Detrás de una decisión siempre surge el temor, las dudas, la
tensión, por lo que es natural experimentar éstos sentimientos al tener que
elegir o tomar una
decisión. Sin embargo, cuando este estado se vuelve frecuente, incluso
decidirse por qué comer puede volverse todo un dilema, esta situación vuelve
nuestra vida confusa.
El origen de la indecisión puede
encontrarse en nuestra infancia, a causa de una autoestima debilitada por la personalidad
controladora, opresora o incluso violenta de alguna de las figuras paternas, lo
cual puede haber debilitado la personalidad del individuo afectado. O bien,
puede ser que uno de los padres, sea demasiado débil, o indeciso y el
individuo se haya identificado con ésta personalidad.
La indecisión tiene mucho que ver con la autoestima, el miedo a
equivocarse por el temor de ser juzgados, frases como “que torpe has sido”
“¿cómo se te ocurrió hacer algo así?” Son frases que con el tiempo pueden
debilitar nuestra personalidad, volvernos frágiles, y
dependientes. Con el paso del tiempo, creemos que los demás son más son más
capaces e incluso podemos llegar a permitir que otros elijan por nosotros.
Si nuestra indecisión se debe a una autoestima
baja, entonces es importante, mejorar éste aspecto. Existen
algunos ejercicios que pueden ayudarnos, la asesoría de un profesional siempre
es una buena idea.
La experiencia resultado de nuestras decisiones.
Las decisiones siempre pueden ser acertadas o erróneas, es
el temor a equivocarnos lo que nos lleva a dudar, sin embargo, tanto los
aciertos como los errores nos brindarán, la invaluable experiencia. Nadie
puede acertar siempre, esto no quiere decir que no te tomes el tiempo para
decidir cuándo se trata de una decisión importante. Recorrer el camino de la
vida nos permite comprobar y ajustar a cada paso, la experiencia también
nos ayudará a ser más acertados en el futuro.
Se debe dejar de vivir emulando al resto o siguiendo su
mismo camino, puesto que cada uno de nosotros es diferente, debemos trazar
nuestro propio camino. Definitivamente cometeremos errores, pero así es como
podremos ganar la experiencia requerida para mejorar día a día.
¿Cómo tomar decisiones?
La opinión de los demás puede ser útil o bien, puede
ser destructiva, así que debemos aprender a tomar las cosas que nos
sirvan, y desechar aquellas opiniones que sólo resultan perjudiciales, si bien
una crítica puede ser constructiva, aquellas que no lo son, no deben ser
relevantes para nosotros.
La decisión juega un papel importante en nuestra vida, somos
la suma de nuestras decisiones,
acertadas o erróneas, todas y cada una de
ellas, cuenta. Si bien, decidir que el otro decida por nosotros es una
decisión, nos impide adquirir experiencias más propias y que vaya de acuerdo a
nuestros deseos, además, la toma de decisiones es indispensable para
poder desempeñarnos en un cargo importante dentro de una empresa o compañía.
Para tomar una decisión, podemos confiar en nuestra
experiencia, nuestro conocimiento del tema, o bien, investigar si contamos con
el tiempo necesario, se recomienda dividir la toma de decisiones en cuatro
etapas:
El problema
Las causas
Las alternativas con las que contamos para darle solución
Y la implementación de dichas soluciones.
Elegir una de las soluciones puede ser un verdadero dilema,
en especial, cuando no contamos con la experiencia, el tiempo para madurar la
decisión, y la desorganización, sin embargo, en éstos casos, se debe tratar de
utilizar el sentido común.
Una vez tomada la decisión, debemos responsabilizarnos de
ella, tanto si acertamos como si se trata de una equivocación. Se puede
corregir a medida que las consecuencias comienzan a aparecer, cuando nos
equivocamos, debemos tratar de darle solución, y es por ello que las decisiones
se vuelven indispensables en el proceso de aprendizaje.
Muchas personas no desean hacerse responsables, y es por
ello que permiten que los demás decidan por ellos, no obstante, no
responsabilizarnos, nos impide madurar y aprender.