sábado, 25 de noviembre de 2017

Política Humana

Filosofía

Aristóteles dijo en su día que el ser humano es un ser político en el sentido de que, al vivir en sociedad es necesaria una determinada organización para hacer posible la convivencia y es representada bajo la forma de Estado, siendo para este caso, sinónimo de gobernar. 

A partir de ello, se podría deducir que la política está intrínseca en nuestra vida cotidiana. No obstante, sería oportuno ampliar el significado de la política y se podría definir como las decisiones que se toman dentro de los grupos sociales acerca de: si existirían jerarquías o no, si las leyes emanarían de un soberano o se harían por consenso desde la base, si se legitimaría la propiedad privada, la estatal o colectiva, si existirían o no fronteras, si los órganos de participación en política serían asambleas abiertas o por el voto… Todo ello responde a dar una respuesta a la necesidad de hacer frente a diversos problemas como el reparto de alimentos y del trabajo, la seguridad del grupo, la resolución de conflictos, etc.

Cierto es que la política, la economía y la sociedad están muy relacionados, sabiendo que dependiendo de uno u otro sistema económico varían las formas de gobierno así como el comportamiento de la mayoría de la sociedad. Sin embargo, ¿estaría pues la política intrínseca en nuestras vidas cotidianas? Analizando a los individuos, los componentes básicos de una sociedad, nos damos cuenta de que éste no siempre está haciendo política, es decir, no siempre está militando en algún colectivo, grupo, asociación o sindicato, o debatiendo con otros y sacando propuestas, sino que hace otras cosas como quedar con amigos, ver películas, en general todas aquellas actividades de ocio para desconectar y pasar buenos ratos. Todas ellas ajenas a todo lo que sean temas políticos.

Pese a ello, en ocasiones se llega a politizar incluso los actos de la vida cotidiana en aspectos como las relaciones de amistad, familiares o incluso sociales, o en la manera de hacer las cosas. Al mezclar la vida cotidiana con la política muchas veces hace que los individuos se discriminen mutuamente solo por el hecho de que no comparten la misma ideología, pensamientos u opiniones. Incluso algunos llegan a darle demasiadas vueltas a un asunto que en verdad carece de relevancia. 

Quizá pueda parecer paradójico decir a la vez que la política influye mucho en las pautas de comportamiento de la gente. Así por ejemplo, un fascista es muy cerrado de mente mientras que un anarquista está abierto al intercambio de opiniones (aunque desgraciadamente haya algunos que sí son dogmáticos y no miro a nadie); un socialdemócrata solo piensa en términos medios mientras que uno de derechas es soberbio y arrogante…

Resumiendo. 

Existe una cierta contradicción entre que la política forma parte de nuestras vidas pero a la vez que muchos aspectos no tienen nada que ver con ella y siguen siendo importantes en la vida del individuo, como lo es el ocio, el entretenimiento y las relaciones interpersonales. A modo de conclusión, creo conveniente que se separe la militancia política de la vida personal, no en el sentido de que se deba de cambiar de careta cuando nos tengamos que poner serios para involucrarnos en acciones de carácter político sino en referencia a que, dentro de las relaciones interpersonales, la compatibilidad entre individuos se debe principalmente a la personalidad -además de que antes que ideologías somos personas- y por tanto, no mezclar los momentos en que uno debe desconectar para tomarse un descanso, relajarse, estar consigo mismo y tomar fuerzas con momentos en que hay que debatir, organizarse, y pasar a la acción. 

Porque en caso de que se esté todo el día metido en el embrollo de estar al tanto de la política, aplicar siempre los principios ideológicos y evitando en todo lo posible las contradicciones, acabaría uno por quemarse y con ello solo consigue tener la mente intranquila y el alma inquieta dando como consecuencia la pérdida de uno mismo, al no poder gozar de tranquilidad para reencontrarse con su «yo».


El Ser Hacer Y Sentir


Todos en algún momento de nuestras vidas estamos en la búsqueda de la felicidad, pero realmente te has preguntado ¿Qué es la felicidad?, simplemente es una emoción, y cada persona tiene una manera diferente de alcanzarla, no existe una serie de pasos o un manual para ser feliz.

Estamos tan inmersos en la cotidianidad de la vida y su ritmo tan acelerado, que no nos permite hacer un “stop” para pensar y meditar acerca de nosotros mismos, de lo que estamos sintiendo durante el día; dejándonos llevar por la mecánica de la vida y haciendo a un lado la conciencia del ser, hacer y sentir con atención.

Esta conciencia del “Ser, Hacer y Sentir” es simplemente estar consciente en lo que efectuamos y cómo lo concebimos, descubriendo todo lo que sentimos en lo que hacemos y como experimentamos, física y energéticamente, ese sentir. Esto nos ayuda a conocernos internamente, estableciendo un íntimo lazo físico y espiritual con nosotros mismos, que nos llevará a ver lo que sentimos por dentro cuando experimentamos una emoción en cada una de las cosas que realizamos durante el transcurso de nuestras vidas.

Es importante que con esta conciencia del Ser, Hacer y Sentir, en cada acción que realicemos, identifiquemos la emoción que se experimenta en ese instante; la llamemos por su nombre, distingamos cuáles son sus beneficios y cómo puedo aprender y convivir con ella. Esto dará origen a la liberación de las emociones, dejándonos de sentirnos presos por ellas.

Para establecer esta conexión, debemos aceptarnos y reconocernos tal cual como somos. 

El conocernos mejor nos brinda un amor intrínseco y mayor confianza en nosotros mismos, haciendo que transmitamos un estado de seguridad positivo, capaz de ser percibido por quienes nos rodean. Al tener esta conciencia te permitirá reflexionar en cosas sin hacerlo intencionalmente, impedirá que quedes atrapado en tus sentimientos por los eventos del día, así como en las relaciones personales o al estrés del trabajo.

Esta práctica del estar consciente del Ser, Hacer y Sentir, te ayuda a mantener tu enfoque en las cosas que suceden en el exterior de ti, dejando a un lado la mecánica de la vida, tomando el control de ella y dándole un propósito a tus acciones. Haciendo el lazo físico y espiritual más fuerte, alcanzando a la felicidad plena contigo mismo.


Semillas De Maldad


Este mes se cumple un nuevo aniversario de la publicación del experimento de psicología social, que es hasta nuestros días una de las principales referencias cuando se intenta explicar la obediencia de los seres humanos a las órdenes de una autoridad, incluso cuando estas órdenes desembocan en atrocidades y acciones que evidentemente van contra la conciencia individual: el experimento de Stanley Milgram.

En 1960, unidades del Mossad, el servicio de inteligencia de Israel, capturaron a las afueras de Buenos Aires a Adolf Eichmann, teniente coronel de las SS durante el régimen nazi en Alemania y responsable de la logística que permitió la deportación masiva de judíos a guetos y campos de exterminio en zonas ocupadas de Europa del Este durante la Segunda Guerra Mundial.

