viernes, 14 de julio de 2017

Somos Lo Que Hacemos


Según el conocido dicho popular “por sus actos los conoceréis”  cabría concluir que lo que determina la naturaleza profunda de un individuo es su conducta, lo que hace o deja de hacer en las situaciones comprometidas.

Pero no nos dejemos llevar por la tentación del análisis fácil. Profundicemos un poco más.
Cada uno de nosotros posee unas creencias, unos deseos, unas aspiraciones y una ética. Llamemos a ese conjunto “personalidad verdadera”.

Sabemos, sin embargo, que no siempre se manifiesta en nuestra conducta esa personalidad profunda que identificamos con nuestra verdadera esencia. ¿Por qué?

La razón es que el entorno actúa sobre nosotros como una especie de frontón que nos devuelve la pelota en función de cómo la lancemos. Antes de decir en voz alta lo que pensamos o actuar como desearíamos, tenemos que imaginar cómo reaccionará el entorno y en base a esa conjetura, realizar el cálculo del costo que tendrán nuestras acciones.

Lo habitual es expresarse y actuar según el criterio del máximo beneficio en función del entorno y a ese estilo de comportamiento podríamos llamarlo “personalidad optimizada en función del entorno”.

Así, si estuviéramos en un país donde se lapidan a las mujeres adulteras, nos cuidaríamos de exponer públicamente nuestra opinión al respecto y si hubiésemos vivido en la Alemania nazi, evitaríamos ayudar a cualquiera que fuese judío, aunque nuestros deseos fueran otros.

Así que, según lo que antecede, habría que suponer que tenemos una personalidad profunda, con la que nos sentimos identificados y otra personalidad externa, que fluctúa y se adapta al entorno. La personalidad externa actuaría como un filtro corrector para las manifestaciones de la personalidad profunda, a fin de optimizar su comportamiento básico.

El gran hombre, ese que trasciende a los libros de historia y que deja su huella en el mundo, se caracteriza por regirse siempre por su personalidad profunda y no dejarse intimidar por el entorno. Por el contrario, el sujeto insignificante, se caracteriza por amoldarse rápida y descaradamente a cada situación, cambiando continuamente de discurso y de comportamiento, en función de lo que más le conviene en cada caso.

La pregunta que ahora nos hacemos es: ¿Cuál estrategia es mejor? ¿En qué se diferencia el gran hombre del apenas hombrecito?

 La diferencia fundamental está en la eficiencia computacional de la mente del gran hombre, 
capaz de imponer su personalidad interior al entorno, sin tener que pagar un alto costo por ello
.
El gran hombre es capaz de transformar el entorno para adaptarlo a su forma de pensar y de actuar, tal como han demostrado los grandes líderes sociales, mientras que el hombrecito no dispone de recursos mentales y se ve obligado a adaptarse al entorno para paliar y compensar la ineficiencia computacional de su entramado sináptico.


Pero en el fondo, casi todos somos grandes hombres y no tenemos por qué recriminarnos cuando nos comportarnos como hombrecitos en algunas ocasiones críticas, pues ya pagamos por ello un alto precio en vergüenza y oprobio.

El Escenario De La Vida


Nos hemos preguntado alguna vez, ¿Cuántos escenarios recorremos en un día? ¿Qué personas nos acompañan? A diario interactuamos con nuestros seres queridos, algunas personas que conocemos de toda una vida, amigos, compañeros de trabajo, personas que no hemos visto nunca y que no volveremos a ver más.

Compartimos en casa, salimos a tomar el bus o conducir, transportándonos para realizar nuestras actividades diarias.  Interactuamos en el trabajo, jefe, compañeros de trabajo, salimos, compramos productos, servicios, caminamos por la calle, compartimos diferentes necesidades y momentos de recreación con otros.

¿Podrías ser un testigo por un instante de ti mismo? Y ubicarte como tu propio observador un día de tu vida. ¿Qué es lo que ves? ¿En qué escenario te sientes más cómodo? ¿Cuándo fluyes más, y en que otros pierdes el control? ¿Qué es importante para ti, y qué es irrelevante?
¿Cuándo se bloquea tu energía positiva? ¿Dónde? ¿Con quiénes? ¿Cómo? ¿Cuál es tu papel en ese escenario? ¿Te puedes dar cuenta de algo ahora?

¿Qué podríamos hacer para tener mayores estados de “fluidez”(equilibrio y sintonía con nosotros mismos y con el entorno).  Suelo escuchar frases como, ¡Todo estaba bien, hasta que llegó tal persona y me malogró el día!, ¡No puedo tolerar este tipo de cosas, me alteran mucho!.  

¿Podemos ser felices en un escenario y en otro ponernos muy irritables?.. Esta pregunta encierra el principio de la felicidad constante, un tipo de felicidad que nos acompaña a donde vamos, una totalidad, donde cada encuentro y lugar es importante y tiene que ver con el nivel de felicidad que experimentamos.   Para sentirnos protagonistas en todos los escenarios donde nos toca vivir cada día es preciso aceptar diferencias, contagiarte con la alegría de otros, tener empatía y dar un poco de ti que pueda “servir.  Por ejemplo,  podemos ser protagonistas estando en una butaca escuchando una conferencia, interiorizando al máximo todo lo que podamos aprender, podemos ser protagonistas respondiendo de manera inteligente a una provocación gestionando adecuadamente nuestras emociones, no necesitamos tener el primer papel para ser protagonistas del aprendizaje de nuestra vida.

Seamos observadores del mundo (yo interno y entorno), cada instante de nuestra vida, en cada escenario, aprendamos a entender a los seres humanos que les toca cruzar experiencias con las nuestras, que hacen historia con nosotros.  Seamos protagonistas activos, emprendiendo algo nuevo cada día, compartiendo, tal vez no veamos nunca más a la persona que le cediste el paso en la calle, pero su mirada quedará en ti y te llenará el alma. 

Mira a tu alrededor como una campo de aprendizaje continuo,

“Alegría-tristeza”, opuestos complementarios indisolubles y eternos, uno sin el otro sería imposible la evolución y la felicidad. (Opuestos Complementarios
-Osho.



jueves, 13 de julio de 2017

Dialogar Con Uno Mismo


Cuando somos pequeños, acostumbramos a pensar en voz alta, o expresar oralmente cada uno de nuestros pensamientos. Esto se conoce como “habla privada” y constituye una práctica esencial para nuestro desarrollo temprano. Conforme vamos creciendo y madurando, el proceso del pensamiento se despega del habla y se va internalizando.

¿Por qué hablamos solos siendo adultos?

Según la reconocida profesora e investigadora en el campo del desarrollo infantil, Laura E. Berk, la necesidad de hablar en voz alta consigo mismo no desaparece nunca. De hecho, el habla privada puede resurgir en aquellos momentos de la vida en que nos toca lidiar con actividades que son muy demandantes o poco familiares. A nivel psíquico, esto representa un recurso muy útil para adquirir habilidades nuevas y superar desafíos.

¿Hablarse a uno mismo en voz alta? ¿Acaso eso no significa que te está faltando un tornillo? ¿Qué te estás volviendo loco? No, en absoluto. Esta práctica incluso puede resultar beneficiosa si sabes cómo realizarla.

Hablar con uno mismo en voz alta no solo alivia la sensación de soledad, sino que también te vuelve más listo.

