viernes, 19 de octubre de 2018

Ser Imparciales


Muchas veces nos encontramos atascados, atorados con suficientes problemas personales los cuales en su momento creemos insalvables, otras veces sólo nos contemplamos con el ojo del juicio y la autoflagelación, lo que me hace recordar el lineamiento bíblico que nos invita a no juzgar.

Cuando colocamos juicios en los hombros de otros o sobre los propios, además de dañarnos preparamos el terreno para que nuestra vida se mueva de forma lenta y conflictiva, de la misma forma emitir juicios hacia los otros así como murmurar de otros  crea para ellos y para nosotros formas de energía que detienen nuestro proceso evolutivo, además de crear energías densas a nuestro alrededor.

Esto nos lleva a la necesidad de analizar las formas como nos expresamos de nosotros mismos, de nuestros seres queridos, así como la forma como nos comunicamos con nuestro circulo de influencia, recordando que toda forma de pensamiento, al igual que las palabras, son formas de densidad que se aloja en nuestro cuerpo y crean para nosotros experiencias de vida.

La manera de contrarrestar el efecto del mal uso del verbo y el pensamiento es aprender  sobre la importancia y beneficios de  la autovaloración y el respeto propio. Amarse a si mismo es una actitud importante para recobrar energía, la autoagresión y toda forma de no aceptación a si mismo genera energías de baja frecuencia, las cuales favorecen enfermedades degenerativas del sistema orgánico.
Querernos implica aceptarnos sin condiciones, sin castigos, ni reprocharnos, ni mucho menos enjuiciarnos y torturarnos  por los errores cometidos en el pasado, debemos ser solidarios con nosotros mismos desde el amor y la compasión.

Lo que en modo alguno implica la autocomplacencia, ni el dejar de mejorar como individuos, respetarnos también implica aceptar la responsabilidad por los hechos que ocurren en nuestra vida, el poder que tenemos de construir nuestra vida, sembrar semillas de luz y aceptar los frutos de nuestras acciones sin olvidar que estamos totalmente relacionados unos con otros, así como recordar en todo momento que no existe formas de evadir las consecuencias de lo que hacemos.


El amor y respeto hacia nosotros mismos, implica esta misma condición para las otras persona y por supuesto para la naturaleza, ya que somos interdependientes unos de los otros y definitivamente necesarios.

jueves, 18 de octubre de 2018

Descreimiento


Pese al sinfín de elementos culturales, demográficos, sociales y económicos que les separan, los jóvenes de todo el planeta parecen tener algo en común: están dejando de lado a la religión. Una encuesta reciente de Pew confirma que, en agregado y a nivel global, la mayor parte de las nuevas generaciones se sienten menos religiosas que las antiguas. Creer, ir a misa o formar parte de una congregación cualquiera comienza a ser, poco a poco, cosa de pasado.

¿Cómo? El proceso de secularización es bien conocido en Occidente, un arco cultural repleto de países ateos y jóvenes radicalmente separados de la idea de Dios, pero se antojaba extraño en otros puntos del globo. Sin embargo y de forma paulatina, las nuevas generaciones de rincones antaño muy religiosos como Irán, Nigeria, Polonia, Argelia o Brasil dan una menor importancia a la religión en su día a día. Es un hecho singular porque les separan culturas muy diversas.

¿Por qué? En algunos casos emerge un patrón: el progresivo desarrollo económico de sus sociedades. La secularización en Europa y América llegó de la mano del paso de una economía tradicional a una moderna, donde el rol de la Iglesia y de la identidad religiosa como aglutinador de las comunidades pasó a un segundo plano. Otros estudios, sin embargo, apuntan a que las personas tienden a volverse más religiosas conforme suman años a sus espaldas.

El efecto de la conectividad global y las nuevas tecnologías, en plena sociedad del conocimiento, puede haber jugado otro papel (los jóvenes se conectan más a Internet).

Las religiones. Las mayores brechas ilustradas por Pew se dan en Europa y América, donde la importancia declara de la religión para grupo de edad puede diferir en más de 20 puntos porcentuales (es el caso de Canadá, Dinamarca y Australia, además de Corea del Sur). En alrededor del 70% de los países latinoamericanos y en la mitad de los europeos los jóvenes son significativamente menos religiosos que sus mayores. Son los casos más evidentes.

En África y Asia las diferencias son menores, y en la mayor parte de los casos inexistentes. Por religiones las cifras también varían: sólo en un cuarto de los países musulmanes existe brecha generacional, por la mitad de las naciones cristianas.

¿Muere la religión? No. Las cifras de la encuesta ilustran procesos a gran escala, en múltiples puntos, pero no globales y replicables en cada país. Más importante aún, aunque los jóvenes sean cada vez menos religiosos, allí donde aún lo es el crecimiento demográfico es mucho mayor. La mayor parte de los países de mayor desarrollo poblacional son muy religiosos (Pakistán, Níger, Chad, Ghana o Etiopía, entre otros muchos). También son países más pobres que la media global.

¿Entonces? Confluyen varios fenómenos paralelos: por un lado, el crecimiento del ateísmo como minoría global en pleno auge demográfico de la religión; por otro, el desenganche de los jóvenes a la religión como factor identitario o aglutinante, primer paso hacia la secularización; y por otro, el crecimiento poblacional muy destacado de los puntos del planeta más religiosos.


Es decir, un escenario donde la religión se hace más fuerte, pero también más focalizada, y donde pierde terreno es allí donde hay más desarrollo económico y entre los más jóvenes.

Oscurantismo E Ignorancia


En este planeta conviven diversas razas, cada uno con su credo, tradiciones y una manera de pensar.
Nos han establecido diferencias desde el inicio de los tiempos, que sólo fomentan el odio entre todos nosotros, lo cual sólo favorece la división y el enfrentamiento.

Religiones, política, xenofobia, homofobia, y luego tenemos los fanatismos que abonan un campo yermo, y cuyo fruto será la autodestrucción de la especie humana y lamentablemente del resto.
Tener en cuenta que las clases dominantes, siempre se esforzaron por cultivar la simiente de la ignorancia.

El problema radica en que los pueblos se dejan engatusar por la bella y atractiva imagen del materialismo, alimentando para ello la codicia, el egoísmo, y la envidia de cada uno.

La felicidad, ni se pesa, ni se mide, ni se compra, y reside en la suficiencia y en la humildad de pensamiento, lo que hace que pequeñas cosas, que verdaderamente son grandes, tengan la verdadera importancia de la que muchas veces carecen, y son la familia y los amigos, a los que debemos mantener, cuidar con los que tenemos que disfrutar.

Programan ciclos económicos, los llamados años de vacas gordas y los años de vacas flacas, con lo que sólo gracias a nuestros defectos, les ponemos en bandeja nuestra completa subyugación a su dominio, ya que no practicamos lo único que les haría perder su poder, y es el pensamiento.

Cada día la gente dedica el tiempo libre a distracciones que nublan su mente, televisión, futbol, etc., que les hacen desconectar momentáneamente de las obligaciones y las cadenas que nosotros mismos nos ponemos al entrar en su juego.

La única manera de romper las cadenas y ganar esta sutil partida de ajedrez, es sencilla, muy sencilla, y parte de la educación.

La educación nos forma para que el conocimiento impartido sea utilizado con sabiduría, y de ahí nace el pensamiento crítico.

¿Vas a dejar que sigan nublando tu mente y que te quiten la capacidad de ser libre que sólo te da el buen uso de la razón?