Eichmann, quien había vivido en Argentina bajo una identidad falsa desde 1950, fue transportado a Jerusalén para ser enjuiciado por quince cargos que incluyen crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Durante el juicio, brillantemente reportado por Hannah Arendt en una crónica para la revista New Yorker, Eichmann alegó que no fue culpable de sus acciones e incluso que no odiaba a quienes condenó a la desaparición y la muerte, con el argumento de que él no tenía ninguna responsabilidad porque estaba simplemente haciendo su “trabajo; no solamente cumpliendo órdenes, sino además obedeciendo la ley”.

Fue la actitud de Eichmann la que llevó a Stanley Milgram, psicólogo de la Universidad de Yale y descendiente de judíos que emigraron a los Estados Unidos desde Europa del Este antes de la guerra, a preguntarse por los motivos que llevan a los individuos a cometer acciones como las que condujeron al genocidio de más de 6 millones de judíos bajo la coordinación del régimen de Adolf Hitler y sus secuaces. ¿Estaban Eichmann y sus miles de cómplices en el Holocausto simplemente siguiendo órdenes?
Para responder a esa pregunta, Milgram diseñó un experimento en el cual tres individuos: el “experimentalista”, el “profesor” y el “alumno”, debían evaluar la influencia de estímulos negativos en el aprendizaje, utilizando choques eléctricos. Bajo la supervisión del experimentalista, el profesor debía dictar una lista de parejas de palabras al alumno que se encontraba en otra habitación. El alumno estaba conectado a una máquina accionada por el profesor que le suministraba una descarga eléctrica cada vez que no fuese capaz de identificar una pareja de palabras de la lista en otra secuencia de palabras. Con cada error, la potencia de las descargas eléctricas se iba incrementando hasta alcanzar 450 voltios.

En realidad, el experimentalista y el alumno eran un psicólogo y un actor que buscaban evaluar a los voluntarios que tomaban el rol de profesor, a quien se hacía pensar que el alumno estaba recibiendo choques eléctricos. A medida que se incrementaba la intensidad de los choques, el actor que representaba al alumno reproducía grabaciones de gritos y quejas. Cuando el nivel de los choques era más alto, el actor golpeaba los muros de la habitación luego del choque eléctrico que castigaba cada respuesta equivocada.

Al llegar a este punto, muchos de los voluntarios indicaban su deseo de detener el experimento y revisar la condición del alumno. Sin embargo, la mayoría continuaba administrando descargas más intensas tras cada respuesta equivocada una vez que el experimentalista les garantizaba que su responsabilidad era conducir el experimento hasta el final. Muchos de los voluntarios en el rol de alumno mostraban señales de tensión con los gritos del alumno. Pero la mayoría de los voluntarios continuó el experimento hasta el final.

Milgram elaboró dos teorías basado en su experimento. Por un lado, un sujeto que no tiene ni la habilidad ni la experiencia para tomar decisiones durante una crisis, delega la toma de decisiones al grupo y a su jerarquía. Por otra lado, la obediencia consiste en que una persona se ve a sí misma como el instrumento para llevar a cabo los deseos de otra persona, por lo tanto no se ve responsable por las consecuencias de sus acciones.

Los resultados del experimento de Milgram fueron, y aún son, objeto de acalorada controversia al tratarse de una cuestión ética, en el cual los voluntarios, en el rol del profesor, son básicamente engañados y sometidos a una situación de tensión que puede tener efectos duraderos. Por otro lado, la comunidad científica señalaba como irresponsable la extrapolación de los resultados del experimento con eventos como el Holocausto. 

Sin embargo, los estudios psicológicos de Milgram, luego publicados en detalle en su libro Una mirada experimental a la obediencia a la autoridad, están considerados como uno de los más importantes del siglo XX y han sido reproducidos en múltiples ocasiones.

En 2010, en el documental francés El juego de la muerte (Le jeu de la mort), un grupo de investigadores recreó el experimento de Milgram como una crítica a los reality shows. De los 80 concursantes en el rol de profesor, solamente 16 eligieron detener el experimento antes de llegar a la mayor dosis de voltaje en los choque eléctricos de castigo al estudiante. Quienes llegaban a este punto del experimento no se consideraban esencialmente malvados o insensibles. Simplemente hacían lo que les era indicado, animados por el público en un estudio de televisión.

Tal vez por la oscura fascinación que producen las circunstancias que llevan a personas ordinarias a obedecer órdenes y cometer actos atroces, se encuentran referencias a los experimentos de Milgram en canciones como We do what we're told, de Peter Gabriel, y en películas y series de televisión.

Si bien el experimento de Milgram no permite conclusiones fáciles, sí invita a reflexionar sobre la autoridad que guía nuestras acciones, bien sea un líder religioso, una figura política, un jefe, una ideología o el mensaje en un libro. Cuando obramos por un bien mayor a nombre de una jerarquía superior a nuestra percepción, vale la pena detenerse a pensar cuál es el bien y hasta dónde somos marionetas de esa limitada percepción que es la esencia de la naturaleza humana.




Desde La Kabbalah



En las fuentes originales está escrito, “No existe una brizna de hierba debajo que no tenga un ángel arriba que la mueva y le diga, ‘¡Crece!’”.

En realidad es así. Todo lo que ocurre en nuestro mundo, se materializa de acuerdo a la dirección e influencia específica del mundo superior.

Pero no podemos trazar esas influencias. No podemos decir qué raíz ni qué fuerza del mundo superior, influye en nuestro mundo ni qué efecto específico quiere lograr esa fuerza. No vemos el mundo superior; no entendemos su programa ni su influencia sobre nosotros.

Desde el mundo inferior, el mundo superior puede ser alcanzado sólo si gradualmente llegamos a asemejarnos a la naturaleza del mundo superior; no hay otra forma. Hasta que entendamos el completo y complejo sistema de influencia sobre nosotros, de arriba hacia abajo y lo revelemos de abajo hacia arriba, no alcanzaremos nada.

La ley de raíz y rama apunta al hecho de que existe una conexión entre la raíz superior y la rama inferior: en cada átomo, en cada acción, en todos los niveles de la materia inanimada, vegetal, animal y humana, en pensamientos, en fuerzas -en todo.

Pero no observamos esta conexión y no podemos decir qué raíz es la causa de cuál efecto en nuestro mundo ni cómo podemos hacer alguna clase de cambios en la raíz, a partir del efecto, con el fin de mejorar el resultado final y su impacto en nosotros. En realidad, esto es el tema de estudio para los cabalistas.


viernes, 24 de noviembre de 2017

Esencialidad


La Esencialidad es la Ciencia de la Esencia, la Ciencia de tu Esencia Espiritual.