¿Más listo? ¿Cómo? Muy simple: te ayuda a aclarar tus pensamientos, a tomar decisiones o a reafirmar las que ya has tomado. Pero ten en cuenta solo un detalle: hablarte a ti mismo solo te favorecerá si te hablas con respeto.

Lamentablemente, hay personas que se reprochan cosas y se tratan mal a sí mismas. Se dicen cosas tales como: “Debiste haberte dado cuenta antes de eso”, “Qué imbécil has sido” o “Deberías haber hecho tal o cual cosa”. Hablarte de esta manera es peor que el silencio total. De modo que si este es tu estilo, haz el esfuerzo para dejar de hablarte así inmediatamente. Debes hablarte como si fueras tu mejor amigo, pues lo eres.

Estas son cuatro modalidades para hablarte a ti mismo que te ayudarán a sentirte mucho mejor:

1. Pensar Sobre tus Opciones en Voz Alta
Esto es útil, especialmente si te está costando tomar alguna decisión, cuando te encuentras en una encrucijada y te resulta difícil el proceso de elección. Si puedes escuchar lo que piensas, pondrás tus ideas en orden fácilmente, podrás ver con más claridad las alternativas posibles y podrás tomar la decisión que te haga sentir mejor.

2. Motivarte
Es una buena manera para alentarte a hacer cosas que tal vez no tienes muchas ganas de hacer, pero que son necesarias. Puedes decirte, por ejemplo, “Buenos días querida, ¿qué tal si hoy aprovechamos el día para ordenar la casa?”, u “Hola grandulón, hoy sin falta tienes que llamar al contador y ponerte al día con el papeleo, antes de que multen”.

3. Felicitarte
¿Por qué esperar cumplidos de los demás? Si te los mereces, siempre puedes brindarte los cumplidos tu mismo. Además, la mayoría de las personas no tiene idea sobre tus pequeños logros, como cuando pasaste enfrente de la panadería sin comprar nada, porque has decidido bajar de peso, o cuando finalmente lograste terminar esa tarea que hace tanto tiempo querías finalizar. ¿Acaso eso no se merece un “¡Buen Trabajo!”? Claro que sí, los niños escuchan este tipo de cosas todo el tiempo, y los adultos casi nunca. ¡Corrijamos eso ahora!

4. Establecer Objetivos
Supongamos que estás tratando de planificar tus vacaciones. Establecer un objetivo y hacer un plan (dónde ir, cuándo ir, etc.) puede ser de gran ayuda. Claro que simplemente podrías hacer una lista con esas cosas, pero decirlo en voz alta puede ayudarte a concentrar tu atención, a reforzar el mensaje, a controlar tus emociones y a eliminar las distracciones. Los atletas profesionales lo hacen todo el tiempo, se dicen cosas como “mantén tu cabeza abajo, mira fijamente la pelota, respira profundamente”. 

Si funciona para ellos, ¿por qué no habría de funcionar también para ti?



Cultivemos Nuestra Mente


Se suele hablar poco de inteligencia cultural y mucho de la inteligencia emocional. Esta se considera una habilidad para percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y las de los demás, promoviendo un crecimiento emocional e intelectual. A partir de esta información interpretamos el mundo que nos rodea, lo que determina nuestra forma de pensar y de comportarnos.

Se le suele dar una gran importancia cuando se habla de relaciones entre personas, pero cuando las relaciones se establecen con personas de diferentes culturas es necesario tener en cuenta otra inteligencia, la inteligencia cultural.

La inteligencia cultural

Pero, ¿qué es la inteligencia cultural? No es más que la capacidad para adaptarse cuando se interacciona con personas de diferente cultura. Por ejemplo, cuando viajamos a países con diferentes idiomas pretendemos que ellos adapten su habla para que nos sea comprensible. ¿Hacemos nosotros lo mismo?

Componentes de la inteligencia cultural
La inteligencia cultural consta de cuatro componentes. Un componente motivacional, un componente cognitivo, otro metacognitivo y, por último, un componente conductual o comportamental.

El componente motivacional enfatiza el interés intrínseco en experimentar otras culturas e interactuar con personas diferentes. Ese deseo de conocer y entender cosas diferentes.

Por su parte, el componente cognitivo comprende el conocimiento de las normas de otras culturas. ¿Conocemos el sistema económico y jurídico de otras culturas? ¿Sabemos como comportarnos con personas de otras culturas según sus normas sociales?

El componente metacognitivo que se refiere a la conciencia transcultural. Comprender los aspectos culturales cuando las personas hacen juicios sobre sus pensamientos y los de los demás. 

En fin, comprender las ideas de los demás desde su propia cultura.

Por último, el componente comportamental se refiere a la capacidad de hablar y gesticular correctamente según las normas de otras culturas. ¿Quién no ha tenido problemas al pedir dos cervezas en Inglaterra? Es necesario que nos preguntemos cuánto conocemos de otras culturas, ¿conoces otros idiomas?, ¿sabes que rituales practican otras religiones?, ¿qué gesto usan para decir “ok”?. Por otro lado, ¿somos capaces de adaptar nuestro lenguaje cuando hablamos con alguien de otra cultura?, ¿respetamos sus actos?, ¿somos capaces de encontrar similitudes con nuestra cultura?

“Cuando dejo de ser lo que soy, me convierto en lo que podría ser”
-Lao-Tsé


Si Todos Queremos…


Tantas veces, decimos (hasta nos planteamos) que estaría bien que, muchas cosas de este mundo fueran mejor.

Pero no siempre es fácil decidirnos, más cuando tanta gente (y los mass media al servicio de los poderes establecidos con sus muchos “intereses creados”) nos dicen, una y otra vez, que esto no tiene remedio… 
Tantas veces, decimos (hasta nos planteamos) que estaría bien que, muchas cosas de este mundo fueran mejor. 
Pero no siempre es fácil decidirnos, más cuando tanta gente (y los mass media al servicio de los poderes establecidos con sus muchos “intereses creados”) nos dicen, una y otra vez, que esto no tiene remedio… 
Claro que, si de verdad lo deseamos, si la causa nos motiva de verdad, algo que sí podremos hacer. Aunque sea desde nuestra casa, tal vez desde una pequeña ONG o una asociación; en cualquier lugar de este planeta que llamamos Tierra pero que también es Casa de la Familia Humana. 
Trabajar por UN MUNDO MEJOR abarca tres aspectos:

1. Querer UN MUNDO MEJOR significa soñar y también comprometernos con nuestro planeta Tierra. Que lo necesita. Esta búsqueda, estos compromisos han  de estar apoyados en los cuatro grandes pilares de la PAZ, de la JUSTICIA, de la LIBERTAD y de la SOLIDARIDAD.  El Mundo es obra de Dios, pero también es obra del hombre, de los humanos. Y esa tarea está aún sin terminar. Es nuestra responsabilidad, nuestro compromiso, nuestro gran reto: vivir POR UN MUNDO MEJOR.

2.   Pero la mejoría de la realidad que nos rodea comienza siempre por ARMONÍA PERSONAL: si cada ser humano mejora, mejora su entorno, mejora todo... La tarea, pues, comienza por buscar el bienestar en nuestro cuerpo, por cuidar nuestra salud (física e intelectual). 
Y, para ello: saber quiénes somos, qué buscamos o queremos, cuáles son nuestros valores; qué ideales nos mueven a vivir con gozo nuestros días. Optar por hacer un Mundo Mejor es empezar a ser individualmente mejores.