Lucha por tu educación y derriba los pilares de la ignorancia que sustentan este mundo desigual, donde unos pocos viven en la más absoluta opulencia, gracias al dinero que les proporcionan los materialismos que nos venden y que nosotros compramos, y otros menos afortunados fabrican, que son al final los que más sufren, ya que no pueden comprender el porqué de su suerte, ellos son los esclavos modernos.

Por último quiero añadir, que la tan grave crisis que padecemos, es una simple excusa para quitarnos lo poco que nos quedaba y terminar de hundir la sociedad en el oscurantismo de la ignorancia, para así ponernos las cadenas y la mordaza de por vida.


El Mundo Que Percibimos


Somos humanos y percibimos el mundo como humanos. Nuestros sistemas sensoriales nos dan una visión única del mundo, que es muy distinta a la que tienen otras especies de seres vivos. Aunque nunca podremos estar seguros, ya que ésta es la única forma de percibir el mundo que tenemos.

Nuestro sentido de la visión está bastante más desarrollado que en el resto de las especies animales. A excepción de algunos animales, entre los que encontramos ciertas aves como el cóndor, el águila y otras similares que pueden divisar un objeto del tamaño de una pelota de golf a miles de metros de distancia. Somos una de las pocas especies que tienen la capacidad de distinguir los colores, o al menos los colores tal cual los conocemos nosotros.

En cuanto al olfato y el oído estamos en un nivel muy inferior a la mayoría de las especies. Por ejemplo; es bien sabido que en los perros, el olfato está muy desarrollado y que pueden oler a sus amos a más de 100 metros. Además tu perro puede saber con quién estuviste, qué hiciste y cómo te sientes gracias a su poderoso olfato, que se puede comparar al de muchos otros animales. Lo mismo sucede con la audición de sonidos.

Este es un terreno completamente desconocido. La forma en que percibimos el mundo se relaciona con nuestras necesidades y capacidades como especie. Pero lo mismo sucede con todas las especies de seres vivos. Es imposible imaginarse cómo sería realmente tener otros mecanismos sensoriales como por ejemplo el sistema de sonar que poseen los cetáceos y que utilizan para elaborar un mapa mental que puede abarcar cientos o miles de kilómetros cúbicos.


Los tiburones también tienen un sistema sensorial único. Cuentan con unos sensores electromagnéticos que les permiten percibir cualquier alteración eléctrica o magnética a su alrededor. 

¿Qué sienten o qué ven los tiburones cuando estos sensores se ven estimulados? Esto es algo que seguramente nunca lo sabremos con exactitud.

Construir Democracia

Cuando la gente piensa en “la democracia,” mayormente piensan en la votación. Es cierto que la votación es una parte importante, pero la democracia es algo con que nosotros como ciudadanos debemos conectarnos cada día.

Como una organización, trabajamos para asegurar que la gente tenga oportunidades para participar en la toma de decisiones en todo nivel. Creemos que la gente debe tener una voz cuando se habla de lo que pasa en sus escuelas, comunidades y gobiernos continuamente – no sólo en el día de las elecciones.

Este verano pasado para festejar nuestro Día de Independencia, lanzamos una campaña para animar a la gente a hablar sobre que significa la democracia. Personas de todas partes del paí­s contribuyeron sus ideas diversas, como “la transparencia,” “la participación,” “compartir responsabilidad de los resultados del gobierno,” etc.

Esta campaña no solamente generó respuestas de gente alrededor de los Estados Unidos, sino también llamó la atención de Adam Cronkright, co-fundador de Democracia En Práctica, una organización sin fines de lucro en Cochabamba, Bolivia dedicada a la innovación democrática, experimentación colaborativa y capacitación.

“Lo que sobresalió para nosotros,” explica Adam, “es que varias personas en la campaña expresaron la idea que la democracia puede ser mejor y que mejorarla es como un viaje sin fin.” Él dice que este tema conectó tanto con ellos porque esta es justamente la misión de Democracia En Práctica.

“Estamos tratando de fortalecer a este movimiento global y creciente para mejorar la democracia y pensamos que lo más importante es que la gente empiece a experimentar con otras maneras, no sólo en gobiernos sino también en escuelas, asociaciones de comunidades, sindicatos, ONGs, cooperativas, y otros grupos semejantes. Estamos tratando de impulsar a la gente a pensar fuera de la caja y ser creativa.”

Están esperando que puedan inspirar a los demás de esta manera por proporcionar un ejemplo innovador de ellos mismos. Hace unos dos años, Democracia En Práctica ha estado trabajando en escuelas en Bolivia, ayudando a los estudiantes a reinventar el concepto del gobierno estudiantil (centro de estudiantes). Adam ve a las escuelas como un muy buen lugar para este tipo de experimentación porque “los riesgos son tan bajos que los estudiantes pueden totalmente rediseñar su gobierno – cada semestre si les gusta – de maneras que serían demasiado peligrosas experimentar en otros contextos.” También explica que este tipo de experimentación lleva el beneficio adicional de animar a los estudiantes a meterse y pensar de manera crí­tica y creativa en cómo pueden mejorar su unidad educativa.

Es en este contexto innovador en el que los estudiantes han reemplazado a las elecciones por votación con elecciones por sorteo, compartido cargos por una rotación y probado ambos la participación obligatoria y voluntaria. Estos y otros cambios han tenido efecto: el gobierno estudiantil en uno de los colegios ha establecido la primera biblioteca de su escuela, entregó los primeros carnets estudiantiles para conseguir el pasaje escolar, y reclamaron el abuso de poder de un profesor. Mientras tanto, el equipo de Democracia En Práctica proporciona sugerencias, apoyo y capacitación junto con apoyo de los profesores y directoras de las unidades educativas. Es un proceso continuo el tratar de convertir al gobierno estudiantil en uno que sea más incluyente, representativo y eficaz en una variedad de contextos. Un viaje sin fin.

Los bolivianos festejan su Día de Independencia el 6 de agosto e inspirados por nuestra campaña los de Democracia En Práctica preguntaron a estos gobiernos estudiantiles que significa la democracia para ellos. Como explicó Adam, los estudiantes dieron su propio toque a la pregunta. “Igual que en los Estados Unidos, la gente acá en Bolivia es de una variedad de vivencias y tienen perspectivas muy diversas, pero los dos gobiernos estudiantiles optaron a deliberar y decidir por una respuesta colectiva.” Así no es sorprendentemente que ambos en sus respuestas enfatizaron la unión.


Tenemos mucho que podemos aprender uno del otro, si es de nuestro vecino al lado o nuestros amigos en el otro hemisferio. De hecho, la única manera en la que podemos seguir construyendo una democracia que funcione para todos y todas es por analizar y mejorar constantemente nuestros sistemas actuales, aprender de las experiencias de otras personas como de las nuestras y asegurar que todos tengan la oportunidad de participar.

Realidades Diversas


Nuestras creencias afectan directamente a la realidad que construimos, pero también los pensamientos de los demás fabrican una imagen de nosotros mismos.

El poder de nuestras creencias y expectativas influye en las personas que nos rodean. El concepto que tenemos de nosotros mismos se ha ido creando influido por las perspectivas y las imágenes que han tenido y tienen los demás. 