Esencia
Esencia es una palabra que representa algo que está más allá de la comprensión humana, algo que las palabras no pueden expresar. La Esencia es el origen y la sustancia de todo lo que existe. Es la Fuerza Creadora de todo y la Energía, la sustancia, de la que todo está formado. Toda la Creación es Esencia manifestándose en una variedad infinita de formas. Tú eres una de esas formas, y al mismo tiempo la Totalidad de la Esencia.

La Esencia es un ser, el Ser Único. El Uno es también el Todo. La Esencia es la Unidad y la Totalidad de la existencia. Es Infinita, no tiene límites. La Esencia es lo único que verdaderamente existe. 

Se manifiesta a Sí Misma en una infinidad de dimensiones, universos y realidades. Pero todo eso son ilusiones: la única verdad detrás de todas las apariencias es la Esencia; es la verdad. La Esencia es la Fuerza Inteligente Creadora de todo lo que existe, y forma la totalidad de la Creación de Su Misma Esencia—no existe otra cosa con la que se podría crear algo. La Esencia es tanto el Creador como lo Creado. La Esencia es el principio, el proceso y el fin de todo lo que existe, y al mismo tiempo Ella es sin fin, infinita. Toda la Creación es una ilusión dentro de la Esencia, hecha por la Esencia a partir de la Esencia.

Solo existe la Esencia; el Uno. TÚ eres ese Uno. TÚ eres la Totalidad de la Esencia,; tú eres el Uno. No hay otra cosa que podrías ser; solo existe el Uno. Y no eres una parte de la Esencia: no hay partes, solo el Uno. La Verdad es que solo existe la Esencia Única y TÚ eres Eso; eres el Uno-Todo. (Esta verdad, que TÚ eres el Uno y el Todo, es algo que no se puede comprender con la mente humana—pero tú puedes experimentarlo porque tú Eres Eso. (La Escuela de Esencialidad enseña cómo experimentarlo). Por tanto, el estudio de la Esencia es el estudio de Ti Mismo, de Quien Eres Realmente.

Símbolos: Con mayúsculas: TÚ = Esencia, el Uno, Dios. Con minúsculas: tú = el tú pequeño, el ser humano, una ilusión que estás disfrutando durante un tiempo aquí en la Tierra.

El tú pequeño, el ser humano, es una ilusión que TÚ has creado para descender del Uno y tener experiencia, para vivir dramas. Tu vida humana es una película en la que TÚ te has perdido para poder vivir el drama a plenitud. Es algo similar a las películas; para disfrutar realmente un película, tienes que olvidar tu identidad humana en la vida real, e identificarte con el héroe para sumergirte en la acción y el drama. Podríamos decir que en tu vida humana, eres para Dios el actor de una novela, cuya trama es olvidar y luego recordar que TÚ eres al mismo tiempo ese Dios. 

Tan solo en este planeta, existen hoy en día más de siete mil millones de actores de novelas que Dios está disfrutando. Y eso no es nada: existen innumerables dimensiones, cada una con incontables universos, y cada uno de ellos con una infinidad de seres de todos los tipos posibles. Nuestro universo no es más que un grano de arena en las playas de la Infinitud. ¡Y TÚ eres todo eso!

El gran mensaje de la Esencialidad, la Ciencia de tu Esencia Espiritual, es que TÚ puedes despertar aquí en medio de la ilusión y recuperar la conciencia de Quien Realmente Eres. A esto se le llama “Enlightenment”. Cuando lo logras, todo el juego de la vida cambia. Vives ya en la experiencia de tu ser inmortal, en contacto y comunicación con el Amor Infinito y con un enorme poder de manifestación.

Ciencias versus creencias
La Esencialidad es una ciencia, no una religión. Es una ciencia porque cada persona puede verificar sus postulados en su propia experiencia; es decir, esos postulados pueden ser comprobados por cualquier persona que haga el esfuerzo de aplicarlos a sí misma.

No se trata de una religión ya que no impone credos ni fe ciega; no propone doctrinas, dogmas ni mandamientos; no tiene ritos ni rituales; no enseña oraciones, ni tiene una jerarquía eclesiástica. Ni siquiera tienes que creer en Dios para verificar la existencia de la Esencia. 

La Esencialidad no te pide creer irracionalmente en algo; no quiere tu fe ciega. No reclama tu obediencia, no inhibe tu derecho de cuestionar todo; de hecho, te alienta a hacerlo, recordándote que las respuestas están dentro de ti, no en las palabras.


PosVerdad: El Aporte De Spinoza


Filosofía
PosVerdad: El Aporte De Spinoza
“La digitalización de los intercambios sociales lleva a que los sujetos se aíslen y se comuniquen con quienes ya piensan como ellos. De esta manera comparten sus creencias sin importar si la noticia que difunden es falsa o verdadera”

Spinoza sostiene que la falsedad en sentido absoluto no existe, puesto que la razón es incapaz de producir ideas falsas por sí misma. Lo que llamamos ideas falsas son producto de la finitud de nuestra capacidad cognitiva, por lo tanto, más que falsas, son “inadecuadas” al objeto que se refieren. 

Por ello Spinoza plantea tres géneros de conocimiento. El primero es el de la imaginación. Pero debemos preguntarnos ¿La idea imaginativa es falsa? Nos dice Spinoza, ya que supone exigirle a la imaginación una tarea que está más allá de sus posibilidades. El ejemplo que da es el del sol. No es un error percibir que el sol está a una distancia muy corta; el error consiste en creer que efectivamente se halla a esa distancia, ya que aun sabiendo que la distancia es mayor, vamos a seguir percibiendo como si el sol estuviera cerca. En este sentido, el error consiste en tomar la imaginación como si fuera un conocimiento cierto, ya sea porque se tomen como ideas adecuadas o impulsado por los prejuicios. En definitiva, la imaginación induce al error y debe ser puesta al margen mediante una reforma del entendimiento. Luego viene el segundo género de conocimiento: la razón. Si la falsedad del conocimiento imaginativo proviene de su objeto, hay que buscar la verdad en el objeto del conocimiento racional. La imaginación conoce, de manera inadecuada, pero conoce las cosas singulares. La razón conoce las propiedades comunes a la propiedad de la cosa y a la totalidad de las cosas. El conocimiento reflexivo no es la pura reflexión sobre la forma de la verdad que se encontraría en la idea adecuada, sino la reflexión sobre el orden que se debe establecer entre las ideas, de manera que queden concatenadas de un modo que pueda expresar, no ya la fortuita incidencia de los cuerpos exteriores en el nuestro, sino el orden y conexión de las cosas; por ejemplo, en la ciencia.
“La cultura hegemónica, a través de los medios de comunicación y las redes sociales, nos instalan en el conocimiento imaginativo donde nos prometen que podemos tocar el sol con las manos”
El tercer género de conocimiento lo llama: de la intuición. Si en el segundo grado de conocimiento dejamos las cosas singulares para dar cuenta de las propiedades comunes, en este tercer grado de conocimiento, valoramos las cosas comunes para conocer las esencias de las cosas singulares. 

