sábado, 6 de octubre de 2018

Compartir Emociones


Hablamos a todas horas de las emociones. Tenemos numerosos términos para denominar emociones.

Decimos que hay innumerables emociones. Los medios informativos hablan de emociones continuamente. Llamamos emociones a todo lo que sentimos, sean emociones, sentimientos o sensaciones. Mezclamos indiferenciadamente  y confundimos lo que sentimos, y eso hace que nos sea difícil identificar lo que nos pasa y por qué.

A veces leemos textos que hablan de las emociones como de entes ajenas a nosotros, que “nos tienen”, “nos habitan” o “nos dominan”. A veces oímos decir que las emociones son negativas, que nos hacen sufrir y que hay que eliminarlas de nuestra vida. Leemos también y oímos hablar de que es necesario controlar nuestras emociones y ser racionales. También oímos decir que hay que expresar los sentimientos, y otras veces, que hay que controlarlos.

La confusión es general y no es de extrañar. Nuestra tradición cultural es racional, somos herederos del pensamiento de Descartes y seguimos en un paradigma en el que la razón es el criterio esencial en nuestra vida y el eje de todo nuestro comportamiento. Entendemos a las emociones como algo que nos descontrola, e incluso domina, y la mayoría de las veces, además, les adjudicamos un valor negativo, tanto por nuestro desconocimiento sobre ellas, cómo por la forma en que nos afectan en nuestra vida.

Para añadir más confusión mezclamos los fenómenos: sensaciones, sentimientos y emociones. Nos damos cuenta de las sensaciones que nos han provocado las emociones y decimos “me siento emocionado”, y luego interpretamos esas sensaciones y le damos un valor convirtiéndolo en un sentimiento, por ejemplo “me siento triste”. Decimos “sentir la emoción” cuando a la luz de los descubrimientos de las neurociencia, deberíamos decir:
“noto sensaciones”, aludiendo a los cambios fisiológicos en nuestro cuerpo
 “siento un sentimiento” refiriéndonos a cómo interpretamos esas sensaciones: placenteras, displacenteras, de tensión, etc.
“tengo una emoción” aludiendo a la respuesta de valoración ante lo que ocurre.

Estas distinciones emocionales son claves para los fines de este libro ya que nos van a permitir identificar la emoción que está en la base de nuestro comportamiento conociendo de qué nos informa, tomando consciencia de nuestras sensaciones corporales, analizando los sentimientos que eso nos produce, comprobando las acciones que nos posibilita y la forma de ser y comportarnos que origina. 

Un planteamiento en línea con el que realiza la Teoría de la Inteligencia Emocional de tomar consciencia de uno mismo y autogestionarnos de forma funcional, es decir, en función de nuestros objetivos y nuestro entorno.

Así que éstas serán las claves del desarrollo de personas: la toma de consciencia de cómo está interpretando lo que pasa, del valor y significado que tiene para ella, la identificación de las acciones que puede llegar a hacer desde ello, el impacto que tiene en su personalidad, y la elección y generación de la emoción que mejor le venga a sus objetivos.

Las emociones implican al ámbito personal, pero también al social, y tienen una trascendencia excepcional en ambos ámbitos. En todo momento de nuestra vida, en las conversaciones con uno mismo, y en las conversaciones con otras personas; en cualquier situación: en el trabajo, en la calle, en la familia, en los colegios, universidades, empresas, asociaciones, con amigos, en encuentros ocasionales,…, las emociones están siempre presentes ya que fundamentan nuestra acción porque forman parte del equipamiento biológico que nos ha traído hasta aquí como humanos. Y nos afectan para bien, generando espacios de cooperación, bienestar, convivencia, cohesión de grupos, y para mal, cuando propician situaciones de confrontación, aislamiento, desprecio, sometimiento de otros y sufrimiento.


Si en el día a día el manejo de las emociones propias y ajenas es un desafío continuo, en el ejercicio profesional del desarrollo de personas: liderazgo, educación y coaching, la comprensión y manejo de las emociones se convierte en uno de los retos cruciales por cuanto las emociones están en la base de la acción. Y eso, la acción, es el resultado que busca el coaching. Pero también es un resultado que se busca en la dirección de personas donde la figura del líder-coach, el directivo que utiliza planteamientos y técnicas de coaching en su ejercicio de dirección de personas, está siendo muy valorada y requerida. Otro tanto podríamos decir del creciente interés por el coaching en el ámbito educativo.

La Lectura Siempre La Lectura


Es frecuente escuchar en algunas personas la frase: “los jóvenes no leen”, lo que se ha convertido en una situación preocupante para los educadores, quienes asocian este desinterés a la falta de hábito durante la infancia; para ellos, es imprescindible fomentar el amor por la lectura durante la niñez, una tarea que a veces resulta difícil para los padres, debido a que a los pequeños el pasatiempo tecnológico les atrae más. Es recomendable que los adultos sean conscientes de los beneficios que proporcionará la lectura al futuro de los infantes.

Para la escritora y directora de la Biblioteca Infantil y Juvenil República Dominicana (BIJRD), Dulce Elvira de los Santos, la lectura permite al niño ampliar la visión del mundo y acceder a la cultura, ya que es la base principal de la educación, y una vía para acceder al conocimiento.

De los Santos destaca que para desarrollar el hábito de lectura en los niños existen diversas maneras, donde la más importante es que los educadores, a la hora de orientar a los más pequeños, le pongan entusiasmo y pasión.

Cuando un niño lee un libro lo ayuda a estimular su imaginación y su creatividad, haciendo que sienta más interés por lo que le rodea y aumente su cultura. Asimismo, el hecho de que diariamente lea unas páginas de un libro o un cuento adecuado para su edad, hará que mejore su vocabulario, aprendiendo nuevas palabras y desarrollando su agilidad mental, explica.

“Los niños son curiosos y tienen deseos de aprender. Se dejan llevar por el juego, la magia y la imaginación. Todos estos elementos pueden usarse para que ame leer y se divierta leyendo”, dice De los Santos.

La escritora aconseja a los padres tener libros con ilustraciones a todo color para atraerlos; además, también los invita a leer para que los niños imiten esta acción.

A los más pequeños, recomienda leerles las historias en voz alta mientras se juega dramatizando los textos. “Lo cierto es que un cuento puede convertirse en una lectura interactiva si el padre, por ejemplo, utiliza diferentes utensilios para simular las pisadas del gigante, puede hacer diferentes voces para cada uno de los personajes, y utilizar sonidos para ejemplificar las situaciones que se presenten en el cuento”, expresa.

De los Santos sugiere tener en el hogar una maleta para colocar objetos que sirvan para dinamizar la escena cuando los padres decidan contar historias o recitar poesías a sus hijos. De esta manera, asegura que cada vez que el niño vea la maleta sabrá que se acerca un momento divertido, y eso no lo olvidará jamás. “Cuando tengan un nuevo libro, es necesario que los adultos se muestren emocionados y le digan al niño que tienen ganas de saber de qué trata la historia”.


