domingo, 17 de marzo de 2019

Dimensión Del Conocimiento

La humanidad asiste a cambios profundos con ritmos acelerados. Se está produciendo un cambio de época, caracterizado por los cuestionamientos de las sociedades al modelo de desarrollo vigente; los elementos de esta época están perdiendo su validez y estabilidad, se están generando modificaciones en las relaciones de producción, de poder, la experiencia humana, la cultura y en general la vida cotidiana.

Caracterizan al cambio de época las siguientes consideraciones:

Visión del mundo y paradigma internacional de desarrollo en crisis. Hoy en día la mayoría de las organizaciones y naciones del mundo están de acuerdo en que esa visión mecánica, de la cual se deriva el paradigma del desarrollo, está perdiendo su validez.

Cuestionamiento de la naturaleza, rumbo y prioridades del desarrollo. El crecimiento material y el desarrollo tecnológico logrados por la humanidad han cobrado una alta erosión de los factores eco-ambientales, profunda desigualdad social y crecientes brechas económicas y tecnológicas entre sociedades desarrolladas y en desarrollo.

Premisa externa para el cambio. Es el entorno de las organizaciones el que está cambiando y este hecho debe ser el referente para establecer nuevos modelos de gestión.

Naturaleza transformacional de los cambios. Los cambios que van a producirse en las organizaciones deben orientarse más hacia los fines que hacia los medios.

Revolución tecnológica. En especial, la relacionada con la tecnología de la información es la que está cambiando la visión del mundo y el paradigma del desarrollo.

En relación con la construcción del conocimiento, estos cambios se expresan, entre otras, por las siguientes características:

Producción del conocimiento en el contexto de su aplicación.

 Establecimiento de relaciones, vínculos entre diferentes disciplinas científicas  para aproximarse a la comprensión de la realidad desde la conformación de equipos ínter y transdisciplinarios.

Reconocimiento de la complejidad de los procesos sociales, culturales y biofísicos en su temporalidad y espacios que legitiman la participación como posibilidad de comprensión, y sobre todo de transformación de la realidad.

Las redes tecno-científicas como cadenas de localidades caracterizadas por un conjunto de parámetros, prácticas y actores heterogéneos.

 El reconocimiento de la validez del conocimiento tácito, autóctono o denominado como saberes populares en la academia y en general en la sociedad.


La producción del conocimiento como compromiso y la superación de la supuesta neutralidad, pues la ciencia es un emprendimiento humano y como tal está marcada por intereses, valores, deseos, motivos, propósitos e ideales humanos.

En síntesis, una visión dialéctica orienta a definir las jerarquías del qué investigar, sus relacionamientos para explicar las causas y efectos, las pautas para transformar, y permite expresar las contradicciones que motivan y mueven los procesos más allá de los discursos.

Introducción A La Filosofía


El nombre de Emmanuel Mounier puede no ser tan conocido para las nuevas generaciones de seres humanos inmersos en la turbulencia de la lucha por el poder terrenal, en el contexto de un mundo globalizado a partir de referentes económico y tecnológico. Su destino, que limita con la frontera del olvido, se parece al del gran filósofo Giordano Bruno, trágicamente muerto por los asesinos de la inquisición católica de la Edad Media. La injusticia del olvido de los mencionados hombres de reflexión está siendo remediada y subsanada a través de la obra de profesores de filosofía contemporáneos, conocidos mayormente en el ámbito de sus centros de labores. En esa medida el rescate de la doctrina personalista de Mounier.

La pretensión de Mounier es clara: ir más allá del fascismo, del comunismo y del "mundo burgués decadente". Este ir más allá por cierto que no significa un radicalismo de los mismos, sino, por el contrario, su desconsideración y superación heroica en cuanto su propósito central viene a ser nada menos que el primado de la persona humana.

