Ahora es el regalo. La posibilidad para hacer y deshacer, para lanzarte a lo misterioso, hacia lo nuevo, de ampliar tu refugio. Ahora es cuando puedes experimentar, ahora es cuando puedes darte cuenta de que todo aquello que no controlas te puede sorprender, porque cuando nada es seguro, todo es posible, ¿nos lanzamos?
¿Será cuestión de la edad? Nos hacen pensar que experimentar es cosa de jóvenes, el probar, que cuando te haces mayor entras en rutinas y obligaciones y es cada vez más difícil. Pero, ¿sabes qué? Nunca vas a ser más joven de lo que eres hoy, nuca volverás al día ni al segundo ni a la situación en la que estás ahora, así que date un capricho, sal de tu zona segura y disfruta de como tus capacidades se desperezan.
¿Qué puede pasar si sale mal? Puede que salga mal, la posibilidad existe, pero al menos la duda no te perseguirá. No cargues con el lastre del “y si…”, no limites tu mundo a aquellas zonas en las que no existe la probabilidad. Si lo haces, te estarás negando a ti mismo la oportunidad de crecer.
No dejes que sea demasiado tarde y tengas que arrepentirte, ahora es el momento, ahora es el día para salir de lo seguro y explorar lo posible, de abrir la mente a nuevas experiencias, de probar eso que tanto deseaste y sigues queriendo hacer. Hoy es ese día, ¿a qué estás esperando?
La magia de lo inesperado, la fe en que todo es posible
No hay nada más mágico que un beso que no esperas, que unas palabras que te sorprenden, que un gesto que te pilla desprevenido. Un primer día de estreno, un primer día en tu trabajo o en la escuela, la primera vez que viste a alguien especial. Una de las razones por las que miramos a la infancia con nostalgia es porque fue la época de las primeras veces, porque entonces nos despertábamos con la idea de que todo es posible.
¿Por qué no seguir escribiendo nuevos principios? ¿Por qué hemos anestesiado nuestra curiosidad? ¿Realmente podemos perder tanto si vamos un poco más allá? ¿Por qué no probamos a cambiar la rutina? Quizás lo hayamos pensado, pensado en dejar para después, para cuando… los hijos se marchen de casa, nos hagan fijos en el trabajo, nos jubilemos. Pero ¿quién nos asegura este tiempo? La conciencia de finitud, más que darnos miedo, suena en este sentido como un despertador.
La vida o no, después de… es incógnita. Lo seguro, a cambio, es que ahora nuestro corazón late.
“Me doy cuenta de que si fuera estable, estático y prudente, viviría en la muerte. Por consiguiente, acepto la incertidumbre, la confusión, el miedo y los altibajos emocionales, porque ése es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida, perpleja y excitante”.
-Carl Rogers-
El tiempo no da tregua
Seguimos viviendo para después, rellenando maletas para los «por si acaso», desconfiando de nosotros para lidiar con las dificultades futuras o imaginando catástrofes improbables. Es hora de dejar de transitar por los días con el piloto automático, con las prisas pegadas al cogote.
La magia de lanzarnos a lo desconocido viene precedida por el ahora, por el ver lo que tenemos delante y lanzarnos, venciendo nuestros miedos y nuestras rutinas, haciendo que el ocio y la diversión, los planes inesperados y sorprendentes formen parte de nuestro día a día, de nuestra vida.
Deja que fluya tu imaginación, sal de tus límites asfixiantes, aspira a mejorar cada día, a dar lo mejor de ti. Rétate a aprender algo nuevo cada día que pasa, a rodearte de gente diferente, a descubrir otras culturas. Crea nuevas rutas en tu camino, prueba comidas, sáltate de vez en cuando las reglas y si lo haces, te sentirás vivo, te sentirás más tú que nunca, descubrirás que todo es posible tras lo seguro. ¿A qué esperas?
domingo, 5 de mayo de 2019
Creencias
Etimológicamente, la palabra fe viene del vocablo latino fides, que no tiene
connotación religiosa alguna y está vinculado a la raíz indoeuropea bheidh,
que remite a la noción de confianza y persuasión.
La creencia se confunde a menudo con la fe, ambas asociadas
erróneamente a algo fundamentalmente religioso. Hacer la distinción nos conduce
a una mayor comprensión de nuestra forma de funcionamiento.
Las creencias tranquilizan
Todo nuestro recorrido terrestre está jalonado de tantas
creencias personales como populares.
Pasamos nuestra vida condicionándonos a
través de creencias, con el único objetivo de tranquilizarnos. La creencia está
íntimamente ligada a la mente, la cual necesita afirmarse en su incesante
actividad. Y cuando una creencia es adoptada por una población entera, se
asimila a una verdad absoluta, adquirida. Pero en el fondo de cada uno, el
germen de la duda subsiste y corroe el edificio, que termina tarde o temprano
por hundirse, cual castillo de naipes. Así funciona nuestra sociedad, que se
complace en evolucionar en el mundo virtual de las creencias.
La lista es larga
Pero la creencia no tiene nada de auténtico: es dogmática.
Es el fruto de las civilizaciones y de nuestra mente, que por temor, intenta
apaciguarse adhiriéndose a todos los principios que puedan tranquilizarla: «No
tendré éxito en la vida si no estudio», «El sufrimiento es un paso obligado»,
«No tengo derecho a ser feliz», «No lo merezco», «Nunca lo conseguiré», «Si no
duermo ocho horas cada noche, estaré cansado»…
Dado que cada creencia está acompañada de su cortejo de
temores, las encadenamos sin fin para paliar los anteriores. Podríamos llenar
páginas enteras, y añadir más a la lista, cada día. No es difícil comprender
que tantas limitaciones y condicionamientos saboteen toda esperanza de
felicidad.
La cabeza cree, el corazón sabe
Y, dominados de tal forma por nuestra mente, olvidamos al
vecino de abajo: ¡nuestro corazón! Este no puede creer en nada, solo puede
vivir lo que le habita. Cuando crees,
no estás nunca en tu corazón. Creer en Dios no nos conecta con nuestro corazón,
sino solo con nuestros miedos y nuestras dudas. Creer es puramente cerebral.
Solo podemos creer en algo inseguro, puesto que
cuando estamos seguros, ya no creemos: sabemos.
Yo no digo: «Creo que respiro», sino «Sé que respiro». Nadie podrá hacernos
dudar nunca acerca de este punto. Y ahí, ya no es cuestión de creencia, sino de
fe.
La fe
La fe se vive en el corazón, y no está en absoluto ligada a
la mente. La fe, aun cuando esté frecuentemente asociada con la religión, no es
por supuesto exclusivamente religiosa. La fe dormita en cada uno de nosotros, y
puede expresarse en registros específicos de nuestras vidas, si le ofrecemos la
posibilidad. La fe emana del corazón. Cuando la fe nos anima, el miedo ya no
existe. Es muy simple. La fe nace del interior, es una fuerza, una certeza
profunda que nos habita, sin que nadie, nunca, haya tenido que inculcárnosla.
La fe está ahí, desde nuestro nacimiento, e incluso, sin duda, desde hace mucho
más tiempo. No la heredamos de nadie, es intemporal. Pero no estamos
acostumbrados a concederle un espacio en nuestras vidas, puesto que, desde
nuestra más tierna infancia, hemos sido programados para buscar toda la verdad
fuera de nosotros. La sociedad y las religiones han ahogado la fe para imponer
sus creencias.