Igualmente, la escritora señala que es importante que los adultos lleven a los niños a la Biblioteca Infantil y Juvenil y a la realización de Ferias del Libro, ya que son lugares que lo incentivarán a elegir lo que quieren leer.

Escribir La Vida



Escribimos porque estamos sintiendo algo y no queremos seguir encerrarlo dentro de nosotros mismos ni un minuto más, para que otros vean, lean, y comprendan que aquello que ellos experimentan, otros también lo hacemos, que todas esas cosas no sólo salen de la mente de las personas, que muchas veces vienen de un lugar mucho más hondo.

Al escribir, nos mueve algo más que inclinarnos sobre un papel en blanco o sobre un teclado, que no se trata de demostrar lo listos o lo cretinos que podamos ser. Es por eso por lo que las máquinas no han sido capaces hasta ahora, ni lo serán en mucho tiempo, de hacer lo que nosotros hacemos, porque no se trata de cálculos matemáticos. No hay reglas exactas, no hay fórmulas, se trata del espíritu humano, con sus sueños, sus sensaciones, y sus emociones. 

Eso es lo que impulsa a escribir sobre las páginas en blanco de la vida, y continuará haciéndolo mientras la vida transcurra, mientras haya un mínimo de sensibilidad en este mundo, y mientras las emociones quieran ser expresadas y plasmadas bajo la forma de palabras escritas.

viernes, 5 de octubre de 2018

Crecer En Humanidad

Iniciamos la actividad con un pequeño coloquio dónde los niños hablaron de sus libros favoritos y los hábitos de lectura que tienen en casa y en el colegio. Comentamos la importancia y el enriquecimiento que aporta la lectura, intentando motivar a los niños para introducirse en el mundo de los libros.

Tras la pequeña asamblea trabajamos para hacer un marca-páginas, y para finalizar la tarde, les dimos a elegir un libro para que pudieran llevar a casa y leerlo. Fue una experiencia muy gozosa que nos sirvió para aumentar los vínculos entre monitores y menores, pues generar espacios de humanidad como este taller sobre el libro, nos hace crecer en valores y buen trato a todos.

Los menores van viendo otras alternativas de relacionarse, aprender y disfrutar, a las que están más acostumbrados en sus familias o en la calle. Es la mejor forma de romper las desigualdades sociales que generan pobreza, apostar por la educación que se cultiva desde la sonrisa, el respeto mutuo, y el descubrir y dejarse sorprender por las narraciones e historias que un libro nos proporciona cuando nos sumergimos en él.


No en vano, la lectura no es solo aprender o adquirir conocimientos, sino también robustecernos en dignidad y crecer en humanidad que nos haga más fuertes para afrontar en la vida todo aquello que nos impida dar lo mejor de nosotras y nosotros.


Admiración Y Respeto


Vivimos en una sociedad en la que coexisten dos actitudes encontradas. Por un lado, están aquellos que se estresan con la competitividad que impera en sus trabajos, lo que les lleva a trabajar muchas horas dejando de lado su vida personal y, por otro lado, aquellos que intentan tener calidad de vida y poder disfrutar con su familia y amigos.

Desde que la mujer se ha incorporado al mundo laboral se ha encontrado con el dilema de manejar estas dos opciones. La mujer se ha visto presionada para aprender a conciliar sus responsabilidades familiares con las profesionales y, por ello, ha tenido que aprender a gestionar mejor sus funciones y manejar eficazmente el poco tiempo del que dispone.

Para poder conciliar lo profesional con lo personal han tenido que actualizarse y aprender a utilizar nuevas herramientas y destrezas para gestionar mejor su tiempo y funciones buscando soluciones más eficaces.

Muchas mujeres, sobre todo cuando tienen hijos, se ven sobrepasadas por tener que compaginar su carrera profesional con sus responsabilidades personales. Unas se estresan con tanta responsabilidad porque al hacerse cargo de los demás, sin tenerse en cuenta a sí mismas, poco a poco les hace adoptar el rol de víctimas. Otras, en cambio, se sienten motivadas al confiar en su capacidad para manejar sus responsabilidades con eficacia y se retan a sí mismas, lo que también va generando estrés, aunque camuflado.

Ambas alternativas son una trampa. El estrés nos va quemando poco a poco hasta que llega el día que se manifiesta con ataques de ansiedad o pánico o somatizaciones y enfermedades.

La clave está en saber manejar el punto medio partiendo primero de aprender a ocuparse de sí mismas, de sus necesidades y deseos para desde "el estar bien" poder dar lo mejor de sí mismas.
No obstante, la actitud de las mujeres respecto a su responsabilidad laboral varia según la edad. Indudablemente no se tiene la misma forma de ver la vida a los 30 que a los 40 o a los 50.
Cuando se tiene alrededor de 30 años todavía se está forjando nuestra identidad y tanto hombres como mujeres están dispuestos a luchar por sus sueños. Es probable que uno de los sueños de las mujeres sea el tener una familia y en esta edad empieza el conflicto entre dedicarle más tiempo al trabajo o plantearse el ser madre.

Cuando llegamos a los 40 entramos en la crisis de la mediana edad, pero no lo afrontamos igual.  Muchas mujeres ya son madres y es probable que se estén cuestionando los valores que nuestra sociedad les ha inculcado.

Es frecuente que empiecen a estar cansadas de tanto esfuerzo y de compaginar lo personal con lo laboral, sin ver muchos resultados. Muchas se cuestionan si no preferirían reducir la jornada y poder atender mejor a la familia.

A partir de los 50 las mujeres son conscientes de que se han esforzado mucho por ser reconocidas y compensadas igual que los hombres, pero que esto no ha sido el caso y se sienten defraudadas, otras siguen esforzándose mientras que su nivel de estrés va escalando al igual que su irritabilidad.

Los 50 es un momento crucial de cambios hormonales que genera muchos cambios de actitud y de comportamiento. Generalmente ya no se sienten tan jóvenes y eso hace que tengan menos autoestima que antes y muchas entran en crisis porque si no han pasado la menopausia están a punto. En este momento suelen aprender a poner límites por necesidad y a buscar un tiempo y espacio para ocuparse de si misma.

Para conseguir compatibilizar lo laboral con lo personal tienen que aprender a hacer un cambio de actitud, es decir, aprender a cambiar las creencias, los sentimientos y las emociones que nos motivan para aprender a crear rutinas que faciliten conciliar el trabajo con el ocio y la relajación.