Pero en el camino de su misión particular, el filósofo francés hace una necesaria precisión cuando advierte que el personalismo no es más que un santo y seña significativo, una cómoda designación colectiva para doctrinas distintas, pero que, en la perspectiva de la situación histórica concreta, pueden ponerse de acuerdo en las condiciones elementales, físicas y metafísicas, de una nueva civilización.

En palabras textuales del autor, el personalismo no anuncia, pues, la creación de una escuela, la apertura de una capilla, la invención de un sistema cerrado. Testimonia una correlación de voluntades, y se pone a su servicio, sin afectar su diversidad, para buscar los medios de pesar eficazmente sobre la historia.

Hecha esa aclaración, la doctrina de Mounier, además de personalista introduce elementos de un destacable realismo, pues admite, desde ya, la existencia válida de varios personalismos.


La Conciencia Humana

La conciencia (del latín conscientia 'conocimiento compartido', pero diferente de la definición de consciencia, ser conscientes de ello) se define, en términos generales, como el conocimiento que un ser tiene de sí mismo y de su entorno, pero también se refiere a la moral o bien a la recepción normal de los estímulos del interior y el exterior. Conscientĭa significa, literalmente, «con conocimiento» (del latín cum scientĭa).

Existen dudas profundas sobre en qué consiste exactamente la conciencia. Por ejemplo, en inteligencia artificial se ha trabajado ampliamente el asunto de crear máquinas o software suficientemente complejos para dar lugar a la conciencia. Incluso se ha negado la posibilidad de que un núcleo algorítmico como el de una computadora pueda dar lugar a algo genuinamente indistinguible de una conciencia.


El test de Turing propuesto en 1950 aborda ese problema, hasta la actualidad (2016) ningún programador ha conseguido con éxito superar satisfactoriamente dicho test (si bien un bot conversacional bautizado como Eugene Goostman de 2014, logró engañar gran parte de un jurado de humanos que fueron usados para dicho test).

sábado, 16 de marzo de 2019

Realidad Y Percepción

La realidad es lo que tomamos como verdad. Lo que tomamos como verdad es lo que creemos. Lo que creemos está basado en nuestras percepciones. Lo que percibimos depende de lo que estamos buscando. Lo que estamos buscando depende de lo que pensamos. Lo que pensamos depende de lo que percibimos. Lo que percibimos determina lo que creemos. Lo que creemos determina lo que tomamos como verdad. Lo que tomamos como verdad es nuestra realidad. 

Bohm aquí nos introduce a lo que podemos llamar un loop cognitivo, un circuito de reforzamiento en el que la percepción y nuestras creencias están unidas indisociablemente. La realidad que experimentamos no existe separada de nuestras creencias, las cuales lo mismo informan lo que percibimos que son informadas por nuestra percepción. Ricard desmenuza esto:

No importa lo complejos que sean nuestros instrumentos, no importa cuán sofisticadas y sutiles sean nuestras teorías y cálculos, sigue siendo nuestra conciencia la que al final interpreta nuestras observaciones. Y lo hace conforme al conocimiento y a los conceptos que tiene del evento bajo consideración. Es imposible separar la forma en la que la conciencia funciona de las conclusiones que hace de una observación. Los varios aspectos que distinguimos en un fenómeno son determinados no sólo por cómo observamos sino también por los conceptos que proyectamos al fenómeno en cuestión
.

Aquí Ricard hace un punto interesante, y es que no importa cuán rigurosos queramos ser en nuestra ciencia buscando objetividad de todas maneras todas nuestras interacciones con la información que obtenemos de un experimento son mediadas y de hecho ocurren en nuestra conciencia, que es por definición subjetiva. 

Así el mundo material supuestamente objetivo, al cual la ciencia investiga, es fundamentalmente nuestra conciencia, sólo que vista como algo externo. Y aquello que vemos, supuestamente separado y objetivo, está determinado por nuestros conceptos y creencias.

Confines De La Estupidez

Ser imbécil es tendencia. Tanto que se ha convertido en un modelo de negocio y cada tertulia televisiva convoca a su propio imbécil para que el respetable pueda disfrutar del espectáculo.

