viernes, 19 de octubre de 2018

Bienestar Social


Se entiende por bienestar al conjunto de factores que una persona necesita para gozar de buena calidad de vida. Estos factores llevan al sujeto a gozar de una existencia tranquila y en un estado de satisfacción.

El bienestar social, por lo tanto, incluye aquellas cosas que inciden de manera positiva en la calidad de vida: un empleo digno, recursos económicos para satisfacer las necesidades, vivienda, acceso a la educación y a la salud, tiempo para el ocio, etc. Pese a que la noción de bienestar es subjetiva (aquello que es bueno para una persona puede no serlo para otra), el bienestar social está asociado a factores económicos objetivos.

Por ejemplo: en un país donde una familia tipo (cuatro integrantes) necesita 200 dólares mensuales para satisfacer sus necesidades básicas, todas las familias que suman ingresos menores a esa cifra no pueden gozar de bienestar social. Es probable, por lo tanto, que los integrantes de una familia que gana 100 dólares al mes sufran de problemas alimenticios y tengan un menor expectativa de vida.

Sin embargo, detrás de estas cifras estipuladas como las mínimas para alcanzar un nivel de vida sano, existe una serie de preconceptos que obligan a la gente a pensar que no se puede subsistir si no se cumplen ciertos requisitos; por ejemplo, se dice que no es posible crecer y desarrollarse correctamente sin consumir productos lácteos, generalmente provenientes de las vacas, dado que son una fuente de calcio irreemplazable; esto no es cierto en absoluto.

Por lo tanto, esa cifra esconde una lista de objetivos que deben ser alcanzados para vivir bien y, como en toda generalización, no se toman en cuenta las necesidades individuales o especiales, sino que se engloba a todo ser humano que habite en una determinada región y se los considera un ente único. La pregunta que surge, entonces, es: ¿puede una familia de cuatro personas vivir bien con menos dinero del considerado mínimo por el gobierno de su país? Es probable, aunque eso también depende de la cantidad de la que se esté hablando y de la situación económica del lugar en cuestión.

Así como en el bienestar personal, la sociedad debería ahondar en sus necesidades, considerar sus posibilidades y cuestionar la validez del sistema; a través de esta búsqueda, es probable que una situación de crisis generalizada que no provoca otra cosa que malestar y angustia en gran parte de la población se convierta en el punto de partida de un cambio de mentalidad, para dejar atrás los estándares asfixiantes en pos de una flexibilidad que permita vivir bien haciendo uso de los medios actuales.

El Estado debe encargarse de promover el bienestar social entre todos sus ciudadanos. Para esto es menester que se tomen medidas políticas que corrijan las inequidades propias del mercado capitalista. La redistribución de la renta y el desarrollo de servicios sociales libres y gratuitos para todas las personas son condiciones necesarias para alcanzar el bienestar social.

La posibilidad de extender el bienestar social a todas las capas sociales implica la existencia de riqueza (para solventar los gastos estatales); por lo tanto, cada gobierno también debe encargarse de asegurar la generación de riquezas.

Pero no debe entenderse el concepto de gobierno como un grupo de personas sin conexión con el pueblo y con la obligación de solucionar todos los problemas de un país; es a través de la implicación de los individuos en las campañas que buscan mejorar la calidad de vida de los ciudadanos que se obtienen los cambios más significativos. 

Si cada persona con problemas económicos se detuviera a pensar en su propia situación y buscara posibles soluciones, dejando a un lado la estructura preestablecida, es probable que más del 50% descubriera que sus problemas no son reales.


Donde Quepamos Todos


Del hecho histórico de la diversidad, emana el valor del respeto a la alteridad, y la negación de la violencia hacia el otro, no su exclusión del plexo socio-natural de la vida, esto es, del bien común originario que enlaza a todos los seres humanos.

En la propuesta de “tratar igualitariamente a los desiguales y de modo diverso a los diversos” (Bobbio, 2001: 148) como vía para evitar la discriminación y la persecución, además de mostrar el lazo que une a los seres humanos, se advierte lo que es excluido en las sociedades inclusivas: tratar igual lo diverso, o diverso lo igual.

Expresado en términos de la norma zapatista, esto significa que, una sociedad en la que quepan todos los seres humanos es, precisa e ineludiblemente, la misma sociedad en la que no todo quepa: una sociedad limitada. Para empezar, no puede caber, precisamente, aquello que impida que todos quepan (relaciones de discriminación, exclusión y dominio, por ejemplo). Este límite constituyente del plexo valorativo, será por lo tanto, el conjunto de condiciones que tornan posible la sociedad en la que todos quepan, es decir, en la que inicialmente ninguno sea exterminado, luego acogido y finalmente incorporado: el fundamento de las sociedades inclusivas que establece el límite de lo excluido.

Obsérvese que el criterio reside en que todos y todas quepan, no en que quepa de todo. No se establece, evidentemente, que todas las instituciones tienen cabida sino todo lo contrario. Si el criterio es que “quepan todos”, consecuentemente, ahí mismo está establecido que no todas las instituciones tendrán cabida como legítimas. A partir de este mismo criterio, la licitud de cada institución será juzgada a partir de su capacidad para producir humanidad. Sólo tendrán cabida las instituciones que incluyen a los otros como seres humanos de manera tal que todos sean sujetos.

 La pretensión zapatista es por dar cabida, por incluir a “todos” los seres humanos. Esto significa una sociedad cuyas relaciones sociales -cualesquiera que sean- sólo tiene establecido como requisito que debe cimentarse sobre relaciones que den cabida a todos los seres humanos, esto es, universalmente.

Del hecho histórico de la diversidad, emana el valor del respeto a la alteridad, y la negación de la violencia hacia el otro, no su exclusión del plexo socio-natural de la vida, esto es, del bien común originario que enlaza a todos los seres humanos.

En la propuesta de “tratar igualitariamente a los desiguales y de modo diverso a los diversos” (Bobbio, 2001: 148) como vía para evitar la discriminación y la persecución, además de mostrar el lazo que une a los seres humanos, se advierte lo que es excluido en las sociedades inclusivas: tratar igual lo diverso, o diverso lo igual.

Expresado en términos de la norma zapatista, esto significa que, una sociedad en la que quepan todos los seres humanos es, precisa e ineludiblemente, la misma sociedad en la que no todo quepa: una sociedad limitada. Para empezar, no puede caber, precisamente, aquello que impida que todos quepan (relaciones de discriminación, exclusión y dominio, por ejemplo). Este límite constituyente del plexo valorativo, será por lo tanto, el conjunto de condiciones que tornan posible la sociedad en la que todos quepan, es decir, en la que inicialmente ninguno sea exterminado, luego acogido y finalmente incorporado: el fundamento de las sociedades inclusivas que establece el límite de lo excluido.

Obsérvese que el criterio reside en que todos y todas quepan, no en que quepa de todo. No se establece, evidentemente, que todas las instituciones tienen cabida sino todo lo contrario. Si el criterio es que “quepan todos”, consecuentemente, ahí mismo está establecido que no todas las instituciones tendrán cabida como legítimas. A partir de este mismo criterio, la licitud de cada institución será juzgada a partir de su capacidad para producir humanidad. Sólo tendrán cabida las instituciones que incluyen a los otros como seres humanos de manera tal que todos sean sujetos. La pretensión zapatista es por dar cabida, por incluir a “todos” los seres humanos. 

Esto significa una sociedad cuyas relaciones sociales -cualesquiera que sean- sólo tiene establecido como requisito que debe cimentarse sobre relaciones que den cabida a todos los seres humanos, esto es, universalmente.


