lunes, 8 de abril de 2019

Las Emociones


 Una emoción es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influidos por la experiencia.

En el ser humano la experiencia de una emoción generalmente involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que utilizamos para valorar una situación concreta y, por tanto, influyen en el modo en el que se percibe dicha situación.

Durante mucho tiempo las emociones han estado consideradas poco importantes y siempre se le ha dado más relevancia a la parte más racional del ser humano. Pero las emociones, al ser estados afectivos, indican estados internos personales, motivaciones, deseos, necesidades e incluso objetivos. De todas formas, es difícil saber a partir de la emoción cual será la conducta futura del individuo, aunque nos puede ayudar a intuirla.

Apenas tenemos unos meses de vida, adquirimos emociones básicas como el miedo, el enfado o la alegría. Algunos animales comparten con nosotros esas emociones tan básicas, que en los humanos se van haciendo más complejas gracias al lenguaje, porque usamos símbolos, signos y significados.

Cada individuo experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores, aprendizaje, carácter y de la situación concreta. Algunas de las reacciones fisiológicas y comportamentales que desencadenan las emociones son innatas, mientras que otras pueden adquirirse.

Charles Darwin observó como los animales (especialmente en los primates) tenían un extenso repertorio de emociones, y que esta manera de expresar las emociones tenía una función social, pues colaboraban en la supervivencia de la especie. Tienen, por tanto, una función adaptativa.

Los humanos tenemos 42 músculos diferentes en la cara. Dependiendo de cómo los movemos expresamos unas determinadas emociones u otras. Hay sonrisas diferentes, que expresan diferentes grados de alegrías. Esto nos ayuda a expresar lo que sentimos, que en numerosas ocasiones nos es difícil explicar con palabras. Es otra manera de comunicarnos socialmente y de sentirnos integrados en un grupo social. Hemos de tener en cuenta que el hombre es el animal social por excelencia.


Todas las personas nacemos con unas características especiales y diferentes, pero muchas veces la manera que tenemos de comportarnos o de enfrentarnos a los retos de la vida son aprendidos. Desde pequeños podemos ver como para un niño no está tan bien visto llorar y expresar sus emociones como en una niña, además a los varones se les exige ser más valientes, seguros de sí mismos.

También podemos observar como, según las culturas, las mujeres son menos valoradas, tanto en el ámbito personal como en el laboral, lo cual es el origen de opresiones y malos tratos. Todo esto lo adquirimos sin darnos cuenta ya desde el momento en que venimos al mundo: nos comportamos como nos han “enseñado” a comportarnos. Quererse a uno mismo, ser más generoso con los demás, aceptar los fracasos, no todo depende de lo que hemos heredado, por lo que hemos de ser capaces de seguir aprendiendo y mejorando nuestras actitudes día a día, aprender a ser más inteligentes emocionalmente, en definitiva a ser más felices.

domingo, 7 de abril de 2019

La Fuerza De Voluntad

¿Cuántas veces a lo largo de nuestra vida nos habremos planteado algún objetivo, una meta que queríamos alcanzar? Sin duda, muchas veces.

En algunos momentos hemos querido unas cosas; y en otros, otras diferentes. Pero siempre hay algo que deseamos conseguir. Eso es lo sano…el problema sería que nunca tuvieras ningún sueño que hacer realidad. Claro que, unas veces lo has conseguido: otras en cambio, has abandonado esa idea que tenías.

Estoy hablando de cualquiera de esos objetivos que por regla general, nos ponemos cuando empieza el año; cuando comienza el verano, o cuando éste acaba. Ir al gimnasio al menos tres veces a la semana, perder cinco kilos, aprender idiomas o estudiar para unas oposiciones. Y, la frase más repetida cuando se ha abandonado la idea de obtener ese objetivo suele ser “es que no estoy motivado”.

Bien pues, imagínate esta situación.
Te has propuesto, como decía antes, ir al gimnasio tres veces a la semana, como mínimo. Pero, llegas una tarde a casa, después de un día no demasiado bueno. Te has encontrado con un atasco de tráfico interminable; uno a la ida y otro a la vuelta. En el trabajo no te has parado ni un segundo, casi no pudiste ni desayunar con calma. Tu jefe estaba de un humor de perros y te ha caído una bronca; que seguramente no te merecías.

Llegas agotado y te sientas en el sofá, querías ir al gimnasio, pero…. Después de pensarlo, te obligas, te levantas, te cambias de ropa y te vas. Desde luego, en esta situación, no ha sido la motivación lo que ha hecho que finalmente acudieras a tu cita con el gimnasio. Sin duda, ha sido tu fuerza de voluntad la que ha actuado.

Solemos decir eso de que no hacemos algo porque no estamos motivados; como si la motivación fuera lo único que puede hacer que nos pongamos en movimiento. Y no es cierto; para algunas cosas, tendremos que utilizar ese músculo que se llama voluntad.

Se puede definir la motivación como ese proceso que hace que empecemos y mantengamos una acción, con el propósito de alcanzar un objetivo; o bien de satisfacer una necesidad que tenemos. La motivación es un estado emocional que se activa cuando tenemos una buena razón para actuar, para movernos. Un estímulo que puede ser externo o interno; y que nos sirve como recompensa.

Cuando tenemos un motivo lo suficientemente fuerte, este hará que actuemos casi sin pensarlo; sin que necesitemos ni un gramo de voluntad. Es una especie de impulso que nos lleva a hacer algunas cosas sin que nos requiera demasiado esfuerzo; y que nos ayudará a conseguir un objetivo, una recompensa.

Pero, esa motivación no estará al mismo nivel todos los días, ni siquiera a todas horas del día; es muy variable e impredecible. Porque existen muchos factores a nuestro alrededor, y también dentro de nosotros mismos, que van a hacer de la motivación algo muy inestable. Dicho de otra forma: si te has propuesto ir al gimnasio tres veces a la semana, habrá unos días que estarás motivado para ello porque te sentirás bien; pero sin duda, otros días tendrás que usar tu voluntad para no faltar.


Y, si la motivación depende de nuestro estado emocional y por tanto es impredecible, la voluntad en cambio es bastante más estable; porque no va a depender del estado emocional en el que estés, sino que dependerá de ti mismo.