En nuestra niñez crecimos influidos por nuestros padres. También los maestros y los compañeros que tuvimos en la escuela, y hasta nuestros amigos, han influido a la hora de crear nuestra imagen. Somos, en gran medida, lo que los demás esperan que seamos. Esto tiene repercusiones tanto a nivel personal como en el ámbito laboral, en el escolar, social y familiar, y pueden ser productivas o contraproducentes. Conocer cómo funciona este efecto, llamado Pigmalión, nos ayudará a ser conscientes de cómo influimos unos en otros con nuestras miradas y expectativas.

En el ámbito educativo, la imagen o expectativas que tiene el educador en relación al alumnado influye en el comportamiento de este. Cuando damos responsabilidad a los estudiantes, cuando confiamos en ellos, les enseñamos a creer en ellos mismos. Las expectativas del docente constituyen uno de los factores más influyentes en el rendimiento escolar de sus estudiantes.

“Se ha demostrado, tanto en el aula como en el laboratorio”, afirma el profesor David Cooperrider, “que los maestros que tienen imágenes muy positivas de sus estudiantes tienden a ofrecerles: un mayor soporte emocional (Rist, 1970; Rubovitz y Maechr, 1973); una retroalimentación más clara,
más inmediata y más positiva en cuanto a efecto y desempeño (Weinstein, 1976; Cooper, 1979), y mejores oportunidades para desempeñarse y aprender materias con más alto contenido de reto (Brophy y Good, 1974; Swann y Snyder, 1980)”.

En el ámbito de la empresa, el efecto Pigmalión se da cuando un directivo tiene una imagen formada de sus colaboradores y los trata según ella. El colaborador la percibe aunque el jefe no se la comunique. Cuando es positiva, todo va bien; pero cuando es negativa, ocurre lo contrario.

Desafortunadamente tenemos la costumbre de formarnos ideas negativas de las personas que nos rodean: nos fijamos más en sus fallos y en sus errores, y menos en sus talentos y virtudes. Con lo cual proyectamos imágenes negativas que dificultan nuestra comunicación y provocan que a la persona le sea más difícil expresarse con naturalidad y desde su talento, haciéndolo desde sus inseguridades y temores.

Cuando alguien proyecta una imagen negativa, afecta a nuestra capacidad de comunicarnos abiertamente. Más bien dudamos, nos bloqueamos y la comunicación no fluye. Cuando la comunicación está encallada, debido a las imágenes negativas formadas de unos y otros, podemos buscar preguntas que faciliten un cambio de visión. ¿Qué ha hecho bien esta persona en el último año? Recuerde un momento en que logró algo, o un momento en el que expresó una de sus cualidades. Piense en aquello mejor de ella, en lo que le da vida, en su núcleo vital positivo.

Si nos centramos en ese potencial, en lo que nos motiva, en lo mejor de cada uno, desbloqueamos situaciones encalladas. Aprender a desarrollar la capacidad afirmativa, la de reconocer y apreciar los logros de los demás, nos ayuda en este proceso. Es la habilidad de ver lo que otros son capaces de hacer y fortalecerlos para que lo hagan. Es también reconocer nuestros logros y fortalecer nuestras capacidades.

Para cambiar podemos centrarnos en lo que no va bien, en lo erróneo, y minimizarlo, o bien centrarnos en lo que va bien, lo correcto, y maximizarlo. La capacidad afirmativa se centra en esta segunda opción, que está demostrado que presenta el doble de efectividad.


Veamos cómo podemos aplicar la capacidad afirmativa en nuestras relaciones. Si tenemos la tendencia de fijarnos en los errores y fallos del otro, nos desesperamos. La imagen del error del otro hace sentir rabia y las expectativas son negativas, esperando lo peor. Pero con esa actitud solo condiciono a que se repita el mismo patrón de conducta. 

En cambio, si vemos lo mejor de las personas con quienes interactuamos y nos centramos en imágenes positivas de los demás, expresaremos lo mejor de nosotros mismos y avanzaremos en mantener relaciones saludables.

miércoles, 17 de octubre de 2018

Las Personas Reflexivas


Las personas reflexivas analizan todo lo que les sucede y cuanto ocurre a su alrededor. Observan el comportamiento de los demás, conocen perfectamente su entorno y la forma de actuar de las personas que les rodean. Saben escuchar con calma y no intervienen hasta que conocen la situación y saben con claridad lo que desean decir o hacer.

Son personas que tienen control de sus emociones, no actúan con precipitación ni con ligereza sino que meditan todas las decisiones que vayan a tomar, analizan las diferentes alternativas, sus ventajas e inconvenientes, y sobre ello deciden.

Todas sus actuaciones son fruto de una profunda reflexión, meditan todo cuanto les acontece con detenimiento. Reflexionan no sólo sobre su presente y las circunstancias actuales, sino también sobre su futuro y lo que esperan de él, por lo que tienen objetivos claros y definidos.

Suelen ser personas introvertidas. Transmiten tranquilidad y serenidad, y su opinión suele ser muy valorada por los demás. Aprenden de sus errores, reflexionando sobre ellos y analizan el porqué de sus equivocaciones.

A través de la reflexión alcanzamos un mayor conocimiento y desarrollo personal. El conocimiento de uno mismo implica mirar hacia nuestro interior con actitud crítica y reflexiva. ¿El fin? Llegar a conclusiones que de forma objetiva y realista nos permitan conocer nuestras cualidades más importantes y los defectos que nos debilitan como personas.

Observarse a sí mismo y reflexionar sobre nuestros sentimientos, emociones y actitudes, es muy importante para conocer mejor nuestras reacciones en los diferentes momentos y situaciones de nuestra vida. También ayuda a saber cómo nos puede afectar un determinado problema. Es aprender a coger las riendas de nuestra vida, porque tenemos control sobre nosotros y sabemos lo que buscamos y deseamos ser.

La reflexión nos ayuda a saber con mayor claridad cómo somos y qué nos sucede. Es tratar de mirarnos desde fuera para saber con objetividad lo que nos está ocurriendo. Así, por ejemplo, es diferente estar nervioso o alterado dándote cuenta que lo estás, que estarlo sin saberlo.

Es decir, cuando uno es consciente de su estado de ánimo o de sus sentimientos actúan en consecuencia, si uno está nervioso sabe que tiene que actuar con precaución y tranquilizándose, porque su estado de ánimo le puede hacer equivocarse en su forma de actuar o decir.

Las personas que distinguen claramente sus sentimientos son más seguras e independientes y suelen salir de situaciones difíciles o estados de ánimo negativos con más facilidad.

Todos podemos cambiar o mejorar nuestros hábitos y costumbres. Para ello, hemos de poner empeño y voluntad. Aumentar nuestra capacidad de reflexión o empezar a tener la costumbre de meditar, influirá de forma muy positiva en nuestra vida.

Sugerencias para aumentar nuestra capacidad de reflexión:
- Debemos habituarnos a pensar antes de hablar y de actuar. Nuestras palabras o actos deben ser el fruto de una reflexión previa y no de la impulsividad. Tenemos que saber que cuando actuamos con impulsividad y sin haber reflexionado, nuestros actos o palabras podrán perjudicarnos.

- Debemos buscar tiempo para pensar en nosotros. Hemos de tener el firme propósito de lograr a diario un momento de tranquilidad y de soledad, para poder pensar sobre nuestras ideas, emociones o acontecimientos. Parar el ritmo frenético que la sociedad nos ha impuesto en nuestras vidas y detenernos a pensar sobre nuestra propia vida y sobre nosotros, con el fin de aclarar ideas y pensamientos.