Las creencias no ayudan en nada
¿Piensas que las creencias religiosas ayudan realmente a la
gente a morir? Por haberlo vivido en múltiples ocasiones, mientras acompañaba a
personas al final de sus vidas, puedo afirmar que no es mayoritariamente el
caso. Sin ánimo de generalizar, las personas creyentes tienen muy a menudo
dificultades para dejar la vida terrestre, ya que sus creencias religiosas culpabilizantes solo son cerebrales y
condicionadas por el miedo heredado de la educación religiosa.
He visto morir a
personas muy practicantes, por no decir beatas, sumergidos en la terrible y
angustiosa duda de si habrán sufrido lo suficientemente como para merecer un
lugar en el paraíso.
Las creencias terminan irremediablemente por atraparnos, y
acaban volviéndose contra nosotros. Una persona que naturalmente tenga fe en
una vida que no empieza en el nacimiento ni termina en lo que denominamos
muerte, puede aproximarse al pasaje y experimentarlo con serenidad.
Fe y religiones
La verdadera fe es peligrosa para las iglesias, ya que les
despoja de todo poder sobre sus fieles. Las religiones han formateado a Dios y
querrían dictar su fe al mundo. Pero la forma impuesta solo puede dar paso a
las creencias. La fe, en cambio, se modela en el interior, y no depende de
ninguna forma externa, de ningún dogma. A la gente solo se le puede enseñar lo
que ya tiene en su corazón.
Es un poco como si intentaran enseñarte el amor,
que surge siempre de improvisto y bajo una forma personal e inesperada. La
palabra fe es esencialmente incompatible con la palabra religión. Con toda
evidencia, no se puede despertar la fe con la ayuda de un manual de
instrucciones.
Cuando siembras una semilla, ¿le impones unas directivas
para dictarle la forma en que habrá de crecer? ¿Le dices: «Quiero que
crezcas muy rápido desde febrero, y que luego florezcas en agosto con multitud
de flores amarillas, con cinco centímetros de diámetro, para alcanzar, a través
de la tierra, el paraíso de las flores en octubre«? Parece
ridículo, ¿verdad? Y sin embargo es lo que practican los dirigentes religiosos
cuando imponen su forma estricta, exclusiva y protocolaria. En lugar de sembrar
la semilla en ti, te imponen su resultado final con todo detalle, lo que no
puede sino alimentar una mente sedienta de creencias.
Cuando decides transformar tu casa, empiezas por vaciarla
completamente. Para que la semilla de la fe pueda realmente germinar, hay que
empezar, lo primero, por olvidarse de todo, para hacer tabla rasa de las
creencias religiosas inculcadas, para hacer el vacío, y así crear un espacio en
el mantillo de tu corazón. La semilla puede entonces, por sí misma, tomar
asiento y crecer, de forma natural, sin que tengas que modelarla con dogmas o
creencias. Y una mañana, sentirás que desbordas algo nuevo, sagrado, eterno y
desconocido hasta entonces.
Entonces, tal vez descubras que, curiosamente, esa
cosa resuena con lo que vivieron Jesús, Buda o Mahoma, a su manera y en su
época. Toda necesidad de apego a una etiqueta religiosa habrá entonces
desaparecido, ya que la fe no puede ser limitada o encarcelada por el
dogmatismo religioso.
Revisar Las Convicciones
¿Qué son nuestras convicciones? Según algunos criterios
terminologicos, la definición más ajustada es:
Seguridad que tiene una persona de la verdad o certeza de lo que piensa o
siente.
¿De verdad estamos hoy en día seguros de algo? ¿Tenemos la
certeza absoluta sobre alguna cosa? ¿O más bien tenemos la sensación o
sentimiento de que esa certeza es correcta?
En una Conferencia sobre Mindfulness que dio Javier
Carril, nos interpelo sobre nuestras convicciones y su cuestionamiento. Sin
duda hay convicciones que no nos cuestionamos y posiblemente por eso
funcionamos en “Piloto automático”. Lo que es claro es que reaccionamos en
nuestra vida según nuestras convicciones.
¿Qué pasaría si de vez en cuando nos las cuestionáramos?.
Eso sí, sin perder la esencia.
En las experiencias negativas, como el dolor, solemos huir
de esas sensaciones, y nos perdemos una parte importante de la experiencia: El
aprendizaje.
Si nos pasáramos a reflexionar por un momento lo afortunados
que somos, el montón de cosas por lo que debemos ser agradecidos y fuéramos
conscientes de nuestra situación privilegiada, aceptaríamos las cosas tal y como
vienen, y lo más importante nos aceptaríamos a nosotros mismos.
Esa seguridad e infalibilidad que nos hace colocarnos por
encima del bien y el mal, genera, en muchas de las ocasiones, conflicto,
desencuentro y rencor entre los seres humanos.
Son la defensa de nuestras “intocables” convicciones, las
que nos vuelven tercos en nuestras acciones y necios en nuestras palabras,
provocando un alejamiento de las personas, por el mero hecho de defender unas
convicciones
.
¿Has probado en poner en entredicho tus convicciones?. Es un
ejercicio depurador y muy estimulante para poder avanzar en el desarrollo de la
persona, alcanzando motivos para poder creerte “mortal” y con poca certeza
sobre lo que piensas, sientes o vives.
Una convicción importante mía fue derribada hace ya un
tiempo. Mi frase era “a mí no me va a suceder eso”, hasta que me sucedió.
Juzgamos libremente desde nuestra humanidad y nuestra falta de perspectiva,
debido a que no hemos vivido la situación o porque nos creemos como poseedores
de la verdad.
Por eso, de cuando en cuando, es bueno hacer una
introspección y ver si nuestras convicciones son correctas. Cualquier Convicción que
nos situé en una posición donde perjudicamos a otro ser humano, debería ser
revisada. Todo aquello que genere desunión y conflicto, debe por lo menos ser
motivo de reflexión.
La revisión de convicciones me ha llevado inevitablemente al Cambio,
y por ello puedo afirmar que no soy la misma persona que hace unos años, unos
meses o unos días. Por lo menos así lo siento y lo creo, y estoy convencido.
Y tu ¿revisas tus convicciones?
Cuando Compartimos
Es imposible imaginar la cantidad de información de
“última hora” que podemos llegar a procesar diariamente. Con Twitter, los
updates de Facebook., actualizaciones por correo electrónico, RSS…. Compartimos
mucha información. Normalmente todos los que compartimos realizamos varios
roles a la vez: emitir, remitir y compartir, Mashing up, recibir ,
redistribuir, crear , combinar y recrear.
Después de la lectura la psicología de Compartir, ¿Por qué la
gente comparte contenido online? pude comprender las
principales motivaciones detrás del acto de compartir. Casi el 75% de las
personas del estudio indican que el acto de compartir como acto de
“gestión de la información” que les permite procesar la información
de forma más profunda, a fondo y de forma más cuidada , lo que indica que
el intercambio de información cuando comparten , les ayuda a hacer mejor el
trabajo.
Según Seth Godin fundador de Squidoo, en su post “I spread
your idea because…“, relata algunas claves interesantes por las
que compartimos algo en la web. Las principales que llaman más mi atención son:
Compartir esta idea me hace sentir generoso, desinteresado.
La idea me interesa y quiero tomar parte activa en que
triunfe, en que se extienda
Estoy indignado y quiero que otros se sumen a mi indignación
Alguien que conozco o con quien me siento implicado me lo
pide directamente
Puedo usarlo para unir a diferentes personas y construir
comunidad
Economías de escala, tu servicio – que yo ya utilizo –
funcionará mejor para mí si mucha gente lo usa
Tu idea me permite expresar algo que yo tengo dificultad
para expresar o explicar directamente
Me permite ayudar a alguien que me importa o interesa
Me gusta lo que haces y es mi manera de pagarte por ello
Pero lo que me interesa principalmente entender los
fundamentos reales que gobiernan ese comportamiento de compartir en el ámbito
profesional.