Ilusiones

Etimológicamente el término proviene del latín ilusio. Se trata de una distorsión de la comprensión de la realidad, que ocurre por diferentes razones. La ilusión puede afectar desde un solo sentido como la visión (ilusión óptica) al mismo tiempo, hasta incluso manifestarse al mismo tiempo en varios o todos ellos.

Las ilusiones pueden ser producto de estímulos externos reales mal interpretados por nuestros órganos sensoriales, por ejemplo, se podría tener la sensación de escuchar algún ruido (ilusión auditiva) sin que en realidad algún sonido ocurriese, o en la penumbra se podría tener la percepción de estar visualizando una figura cualquiera, producto muchas veces de nuestra imaginación, y solo estar viendo un montón de ropa sucia por ejemplo, las ilusiones por tacto, olfato y gusto también pueden darse, aunque estas con mucha menos frecuencia para individuos psicológicamente sana.

Los espejismos son un ejemplo de las ilusiones ópticas, que tienen la particularidad de ser experiencias sucedidas a plena luz del día, haciendo que el ojo humano detecte en el suelo lejano una especie de líquido similar al agua cuando realmente esta no está realmente allí. 

En el español esta palabra se emplea para denotar deseos positivos que albergan la esperanza de conseguir algo, siendo el único idioma para el cual aplicaría este uso. En el ámbito de la psicología y la psiquiatría, se estudian más profundamente las ilusiones que puedan tener los individuos que padecen de ciertas patologías, como la psicosis, las disociaciones de pensamiento, y la esquizofrenia como las principales a ser consideradas, ya que para las personas con estos padecimientos y sus semejantes adyacentes, estas ilusiones pueden resultar algo delicado con respecto a su propio bienestar, tanto físico como emocional.

Existen como por ejemplo ilusiones de características totalmente realistas para quienes padecen de esquizofrenia, teniendo la certeza de haber escuchado conversaciones que nunca se pronunciaron o tener visiones de cosas que realmente no están ocurriendo. También existen las ilusiones por causa de delirios, que pueden ser ocasionados por alguna otra patología no necesariamente psíquica, como personas que cuando les sube mucho la temperatura corporal experimentan episodios de ilusiones muy vividas. El uso de sustancias psicotrópicas también desencadena en algunos casos ilusiones sensoriales de todo tipo, desde ver cosas que no están allí, así como verlas de una forma distorsionada, sentir humedad en un ambiente seco etc. 

Por otro lado en el mundo del espectáculo muchos han perfeccionado el arte ilusorio, para hacer creer a sus espectadores que son capaces de recrear momentos donde la lógica física no entra en manifiesto, magos de oficio ,etc.



Determinación

Imagínate que un buen día consigues ese sueño que se te resiste o superas una dificultad que ahora te parece un imposible. Puede ser desde lanzarte a ese proyecto que te da miedo, ir de una vez por todas al gimnasio o mandar al carajo una relación que te tiene frito o frita. Lo que tú desees. ¿Sería más fácil de conseguir si despertaras en ti una fuerza que hiciera que nada te frenara? La buena noticia es que esa fuerza interior existe. Es poderosa, inconformista, no repara en lo que otros piensan y potencia tus fortalezas para que alcances cosas increíbles. Esta fuerza es la de tu determinación.

Tener la determinación de hacer algo es mucho más enérgico que tomar una decisión o querer algo. Significa que nada te para o que te pones el mundo por montera si hiciera falta. Por eso, no es de extrañar que los líderes, que las personas que han logrado grandes objetivos o que tienen una capacidad extraordinaria de aprender tengan una fuerte determinación, según investigaciones de Harvard.

Como indica la etimología de la palabra, incluye tres conceptos (de-termin-acción): Orientación, hacia dónde queremos ir; terminar con una situación que no nos gusta y ponernos las pilas para conseguirlo. Nacemos determinados; pero nuestra educación, el miedo o la búsqueda de la seguridad nos anestesian. Pero podemos despertarla. Para ello, hemos de dejar de dar tantas vueltas a la cabeza y atrevernos a entrar en otros espacios más sutiles. Lugares aparentemente más “locos”, un tanto prohibidos, pero profundamente poderosos: el deseo genuino y la convicción.

La determinación es la fuerza que te permite conquistar sueños o afrontar situaciones difíciles. Es una fuerte decisión de continuar pase lo que pase, y que te ayuda a sentirte pleno con lo que realizas.

Cuando tenemos la determinación de hacer algo, sea lo que sea, nos hemos conectado con el deseo genuino de ser nosotros mismos. Cuando alguien encuentra su vocación, es capaz de luchar contra viento y marea para lograrlo, aunque no hace falta ser vocacional para conectar con el deseo genuino.

Que quieras algo mucho, mucho, no significa que vayas a conseguirlo. 

El deseo es el primer paso, pero necesita su pareja de baile: la convicción, es decir, buscarte la vida para conseguir tu sueño.

Superación


La Superación Personal, también llamada Crecimiento o Desarrollo Personal, es un proceso de transformación y desarrollo, mediante el cual, una persona  adopta nuevas formas de pensamiento, que le permiten tener nuevos comportamientos y actitudes, que mejoran su calidad de vida.

Ese proceso de transformación lleva literalmente a las personas desde un estado en el que pueden estar enojadas, deprimidas o tristes a uno totalmente nuevo en el que las personas se vuelven alegres, enamoradas y con mucha pasión por lo que hacen. A su vez, el mejoramiento del estado emocional les permite cambiar hábitos como dejar de fumar, dejar el alcohol o las drogas, bajar de peso, conseguir un mejor trabajo, ganar más dinero, elevar su autoestima, conseguir pareja y mejorar sus relaciones familiares o de pareja, entre otros beneficios.

La suma de los pensamientos de una persona es lo que determina su carácter y al igual que una planta brota de una semilla, cada acción de un hombre o mujer, brota de las semillas invisibles de su pensamiento. Por esta razón, nuestras vidas son simplemente el reflejo de nuestros pensamientos predominantes.