- Es importante buscar una lectura que nos invite a la reflexión, o pensar sobre un comentario, un argumento o una idea. No debemos permitir que sucedan las cosas sin detenernos en ellas. Hay que obligarse a pensar.

Con la reflexión se obtiene un mayor conocimiento de nosotros y de nuestra realidad personal, damos respuesta a quiénes somos y lo que hacemos en la vida. Por un lado, obtenemos un mayor conocimiento de nuestra personalidad; manera de ser, rasgos principales de nuestro carácter, gustos, preferencias, etc. y, por otro lado, tenemos más claro nuestros proyectos personales, propósitos, objetivos y metas.

Las personas reflexivas tienen un mayor dominio de todas las situaciones y de sí mismo, pues son observadores y conocen con bastante exactitud lo que está sucediendo a su alrededor.

Son personas que suelen salir airosos de los conflictos o problemas, ya que tienen una mente continuamente activa y saben resolver situaciones complicadas, debido a su facilidad para analizar las situaciones y a la gran capacidad de síntesis que poseen, resumiendo y concretado el estado de cada situación por complicada que sea.


Autoestima


El objetivo de la sociedad del bienestar es cubrir nuestras necesidades materiales básicas. Pero ha llegado el momento de que también garantice las condiciones para que cada persona desarrolle su autoestima: un proyecto de vida que nos llene de satisfacción moral.

No se suele mencionar la autoestima en la lista de bienes básicos imprescindibles para vivir bien. Los bienes primarios más reconocidos remiten a los llamados “derechos sociales” y son la educación, la protección de la salud, el derecho a una pensión y el subsidio de desempleo.

La autoestima, clave en nuestro bienestar emocional
Entre estos bienes básicos no figura la autoestima como un logro sin el cual nadie puede aspirar a ser algo en la vida ni verse con capacidades suficientes para llevar a cabo sus propósitos y hacer realidad sus sueños.

Parece darse por supuesto que si alguien tiene acceso a la educación, a ser hospitalizado cuando está enfermo, a recibir una pensión cuando se jubila o a una compensación si se queda sin trabajo, todo ello es suficiente para que podamos sentirnos tranquilos y seguros de que nuestro plan de vida, sea el que sea, podrá llegar a realizarse.

En parte eso es cierto. La protección social que proporciona el estado del bienestar tiene como fin recortar las desigualdades y garantizar a todos, pero en especial a quienes no podrían obtenerlo por sí mismos, lo mínimo necesario e imprescindible para vivir bien.

No se trata de una protección para vivir opíparamente, sino para que las personas puedan arreglárselas sin sentirse totalmente al margen de la sociedad en la que viven.

La Razón Y La Emoción

El equilibrio inteligente entre la mente racional y la emocional: una aproximación al desarrollo de las competencias sociales del individuo.

“Tan negativa es la emoción desaforada sin el freno de la razón, como la razón
sin el impulso de la emoción”
Anónimo

No pocas personas consideran que el desarrollo de la razón y la emoción en el hombre son procesos independientes y en cierta medida antagónicos. Sin embargo, gracias a las influyentes aportaciones  de científicos, neurólogos, filósofos y psicólogos, hoy se puede evidenciar la convergencia existente entre estas dos dimensiones esenciales de la existencia humana.

Hoy en día, estudios sobre el análisis del comportamiento humano consideran en primer lugar la subjetividad, ya que al momento de la toma de decisiones el hombre no solamente tiene en cuenta los análisis racionales, sino que dependiendo del momento, la situación y la circunstancia, la carga emocional termina superponiéndose a la lógica de la razón.

Con lo anterior, se evidencia que el papel de la toma de decisiones no es un problema de poca monta, ya que por medio de ellas los hombres trazan los destinos y el sentido de sus propias vidas y, entre otras cosas, deciden la manera de invertir sus ingresos y los mandatarios que los van a gobernar.
Es decir que las acciones humanas contienen algo más que juicios, planes estratégicos, procedimientos y convicciones, ya que las mismas están cargadas de un contenido emocional de donde resulta fiable afirmar que la razón sin sentimientos es ciega.

A hora bien, se puede afirmar que el actuar del individuo está constantemente  acechado por la incertidumbre sobre en qué momentos es la razón quien domina la emoción y en qué casos es más dominante la emoción y más ineficaz la razón; incertidumbre que podríamos formular en el siguiente cuestionamiento: ¿Cómo lograr mantener el equilibrio inteligente entre la mente racional y la emocional favoreciendo el desarrollo de las competencias sociales del individuo?

Para intentar responder lo anterior, vamos a revisar algunos autores que han hablado al respecto. Rubinstein dice que la emoción aparece como el nivel de conciencia subjetiva (sentimiento- feeling), que la persona experimenta frente a un estímulo tanto interno como externo, que se puede llegar a evidenciar y manifestar desde diferentes dimensiones, por ejemplo, la dimensión fisiológica (en los cambios corporales internos), en una dimensión expresiva y motora (en la manifestaciones conductuales externas), y en una dimensión cognitiva (funcionamiento mental.

En la misma dirección, Joseph LeDoux, destacado neurobiólogo de la Universidad de Nueva York, explica que el concepto emoción abarca una respuesta corporal, compuesta de una parte vegetativa (sudoración, vasoconstricción o vasodilatación de los vasos sanguíneos de la piel, que producen respectivamente, palidez o enrojecimiento, temblor, etc.) y una respuesta motora, que da lugar a la expresión somática, gestual de las emociones (expresiones faciales, posturas, gestos de protección).

Aristóteles, por ejemplo, en la Retorica considera que las emociones son la reacción inmediata del ser vivo con situaciones que pueden ser favorables o placenteras, y otras que por el contrario pueden ser desfavorable o dolorosas, la cual basta para poner en alarma al ser vivo y disponerlo para afrontar la situación con los medios a su alcance. Aristóteles concibe que las emociones posean elementos racionales como creencias y expectativas, razón por la que es considerado el precursor de las teorías cognitivas de la emoción.   

Descartes, por su parte en las Pasiones del Alma, presenta a las emociones como afecciones, es decir, modificaciones pasivas causadas en el alma y por el movimiento de las fuerzas mecánicas que obran en el cuerpo. La función de las emociones es incitar al alma a permitir y contribuir a las acciones que sirven para conservar el cuerpo o hacerlo más perfecto. Considera que existen seis emociones simples y primitivas: el asombro,  el amor, el odio, el deseo, la alegría y la tristeza y que todas las demás están compuestas o son derivadas de estas.

Muchas de las obras existentes en la filosofía moderna insisten en la idea latente o explícita de que las verdades profundas no son únicamente intelectuales sino que son producto de una existencia multidimensional y emocional. Tal vez la más representativa de entre todas estas doctrinas sea la de Spinoza, quien a partir de un análisis sobre las pasiones humanas en La ética demostrada según el orden geométrico, presenta la íntima relación entre las emociones y las acciones políticas. 
  
Por otra parte, las doctrinas que niegan el significado de las emociones consideran que el mundo es racionalmente perfecto y que garantiza de manera absoluta la existencia y realización del individuo. Es decir, que el mundo al ser racional no contiene amenaza alguna para el hombre. Desde esta perspectiva, se evidencia cómo para los estoicos las emociones no tienen significado ni función alguna, puesto que la naturaleza ha proveído de modo perfecto a la conservación y al bien de los seres vivos, brindando a los animales el instinto y al hombre la razón. Por lo tanto, para el estoicismo, las emociones son consideradas como perturbaciones del ánimo, como opuestas a la razón.