¿Qué hace que las personas estén dispuestas a compartir sus
conocimientos con los demás? Debido a que nuestro conocimiento está
estrechamente ligado a nuestra identidad, ya que es muy importante para cada
uno de nosotros que nuestros compañeros nos vean como conocedor y experto.
Una de las principales formas en que demostramos esa identidad a nuestros
compañeros, es compartir nuestros conocimientos con ellos. Sin embargo,
compartir el conocimiento es peligroso, ya que la otra persona puede hacer un
comentario hiriente sobre él o indicar que no vale la pena seguir
escuchando.
Y el conocimiento compartido requiere tiempo, porque
para responder realmente a lo que la otra persona pregunta, debemos emplear
tiempo para entender el problema y explicarlo con la suficiente profundidad.
En el blog de Nancy
Dixon , revela que uno de los estudios más interesantes en el
intercambio de conocimiento fue realizado por Constant, Kiesler and
Sproull. Uno de sus descubrimientos fue que los empleados diferenciaban
dos tipos de intercambio de conocimientos. Un tipo de personas
estaba compartiendo productos, por ejemplo programas de ordenador, y un segundo
tipo , compartían el conocimiento que los empleados habían aprendido de su
propia experiencia, por ejemplo, cómo llegar a un cierto cuello de botella en
el sistema, o cómo lidiar con un error particularmente difícil en un programa.
Este segundo tipo de conocimiento que ellos consideran como parte de su identidad,
una gran parte de lo que les permitía ser buenos profesionales.
Cuando compartían el segundo tipo de
conocimiento, el experiencial, obtenían un beneficio personal de hacerlo.
El beneficio personal, no era el dinero o la promesa de un ascenso, sino que el
principal motor para el intercambio de conocimiento experimental es el respeto
y el reconocimiento de sus pares. El reconocimiento significa más para nosotros
cuando se trata de aquellos que realmente conocen el tema, que saben lo que
están hablando.
Esto nos lleva a la segunda razón de la
gente para compartir su conocimiento, las relaciones. La forma en
que un profesional puede saber cómo alguien va a tratar el bien precioso de su
conocimiento es conocer a esa persona lo suficientemente bien, es decir
establecer relaciones de confianza. Las relaciones pueden ser construidas
a través de conversaciones informales, la lectura de lo que otro ha escrito,
trabajando juntos en un equipo, o ver los comentarios en una comunidad on-line.
Por lo tanto , resumiendo el intercambio de
conocimientos y la relación van intensamente ligados, e interactúan mutuamente.
Y
tal y como indicó Ismael Peña-López en
uno de mis últimos post, es importante visualizar los beneficios
estrictamente individuales que el participante obtendrá de trabajar colaborando
con los demás. Es decir, qué incentivos tengo yo para trabajar con otros.
Además del menor esfuerzo y la posibilidad de llegar más lejos, hay dos
condiciones añadidas: simetría de expectativas y asimetría de conocimientos
.
Por una parte, yo necesito saber que habrá una simetría
en el compromiso y, sobre todo, en el nivel, en la calidad de la
aportación de los demás respecto a mí mismo. Si yo sé mucho de un tema, o estoy
muy implicado, quiero que los demás tengan una trayectoria similar. Si no, más
que trabajar con, tengo la sensación de estar trabajando para alguien.
Por otra
parte, debe haber una asimetría de áreas de conocimientos, aquí es
donde la hibridación es clave, donde lo aportado por diferentes miembros del
equipo no sea lo mismo. Si no es así, estamos haciendo que personas que podrían
perfectamente trabajar solas acaben trabajando juntas para llegar al mismo
resultado, con el contratiempo de añadir los costes de coordinación que
requiere un trabajo en equipo y que aquí no se compensan con los beneficios.
Querer Saber
Los humanos estamos equipados con un sistema interno de
recompensa que nos premia cuando comprendemos algo. Es ese momento de placer
que sentimos al entender un chiste, al resolver un problema matemático, al
ensamblar un rompecabezas; es la razón de que nos apasionen las narraciones,
las historias con sorpresa, los cuentos de terror. A lo largo de nuestra
evolución se han reproducido más aquellos de nosotros que disfrutaban conectando
causas con consecuencias,
resolviendo problemas teóricos o prácticos o buscando
nuevos métodos para hacer las cosas; en nuestro cerebro la innovación es
recompensada con el mismo tipo de premio biológico con el que se recompensa
comer o practicar el sexo. Como demuestran nuestras galerías de juegos,
nuestras bibliotecas y nuestras colecciones cinematográficas somos sobre todo
monos curiosos, y lo somos porque estamos hechos así; porque descubrir nos
proporciona placer interior.
De esta realidad pueden sacarse dos conclusiones interesantes
y valiosas para comprendernos mejor a nosotros mismos y para juzgar de modo más
eficaz el papel de la ciencia en nuestra vida social. Por una parte la
curiosidad sistemática sobre el funcionamiento del cosmos que nos rodea es algo
profunda, quinta esencialmente humano; tanto que se podría considerar que menos
investigación y menos conocimiento son una afrenta básica a la esencia misma de
nuestra Humanidad.
Las sociedades que recortan en esto no sólo están
perjudicando sus propios intereses económicos y estratégicos a largo plazo,
sino que también están deteriorando el espíritu de sus ciudadanos. No es sólo
mal negocio: es mala gestión política y un deterioro del alma de la nación.
Quizá más interesante sea el papel del conocimiento en la
satisfacción interna de cada uno como justificación para dedicar el tiempo y el
esfuerzo necesarios. Es un tópico afirmar que cuando nuestra vida se acaba no
podemos llevarnos con nosotros el dinero, ni las fincas, ni los títulos, ni los
oropeles; que las riquezas materiales e incluso sociales jamás han conseguido
garantizar la permanencia de ningún ser humano. Reyes, faraones, Incas y
Emperadores murieron y desaparecieron por muchos monumentos, pirámides o
imperios que construyeran sin que sus esfuerzos les proporcionaran ni un sólo
día más de vida; a menudo lo contrario. El éxito económico y social no ser
puede acarrear al más allá; tan sólo disfrutar en el acá, y a menudo con
limitaciones y contraindicaciones.
El conocimiento tampoco se puede transportar allende la
muerte, pero en cambio produce un bienestar real y patente gracias a los
vericuetos de nuestra evolución; algo palpable y real. Saber más no sólo es
vivir mejor en el sentido material, sino en el espiritual, dado que nuestra
estructura básica interna nos recompensa por conocer. Dedicarse a aumentar el
saber humano puede ofrecer el mismo tipo de recompensas sociales que otras
actividades, pero además incluye de fábrica un sentimiento de satisfacción
interior que estamos biológicamente determinados a sentir.
También, es
necesario decirlo, una cierta y exquisita forma de frustración que proviene de
la ausencia de explicaciones cuando algo no se comprende, cuando la conexión
entre efectos y causas no es clara, cuando el experimento o el instrumental
fallan o se revelan insuficientes. La contraparte del placer de conocer es la
frustración de fracasar en el conocimiento, y cualquier científico en activo
debe familiarizarse en profundidad con esa sensación porque la sentirá a menudo
a lo largo de su carrera.
