vive la suya?. Se supone que eres tú.

Se consciente de que el mundo es perfecto tal cómo es, el uso incorrecto de nuestra mente a través de nuestros sistemas de creencias nos lleve muchas veces a decir que es imperfecto.

Se consciente que tú eres el único responsable de tu vida. Tu felicidad o infelicidad está en tus manos. 

Es tu decisión.

jueves, 21 de marzo de 2019

La Lucidez De La Locura


Sabido es que Guy de Maupassant fue un loco. En efecto, el más cabal de los naturalistas, puesto que al no tener inquietudes sociales siempre se limitó a la reproducción exacta de las miserias humanas, sin llegar a caer nunca en ese maniqueísmo que tan a menudo registramos en Zola; el mejor cuentista, en fin, que registra la historia de la literatura, es también uno de sus grandes desequilibrados. De ahí que acabara sus días en un manicomio. Sin embargo, pocas veces se habla de ese papel determinante que la alienación jugó en su obra. 

Obedeciendo a un pacto subrepticio con la razón -diríase- los biógrafos de Maupassant evitan entrar en estas consideraciones, como los primeros que tuvo Ernest Hemingway eludieron detenerse en el episodio final: el suicidio del novelista. Ambas omisiones son dos claras manifestaciones de un mismo prejuicio: aquel que vela por preservación de la idea de que la literatura es un juego floral, siempre en comunión con lo que cuantos mojigatos pululan alrededor de ella estiman “bueno” y “debido”. Ahora bien, moleste a quien moleste, respecto al norteamericano hay que decir que, sabiéndose presa de una enfermedad terminal, decidió pegarse un tiro en la boca; en lo que al francés concierne, la misma enajenación mental que le llevó a la tumba inspiró sus mejores páginas. 

El rastro de la obsesión 

La historia del maestro de la palabra justa es conocida. Entre líneas, en todos sus episodios, el lector lúcido puede detectar el rastro de la obsesión, la monomanía, la locura. Nacido en 1850, en el seno de una aristocrática familia normanda, lo que debía haber sido una infancia feliz no llegó a serlo por culpa de las constantes discusiones en que las continuas aventuras galantes del señor Maupassant enfrascaban sus padres. Él, un hombre violento y disoluto; ella, una neurótica. Aunque algunos biógrafos de nuestro escritor han querido apuntar que la ruptura de tan mal avenida unión fue amistosa, todo parece indicar lo contrario. Salvo error u omisión, no hay nada que demuestre que volvieron a verse. Por el contrario, de ese interés por los expósitos y los niños abandonados que Maupassant demostró en un buen número de sus piezas, sí podemos deducir que se sentía abandonado por su padre. No parece muy lógico que un hombre que se olvida de sus hijos se trate con la mujer con quien los ha engendrado. 

Conjeturas aparte, es un hecho comprobado que el desequilibrio del escritor -y de su hermano Hervé, quien también acabaría suicidándose- tuvo su origen en una enfermedad venérea contraída por su padre. Si bien es verdad que fue su madre quien le inculcó el interés por la literatura, la pasión con la que se dedicó a la educación de Guy -desentendiéndose casi por completo de su otro hijo- no debió de contribuir mucho a la salud mental de ninguno de los tres. Así que, cuando el joven Maupassant sale de su casa, ya es, irrevocablemente, un inadaptado. Aunque el desequilibrio que venía padeciendo desde niño en sus primeras edades no era apreciable para los desconocidos, Flaubert, como es sabido su gran mentor en los misterios de la creación literaria, pudo dar buena cuenta de las frecuentes crisis que su pupilo padecía incluso en los días en que era un joven sano y robusto, amigo de las actividades al aire libre. 

Éxitos literarios 

Tras la publicación de su primera obra maestra, “Bola de sebo” (1880) -relato inspirado en su experiencia en la guerra franco-prusiana, aparecido dentro del volumen colectivo “Las veladas de Sedán”, que pasa por ser una especie de manifiesto naturalista- los éxitos literarios se suceden durante diez años. A un ritmo vertiginoso da a la estampa colecciones de cuentos como los reunidos bajo los títulos de “La casa de Teiller” (1881) o “Madeimooselle Fifí” (1882), junto a novelas como “Una vida” (1883) o “Bel ami” (1886). Deslumbrado ante su talento, el gran París le reclama, pero el escritor muestra una aversión enfermiza ante las servidumbres de la fama. Enfermiza es también su pasión por la mujeres -tiene infinidad de amantes sin llegar a querer de verdad a ninguna de ellas-, en la que no hace falta ser el Freud para detectar una paralelismo con las infidelidades de su padre. 