Hilos De Colores


Madrid.- 'Hilos de colores' es un cuento ilustrado en el que una abuela regala a su nieta un libro con sus recuerdos antes de que se le olviden.

La memoria se teje día a día con los hilos de los recuerdos buenos y malos hasta conformar el largo vestido de la vida... pero como los hilos, arrastrados por el viento o que se deshilachan cuando menos lo esperas, la memoria, los recuerdos, también se pueden ir perdiendo. Y la vida no acaba ahí. Mucho menos si la gente de tu alrededor te apoya.

Este es el mensaje que se desprende las páginas ilustradas de 'Hilos de colores' (Legua Editorial), un cuento poético que narra la historia de una abuela que va tejiendo un largo vestido con los hilos de sus recuerdos, vestido al que un buen día le empiezan a aparecer unos agujeros que responden al nombre de Alzheimer. Antes de que esos vacíos terminen por destrozar su prenda de recuerdos, regala un libro con su historia a su nieta.

La historia viene acompañada de ilustraciones coloridas y metáforas que, a primera vista, podrían aparentar que el libro está dirigido únicamente para un público juvenil, pero pronto se ve que esto es un error. "Aunque éste es el público objetivo, la idea del libro es para un público más amplio, ya que es un homenaje a todos aquellos que cuidan de personas con Alzheimer, así como para los propios enfermos", relata la autora e ilustradora Elena Ferrándiz a ELMUNDO.es.

Sin embargo, que la nieta sea una niña pizpireta puede ser reflejo para muchos niños que se encuentran ante familiares con Alzheimer. "Vivimos en una sociedad superficial donde la enfermedad y la vejez se tratan como si no existiesen", afirma la autora. "Y cuando eres un niño esta situación se complica, porque el Alzheimer sigue siendo todavía una enfermedad desconocida para la sociedad en general, muy difícil de explicar, y más difícil de entender y afrontar cuando más joven eres, por eso este libro puede ser una buena base para dar a conocer esta situación", comenta.

Tanto, que al sugerir la idea de este proyecto que le ha llevado a la autora más de tres años, la Fundación Alzheimer España se ilusionó con el proyecto y, ahora, parte del beneficio de este libro va a esta fundación. "Yo no tengo ningún familiar que esté pasando por esta situación, pero me afecta como a cualquier persona sensible ante lo que puede significar ir perdiendo tus recuerdos, tu vida", comenta Ferrándiz.


Pero ante todo, 'Hilos de colores' no es ningún libro triste o melancólico. "Este libro incide en el mensaje positivo. El Alzheimer es una enfermedad durísima para quien la padece y sus familiares y cuidadores, pero aquí se subraya la parte positiva de los sentimientos. La memoria puede ser tan frágil como un hilo que se deshilacha, pero son los sentimientos los que perduran y no se olvidan

De ahí este homenaje en forma de libro que pretende dignificar la figura de los que cuidan a pacientes con Alzheimer y les hace una vida mucho más completa", señala Ferrándiz.

Talabarteros


El talabartero fue uno de los artesanos más importantes del mundo antiguo, encargado de fabricar y reparar, junto con el guasquero, todos los aperos de monta, fabricados en cuero. El cuero es la piel de distintos animales, criados o salvajes, que mediante diversos procesos químicos que mejoran su conservación se convierte en un material flexible y resistente.

para su labor, pero a medida que la demanda se hizo mayor la curtiembre se convirtió en una especialidad diferente, y finalmente en una gran industria. Al día de hoy grandes instalaciones se dedican al curtido de cueros, particularmente de bovinos, una industria que maneja productos sumamente tóxicos y muy dañinos para el medio ambiente. 

Las curtiembres, hasta hace pocas décadas, eran conocidas por destrozar el terreno que las rodeaba y por los altos riesgos que corrían sus operarios. Ahora la industria de la curtiembre ha avanzado mucho en el tratamiento de sus residuos y en la seguridad de sus empleados, aunque sigue siendo un trabajo de alto riesgo.

Lejos de todo esto, el talabartero sigue cumpliendo su oficio, aunque en menor medida que antes. Un talabartero de ciudad es más bien un artesano que crea maravillas con cueros finos, desde monturas para caballos hasta rebenques, botas y artículos decorativos para quienes practiquen equitación o jueguen polo.


En los pueblos sobreviven los talabarteros más tradicionales, que reparan más que fabrican. 

Allí donde el caballo aún es un medio de transporte y una herramienta de trabajo, los aperos siguen siendo posesiones preciadas y expuestas a duros trabajos, lo que hace necesaria su frecuente reparación. Un talabartero, en su taller y con sus herramientas tradicionales, se ocupa de renovar y reparar estos elementos con sus manos, las que tras años en el oficio están tan curtidas como los cueros que trabaja con amor.

Seres Híbridos

A partir del análisis genético, se ha postulado que en la genealogía humana, además de haberse producido una introgresión en varias ocasiones (ejemplo de ello, el cromosoma Y actual más antiguo (cromosoma-Y A00), el cual se remontaría hasta los Homo sapiens arcaicos (hace unos 340 000 años aprox.) también se habría producido hibridación con otras especies homínidas más antiguas, tales como el Homo neanderthalensis (de un 1% a un 4% de genes neandertales por persona,
principalmente en Europa),y con el Homínido de Denisova (la población local que vive actualmente en Papúa Nueva Guinea, en el Sudeste Asiático, le debe al menos el 3% de su genoma por persona a los Homínidos de Denisova). Incluso al analizar el porcentaje total de ADN del Homo neanderthalensis dentro de la población humana actual no africana (no dentro de un solo individuo actual), este porcentaje aumenta significativamente a un 20%.

En el caso del genoma neandertal heredado en el ser humano actual, este estaría relacionado con genes de adaptaciones ambientales (como los de la piel), pero también implicado en enfermedades como la diabetes tipo 2, la enfermedad de Crohn, el lupus y la cirrosis biliar.

Híbridos ficticios en la mitología
En el folclore y la cultura popular de algunos países se muestran algunas criaturas con partes de varios animales y bestias mitológicas, descritos como perfectos híbridos y/o quimeras (por ejemplo, el hipogrifo es el híbrido de un grifo y un caballo, y el Minotauro es el híbrido entre Pasífae y el Toro de Creta). Todos estos están formados por dos o más animales, bestias míticas, e incluso, humanos. Algunos no tienen referencia de haber nacido de 2 seres o más, por ejemplo las Arpías y las sirenas, en tal caso no serían "híbridos", ya que no serían un cruce entre los animales que los componen, sino simplemente una mezcla.
Ejemplos de híbridos ficticios
Estatua de una Esfinge
Gatonejo o Cabbit: Gato y conejo. Forma simpática e ingenua en que se denomina al gato Manx, gato doméstico originario de la isla de Man, que carece de cola y cuyas patas se desarrollan mucho más para poder guardar el equilibrio.
Centauro: Kentauros y yeguas magnesias.
Esfinge: Ortro y Quimera.
Hipogrifo: Caballo y Grifo.
Minotauro: hijo de Pasífae y el Toro de Creta.
Tomacco: Tomate y tabaco, (existe pero es un injerto entre dichas plantas, no un híbrido).


No Te Dejes LLevar


No es necesario irse muy lejos. Incluso los medios que más presumen de libertad de prensa cuentan con condicionantes económicos, cierta dependencia de sus sponsors que, en un momento determinado podría (este condicional actúa como presunción de inocencia mientras no se demuestre lo contrario) ponerles en la disyuntiva de elegir entre dar la noticia como es o darla como el anunciante quiere.