Aclaremos: esto implica conocer las esencias de las cosas singulares, no las esencias singulares de las cosas. No es un conocimiento esencialista de las cosas singulares, sino un conocimiento profundo de la relación entre las cosas singulares. Podríamos decir, utilizando un lenguaje actual, que es un conocimiento ideológico, es decir, una cosmovisión de las relaciones que se dan en el universo sostenido en la razón. De esta manera, de la imaginación pasamos a las nociones comunes y de éstas a las esencias comunes de las cosas singulares. No solo podemos conocer mejor, sino también más cosas. 

Vamos ganado perspectiva y comprendiendo el funcionamiento del universo.

En esta perspectiva, la cultura hegemónica, a través de los medios de comunicación y las redes sociales, nos instalan en el conocimiento imaginativo donde nos prometen que podemos tocar el sol con las manos. De allí la importancia de generar formas colectivas que permitan encontrar ideas adecuadas que amplíen nuestro conocimiento. 

Es decir, una razón apasionada desde donde se puedan construir espacios de transformación.


El Conocimiento Es Poder


El poder de un pueblo descansa en el desarrollo de sus inteligencias.

Quizá nunca imaginamos porqué es importante para la vida de la sociedades el acopio de conocimientos, no sólo científicos sino de todo tipo de sabiduría que nuestra especie ha generado. Ya decía Bacón que el conocimiento es poder, analizando esta máxima se sabrá si,  en realidad aquella sentencia es una verdad incuestionable.

El conocimiento, obvio es decirlo, destierra la ignorancia. Cuando vivimos en la ignorancia, al no conocer el mundo, somos presa de errores vitales que nos conducen a una vida difícil, llena de sacrificios, que incluso nos conducen a morir prematuramente. Por ejemplo, cuando un ser humano carece de los conocimientos básicos en el campo de la salud, al contraer una enfermedad,  recurre al brujo, creyendo que tal padecimiento es producto de circunstancias mágicas y esta acción lo lleva a destruirse. La ignorancia lo condujo a la superstición, de ahí la importancia del conocimiento científico que le permitiría conocer la realidad,  que lo apartaría de los  factores negativos.

Miremos con claridad que la ignorancia y la superstición son herramientas empleadas por los sistemas imperantes que promueven en las masas tercermundistas aquellos factores o barreras que impiden el progreso que las haría libres, organizadas, disciplinadas, inteligentes y aptas para ejercer la democracia con plenitud, educadas, urbanas , instruidas, cultas y felices.

Sin embargo, no todos piensan en la misma dirección y solo persiguen la fortuna que el conocimiento también les otorga, por lo que es necesario que  el saber se afinque sobre bases  éticas, morales, sociales y anímicas positivas,

Otro atributo que el conocimiento da, es el de hacer poderosas a las naciones: el país que promueve a sus inteligencias y las dota con el acopio suficiente de conocimientos, llega a alcanzar un enorme poder, pues la inteligencia y el conocimiento provocan el surgimiento de un avance hacia el progreso casi sin límites y no precisamente un poder bélico, sino propicio para tener un pueblo bien alimentado y mejor vestido, con un hogar cómodo, y una familia satisfecha, con buenas perspectivas para los hijos y para una vejez digna, que contribuyó, a su vez, en el progreso de su nación, lo cual  vaticina un devenir sin mayores sobresaltos.

Tenemos el ejemplo de Japón, nación que no posee arma atómica y que sólo con sus inteligencias y el acervo de conocimientos que atesora ha alcanzado un poder económico inmenso. Aún la bomba atómica que fue creada por la mente del hombre dotado de conocimientos bastos, es obra de la inteligencia, pero esa energía, bien utilizada y bien manejada en todos sus aspectos podría dar buenos frutos, sin peligro. Aquí es donde interviene la aplicación de la  ética, de la moral, del control de las ambiciones y del amor a la humanidad.

¿Quiénes crearon la electricidad, el telégrafo, el teléfono, la computadora, la imprenta, la penicilina, etc. sino las inteligencias que bebieron  de la fuente: del conocimiento?

Esto demuestra que la inteligencia sin conocimiento es nula.
¿Quién puede negar el valor supremo del conocimiento que es la base del avance de las inteligencias y por lo tanto de los pueblos del mundo?

Hombres esforzados, que no perdieron el tiempo y que sus sociedades de alguna manera les abrieron el camino, creando las condiciones idóneas para que lograran todas sus aspiraciones, aspiraciones que son las mismas que las de todo el género humano.

De ahí que, reitero, el conocimiento eleva a un país ayudando a la solución  de sus problemas complejos y también dotándolo de bienestar y satisfacción.

Las necesidades del ser humano y de la sociedad, han promovido la búsqueda del conocimiento para ser creativo. Los países que desarrollan la ciencia, la cultura y el arte están a la vanguardia. Los pueblos que no se han preocupado por darle mayor importancia a la preparación de la inteligencia de sus ciudadanos,  quedan rezagados. Los pueblos avanzados lo son, porque sus políticas van encaminadas  a  apoyar en todos sentidos  a sus ciudadanos, sobre todo, les brindan el acceso a las fuentes del conocimiento para hacer realidad la formación de personalidades eficientes.  

Por las anteriores razones pongo a consideración que  Bacón no estuvo equivocado en afirmar en su frase célebre que le hizo inmortal: “El conocimiento es poder”.


Si No Encuentras. Creálo



“Creá tu felicidad; creá lo que buscas. Creá oportunidades, situaciones, momentos. No busques como loco. Creá y déjate sorprender por lo que el universo tiene preparado para ti.”

Buscar significados propios antes de dejar decir a los demás, hace que no se escuche y se suponga o adivine, llegando a juicios que obturan el entendimiento y embarran la cancha de las conversaciones.
Luchar y a veces hasta trampear por tener resultados antes de esforzarse y comprometerse haciendo por lograrlos, es saltear los espacios de aprendizaje y operar deslealmente.

Empujar los finales, no dar los tiempos planeados para que los procesos  se desarrollen, se pueda evaluar o realizar las pruebas necesarias, implicará caer en riesgos, errar en las medidas y en muchos casos, generar una cadena de mentiras interminable.

Reconocer que aún no se está listo, que no se sabe, que no se puede, es validar los propios límites. Si además,  estos se muestran y comunican con claridad, el proceso ayudará a establecer relaciones congruentes, a mantener la propia coherencia y a trabajar óptimamente.

Dar y darse tiempo, caminar al tempo adecuado y la distancia planeada, seguir los pasos necesarios y no tratar de controlar el futuro, son las bases de toda buena carrera.

También incorporar el placer, como cuando se corre con el sol en la cara, será altamente saludable.

Hugo W Arostegui



Esfuerzo Que Libera


El perdón es una de las mayores formas de generosidad que existen. Perdonar es una parte, casi inevitable, de todas las relaciones que mantenemos. Concederlo y pedirlo es una libertad, una opción que le confiere un valor enorme, ya que suele suponer un esfuerzo mayor que sus alternativas: no pedirlo o no concederlo.

