lunes, 21 de enero de 2019

Aprender Siempre


Aprender es un proceso difícil que involucra a la persona en todas sus facetas: intelectual, emocional, social y cultural. El aprendizaje requiere que la persona se sienta bien en la situación de aprendizaje. Para poder aprender, necesitamos estar relajados, sentirnos “en casa”, acompañados, comprendidos.

Cuando una preocupación nos inunda nuestra cabeza está ocupada en otra cosa. De manera que, desde el punto de vista emocional, el aprendizaje necesita que estemos en disposición para aprender.
 La disposición para aprender.

Esta disposición es el estado emocional vivida por una persona ante una situación de aprendizaje. Esta disposición puede ser favorable o desfavorable, puede favorecerse u obstaculizarse, no es consciente ni la controlamos por nuestra voluntad y, además, es variable según los contextos y el momento.

Depende de tres factores:
Del momento vivencial de la persona. La disposición de una persona en una situación de aprendizaje determinada depende, en gran medida, de las situaciones emocionales, sean de sufrimiento, de preocupación o incluso de felicidad, predisponen de cierta manera frente al aprendizaje.

De su historia personal de aprendizajes. La disposición al aprendizaje se va constituyendo en el ser humano a lo largo de la vida en relación con la historia de todos sus aprendizajes. La historia de nuestros aprendizajes, sobre todo de nuestros primeros aprendizajes, va dejando huellas profundas que influyen en nuestra forma de enfrentar cada nuevo acto de aprendizaje. Las maneras de actuar, sentir y pensar en relación al aprendizaje, configuradas desde la infancia, van conformando esta disposición.

De la percepción del contexto de aprendizaje. Todo aprendizaje se realiza en un contexto. El contexto siempre es social y cultural. El contexto influye en la disposición porque cada persona puede sentirse más “en casa” o menos “en casa” en ese contexto. En este sentido, la disposición que la persona tenga en cada situación de aprendizaje será el resultado de su propia percepción del contexto y de las posibilidades que le brinda. La disposición será el resultado de la interrelación de variables culturales, geográficas, temporales e históricas propias de cada sujeto, del grupo en el que vive y de lo que el contexto educativo le ofrece.

 2. Obstáculos para disposición para aprender.
 La situación vital de la persona: Las situaciones de sufrimiento, por motivos afectivos, laborales, familiares, económicos, o de otra índole, disponen a la persona de cierta manera frente al aprendizaje.
Frente a este tipo de obstáculos, el educador debe actuar comprendiendo y conteniendo a la persona: no agregar exigencias ni culpabilizar al estudiante. La comprensión, la confianza, la actitud paternal y, a veces, poder conversar sobre los temas que le preocupan.

 La historia personal del estudiante: Cuando el aprendiz realiza sus primeros aprendizajes en un contexto en el que quienes lo educan están sufriendo, ya sea por problemas emocionales, sociales, económicos, el clima en el que realiza sus aprendizajes es un clima de hostilidad, no es un clima favorable.

Y esta sensación de sufrimiento y hostilidad queda asociada de manera inconsciente al acto de aprender, aunque sus padres o educadores hayan tenido muy buena voluntad.

Otras veces el acto de aprender puede quedar asociado a sentimientos de miedo. Los padres pueden haber hecho que los primeros aprendizajes se realicen en un contexto de temor. El acto de aprender también puede estar asociado al miedo al fracaso: el temor a fracasar en el aprendizaje puede ser tan grande que termina paralizando a la persona y conduciéndola efectivamente al fracaso.

El miedo a aprender puede estar asociado también al miedo al cambio. Aprender significa cambiar y para algunas personas esto implica abandonar las certezas sobre las que se apoya para comprender el mundo.

¿Qué pueden hacer los educadores ante este tipo de obstáculos en la disposición para aprender? Si el acto de aprender está asociado al miedo y a lo desagradable, el ambiente de aprendizaje deberá ser muy cercano y amigable.

 La percepción del contexto de aprendizaje: El educador, sin darse cuenta, puede estar ejerciendo una cierta violencia sobre los valores que la persona trae. Esto quiere decir que puede estar tratando de imponer sus propios valores, creencias y conocimientos, sin tomar en consideración qué es lo que la otra persona considera como válido, deseable y legítimo de su propio grupo cultural. La dificultad que presentan puede deberse a que inconscientemente sienten atacados sus valores y su cultura.

La consecuencia, muchas veces, es que se cierran frente al aprendizaje como una forma de defenderse. El resultado es que esas personas, en definitiva, no pueden aprender lo que el educador enseña.

Concluyendo, se debe partir de la aceptación, del respeto y establecer un diálogo cultural con el otro. Solo así lograremos que su disposición no se vea obstaculizada a causa de la violencia ejercida por el contexto de aprendizaje. Por eso, hay que establecer este diálogo cultural y no ser impositivos. Es fundamental que el educador pueda respetar la diversidad. Esto implica contemplar los diferentes contextos de origen, respetar los diferentes modos de expresión y los diferentes tiempos de aprendizaje de cada persona.

A modo de ejemplo.
Para poner un ejemplo, que en la actualidad educativa es reconocido por sus logros, el sistema educativo finlandés considera como clave el fomento de esta disposición de aprendizaje, ya que:
Lo más importante del Sistema educativo no es la organización del conocimiento sino el estudiante.
El centro del Sistema educativo es el estudiante. Esto es fundamental, ya que es el mismo sujeto quien aprende. Los finlandeses comprendieron que el estudiante aprende mejor en un ámbito libre y progresando a su ritmo para adquirir fácilmente los conocimientos fundamentales. Esto no quiere decir que no se respeta profundamente los conocimientos, pero se respeta aún más a los estudiantes en proceso de adquirirlos.
¿De qué manera se tiene en cuenta a los estudiantes?
La clave del éxito es comprender las necesidades de los niños, a los más pequeños se les incrementa la sensación de seguridad y la motivación.
La relación entre el hogar y la escuela es muy estrecha.
Las relaciones entre maestros y estudiantes son más informales y cálidas.
Se presta especial atención a la creación de un entorno escolar agradable y estimulante.
Un ambiente familiar.
La escuela favorece a un clima cobijamiento para que el estudiante se siente en la misma “como en su casa”. Esto se logra de dos maneras: desde el punto de vista edilicio, los espacios de trabajo son extensos, limpios y cómodos; y desde el punto de vista humano, ya que las relaciones entre los profesores y los estudiantes son de gran familiaridad sin confundir los roles y el respeto mutuo. Los docentes son accesibles, disponibles y atentos. La relación es abierta y positiva. Los profesores buscan ayudar a los estudiantes a aprender.
El tamaño de los establecimientos crea un clima de proximidad y permite a los docentes conocer personalmente a todos sus estudiantes.
En sus cursos los profesores son criteriosos en un límite de tolerancia con relación a pequeñas faltas que en nuestro caso, a menudo, llevaría a sanciones inmediatas.


Esta experiencia de Escuela como hogar es importante ya que está ligado a la experiencia del reconocimiento de lo propio. La persona es un ser-con-el-otro-en-un-lugar, de pertenencia común. Heidegger decía ser-en-el-mundo-con. Éste es un modo de estar arraigado y a la vez la expresión retorno casa-escuela y escuela-hogar mantiene una continuidad. La vivencia de lo familiar fortalece la experiencia del retorno que se manifiesta en el lazo inquebrantable que nos une a lo propio.

El arraigo no debe ser identificado con el apego a un lugar determinado. Tiene que ver fundamentalmente con el enraizamiento a lo propio y hogareño.

La Férrea Voluntad


Los griegos, hace muchos siglos, calificaron a la voluntad como una de las facultades clave para la humanidad. La voluntad nos permite ejecutar fielmente una decisión tomada en nuestro interior. Y nos abre el campo de la acción, campo que es de tremenda importancia para la vida diaria.

Hay gente que se hace muy buenos propósitos. Pero no tiene voluntad para llevarlos a cabo. Hay otros que tienen miles de ideas, pero carecen de la voluntad suficiente para materializarlas. Los hay que sueñan y nunca hacen nada, sólo idean, vislumbran, planean. Pero, bien lo dice el refrán: "Del dicho al hecho, hay mucho trecho".

Gracias a la voluntad, todo es posible. La aplicamos a un presentimiento y nace un proyecto. La aplicamos al proyecto y resulta una realidad. Ella es la fuerza generadora de lo memorable del hombre. Voluntad de vivir, voluntad, de hacer reales las cosas que deseamos.

Qué formidable es recordar a aquel muchacho emprendedor, a aquella linda muchacha, quienes, de estudiantes sencillos, comunes y corrientes o de empleados sin mayor importancia, nacieron a una vida independiente, feliz, llena de esfuerzos y satisfacciones. Mediante la voluntad, naturalmente.