Pero si tiene suerte también sentirá el inenarrable placer
del descubrimiento, aunque sea menor; el súbito destello de comprensión, la
repentina confirmación de teorías y años de trabajo, ese momento glorioso en el
que se convierte en la primera persona de la historia en entender un poco más,
en empujar un poco más allá el límite del conocimiento humano.
Puede que esto
venga acompañado de honores, premios y proyectos, o puede que sea arrinconado,
olvidado, considerado secundario; tal vez incluso falseado. Aunque una cosa es
real: la verdadera razón por la que se practica ciencia es la caza de esa
elusiva sensación. Porque los premios, los proyectos y los honores no pueden
competir con esa satisfacción interior: la verdadera razón del querer saber.
Discutir Para Comprender
No hay duda que la
única vía para la paz y el reencuentro es la comunicación.
Hay que
hablarlo. Aun así, no hace falta hacerlo en ese mismo instante en el que surge
la discusión o el desencuentro, ni tampoco habría que esperar tres días.
Una vez pasada la
tormenta, deberíamos escucharnos a nosotros mismos, reflexionar sobre lo que ha
pasado. Si la discusión se nos ha ido de las manos, hay que analizar el por
qué. Es necesario que seamos conscientes de cual es la parte que ponemos
nosotros para que haya sucedido aquello. Los dos tenemos nuestra parte de
responsabilidad y cada uno debe aceptar la suya.
Hecho esto, podemos
encontrarnos con el otro y hablarlo, pero siempre desde uno mismo. No debemos
culpar al otro sino que cada uno debe hablar de su parte, de lo que siente, de
lo que piensa sobre lo sucedido y de lo que cree que hay que modificar.
Siempre desde el
respeto y el amor, ya que si cuando discutimos faltamos al respeto al otro o le
decimos cosas que no le queríamos decir, tendremos pocas posibilidades de
hacer crecer la relación de una manera sana.
Identidad De Los Opuestos
Filosofía
Identidad De Los Opuestos
Spengler cree haber encontrado en el carácter aristocrático
del pensamiento de Heráclito la prueba de que “la lucha o la guerra crea toda distinción real tanto
en el ámbito de la naturaleza como en el de la historia”, escribe en la
Introducción Marcelino Rodríguez Donís. A juicio de Spengler, “Heráclito
sería ese gran señor que, aun en medio de la miseria de su tiempo, mantiene con
orgullo y altivez una Weltanschauung que,
como todo lo noble, profundo, bueno y
verdadero siempre triunfa en este mundo”.
Heráclito reflexiona explícitamente sobre la identidad de los opuestos.
Sin embargo, “Todas las cosas son una”, escribía a su vez en uno de sus
fragmentos. Aunque diferentes y opuestos en su diversidad y oposición, todo
existente, tomado absolutamente, es idéntico a los demás. Esta identidad no
puede ser algo particular y limitado, sino lo ilimitado, el cometido del
filósofo es establecer en qué consiste este nexo que configura y hace una a la realidad múltiple.
Spengler establece la singularidad de Heráclito frente a los
milesios. Estos buscan una arce, un origen sustancial de todas las cosas,
mientras que Heráclito sostiene que el ser no existe, sino que sólo hay un
acontecer puro, desprovisto de sustancia y regido por una ley. La lucha de los
opuestos es lo único real en el incesante devenir que es como las aguas de un
río que siempre se renuevan.
Heráclito asegura que la identidad de las cosas es su mismo
ser diferente y opuesto, su mismo diversificarse y oponerse a las otras, y
llama “guerra” (pólemos) a la oposición en la que
consiste cada una de ellas y de la cual se genera. Lo que hay de idéntico en
cada realidad es la contraposición misma de cada cosa con las otras. La discordancia, el contraste y la oposición
son el mismo principio de concordancia, armonía y unidad de las propias cosas.
La identidad de lo diferente no puede ser algo particular,
es la oposición de cada cosa con respecto a las otras, su no ser las otras, su
ser justamente algo “diferente”. Ese no ser el otro de él no es algo particular
y limitado, que concierne sólo a algunas cosas: el no ser del otro de él mismo
constituye todas las cosas y por lo tanto es ilimitado, ápeiron. Anaxímenes se preguntaba qué es el ápeiron, y Heráclito contesta: es el no ser el otro de él
mismo, o sea, el oponerse de cada
cosa a todas las otras.
En este camino, Heráclito retoma la reflexión sobre los
conceptos de justicia e injusticia. Aclara cómo cada cosa puede ser lo que es
sólo en cuanto se encuentra unida a las otras en la relación de oposición; y la
oposición, la disputa, apaga la prevaricación de la injusticia. La justicia es disputa,
justamente porque en el contraste de la oposición, o sea en la guerra
universal, continúa negada la “arrogancia” de cada cosa singular.
El devenir de las cosas tiene una particular importancia
para Heráclito, porque en el universo visible supone la vinculación que une a
los opuestos: la paz nace de la guerra, la guerra de la paz… Y más aún: en el
devenir, tanto el contraste y la oposición de las cosas como la unidad de los
opuestos, se presentan de la manera más manifiesta. En el devenir, cada cosa se convierte en su
contrario.
Aunque, según Spengler, en Heráclito no puede
hablarse de identidad los contrarios, sino de antinomias, en tanto que ningún
opuesto puede darse sin el otro.
La oposición responde al estado subjetivo o sensorial de los
sujetos, pero se reduce a una sola y misma cosa que nosotros calificamos de
distinta manera según somos afectados por ella. Finalmente, el logos, la razón,
marca el compás del movimiento y de la lucha, pero ni se identifica con el
fuego, ni con dios, ni es tampoco un principio intelectual.
La Esencia Que Nos Une
Las personas, por más diferencias de pensamiento o ideología
que tengamos, siempre tendremos algo más importante que nos une, y es el hecho
de que somos humanos, de que todos necesitamos oxígeno para vivir y que al
final, todos moriremos y lo único que quedará de nosotros será el recuerdo que
hayamos dejado en el resto de las personas.
¿Qué clase de persona fuimos en vida? ¿Buena, mala, dañina,
destructiva, constructiva, bondadosa? Eso es lo que quedará de nosotros, eso es
lo que seremos una vez que hayamos trascendido de plano espiritual.
Es por eso que es importante que los seres humanos, en vez
de enfocarnos en las cosas que nos separan, deberíamos esforzarnos en buscar
puntos en común, si lo hacemos, si lo intentamos podríamos lograr cosas
maravillosas y construir un mundo increíble y genial en el que todos vivamos
bien
.
A veces las diferencias políticas, religiosas o incluso
económicas pueden parecer murallas insalvables, pero eso no es así, si nos
vamos a la esencia, no importa quién seas, no importa tu poder ni el cargo que
ostentes, al final del día igual tienes que beber agua o dormir de la misma
forma que lo hace un indigente, quizás tu automóvil tenga asientos de cuero o
tu oficina esté en lo alto de una torre de cristal, pero la vida da demasiadas
vueltas y el día de mañana por obra y gracia del destino, alguien más malo que
tu te lleve a la ruina y ese día ¿qué vas a hacer con todos aquellos a los que
le hiciste daño cuando estabas en las alturas? Es por eso que la humildad y el
buscar puntos de encuentro es tan importante y es clave para la vida y el
crecimiento de las sociedades en el mundo.
Todos los seres humanos tienen su lado positivo, todas las
sociedades tienen su lado positivo, y en eso es en lo que hay que enfocarse, si
sólo miras lo malo, te aseguro que te estarás perdiendo de algo maravilloso que
está justo al frente tuyo pero que no logras ver porque el resentimiento y el
odio te tiene ciego.