Un carácter admirable no es asunto de azar o de favor, sino el resultado natural de un constante esfuerzo en albergar los pensamientos correctos. Por el contrario, un carácter poco noble o desagradable, es el resultado de pensamientos viles albergados continuamente.

Dada la importancia de los pensamientos, cabría preguntarse ¿Cómo es que llegamos a pensar lo que pensamos? y la respuesta a esta interrogante se encuentra en lo que se denomina, Sistema de Creencias o Caja de Creencias, que es el marco de referencia desde el cual respondemos a los acontecimientos diarios. 

Este Sistema de Creencias, está formado por todas aquellas ideas que hemos ido adoptando como nuestras a lo largo de nuestra existencia. La mayor parte de estas ideas, las adquirimos en nuestros primeros años de vida de una manera subconsciente y reflejan los pensamientos de la gente más cercana a nosotros como nuestros padres, hermanos, amigos, maestros, etc.


Si las creencias adoptadas durante nuestra niñez son positivas y estimulantes, nos impulsarán al éxito. Por el contrario, si dichas creencias son negativas o incorrectas tendremos dificultades.

Memoria Selectiva

La memoria selectiva es un fenómeno que se utiliza de forma popular para justificar por qué una persona puede acordarse muy bien de una cosa y haber olvidado por absoluto otros sucesos.
¿Por qué alguien puede ser capaz de recordar el aroma del perfume que usaba su abuela hace 20 años pero es incapaz de acordarse de lo que ceno el domingo pasado?

La respuesta a esta pregunta es sencilla. La memoria funciona de una forma selectiva. Es decir, no recuerda toda la información que capta de la misma forma.

De este modo, ciertos elementos pueden almacenarse muy profundamente en la mente de las personas y recordarse a la perfección. En cambio otros aspectos pueden no memorizarse bien y olvidarse con facilidad.

Estas características de la memoria humana ponen de manifiesto que la memoria selectiva no es un tipo determinado de memoria. Más bien todo lo contrario, el proceso amnésico es selectivo.

Con el objetivo de comprender qué es la memoria selectiva y por qué las personas recuerdan más unos elementos que otros, en el presente estudio se revisan las características selectivas de los procesos de memorización.

Así mismo, se argumentan muchas de las cuestiones de interés científico que han surgido a raíz del descubrimiento de la memoria selectiva. ¿Qué es lo que se olvida? ¿Qué es lo que se recuerda? ¿Cómo funciona la memoria? ¿Memorizar ocupa lugar?

Los procesos de memoria de los seres humanos están en continuo funcionamiento. Estos no descansan y trabajan durante todo el día para nutrir el pensamiento de las personas.

Del mismo modo, los sentidos captan de forma permanente una infinidad de estímulos. Ya sea a través de la vista, el olfato, el tacto o el oído, la cantidad de información que llega al cerebro durante un día resulta incontable.

De hecho, si alguien trata de recordar por la noche la información que ha captado durante el día, le será totalmente imposible acordarse de todos los elementos percibidos.

Esta situación se explica y se justifica a través de la selectividad de la memoria. El cerebro humano es incapaz de almacenar y recordar todos los elementos que capta. Así mismo, mucha de la información que se percibe resulta irrelevante para la vida de las personas.

¿De qué color era la tapicería del taxi que has tomado esta tarde? ¿Cómo eran los pendientes de la vendedora de la tienda donde has ido a comprar? ¿Qué bolígrafo has utilizado esta mañana en la oficina?

Todos estos ejemplo son elementos que se olvidan con facilidad debido a la memoria selectiva. El cerebro interpreta esta información como irrelevante, por lo que a no ser que aparezca un estímulo que capte la atención, no se suele recordar.

De este modo, se concluye que la memoria es selectiva porque el cerebro humano no puede acordarse de todo. Tiene que recibir y filtrar la información para quedarse con aquella especialmente importante y obviar la irrelevante.

La identidad no es una versión comprimida de los acontecimientos que ha vivido un individuo principalmente gracias a la memoria selectiva. Esta permite filtrar qué experiencias pasan a formar parte del pensamiento y la forma de ser del individuo, y cuáles pasan a formar parte del olvido.

Esta importante característica de la memoria selectiva vuelve a poner de manifiesto su estrecha relación con los sentimientos y las motivaciones de las personas.


La memoria selectiva se encarga de almacenar esos recuerdos que están ligados con los valores, las necesidades y las motivaciones propias que definen a la personas y caracterizan su forma de percibir las cosas.

Soy Todo Yo

Las palabras son símbolos de una ilusión. Cuando hablo siento el aspecto limitante de mis palabras. Cada palabra y cada definición es una separación de lo que soy. “Bueno o malo” es una perspectiva. “Claro u oscuro” es un juego. No hay separación entre mi yo consciente y mi subconsciente. Soy uno solo. El pasado y el futuro están afuera del punto, porque el único “punto” donde estoy es AHORA. El pasado y el futuro es ahora.

Trato de liberar mis oraciones de la esclavitud que supone la  ilusión de encerrar la eternidad infinita en un círculo de palabras:

Todo es uno. Uno es todo lo que soy. Soy uno.

Y, sin embargo, yo soy mi SER. Yo soy una conciencia existente, un momento a la vez, experimentando una de las infinitas facetas de la unidad definida como YO.

¿Soy un símbolo de una ilusión? ¿Soy una palabra, un sonido, un pensamiento de todos los posibles UNOS? ¿Qué soy yo?

El círculo se cierra en mi mente.

Soy uno. Uno es todo lo que soy. Todo es uno.


Disfrutar

Disfrutar
El cuerpo humano es el carruaje.
Los pensamientos son las riendas.
Los sentimientos son los caballos.
Y tú, la persona que conduce.
Querer es la voluntad que nos transporta a lo más alto de la montaña.
HOY, es un buen día para reconocer todas esa pequeñas cosas que quieres hacer en la vida y HACERLAS.
Una vez las hagas… serán grandiosas.



sábado, 6 de abril de 2019

La Necesidad De Saber


En todo momento de nuestras vidas nos encontramos lidiando con la incertidumbre. Si lo pensamos bien, nada está predeterminado y no podemos saber que es lo próximo que va a suceder. Sin embargo, en mayor o menor medida, sentimos que es posible predecir aquello que va a pasar.

