Varias reflexiones se han planteado en el sentido que en las
instituciones educativas se debe fomentar la formación de personas críticas,
deliberantes y pensantes; además son muchos los métodos y caminos que se
proponen al respecto, por ello, el presente documento se orienta a plantear
criterios acerca de las posibilidades de contribuir a formar ciudadanos desde
las instituciones educativas de carácter formal.
Barbero J. M.(2001), plantea algunos asuntos que considera,
están por resolver en nuestro medio en torno de las relaciones entre la
sociedad y las nuevas generaciones. él dice que son varios los retos que tiene
el país con respecto de la juventud y los que tienen las jóvenes y los jóvenes
con el país. Estos retos pueden ser similares para diferentes actores sociales,
en diferentes contextos, sobre todo para aquellos que participan en la vida de
las instituciones escolares, lo cual puede hacer de ellas escenarios donde sea
posible la formación de personas participen de la atención a los siguientes
aspectos.
Ser ciudadanas y ciudadanos cuando hay poco sentido de
comunidad, cuando se carece o se desconocen los mitos fundadores, y poco se
evidencian símbolos capaces de cohesionar un nosotras y nosotros donde quepamos
todas y todos.
Construir nacionalidad en países des institucionalizados.
Países con precarias instituciones estatales, que hacen difícil que la gente
encuentre proyectos políticos y/o éticos que respondan a sus expectativas.
Ser ciudadanos y ciudadanas en presencia de subculturas
donde se privilegia el desconocimiento de la ley, se idealiza el modo de ser,
de pensar y de actuar de personajes que han transgredido las normas y las
pautas de convivencia social, y donde se acepta y se valora la cultura del
"vivo", de la trampa y del engaño.
Barbero también plantea algunos escenarios institucionales,
en los cuales se pueden realizar esfuerzos tendientes a hacer realidad el deseo
que todos seamos partícipes de la construcción del colectivo social. Estos se
ubican en los terrenos de la política, la religión y la educación.
En el campo de la política, se trata de reubicar la
orientación de la vida pública para que esta sea expresión real de país, de la
vida, de las culturas y de las demandas de las ciudadanas y ciudadanos. Para
ello, se necesita establecer diferentes maneras de incidir en el desarrollo de
la vida social, que trasciendan la representación y la delegación de
responsabilidades. Con ello se busca reivindicar la presencia de las personas,
su pertenencia social y la definición de los compromisos que cada sujeto esté dispuesto
a cumplir. El asunto, es recuperar en las personas el derecho a ser sujetos
activos y participantes, en últimas, es construir nuevos modos de ser
ciudadanas y ciudadanos.
Con respecto de las religiones, los desafíos llevan a
pensar las maneras de respetar los diferentes modos de trascendencia de la vida
humana, de formar sujetos con elementos de ética pública adecuados. Se trata de
reconocer que hay muchas formas de espiritualidad que no pasan por las
religiones, y que algunos aspectos de lo moral deben ser pensados en relación
con los asuntos públicos.
En el escenario de la educación, son varios los tópicos
que se deben tener en cuenta, teniendo como base que estamos viviendo
realidades que se modifican rápidamente y que en la nuevas situaciones que nos
muestra el mundo de hoy, se hace necesario reconocer la existencia de otras
culturas, en las cuales se privilegia la oralidad, la escritura, la sonoridad y
la imagen. En este sentido, la escuela tiene el deber de escuchar y de
adecuarse a las nuevas demandas de la realidad: es por ello, que los desafíos
en este campo tienen que ver con aquello de hacer de la escuela una institución
contemporánea, que oriente esfuerzos para efectos de contribuir en los procesos
de formación de ciudadanas y ciudadanos críticos.
Lo anterior, nos lleva a mirar los aspectos que se
relacionan con el papel que puede cumplir la sociedad a través de la
institución escolar, para que las personas asuman como miembros de su comunidad
y se vinculen a los asuntos públicos en calidad de ciudadanas y ciudadanos. En
este sentido, se piensa que la escuela, al contribuir al proceso de
socialización de los sujetos, puede canalizar los esfuerzos del Estado, la
Nación y la Sociedad, orientando sus acciones hacia la formación de ciudadanas
y ciudadanos reflexivos, críticos, deliberantes y creativos.
De lo dicho, se desprende la necesidad de abordar diferentes
aspectos que permitan mirar el papel que puede cumplir la escuela como
escenario donde se posibilita la formación de sujetos ciudadanos, es decir,
personas con sentido ético, participativo y creativo, frente a la sociedad en
la cual desarrollan sus vidas.
Se trata de mirar los compromisos y demandas que le plantean
las nuevas realidades a los asuntos de la formación de ciudadanas y ciudadanos
a partir de la acción de las instituciones escolares. En principio, atendiendo
algunos de los conceptos desde los cuales se mira el fenómeno de la ciudadanía,
después mostrando las posibilidades de aplicarlo en la acción educativa
generada en la escuela.