Misteriosa fuerza que se engendra en nuestro psiquismo, la voluntad es una chispa, un deseo de hacer, una carga insólita que nos inclina a buscar aquello que deseamos ver frente a nosotros. Y en alto porcentaje, altísimo, quienes desean algo y ponen su parte de voluntad para encontrarlo, se salen con lo suyo.

Mediante la voluntad hallamos el camino que nos resuelve necesidades y ensueños. Voluntariamente nos entregamos a una rutina de trabajo para merecer una gratificación y voluntariamente repetimos una y otra vez algo que nos interesa, hasta que queda como lo deseamos. Esa inocente voluntad es la que vale: "Un gran talento está hecho de un diez por ciento de sapiencia y un noventa por ciento de insistencia".

Tengamos la extraña voluntad de cumplir con el deber diario y nos sorprenderemos como se fortalece para más amplios deberes. Quien no es grande en lo pequeño, difícilmente lo será en lo grande. Tengamos la extraña voluntad de hacer, día a día, algo más por nosotros mismo y por el prójimo. 

Necesitamos esa voluntad férrea.

Y obtendremos extraños e increíbles resultados.


Dignidad Humana

La historia de la humanidad evidencia que la pobreza y sus condiciones coadyuvantes (como la exclusión y marginación social, la falta de empleo productivo, el analfabetismo y los bajos niveles de desarrollo humano) constituyen un atentado contra la dignidad humana que niega el pleno y eficaz disfrute de los derechos humanos; y están entre las principales amenazas a la democracia, paz, libertad y al desarrollo.

Sin embargo, por largo tiempo hemos carecido de un enfoque reconocido mundialmente sobre la pobreza, su impacto en la dignidad y los derechos humanos y sus efectos en la seguridad y el desarrollo.  Es hasta en los últimos años del siglo XX y los que llevamos del siglo XXI que, a ese respecto, hemos avanzado en grandes y extraordinarios acuerdos regionales y universales.

En la sub-región centroamericana, desde el año 1991, ese impacto y esa relación fueron reconocidos en varios acuerdos que comprenden las tradicionales y nuevas amenazas a la seguridad y definen un nuevo modelo de seguridad democrática. Esos acuerdos  caracterizan a la pobreza como amenaza a la seguridad humana de los habitantes, a la estabilidad democrática y al desarrollo sostenible de las sociedades centroamericanas; y señalan también como amenazas a: la falta de desarrollo sostenible y de democracia, el deterioro del medio ambiente, la inseguridad de las personas y bienes, la corrupción, impunidad, violencia, delincuencia, narcoactividad, el tráfico de armas y el terrorismo. 

Esas  situaciones deben ser tratadas, como asuntos de seguridad humana de las personas y comunidades dentro de los Estados y entre los Estados; y deben ser resueltas con una visión comprensiva e interrelacionada de todos los aspectos del desarrollo sostenible, en sus manifestaciones políticas, económicas, sociales, culturales y ecológicas.

En la región americana, en el 2001, se aprobó la “Carta Democrática Interamericana” que inició una nueva era al reconocer el derecho de los pueblos  a la democracia y al definir la organización democrática, su defensa y perfeccionamiento. La Carta reafirma que la lucha contra la pobreza es esencial para la promoción y consolidación de la democracia y constituye una responsabilidad común y compartida de los Estados.

En la Organización de las Naciones Unidas, el concepto, alcance e interés práctico de la Seguridad Humana se ha venido considerando también en sucesivos informes y resoluciones que permitieron llegar, en el 2012, al entendimiento universal según el cual la Seguridad Humana es el derecho de las personas y comunidades, en particular las vulnerables, a vivir en libertad y con dignidad, libres de la pobreza y desesperación. y que, para acceder a esa seguridad humana, es imprescindible la participación de las personas y comunidades, y lograr respuestas intersectoriales (con énfasis en la prevención) a todas las condiciones que constituyen amenazas a la supervivencia, los medios de vida y la dignidad de las personas, para impulsar el desarrollo sostenible local, con significación nacional


domingo, 20 de enero de 2019

Creatividad Compartida

Después de participar en el taller de “Procesos de Creación Compartida”, dictado por el músico y compositor italiano, Luca Belcastro, se le realizó una entrevista en este medio para desmenuzar las motivaciones y los detalles detrás del método enseñado en aquel taller.

Imaginémonos entrando a una galería de arte y encontrando de frente un cuadro que representa un retrato, la primera imagen que tu mente produjo de ese retrato en este momento es la creación personal de tus experiencias y pensamientos. 

Bien, cada artista posee también un cúmulo de experiencias, motivaciones y  herramientas que le llevan a crear, en este caso un cuadro, y el resultado estará en función de cómo combine el artista esos elementos. Si ostenta técnica quizás podamos observar en esa galería imaginaria un cuadro muy similar a una fotografía, si además de la técnica influye en el creador un proceso de reflexión acerca de lo que desea mostrar, como por ejemplo. Algunas motivaciones personales, el carácter mismo de quien será retratado o una interpretación de cómo lo ve el artista, seguramente observaremos algunas variaciones en la postura del modelo, en la composición del cuadro, en el uso de los colores o la falta de ellos, la elección de los materiales y hasta la presentación misma del retrato. De esta forma el o la autora de una obra sigue un camino propio, un proceso creativo de niveles más intrincados que la simple observación. 

Lo mismo se puede explicar en cualquier obra de cualquier disciplina creativa, ya sea una obra musical con el ordenamiento de sus tonos y la composición de su letra o los movimientos en el caso de la danza.

Pero si hablamos de lo esencial del procedimiento en cuestión, previamente a la culminación del cuadro que nos hemos imaginado, en el método de Belcastro existiría, además, un momento de crítica constructiva colaborativa al interior del grupo o colectivo de personas que son parte de este proceso, ingrediente que alimentará la obra del artista con esos aportes y puntos de vista, orientando así el rumbo final de la que ya se habría convertido en parte de una “creación colectiva”.


Para encausar una reflexión honesta acerca de los motivos que desearían mostrar en sus obras, las personas asistentes al taller tuvieron dificultad en desinhibirse, lo cual es un requisito primordial, pero, poco a poco la confianza para ese objetivo se fue dando. Luca Belcastro confiesa que, en la mayor parte de Latinoamérica, estas costumbres artísticas colaborativas son un denominador común y que influyeron de manera importante en el método que él estructuró.

Recordar Lo Aprendido

Todos tenemos un libro favorito, uno que hemos leído muchas veces y que siempre nos hace pasar un buen rato, o nos lleva a pensar, o suscita conversaciones interesantes con otras personas. 

Sin embargo, no siempre somos capaces de recordar exactamente algunas de las cosas que hemos leído en ese libro, o en un reportaje en el periódico que nos ha gustado. Leemos algo que nos interesa, pero luego tendemos a olvidar buena parte de ello.

Existen maneras de que nos acordemos mejor de lo que acabamos de leer. No hace falta que afrontemos un texto como si fuéramos a estudiarlo para un examen, pero sí hay recomendaciones que podemos seguir para mejorar nuestra capacidad retentiva cuando leemos. La mayoría son consejos bastante sencillos y hasta de sentido común, como si dijéramos, y no hace falta que creemos en nuestra cabeza un palacio de la memoria, como hacía Hannibal Lecter.

Los pilares de la memoria
Las claves para que recordemos información que acabamos de recibir se basan en los tres principios de la memoria: la impresión, la asociación y la repetición. Nuestro cerebro recuerda mejor aquello que lo "impresiona", que genera en él alguna imagen o sensación notable. Cuando leemos, se puede ayudar a que se produzca esa impresión leyendo algunos pasajes en voz alta, por ejemplo, utilizando el sonido como apoyo para la memoria.

Luis García Carrasco, autor del libro 'El arte de la memoria', y del podcast del mismo título, apunta entre sus consejos para memorizar que "recordamos las cosas que han causado cierta impresión en nosotros", y aboga por que usemos la imaginación para realizar asociaciones que nos faciliten acordarnos de ciertas cosas que, hasta ese momento, nos resultaban desconocidas.


Lo Que La Vida Nos Enseña

Vivir es muchas cosas. Puede ser un gran viaje visitando bellas cumbres, secas llanuras e incluso sucios lodazales. También es una gran escuela que nos enseña mucho. Lo que no quiere decir que seamos capaces de aprenderlo todo. Nos informa bien, nos aporta conocimientos, y, como hay que vivirla, también nos permite adquirir habilidades prácticas y algunas buenas actitudes; pero a veces no las aprendemos.