Mientras tanto, las migrañas casi constantes que sufre, le hacen buscar alivio en el éter y la morfina. La toxicomanía -otra monomanía al cabo- no hace sino potenciar aún más su desequilibrio. 

El comienzo del fin está fechado en torno al año 1835. Es entonces cuando, aquello que Alberto Savinio -acaso el más atinado de los biógrafos del “conteur” llamó el “inquilino negro” comienza a apoderarse de Maupassant. Si bien en la mayor parte de su producción se registran rasgos de su locura, sobre ese otro que habita en el escritor y que acabará siendo su asesino, el maestro dejará constancia en otra obra maestra: “El horla” -título que alude a las palabras francesas “hors là!” (Fuera)-. El relato en cuestión trata sobre la triste experiencia de un hombre que, a raíz de la llegada de un barco procedente de Brasil, comienza a ser poseído por algo así como su doble invisible. 

Finalmente será él, “el inquilino negro”, quien se yerga en asesino de su anfitrión. El 25 de mayo de 1887, cuando el relato sale a la calle, Maupassant ya es presa de la inquietud y la melancolía que precedieron al derrumbamiento. La necesidad de soledad es claramente maníaca, como sus alucinaciones, su obsesión por la enfermedad y los microbios; su desconfianza ante los editores, médicos y amigos. El primero de enero de 1892, intenta suicidarse. 

Internado en el manicomio, morirá al cabo de dieciocho meses de una inconsciencia sólo alterada por frecuentes accesos de violencia. En ellos, el mejor cuentista que la historia de la literatura registra vistió una camisa de fuerza. 

La Caja De Mis Secretos


De repente todo se vuelve tan simple que asusta. Perdemos las Necesidades y se reduce al equipaje. Las opiniones de los demás, son realmente de los demás; incluso si son sobre nosotros, no importa.

Abandonamos las certezas porque ya no estamos seguros de nada. Y no nos hace falta.

Vivimos de acuerdo con lo que sentimos. Dejamos de juzgar porque ya no hay bien o mal, sino más bien la vida que eligió cada uno.

Finalmente entendemos que todo lo que importa es tener paz y tranquilidad, es vivir sin miedo, es hacer lo que alegra el corazón en ese momento y nada más.

Y cuando descubrimos todo eso es cuando llega la satisfacción plena. La verdadera felicidad.

Educar Para La Incertidumbre

Este catedrático, hoy Decano de Educación de la Universidad de Texas en Brownsville, ha estudiado en profundidad las reformas universitarias americanas (norte y sur) y europeas, lo que le convierte en una autoridad en la materia. En esta entrevista nos desvela las claves para conseguir una educación acorde con los tiempos actuales. Para él resulta fundamental dar mayor protagonismo al estudiante, equilibrar la formación cognitiva con la afectiva y educar para un mundo en el que cada vez existen menos certezas.

Es muy difícil, pero absolutamente necesario. Y es complicado porque hemos creado un mundo que tiene bastante de ficción. Pensamos que todo está hecho. Se habla de planificación estratégica, diseñamos programas para estudiantes que están iniciando su vida y van a permanecer dieciséis años en la educación formal, cuando es casi imposible, saber lo que va a ocurrir cuando se incorporen al mundo del trabajo. El caso es que les inducimos a creer que con lo que están aprendiendo van a tener resuelto su futuro, mientras que lo razonable sería ayudarles a construirlo.

La base fundamental de la educación para la incertidumbre es enseñar a pensar, a disentir, a respetar al otro. Y estos son componentes afectivos, no cognitivos. La educación española es muy cognitiva, lo cual está bien, siempre y cuando no lo haga a expensas de lo afectivo, porque el ser humano ha de aprender a vivir en sociedad. Lo que plantea esta corriente de pensamiento es cómo ayudamos a los estudiantes a que resuelvan sus problemas dándoles herramientas, y conocimientos obviamente. Y esto no se consigue con programas rígidos.

Me ha ayudado a centrar la atención en el estudiante. En la universidad tenemos cierta tendencia a elaborar el currículo de cada asignatura a imagen y semejanza de lo que sabe el profesor, lo que provoca una gran crisis, puesto que el estudiante debe adquirir los conocimientos que el mundo le reclama. Con esta dinámica los saberes que realmente importan, suelen llegar demasiado tarde. Es decir, siempre vamos por detrás de los acontecimientos. Es como si estuviésemos reproduciendo la historia en lugar de construirla. Con ello quiero decir que la universidad europea, y tal vez también la americana, no digo que no, piensa mucho más en el docente que en el discente.