Si hablamos de libertad de acción o de expresión, la verdad es que no tenemos que pasar un fin de semana en casa de nuestros padres (o de los suegros) para saborear en nuestras carnes la sensación de privación de libertad, tanto para hacer como para decir. Sin embargo, pensar es otra cosa, porque independientemente de que podamos hacer o decir, nadie puede impedirnos pensar lo que queramos. O, al menos, eso es lo que creemos. La verdad es muy distinta.

El funcionamiento de nuestro cerebro ya es, de por sí, engañoso. El estudio de las ilusiones ópticas y de percepción son sólo un ejemplo de esto. Tampoco podemos fiarnos mucho de nuestras primeras impresiones, ni de otros mecanismos psicológicos que tienen sentido en determinadas circunstancias pero que no han sido actualizadas evolutivamente desde hace mucho tiempo. 

Nuestro sistema de creencias (religiosas, políticas, artísticas, sociales o personales) se basa en miles de factores, algunos de los cuales son, simplemente perceptivos, a pesar de que sabemos que no podemos otorgarles mucha credibilidad. Otros están sometidos a prejuicios o a las valoraciones de otros, y delegamos nuestras decisiones ante ciertos eventos en el poder del número (“es que hay mucha gente que lo cree”). A pesar de todo esto, seguimos creyendo que somos los únicos responsables de nuestro pensamiento. Pero no, no lo somos.

La mala noticia es que, a pesar de que todo el mundo desea siempre mejorar, nadie quiere cambiar, porque cambiar supone un esfuerzo (ya sea físico o mental) que a la hora de la verdad pocos quieren realizar. Que nos digan lo que tenemos que pensar es mucho más cómodo que reflexionar e investigar sobre cada cuestión antes de posicionarnos sobre ella, y si nos lo envuelven en la creencia de que la idea ha sido nuestra, la posibilidad de que eche profundas y gruesas raíces en nuestra psique es extremadamente alta. 

La buena noticia es que, a pesar de todos los condicionantes, lo cómodo que es que te lo den todo hecho (incluso las ideas) y de los mensajes mediáticos que buscan decantar nuestra opinión, la última palabra está únicamente en nuestras manos.


Entusiasmo Creativo


El entusiasmo como actitud es a la vida  como el alimento al cuerpo, y su consecuencia  inmediata es el dinamismo que es el responsable de la actividad constante y sostenida.
El entusiasmo se define como el cúmulo de pensamientos y emociones positivas que generan un estado espiritual, mental, emocional y físico dispuesto para buscar y recibir las mejores cosas que la vida nos ofrece. Y así se produce en cada persona el dinamismo responsable del logro y obtención de toda conquista legal, moral y ética.

Infortunadamente la sociedad en general se ha acostumbrado a vivir en la ansiedad, el miedo, la prevención, la depresión y la melancolía como el pan corriente de cada día. Por lo que el entusiasmo es considerado por el adulto normal como una ingenuidad o utopía y por lo tanto los seres humanos comunes experimentan muy poco dinamismo o sólo el necesario para sobrevivir en una sociedad enferma y turbulenta.

A esto se une de forma dramática el papel de los medios de comunicación, en especial el de los noticieros y novelas que bombardean constantemente a las personas con realidades aumentadas y deformadas de la vida y acontecimientos de otras personas provocando o generando en las personas una programación mental de escasez, ansiedad y prevención.

No estamos diciendo que hay que vivir en un mundo ideal e ignorar los hechos lamentables que suceden cada día. Sin embargo hay que diferenciar claramente el poder de elección que tiene cada persona para hacerse la vida más difícil y hacérsela a otros. Razón por la cual los desastres y las desgracias en situaciones donde no intervengan eventos de la naturaleza no deben ser vistos como algo personal y constante, sino como eventos que muestran los resultados de malas elecciones ajenas no de las propias en el pasado, presente y futuro.

Esto puede ser fácil de decir en la teoría pero en la práctica es un tema muy delicado y espinoso, pues por la información negativa que muchas personas reciben a diario, y muchas de ellas lo hacen convencidas de que pueden sustraerse a sus efectos se producen serios trastornos inconscientes donde no sólo la persona sometida a esa dieta mental y emocional constante de hechos y sucesos trágicos sufre mental y emocionalmente con los problemas de otros sino que desarrolla en ella una actitud de tolerancia a los problemas que invaden a la sociedad y como consecuencia trata de vivirlos y reproducirlos en su realidad personal.

Considerar que estamos en este mundo para sufrir constantemente y sufrir las malas elecciones y acciones ajenas es una patología mental crítica que acorta la vida, las posibilidades y el derecho que tiene todo ser humano para llevar una vida digna.

El entusiasmo y su consecuencia el dinamismo son un derecho fundamental para vivir una vida de calidad no una vida de caridad como a la que muchos se acostumbran. Y si bien es cierto que todos los días podemos enfrentar retos y situaciones que pueden poner a prueba nuestra actitud y condiciones internas para resolverlos, siempre se hará esto mejor desde una actitud influida por el entusiasmo y el dinamismo, que desde el pesimismo, la frialdad, la rigidez, la negatividad y la ansiedad.

El entusiasmo trae como beneficios entre otros:
La curiosidad: por ejemplo en los niños, adolescentes y jóvenes vemos que su mente se haya embebida por la curiosidad y la apertura a vivir con intensidad las nuevas experiencias. En cambio en el adulto medio y mayor no es común este estado y todo se enmarca en una frontera inconsciente donde casi todo es clasificado como algo visto o relacionado con algo vivido por lo tanto la curiosidad es mínima y el entusiasmo por las nuevas posibilidades bajo.

La creatividad: sin entusiasmo es imposible ser creativo porque el generar soluciones a problemas y retos e innovar buscando nuevas formas para elevar la propia calidad de vida se convierte en una pesada carga que amilana al individuo y que instala la depresión en los pensamientos y las emociones en lugar de abrir la mente al fantástico mundo de las posibilidades.

Ser Imparciales


Muchas veces nos encontramos atascados, atorados con suficientes problemas personales los cuales en su momento creemos insalvables, otras veces sólo nos contemplamos con el ojo del juicio y la autoflagelación, lo que me hace recordar el lineamiento bíblico que nos invita a no juzgar.

Cuando colocamos juicios en los hombros de otros o sobre los propios, además de dañarnos preparamos el terreno para que nuestra vida se mueva de forma lenta y conflictiva, de la misma forma emitir juicios hacia los otros así como murmurar de otros  crea para ellos y para nosotros formas de energía que detienen nuestro proceso evolutivo, además de crear energías densas a nuestro alrededor.

Esto nos lleva a la necesidad de analizar las formas como nos expresamos de nosotros mismos, de nuestros seres queridos, así como la forma como nos comunicamos con nuestro circulo de influencia, recordando que toda forma de pensamiento, al igual que las palabras, son formas de densidad que se aloja en nuestro cuerpo y crean para nosotros experiencias de vida.

La manera de contrarrestar el efecto del mal uso del verbo y el pensamiento es aprender  sobre la importancia y beneficios de  la autovaloración y el respeto propio. Amarse a si mismo es una actitud importante para recobrar energía, la autoagresión y toda forma de no aceptación a si mismo genera energías de baja frecuencia, las cuales favorecen enfermedades degenerativas del sistema orgánico.
Querernos implica aceptarnos sin condiciones, sin castigos, ni reprocharnos, ni mucho menos enjuiciarnos y torturarnos  por los errores cometidos en el pasado, debemos ser solidarios con nosotros mismos desde el amor y la compasión.