Tener una vida productiva no tiene por qué ser sinónimo de pasar largas horas en el trabajo ya que hoy en día es posible trabajar menos horas y ser más eficaces. La productividad tiene mucho que ver con nuestra actitud, con cómo manejamos el estrés. El estrés nos crea tensión y podemos sentir esta tensión como un peligro o como un motivador para superarnos a nosotros mismos. 

Si aprendemos a equilibrar el estrés y la relajación estaremos previniendo el terminar agotados y quemados

Pensamiento Altruista


Altruista es un adjetivo que define a una persona que practica el altruismo, es decir, que se dedica a los demás sin esperar nada a cambio.

Altruista es una actitud, un comportamiento que disminuye las vulnerabilidades y aumenta las probabilidades de supervivencia de otros incluso si eso significa reducir su propio bienestar.
Las personas altruistas también se definen como individuos capaces de usar tanto la cabeza como el corazón en su actuar.

El actuar altruista se ve reflejado, por ejemplo, en comportamientos de ayuda a los compañeros que están en peligro, en un sacrificio personal por el beneficio de otros y en la preocupación o atención desinteresada por el otro o los otros.

Altruista se traduce al inglés como altruist.

Algunas investigaciones muestran que el altruismo aparece en el ser humano al cumplir los 18 meses, al igual que en el chimpancé; lo que sugiere que los seres humanos tienen una tendencia natural a ayudar a los demás.

Pese a esto, cabe destacar que algunos filósofos como John Stuart Mill (1806-1873) defendían que el ser humano no es naturalmente altruista, sino que necesita ser educado para llegar a serlo.

El término altruista proviene del francés antiguo altrui, que significa de los otros.

Altruista es sinónimo de filántropo y solidario. El antónimo de altruista es egoísta y egocéntrico.

               

Inteligencia Y Astucia


El término inteligencia fue introducido por Cicerón para significar el concepto de capacidad intelectual. Pero su definición ha sido una cuestión compleja y polémica, si bien habitualmente se la concibe como la aptitud para entender, asimilar, elaborar y procesar información utilizándola adecuadamente, estando muy ligada a otras funciones mentales, como la percepción, o capacidad de recibir tal información, y la memoria, o capacidad de almacenarla. 

La inteligencia se asimila a la capacidad de razonar, planear, resolver problemas, pensar de manera abstracta, comprender ideas y lenguajes, y aprender, tanto de aciertos, propios y extraños, como de errores. Así pues, inteligente es aquel que sabe escoger, lo cual le permite elegir las mejores opciones para resolver una cuestión.

La astucia, en cambio, se encuentra relacionada con la sagacidad, la sutileza, el ardid, la treta, la artimaña y la habilidad para engañar o evitar el engaño y lograr un objetivo. El astuto se convence a sí mismo y tiene siempre a mano una añagaza para lograr un propósito. Pero el hecho de demostrar petulancia, vanidad o terquedad lo aproxima a la necedad. El astuto viene a ser un ignorante que no sospecha de sí mismo creyéndose prudente, cuerdo y de buen juicio, con lo que se acerca a la noción de mentecato.


Estas reflexiones resultan pertinentes cuando se está en las tareas del Gobierno, y de ahí la necesidad de actuar con inteligencia y sentido ético, reconociendo deficiencias y sabiendo enfrentarlas con racionalidad.

El Mapa Mental

Un Mapa Mental es  una representación gráfica de un tema, idea o concepto, plasmado en una hoja de papel, empleando dibujos sencillos, escribiendo palabras clave, utilizando colores, códigos, símbolos, flechas y asociaciones, de tal manera que la idea principal quede al centro del diagrama y las ideas secundarias fluyan desde el centro como las ramas de un árbol.

Son un método muy eficaz para extraer y memorizar información. Son una forma lógica y creativa de tomar notas y expresar ideas que consiste, literalmente, en cartografiar ideas sobre un tema.

Todos los mapas mentales tienen elementos comunes. Cuentan con una estructura orgánica radial a partir de un núcleo en el que se usan líneas, símbolos, palabras, colores e imágenes para ilustrar conceptos sencillos y lógicos. Permiten convertir largas y aburridas listas de datos en coloridos diagramas, fáciles de memorizar y perfectamente organizados, que funcionan de forma totalmente natural, del mismo modo que el cerebro humano.

Tony Buzan, escritor y consultor educativo inglés, creador de éste método, dice así en su libro de los Mapas Mentales:

“El Mapa Mental es la expresión del pensamiento irradiante y, por tanto, una función natural de la mente humana. Es una herramienta de pensamiento muy simple, una poderosa técnica gráfica que nos ofrece una llave maestra para acceder al potencial del cerebro. Se puede aplicar a todos los aspectos de la vida, de modo que una mejoría en el aprendizaje y una mayor claridad de pensamiento pueden reforzar el trabajo del hombre”.

Características fundamentales de los Mapas Mentales:
La idea, el asunto o el enfoque principal se representan en una imagen central.
Los temas principales irradian de la imagen central como “ramas”, fluyendo en curvas, de manera “orgánica”.
Sobre cada rama se colocan los conceptos clave, representados con imágenes o palabras clave. Las ramas del primer nivel se llaman Ideas Básicas Ordenadoras (IBOs).
De cada IBO, fluye un segundo nivel de ramas, también en formas orgánicas (pero más delgadas).
Las ramas forman una estructura de nodos conectados.

Para entender mejor qué es un mapa mental, imaginemos el plano de una ciudad. El centro de la urbe representa la idea principal, las principales avenidas que llevan al centro representan los pensamientos clave del proceso mental, las calles menores representan los pensamientos secundarios, etc. Las imágenes o formas especiales pueden representar monumentos o ideas especialmente importantes.


El Mapa Mental es el espejo externo en el que se reflejan sus pensamientos con ayuda de un proceso gráfico de gran fuerza, lo que proporciona la clave universal para desbloquear el potencial dinámico del cerebro.

La Apeirofobia


Las personas apeirofóbicas suelen esforzarse por llevar su vida del modo más previsible posible en un intento de alejar sus pensamientos obsesivos sobre la infinitud o el universo.

La apeirofobia es el miedo excesivo e irracional a la comprensión del concepto de infinito y eternidad. Este miedo causa un gran malestar y puede manifestarse a cualquier hora y momento del día o la noche. Basta con tener un pensamiento intrusivo sobre el infinito para provocar un serio problema de ansiedad.

Así, la idea de estar entrando en contacto con el infinito produce una gran sensación de vértigo, donde no se consigue ningún punto de apoyo que genere cierta sensación de control de la situación. Por tal motivo, se pone en marcha la evitación de situaciones en las que exista un estímulo relacionado con el infinito: el cielo, el mar, las secuencias numéricas interminables y las actividades ligadas a la introspección y a la imaginación relacionada con la inmensidad.

Las personas apeirofóbicas suelen esforzarse por llevar su vida del modo más previsible posible en un intento de alejar sus pensamientos obsesivos sobre la infinitud o el universo.