De ambas cosas. Por un lado, está la manera de entender la educación universitaria. En el currículo debe haber unos contenidos medulares que todos necesitan, pero también hay que dejar espacios para compartir, en los que los estudiantes puedan discrepar. Esta forma de enfocar la enseñanza es más cara, porque exige más profesores, diversificar los contenidos y tener aulas menos concurridas.

Puede ser, pero en esto existe un error muy generalizado: siempre hemos pensado que las ciencias, las matemáticas por ejemplo, deben darse a pequeños grupos y que la filosofía puede trabajarse en clases numerosas, cuando en realidad es todo lo contrario. Los estudiantes pueden seguir en una pantalla el proceso de una ecuación, como se deriva, como se reconstruye, como se define y como se soluciona. 

En cambio, en esas condiciones, es muy difícil desarrollar una teoría de Aristóteles y esperar que todos hagan la misma deducción, porque en este caso se requiere un pensamiento reconstructivo, lo que exige análisis y discusión. Cuando esto se obvia, caemos fácilmente en la simple memorización.

Es que existe la creencia de que los contenidos considerados teóricos son más fáciles de enseñar que los de carácter más práctico, y eso no es así. Es más, se ha creado una dicotomía entre las humanidades y las ciencias, han emergido dos lenguajes distintos que se contraponen, y hay un desprecio de uno hacia el otro, incluso en el campo científico. Eso es un problema. Yo he estudiado ingeniería, psicología clínica y educación, y puedo afirmar que la matemática es lo más sencillo que hay, porque se trata de un sistema simbólico fácil de aprender. 

La cuestión es que cuando impartimos disciplinas consideradas teóricas, no enseñamos a pensar, porque creemos que la educación del pensamiento está sólo asociada a las ciencias.

La convergencia es una manera de armonizar todo el sistema de educación superior de la Comunidad Europea y esto, en el fondo, me parece estupendo. Pero no se puede decir que esta reforma sea perfecta, porque ha copiado parte del modelo anglosajón, que a mi modo de ver tiene algunas debilidades. Cabría haber sido más selectivos, es decir, tomar en cuenta las partes buenas y conservar lo que funcionaba bien del sistema europeo que ya existía.

Ahora toca crear procesos de calidad, en los que las tecnologías propicien metodologías que movilicen la enseñanza y el aprendizaje. Ello implica un profesorado competente, no sólo en el manejo, sino también en la aplicación que se puede hacer de ellas. De hecho, los chicos o chicas suelen tener un mayor dominio de estas herramientas, pero ello no quiere decir que el profesorado no pueda aportarles formación sobre como usarlas. Por ejemplo, los jóvenes piensan que la información que obtienen en Internet es siempre real y veraz, lo cual no es cierto. Y ahí es donde necesitan el apoyo de un experto que le ayude a seleccionarla y a tratarla.


Sí. Hay que equilibrar la faceta investigadora con la docente. Ambas deben marchar de la mano, porque a la enseñanza debe alimentarse, en parte, de la investigación que lleva a cabo el propio profesor y de la de los demás. Pero además, el profesorado debe tener un sentido de responsabilidad social, o como más me gusta llamarlo, compromiso social, porque si no asume esto, difícilmente podrá llevar a sus estudiantes a desarrollar este sentimiento con la comunidad, que por otra parte es una de sus funciones.

Histeria:La Bestia Negra

Hay tantos títulos sugerentes para comenzar a hablar de aquella “época dorada de la histeria” que es difícil elegir. Todos los arriba anotados parten de la misma fuente: La invención de la histeria de Didi-Huberman. El libro no tiene desperdicio, ni su contenido ni el estilo de su prosa, elegante y rica en sugerencias, aunque en ocasiones se obceque en una idea y la rodee hasta agotarla.

Muy al principio, Didi-Huberman habla de este período como un capítulo de la historia del arte cercano a la pintura y al teatro, donde médicos insaciables provocan, retratan y archivan imágenes de la histeria en colaboración con supuestas histéricas que lo consienten y exageran la teatralidad de sus cuerpos.