Cuando una situación nos corre de nuestro eje, cuando avistamos que no hay una respuesta cerrada a todo, ¿cómo lidiamos con esto? Continúa leyendo el artículo y te contaremos por qué necesitamos siempre una respuesta, una relación causa-efecto y una certeza.

La Real Academia Española define la certeza como “el conocimiento seguro y claro de algo”. La incertidumbre nos inunda cuando perdemos la capacidad de predecir aquello que va a pasar o de explicar un hecho ocurrido. La incertidumbre nos deja en un lugar tan incómodo que, a lo largo de la vida, vamos encontrando y aprendiendo distintas maneras de lidiar con ella. Los niños son un claro ejemplo de esto, ya que les hacen repetir a sus padres y tíos las mismas historias una y otra vez, miran la misma película repetidas veces y los juegos tienen siempre uno de dos o tres finales que ya han jugado con anterioridad. ¿A qué se debe esto?

La ansiedad que produce no saber cómo va a terminar una historia, hace que los niños prefieran ver siempre la misma, esto los tranquiliza, les permite no encontrarse con la pregunta de qué va a pasar. Ya como adultos, aprendemos a manejar la ansiedad que produce el no saber. Sin embargo, sepámoslo o no, estamos siempre buscando una respuesta.

Se llama cierre cognitivo a la necesidad psicológica que tenemos las personas de encontrar una respuesta firme a una pregunta o situación y a la aversión que tenemos hacia la ambigüedad. Implica una tendencia activa a buscar la información que falta para poder obtener una explicación clara de los hechos. Creemos que no nos conformamos con la primera explicación que nos dan, pero estamos muy a gusto cuando podemos ubicar un efecto derivado de cierta causa.

Uno de los principales investigadores dedicados a este tema es Arie Kruglanski, que desarrolló en los años noventa un cuestionario de 42 preguntas que permite medir el grado de necesidad de dar un cierre cognitivo que cada persona tiene. En algunos casos es tan fuerte la necesidad de dar una respuesta cerrada a una situación que se dejan afuera casi todos los factores e indicadores, excepto aquellos que uno quiere ver.

Otros investigadores han encontrado que hay una necesidad innata en el hombre de creer que hay una correlación directa entre causa y efecto. Lo más sorprendente es que tan dispuestos estamos a esa creencia, que muchas veces aceptamos correlaciones de causa- efecto tan débiles que bordean la incoherencia.

Las personas con un grado más alto de necesidad de cierre cognitivo prefieren las situaciones predecibles, correr menos riesgos y buscan encontrarse con la menor cantidad posible de situaciones  ambivalentes. Tienden a elegir la respuesta más simple, aquella que parece la más lógica y que cierra perfecto con la situación.

Por el contrario, aquellas personas con una alta tolerancia a la incertidumbre se permitirán encontrarse en situaciones que cuestionen un poco más las bases de aquello que creen. Además, tienen la capacidad de sentirse cómodos en situaciones que no están completamente definidas, con menos reglas y que impliquen el uso de una mayor creatividad para su resolución.


Ciencia Y Tecnología



Desde los orígenes de la humanidad que el conocimiento es un tema central en la forma de vida. Las primeras civilizaciones hicieron uso y registro de sus conocimientos por diferentes tradiciones y mecanismos, los cuales institucionalizaron la existencia de la ciencia y tecnología que entendemos hoy, sin que fueran llamadas así. En las civilizaciones china y egipcia, se le otorgó relevancia a la tecnología por sobre a la ciencia, siendo esta una primera manifestación sistemática de las culturas materiales. En contraste, la civilización griega tuvo un enorme foco en la reflexión para acercarse a la comprensión de la realidad, estableciendo los cimientos de la filosofía y la ciencia moderna.

Los siglos posteriores a la caída de Roma y el auge del cristianismo (en occidente) y el islamismo (en Oriente) vincularon las búsquedas de la verdad a una explicación teológica y monista. No fue hasta el Renacimiento Europeo, cuando la Revolución científica(un periodo histórico dominado por la reflexión de la realidad con una base experimental) sistematizó y reinterpretó lo que se entiende como conocimiento. El surgimiento de la Royal Society en Inglaterra y de la Academia de Ciencias de Francia institucionaliza la ciencia con fines públicos. Durante el siglo XVIII la comunidad científica francesa le dio prioridad al desarrollo de la ciencia, bajo la creencia de que sólo lo que fuera conocido teóricamente sería confiable y tendría éxito.

La industrialización de la ciencia y la tecnología pasa por tres etapas a lo largo de la historia. La primera, el período amateur (entre los siglos XVII y XVIII, coincidiendo con la Revolución Científica). Durante esa época los científicos no están especializados pero, por otra parte, son autosuficientes económicamente. Aparecen las primeras asociaciones y comunicaciones regulares entre científicos. 

A esta fase le sigue un período académico (entre el siglo XVIII y la Segunda Guerra Mundial). Emergen entonces los primeros laboratorios privados de investigación y desarrollo. Los científicos se especializan y son subvencionados ahora por universidades pero manteniendo la independencia de acción respecto al poder político.

Por último, el período profesional o tecnocientífico (que abarca desde la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad, conocido como Big Science o Gran Ciencia). Hay un aumento del coste y escala de las investigaciones, que provoca la dependencia de científicos e investigaciones con las fuentes económicas del ejército, los estados y las industrias. Aparecen los primeros proyectos globales de investigación, haciéndose patentes los lazos entre conocimiento, innovación y cultura. La promoción de la ciencia y tecnología en relación a su impacto económico y social comienzan a orientar agendas políticas desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Actualmente el desarrollo de un país es medido sobre la base de lo que se dedica a ciencia y a tecnología, sin embargo, invertir en esos rubros no siempre asegura el enriquecimiento ni el progreso de un país.

Es en este último período en el cual se segregan los estudios de CTS de otros campos, como consecuencia de la necesidad de comprender rigurosamente las innovaciones tecnológicas y el conocimiento científico como un elemento de la cultura global, como un motor del desarrollo de las naciones, un agente democratizador de los ciudadanos y sus relaciones con los avances de la humanidad en materia tecnocientífica tras en un mundo globalizado.