3.  Y, paralelamente, hemos de cuidar, no podemos olvidar la ARMONÍA CON EL ENTORNO: nuestro entorno, que son los demás (la familia y las amistades) y también el medio ambiente (una naturaleza a la que también le debemos respeto), es el eslabón que nos une a lo Universal. 
De toda esa realidad que nos rodea, nosotros formamos parte: Nosotros somos “plural” y lo somos con quienes hacemos la vida, con quienes nos realizamos como personas.

 Y porque queremos, porque tenemos la intención de hacer realidad ese sueño de que el Mundo mejore..., necesitamos mejorar nuestra convivencia: todos los  problemas de convivencia, de entendimiento, de comprensión... que impiden que seamos más personas, más auténticos, más felices... es bueno que los analicemos y hagamos por mejorarlos.  


Así, verdadera, cabalmente, podremos decir que estamos interesadas e interesados por esa muy digna causa: AVANZAR EN EL LOGRO DE UN MUNDO MEJOR.  

miércoles, 12 de julio de 2017

Las Buenas Ideas


La buena idea es aquella que, cuando la escuchamos, lo primero que se nos viene a la mente es: “¿Cómo no se me había ocurrido antes?” Parece tan obvia, como si siempre hubiese estado ahí, a nuestro lado.

Y es que lo está: se encuentra “al lado”. Se trata del pensamiento lateral o divergente. Se le llama así porque diverge, es decir, se separa y ofrece soluciones más creativas a una situación que aquellas que normalmente se nos ocurrirían.

Cuando evaluamos un problema, se nos ocurre un patrón habitual para resolverlo de acuerdo con nuestras experiencias previas, lo cual limita las soluciones posibles. Por ejemplo: un tendedero de ropa es únicamente para colgar prendas de vestir a secar. Para eso sirve únicamente según nuestra experiencia. Sin embargo, también puede ser usado como decoración, para colgar fotografías dentro de la casa. ¿O qué tal colgarlas de una caña de pescar vieja? ¿O de las ramas de un árbol dibujado en la pared para aquellas familiares? El pensamiento divergente es aquel que rompe con ese esquema rígido y se va por caminos no tradicionales. A un problema (colgar las fotografías), se ofrecen más soluciones que un simple portarretratos, que es lo primero que se nos viene a la mente basados en nuestra experiencia y patrones aprendidos. Esta única solución automática vendría a ser más bien el pensamiento convergente, que suele buscar una sola respuesta a un problema y organiza toda la información para llegar a ella. Es el típico por el que se rige la educación tradicional, donde de todas las opciones posibles en una pregunta de examen sólo una es la correcta.

Algunas teorías pedagógicas indican que todos tenemos este tipo de pensamiento más desarrollado en la temprana infancia, cuando aún no hemos pasado por el sistema educativo y debemos descifrar el mundo por nosotros mismos, sin parámetros previos. Es por eso que el modo de ver la vida de los niños muchas veces nos sorprende. Dan definiciones y enfoques a temas de maneras que nunca se nos hubiesen ocurrido, pero que tienen una lógica contundente.

El psicólogo maltés Edward De Bono fue quien acuñó el término de pensamiento divergente, al afirmar que es una forma de organizar los procesos de pensamiento por medio de estrategias no tradicionales. Estas incluyen encontrar analogías, ignorar una característica del problema para poder analizarlo desde otros puntos de vista, o alejarse de estereotipos y considerar incluso las soluciones más absurdas, para ir ampliando la mente hacia otros horizontes.
No se debe confundir, sin embargo, el pensamiento divergente con el creativo. El divergente es más bien una característica de la creatividad, que está más involucrada con la imaginación que con el pensamiento lógico-racional.

La próxima vez que te enfrentes con un dilema, intenta poner en marcha tu pensamiento divergente. No importa qué tan absurdas puedan parecer las soluciones que se te ocurran, la idea es que experimentes nuevas formas de ver la vida y te entrenes cada día. 

Trata con lluvias de ideas, haz mapas mentales o ponle más atención a tus sueños apenas te despiertes en la mañana.

En fin: atrévete a pensar diferente.

Contra Viento Y Marea


Contra viento y marea desafiemos la sombra a la luz de una idea con el alma encendida hay que andar por la vida contra viento y marea. Y aunque el mar sea adverso y estemos inmersos en aguas muy feas continuemos el viaje que a nuestro coraje la fe lo acarrea. Contra viento y marea cada sol se repite, cada día alborea y florece a porfía un jardín de poesía contra viento y marea si llevamos ardientes la estrella en la frente igual que una tea entre un monte de pinos se abrirá algún camino contra viento y marea. Contra viento y marea la sonrisa de un niño es la gran panacea y una mano tendida la ternura crecida contra viento y marea. El amor tiene un duende que ríe, que enciende, que crea y recrea y aunque al diablo le pese retoña y florece y al mal lo voltea. Contra viento y marea hay montones de manos para hacer la tarea y esas pilas de ganas de llegar a mañana contra viento y marea lo que importa es la gente del sur y del norte de allí donde sea y ganar la partida porque triunfe la vida contra viento y marea. Contra viento y marea propongamos sin miedo una gran asamblea donde allí se proclame que la gente se ame contra viento y marea desterrar la codicia, tirar la injusticia desde una azotea y colgar un letrero que diga te quiero y todos lo vean contra viento y marea avancemos con todo sin mancharnos con brea si hace falta en la piedra plantaremos la hiedra contra viento y marea. Esta fue mi propuesta, tal vez lo que resta y todos desean es estar donde vibre la ansiedad de ser libres contra viento y marea. Quiera dios que así sea.... Contra viento y marea desafiemos la sombra a la luz de una idea con el alma encendida hay que andar por la vida contra viento y marea. Y aunque el mar sea adverso y estemos inmersos en aguas muy feas continuemos el viaje que a nuestro coraje la fe lo acarrea. Contra viento y marea cada sol se repite, cada día alborea y florece a porfía un jardín de poesía contra viento y marea si llevamos ardientes la estrella en la frente igual que una tea entre un monte de pinos se abrirá algún camino contra viento y marea. Contra viento y marea la sonrisa de un niño es la gran panacea y una mano tendida la ternura crecida contra viento y marea. El amor tiene un duende que ríe, que enciende, que crea y recrea y aunque al diablo le pese retoña y florece y al mal lo voltea. Contra viento y marea hay montones de manos para hacer la tarea y esas pilas de ganas de llegar a mañana contra viento y marea lo que importa es la gente del sur y del norte de allí donde sea y ganar la partida porque triunfe la vida contra viento y marea. Contra viento y marea propongamos sin miedo una gran asamblea donde allí se proclame que la gente se ame contra viento y marea desterrar la codicia, tirar la injusticia desde una azotea y colgar un letrero que diga te quiero y todos lo vean contra viento y marea avancemos con todo sin mancharnos con brea si hace falta en la piedra plantaremos la hiedra contra viento y marea. Esta fue mi propuesta, tal vez lo que resta y todos desean es estar donde vibre la ansiedad de ser libres contra viento y marea. Quiera dios que así sea....