Hay personas que no perdonan porque piensan que de este modo no liberan de culpa a la otra persona, pero la realidad es que la persona que más sufre es aquella que no sabe perdonar. No hacerlo implica que el dolor se quede en su interior, convirtiéndose en una especie de puñal afilado y descontrolado capaz de causar un daño enorme de manera impredecible.

“El que es incapaz de perdonar es incapaz de amar.”
-Martin Luther King-

No saber perdonar te ata a la ira y al resentimiento, por lo que es muy probable que termines nutriendo con ellos a tus pensamientos. Perdonar a alguien que te ha herido no es fácil, así que es necesario saber cómo hacerlo para poder liberarte de esas heridas del pasado y dejar atrás cualquier carga emocional que pueda lastrarte.

Hay personas que tienen una forma errónea de entender el perdón, creen que es una forma de competición que señala, premiando a un ganador y castigando a un perdedor. Así, una forma equivocada de percibir el perdón es aquella que tenga que ver con las siguientes creencias:

Liberar a la otra persona de sus actos
Ceder
Poner la otra mejilla
Fingir que no ha pasado nada
Admitir que tu enfado no es justificado
Obligarte a llevarte bien con alguien con quien sientes que te puede hacer daño de nuevo.

“Solamente aquellos espíritus verdaderamente valerosos saben la manera de perdonar. Un ser vil no perdona nunca porque no está en su naturaleza.”
– Laurence Sterne –

Cuando algo duele, recuerda que no puedes actuar sobre el pasado y que, por el contrario, son el presente y el futuro los que te van a dar la oportunidad de intervenir: paliando, remediando y restableciendo.

Deja que tu energía positiva salga al exterior sin necesidad de lucha, sin necesidad de librar un duro enfrentamiento. Permite que tu atención se centre en estar mejor, impidiendo que el daño enmascare el agradecimiento por el resto de cosas positivas con las que cuentas.



Vivir Es Sentir



Percepción es el primer proceso cognoscitivo, a través del cual los sujetos captan información del entorno, la razón de esta información es que usa la que está implícita en los estímulos captados por los sistemas sensoriales y que permiten al individuo animal (incluyendo al ser humano) formar una representación de la realidad de su entorno. La luz, por ejemplo codifica la información sobre la distribución de la materia-energía en el espacio-tiempo, permitiendo una representación de los objetos en el espacio, su movimiento y la emisión de energía lumínica.

Cerebro y corazón. La ciencia lleva siglos intentando descifrar su funcionamiento para entender cómo los seres humanos percibimos lo que ocurre alrededor, tomamos decisiones o nos relacionamos con los demás. El estudio de nuestras emociones ha dado un gran salto en las últimas décadas gracias al desarrollo de tecnologías y nuevas técnicas que están permitiendo tanto medir las respuestas fisiológicas de nuestro organismo hacia estímulos y situaciones, como empezar a entender el complejo funcionamiento del cerebro.

Debido a los avances tecnológicos y las prisas para todo, hoy en día las personas tienen una cotidianidad acelerada. Sin percatarnos de los detalles de la existencia misma que día tras día dejamos de percibir. La realidad en que vivimos es solo una realidad humana, es decir, el entorno que percibimos (naturaleza) es sólo a través de nuestros  sentidos, lo cual tiene una particularidad única y humana.

Los sentidos son dinámicos en el entorno del día y de la noche, donde nuestros biosensores se adaptan. Los seres vivos, en general, como plantas, todos los microorganismos, insectos, peces, vertebrados, mamíferos y todos los reinos vivos, tienen la habilidad de percibir su realidad en forma  particular,  a través de sus biosensores especializados (células especializadas), que fueron perfeccionándose a través del tiempo de evolución.


Cada ser viviente tiene sus biosensores de percepción de la realidad adaptados de forma particular a su supervivencia y adaptabilidad. Entre ellos, en la raza humana, la apreciación de la realidad del entorno que nos rodea a través de nuestros sentidos son experiencias biosensoriales muy particulares; donde vivir es sentir.

jueves, 23 de noviembre de 2017

Hacia Dónde Nos Dirigimos


Hemos podido ver cómo a lo largo de la historia las Sociedades han ido evolucionando. Un proceso que nos ha permitido llegar hasta donde ahora nos encontramos. Lo que nos permite concluir que nos encontramos envueltos en una evolución de nuestra actual Sociedad.

Pero debemos tener presente que es una evolución rapidísima en su realización, basada en avances tecnológicos, que están permitiendo una eclosión sin precedentes del maquinismo. Esta irrupción de las máquinas en todos los ámbitos -no solo en lo relacionado con el aspecto laboral- va a ocasionar una serie de cambios en el comportamiento humano, inimaginables hace unas pocas décadas.

El Big Data, unido a la inteligencia artificial, nos abocará a una Sociedad en la que las personas tengamos una perfilación de todos los aspectos de la vida, que provoquen un conocimiento casi total de los individuos. Además, ya vemos que las máquinas van a sustituir a las personas en muchísimos puestos de trabajo. Y además, a causa de este maquinismo, veremos como las personas estarán cada vez más apoyadas e influenciadas por las máquinas.

Con este escenario, creo sinceramente que la Sociedad a la que nos dirigimos va a ser una Sociedad en la que las personas van a tener cada vez menos oportunidades de obtener empleo. Así, las personas van a poder disponer de mucho tiempo libre, y tendrán que buscar la manera de utilizarlo.

Grado de bienestar
Esta Sociedad hacia la que nos dirigimos no va a poder alcanzar el grado de bienestar que se llegó a obtener en el Siglo XX. Se aprecia que los niveles salariales no están alcanzando los niveles necesarios para lograrlo.

Además, esta Sociedad más empobrecida verá como las máquinas que sustituyen a los empleados no pagan los impuestos que pagaban los trabajadores empleados, lo que provocará que los Estados recauden menos en esa materia.

Y pese a vivir en la Sociedad de la Información, creo que vamos a ver cómo las personas tienen mucho menor conocimiento.

En definitiva, nos dirigimos a una Sociedad más inculta, más pobre, con más tiempo libre, al albur de sus propios medios, y que tendrá un pensamiento más radicalizado. Además, como se puede ver ya, con un alto grado de sumisión al poder.


Lucidez Mental: Mantenimiento


Sentirse activo y lúcido es fundamental para nuestra salud. Pero, ¿cómo lograrlo? Aquí algunos consejos importantes para mantener nuestra frescura mental a lo largo de los años. 

A la lucidez sólo es posible evaluarla en relación con las habilidades que cada uno desarrolló en su juventud. Por eso la vejez, aun cuando forma parte de la naturaleza, constituye uno de los grandes temores humanos. 

En la actualidad, existen ejercicios y tratamientos específicos para la preservación de las capacidades cognitivas, aunque no hay estándares universales ni garantías, ya que cada persona es diferente. 