Vivimos una época en la que los idiotas se han convertido en una suerte de agujeros negros; en cuanto aparece uno, ya sea en medios o en redes sociales, la atención empieza a girar a su alrededor hasta que se lo terminan tragando todo. A este horizonte de sucesos podríamos llamarle el “horizonte de idiotez”, ese punto a partir del cual ya no escapa la “luz”, entendida esta como la más mínima manifestación de inteligencia. Y este ejército de idiotas consume una gran cantidad de recursos.

Si calculáramos el tiempo que dedicamos a los imbéciles en términos de PIB nos encontraríamos con un sector tan importante como el turismo. Y si lo hiciéramos en términos de producción eléctrica, con la energía que empleamos en discutir con los idiotas se podrían iluminar varias ciudades.

Con la energía que empleamos en discutir con los idiotas se podrían iluminar varias ciudades
Decía Albert Einstein que hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana, y que de lo primero no estaba muy seguro. Lo bonito de la imbecilidad contemporánea es que en muchos casos es elegida y voluntaria. 

Porque no es lo mismo estar equivocado – todos lo estamos varias veces al día – que ser idiota. Ni es lo mismo ser idiota por accidente que serlo por vocación. El idiota de moda es un idiota convencido de que decir idioteces le hace parecer inteligente. Parece contradictorio, pero es que la disonancia es el pienso del que se alimenta su cerebro. Da igual que todas las pruebas vayan en su contra, al contrario, cuanto más evidente sea su disparate mayor será su enroque en la imbecilidad y su goce interno. 

Hace unas semanas, por ejemplo, decenas de supremacistas blancos se sometían a pruebas genéticas para descubrir, incrédulos, que una buena parte de sus ancestros eran africanos. La respuesta, la típica: primero la negación y después la convicción de que hay una conspiración de genetistas contra la verdad oculta de su pureza.

Porque todo imbécil alberga, además, un conspiranoico. Para él es más fácil de aceptar que el 98 por ciento de los seres humanos conducen en dirección contraria que pensar que él es el kamikaze. Las contradicciones son solo un adorno más, otro molesto conductor que te llevas por delante. En 2015, el líder conservador estadounidense Tony Perkins atribuyó las inundaciones en Bahamas a un castigo de dios “por el aborto y el matrimonio homosexual”. Solo un año después él mismo perdió su casa en las inundaciones de Louisiana sin que esta vez el hecho le pareciera una “señal”. 

Algo parecido le sucedió recientemente al periodista ultraconservador Rush Limbaugh, quien acusó a los medios de comunicación de estar inventándose las noticias del huracán Irma para asustar con el cambio climático, horas antes de tener que evacuar su casa en Palm Beach por el temporal.


Pero no pasa nada, porque en la cabeza del idiota todo encaja, y cuando no encaja se reordena para volver a adquirir sentido. 

Consciencia: Espacio Tiempo

Consciencia: Espacio Tiempo
Hace unos días aprendí un nuevo concepto: Eddy.
Un “eddy” es un remolino que se forma cuando el flujo de un fluido se cruza con un obstáculo.
Si entendemos la consciencia como algo que fluye a través del espacio-tiempo, cuando su flujo natural es cruzado por un pensamiento recurrente, se genera un eddy; se enturbia la corriente.

Cuando los pensamientos dejan de emerger, y la consciencia fluye exclusivamente en el momento presente, se alcanza el estado de flow (el estado mental operativo en el cual una persona está completamente inmersa en la actividad que ejecuta).

Cuando estamos en flow, todo lo que hacemos lo hacemos sin esfuerzo, con precisión, sin distracciones racionales.

El flow es el estado mental ideal.

Pero entonces… ¿Debería evitar todo pensamiento? ¿Cómo planifico mi vida si vivo siempre en el presente?