Alberto Maturana nos invita a reflexionar con respecto a lo meramente racional, indicando que, frecuentemente, se declara que lo que distingue al ser humano de los otros animales es su naturaleza racional. Pero realmente decir que la razón caracteriza a lo humano es una anteojera, y lo es porque nos deja ciegos frente a la emoción que queda desvalorizada como algo animal o como algo que niega lo racional, es decir, que al declararnos seres racionales vivimos una cultura que desvaloriza las emociones y no vemos el entrelazamiento cotidiano entre razón y emoción que constituye nuestro vivir humano y no nos damos cuenta de que en el fondo “todo sistema racional tiene un fundamento emocional”.  


Otras importantes investigaciones, como las del psicólogo Goleman en compañía de Mintzberg y otros especialistas, plantean que el ser humano tiene dos mentes. La primera de ellas: la mente emocional (emotional mind), que actúa como un motivador, una fuerza impulsora que da vida, ya que trasmite pasión, alegría e iniciativa, describiendo y valorando el estado de bienestar en la que se encuentra cada sujeto; distinguiéndose por percibir sensaciones, relaciones, generar corazonadas, ser  poderosa, influyente, a veces ilógica y rápida descartando la reflexión deliberada y analítica que es el sello de la mente racional, siendo propensa a la creatividad y a la intuición. 

Estas aptitudes se le atribuyen al hemisferio derecho.

Insensatez


La palabra insensatez está integrada por el prefijo de negación “in” más “sensato” vocablo que procede del latín “sensatus” que indica que alguien tiene un razonamiento correcto y realista, a lo que se le añade el sufijo “ez” de cualidad.
Por ello la insensatez es aquella particularidad que poseen aquellos que realizan actos sin pensar, movidos tan solo por sus pasiones.

El insensato percibe, opina, juzga, actúa y decide irracional e imprudentemente. La falta de juicio y la necedad son sus características. Si bien es común que los niños y las personas privadas de razón o con razonamientos confusos en virtud de alguna afección como la demencia, puedan realizar actos o tener ideas o juicios insensatos; personas adultas y que deberían tener buen juicio, en ocasiones proceden o se manifiestan con insensatez, causando graves riesgos para sí mismos y para los demás especialmente si ocupan funciones sociales o políticas relevantes.

Ejemplos: “El presidente del club actuó con insensatez al golpear violentamente a un afiliado por negarse a pagar la cuota social”, “La insensatez de los gobernantes de ambos países impidió llevar a buen término las negociaciones de paz, y estalló una guerra sangrienta y sin sentido” o “La insensatez del padre puso en riesgo la vida del niño al dejarlo solo en la playa con tan solo tres años de edad”.

El periodista y escritor Horacio Castellanos Moya nacido en Tegucigalpa (Honduras) en 1957 y nacionalizado en El Salvador, donde vivió desde los cuatro años y hasta 1979, publicó en el año 2009 una novela, que fue traducida al idioma inglés, cuyo título es “Insensatez”. La obra de tinte político, trata de un periodista extranjero a quien la iglesia le encarga de estudiar el genocidio indígena, 
revisando el informe oficial, ocurrido durante la guerra civil de un país que se supone es Guatemala que padeció esta grave violación de los derechos humanos entre 1960 y 1996.


Cultura E Intelecto


“Ser culto” y “ser inteligente” se consideran estados distintos del intelecto. Uno se refiere a la “cultura” que posee una persona y el otro tiene connotaciones un tanto más científicas, como una característica casi fisiológica que puede medirse y cuantificarse.

Así, alguien es culto por los libros que ha leído y recuerda, por la calidad de su vocabulario, por las películas que ha visto e incluso por los viajes que ha realizado. Culto es aquel que se ha cultivado, como un campo, para obtener para sí los mejores frutos de la civilización. Desde una perspectiva en la que se combinan los proyectos más ambiciosos de Occidente —de los valores de la antigüedad clásica al humanismo del Renacimiento, el cristianismo y la Ilustración—, una persona culta también es compasiva, empática, solidaria, amable y quizá hasta sabia. En pocas palabras, hay toda una corriente de pensamiento que ha defendido que el ser humano se vuelve tal sólo gracias a la cultura.
La inteligencia, por otro lado, se ha pensado y estudiado sobre todo como una cualidad inherente al hombre como especie. Nuestra inteligencia es resultado de la evolución y, por lo mismo, todos los individuos la tienen. Desde un punto de vista científico, la inteligencia explica que seamos capaces de leer o ver una película, pero también sumar o restar cantidades, y que podamos manejar un automóvil o atrapar una pelota.

Curiosamente, por razones que no son del todo claras pero quizá se expliquen por el clasismo de ciertas sociedades, en ciertas circunstancias la cultura y la inteligencia pueden aparecer enfrentadas. Dado que la cultura se convirtió en un bien asociado a las clases privilegiadas —la nobleza o la burguesía, por ejemplo—, también se ha utilizado como una suerte de discriminador, una forma de distinguir entre una persona que tuvo acceso a dicha cultura —a ciertos libros, ciertas escuelas, ciertos viajes— y otra que no. Cuando la cultura se usa de esa manera, es previsible que se convierta en una categoría deleznable.

De ahí que surja entonces el “ser inteligente” como una especie de defensa: quizá no todos seamos cultos, pero indudablemente todos somos inteligentes. Para algunos no tener cultura se compensa con el hecho de, por ejemplo, poder resolver problemas con facilidad, o vivir con sencillez, sin crearse esos laberintos absurdos en los que a veces se mete la gente culta.

Sólo que ninguna categoría es mejor que otra. Desafortunadamente, es cierto que tanto la cultura como la inteligencia están relacionadas con la desigualdad inevitable del sistema de producción hegemónico. La desnutrición, por ejemplo, tiene efectos sobre el desarrollo cognitivo de un niño, y sabemos bien que hay sociedades más desnutridas que otras. Igualmente la cultura, a pesar de todos sus sueños humanistas, se ha convertido en un producto de consumo, lo cual provoca que surja y se destine a personas que puedan adquirirla.

Quizá por eso hay un punto en el que ser inteligente parezca más atractivo que ser culto. ¿Para qué cultivarse, si la cultura también sirve para humillar y diferenciar? ¿Para qué cultivarse si, con eso, también se alimenta esa maquinaria despiadada de producción-consumo-deshecho? Conflictos en donde la cultura está involucrada y, por eso mismo, no parece probable que sea un camino para solucionarlos.

¿Y la inteligencia? Quizá ahí se encuentren otras posibilidades. A pesar del dicho de Proust —“Cada día atribuyo menos valor a la inteligencia”—, quizá la inteligencia sea ese salvoconducto que nos lleve fuera de las posturas falsas y los simulacros de la cultura contemporánea.

A propósito de este asunto, hace unos días Nicholas Lezard publicó en The Guardian un artículo en que habla de la diferencia entre la inteligencia y la intelectualidad a partir de Esperando a Godot, la célebre pieza de Samuel Beckett. Como sabemos, Esperando a Godot se considera uno de los mejores usos del absurdo dentro de la literatura, una obra revolucionaria tanto estética como culturalmente, pues retrató con frialdad el extremo del nihilismo al que había llegado la civilización europea del siglo XX.