No obstante, se pueden tener en cuenta algunas recomendaciones: 

Estimular las capacidades cognitivas durante la juventud, a través de la actividad social e intelectual, del juego y de todo aquello que estimule el ejercicio de la inteligencia y la salud mental.

Realizar palabras cruzadas, sopas de letras, sudokus.
Ejercitar la mano izquierda cuando uno es diestro, o viceversa. 
Estimular las capacidades sensoriales.
Ejercitar la memoria con actividades tan simples como no consultar la lista de compras mientras se está en el supermercado y corroborar sólo después.

Trabajar con series numéricas concretas, nombres de los meses del año en sentido directo e inverso. 
Para mantener el concepto numérico y el cálculo, se resuelven problemas y operaciones aritméticas y juegos numéricos. 

El razonamiento se estimula mediante ejercicios que trabajen la capacidad de clasificar características de los objetos, mientras que los aspectos del lenguaje y la capacidad visoespacial se ejercitan mediante la escritura, el dictado y el dibujo. 



Nuestra Mente Se Refleja


A la hora de construir cada paso de nuestro crecimiento personal nos enfocamos en exceso tan solo en nuestro interior, cuando gran parte de lo que podemos aprender reside en el exterior o en nuestro entorno de confianza. Infinidad de leyendas nos enseñaban desde la antigüedad que lo que vemos en los demás nos revela información sagrada de lo que somos nosotros mismos.

Muchos han sido los estudios sobre psicología personal que afirman que el exterior actúa como un espejo para nuestra mente. Un espejo donde vemos reflejadas diferentes cualidades, características y aspectos personales de nuestra propia esencia, de nuestro ser más primitivo.

Hablamos de las situaciones que frecuentemente se nos dan en nuestro día a día cuando observamos algo que no nos gusta de los demás y sentimos un cierto rechazo, incluso disgusto. Pues bien, estamos ante la ley del espejo, la cual establece que de alguna manera ese aspecto que nos disgusta de determinada persona existe en nuestro interior. ¿Por qué sucede esta experiencia? Hoy te compartiremos su función y el origen de esta ley.

“La gente solo nos devuelve el reflejo de la forma en que les hablamos.”
-Laurent Gounelle-

La ley del espejo establece que nuestra inconsciencia, ayudada por la proyección psicológica que realizamos durante ese momento, nos hace pensar que el defecto o desagrado que percibimos en los demás solo existe “ahí fuera”, no en nosotros mismos. La proyección psicológica es un mecanismo de defensa por el que atribuimos a otros sentimientos, pensamientos, creencias o incluso acciones propias inaceptables para nosotros.

La proyección psicológica comienza a ponerse en marcha durante experiencias que nos suponen un conflicto emocional o al sentirnos amenazados, tanto interior como exteriormente. Cuando nuestra mente entiende que existe una amenaza para nuestra integridad física y emocional, esta emite como rechazo hacia el exterior todas esas cualidades, atribuyéndoselas a un objeto o sujeto externo a nosotros mismos. Así, aparentemente, colocamos dichas amenazas fuera de nosotros.

Las proyecciones suceden tanto con las experiencias negativas como con las positivas. Nuestra realidad la trasladamos sin filtro al mundo exterior, construyendo la verdad exterior con nuestras propias características personales. Una experiencia característica de la proyección psicológica sucede cuando nos enamoramos y atribuimos a la persona amada ciertas características que tan sólo existen en nosotros.



Observar Nuestro Entorno



¿Por dónde pasa la vida?
Esta es una de las preguntas estrella que Teatro y Consciencia aterriza en los alumnos a lo largo de los cursos. Parece simple al escucharla, pero a la hora de la verdad, responderla no es tan fácil. ¿Por dónde pasa la vida?

Sabemos racionalmente que la vida es el motor esencial de nuestra existencia y que está en continuo movimiento dentro de nosotros y en nuestro alrededor. Aun así, en la sociedad occidental no tomamos en consideración experimentar y cultivar esta realidad que nos fundamenta, y pasamos la mayor parte del día sin sentirnos vivos, actuando de forma autómata, dejando que nuestras mentes y cuerpos funcionen mecánicamente.

Afortunadamente, se dan situaciones que inevitablemente provocan que volvamos a la vida. Cuando ponemos la atención en el presente, escuchamos con todos nuestros sentidos y abrimos el corazón

Un abrazo que nos reconforta, una canción que nos eriza el vello, el primer llanto de una tristeza profunda, un paisaje que nos hace vibrar, unas palabras sinceras que rompen nuestros esquemas, un sabor que nos traslada a la infancia, un baile desenfrenado, los colores de un atardecer que nos retuerce el estómago, el ataque de risa por una tontería, un grito al cielo que por fin desatasca aquel dolor, el gesto vulnerable de alguien a quien considerábamos “duro”, una auténtica expresión de amor temblorosa… No son escenas que sólo se hacen evidentes en las películas.

Son instantes reales, de distintos calibres e infinitos colores, que surgen de nosotros mismos y suceden constantemente a nuestro alrededor. Y nos conmueven como si fuera la primera vez, por muy pequeños y sutiles que sean. Es aquí por donde pasa la vida, es aquí donde podemos apreciar las sincronicidades, lo intuitivo y la inspiración. Y descubrimos que formamos parte de algo intangible, mágico e inexplicable, pero tan real como la misma experiencia: el sentido de Ser Humano.

De este modo, la vida pasa por sentir la calidez y la esperanza que produce la luz de un atardecer cualquiera en la plaza del barrio. La vida pasa, también, por dejarse embalsamar por la música de una pianista solitaria en el túnel del metro. 


miércoles, 22 de noviembre de 2017

Humanidad Es Trascender



Todos nos equivocamos… somos seres humanos: reímos cuando somos felices, nos sentimos derrotados cuando algo no sale bien, lloramos nuestras tristezas, gozamos los triunfos…

En fin, vivimos muy a nuestra forma de ser, las emociones y vivencias del día a día.

Como cualquier persona, todo el esfuerzo que dedicamos en nuestro trabajo, nuestro esfuerzo, entrega y dedicación, son actitudes tenemos con el objetivo de trascender, ir más allá de lo que esperamos.

Sí, trascendemos por nuestros hechos, pero el término implica mucho más que esforzarse, lograr un ascenso en el trabajo, etc… Trascender realmente como persona, se da como resultado de nuestra capacidad de compartir y por lo que logramos desprender de nuestro entorno para entregárselo a los demás.

Dejar una huella importante en los demás, saber que lo que hicimos ha sido importante para cambiar una actitud, solucionar un problema, es parte fundamental de lo que debe ser nuestra forma de actuar.

En muchas ocasiones, nosotros mismos nos negamos la oportunidad de compartir algo bueno con los demás, damos la espalda a los problemas que a alguien le aquejan pensando que “es su rollo”, sin tomar en cuenta que tal vez un poco de nuestra ayuda, o el simplemente escucharle y tratar de encontrar una solución, sería de gran utilidad.