Seguro que conoce algunas personas que tras un daño cerebral por ictus o traumatismo no pueden hablar, los médicos dicen que tienen “afasia”. Pues bien en la vida es más frecuente otra situación y no se considera ni siquiera una enfermedad. Está presente en muchas personas que son incapaces de dialogar; es así porque no son capaces de oír, o mejor oyen pero no escuchan. Son constructores de monólogos y circulan por la vida hablando ellos solos, porque lo de los demás no les interesa. No le prestan atención.

Ya le comenté que otros prefieren tener razón a ser felices. Discuten todo y no ceden y se esfuerzan en tener razón, lo que les evita o dificulta ser felices, pero se afanan en ello, discuten sin límite y ello les impide alcanzar la felicidad.

Otros no tienen claro la jerarquía o importancia de los verbos. Priorizan el tener al ser. Se afanan en adquirir más, en acumular lo material, más que esforzarse en ser algo más, y sobre todo mejores, en crecer como personas. En enriquecerse en valores, y le será más fácil transitar por este mundo ligero de equipaje.

Le he referido a que con frecuencia no valoramos lo que tenemos, y especialmente sólo somos conscientes de ello, cuando lo perdemos o estamos a punto de perderlo. Por ejemplo la salud. Es un bien muy grande que poseemos y no la valoramos aunque somos nosotros, no los sanitarios, los que debemos cuidarla. Erramos si nos arriesgamos a perderla por falta de sentido común, si nos implicamos en actividades de alto riesgo, ingerimos tóxicos o hacemos malas dietas.

Otras personas deciden hacer de la queja su bandera. Lamentarse y sentirse mal les da protagonismo social y así caminan por la vida, sin entender que a medio plazo pueden ser rechazados porque nublan su entorno, agobian a sus congéneres. Los aburren e incluso les abruman. Podríamos decir que sólo hablan para cantar ruina. O que sólo están bien cuando están mal.

No hemos aprendido que el que más da es el que más recibe. Pregúnteselo si no a los voluntarios; en cualquiera de sus actuaciones uno de ellos le explicará cómo se siente al hacer el bien.  
También suele ser negativa nuestra visión del esfuerzo, y no lo vemos como una gran oportunidad. Sigmund Freud decía: “He sido muy afortunado; todo en la vida me ha costado mucho”. Sin duda, de no haberse esforzado su aportación, su legado al mundo hubiera sido menor.

También nos enseña Descartes que muchas veces sufrimos por cosas que nunca nos sucederán. En lenguaje llano: nos ponemos el parche antes de que salga la herida. Sufrimos con anticipación. Así sucede por ejemplo con los vómitos por recibir quimioterapia; sabemos que algunas quimioterapias los causaran, pero lo curioso es saber qué en muchas ocasiones algunas personas que iban a recibir quimio tienen los vómitos antes de iniciar su toma, antes de que se les administre; y eso es lo que llaman vómitos anticipativos y son debidos a que nuestro estado de nervios los provoca.

Importa saber lo costoso de fingir. Le aseguro que no compensa; cuanto más acerque lo que piensa, lo que dice y lo que hace, le será más fácil ser feliz.

También conviene recordar que el tiempo pasa para todos, los minutos, las horas, los días o los años, y al vivir lo vamos consumiendo todos; es un error plantearse ese consumo cuando uno es mayor o anciano. El momento que importa que valore es el ahora. Le he comentado a veces que el pasado fue, nos enseña, pero es irrecuperable, y el futuro es impreciso. Por eso él ahora es clave; hay que vivir todos los momentos con plenitud; como si fueran a ser el último.

También es importante soñar y lo hacemos poco. No digo que no seamos realistas, pero sí que elevemos nuestras miras. Hacerlo embellece el paisaje de la vida por el que debemos transitar. Dicen que los sueños suelen ser caros; yo pienso que es más caro no tener sueños.

Por otra parte le recuerdo que la mentira es un paso erróneo, como una salida en falso, con frecuencia le lleva a un corredor que retorna al mismo camino del que se parte y tendrá que volver a enfrentarse con la situación por la que mentimos. Por otra parte mantener esa irrealidad cuesta mucho esfuerzo. Yo no se lo aconsejo como vía de tránsito. La verdad abre ventanas, da luz y embellece el camino.

Otros son insensibles a lo que sucede en su entorno. Caminan con cara de póquer. Quizás lo hacen porque no quieren sufrir. Pero se equivocan. Compadecerse de los otros, y no en el sentido de ser dadivosos, sino en el de no querer que sufran, compartir, e incluso integrarse con ellos, sin duda puede doler, pero genera humanidad y múltiples satisfacciones.


Sea listo, aprenda y aplique muchas de las lecciones que la vida nos enseña. Cada día que vive asiste a muchas y magnificas clases, pero importa que las aprecie y tenga la actitud de aprender.

El Buen Consejo

¿Cuántas veces has dado un consejo sólo para ver que la persona a quien se lo diste hace exactamente lo contrario? La forma en que generalmente damos un consejo (imponiendo nuestra opinión) suele ser inefectiva, e incluso dañina.

Saber cómo dar un buen consejo -especialmente cuando tú eres el jefe- puede mejorar tus relaciones laborales y dirigirte a tomar mejores decisiones de negocios. Por eso, aplica estos cuatro tips para convertirte en un buen consejero que los demás respetan:

1. Sólo da tu consejo cuando te lo piden
Muchos de nosotros damos consejos de manera automática cuando alguien comparte un problema. Pero las buenas intenciones pueden resultar en nuestra contra. “Los tomadores de decisiones perciben los consejos no solicitados como intrusivos y como una crítica implicada”, dice el psicólogo Reeshad Dalal. “Es una gran amenaza para su autonomía”.

El consejo no solicitado envía un mensaje de que te estás inmiscuyendo porque la persona no puede manejar el problema por sí misma. Eso le hace sentir menos competente y capaz, minando su habilidad para controlar la situación. Para asegurar que tu consejo sea más útil que dañino, únicamente compártelo cuando te lo pidan explícitamente. De otra manera, sólo escucha y sé empático.

2. Ofrece información sobre las opciones
Al dar su consejo, las personas con mayor experiencia generalmente cometen el error de asumir que saben más que los demás. “Mientras que tú puedes tener gran expertise sobre un tema, la persona que toma la decisión tiene más experiencia sobre la decisión en específico”, dice Dadal.

Si quieres ofrecer tu expertise de manera que sea útil, úsalo para informar a la persona acerca de la decisión. Diles lo que sabes de sus opciones, posiblemente ofreciéndole una recomendación, y después deja que usen esa información para tomar una mejor decisión.

3. Ayúdalo a pensar sobre el problema
El consejo tradicional (el de decir lo que debería hacerse) podría persuadir a alguien de concordar contigo, pero esto no le ayuda a aprender y crecer. “Algunas veces, tener un ‘impacto positivo’ involucra la elección deliberada de no persuadir”, dice Dalal.

En lugar de imponer tu opinión, guíalos a través del proceso que podrías usar para llegar a una conclusión. Haz las preguntas que te harías a ti mismo, y dales la oportunidad de hablar las opciones contigo. Esta estrategia ayudará a construir habilidades para resolver problemas que pueden usarse para resolver dilemas futuros.

4. Expresa confianza en su juicio
Cuando alguien se enfrenta a un dilema, necesita tener auto confianza para seguir su intuición y tomar una decisión informada. “Ayuda a ofrecer soporte emocional además del consejo”, recomienda Dadal. “La gente aprecia ambas cosas”.


Si alguien llega a ti pidiéndote un consejo, hazle saber que estás ahí para ayudarlo pero que confías en que tomará una decisión inteligente. Tu confianza podría ser todo el consejo que necesita.

Encuentros En Soledad

“La soledad es un buen lugar para encontrarse, pero uno muy malo para quedarse” (Anónimo)

 A menudo, la soledad es entendida como algo negativo, constituyendo así uno de nuestros miedos más importantes tanto al comienzo como al final de nuestras vidas. Muchas personas tienen miedo a “estar solos” o “sentirse solos” en algún momento de sus vidas. Pero más allá, de la connotación negativa que tanto acompaña a la soledad, ¿podemos encontrar algo positivo?

El sentimiento de soledad se encuentra relacionado con el aislamiento o la idea de no formar parte de algo o constituirlo, incluso a veces, las personas lo relacionamos con la creencia de que a nadie le importamos lo suficiente como para pertenecer a su mundo, constituyendo por lo tanto una experiencia negativa.