Por eso es que hay que buscar las cosas que nos unen, porque
en la unión está la fuerza. Al final, todos somos humanos, somos hermanos y
juntos podemos hacer un mundo mejor.
El Puente De Las Diferencias
Tú que me lees
regularmente, sabes de mi alergia a la uniformidad y a todo cuanto reduce al
ser humano al rango de soldadito. Este tema me interesa, por cuanto la
diferencia confiere una enorme belleza a aquel o aquella que la resalta y que
la asume. No hablo aquí de
provocación o de espíritu de contradicción, sino de esas diferencias naturales
que hacen de cada uno un ser único. No se trata de ser diferente para llamar la
atención, sino solo de atreverse con la diferencia por autenticidad.
Nuestras diferencias nada tienen que ver con una fosa que
separe, sino que se asemejan más bien a los guiones que unen y complementan.
¿Qué sería del rojo sin el verde, del amarillo sin el azul…? Cada tonalidad
completa el mosaico de la humanidad y le confiere toda su belleza. Nada es más
bello que una persona asentada en la autenticidad, sin máscara ni artificio, a
la vez fuerte y vulnerable.
Toda diferencia es un regalo para quien sabe
apreciarlo en su justo valor.
La
diferencia implica, pues, respeto, tolerancia y no-juicio. Para que pueda
iluminarnos, no necesita ser comprendida ni analizada, sino solo acogida cual
semilla, a fin de que pueda germinar.
Relacionarnos con la diferencia es
ponerse a sí mismo en entredicho permanentemente, la mejor forma de no
atascarse en la rutina y en los tópicos que llueven por doquier. Nuestras
diferencias nos recuerdan, a cada instante, que ninguna verdad es absoluta.
Si bien
no puedo adherirme a la noción de partidos políticos y religiosos, me divierto
escuchando sus discursos. Aun cuando tengan que ver a menudo con la
manipulación o la toma de poder, sus palabras me enriquecen con una mirada
distinta, que me permite percibir mejor el engranaje que mueve a la humanidad.
Nunca desestimo tajantemente las palabras de un líder político o espiritual
porque su etiqueta no me atraiga. Intento, al contrario, captar lo que se
oculta detrás del discurso. De esta forma, sus palabras me esclarecen, en lugar
de exasperarme o contrariarme.
Allí donde
algunos solo ven sombra, yo disfruto buscando la luz que la sombra disimula.
Cuando nos preocupamos por mirar con el corazón, todas nuestras diferencias se
borran, puesto que estas solo son apariencias. Detrás de nuestro color de piel,
de nuestras costumbres, de nuestros condicionamientos y de nuestras heridas
brilla una misma luz: la de la vida. Ver más allá de las apariencias equivale a
desactivar cualquier posible conflicto o lucha que pueda dividir a la
humanidad.
Nuestras
diferencias son todos los puentes que franquean la vida ilusoria que nos separa
de la unidad.
sábado, 4 de mayo de 2019
Construyamos Un Mundo Mejor
A estas alturas de la vida, hay que valorar el desarrollo
humano como pieza fundamental de nuestro día a día ya que el que más y el que
menos, es muy consciente de que nuestra sociedad está cambiando demasiado
aprisa y cada uno de nosotros también cambiamos sin parar, en este momento, nos
enfrentamos a un desafío que nos ha tomado por sorpresa.
Los apoyos que recibimos de nuestras familias, amigos, organizaciones,
instituciones privadas o públicas, no están siendo suficiente, pues de alguna
manera también se enfrentan a esta aceleración de circunstancias que se manejan
más desde la inmediata urgencia, que desde una pausada, consciente y necesaria
reflexión que cada situación merece.
Y nosotros, tenemos que continuar con nuestra vida y nuestro trabajo y no
podemos esperar a que las cosas, reposen, se asienten o se tranquilicen para
recuperar una supuesta y prometida estabilidad, que nos ha sido inculcada desde
siempre y en la que nos sentíamos muy tranquilos y muy cómodos.
Una aparente estabilidad política, el crecimiento económico,
el bienestar social, entre otros, han dado paso a la desconfianza en las
instituciones públicas, la inseguridad en la estabilidad económica, el miedo al futuro y al recuerdo de
épocas que nos parecían más seguras y mas confortables.
Las redes sociales nos invaden de una “información” que nos
abruma, los teléfonos móviles cada vez mas complejos y mas ilimitados, nos
ayudan a conectarnos mejor, pero paradójicamente, cada vez nos quitan mas
tiempo de sueño y de vida.
Ante esta situación,
algunas personas han atravesado la frontera que separa una situación de
quietud, que espera que pase la tormenta con la esperanza de que todo sea
solucionado por quiénes, en teoría, tienen la capacidad y el poder para
hacerlo; por un compromiso personal de acción y de implicarse y de evolucionar
haciendo algo y formando parte de la solución en lugar de ser parte del
problema, desde la certeza absoluta, de que siempre habrá problemas, pero
también siempre podremos ofrecer soluciones a los mismos.
No está siendo fácil. Nos enfrentamos a miedos, a
resistencias personales y sociales, a la incertidumbre ante lo desconocido.
Pero para muchos, no ha habido elección. Cuando la vida confronta nuestra
estabilidad e inmovilismo con circunstancias difíciles de asimilar, desplegamos
una serie de recursos personales dormidos que tienen que ver con el instinto de
supervivencia del ser humano.
Empezamos a explorar mundos internos que desconocíamos, y
comenzamos a ver nuevas perspectivas y horizontes que nos amplían nuestra forma
de ver, de vivir y de sentir.
¿Por qué debemos esperar a que circunstancias externas nos
“fuercen” a renovarnos e reinventarnos? Tenemos capacidad de
elección y somos dueños de nuestra vida y de nuestras decisiones.
Podemos anticiparnos tomando en consideración todos nuestros recursos y
habilidades personales para ajustar nuestra existencia en la forma más
favorable para nosotros mismos.
Pero esto requiere de responsabilidad, de responder con
habilidad a las circunstancias específicas que nos acompañan. Y parte de esta
responsabilidad es tomar acciones distintas que nos permitan abrir nuevas
posibilidades ante nosotros.
La pregunta que se impone ahora es ¿cómo hacemos
esto? Desafortunadamente,
y por la experiencia de nuestro pasado, tenemos la tendencia a pensar que no
podemos, a sentirnos insignificantes en un mundo globalizado donde parece que
cualquier decisión externa tomada por otros tiene mucho más impacto del que
nosotros podamos aportar para el cambio.
Lo cierto es que esto no es verdad. Si atendemos a la
experiencia acumulada de la historia de la humanidad, podemos constatar que las
grandes crisis fueran resueltas por personas con ideas innovadoras, seguidas por
otras que a su vez, inspiraban a muchas más. Las culturas y comunidades,
pequeñas o grandes, han subsistido gracias a la aportación individual de cada
uno de sus miembros.
No ha habido en la historia nada ni nadie que haya podido
cambiar solo las circunstancias desfavorables en un momento dado.
Por ello, nuestra aportación individual a la comunidad es
esencial para el desarrollo de nuestra sociedad. No podemos permanecer
inmóviles esperando que las cosas cambien. Al contrario debemos involucrarnos
en hacer todo lo que esté en nuestras manos para aportar nuestro granito de
arena a la construcción de algo nuevo, de una sociedad mejor.
Hacer Que Las Cosas Sucedan
Los líderes creen en sus sueños con tanta pasión que no paran
hasta verlos convertidos en realidad, aplican la alquimia de la audacia, factor
detonador para alcanzar resultados.