Los niños la persiguen a pedradas, como si fuera un mirlo. Los hombres la siguen con la mirada.
[Lautreamont]

Todo pasa por la fotografía, es la medicina de la belle époque donde todo tiene un estilo propio, y se ampara en una ingenua creencia: la sinceridad del medio fotográfico.

La estela del romanticismo francés parece enredar también a estos científicos-artistas-voyeurs a la caza de lo sublime. Entre otras cosas en su mirada clínica que une vida y muerte: que anticipa sobre cuerpos vivos los resultados de una futura autopsia. Al parecer el método anatomoclínico del célebre Charcot consistía en estudiar con precisión los síntomas del paciente para, a su muerte, localizar en el cerebro las lesiones que habían provocado los síntomas.

¿Por qué persiguieron los hombres de ciencia la histeria? La bestia negra, como la llamaba Freud.

“La histeria fue, durante largo tiempo, la bestia negra de los médicos, puesto que representaba, para todos, un miedo enorme: pues era una aporía convertida en síntoma. Ahora bien, ese síntoma era el síntoma de ser mujer: así de burdo; y todo el mundo lo sabía. Ustéra: lo que está completamente detrás, en el fondo, en el límite: la matriz. La palabra “histeria” aparece por primera vez en el aforismo trigésimo quinto de Hipócrates, en el que se lee: “En una mujer atacada de histeria, o que tiene un parto difícil, el estornudo que le sigue resulta favorable”. Esto significa que el estornudo coloca el útero en su lugar, en su verdadero lugar, significa que el útero tiene la capacidad de desplazarse. Significa que esta especie de “miembro” propio de la mujer es un animal.


El Estado De Ansiedad


La ansiedad me paraliza. Tengo muchas obligaciones que debería estar cumpliendo ahora mismo, pero no puedo y siento que no puedo avanzar. Cuantas más crece la lista de tareas pendientes, más me cuesta ponerme a ello. Así, saber que todo lo que tengo que hacer se me acumula me causa aún más preocupación.

Esto es algo muy común, a veces la ansiedad se presenta de una manera un tanto paradójica, y es que, tener una alta carga de trabajo puede agobiarnos hasta el punto de no saber por dónde y cómo empezar. Es la pesadilla que se muerde la cola, a más obligaciones, más ansiedad… y a más ansiedad, más dificultad para ponernos en marcha.

Una buena idea para dar el primer paso será cortar el círculo vicioso que nos envuelve en una espiral de estrés y preocupación sin salida. Relájate, respira hondo y organízate. Lo primero, ¿qué es lo más importante que tienes que hacer?. Una vez hagas una lista de prioridades para poder afrontar lo que te viene encima, ponte en marcha.

En ocasiones es necesario no puedes esquivar a las situaciones estresantes y no te queda más remedio que afrontarlas. Así, te propongo que diseñes de manera inteligente dicho afrontamiento. Piensa que antes de abordar un problema de ansiedad grave, es importante que identifiques la forma en la que se presenta la ansiedad acudiendo a la consulta de un profesional.

Los síntomas de ansiedad pueden presentarse con diferente frecuencia, de una forma variada y ser desencadenados por diferentes factores. Por ejemplo, si los síntomas se presentan en forma de crisis repentinas en las que los síntomas aparecen de forma aguda y con intensidad podría tratarse de un trastorno de angustia.

En casos graves es posible que el profesional aborde el problema con tratamiento farmacológico con benzodiacepinas. Pero también hay otras terapias psicológicas que pueden ayudar a manejar situaciones estresantes y que provocan ansiedad. Como la psicoeducación para detectar síntomas como la ansiedad anticipatoria. También, el entrenamiento en técnicas de relajación o técnicas cognitivo-conductuales que ayudan a valorar el riesgo real de amenaza.

El trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por un estado de ansiedad y preocupación crónico, que dura más de seis meses. Además, la persona no lo puede controlar y lo percibe como excesivo, y se presenta y se manifiesta en forma de síntomas diversos:
Fatiga.
Irritabilidad.
Tensión muscular.
Insomnio.
Dificultad de concentración.
Inquietud.
Existe una capacidad reducida para afrontar las situaciones estresantes y una actitud hiper vigilante que lleva a magnificar la importancia de sucesos menores, por lo que incluso eventos normales pueden causar una gran preocupación. Se ha relacionado la vulnerabilidad a este trastorno con la existencia de relaciones de apego inseguro durante la infancia.