Lo que en modo alguno implica la autocomplacencia, ni el dejar de mejorar como individuos, respetarnos también implica aceptar la responsabilidad por los hechos que ocurren en nuestra vida, el poder que tenemos de construir nuestra vida, sembrar semillas de luz y aceptar los frutos de nuestras acciones sin olvidar que estamos totalmente relacionados unos con otros, así como recordar en todo momento que no existe formas de evadir las consecuencias de lo que hacemos.


El amor y respeto hacia nosotros mismos, implica esta misma condición para las otras persona y por supuesto para la naturaleza, ya que somos interdependientes unos de los otros y definitivamente necesarios.

jueves, 18 de octubre de 2018

Descreimiento


Pese al sinfín de elementos culturales, demográficos, sociales y económicos que les separan, los jóvenes de todo el planeta parecen tener algo en común: están dejando de lado a la religión. Una encuesta reciente de Pew confirma que, en agregado y a nivel global, la mayor parte de las nuevas generaciones se sienten menos religiosas que las antiguas. Creer, ir a misa o formar parte de una congregación cualquiera comienza a ser, poco a poco, cosa de pasado.

¿Cómo? El proceso de secularización es bien conocido en Occidente, un arco cultural repleto de países ateos y jóvenes radicalmente separados de la idea de Dios, pero se antojaba extraño en otros puntos del globo. Sin embargo y de forma paulatina, las nuevas generaciones de rincones antaño muy religiosos como Irán, Nigeria, Polonia, Argelia o Brasil dan una menor importancia a la religión en su día a día. Es un hecho singular porque les separan culturas muy diversas.

¿Por qué? En algunos casos emerge un patrón: el progresivo desarrollo económico de sus sociedades. La secularización en Europa y América llegó de la mano del paso de una economía tradicional a una moderna, donde el rol de la Iglesia y de la identidad religiosa como aglutinador de las comunidades pasó a un segundo plano. Otros estudios, sin embargo, apuntan a que las personas tienden a volverse más religiosas conforme suman años a sus espaldas.

El efecto de la conectividad global y las nuevas tecnologías, en plena sociedad del conocimiento, puede haber jugado otro papel (los jóvenes se conectan más a Internet).

Las religiones. Las mayores brechas ilustradas por Pew se dan en Europa y América, donde la importancia declara de la religión para grupo de edad puede diferir en más de 20 puntos porcentuales (es el caso de Canadá, Dinamarca y Australia, además de Corea del Sur). En alrededor del 70% de los países latinoamericanos y en la mitad de los europeos los jóvenes son significativamente menos religiosos que sus mayores. Son los casos más evidentes.

En África y Asia las diferencias son menores, y en la mayor parte de los casos inexistentes. Por religiones las cifras también varían: sólo en un cuarto de los países musulmanes existe brecha generacional, por la mitad de las naciones cristianas.

¿Muere la religión? No. Las cifras de la encuesta ilustran procesos a gran escala, en múltiples puntos, pero no globales y replicables en cada país. Más importante aún, aunque los jóvenes sean cada vez menos religiosos, allí donde aún lo es el crecimiento demográfico es mucho mayor. La mayor parte de los países de mayor desarrollo poblacional son muy religiosos (Pakistán, Níger, Chad, Ghana o Etiopía, entre otros muchos). También son países más pobres que la media global.

¿Entonces? Confluyen varios fenómenos paralelos: por un lado, el crecimiento del ateísmo como minoría global en pleno auge demográfico de la religión; por otro, el desenganche de los jóvenes a la religión como factor identitario o aglutinante, primer paso hacia la secularización; y por otro, el crecimiento poblacional muy destacado de los puntos del planeta más religiosos.


Es decir, un escenario donde la religión se hace más fuerte, pero también más focalizada, y donde pierde terreno es allí donde hay más desarrollo económico y entre los más jóvenes.

Oscurantismo E Ignorancia


En este planeta conviven diversas razas, cada uno con su credo, tradiciones y una manera de pensar.
Nos han establecido diferencias desde el inicio de los tiempos, que sólo fomentan el odio entre todos nosotros, lo cual sólo favorece la división y el enfrentamiento.

Religiones, política, xenofobia, homofobia, y luego tenemos los fanatismos que abonan un campo yermo, y cuyo fruto será la autodestrucción de la especie humana y lamentablemente del resto.
Tener en cuenta que las clases dominantes, siempre se esforzaron por cultivar la simiente de la ignorancia.

El problema radica en que los pueblos se dejan engatusar por la bella y atractiva imagen del materialismo, alimentando para ello la codicia, el egoísmo, y la envidia de cada uno.

La felicidad, ni se pesa, ni se mide, ni se compra, y reside en la suficiencia y en la humildad de pensamiento, lo que hace que pequeñas cosas, que verdaderamente son grandes, tengan la verdadera importancia de la que muchas veces carecen, y son la familia y los amigos, a los que debemos mantener, cuidar con los que tenemos que disfrutar.

Programan ciclos económicos, los llamados años de vacas gordas y los años de vacas flacas, con lo que sólo gracias a nuestros defectos, les ponemos en bandeja nuestra completa subyugación a su dominio, ya que no practicamos lo único que les haría perder su poder, y es el pensamiento.

Cada día la gente dedica el tiempo libre a distracciones que nublan su mente, televisión, futbol, etc., que les hacen desconectar momentáneamente de las obligaciones y las cadenas que nosotros mismos nos ponemos al entrar en su juego.

La única manera de romper las cadenas y ganar esta sutil partida de ajedrez, es sencilla, muy sencilla, y parte de la educación.

La educación nos forma para que el conocimiento impartido sea utilizado con sabiduría, y de ahí nace el pensamiento crítico.

¿Vas a dejar que sigan nublando tu mente y que te quiten la capacidad de ser libre que sólo te da el buen uso de la razón?

Lucha por tu educación y derriba los pilares de la ignorancia que sustentan este mundo desigual, donde unos pocos viven en la más absoluta opulencia, gracias al dinero que les proporcionan los materialismos que nos venden y que nosotros compramos, y otros menos afortunados fabrican, que son al final los que más sufren, ya que no pueden comprender el porqué de su suerte, ellos son los esclavos modernos.

Por último quiero añadir, que la tan grave crisis que padecemos, es una simple excusa para quitarnos lo poco que nos quedaba y terminar de hundir la sociedad en el oscurantismo de la ignorancia, para así ponernos las cadenas y la mordaza de por vida.


El Mundo Que Percibimos


Somos humanos y percibimos el mundo como humanos. Nuestros sistemas sensoriales nos dan una visión única del mundo, que es muy distinta a la que tienen otras especies de seres vivos. Aunque nunca podremos estar seguros, ya que ésta es la única forma de percibir el mundo que tenemos.

Nuestro sentido de la visión está bastante más desarrollado que en el resto de las especies animales. A excepción de algunos animales, entre los que encontramos ciertas aves como el cóndor, el águila y otras similares que pueden divisar un objeto del tamaño de una pelota de golf a miles de metros de distancia. Somos una de las pocas especies que tienen la capacidad de distinguir los colores, o al menos los colores tal cual los conocemos nosotros.