Si nunca reflexionamos sobre el pasado, y nunca proyectamos hacia el futuro, no somos tan distintos a cualquier animal sin córtex prefrontal. Pero lo tenemos, y cumple una función –aunque a veces difícil de definir– fundamental en la evolución de la consciencia.

Sin la racionalidad que emerge de la complejidad de conexiones neuronales del córtex prefrontal no tendríamos lenguaje, mitos, cultura, música, danza, arte, puentes, edificios, internet, memes.

Imaginar cosas que no existen y aprender de nuestros errores en una misma vida sin tener que morir para limpiar nuestros “genes equivocados” nos permite evolucionar a otra velocidad.

La clave está entonces en el equilibrio, en tomar el camino medio.


Aprender del pasado, proyectar el futuro, y vivir ahora.

Inmersos En La Inmediatez

Es cierto que afrontar el desafío de nuestro día a día parece cada vez más difícil. Es verdad que la tentación de volver a lugares más seguros de nuestro pasado es por lo menos tan tentador como dejar volar nuestra fantasía al mundo idealizado del futuro, donde nuestros sueños se hacen realidad.

Esta afirmación anterior es tan así tanto para nosotros como seres individuales como para nuestras parejas y para nuestras familias. También es así para nuestro pueblo o ciudad, para nuestra provincia y, muchas veces, incluso para nuestro país.

La vida no te aguarda, no te espera ni se programa en una agenda, la vida te está sucediendo en este mismo instante: en el aquí y ahora. Es en este preciso instante donde todo acontece, donde las oportunidades germinan y los trenes se detienen en las estaciones avisándote de una llegada que ya nunca volverá a repetirse. Recuérdalo, no dejes para mañana la felicidad que mereces hoy.

Este mensaje que por sí mismo ya nos resulta inspirador a la vez que acertado, contiene un matiz en el que tal vez no hayamos pensado antes. La mayoría sabemos que las mejores oportunidades suceden en este mismo instante; sin embargo, no siempre las vemos o peor aún, no nos sentimos preparados para ellas, nos falta cierta valentía, cierto coraje para cruzar la línea del miedo.

Si nos preguntamos sobre el porqué de esta indecisión o de esa “ceguera” para ver las puertas que se abren cada día ante nosotros, la respuesta se halla en nuestro legado cultural, en nuestra educación y en esa perspectiva vital que nos han hecho asumir. Así, y casi desde que somos niños, nos han convencido de que hay un lugar en el que seremos felices, que llegará un día en que en base a nuestros esfuerzos, confianza y afán de superación alcanzaremos esa meta, ese objetivo deseado.
Puede que estos sea cierto para algunas personas; sin embargo, si hay un aspecto que caracteriza a nuestro mundo actual es la incertidumbre. A veces, quienes más se esfuerzan no siempre consiguen lo que desean, y quienes más se esfuerzan en “sembrar” son los que menos acaban cosechando. 

En esencia, muchos de nosotros nos pasamos media vida esperando un “algo” que nunca acontece, diluyéndose en esa eterna espera nuestras esperanzas y expectativas.

Atrevámonos por tanto a aplicar una nueva estrategia, dejemos de focalizarnos en el futuro para apreciar un poco más el aquí ahora, invirtamos en un presente de calidad a través de una mirada receptiva, una mente abierta y un corazón que toma lo que necesita.

Apreciar el aquí y ahora para invertir en felicidad.

Para muchos, vivir aferrados a la inmediatez, a lo que sucede en este mismo instante supone poco más que un acto de irresponsabilidad. En primer lugar, entendamos que vivir en el aquí y ahora no significa que debamos asumir una visión hedonista, un carpe díem al más puro estilo barroco donde limitarnos a disfrutar el instante… como si no existiera mañana. De hecho, es todo lo contrario, porque aprovechar el presente también es invertir en el futuro.


Decía Paul Auster con gran acierto que las personas deben aprender a vivir en el hoy, porque “¿qué importancia tiene quien fueras ayer si tienes claro quién eres ahora?” Ahí está la clave, en saber quiénes somos hoy, en recordar dónde estamos, qué necesitamos y dónde queremos llegar. 