Lo anterior trae como evidencia que las relaciones entre ciencia y tecnología a través de la historia han tenido una compleja evolución, donde inicialmente son comprendidas como una misma cosa; luego son consideradas como realidades independientes desde el surgimiento de las primeras civilizaciones hasta la edad moderna; 

Pero paulatinamente se van relacionando, hasta que a partir de la segunda revolución industrial, la tecnología es una ciencia aplicada; y actualmente se habla de tecnociencia, el cual amplia una mirada más profunda a la interacción entre ciencia y tecnología. 

Inmersos


Ante el actual e inevitable fenómeno de la globalización, el mundo ha cobrado velocidad de forma espectacular debido a los avances sin precedentes en la tecnología, las comunicaciones, la ciencia, el transporte y la industria. Entendemos este proceso como una consecuencia del progreso humano, sin embargo, lo consideramos caótico, ya que requiere ajustes y plantea retos y problemas importantes.

Es el momento de trabajar y reflexionar sobre lo que es necesario para que todos los países puedan beneficiarse de este fenómeno para favorecer y crear un sistema de sociedad más justo. Como punto de partida, educar en la creatividad puede ser una línea estratégica para educar al cambio y formar personas ricas en originalidad, flexibilidad, visión futura, iniciativa, confianza y autónomas para afrontar obstáculos y problemas que se les van presentando a lo largo de su vida escolar y cotidiana. 

Para conseguirlo, los profesionales del ámbito educativo debemos disponer y ofrecer las herramientas adecuadas para fomentar la innovación de nuestro alumnado. Es durante el proceso de enseñanza ­aprendizaje que se debe trabajar el desarrollo del talento de los niños y a la vez, otorgar un papel fundamental a la creatividad, ya que consideramos que ayuda a favorecer potencialidades y a lograr una mejor utilización de los recursos individuales y grupales durante la etapa educativa.
Partiendo de esta premisa, un rasgo importante a debatir, consiste en el hecho de que los sentimientos de miedo e inseguridad acosan cada vez con más fuerza en los ciudadanos/as.

Actualmente vivimos en una atmósfera de inestabilidad, la cual caracteriza la vida contemporánea y se traduce en una creciente propagación del miedo. En este contexto no podemos hablar de una educación creativa sin mencionar la importancia de una atmósfera creativa que propicie el pensamiento reflexivo y creativo.


Llegados este punto podemos afirmar que una educación creativa es una educación desarrolladora y autorealizadora, en la que no solamente resulta valioso el aprendizaje de nuevas habilidades y estrategias de trabajo, sino también el desaprendizaje de una serie de actitudes que en determinadas situaciones parecen estar establecidas o impuestas, lo cual dificulta el proceso para ser creativos o para permitir que otros lo sean.

La Desconexión Emocional

Hay momentos en la vida en los que tenemos malestar pero no logramos identificar su origen. En muchos casos, incluso, nos resulta imposible saber qué es lo que estamos sintiendo. No somos capaces de ponerle un nombre. Esto puede ser debido a que estamos desconectados de aquello que sentimos. Si queremos gozar de salud física y mental es muy importante que nos permitamos sentir, así como, dejar que esas emociones fluyan.

Las emociones siempre tienen su finalidad. De hecho, cuando se activa una emoción todo nuestro organismo se ve afectado de una manera u otra. Las emociones negativas tienen la finalidad de apartarnos de algo que nos desagrada. Las emociones positivas, por el contrario, nos acercan a personas o situaciones que nos hacen sentir bien, haciendo que nuestras mejores cualidades afloren.

La desconexión con nuestro interior es un mecanismo de defensa muy habitual. Se trata de una elección inconsciente con la que intentamos no sufrir. Podríamos decir que se trata de una protección para no enfrentarnos a nuevos fracasos, decepciones o diferentes heridas emocionales. Sin embargo, esta desconexión solo conseguirá apartarnos de participar de forma saludable en nuestra vida.

La desconexión emocional, en la mayoría de los casos, es inconsciente. En el proceso de sentir una emoción se diferencian varios pasos que, cuando hay desconexión, se cortan y se bloquean. Es durante esa interrupción donde suelen aparecer los mecanismos neuróticos característicos de cada persona.

No todo el mundo padece el mismo tipo de desconexión emocional. Hay personas que directamente no son capaces de sentir las emociones. En este caso, se está produciendo una represión de la emoción y, por lo tanto, la persona no sabe qué es exactamente lo que está sintiendo. Otras personas notarán una sensación pero no serán capaces de sentirla porque la censuran. Hay un tercer grupo en el que se encuentran las personas que, aunque son capaces de sentir la emoción, no son capaces de ponerle nombre.

Finalmente, habrá personas que si son capaces de reconocer, sentir, definir y expresar sus emociones pero no logran deshacerse de ellas. Aunque no lo parezca, esta también es otra forma de estar desconectados de la emoción.

¿Te preguntas alguna vez qué estás sintiendo? ¿Haces pequeñas pausas a lo largo del día para chequear tu interior? Seguro que no. Son muy pocas las personas, hoy en día, que son capaces de detener la frenética velocidad que todos llevamos. Sin embargo, esta sería la única manera de poder acceder a aquello que sentimos y a aquello que necesitamos de verdad.

Cuando vivimos desconectados de nuestro interior y envueltos en el ajetreo enloquecedor de nuestras vidas son muchas las cosas que se nos pasan por alto.

Muchas personas están cansadas, o incluso agotadas, y no son capaces de darse cuenta de ello. En otros casos, hay personas que sufren contracturas musculares, por ejemplo, y no se dan cuenta de que están tensos desde que se levantan hasta que se acuestan. Si pudieran conectar con aquello que sienten podrían ir aflojando y las molestias no aparecerían.

Nos hemos acostumbrado a no escuchar y a desatender nuestras necesidades. Vivimos sumergidos en un ritmo que nos descentra por completo. Confundimos, frecuentemente, deseos con necesidades o tener con ser. Todo esto no sucedería si tuviéramos más contacto con aquello que sentimos.