Hoy son muchas las asociaciones, instituciones y dependencias que nos invitan a ser partícipes del hermoso regalo de la caridad, a través de proyectos destinados a dar un poco a los que más lo necesitan, y no precisamente algo material.

Como padres de familia, tratamos de ser papás y mamás ejemplares que trabajan, no descuidan su hogar, brindan cierta comodidad económica a sus hijos y se dan lujos de vez en cuando…Pero, ¿En qué momento ponemos el ejemplo de ayudar a alguien que necesita un poco de ayuda? ¿Cuándo ven nuestros hijos las necesidades reales que se viven en cuanto pobreza se refiere? ¿Cuándo les permitimos salir de su “burbuja” para que visiten hospitales, asilos de ancianos, orfanatos, etc.?

Creo que son pocos los que pueden jactarse de lo anterior, porque creemos que para eso está el gobierno: para ayudar, para eso se crean instituciones: para que les den, para eso hay ciertas asociaciones: para que atiendan necesidades de los más vulnerables.

Si realmente es nuestro deseo trascender, tenemos que primero que nada analizar nuestro alrededor y ver que nuestros problemas pueden ser enormes, pero tal vez ni se comparen con los de otros, que realmente viven una situación compleja.

Amemos nuestro trabajo; aportemos lo mejor de nosotros mismos para que nuestra pasión por la profesión que tenemos, nos permita aportar éxitos al logro de los objetivos de la empresa en la que laboramos.

Disfrutemos el tiempo con nuestra familia; vivamos cada instante con ellos, que de eso dependerá la unión, confianza y respeto con el que se pueda actuar después.

Seamos vecinos, compañeros y ciudadanos cordiales; fomentemos una sana convivencia que se traduzca en armonía.

Escuchemos a los demás, demos buenos consejos y estemos dispuestos a recibirlos.

Inculquemos en nuestras familias el valor de compartir algo con los demás; formemos niños sensibles y atentos a la problemática actual.

Pero, nunca por favor nunca, olvidemos la gran importancia de la labor social, la gran necesidad de aportar algo a la sociedad, algo de lo mucho que hemos recibido; seamos generosos y procuremos trascender con nuestros hechos, ya que ello deja una marca imborrable en muchas familias.

Sólo recuerde esa sonrisa que puede regalarle un niño huérfano, cuando compartimos unos minutos con él haciéndolo sentir importante, valorado.

Sólo imagine que “alguien” que no nos conoce bien pueda recordarlo con cariño y le esté mucho más agradecido que cualquier otra persona.


Trascender, debe ser un deseo de todos los seremos humanos… trascender en todos los sentidos, trascender a pesar de todo.

Los Buenos Momentos


¿Por qué recordamos bien algunas cosas mientras que otras se desvanecen? Investigadores sugieren que se debe a que los eventos positivos se quedan durante más tiempo en la memoria que los malos, algo que ayuda a la raza humana a mantenerse alegre y resistente.

De acuerdo con psicólogos, el aferrarnos a los buenos recuerdos -dejando atrás los malos- nos ayuda a lidiar con situaciones desagradables y mantener una actitud positiva ante la vida.

Fue hace 80 años que se propuso por primera vez la idea de que los recuerdos malos se desvanecen más rápido
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En los años 30, los especialistas recogieron lo que quedaba en la memoria de las personas después de las vacaciones, categorizándolas en agradables y desagradables.

Semanas más tarde, los investigadores pidieron a los participantes que recordaran las vacaciones. Casi el 60% olvidó las experiencias desagradables, mientras que sólo el 42% de las agradables habían desaparecido.

Esto es algo que muchos de nosotros puede sentirse afín, tras un descanso solemos acordarnos de los buenos días y de las personas que conocimos y olvidarnos de los retrasos en los vuelos u otros inconvenientes.

Más tarde se hicieron otros estudios rigorosos del llamado fenómeno Fading Affect Bias (FAB), que ocurre cuando la información de emociones consideradas como negativas se borra de la mente más rápido que la positiva.

En un trabajo hecho en los años 70, en vez de preguntarle a la gente que recuerden memorias aleatorias -pues las personas podrían preferir aquellas positivas- a los participantes se les pidió que llevaran un diario, registrando la intensidad emocional de esos recuerdos.

Pero debido a que el 80% de toda la investigación psicológica se hace con estudiantes estadounidenses, no quedaba claro si esta preferencia a mantener en la memoria los buenos recuerdos existiría en otras culturas.



Cuando El Miedo Nos Detiene


El  miedo es uno de esos estados emocionales que hace que el mundo se detenga, que todo el resto del entorno entre en un compás de espera hasta que ese peligro sea resuelto de alguna manera.

Vivimos en un estado emocional. Cuesta imaginar cómo sería nuestra vida sin alegrías, tristezas, enojos o miedos. Las emociones constituyen una parte crítica de nuestra experiencia que adhieren color a nuestros estados mentales e influyen en nuestras conductas. También son claves para nuestra memoria, para tomar decisiones, para ayudarnos a evitar el dolor y a buscar el placer. En todo aquello que nos resulta importante están involucradas las emociones. Los antiguos griegos las llamaban "pasiones" y son las que nos emparentan con nuestras raíces animales. Nos atan a nuestro pasado evolutivo (tenemos hambre, miedo, instintos sexuales) pero, al mismo tiempo, nos hacen únicos dentro del reino animal.

La emoción es un proceso influido también por nuestro pasado personal que produce cambios corporales y de comportamiento. El estudio moderno de la emoción comenzó con Charles Darwin. Él fue quien se dio cuenta de que algunas emociones (el miedo, la tristeza, la alegría, la sorpresa, la ira y el disgusto) estaban presentes en diferentes especies animales y eran homólogas a las emociones humanas. Hoy sabemos que las estructuras cerebrales fundamentales para el procesamiento emocional son arquitectónica y funcionalmente muy parecidas en todos los mamíferos y hay quienes sostienen que estructuras similares se pueden encontrar también en reptiles, pájaros y peces. 

En otras palabras, la detección eficiente de estímulos relacionados con la supervivencia (como la presencia de alimentos, de potenciales parejas o de predadores) es algo que se fue desarrollando durante millones de años y que no se modificó demasiado. La diferencia entre los seres humanos y otras especies radica en el procesamiento de esas emociones (en especial en términos de "sentimientos"). Esto se debería al desarrollo de otras capacidades mentales complejas y su interacción con el sistema más "primitivo" de procesamiento de estímulos de relevancia biológica involucrados en la supervivencia de la especie. 

Además de las emociones básicas, hay emociones secundarias como la culpa, la vergüenza y el orgullo, que dependen del contexto cultural y social.