La soledad puede ser entendida en este aspecto como aquella experiencia interior que deriva del aislamiento o del distanciamiento físico y/o afectivo. Así, para la mayoría de las personas la soledad supone un contratiempo, experimentando un bloqueo en su vida afectiva, acarreando sentimientos y emociones negativas. Aun así, es importante saber que la vivencia de la soledad depende de cada persona.

Casi todo el mundo alberga su propia soledad, lo que nos diferencia es nuestra actitud hacia ella, algunos luchando por vencerla, otros ignorándola y unos pocos profundizando en ella.

Aunque el ser humano sea un ser social por excelencia, estar solo es un hecho muy común para todos nosotros, ya que no siempre tenemos la oportunidad de estar acompañados. Y es ciertamente en estos momentos, cuando podemos disfrutar más de nosotros mismos.

¿Cuántas de las actividades de tu rutina diaria sueles hacerlas en compañía? Seguro que buena parte de ellas las realizas cuando estás solo, ya sea leer un libro, estudiar para un examen importante, desempeñar un trabajo, escuchar música, deleitarse con la visión de un paisaje o pensar en la forma de solucionar un problema, entre otras. Existen numerosas actividades en las que nos sumergimos en ausencia de compañía. Y aunque parezcan quizás que son actividades de ocio, muchas de ellas están ligadas a nuestro crecimiento y desarrollo personal, ya que permitirnos estar solos con nosotros mismos de vez en cuando, nos permitirá encontrarnos y pensar sobre nuestra vida. De hecho aprender a ser persona, es un proceso que también reclama la experiencia de saber estar solo.

Elegir la soledad en determinados momentos es positivo, ya que por un tiempo nos alejamos de aquellos estereotipos y creencias que nos rodean y determinan nuestras vidas, a veces, sin darnos cuenta.


Quizás haya mucho miedo a la soledad en nuestra sociedad, pero si somos capaces de encontrar un equilibrio entre los momentos que dedicamos a los demás y a aquellos que nos dedicamos a nosotros mismos, podremos disfrutar de una grata experiencia cuando estemos en soledad, liberándonos de ese miedo que tenemos a sentirnos vacíos y quedarnos solos. 

Escucharnos, es tan importante como oírnos.

sábado, 19 de enero de 2019

El Afán De Protagonismo

Más o menos..., con distintos grados de intensidad, todos tenemos un cierto afán de protagonismo y ese afán es el que nos domina y nos crea la necesidad de sobresalir por encima de los demás. Dicho con otras palabras, a todos nos gusta, a unos más y a otros menos, ser el perejil de todas las salsas.

Que todo el mundo se dé cuenta de lo que valgo, de lo que conseguido de lo listo que soy y sobre todo de lo que se pierde el mundo y los que me rodean por no me prestarme atención.

Deberían de admirarme pero no me admiran, no toman conciencia de lo alto que es el pedestal que me he construido. Y cuando en una mente humana se comienza a madurar esta serie de pensamientos, ella siente primero el deseo y luego este deseo se transforma en la necesidad de hacer algo, para llamar la atención de esa sociedad que le rodea y es entonces cuando la mente de esta persona, poco a poco se va desequilibrando y llega un momento en que esta persona, puede tomar un rifle u otra arma y haga una matanza de niños en un colegio, unas veces para tomarse una venganza y otras porque su ego le dice, que así puede pasar a la historia.

Desde luego que esto no lo normal, pero todo el mundo sabe que esto ocurre. El protagonismo de uno debe de estar siempre circunscrito a no pretender pasar por encima de los demás, como dice José maría Escrivá, hay quienes no ven en los demás hermanos en Cristo, sino escalones para subir.

Dentro de los grandes conjuntos de organizaciones humanas, sean sociedades mercantiles grandes o pequeñas, en los centros gubernamentales y no digamos ya en los partidos políticos, existen siempre personas con un desmesurado afán de protagonismo, generalmente muy superior a la valía del individuo que está dominado por el afán de protagonismo.  Las personas con afán de protagonismo, según su inteligencia, actúan burdamente a cara descubierta, pero los hay mucho más peligrosos, por actuar siempre sibilinamente. A estos últimos en general se les denomina trepas, y los hay por todas partes.

La valía de la persona, su labor profesional, debería de ser el único factor, para que una persona ascendiese a otro puesto de mayor responsabilidad, pero desgraciadamente esto no siempre es así. 

El nepotismo, los trepas, y las personas a las que se les llama pelotas, ocupan muchas veces unos puestos con unas funciones, que para ser correctamente desarrolladas, se necesita otra persona con una mayor preparación.

Y esto desgraciadamente funciona así, muchas veces el que decide, hace una postergación indebida de personas de valías reconocidas. Todo esto es muy importante, porque el de arriba, unas veces sin darse cuenta y otras sabiéndolo, hace un nombramiento por motivos políticos o de otra clase, causando perjuicios a otras terceras personas. Y alguno puede pensar: Y esto que tiene que ver con la vida espiritual de las personas. Pues tiene que ver y mucho.

Ya en tiempos de los apóstoles Simón el mago, este quiso comprarle a los apóstoles, los efectos de la imposición de manos: “9 Desde hacía un tiempo, vivía en esa ciudad un hombre llamado Simón, el cual con sus artes mágicas tenía deslumbrados a los samaritanos y pretendía ser un gran personaje.  

Todos, desde el más pequeño al más grande, lo seguían y decían: «Este hombre es la Fuerza de Dios, esa que es llamada Grande». Y lo seguían, porque desde hacía tiempo los tenía seducidos con su magia.
Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba la Buena Noticia del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, todos, hombres y mujeres, se hicieron bautizar. Simón también creyó y, una vez bautizado, no se separaba de Felipe. Al ver los signos y los grandes prodigios que se realizaban, él no salía de su asombro.

Cuando los Apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que los samaritanos habían recibido la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo. Porque todavía no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente estaban bautizados en el nombre del Señor Jesús.. Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo. Al ver que por la imposición de las manos de los Apóstoles se confería el Espíritu Santo, 

Simón les ofreció dinero diciéndoles: «Les ruego que me den ese poder a mí también, para que aquel a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo”. (Hch 8,9-219).

Simón el mago lo que pretendía es que su afán de protagonismos entre los samaritanos no de cayese, y en su materializada mentalidad, pretendía, adquirir unos bienes totalmente espirituales, pagándolos con bienes materiales, de aquí la indignación de Pedro: Pedro le contestó: «Maldito sea tu dinero y tú mismo, Porque has creído que el don de Dios se compra con dinero Tú no tendrás ninguna participación en ese poder, porque tu corazón no es recto a los ojos de Dios. Arrepiéntete de tu maldad y ora al Señor: quizá él te perdone este mal deseo de tu corazón,  porque veo que estás sumido en la amargura de la hiel y envuelto en los lazos de la iniquidad». Simón respondió: «Rueguen más bien ustedes al Señor, para que no me suceda nada de lo que acabas de decir”. (Hch 8,20-24).  Simonía es el término que se deriva de la pretensión de Simón el mago y el DRAE, define la simonía, diciéndonos, que es la: “Compra o venta deliberada de cosas espirituales, como los sacramentos y sacramentales, o temporales inseparablemente anejas a las espirituales, como las prebendas y beneficios eclesiásticos”.

Todos estos problemas que en términos generales se refieren al afán de protagonismo, así por ejemplo si analizamos la conducta de Simón el mago, vemos que lo que le movió a este fue un afán de protagonismo, la conservación y en su caso el acrecimiento del protagonismo que tenía entre los samaritanos. El afán de protagonismo, es siempre un vicio humano, y no es posible justificar espiritualmente una conducta de esta naturaleza, cualesquiera las razones que se pongan por delante, pues ya sabemos que: El fin no justifica los medios. Y si el fin de que se trate es un vicio, menos todavía.


Encuadro, el afán de protagonismo en la escala de vicios, pues este nunca es un acto aislado, sino un vicioso hábito, que padecen muchas personas, hasta en los más insignificantes gestos de su conducta. Decía un rabí sefardí, que Dios nos había dado a nosotros, por un lado dos ojos y dos oídos y por otro una sola lengua, para que mirásemos y oyésemos siempre el doble de lo que hablamos, pero la incontinencia verbal es otro vicio del que la mayoría de nosotros padecemos, incluso aquí muchas veces salta el afán de protagonismo, pues son personas que les encanta presumir de estar bien enterados, todo lo saben de buena tinta y nos demuestran que saben más que nosotros que somos los sufridos oyentes. Decía el rabí sefardí, que son personas que tiene en la boca un grillo que les dice: Dilo, dilo, dilo… 

Los Dueños De La Verdad

Quienes no aceptan un no como respuesta, quienes entienden que dominan la verdad de modo exclusivo, quienes se alteran ante aquellos que le llevan la contraria, quienes no saben manejar la frustración y defienden sus criterios a través de la agresividad y buscan siempre que su punto de vista subyugue el de los demás se definen en una palabra: prepotentes.