Realmente podemos contar las semillas que tiene una naranja,
pero no sabremos cuántas naranjas puede dar una semilla. ¿Cuántas ideas se han
quedado almacenadas para siempre en nuestra mente?, ¿Cuántos proyectos por
realizar?, ¿Cuántos sueños sin atrevernos a realizarlos? Cada semilla sabe cómo
llegar a ser un árbol, los sueños son semillas los cuales deben germinar, si
no, se mueren siendo semillas.
¿Cuántos frutos puede dar una idea? Pregunta que solamente
podrá responderse intentándolo, solamente así conoceremos sus posibilidades
reales, además con el intento conocemos nuestras propias limitaciones, si no
resulta cabe cuestionarnos qué nos falta aún por aprender, además nos mostrará
nuestras fortalezas internas. ¿Cuánta constancia y tenacidad poseemos? Para
atreverse se necesita la magia de la audacia.
Magia es lo que por medios naturales obra efectos que
parecen sobrenaturales, así lo define la Real Academia de la Lengua, y su
connotación en esta breve reflexión no se trata de hechizos o conjuros, sino
que a través de la audacia se han logrado la mayoría de los proyectos que para
los demás eran imposibles y que una vez realizados resultan sencillos, como la
bombilla incandescente, el fonógrafo, los rayos X, fundar una empresa mágica
como Disney, en fin, millones de realizaciones que ahora nos rodean en nuestra
cotidianidad y que en su tiempo cuando aún estaban en proceso, los demás
consideraban que de lograrlo sería un milagro.
La envidia ha engendrado odio, el mediocre descalifica
fácilmente al triunfador porque en el fondo sus logros son un espejo de sus
propias carencias, y todo es resultado de la casualidad y la buena suerte, por
lo cual se hace necesario preguntarles: ¿Y si era tan sencillo, por qué tu no
intentaste?
La audacia es un factor fundamental para tener buena suerte,
entre mayor número de intentos más posibilidades tenemos de alcanzar el éxito.
Los sueños al igual que las semillas contienen el secreto
para convertirse en árboles, en realidades, saben que el primer paso es
germinar, comenzar a desarrollarse, así las ideas hay que fortalecerlas,
alimentarlas y llegar finalmente a enamorarse de ellas con tal pasión que nos
impulse a la acción, además con estas fortalezas espirituales podemos vencer
las muchas adversidades que se nos pueden presentar.
Los líderes creen en sus sueños con tanta pasión que no paran hasta verlos convertidos en realidad, aplican la alquimia de la audacia factor detonador para alcanzar resultados, saben que entre mayor número de intentos realicen la buena suerte los favorecerá. La audacia es un atrevimiento, un salto a lo desconocido, su mayor riesgo es el fracaso, su mayor prioridad, el triunfo y en ambos existe la gran lección pues la experiencia es el resultado de haberlo intentado; audacia es intento, posibilidad, oportunidad de convertir nuestros sueños en realidad. El ancla de los mediocres es el miedo, tienen pavor a fracasar por eso no lo intentan, juegan en la vida a no perder, en cambio los excelentes siempre juegan a ganar.
El Esfuerzo Personal
Cuando hablamos de esfuerzo casi todo el mundo percibe una
connotación negativa y lo asocian al sacrificio, a la lucha o a las
privaciones.
Por supuesto que el esfuerzo nunca te garantiza el éxito por
sí solo, pero sin él, difícilmente te llegará. Si tienes cualquier atisbo de
duda sobre ello, estudia la biografía de cualquier persona que haya alcanzado
cotas importantes en su profesión y comprobarás que todo logro viene precedido
por él.
Yo suelo poner siempre este ejemplo, sencillo pero
clarificador:
¿Cómo aprendiste a andar?
¿Lo hiciste la primera vez que intentaste ponerte de pie o
lo hiciste tras lograr sostenerte después de intentarlo muchas veces y tras
caerte y volverte a levantar cuando intentabas dar tus primeros y torpes pasos?
¿Cómo aprendiste a hablar?
¿Lo hiciste ya de entrada como un gran orador o te costaba
horrores balbucear y apenas se te entendía nada, hasta que a base de repetición
lograste poder hacerlo?
Te hago estas reflexiones porque últimamente existe una
corriente de pensamiento, sobre todo en las personas de la “new age”, que
aconsejan dejarte fluir y no esforzarte por nada. De hecho, no esforzarse es
algo que la mayoría ya hacen de forma insconsciente.
Te aseguro que cualquier cosa que realmente puedes valorar
requiere esfuerzo, porque precisamente lo que no entraña esfuerzo por nuestra
parte no lo valoramos. Ahora bien,
¿Qué es realmente el esfuerzo personal?
Para mí es el conjunto de acciones que llevas a cabo para
lograr un fin. Y esas acciones son tanto mentales, emocionales, como físicas.
Cuando empleamos mucho esfuerzo y no obtenemos lo que deseamos de forma parcial
o total solemos decir que algo no merece la pena.
En términos profesionales o empresariales también lo
asociamos a la
productividad. Si podemos hacer algo de forma
rápida, sencilla y eficaz, decimos que somos altamente productivos. Por
ejemplo, en España y los países latinos no lo somos y en cambio los países
nórdicos lo son muchísimo.
En mayor o menor medida todo requiere esfuerzo personal. La
diferencia es que si ese esfuerzo es realizado con pasión, automotivación y disfrute de lo que
hacemos, a menudo no lo vemos como tal. Por ejemplo, cualquier deportista debe
realizar un esfuerzo pero si es algo que hace con entusiasmo, no lo observará
como algo fatigoso.
Si te apasiona montar en bicicleta, puedes pasarte horas
haciéndolo y esforzándote por subir un puerto de montaña, pero ese esfuerzo lo
haces muy a gusto y te produce bienestar.
Las personas que reniegan de la cultura del esfuerzo y
propugnan el “dejarse fluir” es evidente que consideran que cualquier esfuerzo
es algo doloroso y que entraña lucha o competencia.
El esfuerzo personal es algo necesario y propicia nuestro
desarrollo individual y colectivo, porque conlleva la aplicación de todas las
virtudes que como seres humanos nos hacen evolucionar.
Lo cómodo siempre suele ser no esforzarse y llegados a este
punto son muchos los que pretenden que las cosas les sean fáciles y que el
esfuerzo lo hagan los demás.
Las personas que poseen una firme voluntad y propósito
de vida, suelen vivir en la cultura de esforzarse y
superarse de manera continua, mientras otros se limitan a ver la vida pasar sin
realizar ningún avance en su vida, porque más que vivir sobrevive.
Todo depende de cuál sea tu escala de valores y principios.
¿Cuáles son los tuyos?
Superar Limitaciones
¿Qué diferencia a las personas que acaban consiguiendo vivir
la vida que desean o alcanzar sus sueños de las que no?
Ciertamente no es que sean más capaces o estén hechos de una
pasta diferente.
Lo que les diferencia, principalmente, es que no se ponen la
zancadilla a ellos mismos. Así es, muchos de nosotros, de forma
inconsciente, nos ponemos a nosotros mismos limitaciones que no son reales. Les
damos poder a estas limitaciones y se vuelven en contra nuestra.
Conocer cuáles son, hacernos conscientes de ellas, es el
primer paso para que dejen de tener el poder que les concedemos.
Así que aquí van:
PRIMERA LIMITACIÓN: VER EL PRESENTE O EL PASADO COMO
PRUEBA DE LO QUE PODEMOS CONSEGUIR EN NUESTRA VIDA.
Lo que ha ocurrido hasta ahora no es prueba alguna de
lo que somos capaces de hacer o de lo que podemos conseguir en un futuro. No te
dejes engañar por esta parte de ti.