Lezard recuerda la atracción que de inmediato sintió por Esperando a Godot, un ambiente que a pesar de su parquedad —o quizá debido a esta— de inmediato lo hizo sentir bien recibido, acaso no totalmente cómodo pero sí en un territorio inesperadamente familiar. “Desde la primera página estaba hipnotizado, sorprendido”, escribe Lezard, a quien la extrañeza de los diálogos beckettianos, simples y no tan simples al mismo tiempo, lo condujo a un territorio que imprevisiblemente no era del todo desconocido.

En breve, estaba enganchado. Ahí tenía a un autor que era irreverente, escatológico y sin embargo profundo; alguien completamente desinteresado en las convenciones de la literatura y sin embargo capaz, justo por medio del lenguaje, de mantener nuestra atención a pesar de que nada esté sucediendo. Y conforme descubrí detalles de su vida, primero por la biografía semi-autorizada de Deirdre Bair, me di cuenta de que no sólo su trabajo era ejemplar, sino también su vida. Ahí estaba alguien que se había purgado a sí mismo de vanidad, tanto la suya como la del mundo; un hombre de una integridad intachable, tanto en su obra como en su vida.

Con estos antecedentes, Lezard acepta que Beckett sea considerado un autor “intelectual”; “pero sospecho que es porque muchas personas no conocen la diferencia entre ser inteligente y ser intelectual”. ¿Y cuál es esa diferencia? Dice Lezard:

Más tarde descubrí que Beckett era, de hecho, furiosamente intelectual, pero que había dejado atrás la academia, aborrecido la oscuridad de la jerga y ciertamente no era el tipo de intelectual de posición a quien las televisoras piden su opinión.


Un guiño de inteligencia por parte de Beckett, parece decirnos Lizard. El gesto de tributar la cultura a la autenticidad para aceptar así que, a lo sumo, podremos responder dos o tres preguntas en la vida, poco más o poco menos, y será suficiente, y será más auténtico que todas esas preguntas que dicen responder las personas cultas y los intelectuales.

martes, 16 de octubre de 2018

El Mundo De Los Mediocres


El mediocre siente la necesidad de ajustarse a los demás. Renuncia a su individualidad, a los más distintivo y precioso que tiene el ser humano: su unicidad en toda la historia de la humanidad. Se amputa de su tesoro más valioso. Deja de ser para ser los demás. Hay inseguridad y debilidad interior. La responsabilidad lo abruma, prefiere endosar las decisiones al grupo. Abdica de su persona y se incorpora a la manada. No tiene voz sino que es eco. Para él resulta inconcebible ir contra la corriente. Se masifica. Tiene que ser parte del coro. Es un masoquismo moral. Se entrega a la nada.

En debates abiertos se avanza o retrocede según sea la calidad y la solidez de los argumentos, pero cuando irrumpe el envidioso no hay razonamiento posible puesto que no surgen ideas sino que se destila veneno. Este fenómeno constituye una desgracia superlativa ya que se odia el éxito ajeno y cuanto más cercana la persona exitosa mayor es la fobia y el espíritu de destrucción.

La manía de la guillotina horizontal básicamente procede de la envidia.

Hoy en día la mayor parte de los discursos políticos están inflamados de odio y resentimiento a quienes han construido sus fortunas lícitamente en los mercados abiertos, mientras que esos mismos políticos generalmente se apoderan de dineros públicos y les cubren las espaldas a mafiosos amigos del poder, mal llamados empresarios, que asaltan a la comunidad con sus privilegios inauditos.

El igualitarismo de resultados no solo contradice la asignación eficiente de recursos sino que, estrictamente, es un imposible conceptual puesto que las valorizaciones son subjetivas y, por ende, no habría una redistribución que equipare a todos por igual (además, medir comparaciones intersubjetivas no es posible) y, para peor, aun desestimando lo dicho, en cualquier caso debe instaurarse un sistema de fuerza permanente para redistribuir cada vez que la gente se salga de la marca igualitaria.

En segundo lugar, el mediocre se burla de la teoría. Constituye una aseveración groseramente vulgar sostener que lo importante es el hombre práctico y que la teoría es algo etéreo, más o menos inútil, reservado para quienes sueñan con irrealidades.

Esta concepción revela una estrechez mental digna de mejor causa. Todo lo que hoy disponemos y usamos es fruto de una teoría previa ya sea en cuanto a medicinas, alimentos, tecnologías o lo que fuera. Los llamados prácticos no son más que aquellos que se suben a la cresta de la ola ya formada por quienes previa y trabajosamente la concibieron. En todos los órdenes de la vida.

Esta afirmación en absoluto debe tomarse peyorativamente puesto que todos usufructuamos de la creación de los teóricos. La inmensa mayoría de las cosas que usamos las debemos al ingenio de otros, incluso prácticamente nada de lo que usufructuamos lo entendemos ni lo podemos explicar.

Desde luego que hay teorías efectivas y teorías equivocadas. Las teorías deficientes no dan resultado, las buenas logran el objetivo. En última instancia, como se ha dicho "nada hay más práctico que una buena teoría". 

En resumen, el mediocre contribuye grandemente al retraso y al anacronismo.

Recoger Lo Que Sembramos

Los últimos descubrimientos científicos corroboran que la vida no es un accidente regido por el azar, la suerte ni las coincidencias. Por más que nos cueste de ver, cada uno de nosotros recoge lo que siembra. Ni más ni menos.

Formamos parte de una sociedad materialista, completamente desencantada del mundo en el que vivimos. Por eso en general solemos creer que nuestra vida es un accidente regido por la suerte y las coincidencias. Es decir, que no importan nuestras decisiones y nuestra acciones, pues en última instancia las cosas pasan por «casualidad». Esta visión de la existencia nos convierte en meras marionetas en manos del azar.

En paralelo, muchos individuos nos hemos vuelto «nihilistas». No es que no creamos en nada. Simplemente «negamos cualquier significado o finalidad trascendente de la existencia humana». 

De ahí que orientemos nuestra vida a saciar nuestro propio interés, tratando de escapar del dolor y el malestar que nos causa llevar una existencia vacía y sinsentido. Y lo hacemos por medio del placer y la satisfacción que proporcionan a corto plazo el consumo y el entretenimiento.

Pero, ¿realmente la vida es un accidente que se rige de forma aleatoria? ¿Estamos aquí para trabajar, consumir y divertirnos? ¿Acaso no hay una finalidad más trascendente? Lo irónico es que la existencia de estas creencias limitadoras pone de manifiesto que todo lo que existe tiene un propósito, por más que muchas veces no sepamos descifrarlo. No en vano, creer que no tenemos ningún tipo de control sobre nuestra vida refuerza nuestro victimismo. Y pensar que la existencia carece por completo de sentido justifica nuestra tendencia a huir constantemente de nosotros mismos por medio de la evasión y la narcotización.

Es decir, que incluso estas creencias tienen su propia razón de ser. No están ahí por casualidad, sino que cumplen la función de evitar que nos enfrentemos a nuestros dos mayores temores: el «miedo a la libertad» y el «miedo al vacío». Mientras sigamos creyendo que nuestra propia vida no depende de nosotros, podremos seguir eludiendo cualquier tipo de responsabilidad. 

Y mientras sigamos pensando que todo esto no es más que un accidente, podremos seguir marginando cualquier posibilidad de encontrar la respuesta a la pregunta ¿para qué vivimos?