En cuanto al olfato y el oído estamos en un nivel muy inferior a la mayoría de las especies. Por ejemplo; es bien sabido que en los perros, el olfato está muy desarrollado y que pueden oler a sus amos a más de 100 metros. Además tu perro puede saber con quién estuviste, qué hiciste y cómo te sientes gracias a su poderoso olfato, que se puede comparar al de muchos otros animales. Lo mismo sucede con la audición de sonidos.

Este es un terreno completamente desconocido. La forma en que percibimos el mundo se relaciona con nuestras necesidades y capacidades como especie. Pero lo mismo sucede con todas las especies de seres vivos. Es imposible imaginarse cómo sería realmente tener otros mecanismos sensoriales como por ejemplo el sistema de sonar que poseen los cetáceos y que utilizan para elaborar un mapa mental que puede abarcar cientos o miles de kilómetros cúbicos.


Los tiburones también tienen un sistema sensorial único. Cuentan con unos sensores electromagnéticos que les permiten percibir cualquier alteración eléctrica o magnética a su alrededor. 

¿Qué sienten o qué ven los tiburones cuando estos sensores se ven estimulados? Esto es algo que seguramente nunca lo sabremos con exactitud.

Construir Democracia

Cuando la gente piensa en “la democracia,” mayormente piensan en la votación. Es cierto que la votación es una parte importante, pero la democracia es algo con que nosotros como ciudadanos debemos conectarnos cada día.

Como una organización, trabajamos para asegurar que la gente tenga oportunidades para participar en la toma de decisiones en todo nivel. Creemos que la gente debe tener una voz cuando se habla de lo que pasa en sus escuelas, comunidades y gobiernos continuamente – no sólo en el día de las elecciones.

Este verano pasado para festejar nuestro Día de Independencia, lanzamos una campaña para animar a la gente a hablar sobre que significa la democracia. Personas de todas partes del paí­s contribuyeron sus ideas diversas, como “la transparencia,” “la participación,” “compartir responsabilidad de los resultados del gobierno,” etc.

Esta campaña no solamente generó respuestas de gente alrededor de los Estados Unidos, sino también llamó la atención de Adam Cronkright, co-fundador de Democracia En Práctica, una organización sin fines de lucro en Cochabamba, Bolivia dedicada a la innovación democrática, experimentación colaborativa y capacitación.

“Lo que sobresalió para nosotros,” explica Adam, “es que varias personas en la campaña expresaron la idea que la democracia puede ser mejor y que mejorarla es como un viaje sin fin.” Él dice que este tema conectó tanto con ellos porque esta es justamente la misión de Democracia En Práctica.

“Estamos tratando de fortalecer a este movimiento global y creciente para mejorar la democracia y pensamos que lo más importante es que la gente empiece a experimentar con otras maneras, no sólo en gobiernos sino también en escuelas, asociaciones de comunidades, sindicatos, ONGs, cooperativas, y otros grupos semejantes. Estamos tratando de impulsar a la gente a pensar fuera de la caja y ser creativa.”

Están esperando que puedan inspirar a los demás de esta manera por proporcionar un ejemplo innovador de ellos mismos. Hace unos dos años, Democracia En Práctica ha estado trabajando en escuelas en Bolivia, ayudando a los estudiantes a reinventar el concepto del gobierno estudiantil (centro de estudiantes). Adam ve a las escuelas como un muy buen lugar para este tipo de experimentación porque “los riesgos son tan bajos que los estudiantes pueden totalmente rediseñar su gobierno – cada semestre si les gusta – de maneras que serían demasiado peligrosas experimentar en otros contextos.” También explica que este tipo de experimentación lleva el beneficio adicional de animar a los estudiantes a meterse y pensar de manera crí­tica y creativa en cómo pueden mejorar su unidad educativa.

Es en este contexto innovador en el que los estudiantes han reemplazado a las elecciones por votación con elecciones por sorteo, compartido cargos por una rotación y probado ambos la participación obligatoria y voluntaria. Estos y otros cambios han tenido efecto: el gobierno estudiantil en uno de los colegios ha establecido la primera biblioteca de su escuela, entregó los primeros carnets estudiantiles para conseguir el pasaje escolar, y reclamaron el abuso de poder de un profesor. Mientras tanto, el equipo de Democracia En Práctica proporciona sugerencias, apoyo y capacitación junto con apoyo de los profesores y directoras de las unidades educativas. Es un proceso continuo el tratar de convertir al gobierno estudiantil en uno que sea más incluyente, representativo y eficaz en una variedad de contextos. Un viaje sin fin.

Los bolivianos festejan su Día de Independencia el 6 de agosto e inspirados por nuestra campaña los de Democracia En Práctica preguntaron a estos gobiernos estudiantiles que significa la democracia para ellos. Como explicó Adam, los estudiantes dieron su propio toque a la pregunta. “Igual que en los Estados Unidos, la gente acá en Bolivia es de una variedad de vivencias y tienen perspectivas muy diversas, pero los dos gobiernos estudiantiles optaron a deliberar y decidir por una respuesta colectiva.” Así no es sorprendentemente que ambos en sus respuestas enfatizaron la unión.


Tenemos mucho que podemos aprender uno del otro, si es de nuestro vecino al lado o nuestros amigos en el otro hemisferio. De hecho, la única manera en la que podemos seguir construyendo una democracia que funcione para todos y todas es por analizar y mejorar constantemente nuestros sistemas actuales, aprender de las experiencias de otras personas como de las nuestras y asegurar que todos tengan la oportunidad de participar.

Realidades Diversas


Nuestras creencias afectan directamente a la realidad que construimos, pero también los pensamientos de los demás fabrican una imagen de nosotros mismos.

El poder de nuestras creencias y expectativas influye en las personas que nos rodean. El concepto que tenemos de nosotros mismos se ha ido creando influido por las perspectivas y las imágenes que han tenido y tienen los demás. 

En nuestra niñez crecimos influidos por nuestros padres. También los maestros y los compañeros que tuvimos en la escuela, y hasta nuestros amigos, han influido a la hora de crear nuestra imagen. Somos, en gran medida, lo que los demás esperan que seamos. Esto tiene repercusiones tanto a nivel personal como en el ámbito laboral, en el escolar, social y familiar, y pueden ser productivas o contraproducentes. Conocer cómo funciona este efecto, llamado Pigmalión, nos ayudará a ser conscientes de cómo influimos unos en otros con nuestras miradas y expectativas.

En el ámbito educativo, la imagen o expectativas que tiene el educador en relación al alumnado influye en el comportamiento de este. Cuando damos responsabilidad a los estudiantes, cuando confiamos en ellos, les enseñamos a creer en ellos mismos. Las expectativas del docente constituyen uno de los factores más influyentes en el rendimiento escolar de sus estudiantes.

“Se ha demostrado, tanto en el aula como en el laboratorio”, afirma el profesor David Cooperrider, “que los maestros que tienen imágenes muy positivas de sus estudiantes tienden a ofrecerles: un mayor soporte emocional (Rist, 1970; Rubovitz y Maechr, 1973); una retroalimentación más clara,
más inmediata y más positiva en cuanto a efecto y desempeño (Weinstein, 1976; Cooper, 1979), y mejores oportunidades para desempeñarse y aprender materias con más alto contenido de reto (Brophy y Good, 1974; Swann y Snyder, 1980)”.

En el ámbito de la empresa, el efecto Pigmalión se da cuando un directivo tiene una imagen formada de sus colaboradores y los trata según ella. El colaborador la percibe aunque el jefe no se la comunique. Cuando es positiva, todo va bien; pero cuando es negativa, ocurre lo contrario.

