El peligro de desdeñar la cultura no solamente concierne a
aquellos involucrados directamente en las artes sino a todos.
La
importancia de conservar y apoyar las iniciativas culturales es vital para
seguir sosteniéndonos no sólo como individuos, sino para preservar nuestra
identidad.
Tal
identidad es la que nos diferencia de esa otra parte del mundo que igualmente
se preocupa y ocupa de sostener sus características que los hace únicos.
Podemos
irnos al concepto de ser latinoamericano. ¿Qué es aquello que nos hace ser
Latinoamericano? ¿Únicamente el idioma o por la diversidad de lenguas nativas
de cada país?
Ser
latinoamericano engloba una serie de elementos de mucho peso que nos
distinguen, en buena o mala medida, de los demás actores del mundo, como puede
ser la pobreza, desesperanza, pocas oportunidades de trabajo, sobreexplotación
laboral; la insistencia en creer en un gobierno paternalista, nuestras
creencias, las formas que tenemos de resolver problemas, nuestras revoluciones,
el sufrimiento humano, el nivel de violencia, la sangre del narcotráfico; el
sistema educativo fallido, y ¿por qué no?, también los sueños y los anhelos por
conseguir ser algo que, pensaría Descartes, tenemos negado por simple
naturaleza.
Esas
son unas cuantas características que compartimos los latinoamericanos. Y lo
sabemos por medio de la historia, de los libros, del arte, de nuestra
artesanía, de las civilizaciones precolombinas, etcétera.
Conservar
y seguir desarrollando nuestra cultura es fundamental para nuestro crecimiento
y conocimiento de nosotros como seres que vivimos en sociedad.
Hoy
el tiempo es negro, mucho por esa pérdida cultural que tenemos y padecemos.
Sí,
es un mundo globalizado, pero tal serie de elementos que funcionan a nivel
global, deben de adaptarse a nuestro estilo de vida y forma de pensar; es
decir, de nuestra cultura.
No
podemos ser totalmente materialistas, porque en esencia no lo somos. Todavía
volteamos al cielo para encontrar respuestas.
Es
día en el que se venera a una Virgen de Guadalupe donde Octavio Paz vio a
Tonantzin: “Madre de dioses y de hombres, de astros y hormigas, del maíz y del
maguey (…) fue la respuesta de la imaginación a la situación de orfandad en que
dejó a los indios la conquista”
Gran
parte de nuestro deterioro como sociedad tiene que ver con el hecho de no haber
aprendido a adaptar costumbres extranjeras a las nuestras, sino que las
quisimos e impusimos con calzador.
El
problema del querer ser, del culto a la posesión de lo material, el apegarse a
las ideas delirantes de futuro; es decir, todo el sistema capitalista y
cosificado que prevalece en la actualidad, y desde el cual se puede ensayar
sobre la motivación de, por ejemplo, los involucrados en el narcotráfico
(dejando a un lado las circunstancias de pobreza y de maldad), tiene que ver
con esa pérdida de valores que se han ido erosionando con el paso de los años.
Sí,
nuestra historia está llena de sangre con nuestras guerras intestinas, civiles,
independentistas, revolucionarias, etcétera, pero la pregunta es, ¿cuál ha sido
el motivo de éstas? Válidas en su mayoría, pues había una razón que competía a
nuestra cultura, como puede ser la Guerra de Reforma, la propia Revolución o la
Guerra Cristera.
Lo
de hoy, la del narcotráfico, es una guerra que no debió enraizarse en nosotros,
que no era nuestra, que en su núcleo está podrida pues allí no habita ninguna
virtud como lo pudo ser antes el de la libertad
Pensemos
en que dependemos de nuestra cultura para salir adelante de nuestros problemas.
Leer
el pasado sirve para prever las consecuencias del futuro. Los focos rojos están
encendidos; hay que saber leerlos para poder resolver todos nuestros problemas
que como sociedad nos están consumiendo.
No
esperemos que el gobierno resuelva los problemas que ellos mismos no han
aprendido a descifrar, porque no tienen los elementos necesarios para
solucionarlos ya que no conocen ni quieren saber de nuestra propia cultura.