De hecho, y como curiosidad, cabe decir que hay un tipo de paciente muy común que encuentran a diario los psicólogos en su práctica clínica, a saber, aquel que está “desconectado” de sí mismo y del momento presente.

Inventar La Aventura De Cada Día

Con más o menos frecuencia las personas se sienten mal por situaciones de trabajo estresantes o insatisfactorias, relaciones personales complicadas, problemas familiares, monotonía en su vida diaria, sentimientos de vacío vital, falta de ilusión cotidiana, etc

Sin embargo persistimos por miedo a cambiar introduciendo nuevos comportamientos o temor a intentar salir de lo conocido aunque frustrante para terminar con nuestro aburrimiento e insatisfacción.

Solemos lamentarnos mucho más de lo que no hicimos que de las cosas que nos salieron mal pues al no actuar fallamos siempre, pero a veces el miedo a la incertidumbre y lo desconocido nos paraliza y mantiene en la rutina monótona o en la pasividad frustrante.

La aventura de lo nuevo
En cualquier momento del año y mucho más en vacaciones podemos disfrutar de la aventura de lo nuevo, descubriendo experiencias inéditas, viviendo sensaciones diferentes, conociendo nuevas personas y aprendiendo de forma lúdica.

Es cierto que necesitamos algo de seguridad en lo conocido para vivir con tranquilidad sin sobresaltos, pero un exceso de apego a lo permanente nos cierra al entorno y a la vida que es actividad, descubrir, innovar, riesgo, etc

Nos viene bien una cierta estabilidad en nuestra vida pero sin que por ello debamos tener todo totalmente previsto, ya que vivir presupone viajar permanentemente hacia lo desconocido, siendo conveniente disfrutar en éste viaje continuo del aquí y ahora como si fuera nuestro particular “Viaje a Ítaca” donde es más importante el propio viaje que la meta.

Reinventarnos cada día
Es posible reinventarnos cada día si mantenemos una actitud de innovación respecto a nosotros mismos y en nuestro entorno, desplegando con intensidad nuestra energía vital a cada momento ya que “paradójicamente en la vida lo único permanente es el cambio”.

Conscientes o involuntariamente cambiamos de manera continua por lo que será muy útil que seamos nosotros mismos quienes de modo propio e intencionado dirijamos nuestro itinerario vital hacia nuestra mejora permanente.

.Si perdemos el miedo a lo desconocido podremos disfrutar de un inmenso mundo de posibilidades, donde aprender de las experiencias propias y ajenas, aprovechando la libertad de elección para decidir hacer lo que más nos llene personalmente.

Mejorando desde fuera hacia dentro
Comencemos por ayudar a vernos personalmente de manera distinta desde nuestro exterior que es lo más visible para las demás personas y para nosotros mismos .Hagamos algunos cambios de imagen para “poder vernos con ojos nuevos”, variando nuestro peinado o algún nuevo corte que nos guste experimentar, introduciendo algunos accesorios y complementos decorativos que resalten nuestra identidad, vistiendo ropas y zapatos acordes con nuestra nueva imagen que deseamos sentir y transmitir.

Ésta es la manera más rápida de empezar a promover una nueva identidad que haga a su vez nos miremos y nos vean de manera distinta pero siempre acompañándolo de posteriores mejoras a través de comportamientos y más eficaces hábitos de conducta.
Vivir intensamente nuestra aventura personal

Vivir es mucho más que sobrevivir cada día, es implicarse integra y profundamente en el aquí y ahora avanzando por nuestra deseada trayectoria y con las personas que deseemos nos acompañen como amistades, familiares y relaciones afectivas.

Salirnos de la llamada zona de confort de vez en cuando para sentir lo desconocido, insólito y nuevo, convirtiendo nuestra vida en un agradable viaje de aventuras donde disfrutar de los descubrimientos que podemos realizar frecuentemente.