Desafortunadamente tenemos la costumbre de formarnos ideas negativas de las personas que nos rodean: nos fijamos más en sus fallos y en sus errores, y menos en sus talentos y virtudes. Con lo cual proyectamos imágenes negativas que dificultan nuestra comunicación y provocan que a la persona le sea más difícil expresarse con naturalidad y desde su talento, haciéndolo desde sus inseguridades y temores.

Cuando alguien proyecta una imagen negativa, afecta a nuestra capacidad de comunicarnos abiertamente. Más bien dudamos, nos bloqueamos y la comunicación no fluye. Cuando la comunicación está encallada, debido a las imágenes negativas formadas de unos y otros, podemos buscar preguntas que faciliten un cambio de visión. ¿Qué ha hecho bien esta persona en el último año? Recuerde un momento en que logró algo, o un momento en el que expresó una de sus cualidades. Piense en aquello mejor de ella, en lo que le da vida, en su núcleo vital positivo.

Si nos centramos en ese potencial, en lo que nos motiva, en lo mejor de cada uno, desbloqueamos situaciones encalladas. Aprender a desarrollar la capacidad afirmativa, la de reconocer y apreciar los logros de los demás, nos ayuda en este proceso. Es la habilidad de ver lo que otros son capaces de hacer y fortalecerlos para que lo hagan. Es también reconocer nuestros logros y fortalecer nuestras capacidades.

Para cambiar podemos centrarnos en lo que no va bien, en lo erróneo, y minimizarlo, o bien centrarnos en lo que va bien, lo correcto, y maximizarlo. La capacidad afirmativa se centra en esta segunda opción, que está demostrado que presenta el doble de efectividad.


Veamos cómo podemos aplicar la capacidad afirmativa en nuestras relaciones. Si tenemos la tendencia de fijarnos en los errores y fallos del otro, nos desesperamos. La imagen del error del otro hace sentir rabia y las expectativas son negativas, esperando lo peor. Pero con esa actitud solo condiciono a que se repita el mismo patrón de conducta. 

En cambio, si vemos lo mejor de las personas con quienes interactuamos y nos centramos en imágenes positivas de los demás, expresaremos lo mejor de nosotros mismos y avanzaremos en mantener relaciones saludables.

miércoles, 17 de octubre de 2018

Las Personas Reflexivas


Las personas reflexivas analizan todo lo que les sucede y cuanto ocurre a su alrededor. Observan el comportamiento de los demás, conocen perfectamente su entorno y la forma de actuar de las personas que les rodean. Saben escuchar con calma y no intervienen hasta que conocen la situación y saben con claridad lo que desean decir o hacer.

Son personas que tienen control de sus emociones, no actúan con precipitación ni con ligereza sino que meditan todas las decisiones que vayan a tomar, analizan las diferentes alternativas, sus ventajas e inconvenientes, y sobre ello deciden.

Todas sus actuaciones son fruto de una profunda reflexión, meditan todo cuanto les acontece con detenimiento. Reflexionan no sólo sobre su presente y las circunstancias actuales, sino también sobre su futuro y lo que esperan de él, por lo que tienen objetivos claros y definidos.

Suelen ser personas introvertidas. Transmiten tranquilidad y serenidad, y su opinión suele ser muy valorada por los demás. Aprenden de sus errores, reflexionando sobre ellos y analizan el porqué de sus equivocaciones.

A través de la reflexión alcanzamos un mayor conocimiento y desarrollo personal. El conocimiento de uno mismo implica mirar hacia nuestro interior con actitud crítica y reflexiva. ¿El fin? Llegar a conclusiones que de forma objetiva y realista nos permitan conocer nuestras cualidades más importantes y los defectos que nos debilitan como personas.

Observarse a sí mismo y reflexionar sobre nuestros sentimientos, emociones y actitudes, es muy importante para conocer mejor nuestras reacciones en los diferentes momentos y situaciones de nuestra vida. También ayuda a saber cómo nos puede afectar un determinado problema. Es aprender a coger las riendas de nuestra vida, porque tenemos control sobre nosotros y sabemos lo que buscamos y deseamos ser.

La reflexión nos ayuda a saber con mayor claridad cómo somos y qué nos sucede. Es tratar de mirarnos desde fuera para saber con objetividad lo que nos está ocurriendo. Así, por ejemplo, es diferente estar nervioso o alterado dándote cuenta que lo estás, que estarlo sin saberlo.

Es decir, cuando uno es consciente de su estado de ánimo o de sus sentimientos actúan en consecuencia, si uno está nervioso sabe que tiene que actuar con precaución y tranquilizándose, porque su estado de ánimo le puede hacer equivocarse en su forma de actuar o decir.

Las personas que distinguen claramente sus sentimientos son más seguras e independientes y suelen salir de situaciones difíciles o estados de ánimo negativos con más facilidad.

Todos podemos cambiar o mejorar nuestros hábitos y costumbres. Para ello, hemos de poner empeño y voluntad. Aumentar nuestra capacidad de reflexión o empezar a tener la costumbre de meditar, influirá de forma muy positiva en nuestra vida.

Sugerencias para aumentar nuestra capacidad de reflexión:
- Debemos habituarnos a pensar antes de hablar y de actuar. Nuestras palabras o actos deben ser el fruto de una reflexión previa y no de la impulsividad. Tenemos que saber que cuando actuamos con impulsividad y sin haber reflexionado, nuestros actos o palabras podrán perjudicarnos.

- Debemos buscar tiempo para pensar en nosotros. Hemos de tener el firme propósito de lograr a diario un momento de tranquilidad y de soledad, para poder pensar sobre nuestras ideas, emociones o acontecimientos. Parar el ritmo frenético que la sociedad nos ha impuesto en nuestras vidas y detenernos a pensar sobre nuestra propia vida y sobre nosotros, con el fin de aclarar ideas y pensamientos.

- Es importante buscar una lectura que nos invite a la reflexión, o pensar sobre un comentario, un argumento o una idea. No debemos permitir que sucedan las cosas sin detenernos en ellas. Hay que obligarse a pensar.

Con la reflexión se obtiene un mayor conocimiento de nosotros y de nuestra realidad personal, damos respuesta a quiénes somos y lo que hacemos en la vida. Por un lado, obtenemos un mayor conocimiento de nuestra personalidad; manera de ser, rasgos principales de nuestro carácter, gustos, preferencias, etc. y, por otro lado, tenemos más claro nuestros proyectos personales, propósitos, objetivos y metas.

Las personas reflexivas tienen un mayor dominio de todas las situaciones y de sí mismo, pues son observadores y conocen con bastante exactitud lo que está sucediendo a su alrededor.

Son personas que suelen salir airosos de los conflictos o problemas, ya que tienen una mente continuamente activa y saben resolver situaciones complicadas, debido a su facilidad para analizar las situaciones y a la gran capacidad de síntesis que poseen, resumiendo y concretado el estado de cada situación por complicada que sea.


Autoestima


El objetivo de la sociedad del bienestar es cubrir nuestras necesidades materiales básicas. Pero ha llegado el momento de que también garantice las condiciones para que cada persona desarrolle su autoestima: un proyecto de vida que nos llene de satisfacción moral.

No se suele mencionar la autoestima en la lista de bienes básicos imprescindibles para vivir bien. Los bienes primarios más reconocidos remiten a los llamados “derechos sociales” y son la educación, la protección de la salud, el derecho a una pensión y el subsidio de desempleo.

La autoestima, clave en nuestro bienestar emocional
Entre estos bienes básicos no figura la autoestima como un logro sin el cual nadie puede aspirar a ser algo en la vida ni verse con capacidades suficientes para llevar a cabo sus propósitos y hacer realidad sus sueños.