Como toda fobia, la apeirofobia no tiene una causa única. Se ha relacionado con factores de índole genética, ambiental, social y de aprendizaje, por lo que se le han acuñado múltiples explicaciones. Por ejemplo, Sigmund Freud, médico neurólogo y padre del psicoanálisis se interesó por el estudio de las fobias y planteó que estas se originaban en dos fases:

Primera fase: ocurre un evento que genera una gran angustia. Al mismo tiempo, la persona que está desarrollando la fobia tomaría un objeto del mundo exterior (araña, caballo, coche, infinito) y lo relacionaría con el peligro.
Segunda fase: la persona inicia la constitución de todos los medios de defensa para impedir el contacto con ese peligro que proviene del medio exterior.

“El miedo es un sufrimiento que produce la espera de un mal”.
-Sigmund Freud-

Como todo trastorno fóbico, la apeirofobia debe ser abordada y tratada por especialistas, como psicólogos o psiquiatras. Solo ellos están cualificados para decidir el tratamiento indicado para cada caso.

Los trastornos fóbicos suelen ser abordados con psicoterapia. Solo en los casos más graves, donde se ven invadidas muchas áreas de funcionamiento que impiden la vida cotidiana, serán indicados tratamientos farmacológicos en conjunto con la psicoterapia. Un psiquiatra deberá evaluar al paciente previamente para poder recetarle medicación.

Como vemos, la apeirofobia puede producir un gran malestar en la persona que la padece. Por tal motivo, es importante acudir al especialista cuando se comienzan a presentar síntomas molestos que impiden llevar una vida tranquila. Las conductas evitativas y obsesivas consumen una enorme cantidad de energía vital, y pueden volverse agotadoras y escasamente adaptativas.

“Las emociones inexpresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde de peores formas”.
-Sigmund Freud-


jueves, 4 de octubre de 2018

Abrir Nuestra Mente


Resulta obvio que el hecho de vivir la vida manteniendo una mentalidad abierta puede proporcionarnos numerosos beneficios y ventajas, tanto a la hora de experimentar emociones positivas como de percibir y aprovechar las innumerables oportunidades que se nos presentan.

Mantener una mente abierta es básico para el bienestar personal y la gestión del estrés, así como para facilitarnos conseguir nuestros objetivos vitales y mantener una buena relación con el resto de sociedad. A fin de cuentas, es nuestra capacidad de adaptarnos cognitiva y emocionalmente a esos cambios de la vida ante los que no podemos permanecer impasibles, viviendo con nuestros viejos hábitos y atajos mentales.

A pesar de que el concepto “apertura mental” haga referencia a un rasgo de personalidad, esta se puede entrenar y desarrollar mediante diferentes técnicas y pasos, ayudándonos a ser más abiertos a los cambios, flexibles y comprensivos.


En el ámbito laboral, poseer una mente abierta resulta sumamente útil en aquellos trabajos que requieran de creatividad o que estén relacionados con la ciencia y la investigación. 

Por otra parte, en nuestro día a día, mantener la mente abierta nos ayuda a vivir sin prejuicios.

La Convergencia Forzada

Si algo ha cambiado con la llegada de internet y las redes sociales es la posibilidad de hacer lo que hacíamos antes pero con otra velocidad, pues estamos conectados con otros con mucha mayor facilidad a una escala interplanetaria: "el Facebook es muy rápido y le da una nueva velocidad a las conversaciones", dice una joven artista visual. Nuestros informantes coinciden en que el ciclo se ha acortado, y que el ritmo con el que se construyen, reproducen y desarticulan las comunidades de lectores es definitivamente más vertiginoso. "Los libros generaban comunidades lectoras, pero las comunidades lectoras tomaban un tiempo para desarrollarse y tomar una fuerza específica –comenta un editor independiente.

Ahora eso sucede mucho más rápido, y además es público, no es solo una cosa privada, íntima".
Como la red ofrece una plataforma más accesible y con menos barreras que los espacios de discusión tradicionales, cualquiera puede intervenir en estas discusiones, lo que en general es visto como un cambio positivo. Por otra parte, los vínculos que se establecen en las comunidades digitales tienden a ser más superficiales y efímeros que los basados en la copresencia, e incluso que aquellos de las comunidades articuladas desde los diarios y revistas de circulación nacional, que implicaban ‘pensar bien’ las respuestas y seguir las polémicas durante semanas.

"Ahora es más fácil crear comunidades lectoras –apunta un escritor joven–, pero creo que son más superficiales que antes". Hay quienes apuntan, en este mismo sentido, que este desplazamiento hacia el mundo digital no ha sido capaz de desarrollar el mismo nivel de análisis y profundidad que tenían los intercambios en presencia. 

Una joven escritora reflexiona en su diario de lectura: "La conversación presencial sigue conservando la fuerza del verdadero debate e intercambio de ideas, y el libro en papel sigue siendo la representación del tiempo, el análisis y la pausa en un mundo donde todo circula hacia donde sea, imperativamente". Para otros, un poco más optimistas, las redes sociales facilitan la cohesión de una red y el intercambio entre sus miembros: "hay una comunidad de escritores jóvenes que están muy conectados –nos dice en este sentido una poeta de esta misma generación–.

Tengo gente que no conozco en Facebook, pero los tengo aceptados porque son amigos de amigos que sé que pertenecen a este círculo, y me interesa ver qué están haciendo mis contemporáneos".

Las redes sociales han expresado esta dimensión social de la lectura de formas insospechadas, multiplicando los vínculos y generando sinergias entre los colaboradores: si siempre pudimos encontrar rayados y comentarios de los lectores en los libros de las bibliotecas, hoy existen aplicaciones específicas para compartir esas impresiones y agrupar a los lectores.


Existen hashtags para compartir bibliografías y comentar las lecturas hechas dentro de circuitos culturales específicos. Con todo ello –reflexiona una escritora de la generación de arriba–, comienzas a entenderte menos a ti mismo como el eje de las lecturas, para dejar este lugar de la agencia a otros: te abres a las recomendaciones y a las sorpresas. "La sorpresa permite lecturas más críticas, y genera una relación más abierta y más dúctil con el mundo", afirma. 

Estas convergencias en un nuevo terreno público facilitan la tarea de mapear el campo, familiarizarse con autores y textos, acceder a los libros y situar la propia producción dentro del escenario contemporáneo.

Identidad Latinoamericana

El término identidad cultural es aún hoy objeto de análisis y debate por estudiosos y organizaciones especializadas en el tema, pero en su significado más amplio, el concepto de identidad cultural encierra un sentido de pertenencia a un grupo social con el cual se comparten rasgos culturales, como costumbres, valores y creencias. La identidad no es un concepto fijo, sino que se recrea individual y colectivamente y se alimenta de forma continua de la influencia exterior.