Marilina Ross Letras


martes, 11 de julio de 2017

Describiendo


Es tremendamente difícil escribir cuando estas feliz, solamente sientes la necesidad de aspirar el aire y recuperar el aliento que faltó durante tanto tiempo sin apenas percibirlo.
Es complicado describirlo cuando se ha sentido por tan breves momentos en la vida, que en ocasiones, tan solo eran un suspiro. En cambio en  otras, se prolonga durante días, semanas, meses…
Poco se escribe sobre la sensación de felicidad, es tan rara… tan fugaz… Se relaciona con el éxito, el amor, la prosperidad… En cambio conocemos quien todo lo posee y no la alcanza, hay algo más, ¿cómo describir la felicidad?
¿Por dónde comienzas?, quizás por la ausencia del agotamiento, por no sentir que una parte de ti es física, el cuerpo dicen que flota, se evapora en sensaciones que solo te llevan a respirar profundamente, la mente parece vacía. 
Es tremendamente complicado describirlo. Es posible que tan solo la expresión de la mirada y la sonrisa dibujada permanentemente en el rostro sean capaces. La energía emana, rebosa, sobrepasa todas las expectativas, no se agota. La relajación llega a su punto máximo, el tiempo se detiene aunque pasen las horas como siempre pasaron.
Cómo explicar que este debería ser el estado natural. Hasta puedo deducir que ni los niños se sienten de ese modo. La serenidad invade todo tu ser, no se necesita nada más, se tiene todo, sobra casi todo, y puedes con todo.
No es la felicidad que depositas en un triunfo, ni en una persona determinada, ni en una meta alcanzada, es el conjunto de todo ello, que durante tanto tiempo creemos que estamos condenados a vivir fugazmente. Realmente pasamos la vida buscándola, probando formas de alcanzarla, guiados por patrones que vivimos y observamos desde que nacemos, imitando, copiando lo que creemos que puede llevarnos a ella.
Sin embargo, es mucho más sencillo cuando nos observamos, nos amamos como somos y el respeto se interioriza, se vuelca en nosotros y en los demás. La patada al ego, a no llevar a cabo ninguna acción provocada por el reconocimiento, por la admiración o por el miedo, simplemente viviendo acorde a lo que somos, a lo que sentimos.
Aprender a ser un niño curioso que tiene todo por descubrir, a dejar pasar y olvidar. Aprender que el rencor y la rabia se vuelve contra nosotros y hay que eliminarlos. Aprender a disfrutar siendo responsables, a dormir cada noche con la misión cumplida.
Aprender a vivir con lo que necesitas. Valorar quien te rodea, y rodearte de quien te valora, compartir. Aprender a decir no, aprender a apreciar los segundos que la vida te regala, pensar en el hoy, en el ahora.
¿Te has sentido así alguna vez?


Ser Y Estar

Cada vez estoy más convencido de que la vida es maravillosa. Y lo es, o se manifiesta así, a ratos; en unos momentos concretos, como al disfrutar de un amanecer o cuando conduces una mañana soleada de sábado por la avenida Marítima. Claro, que hay reveses y adversidades por el camino; ¿quién no los ha saboreado? Incluso, de cuando en cuando algún que otro palo que te destartala. Pero la vida sigue siendo maravillosa, apasionante y rica en vivencias. Merece ser vivida.

Es habitual que proliferen fórmulas sobre cómo alcanzar la felicidad. Como si fuera un estadio abstracto por atrapar en el que luego te quedas instalado por siempre. No, la felicidad no es eso. Es otra cosa. Solo podemos aspirar a la felicidad razonable. Y lo mejor de todo, es que solo depende de nosotros mismos. Nadie nos la da y nadie nos la quita. Y a medida que vas forjando tu personalidad, adquieres entereza y te adecuas a la madurez como soporte. El horizonte de la vida se abre del todo. Queda a tu disposición, para que bregues en ella
.
Todos conocemos testimonios valiosos, de una sola pieza que despiertan nuestra admiración. Por eso los referentes, especialmente en la adolescencia, son fundamentales; ya que sirven de lucero en unos años siempre delicados en los que te vas definiendo. Y, por desgracia, los referentes en la sociedad actual (los auténticos) no sobran; y se expande la banalidad, el reino del chisme o el superficial éxito (que no la brillantez) de los que hacen de su existencia un viraje constante y voluble en función del ego. De ese modo, no cunden proyectos de largo recorrido. 

En fin, en la voluntad tenaz y la inquietud personal reside gran parte de la mejora creciente en nuestras vidas. Un buen libro, una tarde de cine de provecho o una conversación placentera con alguien que realmente merezca la pena; son esos momentos en los que gozamos y hacemos de nuestra vida un sendero jalonado nutrido de convicciones y valores anclados en la seguridad de la existencia. Y entonces, el resto ya está hecho.


La Opción de Recomenzar


A lo largo de nuestra vida nos encontramos en situaciones o momentos que nos obligan a cuestionar el camino que seguimos. A veces solo nos queda una opción: volver a empezar.

Aunque cierres los ojos sentirás con el corazón. Recuerda que aunque no hay más ciego que el que no quiere ver, esto no implica que el dolor, la tristeza o la angustia desaparezcan por arte de magia, que sea suficiente con cerrar los ojos. No es cuestión de chasquear los dedos y que todo cambie.

Es empezar a aceptar que aquello que nos daña existe y aprender a enfrentarnos a ello.
Aunque esto te asuste, aunque pienses que sentirás el horror en tu vida, normalmente nada es tan malo como imaginamos que será. Uno de nuestros mayores monstruos es nuestro pensamiento catastrofista (ese que algunos alimentan porque así se supone que se protegen de las decepciones). Y contra nuestros mayores monstruos solo cabe la valentía de hacerles frente.

Pero, ¿cómo voy a enfrentarme a aquello que más temo? Paso a paso, siendo el primer paso admitir nuestra propia guerra interna, esa que niega todo lo que nos hace sufrir, esa que nos repite continuamente que no ocurre nada malo aunque estemos gritando por dentro. Entonces, una vez admitido el malestar, destaparemos a nuestros mayores miedos; desenmascarados estaremos en posición de elegir las mejores armas para enfrentarnos a ellos.

El mundo es un lugar hostil para todos, pero solo aquellos que lo afrontan sin miedo, viven plenamente su vida
.
Sentirás el peso del mundo
Al principio sentirás el peso del mundo sobre tu pecho o sentirás que todo se está apagando a tu alrededor, pero entenderás que solo hay que ponerle nombre al pánico o la depresión que anidan en tu interior. Una vez que tienen un nombre se alejan los temores, porque sabes qué ocurre y puedes pedir ayuda para hacer frente a aquello que consideras una amenaza.

Ponerle nombre a aquello que sentirás no implica reducir tu realidad a los pocos detalles que caben en una etiqueta. Tampoco será una excusa válida en la que escudarte cada vez que te equivoques ni una definición completa de ti mismo. Será una parte, una pequeña parte que te integra, pero no que te define, porque tú eres mucho más.

Poner un nombre no implica olvidar el contexto en el que surge el problema, los apoyos con los que cuentas o tus propios recursos ante ellos. Se trata de una manera de acotar de forma sencilla un cúmulo de emociones, pensamientos y conductas que de otra manera resultaría más complicado de entender.