Los Límites De La Mente


Cuando alguien sostiene que la ciencia tiene sus limitaciones, que su epistemología no es perfecta, abogando por un relativismo cognitivo, por el “nada se sabe seguro”, todo es opinión”, olvida que las limitaciones no son tanto de la ciencia en sí como de nuestros cerebros.

La mente es un órgano biológico más que una ventana a la realidad. Así pues, es lógico que no seamos capaces de comprender bien todos los descubrimientos de la ciencia, tanto reales como potenciales. Por ejemplo, decía Richard Feynman que quien afirme entender la física cuántica… en realidad es que no la entiende en absoluto.

Sencillamente, nuestra arquitectura mental no está diseñada para entender algo así, nuestras intuiciones sobre el espacio, el tiempo y la materia colisionan con la realidad, y debemos recurrir a herramientas extra-mentales para, al menos, operar con la realidad: por ejemplo, las matemáticas.
Por esa razón, la gente sigue preguntando cosas que resultan incoherentes en la realidad física. Preguntas como ¿qué había antes del Big Bang?. O ¿qué hay más allá de los límites del universo? ¿Cómo se las arregla una partícula para pasar a través de dos rendijas a la vez?

Murray Gell-Mann describió la mecánica cuántica como “esa disciplina misteriosa y confusa que nadie de nosotros entiende de verdad pero que sabemos cómo usar”. Esta definición, procedente de un Premio Nobel de Física por sus descubrimientos sobre partículas elementales como Gell-Mann, habría de dejarnos más tranquilos cuando continuamente nos llegan noticias de cómo el Gran Colisionador de Hadrones está literalmente destejiendo la realidad.

Si no entendemos qué ocurre, es normal, tenemos cerebros que no están diseñados para entenderlo.
Por eso no puede dejar de asombrarme que existan personas que consideren que la verdad no existe o que todo es relativo, u que es opinión subjetiva, tú tu verdad y yo la mía. 

Me asombra porque ni siquiera están diseñados para entender las verdades de la ciencia, ¿cómo van a entender si existen o no aspectos ajenos a esas verdades? (Y si las hay, tengan por seguro que no nos incumben, se alejan tanto de nuestra realidad como especie que preocuparse por ellas es estéril, e invocarlas resulta ser una clara maniobra de distracción, como quien invoca al Espaghetti Volador para explicar los misterios que aún no han sido descubiertos.


Equilibrio Emoción Razón


Ciertamente, los sentimientos tienen más fuerza de la que podemos imaginar y determinan la mayor parte de nuestra conducta. Elegimos a la pareja de la que nos enamoramos, aunque no nos convenga.

Nos empecinamos en nuestras opiniones y apuestas incluso cuando sabemos que no están justificadas. Criticamos el juego deportivo, el proyecto o la idea del rival, aunque sean estupendos. Votamos a quien nos cae bien, aunque no sea el mejor candidato en lid. Podemos ser incapaces de salvar la vida de una persona enferma negando la cesión del órgano del ser querido que acaba de fallecer, aunque sabemos que ese órgano en pocos días no será otra cosa que polvo inútil. Podemos llegar a sufrir, a odiar o a amar con intensidad inimaginable.

Las emociones influyen en nuestras reacciones espontáneas, en nuestro modo de pensar, en nuestros recuerdos, en las decisiones que tomamos, en cómo planificamos el futuro, en nuestra comunicación con los demás y en nuestro modo de comportarnos. Son críticas para establecer el sistema de valores, las convicciones y los prejuicios que guían nuestra conducta y determinan también nuestro comportamiento ético. Resulta, en fin, imposible separar el bienestar del estado emocional de las personas.

Es por ello, que el mal llamado "equilibrio emocional" no consiste tanto en victorias o imposiciones racionales, ni en la represión o el control de las propias emociones, como en el encaje o acoplamiento entre nuestras emociones y nuestro razonamiento, o sea, en un equilibrio entre diferentes procesos mentales. Cuando ese equilibrio no existe porque dominan los sentimientos, el pensamiento racional puede convertirse en una voz de la conciencia que no nos deja vivir. Sería el caso del enamorado infiel o el de quien triunfa plagiando o engañando. 

Ese pudo ser también, tal como sugería un editorial del diario El País, el motivo principal por el que el Nobel de literatura alemán Günter Gras decidió hace algún tiempo dar a conocer su antigua pertenencia a las juventudes de las SS nazis. Por el contrario, cuando domina la razón, los sentimientos pueden hacer lo propio, castigándonos del mismo o peor modo. Es el caso de quien elige la carrera profesional o la pareja sexual que lógica o supuestamente le conviene en lugar de la que verdaderamente le motiva.

Ocurre que en tales circunstancias no nos sentimos bien hasta que, dándole vueltas al asunto que nos ocupa, logramos convencernos a nosotros mismos de que nuestro sentimiento es aceptable porque tiene una base racional. O hasta que, razonando, generamos una nueva emoción ajustada a nuestra lógica que suplanta al sentimiento perturbador e indeseable. De ese modo, quien sienta remordimiento por haber sido infiel se consolará pensando que su pareja también pudo serlo en el pasado o que no le quiere lo suficiente, y quien no gane una elección política podrá recuperarse de su disgusto cuando descubra que no es el único perdedor o perciba las ventajas de volver a su habitual y quizá menos problemática profesión. 

En ambos casos, el resultado viene a ser que el estado emocional negativo, a veces insoportable, producto del desequilibrio, pierde fuerza. Pero para que el equilibrio logrado se traduzca en bienestar es necesario además que los sentimientos finalmente alcanzados sean positivos, pues los negativos, como la frustración, la envidia o el odio, aunque sean justificados, pueden ser inevitables, pero rara vez reconfortantes para quien los experimenta.


La razón, como decimos, sirve sobre todo para generar nuevas emociones que puedan suplantar los sentimientos que ya tenemos o también, ciertamente, para potenciarlos al evocar viejas memorias relacionadas o suscitar argumentos añadidos en una espiral creciente de autoafirmación emocional. 

Emoción y razón son procesos mucho más inseparables de lo que solemos creer. No podemos convertirnos en seres que anulan o aparcan sus sentimientos. Sólo la inmadurez cerebral o la enfermedad pueden originar seres o comportamientos puramente emotivos o puramente racionales y sólo el equilibrio emoción-razón garantiza el bienestar de las personas.

Ser Proactivos


Cuando somos proactivos asumimos los riesgos y consecuencias de nuestras acciones, es decir, aprendemos la importancia de tomar nuestras propias decisiones. La iniciativa es una de las virtudes más valiosas del ser humano que se hace presente al momento de resolver algún problema.
Cuando la Proactividad E Iniciativa van de la mano, somos capaces de experimentar un crecimiento personal absoluto y de manera espontánea. No habrá problema o dificultad que no podamos superar hasta de manera intuitiva.  Nos mostramos dispuestos y sin temor a equivocarnos pero con la certeza de asumir las consecuencias. Sin la  estas dos cualidades no podríamos ser los verdaderos dueños de nuestros propios estímulos como reacción ante determinadas circunstancias.

Cuando tenemos un buen autoestima somos capaces de sentir autoconfianza y permanecer serenos y muy ecuánimes ante las situaciones que se nos puedan presentar. Si por el contrario, no somos capaces de confiar en nosotros mismos, lo veremos reflejado en muchas de nuestras acciones.