Entre las opiniones más extendidas y aceptadas está la de que la identidad cultural de un pueblo viene definida históricamente a través de múltiples aspectos en los que se plasma su cultura, como la lengua, instrumento de comunicación entre los miembros de una comunidad, las relaciones sociales, ritos y ceremonias propias, o los comportamientos colectivos, esto es, los sistemas de valores y creencias. Un rasgo propio de estos elementos de identidad cultural es su carácter inmaterial y anónimo, pues son producto de la colectividad.

En América Latina y el Caribe, un conjunto de elementos socio-culturales nos identifican como pertenecientes a un grupo humano característico e identificable y nos establece como tal por encima de la diversidad de manifestaciones, lenguas, costumbres, hábitos de vida, religiones y particularidades de orden ideológico-conceptual presentes en la particularidad de cada país o área de la región.

¿Qué nos identifica como latinoamericanos?
Los idiomas –que tienen por demás una raíz latina común- mayoritariamente hablados en la región, nuestra forma de manifestarnos, de expresarnos, de vivir, de entender las cosas, los valores ideo-estéticos, la particularidad diversa de nuestras costumbres, la moral de las religiones traídas de otras latitudes y su sincretismo, los lazos que nos unen históricamente, la memoria…

Esta esa identidad, además de ser una de las más abarcadoras del mundo está muy presente en la conciencia o el imaginario colectivo de los latinoamericanos. No solo somos parecidos y cercanos -en nuestra diversidad-, sino que también estamos muy percatados o conscientes de esa cercanía (para algunos eso es conciencia de su identidad) y nos sentimos parte, es decir tenemos un fuerte sentimiento de pertenencia, con excepciones, pero es una identidad muy compartida y de la cual millones de personas se sienten orgullosos.

Por otra parte, la identidad en América Latina, en el contexto de la globalización, debe ser pensada desde la transculturación “ Al fin… en todo un abrazo sucede lo que en la cópula genética de los individuos: la criatura siempre tiene algo de ambos progenitores, pero también siempre es distinta de cada uno de los dos”.


La identidad cultural de América Latina no debe verse en modo alguno como la sumatoria mecánica de los elementos identificativo-culturales de cada país o grupo social del continente, es el resultado del intercambio constante entre nuestras sociedades a partir de la multiplicidad de nuestras raíces comunes. Lo latinoamericano está presente en tantas obras culturales, costumbres, hábitos, etc. que contribuye -en mucho- a dar sentido a nuestras vidas y está presente en infinidad de textos, obras de arte y discursos en general que dan cuenta de su permanente enriquecimiento.

¿Quién Crees Que Eres?


Sin dudas, eres un ser maravilloso, lleno de luz, con más atributos de los que consideraste alguna vez, imprescindible para varias personas, interesante, con buenas intenciones, con cientos de virtudes. Esto es un poco difícil verlo con nuestros propios ojos, sobre todo si estamos tristes o deprimidos.
Sin embargo, es preciso que mires a tu ser desde la perspectiva de otra persona, como puede ser tu pareja, tu madre, tu mejor amigo. Ellos sin dudas te ven de una forma muy diferente. La persona más hermosa del mundo, el más bueno, el que siempre está presente para escuchar, etc.

Un excelente ejercicio que puedes hacer para fortalecer tu sentido de ser es preguntarte ¿quién creo que soy? Seguramente nunca te has puesto a pensar en ello. Si te animas, consulta a las personas que te rodean ¿qué soy? Ellos podrán decirte una cantidad infinita de adjetivos que te califican, desde madre a cansado, pasando por religioso a sobreprotector, estudiante o francés, etc. Te darás cuenta así que hay muchas maneras para identificarte como individuo.

Sin dudas será una lección que nunca olvidarás. Es que el sentido de ti mismo es lo que te mantiene conectado con la tierra y determina cuál es el papel que tienes asignado, para qué estás aquí, etc. Una de las primeras cosas que se pierden cuando tenemos mucho trabajo o estamos estresados es esa conexión, nos olvidamos de lo que realmente es importante en el camino de la auto realización y aumentamos en demasía la carga en nuestras espaldas.

La vida no tiene por qué ser así, aunque es cierto que los simples mortales necesitamos trabajar, no es lo único que importa durante nuestra existencia. Te dará más satisfacción pasar una tarde con tus hijos en el parque que encerrado en la oficina haciendo horas extra. Ellos lo agradecerán más.

Tal vez pienses que con un pequeño trocito de papel te alcanzará para hacer una lista con todas tus habilidades. Eso no es cierto, en lo absoluto. Tienes tantas cosas buenas para anotar que no te alcanzará la hoja que has destinado para este ejercicio.

Comienza la lista de la manera más objetiva posible, no te mientas a ti mismo. Ten en cuenta tus roles en la sociedad, tu ocupación, tu religión, tu nacionalidad, tu origen étnico, tus pasatiempos, tus intereses, tus gustos, tus actividades, etc. Todo lo que te define como ser humano y que puede ser visto por los demás por sólo verte o hablar un rato contigo.

Hablar con la gente, preguntarles cómo están o hasta sacarles una sonrisa con un cumplido. Eso sí es una virtud.

Debes ser honesto contigo mismo en esta lista. Nadie tiene por qué verla, así que no te mientas. No todo lo que escribas tiene que ser halagador o una habilidad. Si eres muy celoso, peleador o nervioso, también anótalo. Si tienes sobrepeso, también.

Es que una parte de este trabajo es poder arreglar o solucionar aquello que puede hacerte daño, tanto a ti como a tus seres queridos o al vecino de al lado. También es necesario que elimines todo aquello que no aporta nada positivo a tu vida, como ser una adicción (al tabaco, al alcohol, al trabajo, etc.).

Tal vez hasta te encuentres en un punto donde no puedas expresar con palabras eso que te define, sino con alguna acción puntual. Puede ser “nunca usaría un vestido de color amarillo”, “siempre me pierdo en el aparcamiento del supermercado”, “dejo buenas propinas en el restaurante”, “me gusta ayudar a los animales”, etc.

El momento adecuado para hacer esta lista lo tienes que decidir tú. Una buena idea es que sea durante el fin de semana, en tus vacaciones o en un día libre que tengas. No es preciso que la armes a una hora determinada ni que te tome una cantidad de tiempo. Cada uno maneja sus emociones, sus actividades y sus minutos en esta vida.

Una vez que ya la hayas terminado (o eso pienses), guárdala en un sitio donde la puedas ver cuando quieras, como en la mesa de noche o en el cajón del escritorio. Cada algún tiempo es bueno que le eches un vistazo para ver qué has cambiado y si hay algo que puedas añadir. Seguro podrás quitar algún ítem (si ya no fumas más, si dejaste de ser tan celoso con tu pareja, si bajaste algunos kilos, etc.).


Ponte a trabajar lo antes posible con esta lista, que te permitirá cambiar mucho como persona, ser más feliz, volver a los orígenes, conectarte con lo que realmente importa y tener los pies bien puestos sobre la tierra.

Quizás Seamos Lo Que Creemos


“Somos adictos a "tener razón", pero quedar cautivos de nuestras opiniones es una trampa
Escuchar a los demás es prueba de empatía y respeto, claves para crecer y estar en paz” 

La  mayoría de nosotros creemos que podemos cambiar lo que los demás piensan; de otro modo, no pasaríamos tanto tiempo en la vida dándole vueltas a “qué opinan los demás de nosotros” y tratando de mejorar su juicio sobre nuestra persona. Eleanor Roosevelt dijo: “Nadie puede hacer que te sientas inferior si tú no lo permites”. Esta afirmación pone el foco de atención hacia nosotros mismos y no en los demás; por ello, quizá el único pensamiento que precisa ser cambiado es la creencia de que “los demás deberían pensar diferente”.

Querer tener razón es la enfermedad crónica de la humanidad, seguramente una de las causas que han enfrentado más a las personas, las naciones y las religiones organizadas del planeta. La posesión de las personas por sus propias ideas es siempre una causa de sufrimiento. El problema, al consistir las creencias en “posesiones mentales” no visibles, ha sido buscar la solución a nuestras diferencias tratando de cambiar a los demás antes que examinar la causa real de los conflictos (la necesidad de tener razón).

En demasiadas ocasiones comprobamos cómo querer imponer nuestras razones y opiniones a los demás nos cuesta caro. Tal vez logremos desautorizar las ideas de alguien, pero al final acabamos con una razón más y un amigo menos. ¿Vale la pena? Seguramente no. El resultado es que querer estar siempre en posesión de la verdad consume una gran cantidad de energía y tiempo que nos impide disfrutar de los demás y de la paz mental de saber que en el fondo todos tenemos nuestra propia lógica.

¿Es mejor tener razón a toda costa antes que ser feliz? Que cada uno responda esta pregunta con sinceridad.

La perspectiva materialista o newtoniana del universo nos conduce a cosificar todo con lo que entramos en contacto, ya sea algo material o inmaterial. Incluso lo no material, como un pensamiento, acaba tomando forma y se convierte en objeto de conflicto. Así, una idea o una creencia se acaban convirtiendo en una posesión, una propiedad, algo que debe ser defendido para que no perezca.

Todo pensamiento consciente, repetido durante un tiempo, se convierte en un programa mental invisible. Con el tiempo acumulamos opiniones, creencias, que pasan a conformar lo que llamamos identidad construida o ego. Si alguien agrede esas posesiones mentales, en realidad es como si lanzara un ataque personal, porque confundimos pensamiento e identidad. No parece sensato confundir lo que somos con lo que pensamos, pero esto no lo tienen tan claro quienes se aferran a sus creencias con desesperación.

Tener opiniones es normal, también tener gustos y preferencias… pero que esas ideas y predilecciones le tengan a uno cautivo o secuestrado es una trampa. El libre pensamiento es una conquista humana, pero la libertad de opinión se convierte en una desventaja cuando las posiciones mentales impiden abrirse a nuevas perspectivas o puntos de vista que no concuerdan con las propias.

La pregunta ¿somos nuestras creencias? se responde con un rotundo no. Desde luego, tenemos convicciones, pero en esencia no somos lo que pensamos; a un nivel profundo y esencial, nuestras opiniones no pueden definirnos. Pero llegar a esta claridad no es sencillo ni rápido. De hecho, los conflictos del mundo son tanto disputas por pertenencias materiales (cosas) como por posesiones inmateriales (ideales). Cuando entendemos que tenemos una mente y la usamos, pero que no somos esta, nos liberamos de su contenido y nos autoexcluimos de cualquier conflicto y, por tanto, sufrimiento.

Todos mantenemos un diálogo interior que reafirma continuamente lo que creemos, y después nos pasamos la vida buscando personas y situaciones en las que encajen nuestras creencias para poder así reafirmarlas. El objetivo de toda creencia no es, como debería ser, contrastarse, sino validarse una y otra vez aunque sea a la fuerza. 

Estas creencias o historias mentales no cuestionadas acaban por suponer un problema: no tienen ninguna relación con la realidad. ¿Qué pasaría si no tuviéramos ningún criterio mental no validado que contarnos? Seríamos libres de la necesidad de dividir el mundo entre los que están de acuerdo y los que no lo están. Y sobre todo, no estaríamos condicionados por cosas que creemos, pero no son verdad.

O bien nos apegamos a los pensamientos, sin más examen, o bien los cuestionamos en busca de la verdad. No hay más opciones.


Cuando una creencia nos domina, llegamos a pensar que todo el mundo piensa, o debería pensar, lo mismo. Pero hay opiniones para todos los gustos, la diversidad construye el mundo, y aunque parezca extraño, hay personas que creen cosas muy diferentes a las que nos parecen normales

Ver las cosas desde distintas perspectivas no es fruto de un lavado de cerebro, sino de preferencias, cultura, contextos… Sin duda, aquellos que no esperan que todo el mundo esté de acuerdo con ellos gozan de una mayor tranquilidad mental, que es de lo que va la vida.

El Transcurso Del Tiempo


Uno de los retos para la ciencia es entender qué es un lapso en sí mismo. La relación entre la percepción de un intervalo y las emociones es determinante. Aristóteles decía que sin movimiento, sin cambio, no hay tiempo.

Para los físicos, una de las nociones más fascinantes es la del tiempo, entendida como una magnitud física con la cual se mide la duración o separación de los acontecimientos.
     
Aunque parece claro el concepto, los científicos todavía debaten sobre su significado y sus implicaciones. Aristóteles fue el primero en abordar el tema al indicar que existe una relación entre tiempo y movimiento y, además, estableció que este es la medida del movimiento según el antes y el después. Más tarde surgieron los postulados de Issac Newton, quien lo concibió como algo absoluto, verdadero y matemático, que transcurre de manera bastante uniforme. Fue él quien introdujo la medición matemática del tiempo con ayuda de relojes.

Hoy en día, cuando pensamos en el tiempo, quizás lo primero que notamos es que este pasa demasiado rápido, quizás porque recibimos muchos estímulos nuevos y los cerebros tardan más en procesar la información, por lo que este pasa y no nos damos cuenta. La idea del tiempo, siempre arraigada en el ser humano Hay quienes afirman que la idea de que el tiempo pasa y se mueve está arraigada en el ser humano que se acostumbró a dividirlo en pasado, presente y futuro en un continuo fluir de los segundos. Para Albert Einstein, estas categorías de pasado, presente y futuro no son más que ilusiones..

Carlos Pesantez, estudiante de Física, explica que en realidad, este podría estar acelerándose, pero puntualiza que la clave está en cómo el cerebro lo percibe. Según precisa, el sentido subjetivo hace que cada individuo tenga una noción del pasado, del presente y del futuro y lo utilizamos para entender el curso y la duración de los acontecimientos, situarlos en su momento y generar expectativas sobre ellos.

Sobre este aspecto,  en un artículo de la revista Investigación y Ciencia, edición española de Scientific American, se pone énfasis en nuestra sensibilidad para percibir y responder al tiempo y señala que está implicada también en tareas mentales complejas, como pensar para solucionar problemas o tomar decisiones y planificar el futuro.

Además, la concepción del tiempo está atravesada por muchos factores externos e internos del organismo humano. Es así que este pasa con mayor rapidez cuando las personas disfrutan de un buen momento; están bien acompañadas, motivadas; cuando lo que hacen es interesante o están ocupadas en actividades placenteras. Las experiencias previas también influyen en nuestra percepción y eso ocurre cuando una película nos parece más corta al verla por segunda vez. 

En cambio, el tiempo transcurre con mayor lentitud y parece prolongarse cuando las personas atraviesan por momentos difíciles, esperan con impaciencia, tienen prisa, están enfermos y cansados o tristes.

Para explicar el concepto del tiempo hay un sinnúmero de teorías sobre el tema, como la denominada forward telescoping (telescopio de avance), donde se consideran los momentos más importantes, como el nacimiento de los hijos, la graduación de la universidad,  como hechos recién ocurridos.

Fausto Recalde, profesor de Física, indica que los momentos vividos forman parte de los recuerdos que se almacenan en la memoria y, según precisa, al rememorarlos se proyectan como diapositivas, lo que, a su vez, provoca la sensación de paso del tiempo. Lo más sorprendente es que no se requiere la existencia de escenas previas, porque, al parecer, todo está contenido en una suerte de diapositiva particular del Universo.

Los físicos también aseguran  que los seres humanos constatamos que transcurren los segundos, los minutos y las horas, porque vemos cambios en nuestro entorno.

El catedrático Fausto Recalde indica, además, que cuando aún somos pequeños, una visita a un museo, por ejemplo, puede parecernos una eternidad. ¿Qué ocurre cuando envejecemos? Una de las preguntas que más se plantean los científicos es por qué el tiempo parece transcurrir más rápido cuando envejecemos.

Este sentimiento no tiene una respuesta única y definitiva, pero sí hay algunas claves para entender lo que sucede. Hay teorías que sostienen que cuando somos jóvenes, la mayoría de las experiencias son nuevas, por lo que el cerebro codifica más información y, al mismo tiempo, genera la ilusión de que pasó más lentamente.

Además, cada año de vida que suma un individuo se hace menos importante a medida que avanza en edad, ya que representa una proporción menor de recuerdos en el cerebro.


Según la revista Vix, a medida que las personas envejecen, la velocidad de conducción nerviosa se reduce de manera significativa. Eso significa que los impulsos del cerebro están más separados. Un experimento sencillo al respecto es pedirle a una persona joven y a una mayor que cierren los ojos e informen cuando consideran que ha pasado un minuto. Los jóvenes suelen dar respuestas muy precisas —entre 55 y 65 segundos— y los adultos mayores suelen anunciarlo cuando pasaron 90 segundos. 

Si consideramos que las personas piensan que un minuto transcurre con mayor lentitud, probablemente ocurran más acontecimientos durante ese minuto irreal de su cerebro y, por lo tanto, sientan que el tiempo pasa más rápidamente.


Incentivar La Lectura


Leer ayuda a ejercitar la memoria y mejora la capacidad intelectual a la vez que facilita las relaciones sociales.

Un cerebro activo no solo realiza mejor sus funciones, sino que incrementa la rapidez de la respuesta. Mientras leemos, obligamos a nuestro cerebro a pensar, a ordenar ideas, a interrelacionar conceptos, a ejercitar la memoria y a imaginar, lo que permite mejorar nuestra capacidad intelectual estimulando nuestras neuronas. La lectura también genera temas de conversación, lo que facilita la interacción y las relaciones sociales, otro aspecto clave para mantener nuestro cerebro ejercitado.

El doctor Guillermo Garcia Ribas, coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la SEN explica que "la lectura es una de las actividades más beneficiosas para la salud, puesto que se ha demostrado que estimula la actividad cerebral y fortalece las conexiones neuronales".

En los últimos años, han sido muchos los estudios que han relacionado el nivel de lectura y escritura con un aumento de la reserva cognitiva. "Desde el punto de vista de la neurología, el concepto de reserva cognitiva ha cobrado una gran importancia, no solo porque se ha visto que existe una relación directa entre la misma y el buen funcionamiento cognitivo y ejecutivo de nuestro cerebro cuando envejecemos, sino porque se ha demostrado que es un factor protector ante los síntomas clínicos de las enfermedades neurodegenerativas", mantiene el doctor Guillermo Garcia Ribas. "Se ha comprobado que cuanto mayor reserva cognitiva posee un individuo, mayor capacidad tiene su cerebro para compensar el daño cerebral generado por ciertas patologías".

Son las demencias las enfermedades neurológicas que más se han ligado al concepto de reserva cognitiva. Caracterizadas por un deterioro persistente y progresivo de las funciones cerebrales superiores: memoria, lenguaje, orientación, cálculo o percepción espacial, la forma de demencia mas prevalente es la enfermedad de Alzheimer, que supone entre el 60% y el 80% de los casos de demencia, aunque existen numerosas patologías que también la producen, como por ejemplo, las enfermedades cerebrovasculares.

"Debido al envejecimiento progresivo de la población, en los próximos años, el número de afectados por estas enfermedades crecerá exponencialmente. Llevar a cabo actividades preventivas, como por ejemplo fomentar la lectura, puesto que se ha comprobado que leer retarda y previene la pérdida de la memoria, permitiría retrasar la aparición de estas enfermedades y, por lo tanto, reducir el número de casos", asegura el doctoro Garcia- Ribas.

Leer contribuye a reducir el estrés
Fomentar la lectura también tiene otras ventajas para nuestra salud. Leer, sobre todo relatos de ficción, puede ayudar a reducir el nivel de estrés, que es origen o factor de empeoramiento de muchas dolencias neurológicas como cefaleas, epilepsias o trastornos del sueño. Además, leer un poco antes de irnos a dormir, puede ayudar a desarrollar buenas rutinas de higiene de sueño, sobre todo si acostumbramos a nuestro cerebro a relacionar esta actividad con la hora de dormir.

Especial interés en niños y mayores
Aunque la lectura es buena a cualquier edad, niños y personas mayores son los dos grupos poblacionales en los que se debe insistir más en el fomento de la lectura. En los niños, porque es el mejor momento para inculcarles este hábito y, además, su cerebro y sus funcionalidades están todavía desarrollándose.

Leer libros a los niños y estimular posteriormente el hábito de lectura y de escritura cobra cada vez más importancia, no solo por la interacción social que produce, sino porque incrementa nuestra reserva cognitiva.


En los mayores, para que puedan seguir manteniendo su cerebro activo a pesar de que su actividad sea más reducida, la lectura diaria es un estímulo más para su cerebro. "Algo que se detecta es que hay muchas personas que, aunque tienen el hábito de la lectura, al hacerse mayores dejan de hacerlo, principalmente por perder capacidad visual, lo que les dificulta mucho realizar estas actividades. En esos casos, animamos a estas personas a participar en grupos de lectura o a utilizar otro tipo de soportes", señala Garcia-Ribas.

miércoles, 3 de octubre de 2018

La Maldad Nuestra De Cada Día


La maldad que lleva a determinadas personas a actuar contra otra y realizar actos violentos tiene una parte de enfermedad, aunque no se puede explicar sin tener en cuenta otros aspectos, según sostiene el psicólogo forense y profesor de psicopatología de la Universitat de Barcelona (UB), Adolfo Jarne. "Es un fenómeno tan complejo que no tiene una explicación única", sostiene, al tiempo que señala que sí que existe una base patológica. Sin embargo, hay una parte "incomprensible" en esta maldad que es de difícil explicación, apunta. 

Para Francesc Torralba, doctor en Filosofía en la UB,  la maldad siempre es reactiva y cuando una persona la ha recibido, la devuelve. Sin embargo, señala que existen expresiones en las que no se observa una relación causa-efecto y que se trata de maldad "gratuita", situación que no se puede explicar racionalmente.

Por su parte, el psicólogo clínico del Hospital de Día de Adolescentes de Badalona (Barcelona) de la Fundación, Marc Dangerfield, explica que hay un tipo de personas que saben que están haciendo el mal y que sienten placer por ello, a los que se les puede definir como "perversos".

Esta perversión es la forma de vida que han adoptado y la única manera de relacionarse con el resto de la sociedad, y la "satisfacción" que sienten cuando actúan les hace continuar adelante. Una de las características de este colectivo es que intentan presentar lo malo como bueno a través de engaños y son plenamente conscientes de que están haciendo daño.

También existe otra tipología que es la de aquellos que actúan con maldad como "vía de descarga". Se trata de personas muy dañadas personalmente, que han vivido situaciones catastróficas, que no pueden pensar y evacuan su malestar a través de la violencia, aunque no son conscientes de que hacen daño. "Se puede entender el acto violento como una vía de comunicación", declara. La inteligencia y la capacidad cognitiva de cada persona influyen también en el punto de maldad que puede hacer una persona.

Así, cuanta más inteligencia, se puede actuar de manera más perversa y con mejor capacidad para engañar y esconder lo que se hace. "Tener buenas capacidades cognitivas es ser un mejor perverso", afirma. Torralba puntualiza que la violencia individual también se explica en ocasiones como consecuencia de las estructuras sociales, políticas y económicas que le oprimen. "La violencia individual es consecuencia indirecta de la violencia estructural", afirma, al tiempo que dice que de no existir dichas estructuras quizá no hubiese realizado el acto violento.

En este sentido, defendió que la crisis económica puede generar estas situaciones de "colapso" y malestar vital como consecuencia de la precariedad. También puede explicar la situación de algunos jóvenes que sienten que no tienen expectativas de futuro. Según Dangerfiel, también existe una parte de agresividad necesaria en todos los humanos para poder defenderse, "que no quiere decir maldad", puntualiza. 

Esta agresividad no tiene que tener el componente destructivo. En este sentido, defiende que la bondad extrema "también tiene algo de trastorno", ya que no es adecuado no responder ante ninguna situación y añadió que es destructivo no defenderse ante nada.

Madurez


¿Cuándo uno demuestra madurez? La madurez es una cualidad deseable pues expresa una mejor y elevada perfección humana. Se debe imitar las personas virtuosas y repetir las buenas acciones hasta que sean parte de nuestra vida.

La madurez es el valor de hacerse cargo de nuestra propia vida, con claridad y conscientes de nosotros mismo. La madurez nos permite realizar acciones precisas para cada circunstancia.
Madurez es la destreza de controlar la furia y solucionar las diferencias sin violencia o destrucción, la madurez evita el odio y no guarda rencor.
La madurez es lealtad, lealtad a la familia, lealtad a la pareja, al equipo de trabajo, al país, etc.

La madurez permite mantener la calma en situaciones complicadas.

Madurez es paciencia. Es la voluntad de aplazar el placer inmediato a favor de un beneficio a largo plazo.

Madurez es el control sobre uno mismo, sobre nuestra persona y emociones.

Madurez es paz con los demás. No discutimos y violentamos por cualquier cosa. El maduro pone el ejemplo de ser pacifico.

La madurez no nos permite no encapricharnos por algo.

Madurez es saber nuestros derechos y obligaciones.


La Dicha De Estar Viviendo


“Maestro, son plácidas todas las horas que nosotros perdemos, si en el perderlas, cual en un jarrón, ponemos flores. No hay tristezas ni alegrías en nuestra vida. Sepamos así, sabios incautos, no vivirla, sino pasar por ella, tranquilos, plácidos, teniendo a los niños por nuestros maestros, y los ojos llenos de Naturaleza… Junto al río, junto al camino, según se tercie, siempre en el mismo leve descanso de estar viviendo.

El Tiempo pasa, no nos dice nada. Envejecemos. Sepamos, casi maliciosos, sentirnos ir. No vale la pena hacer un gesto. No se resiste al dios atroz que a los propios hijos devora siempre. Recojamos  flores, mojemos leves nuestras manos en los ríos calmos, para que aprendamos calma, también. Girasoles siempre mirando al sol, de la vida nos iremos tranquilos, teniendo ni el remordimiento de haber vivido.”

Guardo esta foto que hice hace un par de años. En ella, del viejo tronco de un ciruelo lleno de flores brotaba esta pequeña, deliciosa rama, abriéndose paso a la vida. Nacía de un lugar que parecía seco, olvidado por el tiempo en el propio crecer de ese gran árbol.

Y pensé que de lo viejo siempre puede nacer algo nuevo, que la vida nace en el lugar más insospechado y de la manera más bella, y que tan a menudo lo hace con una serenidad y lentitud implacable que los humanos deberíamos aprender. Regalando belleza, comprendiendo y no estorbando, disfrutando de lo mejor y dando también lo mejor cuando llega lo peor, como lo hace el árbol, como lo hace la flor que, en su muerte, deviene fruto y semilla, como lo hizo esta pequeña flor y sus hermanas.