La psicóloga Olga María Renville advierte que este tipo de persona pretende ser dueña de la verdad absoluta, anteponiendo su criterio al de cualquier otro. “Incluso siente que nadie más tiene la razón”, dice Renville. Estos individuos tienen problemas para vivir en sociedad, donde deben lidiar con personas de opiniones y creencias distintas. 

CONSECUENCIA SOCIAL DE LA PREPOTENCIA
Una persona prepotente se gana mala voluntad de otros. A decir de Renville, esto ocurre porque al entender su opinión como única, buena y válida, el prepotente “descalifica a los demás, por considerar que sus opiniones no son válidas y se expone a que lo rechacen en muchos ambientes, se cargan el rechazo de muchos y en ocasiones terminan aislándose, porque sienten que es el mundo el que está equivocado, no ellos”, comenta.

Incapaces de entender la importancia de que en su entorno hay otras opiniones y que cada persona tiene el derecho y la libertad de expresar lo que siente y piensa recibiendo de los demás el debido respeto, los prepotentes consideran que quien no está de acuerdo con ellos no tiene la razón ni merece respeto. Su percepción radical les lleva a entender que el mundo está en su contra y a defenderse.

Prepotencia causa el rechazo social
La prepotencia es una cualidad muy ligada al poder. No en vano el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define esta palabra como “más poderoso que otros, o muy poderoso” en una primera acepción, y como el “que abusa de su poder o hace alarde de él” en una segunda. Desde siempre las personas en posiciones de poder se han valido de este para menospreciar la opinión de los demás.

“El poder hace que a veces, en la personalidad de alguien, se desarrolle la prepotencia.
Cuando el individuo siente que ejerce control sobre un grupo determinado de personas, o sobre el mundo que les rodea, puede ser el poder económico, social o el que le confiere un puesto o cargo, pues el individuo siente que es dueño de quienes le rodean y puede dominarlos”, señala la psicóloga Olga María Renville.

¿Cómo se inicia?
Todos los seres humanos nacemos como hojas en blanco, y el entorno a través de personas clave se encargará de escribir quiénes seremos en el futuro. En esa tónica, ¿qué hace que un ser humano se torne prepotente? Renville afirma que desde la infancia se comienzan a modelar las características.

Explica que cuando a un niño desde pequeño se le complace en todo, cuando su padre o madre obedece a todas sus pataletas a partir de los dos años, y para no verlo tirado en el piso o llorando le da el dulce o juguete que quiere, “se está delineando una personalidad de prepotencia porque el niño siente que con un berrinche ejerce el poder de cambiar la opinión y puede manipular a los padres”.

Este comportamiento se asume en la adolescencia y en la vida adulta y los individuos con esta cualidad negativa se vuelven incapaces de tolerar las frustraciones.

Siente que cuando hay un ‘no’ de por medio, los demás están equivocados y en su contra. Por eso, según Renville, es importante desde la infancia enseñar al niño que existen el ‘sí’ y el ‘no’ para cada cosa, y que hay consecuencias.

Así entenderá que ser prepotente o intentar manipular no le llevará a ningún lugar.

Lo que sienten
Las personas prepotentes se ganan el rechazo de todos con facilidad, pero, ¿ha pensado usted cómo se siente esa persona que a simple vista luce tan inflexible? Según Renville estas personas siempre están inconformes con lo que les pasa, nunca se sienten del todo satisfechos y nunca lo estarán porque al creer que son dueños de la verdad no admiten opiniones ni consejos de otros por no considerarlos válidos. “Entonces evidentemente siempre van a ser infelices”, dice.

La gente prepotente es con frecuencia rechazada. No recibe invitación a actividades porque los demás entienden que con esa persona ‘no se puede hablar’, ‘de todo se molesta’, ‘se incomoda si le llevan la contraria’. Ante el rechazo estos individuos se sienten peor “porque debajo de la prepotencia hay un sentimiento de inferioridad, donde hay una necesidad imperiosa por descalificar al otro para sentirse importante”, comenta Renville. 

LOS TRASTORNOS QUE ESTÁN RELACIONADOS
Según Olga María Renville, las personas prepotentes pueden desarrollar depresión, ansiedad y tensión por la carga que les provoca el no poder luchar contra ese mundo que sienten está en su contra. Suelen tener problemas para dormir e incluso les es muy fácil llegar a la violencia, a la agresividad.

“Lo importante es entender que no se es dueño de la verdad absoluta, que hay otras personas que pueden aportar a nuestra vida para nutrirla, y cuando sentimos que nadie puede aportarnos, que no podemos equivocarnos, es tiempo de revisarnos y pensar en buscar ayuda para cambiar de actitud, de lo contrario viviremos en infelicidad, aislamiento y rechazo social y familiar”, concluye la experta
Manejo correcto en psicoterapia
Cuando estamos tranquilos con nosotros mismos no hay necesidad de comprobar nada, entendemos que existen diversas personas con opiniones distintas y con diferencias que debemos aceptar, sin tratar de imponer nuestro criterio. La psicóloga Olga María Renville recomienda que cuando alguien sienta un gran vacío dentro, que nadie lo comprende y que todo el mundo tiene problemas, debería preguntarse si el problema son realmente los demás o él mismo.

También cuando varias personas a su alrededor (familiares, pareja, amigos, compañeros de trabajo o estudios) coinciden en una misma opinión sobre una persona, es momento de que ésta se autoevalúe a ver si los demás tienen razón.

Terapia
Cuando un prepotente llega a consulta de un psicólogo lo hace porque ya está cansado, desgastado o incluso deprimido porque nadie lo acepta y porque todo el mundo está equivocado a su alrededor.
Renville explica que para tratar a estas personas “se apela a la terapia cognoscitiva, donde el individuo debe empezar a buscar dentro de sí y a evaluar en sí mismo una respuesta a esa problemática”.


Se evalúa cómo la persona comenzó a recibir información y programación emocional para ser prepotente, en qué etapa de la vida ocurrió esto o que evento lo desencadenó.

Compatibilidades

Hay personas creyentes que piensan que la ciencia es incompatible con la fe cristiana porque no concuerda con la narración de la creación que hace la Biblia. El libro del Génesis describe la creación por parte de Dios del mundo, las plantas, los animales y los seres humanos. En particular, la evolución gradual de los seres humanos a partir de antepasados que no eran humanos parece incompatible con una interpretación literal del Génesis.

Sin embargo, muchos exégetas y teólogos han rechazado una interpretación literal de la Biblia, ya que contiene afirmaciones mutuamente incompatibles. El libro del Génesis ofrece dos narraciones diferentes de la creación. En el capítulo 1 figura la narración familiar de la creación en seis días, en la que Dios crea a los seres humanos, tanto al varón como a la hembra, en el sexto día, después de crear la luz, la Tierra, los peces, las aves y los animales. Pero en el capítulo 2 aparece una narración diferente, según la cual la creación del mundo comienza cuando “Dios formó al hombre del polvo de la tierra”. Después de crear las plantas y los animales y pedirle al hombre que les diera nombre, Dios le hace caer en un sueño profundo le saca una costilla, de la cual “formó una mujer y se la presentó al hombre”.

¿Cuál de las dos narraciones de la creación es la correcta? No estarán en contradicción si entendemos que trasmiten el mismo mensaje: que el mundo fue creado por Dios y que los humanos somos sus criaturas.

Teólogos y exégetas han afirmado a través de los siglos hasta los tiempo actuales que la Biblia es infalible con respecto a las verdades religiosas, no en asuntos que no son importantes para la salvación. Ya a principios del siglo V escribía San Agustín que los cristianos no deben tratar de resolver cuestiones científicas con las Sagradas Escrituras. En 1981, el papa Juan Pablo II escribió que la Biblia "nos habla del origen del universo y su creación, no para proporcionarnos un tratado científico sino para establecer las correctas relaciones del hombre con Dios y con el universo [...] y con el fin de enseñar esta verdad se expresa en los términos de la cosmología conocida en los tiempos del escritor sagrado.”

La ciencia y las creencias religiosas no tienen por qué estar en contradicción. La ciencia y la religión son como dos ventanas diferentes para observar el mundo. Las dos ventanas dan al mismo mundo, pero muestran aspectos diversos de él. La ciencia se ocupa de los procesos que explican el mundo natural: las galaxias y estrellas del espacio, cómo se mueven los planetas, la composición de la materia y el origen de los organismos, incluyendo los seres humanos. 

La religión se ocupa del significado y propósito del mundo y de la vida humana, la correcta relación entre los seres humanos y el Creador y entre ellos mismos, y de los valores morales que inspiran y gobiernan la vida de las personas.

Es posible creer que Dios creó el mundo, al tiempo que se acepta que planetas, montañas, plantas y animales, incluyendo los seres humanos, se produjeron, después de la creación inicial, por procesos naturales. En lenguaje teológico, Dios actúa a través de causas secundarias. De manera parecida, al nivel del individuo, una persona puede creer que es una criatura de Dios sin negar que se haya desarrollado por procesos naturales a partir de un óvulo fecundado en los ovarios de su madre.


Los científicos aceptan la evolución de los organismos con el mismo grado de confianza con que aceptan otras teorías científicas totalmente comprobadas, como la revolución de la Tierra alrededor del Sol, la expansión de las galaxias, la teoría atómica o la teoría genética de la herencia biológica. 

El origen de nuestra especie, Homo sapiens, a partir de antepasados que no eran humanos es una conclusión científica corroborada más allá de toda duda razonable. Pero aceptar esta conclusión es compatible con creer en Dios y que somos sus criaturas.

Perfeccionistas


Tender a un modelo de perfección y buscarlo durante toda la vida es un sano estimulo cuando lo centramos como un medio para mejorar nuestra vida y la de las personas con las cuales nos relacionamos.

La misma perfección se logra aprendiendo de los errores y todos los seres humanos tienen derecho a equivocarse pues es el modo como se hace experiencia en la vida y se aprende a madurar y mejorar en todos los aspectos.


El problema no es la búsqueda de la perfección en sí, sino la motivación que nos lleva a buscar la perfección. 

Buscar la perfección puede ser un ideal muy positivo cuando se hace con una dimensión de apertura a los demás, por el bien personal y de los demás, y con una dimensión espiritual que nos proyecta dando un sentido a todo lo que hacemos sin limitarlo a nosotros mismos. 

Tomar Las Riendas


Afirmaciones positivas: Las afirmaciones positivas nos hacen sentir mejor, para poder llenar nuestra mente de afirmaciones positivas debemos vaciarla de pensamiento negativos para ello es importante detectarlos. Una vez identificados los sustituiremos por otros más positivos de forma automática.

Esto que parece tan simple consigue disminuir nuestra ansiedad física y cognitiva.

Detección de pensamiento: Con esta estrategia buscamos el control del pensamiento, puede usarse antes, durante o después de la situación que nos genera la emoción negativa. Cuando empieces a notarte nervioso, alterado presta atención a los pensamientos que estés teniendo, observa las connotaciones negativas que tienen para ti y tras el análisis date órdenes que busquen la interrupción del pensamiento como STOP, PARA, YA, BASTA… tras esta autoinstrucción sustituye los pensamientos detectado como negativos por afirmaciones positivas. Necesitarás práctica para identificar los pensamientos que evocan las emociones negativas y convertirlos en positivos.

Ensayo mental: Esta técnica es muy aconsejable cuando vamos a hacer algo para lo que no nos sentimos seguros: alguna prueba, hablar en público, un examen… consiste en visualizar que la situación temida se desarrolla sin problemas, te sientes seguro, relajado y satisfecho. Puedes repetirte consignas como: lo estoy haciendo bien, estoy relajado, al público le gusta práctica mentalmente tu plan de actuación, con cada ensayo mental la ansiedad se irá reduciendo y aumentara tu confianza para superarlo con éxito.

Cambio de perspectiva: dos grandes errores que cometemos las personas son pensar que nuestro punto de vista es el válido y otorgar a los demás intenciones que no son correctas. Esto nos lleva a menudo a discusiones o a sentirnos mal sin motivo. Es importante intentar cambiar la perspectiva sobre las personas y los hechos para no caer en estos errores.

Ampliando el foco de la situación: cuanto más cerca estamos de algo menos lo vemos, alejándonos de forma literal o mental para intentar ver la situación en su globalidad. Analizar la situación desde esta perspectiva.

Poniéndonos en el lugar de la otra persona: pensar qué está sintiendo o qué circunstancias puede estar viviendo para que se comporte así. De esta forma podemos ser más tolerantes y reduciremos nuestros sentimientos negativos hacia él. Por ejemplo un camarero que no te atiende, puede estar con mucho trabajo, o que exista un problema en la cocina y por ello no puede servirte, piensa en lo agobiado que se debe sentir en ese momento, esto te ayudará a sentirte más relajado y tener más paciencia.


Mejor Hacerlo Ahora


Dejas para más adelante aquellas cosas que no te apetece hacer ahora, que crees que no conseguirás, o que no te motivan demasiado. Eres (somos) especialista en procrastinar y ser improductivo, en dejar para más adelante… Quieras o no los días pasan y la diferencia entre los que consiguen algo y los que no consiguen nada, es que se ponen manos a la obra con sus objetivos, sin excusas.

No pongas excusas, por favor
Regálate una semana sin excusas, una semana sin quejas, sin dejar para luego, con fluidez, con dinamismo, con productividad… ¿imaginas?
No pongas excusas cuando piensas en llamar a un cliente, no pienses “ahora no es buena hora, estará almorzando”, “Seguro que está reunido…”, “le llamaré cuando llegue a la oficina”…
No pongas excusas para crear hábitos saludables en tu vida, no digas “mañana empiezo”, “el próximo mes me apunto”…

No pongas excusas para aprender otro idioma, no digas aquello de “ya soy demasiado mayor”, “cuando tienes hijos…” (se me están quitando las ganas de tener hijos con tanta gente tirando balones fuera y poniendo a sus hijos como excusa entre ellos y sus objetivos. Ahora es cuando dices aquello de “ya me lo dirás, ya”)

No pongas excusas para pasar tiempo con las personas que quieres. Apaga tu ordenador, deja tu móvil fuera de la vista, mira, escucha, toca, ama a las personas que más quieres, pero por favor, no pongas excusas. El exceso de trabajo NO puede romper una relación de pareja, o hacer que no dediquemos tiempo a educar a nuestros hijos, somos las personas las que priorizamos mal, las que no sabemos poner límites, se asertivo contigo mismo/a.

No pongas excusas para cuidar tu salud, para hacer más deporte, para recibir un masaje, mañana nunca es un buen día. Llama hoy, reserva hoy, queda hoy…

El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años, el segundo mejor momento es ahora

Ahora puedes terminar de leer este post y seguir matando el tiempo con cualquier tarea menor o puedes hacer esa llamada, apuntarte a esa actividad, llamar a esa persona, en definitiva, hacer lo que tienes que hacer (y lo sabes!). ¿A qué esperas?

viernes, 18 de enero de 2019

Voluntad De Realizar

Cuántas veces nos proponemos objetivos que implican hacer cosas y no las llevamos a cabo por falta de voluntad. Encontramos excusas y justificaciones para no hacer lo que pretendíamos o nos gustaría. 

Se interponen imprevistos que nos desvían de lo que nos habíamos propuesto o bien preferimos distraernos con múltiples asuntos, ya sea responder correos que no son urgentes, indagar en páginas de Internet que despiertan nuestra curiosidad o sencillamente mirar por la ventana, con tal de no abordar lo que nos habíamos propuesto.

La pereza y la falta de atención debilitan nuestra voluntad. Quizá pensamos que no somos apáticos porque estamos ocupados. Pero la indolencia no es solo no hacer, es falta de estímulo y carencia de deseo. Se puede manifestar en una incapacidad de centrarse y en una dejadez que nos lleva a posponer para otro día lo que podríamos solucionar y hacer ahora.

En su libro El esfuerzo, el filósofo Francesc Torralba expone que la pereza y el aburrimiento están emparentados. La holgazanería nos lleva a no hacer nada, y el no hacer nada, al aburrimiento. “Este es indirectamente el motor de la historia”, afirma Torralba, “si no experimentáramos el aburrimiento de no hacer, tampoco nos pondríamos en acción”. 

El problema surge cuando el aburrimiento se mata con distracciones que no llevan a ningún logro personal, ni relacional, ni social; sencillamente se deja pasar el tiempo de una forma que debilita y también apaga nuestra red relacional. Se pasa bien, pero la mera distracción no ofrece plenitud ni nos deja satisfechos, y finalmente permanece un vacío interior, de sentido. En vez de llamar a un amigo, tener una buena conversación, preparar una sabrosa comida, realizar algo creativo, hacer ejercicio o meditar para fortalecer la mente y el cuerpo, uno se deja llevar y se distrae en cosas que no le aportan ningún beneficio, ni siquiera el de relajarse y calmar la mente.

Para lograr lo que se propone, debe cambiar la inercia de lo rutinario que invade o consume su empuje creativo y su voluntad. Cuando quiera hacer algo, ir a nadar o a caminar, llevar a cabo un proyecto, iniciar una aventura, mantener una conversación o escribir un libro, primero debe visualizarlo. Piense en cuál es el ideal, cómo será cuando lo consiga, qué le mueve, cuál es su intención y para qué lo quiere hacer. Responder a estas preguntas le ayudará a fortalecer la voluntad para esforzarse y encaminarse hacia ello.

Tener perspectivas de un horizonte mejor impulsa a ponerse en marcha. La voluntad se trabaja, se educa y se fortalece con atención plena y con esfuerzo. “Solo nos ponemos en marcha si imaginamos que podemos llegar a buen puerto”, afirma Torralba. Pero cuando nuestra ilusión está atrofiada permanecemos estancados en una inercia en la que vamos haciendo pero sin impulso creativo, sin imagen ni visión que tire de nosotros.


Para poner la voluntad en acción también hay que reconocer la necesidad de desatar el potencial creativo. De hecho, sin conciencia de esta necesidad, sea cual sea, permanecemos secuestrados por nuestra rutina y por una conducta automática. En esas condiciones, la voluntad está adormecida. 

Solo cuando uno se da cuenta, por ejemplo, de que precisa realizar ejercicio, se esfuerza en dedicar tiempo y recursos para conseguirlo. Y aun así, si además no se nutre con entusiasmo y no ejercita su voluntad, la pereza y la rutina acaban ganando la partida.

Desigualdades

La desigualdad social es una circunstancia socioeconómica en la que un colectivo o comunidad son tratados de manera diferente por los demás sujetos o grupos de su entorno.

Seguramente habrás oído hablar más de una vez de la desigualdad social, término que en los últimos años ha cobrado especial protagonismo cuando se trata de analizar las relaciones geopolíticas internacionales o la inclusión de sectores sociales que, por diversas razones, han estado históricamente marginados.

Desigualdad social: de qué hablamos exactamente
La desigualdad social es una de las lacras actuales. Veamos qué es, cómo se produce y las consecuencias que acarrea. Familias con hijos e hijas como la tuya están sufriendo sus efectos en su vida cotidiana. ¡Implícate!

Definición de desigualdad social
La desigualdad social es una situación socioeconómica que se presenta cuando una comunidad, grupo social o colectivo recibe un trato desfavorable con respecto al resto de miembros del entorno al que pertenecen.

¿Cómo se manifiesta?
No solo se manifiesta en aspectos como el poder adquisitivo, que es sin duda la causa principal de la exclusión y la falta de oportunidades en muchos lugares del mundo.

Otros elementos que pueden motivar la desigualdad social son la cultura, la etnia, la raza, la religión, el origen y la nacionalidad, las costumbres y la ideología.

¿Qué implica?
Es por esto que en casi todos los casos la desigualdad social conlleva, además de una situación de marginación y aislamiento, el señalamiento de esos grupos sociales que se han visto afectados directamente por esta circunstancia. Quédate con esta idea y reflexiona cómo puede llegar a afectar este hecho a las familias con menores, porque hay mucho más que contar… ¡Sigamos!

Desigualdad y privilegios desde la antigüedad
La lucha por alcanzar una igualdad social plena ha ido variando a lo largo del tiempo en función de los cambios que han experimentado las sociedades.
Nunca ha existido un sistema socioeconómico completamente igualitario. De hecho, los privilegios y las jerarquías sociales han existido incluso desde las primeras formas de organización social que surgieron en la antigüedad.

El reconocimiento de los derechos del ser humano
La lucha contra la desigualdad social ha transcurrido paralelamente a la aparición de los derechos fundamentales. La Declaración de los Derechos del Hombre, en 1789, y la aprobación de la Carta de los Derechos Humanos, en 1948, son dos acontecimientos esenciales en este sentido.
Ambos textos elaboraron el marco necesario para el reconocimiento de los derechos inherentes a la condición humana, entre ellos, el de la igualdad y sus diferentes manifestaciones: social, política, económica o cultural.

Hoy día, pese a que los Derechos Humanos constituyen un concepto general al cual se han adherido casi todas las naciones del mundo, la situación de desigualdad social no está del todo erradicada.
Por el contrario, existen indicios claros de que en los últimos años ha ido en aumento, lo cual le convierte en uno de los principales retos para la gobernanza mundial en el siglo XXI.

Acabar con la desigualdad: objetivo de la ONU
La Organización de las Naciones Unidas incluyó la lucha contra la desigualdad social como uno de los objetivos prioritarios de gobernanza mundial en los próximos 30 años, especialmente en países en vías de desarrollo o en contextos marcados por la pobreza, la exclusión y la marginalidad.

Los datos sobre la desigualdad mundial
Oxfam Intermón alertaba, en una nota de prensa en 2016, de la gravedad en materia de desigualdad social debido a la disparidad de ingresos entre unos grupos privilegiados de la población y la gran mayoría de esta.

Un 1% de la población mundial posee más riqueza que el resto de las personas.
Se incrementa la brecha salarial entre las personas trabajadoras con mayor y menor retribución.
La mayor parte de las personas trabajadoras peor asalariadas en el mundo son mujeres. Estas madres trabajadoras se enfrentan a una cuestión que atañe a la calidad de la vida diaria de su familia.

La población más adinerada ha incrementado su riqueza, mientras la población más pobre ha sufrido justo lo contrario.

La presencia de paraísos fiscales permite a las grandes multinacionales y personas más ricas eludir el pago de los impuestos correspondientes.

Reflexionando sobre estos datos, es fácil comprobar que la desigualdad de ingresos se ha convertido en uno de los principales obstáculos para alcanzar el desarrollo social.

Pero no es simplemente una cuestión económica o de rentas mínimas. Tiene que ver, y mucho, con la posibilidad de cubrir o no las necesidades básicas, y hacer efectivos los derechos de toda la ciudadanía y con cómo las familias con niños y niñas están viéndose afectadas por ello. Por suerte, no todo está perdido.


La desigualdad social es un problema estructural. Es decir, está enquistada en los sistemas políticos y económicos que determinan el rumbo de nuestras sociedades, y quizá de ahí provenga la dificultad para combatirlos definitivamente.

El Lenguaje Figurado




En el lenguaje hablado o coloquial usamos a menudo palabras relacionadas con el sentido del gusto, sin darnos cuenta: “tiene una sonrisa muy dulce” o “recibió una amarga noticia”, por ejemplo.

Una investigación realizada por científicos de la Universidad de Princeton y la Universidad Libre de Berlín sobre las áreas del cerebro que se activan cuando oímos o leemos este tipo de expresiones ha arrojado resultados interesantes.

El estudio reveló que las palabras relacionadas con el gusto “despiertan” los centros emocionales del cerebro más que las palabras literales con el mismo significado. Es decir, que la expresión “tiene una sonrisa muy dulce” nos resulta más significativa que la expresión “tiene una sonrisa muy amable”.

A esta conclusión llegaron los científicos tras analizar los cerebros de un grupo de voluntarios que leyeron 37 frases que incluían palabras relacionadas con el sabor, aplicadas a contextos que nada tenían que ver con la comida.

Los expertos compararon la reacción de los cerebros de los participantes a dichas expresiones, con la respuesta cerebral a expresiones más literales. Descubrieron así que las palabras vinculadas a sabores activaban áreas cerebrales asociadas con el procesamiento emocional –como la amígdala- y también las regiones relacionadas con el acto físico de la degustación.

Según explica una de las autoras del estudio, la profesora de la Universidad de Princeton, Adele Goldberg, en un comunicado de dicha Universidad, el hecho de que las expresiones metafóricas provoquen un aumento de la actividad neuronal en esas regiones del cerebro incrementa la eficacia comunicativa.

El lenguaje humano utilizaría con frecuencia sensaciones u objetos físicos para referirse a conceptos abstractos -como el tiempo o las emociones (por ejemplo, comparamos el amor con el disparo de una flecha en el corazón e incluso con estar “enfermo”)- porque de este modo unimos la expresión a una experiencia física y, en consecuencia, incrementamos su significación.

Por tanto, esta nueva investigación sugiere que el uso del lenguaje figurado no es solo meramente descriptivo, sino que conlleva involucrar al cerebro a un nivel emocional y, potencialmente, amplificar el impacto de nuestras frases.

Según Goldberg. "podría ser que nos comprometamos más con los conceptos abstractos cuando usamos el lenguaje metafórico, que nos une a las experiencias físicas”. Así, este lenguaje supondría una "ventaja retórica" en la comunicación con los demás”.




Lenguaje y emociones




Hasta ahora, el papel del lenguaje figurado no había sido estudiado desde esta perspectiva. "Hay una gran cantidad de investigaciones sobre los efectos conceptuales de las metáforas, tales como la forma en que permiten a la gente pensar sobre conceptos nuevos o abstractos, en términos de cosas concretas con las que se está familiarizado. Pero hay muy poco trabajo sobre el impacto emocional de la metáfora", afirman los investigadores.






Sin embargo, el dicho impacto “parece ser una de las principales razones por las que la gente usa metáforas”. "Estos resultados sugieren que el uso de ciertas expresiones metafóricas induce más a una reacción emocional que decir lo mismo, literalmente. Esas expresiones pueden tener así efectos sobre el razonamiento, el juicio o la toma de decisiones que se sabe tienen las propias emociones", concluyen los autores del estudio.

Consumidores Consumidos

La Ciudad se ha en un gran hipermercado. Cada día unos mil mensajes nos incitan a comprar artículos que no necesitamos. 

Estamos inmersos en el consumismo que se alimenta de la influencia de la publicidad y ésta se basa en ideas tan falsas como que la felicidad depende de la adquisición de productos. Consumir quiere decir tanto utilizar como destruir. En la sociedad de consumo no sólo sentimos cada vez mayor dependencia de nuevos bienes materiales y derrochamos los recursos, sino que el consumo se ha convertido en un elemento de significación social. Se compra para mejorar la autoestima, para ser admirado, envidiado y/o deseado.

El peligro es que las necesidades básicas pueden cubrirse pero las ambiciones o el deseo de ser admirados son insaciables, según alertan los expertos. En la sociedad de consumo encontramos tres fenómenos que le son propios y que juntos producen lo que se ha denominado adicción al consumo.

Por un lado, la adicción a ir de compras. Hay quien se habitúa a pasar su tiempo en grandes almacenes o mirando escaparates como fórmula para huir del tedio. Esta tendencia puede estar o no asociada a la compra compulsiva. En segundo lugar, un deseo intenso de adquirir algo que no se precisa y que, una vez adquirido, pierde todo su interés. Esta inclinación se relaciona con situaciones de insatisfacción vital.

Por último, y asociada a la compra compulsiva, está la adicción al crédito, que impide controlar el gasto de una forma racional. Las tarjetas de pago y otros instrumentos de crédito que nos invitan a comprar cuanto se nos antoje y producen un sobre endeudamiento facilitan esta adicción. La cuesta de enero es un claro ejemplo de este endeudamiento y una consecuencia, a su vez, de que se ha mercantilizado (como casi todo) la Navidad. Este fenómeno del sobre endeudamiento preocupa en la Unión Europea como problema socioeconómico, lo que ha dado lugar a la existencia de un proyecto auspiciado por el Instituto Europeo Interregional de Consumo.

El estudio ha sido impulsado desde España por la Dirección General de Consumo de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, coordinadora de un estudio realizado en ésta y otras áreas de la Unión Europea (Escocia, Lombardía y Toscana). En todas ellas se han obtenido resultados similares, lo que refuerza su validez, según Javier Garcés, psicólogo experto en consumo que se ha ocupado del aspecto técnico. Según los datos del estudio un 33% de la población adulta (32% de los hombres y 34% de las mujeres) tiene problemas de adicción a la compra, de compra impulsiva y de falta de control del gasto; un 18% de ellos de forma moderada; un 15% presenta un nivel importante de adicción y un 3% llega a niveles que pueden considerarse patológicos. 

Es decir, se trataría de una adicción en sentido médico estricto. En cuanto a la población joven, el porcentaje de adictos sube hasta el 46% (53% de las mujeres y 39% de los varones) y el 8% presentan niveles que puede rozar lo patológico. El estudio rompe con la idea de que la adicción al consumo sea un problema de mujeres con tendencia depresiva y desvela datos tan curiosos como que los jóvenes tienden más a la adicción en la medida en la que se creen más guapos mientras que, entre los adultos, son más consumistas aquellos que están menos satisfechos con su apariencia física. Además, desmiente la creencia popular de que las mujeres gastan más en ir de compras que los hombres.


El Supermercado De La Cultura


Una vez más, me da la impresión de que la actual locura por las series es un acto de consumo para alcanzar un cierto prestigio. Para estar ahí, para decir “yo la ví”, “sé que es”, “estoy en el ajo”, “yo ya voy por la siguiente temporada”.

Esto pasa con la cultura de masas, pero también cuando entramos en mundos supuestamente más independientes. De repente surge una banda, un pintor, un autor, y si no quieres ser un moderno de palo tienes que saber quién es esa nueva banda, ese pintor, ese autor. Ser el primero en comprar el disco/cuadro/libro. Es tu prestigio lo que está en juego. Y, desde luego, debes ser el primero en abandonar el culto cuando el grupo se vuelve mainstream y hay seres desvalidos que no logran esa entrada para su concierto.

Al final también las manifestaciones culturales se convierten en productos de consumo con los que pretendemos defender nuestro puesto en el escenario social. Son tan productos de consumo que nuestro objetivo ya no es gozar de sí mismos, sino obtener el acceso a ellos. 

El éxtasis no es escuchar la canción, sino adquirir el salvoconducto para escucharla. No queremos disfrutar la cultura, queremos poseerla y llevarla colgada de la solapa para que todo el mundo sepa que la poseemos. Como decía el recientemente fallecido Zygmunt Bauman, “En el mundo actual todas las ideas de felicidad acaban en una tienda”. Ya ni siquiera el placer que nos regala la cultura se salva de esa máxima de consumo y posesión.


Y quedan dos, a mi parecer, graves secuelas a causa de este enfoque. Por un lado, centenares de propuestas culturales se quedan sin espacio donde crecer, ya que no forman parte de ninguno de los dos bandos, ni son monstruos de la cultura de consumo obligatorio, ni son tan alternativos y oscuros que sean capaces de ofrecer un prestigio alternativo a sus consumidores. 

Y como todo este catálogo de otras propuestas no tiene margen para darse a conocer, al final, el diseño de nuestros gustos culturales queda totalmente en manos de este enfoque  tan  marketiniano y construimos nuestras personalidades culturales sin margen para tener elementos en los que definirnos realmente como únicos e individuales, bajo el riesgo de ser expulsados de los bien pensantes, ser vistos con recelo o ser considerados simplemente incultos por no consumir y solo gozar.

Saber Lo Que Dice

En toda comunicación existen 2 niveles:
Intelectual: hace referencia al lenguaje verbal, a la información concreta, datos, ideas, etc. En él transmitimos pensamientos.

Emocional: comprende al lenguaje no verbal. Es decir, las miradas, tonos de la voz, gestos, actitudes, etc. En este nivel transmitimos emociones y sentimientos.

¿Cómo se perciben nuestros mensajes? Se dice que un 30% es lo que decimos y un 70% cómo lo decimos. Esto demuestra el impacto que tiene la comunicación no verbal. Por tanto, debemos tener muy presente cómo nos manejamos en el uso del lenguaje de las emociones y sentimientos.

Comunicar es poner en común, compartir. Es un proceso que se realiza en 5 pasos:
Elaboración de la idea.
Codificación de la idea.
Transmisión del mensaje.
Decodificación.
Recepción por el destinatario.

El proceso de degradación del mensaje
Solemos dar por hecho que lo que decimos está claro y nos cuesta creer que no sea así. Pero la realidad es que el proceso suele ser el siguiente:

El emisor piensa el 100% de lo que quiere transmitir. Pero solamente transmite el 80%
El receptor percibe un 60% de lo que le transmiten. Y de eso interpreta un 50%.
Por lo tanto, hay 3 tipos de mensajes:

El mensaje pensado o proyectado: aquel que el emisor intenta transmitir.
El mensaje transmitido: el realmente transmitido y que está en el canal de comunicación.
El mensaje recibido: el decodificado y comprendido por el receptor.
Es evidente que se producen diferentes circunstancias que obstaculizan la comunicación eficaz.  

El proceso de degradación del mensaje sigue la siguiente secuencia:
Lo que se quiere decir
Lo que se sabe decir.
Lo que se dice.
Lo que se oye.
Lo que se escucha.
Lo que se comprende.
Lo que se acepta.
Lo que se retiene.
Lo que se pone en práctica.

Todo esto podría resultar desalentador para aquellos que piensan que comunicar es sencillo. Por otro lado, nos invita a reflexionar sobre la importancia de mejorar nuestras habilidades comunicativas y el impacto que tiene lo que decimos y cómo lo decimos. 

Y a no dar por supuestas muchas cosas.