El psicólogo estadounidense Paul Ekman descubrió que ese set de emociones básicas de las que hablaba Darwin estaba presente en diferentes culturas. Fue así que realizó investigaciones transculturales en una tribu en Papúa Nueva Guinea cuyos integrantes nunca habían tenido contacto con Occidente. Estos miembros de una cultura aislada podían reconocer las expresiones emocionales cuando veían la foto de alguien con quienes nunca habían estado familiarizados. Y no sólo eso: cuando les pedía que representaran esas emociones, ellos podían hacerlo sin complicaciones. La conclusión de Ekman fue la siguiente: si estas emociones básicas tenían rasgos faciales distintivos y estaban presentes en todas las culturas humanas, deberían contar con un sello biológico.
"La emoción es un proceso influido también por nuestro pasado personal que produce cambios corporales y de comportamiento"

De estas emociones básicas, sin dudas la que se ha estudiado con mayor detalle a lo largo de las últimas décadas ha sido el miedo. El miedo es un estado emocional negativo generado por el peligro o la agresión próxima. Como referimos en los primeros renglones, cualquier otro estado emocional puede ser pospuesto; el miedo, no. Uno tiene que responder al miedo de manera inmediata; por lo tanto siempre se halla privilegiado en relación a otras emociones. La amígdala, un pequeño núcleo de neuronas situado en los lóbulos temporales de nuestro cerebro, desempeña un papel crucial en la detección y expresión de ciertas emociones, pero particularmente en el miedo. Individuos con lesiones en esta parte del cerebro tienen dificultad en reconocer expresiones de miedo en otras personas y presentan un déficit en su "memoria emocional", es decir, carencia de memoria para eventos pasados personales que tuvieran una connotación emocional, especialmente negativa.

¿Cómo podríamos caracterizar la secuencia de eventos que nos suceden cuando sentimos miedo? Imaginemos el caso extraordinario de que un tigre hambriento entra en nuestra casa. ¿Qué es lo primero que nos sucede? Sin dudas, los cambios en nuestro cuerpo como el aumento de la frecuencia cardíaca y la sensación de terror y pánico. Estos dos procesos son diferenciables: el primero podemos medirlo de manera objetiva; el segundo, a través de un autorreporte que nos brinda la misma persona que lo experimenta, es decir, del procesamiento de la emoción. Ante un estímulo amenazante, se activa la amígdala, que actúa como una central de alarma en nuestro cerebro y se inicia una respuesta que involucra a nuestro organismo para la huida o la defensa.

Los humanos además contamos con un sistema más elaborado para protegernos: la ansiedad. El miedo (detectar y responder al peligro) es común entre las especies. Sin embargo, la ansiedad (técnicamente se llama así a un estado emocional negativo en el que la amenaza no está presente, pero es anticipada) depende de habilidades cognitivas que solamente han sido desarrolladas en el humano. Esta característica está dada por la habilidad única que tenemos los seres humanos de poder revisar el pasado y proyectar el futuro. Es así que podemos vislumbrar varios escenarios posibles en el futuro y recrear, a la vez, eventos del pasado que podrían haber ocurrido pero que no existieron realmente.

Esta capacidad de proyección sobre el pasado y el futuro le ha otorgado a los seres humanos un instrumento crucial para su supervivencia: resolver antes de que sea tarde, prepararse antes de que el peligro se haga presente.



Las Meras Intenciones


El pretexto ordinario de aquellos que hacen la desgracia de los demás, es que dicen querer su bien. 

El padre o madre que asfixió al hijo que lloraba mucho, lo hizo porque no quería que le pasara algo malo con tanto llanto y se le pasó la mano al taparle la boca por más tiempo de lo adecuado. Revelamos el secreto de un amigo por nuestra perversa curiosidad de dejar libre el asunto que se nos rogó mantuviéramos encadenado, pero lo hicimos pensando en su bien, aun sabiendo que cometimos una traición. Insultamos a nuestros hijos y cónyuges, destrozando su confianza y cariño, pero decimos que lo hicimos para ver si así ‘se corregían’. Los ejemplos los podemos enumerar a montones.

Cuando se trata de nuestra propia conducta viciosa, prometemos corregirnos. Recordemos el refrán: “El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”. Séneca, en su Epístola 112, le escribe a su amigo Lucilio: Este hombre del que me escribes, ¡oh Lucilio! y que me recomiendas, no tiene fuerzas: se dio a los vicios. A la vez se marchitó y se endureció; no puede entrar en razón, no puede nutrirla. ¡Pero desea corregirse! No le creas. No digo que te mienta: él cree desearlo, sólo se cansó del lujo y de la molicie, pero pronto volverán a agradarle. Pero dice que su género de vida le ofende. No lo negaré. ¿A quién no le ofende? Los hombres, a un tiempo, aman sus vicios y los odian.

Deseamos corregirnos pero a la vez ardemos en el objeto de lo que deseamos corregir: lujuria, avaricia, soberbia. Queremos dejar de estafar, de traicionar, pero a la vez deseamos inmensamente los bienes que obtenemos por estafas y traiciones. Es como el beneficiario de toda traición: adora el beneficio de la traición y odia al traidor
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“El infierno está lleno de buenas voluntades y deseos”, afirmó el religioso suizo San Francisco de Sales.

Pero desea corregirse, le dice Lucilio a Séneca, refiriéndole las buenas intenciones del hombre que se ha dado a los vicios. Y aquí Lucilio se equivoca, pues solamente está atendiendo a las meras palabras que expresa aquél. Por ello Séneca saca del engaño a su amigo sobre las buenas intenciones de esa persona. Y es que Lucilio al atender a las meras palabras, olvida que resulta indispensable en toda persona estar atento no a la buena intención sino a lo que realmente siente el que desea enmendarse, y además cerciorarnos de los más profundos motivos que dan nacimiento a lo que siente.

Cuando caemos ante un vicio y nos quedamos en él es porque las fuerzas de nuestro espíritu son menores que nuestros perversos deseos.

La conducta reiteradamente viciosa, sea en el terreno del engaño para hacernos de bienes, en el consumo de drogas, en la mentira, en la destrucción de honras o en la traición, llega realmente a endurecer el corazón. Se petrifican nuestros sentimientos malvados y ante la desbordante conducta inadecuada, nos convertimos en máquinas que tratan de razonar pero sólo producen argumentos falsos, autojustificaciones y una inmensa capacidad para autoengañarnos.


Muchas veces el que desea corregirse al expresar su deseo de cambio lo hace con la mejor intención y sin el menor propósito de mentir. Es sincero en su deseo, pero su debilidad emocional y su temperamento quebrado vencen sus propósitos. Ya sabemos que el hilo se revienta por lo más delgado y con frecuencia eso es nuestra debilidad por las conductas viciosas. Ya de por sí las personas débiles de carácter son las menos sinceras y las más tendientes a mentir, y no por maldad sino por su temperamento. 

Por ello una de las peores miserias que podemos padecer en nuestra vida consiste en ser débiles y en no luchar por la fortaleza de carácter.