Filosofía
El Aporte De Spinoza
Durante este período escribió un Breve tratado acerca de Dios,
el hombre y su felicidad, y parece que también la obra De la reforma del entendimiento y un
polémico Tratado teológico-político,
aunque se publicarían más tarde.
En 1673 renunció a una cátedra en Heidelberg
para mantener su independencia intelectual. En 1675 terminó su obra más importante,
la Ética demostrada segúnel orden
geométrico, iniciado catorce años antes y que no se publicaría hasta
su muerte, en 1677. También por esta época emprendió la redacción del Tratado político,
que quedó inconcluso.
La
filosofía de Baruch Spinoza parte de la identificación de Dios con la
naturaleza (Deus sive natura),
y representa el mayor exponente moderno del panteísmo. Llevó al extremo los
principios del racionalismo, y dedujo toda su filosofía de la definición de
sustancia como «aquello que es en sí mismo y se concibe por sí mismo», por lo
que sólo podía existir una sustancia, la divina.
La mente
humana conoce sólo dos «atributos» o formas de aparecer de Dios, el pensamiento
y la extensión, aunque sus atributos deben ser infinitos. Los individuos son a
su vez modos,
determinaciones concretas, de los atributos. Este monismo radical
resuelve el problema cartesiano de la relación entre pensamiento y extensión,
pues son sólo formas de presentarse la sustancia divina, así como el conflicto
entre libertad y necesidad, que se identifican desde el punto de vista de Dios,
pues es libre como natura naturans (en
cuanto causa) y determinado en cuanto natura naturata (en
cuanto efecto). Desde el punto de vista del hombre, la libertad individual es
una ilusión.
Spinoza
destacó tres géneros de conocimiento humano: en el primero, el hombre es
esclavo de las pasiones y sólo percibe los efectos o signos e ignora las
causas; en el segundo, la razón elabora ideas generales o nociones comunes que
permiten a la conciencia acercarse al conocimiento de las causas, y aprende a
controlar las pasiones; en el tercer género, el hombre accede a una intuición
totalmente desinteresada, pues conoce desde el punto de vista de Dios (sub specie aeternitatis), ajeno a sí mismo como individuo
y por tanto sin que le perturben las pasiones individuales. En esta
contemplación se identifican lo singular y lo eterno, y se percibe la presencia
de todo en todo, intuición en la que se cifra la única felicidad posible.
En el
terreno político, Spinoza rechazó el concepto de moral, por considerar que
implicaba una desvalorización de lo real en nombre de un ideal trascendente.
Todos los seres se guían por el principio de autoconservación, sobre el cual se
edifica el Estado como limitación consensual de los derechos individuales. Sin
embargo, lo que el individuo busca en el Estado es la conservación propia, por
lo que puede revolverse contra él en caso de que no cumpla esta función («Dios
crea individuos, no naciones»).