Los Inadaptados


“Este es un homenaje a los locos. A los inadaptados. A los rebeldes. A los alborotadores. A las fichas redondas en los huecos cuadrados.

A los que ven las cosas de forma diferente. A ellos no les gustan las reglas, y no sienten ningún respeto por el statu quo.

Puedes citarlos, discrepar de ellos, glorificarlos o vilipendiarlos. Casi lo único que no puedes hacer es ignorarlos.

Porque ellos cambian las cosas. Son los que hacen avanzar al género humano. Y aunque algunos los vean como a locos, nosotros vemos su genio.


 Porque las personas que están lo suficientemente locas como para pensar que pueden cambiar el mundo... son quienes lo cambian”

Compartir Lo Que Sabemos

¿Sabemos Compartir?
Hoy quiero comentar sobre el Compartir. Muchas veces nos cohibimos de compartir pensando que no tenemos nada que dar, que el dinero no nos alcanza, sin darnos cuenta que no solamente es algo material lo que podemos darle a otras personas.

Una palabra de aliento, compañía en la soledad, consuelo al enfermo o deprimido, en fin, son variados los modos en que podemos regalarle algo a otros y así de alguna manera devolverle al universo el regalo de la vida. Una de las cosas más valiosas que podemos dar o compartir es nuestro tiempo.

Resulta totalmente paradójico notar que en la era de la comunicación nos estemos muriendo de soledad. Entonces, regalemos nuestro tiempo, Mucha gente lo necesita.

Sin embargo, también es importante compartir lo que tenemos. Si tienes mucho, da mucho; si tienes poco da poco, pero da siempre. Eso sí, dar sin esperar algo a cambio. Cuando das esperando recibir algo te alejas de Dios, te alejas del Amor y anulas los beneficios de dar por el sencillo placer de hacerlo el cual nace del amor al ser humano.


Eso tiene nombre y apellido, se llama Ley del Dar y el Recibir o Ley de Causa y Efecto.

Civilización Y Barbarie

Filosofía
Civilización Y Barbarie
La civilización sólo puede entenderse a partir de la Barbarie. La “sustancia” de la Barbarie y de la Civilización es la misma: la “Cultura humana”. El tránsito de la Barbarie a la Civilización es un proceso necesario y determinista. La “Civilización” es la negación dialéctica de la Barbarie: ésta, a la vez que queda negada, resulta incorporada a la Civilización. La Barbarie la concebimos por medio de la forma lógica “Clase de clases”–cada una de las culturas bárbaras– generadas a partir de ciertas relaciones (no conexas, simétricas, etc.). Podemos pensar en un “esquema de transformación” que tenga la forma de negación de la configuración lógica (“Clase de clases”) en la cual se alcance una configuración lógica nueva: la “Clase de un solo elemento”. La Idea de Civilización se nos presenta entonces como la negación de la pluralidad de Culturas bárbaras, mediante la conversión de esta pluralidad en una única “Cultura universal” 

El advenimiento de la Civilización [432-435] –de la Historia– es un proceso progresivo cuya forma dialéctica es: la conexivización de las relaciones inter-culturales, a partir de la propagación de relaciones no-simétricas (dominación, explotación) sobre las cuales se pueden ir construyendo relaciones simétricas de más alto nivel material, y, con ellas, realizándose la transitividad de esa “identidad” que consideramos constitutiva de la sociedad humana. Gordon Childe ha subrayado dos criterios constitutivos, respectivamente, de Barbarie y de Civilización: la “revolución de la producción de alimentos” y la “revolución urbana”, que transformó la barbarie en civilización.

El concepto de cultura bárbara lo definiremos aquí como una symploké en la cual las relaciones constitutivas, si bien han alcanzado la simetría, no han alcanzado la transitividad y, por tanto, tampoco la reflexividad. Si utilizamos el esquema matricial de los géneros combinatorios combinado con el criterio de la transitividad, como mecanismo de transformación del nivel de barbarie al nivel de civilización, podemos obtener un conjunto de resultados interesantes. Gordon Childe, en su análisis, percibe un aspecto esencial del proceso: la necesidad de un excedente de reserva, en los poblados neolíticos, para poder alimentar a los “forjadores, artesanos o sacerdotes” especialistas full time. 

Pero es preciso considerar también el aspecto recíproco del proceso: que, aun cuando una comunidad haya llegado a un nivel demográfico y económico que le permite alimentar a equipos de especialistas full time, en cambio no puede absorber la totalidad del proceso especializado.


Esto obliga a pensar en la necesidad de que el forjador o el sacerdote viaje a otras comunidades. De este modo la Ciudad aparece como la “negación de una negación”: el aislamiento, la no transitividad, incluso intransitividad) de las comunidades que se mantenían “a la defensiva” o, a lo sumo, dispuestas a emprender agresiones físicas biológicas, pero no “agresiones culturales”, como puedan serlo el proselitismo religioso, o el comercio que busca nuevos mercados, es decir, que realiza la transitividad recurrente de una simetría.

viernes, 5 de abril de 2019

El Canto De Las Sirenas


“Cantos de sirena: frase utilizada para todas las situaciones que embelesan, seducen o arrastran a una persona por su magnificencia, grandiosidad o por sus perspectivas de futuro, cuando en realidad son falsas, simples rumores.”

El 15 bitácora, tras navegar cerca de la costa norte de Rusia: “Esta mañana, uno de nuestra tripulación vio una de junio de 1608, el capitán inglés Henry Hudson escribió esto en su cuaderno de sirena por la borda. Los marineros Thomas Hilles y Robert Raynar dijeron que, aunque el cuerpo era grande como el de un hombre, tenía espalda de mujer y senos, piel pálida, cabello largo y negro y cola de delfín moteada como una caballa”.

Desde antiguo, las sirenas han formado parte de la mitología. En Babilonia, hacia el 5.000 a. C., existía la creencia en Oannes, diosa con forma de pez. También en Siria se adoraba a la diosa de la Luna, Atargatis, muy parecida en imagen. Durante el siglo XIX y XX se las representaba según el canon romántico de la época, sentadas en rocas y peinándose de forma sensual los largos cabellos dorados.