Es muy importante que creas en ti mismo, en lo que eres capaz de hacer. Aunque la autoconfianza es algo que puede ser visto como difícil de dominar y se suele confundir con La autoestima, si conoces tus debilidades y virtudes podrás fortalecerla. Es aprender a quererte tal cual como eres, aceptarte y respetarte.

Al tener Autoconfianza podremos aprender de nosotros mismos y de seguro te sentirás más a gusto con lo que eres, lo que haces y lo que aspiras hacer.  Se trata de un aspecto esencial cuando tenemos Proactividad E Iniciativa como valores de vida.

Cuando sabes que eres capaz de superar cualquier dificultar y emprender ideas o proyectos que te ayuden a tu crecimiento personal y profesional, la Proactividad E Iniciativa son parte de esos valores en los que necesitamos creer y de los cuales estamos convencidos que son capaces de hacernos mejores cada día, en cada acción o comportamiento que tengamos.

Es importante entender que cuando somos proactivos o tenemos iniciativas es probable que podamos gozar de cierto liderazgo, pero un líder no puede ceñirse sólo a la toma de decisiones, no sólo puede estar a la espera de algún hecho o evento para asumir alguna postura.

Cuando somos líderes debemos ir más allá, abrirnos paso y tener la capacidad de apreciar y valorar las propuestas que puedan surgir en el entorno, con la finalidad de sumar esfuerzos en busca de soluciones efectivas. Si esas propuestas logran convertirse en realidad, de seguro serán una herramienta valiosa para el futuro.

La Proactividad E Iniciativa en ocasiones nos facilita esa búsqueda para el diseño, planificación y control  de sucesos deseados. Siempre damos un paso al frente y para ello debemos nutrirnos constantemente de la información necesaria, crearnos expectativas y sumar experiencias para marcar la diferencia.

Aunque ya sabemos que la Proactividad no es un premio que obtenemos de una caja de cereales, para tener siempre ideas innovadoras, debemos manejar conocimientos, valores y tener autoconfianza, para facilitar las condiciones ante el surgimiento de temores por miedo al fracaso.

Para la Proactividad E Iniciativa no hay mayor enemigo que el fracaso. En una cultura organizacional, no todo lo que resulta un buen trabajo, necesariamente es exitoso. El mayor reto estará siempre en darle la importancia a ese resultado final y en base a ello, anticiparse a la incertidumbre, enfrentarse a nuevos y posibles acontecimientos.

No se trata de que confundamos ser proactivos con otros aspectos que son desestabilizadores como la inconsciencia. Cuando tienes la intención de propiciar una nueva realidad, más favorable, es conveniente evaluar las circunstancias y condiciones que la rodean. Por ejemplo, si en tu espacio laboral cuentas con un equipo de trabajo que ejerce sus funciones bajo esa metodología, es probable que los resultados siempre sean innovadores y quienes son participe de ello, reciban un espaldarazo en conjunto.

Dos de los aspectos más notables cuando contamos con la Proactividad E Iniciativa como parte de nuestras vidas, son la Innovación y Creatividad.  La Innovación es considerada como el hecho de crear, de llevar lo imaginario o ficticio a la realidad, pero con un alto grado de conciencia y equilibrio.

Cuando nos referimos a la Creatividad se cree que puede ser referente a un pensamiento original o a la imaginación constructiva. A través de ella logramos impulsar o fusionar nuevas ideas o conceptos para una solución distinta a lo común.  Se puede decir que gracias a la creatividad a veces podemos aportar soluciones originales.

Si logramos ser innovadores y creativos podremos llevar esos cambios novedosos a nuestras vidas. En el campo laboral, seremos más competitivos y productivos.

No olvides que tu mente en equilibrio, te dará esa Proactividad E Iniciativa para seguir superando barreras y, aunque es probable que de vez en cuando toque probar las mieles del fracaso, tu éxito esté en seguir y dejar atrás cualquier frustración que te genere no haber llegado a la meta.

Si eres una persona proactiva, seguro pueden estar ocurriendo muchas cosas a tu alrededor, pero tienes la capacidad de decidir cómo y cuándo reaccionar. 

No te dejes vencer por la frustración, intenta centrar tus esfuerzos en aquellos aspectos en los que realmente sabes que puedes lograr cambios significativos. Siempre gozas de energía positiva y eso te ayuda a ampliar tu círculo de influencia.

lunes, 15 de octubre de 2018

Escuchar Antes De Opinar


Escuchar sin juzgar, ¡qué difícil!
Cada vez que escuchamos a alguien tendemos a chequear desde el primer segundo si las ideas que nos expresa están o no de acuerdo con nuestra forma de ver el mundo. En este momento, es cuando empiezan los problemas, porque estamos imposibilitando que nuestras neuronas espejo se centren en comprender al otro.

Al juzgar nos ocupamos de pensar en algo, en lugar de escuchar y empatizar con la otra persona.
Aunque es normal que un diálogo interno esté dentro de ti, de mí y de todos, en la escucha tenemos que saber parar este parloteo de nuestra mente y tenemos que estar allí para el otro. La forma de evitar juzgar a alguien ser consciente de este diálogo interno y ser capaz de aparcarlo a un lado para otro momento, por eso el mindfulness o atención plena está tan de moda en contextos empresariales, porque nos permite ventajas como esta, estar en el aquí y el ahora, contigo.

Los buenos negociadores son buenos porque consiguen que, al final y después de todo, una parte y la otra se hayan expresado, se hayan sentido algo entendidas y hayan podido obtener algo a cambio de la negociación que no habrían obtenido de otra forma.

Los mejores líderes de un equipo consiguen que en su equipo exista expresión suficiente, comprensión suficiente, ideas suficientes, y después de todo ello, un objetivo común que todos de alguna forma queremos alcanzar. También hay otros líderes, aquellos que no escuchan, que juzgan antes de que hayas terminado la primera frase, que callan voces, y que con el tiempo consiguen que existan grandes disfunciones dentro del equipo, la primera de ellas la ausencia de confianza: si no eres capaz de escucharme, tampoco no me puedo fiar de ti.

Sueño con un mundo en el que exista este tipo de comprensión profunda hacia las necesidades del otro. En el cual sea más fácil construir juntos porque ambos tenemos la necesidad de convivir y de crear. Imagino que muchos de nuestros conflictos actuales se acabarían diluyendo, porque no sería necesario el rencor, ni el odio, ya que habría aparecido un nuevo componente entre nosotros: el perdón.

Dice Mandela “el perdón libera el alma, por eso es un arma tan poderosa”.
Hace pocos meses que Mandela ya no está entre nosotros, muchas personas recuerdan que fue un gran conciliador. Pero pocos saben que creó para los verdugos que habían cometido crímenes en la época del Apartheid el Comité para la Amnistía en el cual se ofrecía amnistía a aquellas personas que confesaban sus crímenes. Puedes imaginar que se vivió mucho dolor entre familias de víctimas escuchando la confesión de sus verdugos, pero también hubo mucha reconciliación.

Es algo de lo que no se habla demasiado alto, no lo habrás escuchado en TV muchas veces, a muchos puede que no les convenga que algo así sea público, quizá no interesa tanto lo de reconciliarse. También para las víctimas se creó el Comité para las Violaciones de los Derechos Humanos. Me pregunto cómo sería ahora el mundo si consiguiéramos reconciliar a todas aquellas partes que están en conflicto.

Pero claro, para reconciliar hace falta escuchar… y eso…cachis… eso nos cuesta un poco más.