Eso sí, simplificar tampoco implica que olvidemos que detrás de cada nombre, cada miedo, cada monstruo, hay una persona con sus propias singularidades. Una persona que sufre y que también es valiente, una persona que ante todo necesitará apoyo y comprensión.

“No ames lo que eres, sino lo que puedes llegar a ser”.

-Miguel de Cervantes-

lunes, 10 de julio de 2017

El Ser Solidario

En general, cuando hablamos de solidaridad, surge la idea de ayuda económica: dar dinero a los necesitados. O cuando menos de ayuda material: dar comida, vestimentas, etc. Pero estas ideas, aunque sí forman parte de la solidaridad, no lo hacen de forma completa. Hay tantas formas de actuar solidariamente como problemas humanos existen, y en cada uno de esos problemas humanos nos podemos entregar para colaborar y tomar por propias las cargas del otro
.
Decir que la solidaridad es, en esencia, ayuda material, sería el equivalente a afirmar que todos los problemas se resuelven de esa manera; que el hombre sólo tiene necesidades materiales. Y el ser humano tiene realmente necesidades que no son materiales, como aquellas afectivas, espirituales, morales o sociales. Por lo tanto para estas necesidades, también puede y debe existir una actitud solidaria. Por ejemplo: es posible, si no podemos dar dinero para educación, que demos una parte de nuestro tiempo para educar a niños de escasos recursos; o que favorezca la integración social de una comunidad marginada.

Ser solidario es ser caritativo, y ser, al mismo tiempo, desinteresado.

El solo acto de dar, o ayudar, no es lo más difícil. La parte difícil comienza cuando se nos presenta el dilema de ayudar sin recibir nada a cambio; de ayudar aunque nadie se entere, ni aún la persona a la que ayudamos. Es difícil ser caritativos, solidarios, entregados, y ser, al mismo tiempo, totalmente desinteresados. Aquél que da una billete de cien pesos a un indigente, materialmente hace algo bueno: por ejemplo la persona necesitada podrá comer con el dinero; pero si este acto lo hace para que otras personas lo vean, para aparentar caridad, entonces ese acto, que es materialmente bueno y solidario, se convierte no sólo en un acto deplorable y egoísta, que lejos de engrandecer a la persona, la empobrece.

Ser solidario es una actitud y disposición  personal, constante y perpetua.
La solidaridad es activa, perseverante, constante y no debe ser confundida con un sentimiento de malestar ante la desgracia de los demás. Ni tampoco es una serie de actos aislados encaminados a ayudar al prójimo. Ser solidario debe convertirse en hábito, en virtud, y en una forma de vivir para cada ser humano.

Ser solidario implica poseer un adecuado nivel de autoestima.
Nadie puede amar a otro si no experimenta el amor a sí mismo, y nadie puede estimar a otro si no experimenta primero la necesaria dosis de autoestima; igual que nadie puede respetar la dignidad de los demás si no sabe defender la propia dignidad.






Siempre Adelante

Siempre Adelante

1. “Nunca te rindas tratando de hacer lo que realmente deseas hacer. Donde hay amor e inspiración, nada te puede salir mal”- Ella Fitzgerald

2. “En dos palabras puedo resumir cuanto he aprendido acerca de la vida:  Sigue adelante“- Robert Frost

3. “Yo creo bastante en la suerte. Y he constatado que, cuanto más duro trabajo, más suerte tengo”- Thomas Jefferson

4. “Si te caes siete veces, levántate ocho“- Proverbio japonés

5. “La diferencia entre ganar y perder, frecuentemente, es no rendirse“- Walt Disney

6. “Nunca tires la toalla. Úsala para limpiarte la frente y sigue avanzando“- Desconocido
7. “Sigue tus sueños, trabaja duro, practica y persevera”- Sasha Cohen.

8. “Incluso la noche más oscura terminará con la salida del sol“- Victor Hugo

9. “Nuestra gloria más grande no consiste en no haberse caído nunca, sino en haberse levantado después de cada caída”– Confucio

10. “El único lugar en el cual ‘éxito’ viene antes de ‘trabajo’ es en el diccionario”–                       Vincent Lombardi

11. “El secreto de salir adelante es comenzar”-Mark Twain

12. “Es duro fracasar, pero es peor nunca haber intentado triunfar“- Theodore Roosevelt.

13. “Siempre parece imposible hasta que se hace”- Nelson Mandela.

14. “Es difícil superar a una persona que nunca se rinde”- Babe Ruth.

15. “Tus circunstancias pueden no ser de tu agrado, pero no han de seguir siendo las mismas si concibes un ideal y luchas por alcanzarlo”- James Allen

16. “No se sale adelante celebrando éxitos sino superando fracasos”- Orison Swett Marden

17. Iré a cualquier parte, siempre que sea hacia adelante”– Dr. Livingstone

18. “Escucha a tu voz interior y sigue adelante, aún cuando las personas te digan que no puedes hacerlo”- Mary Lou Cook

19. “No cuentes los días, haz que los días cuenten“- Muhammad Ali

20. “Afronta tu camino con coraje, no tengas miedo de las críticas de los demás. Y, sobre todo, no te dejes paralizar por tus propias críticas”- Paulo Coelho



domingo, 9 de julio de 2017

Solitarios En La Muchedumbre


“Si las personas dirigidas por los otros descubren qué cantidad de trabajo innecesario realizan, que sus propios pensamientos y sus propias vidas son tan interesantes como las del prójimo, y que, sin duda no mitigan la soledad en medio de una muchedumbre de iguales más de lo que pueden mitigar la sed bebiendo agua salada, entonces cabe esperar que se vuelvan más atentos a sus propios sentimientos y aspiraciones”
David Riesman
La muchedumbre solitaria

El otro que nos hace
 No nacemos hechos; vamos haciéndonos. Más preciso aún: los otros, que desde el comienzo vamos encontrando en el mundo, van haciéndonos. Nadie llega a la existencia diciendo "yo soy yo". Más bien se llegará a decir "yo" gracias a la intervención de los otros, que, con su presencia, 
su palabra, su deseo, sus leyes, sus hábitos, determinarán, en el proceso de una historia siempre personal, desplegada, claro está, en el contexto de una colectiva, la constitución de ese yo al que advenimos. 

Está de más decir que ese carácter desnaturalizado de lo humano hace girar el centro de gravedad de nuestro ser sobre el lenguaje, destinándonos, por tanto, a la incertidumbre de una historia que nada nos garantiza por principio y de la cual no podemos sustraer nuestra responsabilidad.

 Es la mirada del otro lo que nos constituye, lo que nos provee la forma como nos reconocemos y lo que, antes que nada, nos certifica: ¡eres! Así, pues, esa forma que nos viene de la mirada del otro recorta la imagen en que nos reconocemos, la misma que, sin embargo, nunca es completa y estará siempre inacabada, no pudiendo, por consiguiente, colmar jamás la cabalidad de nuestro ser.

 El otro, al reconocernos, nos depara cuatro confirmaciones: como existente, como ser, como singularidad y como valor. De aquí que permanentemente requiramos que este reconocimiento nos sea ratificado, lo que delata, por un lado, que estamos poseídos por una sed insaciable de ser reconocidos y, por otro, el lugar imprescindible que el otro tiene en nuestra vida, lugar que lo hace necesario siempre y algunas veces deseable. 