La felicidad es disfrutar satisfactoriamente la vida
De ésta manera habremos conseguido vivir cada momento intensamente disfrutando activamente al sentirnos protagonistas principales de nuestra vida conforme a nuestros deseos personales y sintiéndonos felices interiormente al vivir de forma coherente con nuestro estilo elegido de manera libre.

viernes, 15 de marzo de 2019

El Bienestar

“Hoy en día “calidad de vida” la podemos vincular con los grandes avances en la biotecnología, la cual ha permitido contar con nuevas expectativas de vida, ya que anteriormente no se tenía acceso tan amplio como actualmente lo tenemos. Esto permite cubrir las necesidades más básicas como son en el ámbito emocional, económico, social y educacional.

En la actualidad, hablar de calidad de vida, hace referencia a un concepto que puede comprender diversos niveles que pueden visualizar las demandas biológicas, económicas, sociales y psicológicas en forma individual hasta el nivel comunitario. No olvidando que se relaciona este concepto con aspectos de bienestar social.

Por lo tanto lo que llamamos calidad de vida reúne elementos objetivos y subjetivos del bienestar social que están fundados en la experiencia ya sea individual y comunitario dentro de la vida social.

Si tomamos en cuenta el concepto de calidad de vida según la OMS, nos dice que es la percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia en el contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, sus expectativas, normas y sus inquietudes.
Con este argumento podemos citar que es un campo muy abierto donde comprende factores de salud de tipo emocional, física, ser independiente, contar con relaciones que contribuyan a un mejor desarrollo y que exista relación con el entorno en que vivimos.

Ahora bien, cuando nos preguntamos en forma individual que es calidad de vida podemos expresar diversa terminología como bienestar, alcanzar logros personales y familiares, contar buen estado de salud, tener una alimentación sana, en fin todo esto se ve relacionado a entornos sociales y culturales.

La calidad de vida individual puede entenderse como una relación global, dentro de la cual establece aspectos positivos pero también pueden existir eventos en forma adversa en el curso de la vida individual, lo que demuestra la interrelación individual y colectiva en el ejercicio de los valores sociales.

Esto nos demuestra que el concepto de calidad de vida está en constante movimiento, ya que se ve involucrada con aspectos socioeconómicos, culturales y psicológicos lo que genera en el individuo “valores positivos y negativos.”

Así podemos decir que el concepto de calidad de vida y bienestar social puede tener cinco campos a comprender como son:

Físico: donde puede tener aspectos de salud y seguridad física.
Material: contar con una vivienda digna y propia, con acceso a todos los servicios básicos, alimentos al alcance, medios de transporte.
Educativos: existencia y cercanía a una educación donde permita ampliar los conocimientos de forma individual y colectiva.
Emocional: campo muy importante para cualquier ser humano, mediante el cual permite que su estado emocional vaya creciendo e interrelacionarse eficazmente.
Social: donde al ser humano tiene opciones interpersonales con núcleos básicos como la familia y círculos de amistades que permitan desarrollo del mismo.
Es importante considerar que estos campos mencionados pueden tener una diversa influencia en factores sociales, médicos y políticos y también en los ámbitos individuales y de comunidades.

Como podemos comprender, la calidad de vida no es un proceso simple, pues requiere de un análisis minucioso.

La calidad de vida es el resultado de una interacción constante entre los factores económicos, sociales, necesidades individuales, libertad emocional, entornos ecológicos, condiciones de salud – enfermedad ya sea en forma individual y social.

Dar Sin Esperar

Es cierto, a toda acción hay una reacción. Toda causa genera un efecto, pero quiero que observes que una acción no implica una recompensa desencadenada a raíz de nuestra acción.

La frase acción-reacción, no significa acción-recompensa. De hecho nada tienen que ver.
Sin embargo muchos creemos en la recompensa, y a veces realizamos acciones esperando beneficios a cambio.