 Pero si hay un rasgo que define a este ser mitológico, ese es, sin duda, el gran poder de seducción que se atribuía a su voz. El primero en relatar esa cualidad terrible fue Homero, en cuyo célebre libro de La Odisea, las describe como seres que “hechizan a todos los hombres que se acercan a ellas”, puesto que aquel que escucha su voz “nunca se verá rodeado de su esposa y tiernos hijos (…). Antes bien, lo hechizan estas con su sonoro canto, sentadas en un prado donde las rodea un gran montón de huesos humanos putrefactos, cubiertos de piel seca”.

 Esas voces eran lo que se conocía como el canto de las sirenas, una terrible amenaza a evitar por los marineros de la Antigüedad durante sus navegaciones por el Mediterráneo, pero una herramienta de marketing en la Edad Media, cuando numerosas tabernas utilizaron la figura de la sirena para adornar los carteles de las posadas, en la creencia de que así atraerían a más clientes.

 También en el siglo XIX algunos desaprensivos intentaron realizar negocio con las sirenas, cosiendo la parte superior de un mono con la mitad inferior de un pez y exponiendo el resultado en ferias, previo pago de una cantidad para poder presenciar ese fenómeno.


 Ahora se piensa que la creencia en ellas podría haber surgido del avistamiento de focas y manatíes, también llamados vacas marinas, animales hoy bien conocidos pero misteriosos en aquellos tiempos.

Coléricos

El colérico es de un temperamento ardiente, ágil activo, práctico y de voluntad fuerte que se tiene por autosuficiente y muy independiente. Tiende a ser decidido y lleno de opciones, y le resulta fácil tomar decisiones por su cuenta, y por cuenta de otros también. Al igual que el sanguíneo, el colérico también es extrovertido, pero es mucho menos intenso.

El colérico se encuentra a gusto con la actividad. Para él la vida es actividad. No necesita que el medio lo estimule; antes bien él estimula al medio que lo rodea con sus ideas, planes, metas y ambiciones inacabables. No se dedica a actividades que no tengan un propósito concreto porque tiene una mentalidad práctica y aguda, capaz de tomar decisiones o de planificar actividades útiles en forma instantánea y acertada. No vacila ante la presión de la opinión ajena, sino que adopta posiciones definidas frente a las cuestiones, y con frecuencia aparece organizando cruzadas contra alguna injusticia social o alguna situación subversiva.

Al colérico no le asustan las adversidades; más aún, éstas tienden a alentarlo. Su tenaz determinación generalmente le hace tener éxito donde otros fracasan porque él sigue empeñado en la tarea cuando otros se desalientan. El colérico es un líder nato, lo que los expertos en administración empresarial llaman un líder natural fuerte.

La naturaleza emocional del colérico es la parte menos desarrollada de su temperamento. No siente compasión por otros fácilmente, no lo demuestra ni lo expresa. Con frecuencia se siente incómodo frente a las lágrimas ajenas, o simplemente le disgustan, y en general es insensible a sus necesidades. Demuestra poco aprecio por la música y el arte. Preferentemente busca los valores utilitarios y productivos de la vida.

El colérico reconoce rápidamente las oportunidades y con igual rapidez descubre la mejor forma de sacarle provecho. Tiene una mente bien organizada, aunque suelen aburrirlo los detalles. Como no es muy dado al análisis, sino más bien a una estimación rápida, casi intuitiva, tiende a poner la mira en la meta que quiere alcanzar sin tener en cuenta las posibles trampas y escollos en el camino. Tiende a ser dominante y autoritario y usa a al gente sin vacilación a fin de lograr sus fines. A menudo se le considera oportunista.

Toda profesión que requiera liderazgo, motivación y productividad es adecuada para el colérico, siempre que lo le exija demasiada atención en cuestiones de detalles y planificación analítica. Generalmente le gustan las tareas de construcción porque es una actividad muy productiva y es frecuente que el colérico termine siendo capataz o supervisor.

El colérico es desarrollista por naturaleza sueña con construcciones y maquinarias abriendo caminos.
La mayoría de los financistas son coléricos. Formulan sus ideas y tienen ese espíritu de aventura que los lleva a lanzarse en direcciones nuevas. No se limitan tampoco a sus propias ideas; a veces oyen hablar de alguna idea progresista y ellos la toman como bandera. Sin embargo, una vez que el colérico ha iniciado un nuevo negocio, no es difícil que se aburra muy pronto a pesar del éxito, por dos razones; cuando el negocio crece bajo su dinámica dirección necesariamente surgen muchas cuestiones de detalle. Pero como los coléricos son malos delegando responsabilidad terminan haciéndolo todo ellos mismos. Cuando descubre que está tan ocupado que le faltan manos para hacerlo todo, opta por buscar a alguien que le compre el negocio. Es pues común, que un colérico inicie entre cuatro y diez negocios en el curso de la vida.

El colérico no es un perfeccionista sino un productor. Prefiere hacer veinte cosas con un setenta u ochenta por ciento de perfección a hacer unas pocas con un cien por cien.


El colérico tiende a desenvolverse muy bien en el comercio, en la enseñanza de asignaturas prácticas, en la política, en funciones militares, en los deportes. Por otra parte, raramente encontraremos un cirujano, un dentista, un filósofo, un inventor, un matemático o un relojero colérico. 

Normalmente es tan optimista que rara vez fracasa- excepto en su propia casa.

El Trastorno Evasivo

Los desdichados individuos que padecen este trastorno están siempre afuera, mirando hacia adentro.

Ansían mantener relación con otras personas, pero no soportan la sensación que experimentan al acercarse a los demás, se sienten inaceptables, incapaces de ser amados, e inexplicablemente, incapaces de cambiar.

Entonces se aíslan para poder sobrevivir.

El DSM-III-R describe el trastorno de la siguiente manera:

Un patrón de retraimiento social y expectativa temerosa de ser maltratado o humillado que comienza a manifestarse a principios de la edad adulta y se presenta en una variedad de contextos, tal como lo indicaría la presencia de por lo menos CUATRO de los siguientes síntomas:

El individuo se ofende fácilmente con las críticas y las manifestaciones de desaprobación.

No tiene amigos íntimos ni confidentes (o sólo uno), salvo los miembros de la familia.