Las personas que la padecen, utilizan la preocupación como estrategia de defensa para evitar efectos negativos intensos. Así, Preocupándose por amenazas poco realistas evitan tener que afrontar problemas más reales y que no quieren tener que hacer frente. La adquisición de estrategias para detectar las preocupaciones realistas y afrontar los problemas cotidianos se puede realizar con técnicas cognitivo-conductuales.

La ansiedad puede ensombrecer nuestro potencial, frenarnos en nuestro desarrollo personal y profesional. A veces toca elegir, afrontar situaciones nuevas que supongan un desafío, pero que nos permiten alcanzar logros importantes. O lo que puede parecer más sencillo, quedarse en la zona de confort y así evitar la incertidumbre que tanto nos perturba.

No dejes que la ansiedad te impida conseguir todo aquello que desees. El miedo al fracaso es uno de los factores que pueden detenerte y vivir de una manera “cómoda”, sin arriesgar. Pero… ¿compensa? Probablemente no. Trabajar la tolerancia a la frustración, el afrontamiento de situaciones estresantes y la aparición de la ansiedad anticipatoria es crucial.


El camino al éxito nunca es un camino de rosas, pero en ese camino podemos aprender de los obstáculos y superarlos. Una forma de afrontar los retos que se te presentan a lo largo de la vida rebajando la ansiedad, es marcarte unas metas realistas. Asumir tus limitaciones y potenciar tus habilidades puede llevarte tan lejos como desees.

Lo Mejor De Cada Uno

Hace unos días regresaba a casa por la noche después de impartir una sesión de formación. Era tarde, estaba cansado y decidí tomar un taxi para ganar tiempo y llegar antes a mi casa para poder descansar. 

Después de darle las indicaciones al taxista, me puse a consultar mi correo electrónico ya que había estado desconectado desde mediodía. Cuando hacía sólo unos segundos que estaba en ello, el taxista me dijo: “disculpe, ¿le molesta esta música de fondo? ¿Prefiere estar en silencio?”. Por un momento busqué su mirada a través del retrovisor interior del vehículo para ver si realmente había escuchado esas palabras, o eran fruto de mi imaginación influida por el cansancio acumulado. Cuando nuestros ojos estuvieron en contacto, le agradecí su interés y le dije que estaba bien así. Era la verdad. Al cabo de unos instantes se disculpó por interrumpirme de nuevo para preguntarme si me sentía cómodo con la temperatura en el interior del vehículo. Nuevamente le agradecí su interés en mi confort. 

Ante tales atenciones decidí expresarle mi sorpresa y agradecimiento por atenderme tan bien. Lo que me dijo a continuación me dejó helado. “Mi hijo pequeño dice que su padre no es un taxista, dice que su padre se dedica a ayudar a la gente. Dice que ayuda a personas mayores a subir a su casa en lugar de dejarles en el portal del edificio donde viven, que ayuda a las personas a llegar a tiempo a reuniones importantes, a que puedan trabajar tranquilos mientras se desplazan de un lugar a otro…”. 

Y aunque la conversación que siguió a continuación resultó ser de gran interés, voy a centrarme en este último comentario. 


Efectivamente, alguien que se interesa en saber si en su taxi los clientes están cómodos, alguien que se esfuerza por empatizar con ellos, es alguien que demuestra con sus acciones un nivel de esfuerzo, de compromiso y de motivación muy potentes. Si comparo a este profesional con otro de su mismo sector, podré ver y encontrar algunas, o muchas, diferencias en sus maneras de hacer, en sus acciones. De igual manera, podemos fijarnos todos los días en un gran número de personas que nos rodean.

Podemos fijarnos en cómo hacen lo que hacen. Todo lo que nos llega de los demás nos llega a través de la acción. De esta manera, podremos ver si esa persona que tenemos delante está o no comprometida con su desempeño, o simplemente está ahí como podría estar en cualquier otro sitio haciendo cualquier otra cosa, y veremos también si se esfuerza o no lo hace a través de sus acciones.

Para poder llegar al compromiso y al esfuerzo previamente necesitamos estar auto-motivados, y eso sólo lo vamos a conseguir desde una clara convicción de lo que hacemos y desde un potente deseo por eso que hacemos. Nadie tiene el don de motivar a alguien más que a sí mismo. Por esto dejo claro que la responsabilidad principal de nuestra motivación sólo reside en nosotros mismos. 