Parece darse por supuesto que si alguien tiene acceso a la educación, a ser hospitalizado cuando está enfermo, a recibir una pensión cuando se jubila o a una compensación si se queda sin trabajo, todo ello es suficiente para que podamos sentirnos tranquilos y seguros de que nuestro plan de vida, sea el que sea, podrá llegar a realizarse.

En parte eso es cierto. La protección social que proporciona el estado del bienestar tiene como fin recortar las desigualdades y garantizar a todos, pero en especial a quienes no podrían obtenerlo por sí mismos, lo mínimo necesario e imprescindible para vivir bien.

No se trata de una protección para vivir opíparamente, sino para que las personas puedan arreglárselas sin sentirse totalmente al margen de la sociedad en la que viven.

La Razón Y La Emoción

El equilibrio inteligente entre la mente racional y la emocional: una aproximación al desarrollo de las competencias sociales del individuo.

“Tan negativa es la emoción desaforada sin el freno de la razón, como la razón
sin el impulso de la emoción”
Anónimo

No pocas personas consideran que el desarrollo de la razón y la emoción en el hombre son procesos independientes y en cierta medida antagónicos. Sin embargo, gracias a las influyentes aportaciones  de científicos, neurólogos, filósofos y psicólogos, hoy se puede evidenciar la convergencia existente entre estas dos dimensiones esenciales de la existencia humana.

Hoy en día, estudios sobre el análisis del comportamiento humano consideran en primer lugar la subjetividad, ya que al momento de la toma de decisiones el hombre no solamente tiene en cuenta los análisis racionales, sino que dependiendo del momento, la situación y la circunstancia, la carga emocional termina superponiéndose a la lógica de la razón.

Con lo anterior, se evidencia que el papel de la toma de decisiones no es un problema de poca monta, ya que por medio de ellas los hombres trazan los destinos y el sentido de sus propias vidas y, entre otras cosas, deciden la manera de invertir sus ingresos y los mandatarios que los van a gobernar.
Es decir que las acciones humanas contienen algo más que juicios, planes estratégicos, procedimientos y convicciones, ya que las mismas están cargadas de un contenido emocional de donde resulta fiable afirmar que la razón sin sentimientos es ciega.

A hora bien, se puede afirmar que el actuar del individuo está constantemente  acechado por la incertidumbre sobre en qué momentos es la razón quien domina la emoción y en qué casos es más dominante la emoción y más ineficaz la razón; incertidumbre que podríamos formular en el siguiente cuestionamiento: ¿Cómo lograr mantener el equilibrio inteligente entre la mente racional y la emocional favoreciendo el desarrollo de las competencias sociales del individuo?

Para intentar responder lo anterior, vamos a revisar algunos autores que han hablado al respecto. Rubinstein dice que la emoción aparece como el nivel de conciencia subjetiva (sentimiento- feeling), que la persona experimenta frente a un estímulo tanto interno como externo, que se puede llegar a evidenciar y manifestar desde diferentes dimensiones, por ejemplo, la dimensión fisiológica (en los cambios corporales internos), en una dimensión expresiva y motora (en la manifestaciones conductuales externas), y en una dimensión cognitiva (funcionamiento mental.

En la misma dirección, Joseph LeDoux, destacado neurobiólogo de la Universidad de Nueva York, explica que el concepto emoción abarca una respuesta corporal, compuesta de una parte vegetativa (sudoración, vasoconstricción o vasodilatación de los vasos sanguíneos de la piel, que producen respectivamente, palidez o enrojecimiento, temblor, etc.) y una respuesta motora, que da lugar a la expresión somática, gestual de las emociones (expresiones faciales, posturas, gestos de protección).

Aristóteles, por ejemplo, en la Retorica considera que las emociones son la reacción inmediata del ser vivo con situaciones que pueden ser favorables o placenteras, y otras que por el contrario pueden ser desfavorable o dolorosas, la cual basta para poner en alarma al ser vivo y disponerlo para afrontar la situación con los medios a su alcance. Aristóteles concibe que las emociones posean elementos racionales como creencias y expectativas, razón por la que es considerado el precursor de las teorías cognitivas de la emoción.   

Descartes, por su parte en las Pasiones del Alma, presenta a las emociones como afecciones, es decir, modificaciones pasivas causadas en el alma y por el movimiento de las fuerzas mecánicas que obran en el cuerpo. La función de las emociones es incitar al alma a permitir y contribuir a las acciones que sirven para conservar el cuerpo o hacerlo más perfecto. Considera que existen seis emociones simples y primitivas: el asombro,  el amor, el odio, el deseo, la alegría y la tristeza y que todas las demás están compuestas o son derivadas de estas.

Muchas de las obras existentes en la filosofía moderna insisten en la idea latente o explícita de que las verdades profundas no son únicamente intelectuales sino que son producto de una existencia multidimensional y emocional. Tal vez la más representativa de entre todas estas doctrinas sea la de Spinoza, quien a partir de un análisis sobre las pasiones humanas en La ética demostrada según el orden geométrico, presenta la íntima relación entre las emociones y las acciones políticas. 
  
Por otra parte, las doctrinas que niegan el significado de las emociones consideran que el mundo es racionalmente perfecto y que garantiza de manera absoluta la existencia y realización del individuo. Es decir, que el mundo al ser racional no contiene amenaza alguna para el hombre. Desde esta perspectiva, se evidencia cómo para los estoicos las emociones no tienen significado ni función alguna, puesto que la naturaleza ha proveído de modo perfecto a la conservación y al bien de los seres vivos, brindando a los animales el instinto y al hombre la razón. Por lo tanto, para el estoicismo, las emociones son consideradas como perturbaciones del ánimo, como opuestas a la razón.

Alberto Maturana nos invita a reflexionar con respecto a lo meramente racional, indicando que, frecuentemente, se declara que lo que distingue al ser humano de los otros animales es su naturaleza racional. Pero realmente decir que la razón caracteriza a lo humano es una anteojera, y lo es porque nos deja ciegos frente a la emoción que queda desvalorizada como algo animal o como algo que niega lo racional, es decir, que al declararnos seres racionales vivimos una cultura que desvaloriza las emociones y no vemos el entrelazamiento cotidiano entre razón y emoción que constituye nuestro vivir humano y no nos damos cuenta de que en el fondo “todo sistema racional tiene un fundamento emocional”.  


Otras importantes investigaciones, como las del psicólogo Goleman en compañía de Mintzberg y otros especialistas, plantean que el ser humano tiene dos mentes. La primera de ellas: la mente emocional (emotional mind), que actúa como un motivador, una fuerza impulsora que da vida, ya que trasmite pasión, alegría e iniciativa, describiendo y valorando el estado de bienestar en la que se encuentra cada sujeto; distinguiéndose por percibir sensaciones, relaciones, generar corazonadas, ser  poderosa, influyente, a veces ilógica y rápida descartando la reflexión deliberada y analítica que es el sello de la mente racional, siendo propensa a la creatividad y a la intuición. 

Estas aptitudes se le atribuyen al hemisferio derecho.

Insensatez


La palabra insensatez está integrada por el prefijo de negación “in” más “sensato” vocablo que procede del latín “sensatus” que indica que alguien tiene un razonamiento correcto y realista, a lo que se le añade el sufijo “ez” de cualidad.
Por ello la insensatez es aquella particularidad que poseen aquellos que realizan actos sin pensar, movidos tan solo por sus pasiones.