Pero no cualquiera nos gratifica en esa necesidad esencial y, por tanto, no todo desconocimiento nos aniquila. En consecuencia, necesitamos o deseamos el reconocimiento de alguien que es reconocido por nosotros como un ser significativo y valioso, con lo cual es claro que no podemos ser sin el otro.


Aprendiendo A Aprender


Gozar de una buena autoestima y de fuerzas de motivación que guíen nuestras vidas hacia un propósito resulta esencial para tener una vida más feliz. En ocasiones necesitamos buscar apoyo para poder vernos con mejores ojos o encontrar una interpretación más optimista y significativa acerca de nuestras vivencias, y esta ayuda puede encontrarse en las palabras de los que nos animan.

Como terapeuta gestáltico y escritor, Jorge Bucay muestra una manera de ver las cosas muy influidas por el humanismo, lo cual le ha llevado a ser mundialmente conocido por sus libros, que se centran en la autoayuda, la compresión y la superación.

Bucay se ha autodefinido como “ayudador profesional”, y con su trabajo, escritura y conferencias busca animar a las personas a alcanzar la felicidad por ellos mismo. No es de extrañar, pues, que un autor de la calidad de Jorge Bucay, haya dejado infinidad de citas y frases para reflexionar que nos invitan a cambiar nuestra forma de vivir.

1. La cultura del consumo ha creado como consecuencia una actitud de rivalidad y comparación que nos educa a confrontarnos con otros
Una reflexión sobre la actual sociedad del consumo que, en vez de llevarnos a la felicidad, nos hace enfrentarnos entre nosotros.

2. La felicidad es la certeza de no sentirse perdido
Proponernos alcanzar la felicidad nos ayuda a tener un camino a seguir
.
3. Tú eliges hacia dónde y tú decides hasta cuándo, porque tu camino es un asunto exclusivamente tuyo
Las decisiones la hace uno, y estas no deberían ser controladas por los demás.

4. El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar al otro para que sea quien es

5. Déjame valerme por mí mismo. Si lo haces todo por mí, nunca podré aprender. Por si lo olvidaste, sólo se aprende de los errores

La mejor educación nace de la auto-motivación y la autosuficiencia; aunque se haga mal, de los errores se aprende.

6. El deseo solamente sirve mientras este se dirija hacia la acción que lo satisfaga
El deseo es una herramienta que usamos para poder alcanzar nuestros objetivos. De otro modo, no resulta útil.

7. Hacer el amor implica una conexión con el amor que no se da todo el tiempo, ni siquiera entre dos personas que se aman
Con esta frase de Jorge Bucay quiere decirnos que las relaciones íntimas son una expresión del amor, algo que depende de los momentos y de lo que ocurre en los pequeños detalles cuando nos relacionamos.

8. Porque nadie puede saber por ti. Nadie puede crecer por ti. Nadie puede buscar por ti. Nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer. La existencia no admite representantes
Cada persona es relativamente independiente y tiene que ser consciente de ello y valerse por sí misma.

9. Sólo si me siento valioso por ser como soy, puedo aceptarme, puedo ser auténtico, puedo ser verdadero
La autoestima es un elemento que merece ser cuidado para encontrarse mejor con uno mismo.

10. Cada vez que algo se va, deja lugar a lo que sigue
Que termine algo no significa que sea el final; la vida continúa.

11. Equivocarse es parte importante del aprendizaje, pues sin equivocaciones no hay crecimiento
Es parte de aprender el cometer errores para que no vuelvan a pasar.


Aborigenes

Qué es Aborigen:

Aborigen hace referencia a todo aquel ser que es originario del lugar donde vive, indistintamente de que sea humano, animal o vegetal. El vocablo, como tal, es el singular formado a partir del plural latino aborigĭnes, que significa ‘desde los orígenes’.

Aborigen también es un término usual para contrastar al morador que es descendiente de los habitantes originales de un país, región o lugar, en comparación con aquellos que se han establecido posteriormente, ya por procesos de colonización, invasión o intrusión.

Este tipo de diferenciación es común en países que han vivido situaciones de colonización, donde una cultura ha sido desplazada, ya de manera violenta, ya por asimilación de la nueva cultura, ya debido a cualquier otro proceso, por otra cultura que ha pasado a ser la dominante.

En dicho caso, tanto la lengua como la cultura, costumbres y tradiciones de los habitantes originarios pasará a denominarse aborigen. Es el caso, por ejemplo, de los aborígenes australianos, norteamericanos, neozelandeses, mexicanos, etc.

Aborígenes americanos

Con el nombre de aborígenes americanos se ha tendido a designar a los descendientes de los pueblos originarios del continente, es decir, aquellos que lo habitaban desde antes de la llegada del hombre europeo, también llamados indios (debido a una confusión geográfica de Cristóbal Colón, quien pensó hasta su muerte que había arribado a la India) o indígenas, aunque la manera más acertada de llamar a los aborígenes americanos es amerindios o indoamericanos.

Pensamientos Obsesivos


Los pensamientos pueden ser una parte muy importante de nuestra vida porque nos permiten darnos cuenta de cómo sentimos y actuamos. Nos ayudan a reflexionar y dan sentido a nuestra experiencia diaria. El problema viene cuando estos pensamientos se convierten en obsesivos y limitan nuestras acciones. No todo lo que pensamos nos ayuda, de hecho, hay veces que los pensamientos pueden llegar a ser tóxicos.

Hay ciertos pensamientos que en vez de ayudarnos nos bloquean y producen sensaciones como pueden ser ansiedad y agobio. Por ejemplo, imagina a un chico que duda si ha cerrado la puerta del coche y no para de darle vueltas al asunto, a pesar de haberlo comprobado en el momento. 

Aprender a manejar los pensamientos repetitivos puede ser clave para recuperar tu bienestar emocional.

Pensar demasiado es agotador
Normalmente reflexionamos sobre nuestras preocupaciones intentando encontrar soluciones a nuestros problemas. De esta manera, llegamos a descubrir nuevos puntos de vista que nos ayudan a manejar de una forma más llevadera lo que nos sucede. Pero, este proceso natural de reflexión interna, no siempre sale cómo esperamos  y en vez de proporcionarnos mayor claridad, nubla nuestro juicio, entrando en una espiral de pensamientos negativos que se repiten una y otra vez
.
Los pensamientos se vuelven intrusos de nuestra mente, y si les hacemos caso, pueden acabar convirtiéndose en obsesiones que limitan nuestras actuaciones. Esta necesidad de rumiar sobre lo que nos preocupa puede ocurrir en cualquier situación. Por ejemplo, cuando estamos en el trabajo, haciendo la compra o lavándonos los dientes. Sin darnos cuenta, pueden ocupar todo nuestro espacio mental, afectando también al estado de ánimo.

¿Qué son los pensamientos obsesivos?
Los pensamientos obsesivos son ideas repetitivas, recurrentes e involuntarias normalmente centradas en preocupaciones, miedos y angustias que te impiden enfocar tu atención en el presente. La ansiedad y el estrés son la causa principal de este tipo de pensamientos, que pueden afectar también a tus comportamientos.

Imagina a una persona que no puede quitarse de la cabeza la obsesión de que está contaminada. Esta idea hará que probablemente se limpie más a menudo y evitar así ciertos lugares que considera sucios. Este tipo de pensamientos negativos pueden aparecer también en forma de imágenes mentales que se repiten una y otra vez, sin control alguno. Se crea una especie de círculo repetitivo del cual nos puede ser muy difícil salir.