Qué hacer: enfócate en la dirección de lo que quieres y
hazte las preguntas: ¿cuál es el siguiente paso que puedo dar? y ¿quién me
puede ayudar?
Recuerda que cuentas con la capacidad de aprender, con la
fuerza de voluntad, la perseverancia, la creatividad, personas que ya saben lo
que hay que hacer y te pueden enseñar… es cuestión de que digas sí a lo que
quieres y vayas dando pasitos.
El pasado, pasado está.
El pasado, pasado está.
Crea un futuro que cuando se vuelva pasado y te vuelvas a
verlo, te haga sentir orgulloso de ti.
SEGUNDA LIMITACIÓN: ESPERAR A PASAR A LA ACCIÓN A
CUANDO ESTÉS PREPARADO O A CUANDO LAS CONDICIONES SEAN LAS ADECUADAS
Si haces esto muy probablemente nunca des el paso.
¿Qué significa estar preparado? ¿Sentirse seguro?
Cuando avanzamos hacia lo desconocido es normal que una parte de nosotros se sienta insegura, pero esa no es razón para dejar de avanzar.
Qué hacer: dejar de ver la incomodidad que produce la
inseguridad o el miedo como excusa para no avanzar y pasar a la acción incluso
en presencia de esta incomodidad.
No es necesario que se vaya la sensación de nervios o miedo
para avanzar y, ciertamente, no es necesario que todo esté colocado en el lugar
que creemos más adecuado. Esta forma de pensar sólo es una forma de evitar
pasar a la acción y mantenernos en la zona de confort. El único problema es que
quedarnos ahí no es nada cómodo y nos recuerda 1) que nuestros sueños son
inalcanzables, 2) que no somos capaces o que no nos atrevemos a avanzar.
Quedarse en la inacción alivia momentáneamente la
incomodidad y los nervios de salir a lo nuevo, pero alimenta la creencia a
largo plazo de que no soy capaz.
TERCERA LIMITACIÓN: TOMARSE LA VIDA EN SERIO
Cuando nos tomamos las cosas en serio perdemos
perspectiva, claridad, elevamos nuestro nivel de estrés e incluso hacemos que
la situación parezca más difícil de lo que es.
Qué hacer: una de las frases que recuerdo de mi madre
es “todo tiene solución menos la muerte”. Abre la perspectiva para ver que
no es tan grave lo que está pasando. Que la vida es algo más que solucionar
problemas. Y sobre todo, que la vida siempre es más grande que el problema que
estás viendo.
Abre la perspectiva, recuerda lo que sí te va bien, lo que
sí funciona en tu vida. Aprecia la belleza a tu alrededor, las personas que te
quieren y comparten contigo. Despierta la calma y la paz dando un paseo en la
naturaleza o lo que sea que te ayude a despertar la paz en ti y luego vuelve a
mirar esa situación.
Asegúrate de que añades humor a tu vida.
El humor es una de las mejores perspectivas que podemos
encontrar y que nos reconecta con algo muy valioso, la alegría de vivir.
A partir de ahora si aparecen alguna de estas limitaciones
espero que te pares a verlas, las mires a los ojos, sonrías y digas: hoy el
poder lo tengo yo.
El Arte De Aprender
No importa tu edad, lo importante es que tengas una actitud activa y dinámica frente al aprendizaje, para siempre estar incorporando nuevas motivaciones que te ayudarán en tu crecimiento personal.
Para la filosofía oriental, la vida es una escuela en la cual tienes la oportunidad de aprender diferentes cosas. Alguna vez te has preguntado:¿se puede aprender de todo lo que sucede, ya sea bueno o malo?
Sí se puede, pero para ello deberías analizar y reflexionar qué es lo que te toca aprender, cuál es el motivo de este aprendizaje y cuál es el significado que posee para tu desarrollo personal.
Existen 3 tipos de aprendizaje:
Lo que debes aprender en esta vida: por ejemplo, a ser caritativo, comprensivo, etc.
Los aprendizajes de cada día: muchas veces se aprende de pequeños detalles tanto de la vida práctica (por ejemplo, arreglar un enchufe) como situaciones más sutiles (por ejemplo, aprender a callar ante un error ajeno).
Lo que puedes aprender de ver actuar a las demás personas a tu alrededor: pueden ser actitudes positivas, por ejemplo el hecho de tratar con una persona que siempre tiene una palabra de aliento para con los demás. También se da el caso de aprender lo que no se debe de hacer en determinada situación, como ante un fracaso laboral, afectivo etc. (por ejemplo, buscar consuelo en el alcohol o las drogas).
Para aprender necesitas:
Desarrollar una actitud activa y positiva frente a la vida. Estar dispuesto a mejorar a no cometer varias veces el mismo error.
Saber virar las situaciones a tu favor, aunque se traten de hechos adversos o negativos. Siempre hay que intentar sacar una sabiduría o aprendizaje para que, si no se vuelve a presentar un hecho similar, puedas afrontarlo desde otro punto de vista y salir victorioso.
Desgraciadamente, muchas veces hay que aprender con dolor, ya que en ocasiones puede ocurrir que te cierres en tu criterio propio, en tener la verdad del hecho, y no te das la oportunidad de ver diferentes ópticas del problema.
Saber aprender, dejar aprender
Al comprender la necesidad de aprender que tienes, verás que todas las personas están en el mismo camino y muchas veces te puedes encontrar ante la difícil situación de tener que dar un paso al costado para dejar que otro pueda aprender tal vez algo que tú ya hiciste.
Nunca dejes de aprender, cada día puedes aprender algo nuevo y no sabes cuánto puede cambiar tu vida.
Soledad Y Silencio
A veces la vida tiene estos silencios, estos paréntesis
donde las horas se quedan pétreas en un cabalgar siniestro hacia la soledad
infinita del fin. Es como intentar cazar el soplo de un oxígeno azul,
indefinidamente transparente, virtual y descarnado. Es el éxtasis del cambio o
la certeza de que todo, a pesar de todo, sigue igual.
La vida tiene, a menudo, estos desplantes; estas sorpresas
atronadoras de vacíos, estos iracundos vaivenes de nostalgia desmedida y esta
paz inaudita que recorre los caminos inhóspitos del futuro. Es la sed entre la
carne temblorosa de la convivencia, entre el purpúreo enamoramiento del latido
un día más.
Pero siempre, tras la pausa, como tras la calma, viene otra
tormenta, otra batalla, otro despliegue de esperanzadora victoria sobre la
herida remota de la vida infinita.
Los Sonidos Del Silencio
Cómo escuchar el silencio: Una cuestión que puede parecer
evidente a primera vista, pero nada más lejos de la realidad. De hecho, ¿estás
seguro de saber qué es exactamente el silencio? El silencio no es sólo la
ausencia de ruido, como pudiera parecer. El silencio es lo que sostiene todos
los sonidos, lo que los hace posibles. De hecho, el silencio es mucho más que
eso. El silencio es una puerta abierta hacia el Aquí y Ahora, donde los dramas
y el estrés de las rutinas mentales no tienen lugar.
Y lo mejor de todo es que,
aunque la mayor parte del tiempo pasa completamente desapercibido para la mente
pensante, el silencio siempre está ahí, a tu alcance, aunque ni siquiera te des
cuenta.
El silencio, como mencioné antes, es mucho más que la
ausencia de ruido. De hecho, incluso cuando el mundo a tu alrededor es más
ruidoso, como en un concierto o en una calle muy transitada, puedes reconocer
el silencio de fondo si prestas atención. No hablo sólo del silencio interno de
la mente, que no depende de ningún factor ajeno a ti, sino también del que hay
tras cada sonido, tras cada palabra, tras cada pensamiento… Los ruidos son sólo
olas que fluyen sobre un océano de calma, ¿lo habías notado?