El insensato percibe, opina, juzga, actúa y decide irracional e imprudentemente. La falta de juicio y la necedad son sus características. Si bien es común que los niños y las personas privadas de razón o con razonamientos confusos en virtud de alguna afección como la demencia, puedan realizar actos o tener ideas o juicios insensatos; personas adultas y que deberían tener buen juicio, en ocasiones proceden o se manifiestan con insensatez, causando graves riesgos para sí mismos y para los demás especialmente si ocupan funciones sociales o políticas relevantes.

Ejemplos: “El presidente del club actuó con insensatez al golpear violentamente a un afiliado por negarse a pagar la cuota social”, “La insensatez de los gobernantes de ambos países impidió llevar a buen término las negociaciones de paz, y estalló una guerra sangrienta y sin sentido” o “La insensatez del padre puso en riesgo la vida del niño al dejarlo solo en la playa con tan solo tres años de edad”.

El periodista y escritor Horacio Castellanos Moya nacido en Tegucigalpa (Honduras) en 1957 y nacionalizado en El Salvador, donde vivió desde los cuatro años y hasta 1979, publicó en el año 2009 una novela, que fue traducida al idioma inglés, cuyo título es “Insensatez”. La obra de tinte político, trata de un periodista extranjero a quien la iglesia le encarga de estudiar el genocidio indígena, 
revisando el informe oficial, ocurrido durante la guerra civil de un país que se supone es Guatemala que padeció esta grave violación de los derechos humanos entre 1960 y 1996.


Cultura E Intelecto


“Ser culto” y “ser inteligente” se consideran estados distintos del intelecto. Uno se refiere a la “cultura” que posee una persona y el otro tiene connotaciones un tanto más científicas, como una característica casi fisiológica que puede medirse y cuantificarse.

Así, alguien es culto por los libros que ha leído y recuerda, por la calidad de su vocabulario, por las películas que ha visto e incluso por los viajes que ha realizado. Culto es aquel que se ha cultivado, como un campo, para obtener para sí los mejores frutos de la civilización. Desde una perspectiva en la que se combinan los proyectos más ambiciosos de Occidente —de los valores de la antigüedad clásica al humanismo del Renacimiento, el cristianismo y la Ilustración—, una persona culta también es compasiva, empática, solidaria, amable y quizá hasta sabia. En pocas palabras, hay toda una corriente de pensamiento que ha defendido que el ser humano se vuelve tal sólo gracias a la cultura.
La inteligencia, por otro lado, se ha pensado y estudiado sobre todo como una cualidad inherente al hombre como especie. Nuestra inteligencia es resultado de la evolución y, por lo mismo, todos los individuos la tienen. Desde un punto de vista científico, la inteligencia explica que seamos capaces de leer o ver una película, pero también sumar o restar cantidades, y que podamos manejar un automóvil o atrapar una pelota.

Curiosamente, por razones que no son del todo claras pero quizá se expliquen por el clasismo de ciertas sociedades, en ciertas circunstancias la cultura y la inteligencia pueden aparecer enfrentadas. Dado que la cultura se convirtió en un bien asociado a las clases privilegiadas —la nobleza o la burguesía, por ejemplo—, también se ha utilizado como una suerte de discriminador, una forma de distinguir entre una persona que tuvo acceso a dicha cultura —a ciertos libros, ciertas escuelas, ciertos viajes— y otra que no. Cuando la cultura se usa de esa manera, es previsible que se convierta en una categoría deleznable.

De ahí que surja entonces el “ser inteligente” como una especie de defensa: quizá no todos seamos cultos, pero indudablemente todos somos inteligentes. Para algunos no tener cultura se compensa con el hecho de, por ejemplo, poder resolver problemas con facilidad, o vivir con sencillez, sin crearse esos laberintos absurdos en los que a veces se mete la gente culta.

Sólo que ninguna categoría es mejor que otra. Desafortunadamente, es cierto que tanto la cultura como la inteligencia están relacionadas con la desigualdad inevitable del sistema de producción hegemónico. La desnutrición, por ejemplo, tiene efectos sobre el desarrollo cognitivo de un niño, y sabemos bien que hay sociedades más desnutridas que otras. Igualmente la cultura, a pesar de todos sus sueños humanistas, se ha convertido en un producto de consumo, lo cual provoca que surja y se destine a personas que puedan adquirirla.

Quizá por eso hay un punto en el que ser inteligente parezca más atractivo que ser culto. ¿Para qué cultivarse, si la cultura también sirve para humillar y diferenciar? ¿Para qué cultivarse si, con eso, también se alimenta esa maquinaria despiadada de producción-consumo-deshecho? Conflictos en donde la cultura está involucrada y, por eso mismo, no parece probable que sea un camino para solucionarlos.

¿Y la inteligencia? Quizá ahí se encuentren otras posibilidades. A pesar del dicho de Proust —“Cada día atribuyo menos valor a la inteligencia”—, quizá la inteligencia sea ese salvoconducto que nos lleve fuera de las posturas falsas y los simulacros de la cultura contemporánea.

A propósito de este asunto, hace unos días Nicholas Lezard publicó en The Guardian un artículo en que habla de la diferencia entre la inteligencia y la intelectualidad a partir de Esperando a Godot, la célebre pieza de Samuel Beckett. Como sabemos, Esperando a Godot se considera uno de los mejores usos del absurdo dentro de la literatura, una obra revolucionaria tanto estética como culturalmente, pues retrató con frialdad el extremo del nihilismo al que había llegado la civilización europea del siglo XX.

Lezard recuerda la atracción que de inmediato sintió por Esperando a Godot, un ambiente que a pesar de su parquedad —o quizá debido a esta— de inmediato lo hizo sentir bien recibido, acaso no totalmente cómodo pero sí en un territorio inesperadamente familiar. “Desde la primera página estaba hipnotizado, sorprendido”, escribe Lezard, a quien la extrañeza de los diálogos beckettianos, simples y no tan simples al mismo tiempo, lo condujo a un territorio que imprevisiblemente no era del todo desconocido.

En breve, estaba enganchado. Ahí tenía a un autor que era irreverente, escatológico y sin embargo profundo; alguien completamente desinteresado en las convenciones de la literatura y sin embargo capaz, justo por medio del lenguaje, de mantener nuestra atención a pesar de que nada esté sucediendo. Y conforme descubrí detalles de su vida, primero por la biografía semi-autorizada de Deirdre Bair, me di cuenta de que no sólo su trabajo era ejemplar, sino también su vida. Ahí estaba alguien que se había purgado a sí mismo de vanidad, tanto la suya como la del mundo; un hombre de una integridad intachable, tanto en su obra como en su vida.

Con estos antecedentes, Lezard acepta que Beckett sea considerado un autor “intelectual”; “pero sospecho que es porque muchas personas no conocen la diferencia entre ser inteligente y ser intelectual”. ¿Y cuál es esa diferencia? Dice Lezard:

Más tarde descubrí que Beckett era, de hecho, furiosamente intelectual, pero que había dejado atrás la academia, aborrecido la oscuridad de la jerga y ciertamente no era el tipo de intelectual de posición a quien las televisoras piden su opinión.


Un guiño de inteligencia por parte de Beckett, parece decirnos Lizard. El gesto de tributar la cultura a la autenticidad para aceptar así que, a lo sumo, podremos responder dos o tres preguntas en la vida, poco más o poco menos, y será suficiente, y será más auténtico que todas esas preguntas que dicen responder las personas cultas y los intelectuales.