Cada persona tiene su personalidad, gustos, intereses, asuntos, problemas y necesidades. No podemos esperar que alguien reaccione como nosotros creemos. Tampoco debemos esperar que alguien actué en consecuencia por lo que damos o hacemos.

La forma en que creemos que una persona reaccionará ante nuestras acciones (aunque sean muy bien intencionadas), solo existe en nuestra mente, no forma parte de la realidad externa. Es algo que imaginamos que va a suceder, pero eso no significa que realmente suceda
.
Somos libres (solo hasta cierto punto), dejemos que las personas actúen con libertad y que la vida fluya tomando control de nuestras acciones. Dejemos atrás todas las expectativas sobre lo que hacen otros. En este punto es cuando aprender a no hacer suposiciones toma todo su valor.

Cuando haces o das, esperando recibir algo a cambio, estableces en ti una mentalidad de dependencia que te impide avanzar. Es una condicionante que dice: Si yo hago/doy esto, recibiré aquello.
Con ello solo colocas tu mente en modo de espera, dependiendo de las acciones de otros para crear y disfrutar tu vida.

¿No crees que colocar tu futuro en dependencia de lo que hacen otros es muy arriesgado?
Si esperas algo y no recibes lo que esperas, o no recibes nada, solo experimentarás emociones negativas que no tienen ningún sentido. Tú las creaste en tu mente, tú imaginaste e hiciste suposiciones acerca de lo que pasaría. El mundo no tiene que ser como tu creíste que sería.

Desde el momento que realizas una acción esperando algo a cambio, está dejando parte de tu futuro en manos externas. Es una incertidumbre que tú creas y que eliges experimentar.

Si las cosas no salen como esperas, recibirás un futuro no previsto. Tendrás decepción, arrepentimientos y muchos tipos de sentimientos negativos.

Entonces te vuelvo a preguntar: ¿Crees que tienen sentido poner tu futuro y tus sentimientos en dependencia de lo que hagan otros?

Cada qué esperas recibir un beneficio a cambio de tus acciones, te sometes al riesgo de la decepción, la cual puede llegar a doler mucho.

El beneficio real de hacer buenas acciones proviene de la energía que emanas al realizar una acción que surge de tu interior. Es una energía positiva que si la proyectas adecuadamente puede traer más abundancia a tu vida. La importancia radica en tus intenciones.


Por eso muchas personas con abundancia financiera recomiendan donar parte tus ganancias a asociaciones de beneficencia. Al hacerlo generan una alta energía que trae consigo muchos beneficios internos. Estos te hacen actuar y ver el mundo diferente. 

De esta forma proyectas esa energía y obtienes más de ella, tal vez en otra forma y/o en otro tiempo.

El Camino Del Medio


Para hacerlo más cercano a las personas que no conozcan el budismo y esperando no herir sensibilidades a los eruditos y practicantes del budismo, mis disculpas si fuera así, es el camino que simboliza y describe el equilibrio de la aceptación de aquello que no nos gusta o perturba junto con la aceptación de aquello que nos encanta y el desapego que implica la experiencia en de un extremo otro.

“Y es que cuando nos encandilamos con algo que nos encanta por las sensaciones que nos produce, llega el apego y el objetivo de volver a repetirlo para volver a experimentarlo. Y cuando vivenciamos una mala experiencia lo primero que queremos es evadirla o evitarla a toda costa”

La relación que tenemos con el objeto de deseo o aversión va a guiar nuestra vida y toma de decisiones. Ambos sentimientos son dañinos no solo para nosotros sino para ese foco con el que nos relacionamos. En ambos se da el apego y el desapego hacia una situación determinada. Justo lo que trabaja el budismo, el desapego aunque de ambas experiencias.

Y hablando de relaciones, es muy común establecer vínculos muy estrechos con aquellas personas que nos producen sensaciones maravillosas aunque como todo, solo duran un tiempo y a pesar de que todo es impermanente y se transforma en otra cosa o situación, nos aferramos, tanto en una dirección como en otra. