lunes, 23 de julio de 2018

Integridad Y Coherencia


La integridad supone un valor vital para poder prosperar en el camino de la vida. Es el compromiso factico entre pensamiento y acción. Nada de verdadero valor y crecimiento puede ser obtenido sin la aplicación constante y decidida de un propósito integro, es decir, aquel que está en consonancia con nuestros más profundos pensamientos.

La realidad circundante nos muestra un modelo fluctuante de la existencia. Los parámetros de valor oscilan como si de estaciones se tratase. Nada tiene un valor imperecedero, genuino e inherentemente positivo. El comportamiento integro queda suplantado por patrones de “conveniencia”. 

Nuestras actitudes se amoldan a lo que la circunstancia demanda o requiere, produciendo así maneras de ser camaleónicas, poco integras y consistentes. ¿Y qué es lo que genera esta pobre actitud en los demás y en ti mismo? Una enorme desconfianza.

Por otro lado, abunda una manera de ser generalizada en las personas, las cuales, pregonan una serie de actitudes y pensamientos, pero modelan otros absolutamente distintos. Podríamos llamarlo el síndrome de la inconsistencia y la deshonestidad.

Establecen una serie de parámetros o códigos sobre los cuales cimientan su existencia, pero las distintas personalidades que “tienen” que adoptar según las circunstancias y los ambientes, modifican claramente su visión. Dejamos de ser nosotros mismos, para vivir una vida sin protagonismo, dejamos de ser coherentes con nuestra más profunda visión para satisfacer las demandas de otros. 

Dejamos de ser íntegros y verdaderos en cada una de nuestras intenciones para ser personas que se muevan en la frontera de lo políticamente correcto.

Puede ser que esta actitud nos ahorre algunos disgustos y nos permita contentar a la gran mayoría de personas, pero en el fondo de nuestro ser sabemos que no estamos actuando conforme a los dictados de nuestro corazón.

Se produce un grave desajuste de nuestra integridad. Cuanto mayor sea la diferencia entre nuestras acciones y nuestros valores, peor funcionará nuestra vida y menos felicidad obtendremos de ella. ¿Cuál es la razón de esto? La razón es que tus palabras no van acompasadas por tus actos.

Se produce un potente conflicto interno, ya que no podemos eludir el mensaje de nuestra conciencia, la cual nos insta a seguir nuestro particular camino hacia la realización. Puedes ignorar o no tener en cuenta aquello que sabes que debe hacerse, pero jamás puedes mitigar la voz de tu conciencia.

Es en la reflexión interna de este pensamiento cuando la integridad entra en juego. Tomas conciencia de que no puede haber felicidad, crecimiento y contribución, si tu manera de ser no se ajusta a tus valores y visiones más profundos. 

Es aquí́ cuando se produce el cambio necesario hacia la verdadera realización. Te conviertes en aquel que actúa según lo que piensa, que lidera con el ejemplo de la acción.


domingo, 22 de julio de 2018

Cumplir Con Lo Prometido


Una promesa implica el cumplimiento de un compromiso, bien sea con uno mismo o con otra persona. Cumplir con lo prometido es beneficioso para ambas partes: para el prominente porque se siente bien consigo mismo al haber cumplido con su voluntad y haber llevado a cabo su logro personal y para el promisario (beneficiario) porque ve cumplido lo que inicialmente se le había ofrecido.

Cuando cumplimos nuestras promesas ganamos en credibilidad y hacemos que los demás aumenten la confianza en nosotros y nos vean como personas más fieles, leales y responsables, lo que se traduce en un incremento de nuestra autoestima. Por el contrario, si fallamos e incumplimos lo que hemos prometido nos presentaremos ante los ojos de los demás como personas desleales, poco comprometidas e irresponsables, en las que no confiar demasiado porque no sabes si van a responder. Quizás por no disponer de tiempo suficiente, bien porque nos arrepentimos a última o porque consideramos después de hacer la promesa que no es lo suficientemente importante como para cumplirla, el perjuicio de faltar a nuestra palabra hace mella en nuestra reputación y daña nuestra autoestima.

Si ya resulta hiriente para los beneficiarios cuando no se cumple una promesa, imagínate lo que supone para un niño que un padre prometa algo que después nunca lleva a cabo. El impacto negativo, la decepción, frustración y desilusión que puede llegar a generar en un niño el incumplimiento de una promesa por parte de sus padres hace que mengüen la confianza depositada en ellos, e incluso su autoridad.

Además, este hecho puede repercutir gravemente en la autoestima del infante hasta el punto de sentir que sus padres no le quieren lo suficiente como para validar su palabra. Como ya hemos mencionado anteriormente, los niños tienden a copiar modelos de conducta, por ello hemos de intentar cumplir con todo aquello que prometemos o al menos procurar que nuestras promesas no generen demasiadas expectativas para que la caída después sea menos dolorosa.

Sigue estos consejos si tienes compromisos con tus hijos: Si tienes una o varias promesas recientes, cúmplelas sin dejar pasar más el tiempo. Si últimamente has incumplido alguna recuerda pedir disculpas sinceras y enmendar el error con alguna recompensa de otro tipo. Sé lo más honesto posible y si prevés que no vas a poder cumplir una promesa explícale con franqueza a tu hijo las razones. Un argumento lógico y razonable a tiempo seguro que amortiguará la decepción. Si vas a prometer algo a tus hijos, reconoce primero tus capacidades y sé lo más realista posible. 

No prometas alcanzar la luna y las estrellas si solo vas a llegar a contemplarlas. Controla tus impulsos de prometer, especialmente si quieres recompensar a tu hijo por un gran logro conseguido.

Cuando prometas, especifica, concreta y deja claro el objeto de la promesa para que no haya malos entendidos ni falsas expectativas que pueda crear mayores desilusiones.

Las promesas que le hagas a tus hijos han de ser sinceras y no por presión social, como por ejemplo el hecho de ver que otros padres les compran cosas a sus hijos, o por el sentimiento de culpa, por ejemplo ante un divorcio. Ellos tampoco han de presionarte para que les prometas algo.

Hazle saber a tus hijos que las recompensas fruto de las promesas son un extra adicional y no la norma a seguir.
   
Siempre es mejor que prometas poco pero lo lleves a cabo a que les hagas muchas promesas y te quedes a mitad de camino en todas. 

Antes de abrir la boca y formular una promesa piénsalo muy bien: a quién vas a prometer algo, cuál va a ser el objeto de la promesa y si piensas honestamente que vas a ser capaz de cumplirla.


Integridad Humana

El concepto de integridad, que deriva del término de origen latino integrîtas, hace hincapié en la particularidad de íntegro y a la condición pura de las vírgenes. Algo íntegro es una cosa que posee todas sus partes intactas o, dicho de una persona, hace referencia a un individuo correcto, educado, atento, probo e intachable.

Una frase que puede funcionar para mostrar más claramente el significado último del concepto que nos ocupa es el siguiente: “Eva era una persona admirada por todos y especialmente por una gran cualidad que poseía, su integridad, que la hacía ser equilibrada, honesta, justa y ante todo defensora de las injusticias”.
Puede hablarse, por ejemplo, de la integridad moral. Esta se reconoce como una cualidad humana que le da a quien la posee la autoridad para decidir y resolver por sí misma cuestiones vinculadas a su propio accionar. La integridad moral está también aceptada como un concepto de orden jurídico y todas las constituciones democráticas vigentes lo consagran como un derecho fundamental.

En este caso con el citado concepto de integridad moral lo que viene a establecerse, por tanto, es que una persona en cuestión sea defensora a ultranza de sus derechos, pensamientos, ideas y creencias en base a los cuales no sólo actúa de un modo u otro sino que también basa sus comportamientos.

Tal es la importancia que tiene aquella citada clase de integridad que estamos abordando que la legislación de países como España lo engloba dentro del desarrollo de sus normativas y leyes. Así, por ejemplo, en la Carta Magna de la citada nación se protege a aquella como un derecho fundamental. Y eso sin olvidar que también a nivel internacional existen tratados muy diversos que también hacen lo propio con la integridad moral y que condenan todos los actos que puedan atentar contra la misma tales como la tortura, los tratos inhumanos o las penas crueles.

Por otra parte, la integridad personal permite nombrar a la totalidad de las aptitudes que puede llegar a reunir un ser humano. Una persona íntegra se destaca por no conformarse con una única actividad sino que recorre distintos campos del saber.



Las Buenas Personas


¿Cansado del trepa, del que espera que tropieces para hacerse con tu puesto, del que sabes que te pone buena cara y al girarte te está poniendo verde, del que solo piensa en él mismo y carece de empatía? Esto es la selva. La experiencia nos dice que hay deshonestos, desleales, corruptos, imbéciles, desagradecidos, oportunistas, imitadores y un sinfín de especímenes que a veces no sabes ni cómo clasificar.

Pero tú no eres así, por eso estás leyendo este artículo. Tiendes a replantearte tu forma de ser y actuar porque cada vez que te comportas conforme a tu escala de valores y eres benevolente, alguna de esas fieras te hace dudar.

Mucha gente te dirá: "Tú es que eres tonto, de bueno eres tonto de remate, así no llegarás a ningún sitio porque siempre habrá uno que te quiera hacer daño. Espabila que este mundo es para los listos".

Pues queridos, yo me he llevado en la vida un palo detrás de otro, y los que me quedan por recibir. Pero me niego a sucumbir al poder de los insensibles, a los que practican la crítica despiadada porque es la única herramienta que tienen para hacerse valer. No serían nada si no desacreditaran a quien bien intenta ganarse la vida. Son unos amargados, que necesitan contagiar su ira y avinagramiento al resto de la humanidad. Porque cuando los demás comparten y son generosos, la rabia les mata por dentro. Y si pudieran, desaparecerían del mapa y se desintegrarían con tal de perderse tu victoria.

¡No desistas! Ni se te ocurra, no te cambies de bando. ¿Y sabes por qué? Porque hay cambios que en lugar de enriquecerte, te empobrecen y te convierten en tan mediocre como los buitres. Lo bueno de ser bueno, es que en algún momento tiene su recompensa, y el que es como tú, te descubre, se pega a ti y generas sinergias. Yo he conocido a gente maravillosa, con ganas de compartir, de sumar, de ofrecerse. Y solo por esto, vale la pena cualquiera de las puñaladas recibidas.

Si buscas que tus actos tengan un efecto bidireccional, igual equivocas el objetivo. Aquí no se trata de recibir, sino de comportarte de forma honesta y coherente con tu escala de valores. Nada más. No busques recoger, solo sembrar. Tarde o temprano, algo vuelve a ti. Porque la buena gente se siente cómoda con los de su misma escala de valores y poco a poco se irán encontrando.



sábado, 21 de julio de 2018

Constructores Del Mañana

"Los hombres amontonan errores en sus vidas
y crean un monstruo al que llaman destino”.
John Hobbes

"Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras.
Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos.
Cuida tus actos, porque convertirán en tus hábitos.
Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino."
Mahatma Gandhi

"Debemos obrar,
no para ir contra el destino,
sino para ir delante de él".
Hebbel

"El hombre es el verdadero creador de su destino.
Cuando no está convencido de ello, no es nada en la vida".
Gustavo Le Bon

Muchas personas creen que la vida es una cuestión de azar, que las experiencias y oportunidades que se presentan espontáneamente, además de ser gratas sorpresas, son lo mejor manera de vivir y de crecer personalmente. Este tipo de personas confían más en los eventos externos y por esa razón esperan a que las cosas sucedan.

Son personas que creen en las coincidencias y que el universo les tiene preparado un gran futuro, sencillamente porque sí.
Según este tipo de personas, sólo tienes que “darle tiempo al tiempo" y resistir las inclemencias de tus problemas en la vida. Al fin y al cabo, “después de la tormenta llega la calma”, así que lo mejor que puedes hacer es soportar las dificultades actuales, porque tarde o temprano, "vendrán tiempos mejores" para ti.

El destino que está escrito especialmente para ti te encontrará y ya no tendrás las complicaciones que tienes ahora, después de todo “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”, así que algún día, quieras o no, tus inconvenientes terminarán.

Sencillamente, las cosas extraordinarias de la vida aparecen de forma inesperada, tú simplemente tienes que estar –de una u otra manera- preparado para hacer uso de los buenos momentos que el destino te está ofreciendo o te ofrecerá, mañana mismo o en un par de años.

A toda esta verborrea fantasiosa e idealista, me opongo rotundamente.



Decisiones


Todas las cosas que nos ocurren en la vida son resultado de alguna decisión. A veces son decisiones pequeñas, que podemos tomar sin apenas darnos cuenta: ¿voy por la derecha o por la izquierda?, ¿cruzo la calle o sigo andando por la acera?, ¿entramos en este bar o mejor vamos a otro? Otras veces pueden ser decisiones mucho más trascendentales: ¿acepto su propuesta de matrimonio o es demasiado pronto?, ¿me arriesgo y me dejo llevar con ese chico que me gusta?, ¿debería hacerme donante de órganos?

Decidimos qué queremos aprender, a qué nos queremos dedicar, en qué queremos invertir nuestro tiempo y con quién deseamos compartirlo. Decidimos qué deporte practicar y cuándo, decidimos qué queremos comer o beber, elegimos qué libros queremos leer, qué películas queremos ver y qué música queremos escuchar, y también decidimos qué queremos hacer con lo que hemos leído, visto o escuchado. Y al elegir, nos hacemos responsables de las consecuencias positivas y negativas que nuestras elecciones nos puedan traer.

Nosotros decidimos, y lo hacemos libremente, por lo que debemos asumir los riesgos, costes y consecuencias de dichas elecciones. Y nosotros las aceptamos, pero seguramente cada uno de nosotros no ha podido evitar pensar alguna vez qué habría pasado en nuestra vida, o cómo sería si nuestra decisión hubiera sido diferente. Si en vez de tomar el camino de la derecha hubiéramos tomado el de la izquierda, o si nos hubiéramos dado la vuelta y salido corriendo sin elegir ninguno de los dos.

Porque echando la vista atrás, ¿cómo sería tu vida ahora, si en un momento dado no hubieras tomado la decisión de irte a estudiar a otra ciudad o a otro país; si en vez de irte a un importante núcleo cultural hubieras decidido quedarte en tu pequeña ciudad de provincias? Quizás ahora, en vez de ser una persona independiente que no necesita ni depende de nadie, con estudios, un trabajo, amigos de todas partes del mundo y libre para hacer lo que quiera, serías una persona sin mayores horizontes. O puede que no.

Y es que aunque muchas veces no sepamos cómo una decisión puede cambiar el curso de nuestra vida, nos guste o no, esta está condicionada por cada elección que hacemos. Porque como decía Joseph O'Connor: "La vida consiste en una serie de pequeñas decisiones".


Así que, si la vida es el recuerdo de nuestras decisiones, entonces no podemos cambiar lo que somos, pero sí que podemos elegir lo que seremos. Elige bien.

Descubrir Tu Vocación

“Allí donde se cruzan tus talentos y las necesidades del mundo, está tu vocación”. – Aristóteles

¿Cuál es tu vocación? ¿Qué estás llamado a hacer? ¿Qué carrera profesional escoger? ¿Qué especialidad? ¿A qué nicho dedico mi blog? . . .

Se puede decir de muchas formas pero el problema es el mismo: no sabemos qué camino es el adecuado para nosotros.

Algunas personas encuentran la respuesta de forma clara en una etapa temprana de su vida. Otros, en cambio, no sentimos que ninguna dirección nos atraiga lo suficiente como para descartar otras posibilidades.

Este segundo grupo, el de los “indecisos”, es el más numeroso.

Sí, todos nos dedicamos a algo concreto pero eso no quita que sigamos teniendo un dilema interno. Qué remedio, o elegimos un camino o nos quedamos de brazos cruzados.

Esta entrada es para ayudar al indeciso a encontrar su camino.

Nada Es Permanente
Ya lo dijo Buda: “lo único permanente es el cambio”.

No tengas miedo por elegir hoy un camino, estés seguro de tu elección o no.

Nada te obliga a seguir un camino (una profesión o especialidad) de por vida.

Las personas somos seres complejos y nuestras inclinaciones cambian con el tiempo. Lo que hoy te puede parecer tu vocación “mañana” ya no lo es, o ya no lo es como solía serlo.

Me explico: no hay razón para atarnos toda la vida a una elección que hemos hecho en el pasado y que ya no nos satisface como antes.

No tengas miedo al cambio. Si alineas tu camino con tu “yo” interno no puedes estar equivocado. Elige con el corazón.

Si nada es permanente tampoco tiene por qué serlo tú vocación.

Dicho esto, cierto grado de permanencia en tus decisiones es necesario. Las cosas buenas llevan tiempo y las profesiones y los negocios, como las cosechas, necesitan tiempo para dar frutos.

La estabilidad es deseable. Lo importante es que NUNCA te veas atrapado en la falsa idea de que siempre habrás de hacer lo mismo durante toda tu vida.

Hacer algo que no te satisface significa frustración e infelicidad. Siempre puedes elegir.

Siempre puedes cambiar de rumbo.

Evolución De La Capacidad De Pensar


Cada uno de nosotros puede imaginarse a un hombre y puede también pensar en el hombre.
Imaginarse a un hombre significa referirse necesariamente a su porte, color, manera de ser, etc.; cuando imaginamos a un hombre necesariamente lo individualizamos, nos referimos a un hombre determinado, con características individuales, propias. Para ello nos servimos de las imágenes.
Para pensar en un hombre “No” nos preocupamos si es alto, bajo, gordo, blanco, negro. Al pensar en el hombre tomamos solamente en cuenta las características comunes y profundas, caracteres que son aplicables a todos los hombres, en el pensar del hombre se opera con ideas y conceptos.
La diferencia entre imaginar y pensar deriva del hecho de que en el primer caso operamos con imágenes y en el segundo lo hacemos con conceptos (el concepto es un contenido de la conciencia, fruto de abstracción y generalización.
La formación de conceptos en el niño tiene lugar ya en los primeros años. De una vaga comprensión de la situación global, el niño pasa a la aprehensión gradual de las semejanzas y diferencias existentes en las cosas o situaciones concretas. 

Entre los dos y los cuatro años se elevan del nivel concreto al nivel abstracto. Cuando el niño es capaz de expresar verbalmente lo referente a los objetos o personas que lo rodean, utiliza ya conceptos abstractos.

Naturalmente que el niño en este periodo de su vida utiliza conceptos simples. La capacidad de operar con conceptos más complejos, como ser conceptos científicos, matemáticos o filósofos, aparece más tarde con la mayor madurez y la mayor experiencia. Esto tiene lugar en la adolescencia, aunque numerosos psicólogos sostienen que dicha capacidad ya aparece a los ocho años en el niño normal.
Ciertos conceptos abstractos son difíciles de ser captados por el niño. Así el concepto del tiempo lo capta difícilmente. La aprehensión de este concepto esta penetrado de afectividad. El tiempo que transcurre agradablemente es corto para el niño, mientras es largo si lo pasa con desagrado. 
La relación entre causa y efecto no la capta el niño ni sabe aplicar principios generales a situaciones específicas.
Solo alrededor de los siete u ocho años, el niño empieza a captar las relaciones entre causa y efecto. Con el desarrollo mental el niño comienza también a evaluar sus propias acciones y a juzgar el punto de vista de otras. Comienza a formular sus propias afirmaciones sobre los hechos reales y presenta argumentaciones cada vez más lógicas. A los once o doce años, el niño comienza el raciocinio deductivo y muestra la capacidad de formular y criticar las hipótesis.
En general la experiencia ha demostrado que el niño que se muestra inteligente a esta edad, si conserva su salud, se mantendrá con igual capacidad en la adolescencia y en el periodo de la juventud y de la madurez.
La llegada de la adolescencia se caracteriza por dos aspectos desde el punto de vista del desarrollo intelectual.
La inteligencia del adolescente se concentra sobre determinados problemas. 
Eso permite descubrir en el adolescente los intereses particulares que juegan un papel muy importante en la orientación vocacional y profesional del joven. 
Además es el periodo dialéctico en la vida del muchacho donde exige las razones del de todo, es la edad razonadora por excelencia. En este periodo el adolescente capta también con claridad la noción de la ley.
La creatividad hace referencia a esa capacidad innovadora del hombre que no surge de una deducción matemática o lógica.

En los niños de seis a ocho años se les puede educar y enseñar a tener cierta originalidad y a no conformarse con lo típico.
Los ejercicios para estimular la creatividad se basan en propuestas de carácter abierto, permitiendo multiplicidad de respuestas, y los padres debemos aceptar preguntas divergentes y curiosas y admitir nuevas ideas.
Resolviendo de muchas maneras diferentes los problemas facilita el pensamiento productivo frente al reproductivo o repetitivo.
Que el pensamiento es creativo quiere decir que construimos nuestra realidad de acuerdo a nuestros pensamientos y creencias. Estos pensamientos básicos se forman en la primera infancia, en el nacimiento e incluso en la vida intrauterina. 
Por eso la búsqueda, identificación y reconocimiento amoroso de los pensamientos y creencias es básico para la transformación de nuestra realidad.


Conectarse Con La Vida


Hay momentos en los que la claridad se reduce y la confusión aumenta. No se discierne bien cuando la actividad mental nos mantiene ocupados con pensamientos negativos, inútiles y que debilitan. En esos momentos se ha desconectado del poder interior de cada uno y se está más expuesto a ser vulnerables a las influencias externas. Entonces cuesta encontrar las soluciones adecuadas que liberen de las presiones y de los obstáculos.

Es bueno no precipitarse y saber esperar a que se disuelvan las nubes. Entre los hábitos y el parloteo mental es fácil dejarse llevar por los impulsos. Es preferible fortalecer la voluntad para no ser una marioneta de los impulsos, hábitos, ni los deseos compulsivos.

Para lograrlo, cada día puede proponerse realizar algo o concentrarse durante un rato meditando o caminando. Observe cómo usted mismo boicotea su propósito, pero aun así ejercite su voluntad: haga lo que se ha propuesto. Por ejemplo, ¿cuán a menudo consume información cada día?, ¿cuántos minutos por hora?, ¿por qué consume información con tanta frecuencia?, ¿qué porcentaje de la información le nutre y cuánta es una pérdida de tiempo y de energía? Ejercite su voluntad: “Esta semana sólo miraré el correo electrónico, las noticias y webs dos veces al día”, y decida cómo va a reemplazar ese tiempo con su creatividad. O bien, “a tal hora cada día de esta semana voy a desconectar el teléfono durante 15 minutos y voy a relajarme y a pensar en algo inspirador que me conecte con lo que me da vida”. Pensar en algo que le revitalice, que le recuerde lo que es esencial y tiene sentido para usted. Elija una acción que implique desarrollar su voluntad.







viernes, 20 de julio de 2018

Pensamiento Profundo


“Hoy en día imperan las relaciones con desconocidos a los que se les llama “amigos” y se establecen vínculos que difícilmente tendrán tensión o dificultades, por ello del mismo modo que inician se diluyen y desaparecen; son por sí mismos superficiales e irreales e incluso, ponen en riesgo la esencia y el sentido real de la comunicación que humaniza y engrandece la facultad superior del hombre”

Desarrollar la capacidad para obtener una respuesta común y universal sobre los problemas globales del mundo, pero que al mismo tiempo resulte atinente a los contextos regionales y responda a las necesidades sociales, económicas, políticas y culturales, es uno de los desafíos de la educación que se promueve mediante la profundidad de pensamiento e imaginación, para ello es importante comprender que la globalización en aras de extender el conocimiento y desarrollar vínculos simétricos de vinculación, ha privilegiado la inmediatez y superficialidad del conocimiento sobre el sentido minucioso y laborioso de su construcción, lo que ha mermado y en algunos casos aniquilado, la capacidad de pensar con seriedad y sentido crítico.

La proximidad y transferencia con los medios, dispositivos o vehículos de comunicación ha generado una cultura de la impronta que privilegia usar, compartir o comentar temas, ideas o conceptos desde la primera impresión que éstos generan o tomando como verdad todo cuanto se exhibe y publica; de ahí el éxito del fenómeno mediático que distrae, permea y viraliza pero que no siempre se sostiene en información confiable y válida.

Es innegable el riesgo por el que atraviesa el proceso de toma de decisiones, cada vez se es menos consciente de la manera en que se atiende y entiende lo que (nos) ocurre, se ha debilitado u omitido el basamento racional y sensitivo que permite asumir la responsabilidad de aquello que se dice o hace e incluso de la manera en que se generan las relaciones con los otros y con uno mismo.

Las relaciones han dejado de ser (inter)personales y físicas, se han visto desplazadas por “relaciones” digitales que conectan a un individuo con otro, el cual está detrás de un dispositivo supliendo a un yo real o auténtico en lo que dice y comparte, incluso en la manera en que reacciona a aquello que comparte ya que sus interacciones se encuentran tamizadas por el uso de estos dispositivos digitales.

Hoy en día imperan las relaciones con desconocidos a los que se les llama “amigos” y se establecen vínculos que difícilmente tendrán tensión o dificultades, por ello del mismo modo que inician se diluyen y desaparecen; son por sí mismos superficiales e irreales e incluso, ponen en riesgo la esencia y el sentido real de la comunicación que humaniza y engrandece la facultad superior del hombre.

Se han desarrollado sociedades superficiales abanderadas por un relativismo moral que impulsa el consumismo y el hedonismo. Se privilegia el tener sobre el ser retrasando y/o anulando el desarrollo del pensamiento crítico y moral, lo que genera una visión distorsionada de la realidad. Entonces se privilegia la percepción individual sobre la objetividad o la contundencia de los hechos, de este modo aquello que se necesita o desea puede resultar peligrosamente frívola y vana.


El país, y el mundo en su generalidad, están alejados del pensamiento analítico y profundo que entrama el discernimiento y la capacidad para identificar y asumir las consecuencias de los actos; cada vez resulta más difícil respetar al otro, privilegiar su bien ser y su bienestar; por ello resulta imperante integrar un ecosistema de interacciones sanas y equilibradas que promueva el desarrollo balanceado, armónico y justo.

Altruismo


Cada día de nuestra vida, entramos en contacto con otras personas, con sus formas de vida y sus necesidades. En ocasiones, notamos que es necesario y posible ayudar algunos, y en ese instante, es justo cuando se define si nuestro sistema de valores nos impulsa a actuar de manera egoísta o de manera generosa y altruista.

Es común escuchar que el ser humano tiene una naturaleza egoísta que lo lleva a perseguir como prioridad su bienestar particular como algo innato o normal, en franco desconocimiento de los deseos, intereses y necesidades de los demás. Por otra parte, existen numerosos pensadores, investigadores y filósofos que ven en el corazón humano, la semilla noble y latente del altruismo y la generosidad.

Altruismo, es una palabra derivada del francés antiguo “altrui”, y significa “de los otros”. Se define generalmente, como devoción, preocupación y sacrificio personal en busca del bienestar de otros. En lo personal lo defino como la capacidad humana de expresar amor, servicio o compasión de manera consciente, voluntaria, y desinteresada, con el objetivo único de generar bienestar o la felicidad a la vida de otros.

Dada su capacidad de vencer las tendencias egoístas, el altruismo es considerado una virtud practicada por pocos, aunque no falta quienes como Nietzsche, consideren que el altruismo y la compasión son una contribución a la creación de “almas débiles”, y que cada uno debe librar su batalla para emanciparse.

Algunos investigadores afirman que el altruismo nace en el hombre antes de los dos años de edad, lo que marcaría una tendencia innata a ayudar. En el ámbito religioso, y aunque no hay referencia al término “altruismo” (la palabra fue acuñada por el filósofo francés Auguste Comte en 1851), existen escuelas religiosas, filosóficas o espiritualistas que consideran la bondad como natural en el ser humano, y predican la necesidad de practicarlo diariamente.

Una de esas visiones de aproximación humanitaria es la del budismo, que considera la existencia de dos caminos para el progreso espiritual y la felicidad. Estos son: el Hinayana o “pequeño vehículo”, que busca la liberación individual, y el Mahayana o “gran vehículo”, que pretende ayudar a todos, pues asume que los demás son iguales a nosotros. Tomar este segundo camino, implica tener la intención de ayudar, de ser útil, y de encontrar los medios para ayudar, lo cual requerirá virtudes como generosidad, paciencia, esfuerzo, constancia, etc.

La religión católica también asume la necesidad de ayudar a los semejantes y asume la frase: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, como una referencia fundamental en esa prédica.

Muchos otros han expresados su visión acerca del altruismo. Leo Buscaglia, autor de varias obra sobre el amor, ha dicho que “cada hombre que se acerca más a sí mismo, cuando se acerca a los demás. El sabio Pitágoras creía en un altruismo moderado y en la necesidad de que cada uno hiciera su parte para progresar. Afirmaba que lo adecuado era ayudar a nuestros semejantes a levantar su carga, pero no llevarla. La Madre Teresa, conocida practicante de la caridad, decía: “Al servir a los miserables, servimos directamente a Dios. Y el refrán popular que reza: “Haz bien y no mires a quién”, es una expresión claramente impulsadora del altruismo.

Para desarrollar el altruismo, se requiere desarrollar una nueva sensibilidad que nos perita comprender el valor de los demás, comprender que sin los otros no seríamos lo que somos, que todos vamos a envejecer y a morir, que dar es un camino a la felicidad, que se vive mejor sin egoísmos, cuando se trabaja en equipo con tolerancia, inclusión y respeto, y que las personas anhelan ser felices, y en ocasiones sólo requieren de un poco de apoyo externo.



Abuelo y nieto


Mejor No Preguntar

Nuestra sociedad se rige por tradiciones muy asentadas que, a menudo, parecen obligarnos a seguir el mismo sendero a todos y todas los que optamos por llevar a cabo una de ellas. Además, existe una tendencia benigna a la intromisión en diversos aspectos de la vida de los demás.

Esto ocurre mucho en parejas que toman la decisión de contraer matrimonio o bien optan por una convivencia sin otro papel de por medio. Los familiares y amigos/as, al ver esta situación, sienten una fuerza interior que les insta a preguntar: ¿y el niño pa’ cuándo?

Es cierto que es una cuestión muy habitual y que, por supuesto, el último objetivo de ésta es ofender a la pareja o a la mujer que se le expone. Sin embargo, la inercia no nos permite pararnos a pensar en la repercusión que esta simple pregunta puede llegar a tener.

Por un lado, hay hombres y mujeres que sencillamente no quieren ser madres o padres; les gusta su vida tal y como es y no sienten la necesidad de modificarla hacia ese rumbo. Y es completamente legítimo y respetable. ¿Quién dice que tengas que vivir sistemáticamente la vida que otros han escogido? En nuestro mundo hay cabida para diferentes opciones y cada uno/a es libre de elegir la más adecuada a su persona o momento vital.

Por otro lado, están las personas que sí sienten ese deseo de tener un/a hijo/a, pero no les resulta tan fácil conseguirlo. Por los motivos que sean, cada vez nos encontramos con más mujeres que tienen dificultades para quedarse embarazadas (independientemente del origen de las complicaciones). Muchas parejas lo intentan durante varios meses de la manera convencional, sin éxito. Y ese deseo, unido a la desilusión mensual, puede llegar a vivirse de manera frustrante a medida que el tiempo avanza. Afortunadamente, en la actualidad disponemos de métodos muy efectivos que pueden devolver la esperanza y la sonrisa a madres y padres innatos
.
Si, además, a todo esto le sumamos la reiteración constante de este tipo de mensajes, no hay que tener muchas células espejo para deducir el efecto que llegaría a causar en esa persona.

Puede que, si eres de esos/as amigos/as o familiares que (con la mejor intención) tienden a preguntar sobre esa faceta de la vida de los demás, consideres replantearte no volver a hacerlo. 

Ahora que eres capaz de empatizar con ese hombre o esa mujer (a quien supones madre o padre a estas alturas de la vida) y de imaginar la magnitud de su sufrimiento, podrás ver con más claridad que hay expresiones que a veces sobran.


Frases Sobre Decir Y Hacer


“Si cree usted que la educación es cara, pruebe con la ignorancia”. Esto lo dijo la escritora sueca Derek Curtis y no puede tener más razón. 

Pero hay más.
 “Enseñar a quien no tiene curiosidad por aprender es sembrar un campo sin ararlo”. Richard Whately.

 “Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos”, Séneca.

 “La única educación posible es ésta: estar lo bastante seguro de una cosa para atreverse a decírsela a un niño”, G.K.Chesterton.

 “Los niños son como cemento fresco, cualquier cosa que caiga sobre ellos deja una huella”. Haim Cinott.

 “El hombre comienza, en realidad, a ser viejo cuando deja de ser educable”. Arturo Graf.

 “Enseñar a niños es bueno, pero enseñarles lo que realmente cuenta es mejor”, Bob Talbert.

 “Enseñar es aprender dos veces”, Joseph Joubert.

 “Aprender es como remar contra corriente; en cuanto se deja, se retrocede”, Edward Benjamín Britten.

 “El maestro no es engreído, solo demuestra a sus alumnos que el saber no es cuestión de presumir sino de conocer que no por lucir somos sabios”.

 “Un ingeniero no es una copia, es original y se atreve a cambiar una realidad, no importa el tiempo o el espacio, todo es posible mientras crea que es así”.

 “Enseña más la necesidad, que la universidad”.

 “Un pueblo puede tener piedras, garrotes, pistolas o cañones; aun así, si no tiene libros está completamente desarmado”.

“La mejor manera de decir, es hacer”.



Perseverancia


Tener un propósito definido proporciona energía incalculable en la vida; pero concentrar en ese propósito todas las fuerzas es, ni más ni menos, hacerse invencible. Si tenemos un gran objetivo, una meta trascendente por la que valga la pena sacrificarlo todo, incluso la vida si fuere necesario, nuestra motivación será tan poderosa que seremos capaces de vencer todos los temores y ningún obstáculo nos parecerá imposible de superar.

Haz planes concretos para alcanzar tus objetivos

Tu éxito puede comenzar con una pluma y un papel; es decir, con la acción de fijar claramente tus metas, definir de modo preciso tus ideales y trazar un plan para alcanzarlos. Los logros humanos no son fruto de la casualidad. El azar lo único que lleva es al desorden y el caos. El azar jamás puede ser creativo. Si dejamos las cosas al azar, cuanto más tiempo pase, mayor será el desorden y más pronto el fracaso.

El trabajo debe hacerse bien, no solo para conseguir un salario honradamente, sino por nuestra propia dignidad. Si cumplimos bien con nuestras tareas, estamos fortaleciendo nuestro carácter y nuestra seguridad en nuestra capacidad para realizar el trabajo forma eficaz y eficiente. La edificación de nuestro carácter tiene que ser la primera y la mayor obra de nuestra vida. Y para formar un carácter firme y equilibrado, fundamento de una personalidad triunfadora, es necesario trabajar con esfuerzo y perseverancia para ser personas útiles...porque como bien dice el refrán "La ociosidad es la madre de todos los vicios"

Persevera hasta convertir en realidad tus sueños

Si quieres triunfar, inténtalo de nuevo...hasta que lo consigas. Es el secreto de las personas que triunfan. Quienes alcanzan la cumbre del éxito, no son personas que supuestamente nunca fallan, sino las que están dispuestas a aprender de sus propios errores. 

Equivocarse no es fracasar. El fracaso consiste en no saber rectificar. Si en tu vida tienes un objetivo claro y realmente valioso, siempre merece la pena intentarlo una vez más. 

La perseverancia a toda prueba en la lucha por alcanzar tu ideal es la clave del éxito.

jueves, 19 de julio de 2018

Cuando Me Preguntas


Pregunta usted si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Antes ha preguntado a otros. Lo envía usted a revistas. Los compara con otros poemas, y se intranquiliza cuando ciertas redacciones rechazan sus intentos. Ahora bien (puesto que usted me ha permitido aconsejarle), le ruego que abandone todo eso.

Mire usted hacia fuera, y eso, sobre todo, no debería hacerlo ahora. Nadie puede aconsejarle ni ayudarle, nadie. Hay sólo un único medio. Entre en usted. 

Examine ese fundamento que usted llama escribir; ponga a prueba si extiende sus raíces hasta el lugar más profundo de su corazón; reconozca si se moriría usted si se le privara de escribir. Esto, sobre todo: pregúntese en la hora más silenciosa de su noche: ¿debo escribir? Excave en sí mismo, en busca de una respuesta profunda. Y si ésta hubiera de ser de asentimiento, si hubiera usted de enfrentarse a esta grave pregunta con un enérgico y sencillo debo, entonces construya su vida según esa necesidad: su vida, entrando hasta su hora más indiferente y pequeña, debe ser un signo y un testimonio de ese impulso.

Entonces, aproxímese a la naturaleza. Entonces, intente, como el primer hombre, decir lo que ve y lo que experimenta y ama y pierde. 

No escriba poesías de amor; apártese ante todo de esas formas que son demasiado corrientes y habituales: son las más difíciles, porque hace falta una gran fuerza madura para dar algo propio donde se establecen en la multitud tradiciones buenas y, en parte, brillantes. Por eso, sálvese de los temas generales y vuélvase a los que le ofrece su propia vida cotidiana: describa sus melancolías y deseos, los pensamientos fugaces y la fe en alguna belleza; descríbalo todo con sinceridad interior, tranquila, humilde, y use, para expresarlo, las cosas de su ambiente, las imágenes de sus sueños y los objetos de su recuerdo.

Si su vida cotidiana le parece pobre, no se queje de ella; quéjese de usted mismo, dígase que no es bastante poeta como para conjurar sus riquezas: pues para lo creadores no hay pobreza ni lugar pobre e indiferente. 

Y aunque estuviera usted en una cárcel cuyas paredes no dejaran llegar a su sentido ninguno de los rumores del mundo, ¿no seguiría teniendo siempre su infancia, esa riqueza preciosa, regia, el tesoro de los recuerdos? Vuelva ahí su atención.

Intente hacer emerger las sumergidas sensaciones de ese ancho pasado; su personalidad se consolidará, su soledad se ensanchara y se hará una estancia en penumbra, en que se oye pasar de largo, a lo lejos, el estrépito de los demás. Y si de ese giro hacia dentro, de esa sumersión en el mundo propio, brotan versos, no se le ocurrirá a usted preguntar a nadie si son buenos versos. Tampoco hará intentos de interesar a las revistas por esos trabajos, pues verá en ellos su amada propiedad natural, un trozo y una voz de su vida. Una obra de arte es buena cuando brota de la necesidad. En esa índole de su origen está su juicio: no hay otro.


Por eso, mi distinguido amigo, no sabía darle más consejo que éste: entrar en sí mismo y examinar las profundidades de que brota su vida: en ese manantial encontrará usted la respuesta a la pregunta de si debe crear. Tómela como suene, sin interpretaciones. 

Quizá se haga evidente que usted está llamado a ser artista. Entonces, acepte sobre sí ese destino, y sopórtelo, con su carga y su grandeza, sin preguntar por la recompensa que pudiera venir de fuera. Pues el creador debe ser un mundo para sí mismo, y encontrarlo todo en sí y en la naturaleza a que se ha adherido.

Valores


Los valores son ideales morales, son como ideas platónicas, conceptos eternos, perfectos, que encarnan participante de su contexto, pero que nunca se acaban realizando plenamente. Por eso son deseables, porque, como decía el mismo Platón, deseamos lo que no tenemos o aquello de lo que tememos por su pérdida. 

Es por este motivo que, con frecuencia, descubrimos el valor de las cosas cuando las estamos perdiendo o, como dice el filósofo H. Jonas: descubrimos que está en juego cuando sabemos que está en juego.

Los valores no se inventan, pero tampoco están ahí sin más: se descubren como tales valores cuando entendemos la importancia de llevar a cabo acciones (o abstenerse) para preservar o realizar aquella cualidad que hemos comprendido era importante para la vida buena y justa. Estamos hablando de valores morales y de una vida digna, pues no venimos como humanos a sobrevivir, ni a vivir sin más, sino a vivir justa y gozosamente.

Por este descubrimiento se requieren tres factores: un determinado nivel de conciencia moral determinada, un proyecto de vida personal y comunitaria, y compromiso responsable para llevarlo a cabo.

La conciencia moral es la capacidad de darse cuenta de lo que se hace, de las consecuencias de lo que uno hace, en otros y en uno mismo, y del porqué último (convicciones fundamentales) se hace. Al tomar conciencia de la carga moral de los actos, descubrimos los valores que hay detrás de aquellos inspirándoles. 

Resulta que la moral inculca hábitos y costumbres, a partir de la repetición y la vivencia cotidiana, y muchas veces estos valores permanecen inconscientes. Es posible así que haya quien se adhiera a los valores sin juzgarlos (pre-juicio) porque no es consciente de aquellos ni de lo que implican.

Para salir de este estado de inconsciencia hay un progreso de la conciencia moral, pasar los niveles de niñez y adolescencia (pre convencional y convencional en los estadios de Kohlberg y Gilligan) y alcanzar un nivel de conciencia pos convencional. 

Sólo este nivel pos convencional, maduro, nos permite hacer autocrítica y reflexionar sobre la razón de ser de aquellos hábitos y de las adhesión a unos valores. Siempre a la luz de las respuestas que damos a la realidad, siempre desde los impactos que los actos provocan en uno mismo y en otros.

Así nacen los valores morales, cuando se despierta la conciencia: cuando uno se da cuenta de lo que está en juego, pone en juego su capacidad de valorar y, desde ella, se dispone y pone a vivir de una determinada manera (por eso la importancia del proyecto y el compromiso responsable). 

Necesitamos así los valores para que desde ellos tomemos decisiones. 

Nacen los valores cuando descubrimos su importancia para nuestra vida, única, irrepetible, intransferible. Los valores vienen al mundo gracias al sujeto que quiere encarnarse en su proyecto de vida, regenerándose, o mueren.


Por eso no es extraño la correlación que existe entre valores y problemas: dime qué problema tienes y te diré tus valores. Los problemas hacen priorizar, y cuando priorizamos tomamos decisiones sobre qué es importante, valioso, y qué no lo es tanto. 

Así, hoy, descubrimos el valor del agua (no sólo su precio), cuando consideramos que es un bien indispensable, algo sin el cual no podemos vivir. Y la hemos descubierto como valor cuando la estamos perdiendo, y cuando nos damos cuenta de que no sólo la queremos individual y privadamente, sino que tenemos que garantizarla a todos.

miércoles, 18 de julio de 2018

Compartir Lo Que Sabemos


Siempre es bueno aprender en la vida, pero no solo se trata de aprender sino que también aplicar todo ese conocimiento en la vida ya sea una preparación académica como toda la experiencia que se vaya aprendiendo en el camino, todo ese aprendizaje te ayudaran en la vida ya sea para hacer bien tu labor como profesional como para la vida cotidiana. 

Ahora bien, a veces somos mezquinos con ese conocimiento pues solemos decir que “me costó mucho como para que venga otro y lo aprenda así tan fácil” y que también por temor a que aquella persona que le enseñes algo lo aprenda e inclusive lo haga mejor que tú, eso se entiende pero no debemos pensar de forma egoísta para muchas cosas porque de seguro en algún momento de la vida querremos que alguien nos enseñe o explique algo que no dominemos bien.


Yo estoy consciente que siempre habrán personas que se aprovechan de eso para sacar ventaja pero no todos son así, sin embargo existen su par por allí; pero más allá de eso ponte a pensar por unos instantes ¿Por qué guardarte todo ese conocimiento solo para ti? ¿Qué ganas? Eso solo lo sabrán aquellas personas que tengan su argumento.  

En lo personal me gusta siempre compartir lo que aprendo y bueno si las personas quieren tomarlo para aprender está bien y si no bueno ellos sabrán porque, pero en lo personal eso no me molesta ya que así como aprendo de los demás también me gusta que aquellos que no conocen aprendan algo que yo sabía y que también lo aprendí, nada pierdo sino más bien gano porque contribuyo de alguna forma a que otros alimenten de conocimiento su vida, porque nunca está de más aprender no importa a que edad.

Motivación

La palabra motivación viene de "motif", que significa motor o algo que genera movimiento. Por lo tanto, estar motivados es tener una razón o deseo que nos lleva a actuar.

Ese deseo es tu punto de partida.

Pero es importante que lo desees con intensidad, con la mente y el corazón.
Por lo tanto, tiene que ser importante para ti.
No para otras personas.

Sólo así, vas a estar dispuesto a hacer el esfuerzo necesario.

Tenemos dos fuentes básicas de motivación:

1) La que nace de nuestro interior, de nuestras metas, sentido de vida, propósitos y esperanzas.

2) La que surge del medio ambiente. De los posibles "premios" que nos da la sociedad: dinero, fama, atención, reconocimiento y aprobación de los demás, etc.

Esta motivación externa es la más común y mucha gente cree que es la mejor o la única que existe.

La motivación externa es importante, pero la interna es determinante.
En ocasiones empezamos un proyecto o nos planteamos una meta y de repente perdemos el interés.

Entre las principales causas de este desinterés, encontramos que:
a) Tomamos como propias las metas de gente que es importante para nosotros, sin darnos cuenta que no es lo que nosotros deseamos.

b) Vamos en pos de un objetivo, sólo porque es lo que la sociedad o la familia espera de nosotros.

c) La situación que estamos viviendo nos genera una angustia que no queremos o que creemos que no podemos enfrentar y tolerar.

d) Nos ponemos metas inalcanzables.

e) No sabemos cómo lograrlas.

¿Qué puedes hacer?

Pregúntate que tipo de motivación es más importante para ti y por qué.

Cuando sólo dependemos de la motivación externa, perdemos parte del control de nuestras vidas y del contacto con nosotros mismos.

Les damos el poder a los demás.
Cuando te sientas desmotivado, enfócate en ti.
En lo que tiene significado para ti.
Porqué sólo así, puedes hacer las elecciones que necesitas.

Si te enfocas en los demás, en lo que ellos quieren o consideran importante, estás buscando en el lugar equivocado. 

Recuerda que el deseo o motivación es sólo el primer paso.
El segundo, es tomar la decisión para actuar y estar dispuesto a pagar un precio por ello.

Si no estás decidido a hacer el esfuerzo, examina la razón.
¿Qué piensas o sientes al respecto?
La clave del éxito es el compromiso y la fe.

Estar dispuesto a continuar a pesar de las dificultades y estar convencido de que  se pueden alcanzar las metas propuestas.

Tú tienes ambas cosas, aunque quizás necesitas fortalecerlas o redescubrirlas.


Ver La Vida Tal Como Es


En el nuevo milenio mucha gente se preocupa por el mundo y nuestro  lugar en él. Nos hacemos muchas preguntas acerca de cómo conseguir la felicidad. Tan a menudo en nuestros días tenemos todo tipo de cosas que se supone son para hacernos más felices: Títulos, buen trabajo, casa, familia… pero  dentro de nosotros hay una voz apagada que nos continúa preguntando: ¿Es eso  todo? ¿Eso es todo lo que hay? …¡No puede ser! ¡Tiene que haber algo más! Algo  falta… pero ¿qué es? 


La respuesta de lo que nos falta es ‘claridad de propósito’. El poder saber responder a las siguientes preguntas: ¿Tiene sentido la vida?, ¿quién  soy?, ¿qué deseo?, ¿qué siento?, ¿cómo me satisfago?, ¿qué he venido a hacer aquí?, ¿qué pasa tras la muerte?... Para  la mayoría de nosotros, lo que la sociedad nos ha enseñado para poder responder  a estas preguntas nos lleva a callejones sin salida. Nos deja todas  esas preguntas sin respuesta. 

Podemos saber cómo encontrar sentido a nuestra vida a corto plazo con metas y logros, pero a largo plazo continuamos luchando con la misma profunda pregunta: ¿Cuál es el sentido de mi vida? La respuesta a esta pregunta es una de las más importantes en nuestra vida. Conocer  la respuesta nos pone los fundamentos para la real y plena satisfacción. 

Podría ser que tú fueras una de esas personas que podría llenar fácilmente una página hablando sobre lo que tiene sentido para ti en la vida. Pero si lo comparas con la vida que realmente estás viviendo, ves que hay algo más que una pequeña diferencia. Pues aunque la gente pueda llegar a definir lo que es una vida con sentido, la vida que vive nada tiene que ver con su ideal. 

Ésta  falta de propósito se manifiesta en nosotros como una perpetua angustia. Pues  aunque tengamos una vida con comodidades, podemos detectar una tristeza interior  que ha estado allí desde hace tiempo, una pena que no es fácil de identificar,  un vacío en lo profundo de nuestro ser… 

Continuamente pensamos que si solo tuviera  algo más, entonces sí que sería feliz. Solemos decir: cuando termine mis  estudios…, cuando encuentre un trabajo…, cuando tenga un salario más elevado…, cuando tenga pareja…, cuando tenga hijos…, cuando mis hijos sean mayores…, cuando tenga una casa más grande…, cuando tenga un coche…, cuando tenga un coche  mejor…, cuando tenga una pareja mejor…, cuando me jubile… Y sin  darnos cuenta se nos ha escapado la vida. Pues aunque vayamos consiguiendo cada una de  esas cosas continúa  persistiendo el sentimiento de que algo nos falta, de que no sabemos exactamente  qué es lo que queremos hacer con nuestras vidas.

Podemos esperar pacientemente hasta que nos jubilemos… o hasta que llegue nuestra muerte, si es que ya nos hemos conformado con ‘lo que nos ha tocado vivir’. Pero también podemos elegir encontrar el sentido de nuestra vida ahora, en este momento de nuestras vidas. Podemos elegir dejar atrás nuestras enfermedades y sentimientos limitativos y empezar a disfrutar de la vida en su máxima expresión.

Para  ello habrá que dejar atrás años de condicionamiento, décadas de falsedad, y  enfrentarse a la verdad. La verdad que nos permitirá vivir en completa libertad.  La verdad que nos permitirá ‘ver la  vida tal como es’ y no  ‘tal como nosotros la vemos’, la  verdad que nos permitirá crear una gran diferencia en nuestras vidas y en la de  los demás. 


El Timón De Nuestra Vida


Admiro a la gente que es dueña de sí misma y que hace gala de su carácter. 

Alguien así sabe sobrellevar tanto sus fracasos como sus éxitos, sus debilidades y fortalezas y, por supuesto, tiene claro cuáles son sus capacidades y también sus limitaciones. Mejor dicho: tiene el control de su vida y sabe darle la debida dirección.
Todos deberíamos ser así.

Sin embargo, algunos todavía vivimos con el ‘piloto automático’ encendido y, por ende, vamos a la deriva sin saber en dónde aterrizar. No tenemos ni idea de cómo tomar el volante, y como no sabemos dirigirlo dejamos que otros sean quienes nos conduzcan.

No debemos perder el control de nuestros actos. Esto no implica llevar una vida aburrida. ¡Todo lo contrario! Es tener una mente abierta, estar dispuesto a asumir retos, realizar los cambios que sean necesarios y emprender los caminos que nos corresponda atravesar.

Menciono este tema porque a nuestro corazón le hacen falta nuevos estímulos para sentirse realmente satisfecho. Esa es la razón del por qué tantas inquietudes y arrebatos de insatisfacción que asaltan a nuestra cotidianidad.

¡Echémosle cabeza y pensemos qué anhelamos ser!

Quisiera que tomáramos el tiempo que sea necesario para analizar las emociones que nos embargan y descubrir qué es lo que realmente necesitamos para sentirnos a gusto con lo que somos o con lo que nos rodea.

Mientras más fuerte sea nuestra voluntad, más unificadas y dirigidas serán las emociones y los pensamientos de nuestra vida interior y viceversa.

¿Cómo lograr esto?
Para que la voluntad se desarrolle y mantenga su papel apropiado como directora de nuestra personalidad, debemos actuar vigorosamente tanto en la vida interior de los pensamientos, emociones y decisiones, como en la vida exterior.

La función de la voluntad es deliberar, decidir y actuar. Cuando fallamos en llevar a cabo estas tres funciones durante algún tiempo, nuestra voluntad se debilita y se paraliza.

No tomar decisiones o no actuar es destructivo para la ‘salud de la personalidad’ y es un arma letal para nuestros proyectos.

También es importante cristalizar nuestras ideas. Si hemos estudiado con cuidado todas las alternativas es importante no demorar, de manera indefinida, los pasos que debemos dar.

Pese a los obstáculos que se nos presenten, la voluntad siempre triunfa sobre las circunstancias externas.

Las cosas del amor, los asuntos laborales, la vida en familia, los problemas que nos agobian o nuestras relaciones con quienes nos rodean no se deben dejar al vaivén de las apetencias y las motivaciones del momento.

¡Es indispensable tomar el timón de nuestra vida!