El silencio y el ruido no son, en absoluto, incompatibles.
De hecho, sin silencio no podría haber sonido alguno. Observa esto ahora mismo.
¿Puedes percibir ese silencio que, pase lo que pase, permanece inmutable?
Presta atención a cuanto te rodea, Aquí y Ahora. Da igual la
situación en la que estés: en el metro, en la playa, caminando por una ciudad…
No importa los estímulos y los ruidos que te rodean. Tan sólo observa, sin
juzgarlos. Seguramente te resulte fácil sorprenderte inmerso en
pensamientos que etiquetan unos ruidos como “buenos” y otros como “malos”,
¿verdad? Pues no luches tampoco contra eso. Deja que tus pensamientos también
fluyan con los sonidos, pues son sólo eso, ruido mental.
Si eres capaz de
observar de esta manera, sin juzgar y sin buscar nada, verás cómo escuchar el
silencio es mucho más sencillo de lo que parece. Pero, ante todo, no te juzgues
si no lo consigues, porque ese juicio también es ruido, también es distracción.
Recuerda: sólo necesitas prestar atención, Aquí y Ahora.
Disyunción
Disyunción es
la acción y
efecto de desunir y separar. El concepto se utiliza en varios ámbitos,
como la genética,
la gramática y la filosofía.
La disyunción
genética es
la separación de los cromosomas mediante los procesos de mitosis (la división en la que
cada célula hija recibe una
dotación completa de cromosomas tras la duplicación del material genético) o meiosis (la sucesión de dos
divisiones celulares en el proceso de la formación de los gametos, que deriva
en cuatro células donde cada una tiene un cromosoma de cada pareja de la célula
original).
En la gramática,
se conoce como disyunción o conjunción
disyuntiva a
la palabra (o conjunto de ellas)
que indica una alternancia excluyente o exclusiva. La expresión “Vamos a
Miami o a Punta Cana” presenta
la disyunción “o”,
mientras que la frase “Elige entre
Pedro u Oscar” incluye
la conjunción disyuntiva “u”.
Otros ejemplos de estas conjunciones son “¿Quieres
salchichas o hamburguesas?”, “No sé si
llamar al gerente o al director ejecutivo”, “Tenemos que
pensar el coche u otro bien para saldar la deuda”.
Para la retórica,
la disyunción es una figura que se forma cuando cada oración lleva toda sus
partes necesarias, aun cuando ninguna de estas oraciones es necesaria para el
sentido de la precedente o de la siguiente.
No hay que pasar por alto que dentro de las Ciencias de la
Tierra también se recurre a la utilización del término que ahora estamos
analizando. En concreto, en ese campo se habla de lo que se ha dado en llamar
disyunción columnar, que es una ruptura de las rocas que se produce a consecuencia
de que tengan lugar tensiones originadas por el hecho de que la lava se ha
enfriado.
En la isla portuguesa de Porto Santo, ubicada a unos 40
kilómetros aproximadamente de Madeira, se pueden observar, por ejemplo,
diversas disyunciones columnares en los basaltos que forman parte de su
paisaje.
La disyunción filosófica implica la separación de
dos realidades, pese a que ambas se refieren intrínsicamente entre sí
(arriba/abajo, derecha/izquierda, etc.).
La disyunción
lógica, por último, es el enunciado que resulta verdadero
cuando cualquiera de los operadores es verdadero.
Precisamente dentro de este último sector, tendríamos que
dejar patente que hay un tipo de disyunción lógica que recibe el nombre de
disyunción exclusiva. Esta podemos determinar que se define por el hecho de que
está formada por dos operandos y de que será verdad si sólo uno de estos dos es
cierto.
Este tipo de disyunción, también llamada exclusivo, es
habitual que se represente a través de varios símbolos, entre los que se
encuentra EOR, XOR o EXOR.
Compartir La Vida
¿Por qué vivir en soledad? ¿Qué sentido tiene guardarnos el
amor y la alegría? es mucho mejor poder compartir esta vida en la que tenemos
la tarea de ser felices y robar sonrisas a los demás.
Día a día tenemos nuevas oportunidades, nos relacionamos,
tenemos altas y bajas emocionales, logramos cosas increíbles, nos deprimimos,
nos sentimos al tope de la alegría; a diario experimentamos estar en una
montaña rusa de momentos y sentimientos. Esta vida es confusa, extraña, única
en sí y además… apasionante. Pero, ¿Saben qué es lo mejor? poder compartir toda
esta locura de vivir con alguien más, con las personas que nos apoyan, que
queremos y amamos.
Es una delicia poder abrazar a alguien, expresar tus
sentimientos, disfrutar en compañía, robarles sonrisas a las personas, reír a
carcajadas, sonreír, soñar en conjunto. VIVIR… eso es delicioso, deberían
probarlo.
La vida está hecha para compartir, no para competir con los
demás y vivir amargados en soledad.
¡Qué maravilloso es encontrar personas con las que puedes
ser tú mismo! No tiene explicación.
Estoy decidido a vivir en compañía de la gente que quiero,
hasta el fin de mis días.
Con pasión, con amor, a plenitud… así viviré y lo compartiré
con el resto de las personas.
¿Te animas a compartir lo mejor y lo peor de ti? ¿Qué tal si
dejas salir todo lo que llevas dentro? conviértete en amor, en luz… sólo eso
eres.
Vale la pena compartir lo que se tiene, y si es amor… es
mucho mejor.
Evolución
“Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien
canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se
muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice
lo que dice y además más y otra cosa.”
Alejandra Pizarnik
En la vida diaria se suele usar la
palabra evolución para indicar un cambio que tiende a una
mejora, un progreso. Por ejemplo, cuando
hablamos de la “evolución de una sociedad”, creemos en general que la sociedad
cambia, o debe cambiar, para mejor. A veces, implica además que nosotros
podemos lograr esa mejora: si tenemos la intención de evolucionar,
podemos lograrlo a través de nuestras acciones. En este uso, la evolución es un
cambio que tiene un propósito, es teleológica.
En otras ramas del saber, como por ejemplo en la medicina o en la psicología, la palabra
evolución suele significar cambio o desarrollo, sin implicar que necesariamente
haya una mejora. Un médico puede sugerir “veamos cómo evoluciona esta
enfermedad”, y lo que está queriendo decir es que en ese paciente la enfermedad
irá siguiendo un curso y se podrá ver luego si la situación mejora o empeora.
En psicología, la psicología
evolutiva estudia
qué ocurre a nivel psicológico en distintas etapas del desarrollo humano, desde
que la persona es bebé hasta que es adulta.
Salvo los literalistas bíblicos más estrictos, que creen que
todas y cada una de las especies fueron creadas por la divinidad tal cual son
hoy, la mayoría de los naturalistas del siglo XIX creían en algún nivel de
cambio de las especies por distintas causas. Lamarck propuso que los animales
evolucionan a partir de las presiones del medio ambiente, dentro de un rango
determinado por cómo fue creada dicha especie. Esa idea fue dejada de lado por
el peso de la evidencia acumulada principalmente por un científico, que definió
lo que hoy entendemos por evolución en ciencia:
Charles Darwin planteó lo que hoy conocemos como teoría de
la evolución por selección natural. Desde entonces, la teoría fue
pulida, completada y mejor comprendida gracias a evidencias científicas de
otros campos del conocimiento.
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