Es como si quedaras atrapado en un huracán de pensamientos que da vueltas sobre sí mismo con una fuerza arrolladora. La rumiación es tan intensa que puede ser incluso adictiva: cuánto más intentamos dejar de pensar, más pensamientos obsesivos aparecen.

Cada vez que intentas que los pensamientos obsesivos se marchen les das más fuerza para que sigan repitiéndose sin cesar. Imagina que puedes observarlos desde la distancia como si fueran coches pasando por una carretera. De esta manera, no te quedas apegado a ellos sino que puedes dejar que se marchen, a través de la aceptación.

Por tanto, los pensamientos obsesivos pueden interferir en nuestra vida, haciendo que la controlen totalmente. Si empezamos a aceptarlos y a cuestionarlos va a ser más fácil que los podamos gestionar. Recuerda somos mucho más que nuestros pensamientos: si aprendemos a desapegarnos de ellos, seremos libres de ataduras y preocupaciones excesivas que solo nos amargan la vida.


sábado, 8 de julio de 2017

En Procura De Las Cumbres


“El hombre es una caña, la más débil de todas, pero una caña que  piensa.”                                                                                        Blas Pascal

Dicen que empieza cuando dos semi células se encuentran y se hacen una. Y es maravillosa la forma como esta una cumple su laboriosa, perfecta,  tarea de multiplicarse. Y a las pocas semanas un nuevo corazón habita en el planeta y con cada apresurado latido proclama que la sorprendente aventura humana continúa.

Las personas acostumbramos a ser muy exigentes con la vida e incluso con nosotros mismos. Nos marcamos pautas, objetivos y múltiples sueños por cumplir. Y desde luego, todo esto no solo está bien, sino que es necesario. Todos necesitamos proyectos a corto y largo plazo que poder cumplir para enorgullecernos de nosotros mismos, para adquirir capacidades y habilidades personales.

Ahora bien, en ocasiones, quien se marca altas expectativas corre el riesgo de no deleitarse de los triunfos cotidianos, los más humildes y que solo las personas sencillas pueden apreciar: como el cariño, la amistad, la tranquilidad…

Ser exigente y buscar la perfección en cada cosa que hacemos es en muchas ocasiones el reverso de una moneda. La exigencia nos hace desarrollar múltiples capacidades, pero a su vez, quien se aplica una alta autoexigencia raras veces se siente satisfecho.

En realidad, la perfección no es más que una quimera, una aspiración intangible. No existen las vidas perfectas y sin altibajos. La existencia es un carrusel de emociones intensas donde el billete sólo tiene un objetivo: aprender cada día de nuestra vida.

La vida son instantes que se inscriben en el día a día con sutil serenidad. Es un lenguaje propio que lleva su ritmo y que no todos saben apreciar, porque hay quien va a contracorriente, con demasiadas prisas, con el corazón desafinado y la mente alborotada.

La vida es maravillosa sin necesidad de ser perfecta, porque lo que es perfecto carece de error o de equívoco, y entonces no hay aprendizaje.

La existencia es a veces un duro maestro, y ahí está su grandeza, y también su locura, ahí su caos y sus placeres, esos que debemos vivir a contrapelo sin buscar la perfección, sólo los instantes que disfrutar con el máximo de nuestras fuerzas.

¿Necesitas triunfar?

No necesitas triunfar, lo que necesitas es vivir. Nadie nos mandó a este mundo para que triunfásemos y los demás nos aplaudieran, eso solo está en nuestras cabezas fantasiosas. Estamos aquí para ser felices, para interactuar con nuestro alrededor y disfrutar con ello. El éxito no es una necesidad para el ser humano y quien cree eso se autoprovocará al final bastantes dolores de cabeza y quizá alguna que otra úlcera de estómago.


Desarrollar La Confianza

Hasta no hace tanto, muchos de nosotros fuimos aquello que pudimos o que otros nos dejaron ser. Sin embargo, con el tiempo, el corazón se enciende y la mirada se vuelve valiente. Atrás quedaron los miedos, porque hoy, por fin, somos todo lo que queremos, sin restricciones ni reservas y sin miedo al qué dirán.

Lograrlo no siempre es fácil, es resultado de un viaje para el que no siempre compramos los billetes correctos. La realización personal no llega con los años, como lo hacen las primeras canas o las primeras arrugas. Alcanzar la plenitud y esa sensación de bienestar y de equilibrio interno no es algo normativo, ni tampoco un programa que podamos instalar en nuestro cerebro como quien se descarga una aplicación nueva en su teléfono móvil.

“La felicidad es cuando lo que piensas, haces y dices está en armonía”
-Ghandi

Por otro lado, hay algo curioso en todo esto. Cuando en ocasiones pasamos por delante de una cafetería y escuchamos al vuelo alguna que otra conversación, hay una frase que casi siempre se repite. Es como un leitmotiv, como un especie de lamento o casi como una invocación: “Yo lo único que quiero es ser feliz”.

En esta frase se contiene cierta gota de desesperación y una tonelada de anhelos. Es como si muchos de nosotros sintiéramos una especie de “despersonalización”, como si estuviéramos enfrascados en una realidad en la que no nos identificamos, que no nos pertenece porque sencillamente, no nos confiere una felicidad real.

Te proponemos reflexionar sobre ello, te invitamos a hacer cambios para construir una nueva realidad más satisfactoria.

Lo que era ayer y lo que soy en este momento

Hay quien se enorgullece cual regio titán de no haber cambiado nunca. De mantener siempre un mismo estilo de pensamiento, unas mismas actitudes y unas mismas esencias. Hemos de tener cuidado con este tipo de personalidades porque el ser humano, lo queramos o no, está obligado a avanzar como persona, a crecer, a ser flexible y a adaptarse a esta compleja realidad para construir una felicidad más íntegra, real y satisfactoria.

Ahora bien, la felicidad no debería ser una meta sino una consecuencia, un subproducto de cada una de las acciones que hacemos al cabo del día, esas por las que merece la pena vivir.


Congruencia


Seguramente muchas veces han oído hablar de la congruencia y de lo que implica ser alguien congruente. O quizá han escuchado el típico comentario de “¡Es un incongruente! Hace una cosa y dice otra, ¡no hay quién le entienda!”

Pues bien… parece que ser congruente está ligado a una cierta transparencia tanto interna (de una persona consigo misma) como externa (en la que lo que uno refleja es lo que uno ES). Uno no muestra nada más que su verdad, sin camuflajes ni máscaras.

En cambio, las personas que actúan de manera incongruente son aquellas que generan ciertos quebraderos de cabeza tanto para ellos mismos como para los demás. Se alejan de lo que SON, se comportan de una manera diferente a como se sienten o a cómo piensan.

La congruencia es la correspondencia entre lo que uno siente y expresa
Por tanto, podemos definir la congruencia como ese equilibrio que existe entre el estado más visceral de uno (lo que uno siente en sus “tripas”) y la exteriorización que uno hace de ello en su comportamiento, tanto verbal como no verbal. Es decir, cuando uno es congruente no existe una falta de sintonía entre lo que uno siente y lo que uno exterioriza.

“Quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es”
-Jean Paul Sartre-

Por ejemplo, si me siento traicionada por mi amiga, no lo camuflaré ni haré como si no hubiera pasado nada. Reflejaré como me siento, ya que es mucho el dolor que he recibido y me gustaría que ella pudiera ver cómo me ha hecho sentir. Seré congruente con mi dolor y con mis sentimientos.
Las personas congruentes generan confianza hacia los demás

Las personas congruentes suelen generar confianza en los demás, ya que no muestran otra cara diferente a la que sienten, ni se esfuerzan por fingir o disimular su estado interno. Saben escuchar lo que sienten por dentro y son capaces de aceptarlo, sin engañarse a sí mismos ni a los demás.
La congruencia habla de la correspondencia entre pensamientos y acciones

También hablamos de congruencia cuando nos referimos a esa sintonía que existe entre nuestras acciones o comportamientos y nuestra forma de pensar. Muchas veces, probablemente, nos habremos descubierto a nosotros mismos actuando de una manera que se contrapone a nuestros pensamientos y valores. Ello nos produce una mezcla de extrañeza y vergüenza.

Si yo presumo de lo tolerante y paciente que soy con los demás, pero luego, a la primera de cambio, soy incapaz de asumir otros puntos de vista diferentes al mío; si me enfado y me crispo… probablemente tenga que replantearme esta idea de mí mismo. Ya que creer que uno es de una manera, pero luego en verdad ser de una forma contraria a la que se cree produce una sensación nada agradable. Por lo tanto, esta incongruencia se tiende a eliminar: a favor de un lado o de otro.

Por ello iniciarse en el camino de la congruencia no es ninguna “tontería”: implica un pacto de honestidad con uno mismo muy importante.

viernes, 7 de julio de 2017

Diógenes


La historia de Diógenes de Sinope: el filósofo griego que vivía en la indigencia

Residía en una tinaja, comía junto a los perros y hacía todas sus necesidades en público. Hoy en día, “el síndrome de Diógenes» designa un trastorno del comportamiento que se caracteriza por el total abandono personal y por la acumulación de grandes cantidades de basura y desperdicios domésticos”
Antes de partir a la conquista de Asia, Alejandro Magno se detuvo en Corinto y pidió conocer «al filósofo que vivía con los perros», o al menos eso cuenta una leyenda de larga tradición. El joven macedonio quedó asombrado con Diógenes de Sinope, pues no se parecía a ningún sabio que el joven macedonio, educado por Aristóteles, hubiera conocido o imaginado nunca: dormía en una tinaja y se rodeaba las veinticuatro horas del día por una jauría de perros. Alejandro entabló conversación con el entonces anciano y, horrorizado por las condiciones en las que vivía, le preguntó si podía hacer algo para mejorar su situación. «Sí, apartarte, que me estás tapando el Sol», contestó el filósofo de malas maneras al que era ya el dueño de Grecia. No en vano, según la leyenda, el macedonio no solo aceptó el desplante sin enfadarse, sino que le mostró su máxima admiración: «De no ser Alejandro, yo habría deseado ser Diógenes».

Perteneciente a la escuela cínica, que consideraba que la civilización y su forma de vida era un mal en sí mismo, Diógenes de Sinope llevó hasta el extremo las ideas del fundador de esta filosofía, Antístenes. Lejos de lo que hoy se entiende por cinismo (tendencia a no creer en la sinceridad o bondad humana y a expresar esta actitud mediante la ironía y el sarcasmo), las ideas de Antístenes buscaban alcanzar la felicidad deshaciéndose de todo lo superfluo. Así, este discípulo directo de Sócrates se retiró a las afueras de Atenas para vivir bajo sus propias leyes, sin obedecer a las convenciones sociales. No obstante, fue su aventajado discípulo, Diógenes, quien hizo célebre su obra a través de la indigencia más absoluta

Poco se sabe sobre la infancia de Diógenes, nacido en la colonia griega de Sínope (en la actual Turquía) en el 412 a. C, salvo que era hijo de un banquero llamado Hicesias. Ambos se dedicaban a fabricar monedas falsas, algunos historiadores han sostenido que con fines políticos y no por lucro personal, hasta que fueron desterrados por esta causa a Atenas. Los arqueólogos, de hecho, han podido corroborar el episodio a través del gran número de monedas falsificadas con la firma de Hicesias, el oficial que las acuñó, encontradas en el lugar de nacimiento del filósofo.
Vestido solo con una humilde y roída capa

Decepcionado por la superficialidad de los atenieses y sus rigores sociales, el joven filósofo conoció a Antístenes –un discípulo de Sócrates que, según Platón, estaba presente durante su suicidio–. Diógenes tomó al pie de la letra las enseñanzas de su maestro, entregándose a una vida de extrema austeridad con la pretensión de poner en evidencia la vanidad y artificiosidad de la conducta humana. 

Así estableció su vivienda en una tinaja, que solo abandonaba para dormir en los pórticos de los templos, se vistió con una humilde capa y comenzó a caminar descalzo sin importarle la estación del año. Sin embargo, según cuenta el mito sobre su vida, para el griego nada era lo suficientemente humilde y siempre encontraba nuevas formas de reducir su dependencia por lo material. En una ocasión, vio como un niño bebía agua con las manos en una fuente: «Este muchacho –dijo– me ha enseñado que todavía tengo cosas superfluas», y tiró su escudilla (un recipiente semiesférico usado para trasladar líquidos). También se despojó de su plato al ver que a otro niño, al rompérsele el suyo, puso las lentejas que comía en la concavidad de un trozo de pan.

La actitud de Diógenes, no en vano, podía pasar en ocasiones por la de un provocador obsceno o la de un elemento subversivo. Además de hacer sus necesidades a la vista pública, como prueba de que ninguna actividad humana es tan vergonzosa como para requerir privacidad, se masturbó en el Ágora, la principal y más transitada plaza de Atenas, sin más explicación que  « ¡Ojalá, frotándome el vientre, el hambre se extinguiera de una manera tan dócil!». Y, entre las numerosas anécdotas sobre su vida, también destaca por ofensiva la actitud que padeció un adinerado hombre que tuvo la osadía de invitarle a un banquete en su lujosa mansión con la única prohibición de que no escupiera en su casa. Diógenes hizo unas cuantas gárgaras para aclararse la garganta y le escupió directamente a la cara, alegando que no había encontrado otro lugar más sucio donde desahogarse.

Sin conocerse realmente las circunstancias que le llevaron a Corinto, donde tendría el encuentro con Alejandro Magno, la leyenda sostiene que Diógenes fue capturado por unos piratas y vendido como esclavo cuando se dirigía a Egina (Islas Sarónicas, Grecia). Fue comprado por un aristócrata local, Xeniades de Corinto, quien le devolvió la libertad y le convirtió en tutor de sus dos hijos. Pasó el resto de su vida en esta ciudad, donde de la misma forma son fértiles las estrambóticas anécdotas sobre el comportamiento del filósofo
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Precisamente, a cuenta de su muerte, también se han escrito diferentes y fabuladas versiones. Según una de ellas, murió de un cólico provocado por la ingestión de un pulpo vivo. No en vano, la más excesiva asegura que falleció por su propia voluntad: reteniendo la respiración hasta quedar sin vida. «Cuando me muera echadme a los perros. Ya estoy acostumbrado», fueron sus últimas palabras. Su ocaso aconteció el mismo año, el 323 a. C., que el gran Alejandro.