No establece vínculos sociales a menos que esté seguro de caerle bien a la otra persona.

Evita las actividades sociales u ocupacionales que requieran un importante contacto interpersonal; por ejemplo, no acepta un ascenso si eso va a implicar más exigencias en el plano social.

Es muy reservado en una reunión social por miedo a decir algo inadecuado o tonto, o a no poder responder a una pregunta.

Tiene miedo a pasar la vergüenza de sonrojarse, de llorar o demostrar algún otro signo de ansiedad delante de la gente.

Exagera los riesgos, dificultades y peligros físicos potenciales que acarrea hacer algo común pero que esté fuera de su rutina habitual. Por ejemplo, puede llegar a cancelar los planes de una salida porque supone de antemano que va a quedar agotado por el esfuerzo de llegar hasta allí.

Los hombres y mujeres de este tipo se sienten atrapados en un universo angustioso.

Tienen tanto miedo a ser rechazados, y están tan convencidos de que lo serán, que se apartan de todos para evitar ese sufrimiento.

Cuando no pueden esquivar a los demás, se quedan aislados, mirando a cualquier parte en vez de establecer contacto con alguien.

Llevan una vida social muy pobre, y no suelen tener más que un único amigo fuera del marco de la familia.

La triste ironía del caso es que, evitando las relaciones íntimas, se ahorran la ansiedad de esperar que les caiga encima el hacha del rechazo, pero también se alejan de lo que desean más profundamente: la aceptación y el cariño de las demás personas.

A diferencia de quienes padecen el trastorno esquizoide, que no quieren el menor contacto con nadie, estos son individuos solitarios que sufren.

Ellos anhelarían participar, pero no saben cómo hacerlo.

Con razón se encierran en sí mismos; el trato con otras personas es como una pesadilla recurrente.

Por un lado, están seguros de que los van a tratar mal; por el otro, su terrible timidez aleja a la gente. Y es así como lo que temen casi siempre se produce; los demás no los aceptan.

En realidad, no se sabe cómo interpretarlos.

Debido a su aparente indiferencia, muchas veces pasan por individuos fríos, no deseosos de que se les dé participación.

Así, llegan a sentirse aislados, no queridos, distintos e incompetentes a pesar de todo lo que hagan.

Emocionalmente, rara vez se sienten a gusto.

Si no están ansiosos, están deprimidos, y a menudo ambas cosas a la vez.

Pero al menos cuando están lejos de los demás no tienen que experimentar eso tan horrible que es adivinar el rechazo.

Al igual que los paranoides, los evasivos tienen un muy sensible ‘sistema de alerta contra el peligro’.

Viven buscando manifestaciones de crítica o desaprobación.

El problema es que el más leve signo –ya sea una palabra de enojo o una mirada rara- hace sonar la alarma.

Son tan sensibles que, cualquier expresión que no sea de una aceptación total, la interpretan como rechazo.

Las expectativas que vuelcan en una relación son inmaduras e irreales.

Creen que aceptación es sinónimo de amor incondicional, que las personas que se quieren nunca se enojan una con la otra, nunca se señalan errores, nunca se hieren y siempre se aceptan sin reservas.

Al mismo tiempo suponen que, para que a uno lo acepten y lo quieran no debe tener defectos.

Cuando entran en un salón lleno de gente, están pendientes de sus propios fallos –uno de los más importantes, su incapacidad de competir y tener éxito en el plano social- y les aterra la posibilidad de que se note lo imperfectos que son.

No se dan cuenta de que la gran mayoría de la gente experimenta al menos cierta ansiedad de tipo social, lo que incluso llega a perturbar a muchos.

Por ejemplo, en un estudio se comprobó que el 40% de quienes están en los últimos años de la adolescencia y primeros de la edad adulta consideraba que una parte significativa de su personalidad la constituía la ansiedad social; uno de los autores de ese estudio llega a la conclusión de que entre el quince y el veinte por ciento de todos los adultos padecen una angustiosa ansiedad social.

Los evasivos están convencidos de que son terriblemente distintos de los demás. Y cuando deben afrontar una situación social, imaginan que todos le van a descubrir.

La Proactividad

Las definiciones que da la Real Academia Española para iniciativa son, entre otras, “que da principio a algo”, y “acción de adelantarse a los demás en hablar u obrar.”

Martha Alles, por su parte, la define como “la actitud permanente de adelantarse a los demás en su accionar. Es la predisposición a actuar de forma proactiva y no sólo pensar en lo que hay que hacer en el futuro. Implica marcar el rumbo por medio de acciones concretas, no sólo de palabras.”

La proactividad no está definida por la RAE, pero el portal definiciones la describe como “una actitud presente en algunas personas, que no permiten que las situaciones difíciles los superen; que toman la iniciativa sobre su propia vida y trabajan en función de aquello que creen puede ayudarlos a estar mejor.

Pero la proactividad no se limita a una toma de decisiones o a iniciar un proyecto: implica además hacerse cargo de que algo hay que hacer para que los objetivos se concreten y buscar el cómo, el dónde y el por qué.”

Vemos que ambos términos incluyen al otro en su definición.

El término proactividad fue acuñado por el psiquiatra y neurólogo vienés Viktor Frankl en su obra El hombre en busca de sentido (1946). Frankl aseguró que la mejor forma de definir el concepto es como la libertad de escoger nuestra actitud frente a las diferentes situaciones que debemos enfrentar en nuestra vida.

Años después, Steven Covey, autor de Los siete hábitos de las personas altamente efectivas (1989), se referiría con el concepto a la capacidad de subordinar los impulsos a nuestra escala de valores, y así evitar que sea el deseo de llorar, y no la actividad, el que gobierne una situación adversa.

En el entorno laboral, una persona proactiva se adelanta a los problemas, los previene o está preparada para enfrentarlos eficientemente. Además es capaz de soportar las presiones del sector y siempre enfoca sus acciones en que las cosas mejoren, promueve los cambios, y no se deja vencer por los fracasos, buscando aprender de sus errores.


Lo opuesto a la proactividad es la reactividad: adoptar una actitud pasiva y quedar a merced de las circunstancias, dejándose superar por problemas sobre los que no se siente que se tiene control.