Y los cimientos que soportarían toda esta torre, cuya parte más alta y visible la ocuparía la acción, corresponden al sentido, al “para qué” hacemos lo que hacemos. El tener o no tener claro esto determinará el desempeño (“cómo”) de lo que hacemos (“qué”). El sentido debería ser siempre el potente motor de nuestras acciones. En el caso del taxista, su sentido es ayudar a las personas y la forma en que hoy lo hace es ejerciendo su rol de taxista empatizando al máximo con las necesidades de sus clientes. 

Antoine de Saint-Exupéry, el célebre autor de El Principito, escribió en uno de sus relatos: “Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho”. Quizás de una manera más trascendente esta cita atribuida a Mark Twain también nos muestra el peso que debe tener el sentido en nuestras acciones: “Los dos días más importantes en la vida de una persona son el día que nace y el día que descubre para qué nació”. Lo realmente importante de esto no es que nos sirve para ver y fijarnos en cómo actúan los demás ante nuestros ojos, sino que debería servirnos como toque de atención para ver que, de igual manera, también nuestras acciones llegan a los demás mostrando nuestro nivel de esfuerzo, nuestro compromiso y nuestra capacidad para motivarnos a partir de nuestro nivel de convicción y de nuestro deseo respecto a nuestras acciones. 

Está claro que esto no sólo es válido al hablar del entorno profesional. También sirve para nuestro ámbito personal. Y aunque algunas veces las circunstancias que nos rodean a todos no sean ni fáciles, ni las más oportunas o agradables, somos nosotros los que tenemos la capacidad de decidir qué vamos a hacer con tales circunstancias y cómo vamos a interactuar con lo que nos venga dado. 

Asumir Consecuencias

Los seres humanos, algunos en ciertas etapas, otros en todas las etapas de desarrollo de la personalidad, presentamos un patrón de comportamiento mediante el cual tendemos a evadir y no asumir responsabilidad sobre las consecuencias de nuestros actos, adjudicando dicha responsabilidad a otras personas.

Cuántas veces hemos sido testigos de situaciones en las cuales un(a) estudiante, independiente del nivel que curse, cuando las calificaciones son bajas o reprueba, se justifica argumentando que el o la docente le tenía inquina o no explicaba bien. En vez de reconocer que no había estudiado o no dedicó la atención debida a la clase, recurre a la justificación y responsabilizar al o la docente.

Cuando una persona no tiene empleo, quizá busca y no encuentra, o cuando es despedida de su trabajo, en ambos casos muy difícilmente acepta que ello se debe a que no cumple los requerimientos del cargo que busca, o no llenaba las expectativas de los empleadores. En estas circunstancias recurre a señalar a otras personas, argumentando que gestionan para que no les den empleo o para que los despidan.

Los ejemplos son innumerables, porque este patrón de comportamiento se manifiesta independiente de raza, credo religioso, sexo, edad, capacidad económica, preparación académica, etc., es decir, no tiene fronteras. Pareciera que tiene raíces genéticas y es afinado en la vida cotidiana.
           
Dicho patrón de comportamiento está presente desde siempre; la Biblia, en el libro de Génesis 3:11-13, relata que cuando Adán desobedece a Dios y Este le pregunta "¿qué has hecho?", él responde: la mujer que me diste por compañera me dio del fruto prohibido, y entonces yo comí. No asumió su responsabilidad, por el contrario, recurrió a culpabilizar primero a quien le había dado la vida, y luego a la mujer que era sangre de su sangre y huesos de sus huesos.

En la vida las decisiones que se toman y las acciones que se ejecutan son innumerables, y en muchas de ellas se rehúye asumir responsabilidad sobre las consecuencias y se opta por achacar culpabilidades a terceras personas, muchas veces por temor a señalamientos, represalias o castigos.

Culpabilizar no permite enmendar errores, en el tanto, es un mecanismo mediante el cual las personas se tapan los ojos para no ver y negarse a aceptar la autoría de los desaciertos cometidos.
Cada quien es responsable por su presente y su futuro. Hay que tener presente que las actuaciones, correctas o incorrectas, no son más que una siembra, la cual, a la corta o a la larga, dará fruto bueno o malo.

Aceptar la responsabilidad de los errores, fracasos y principalmente las consecuencias, prepara a la persona a entender el para qué de lo que ocurre en su vida, así mismo, fortalece el carácter con humildad y  crea condiciones para nuevos retos y ser asertivo(a) en lo que se emprende.


Si se pidiera que levanten la mano quienes han presentado ese patrón de comportamiento, 
posiblemente la gran mayoría las levantaríamos. Por lo tanto, dispongámonos al cambio y erradicarlo de nuestro comportamiento.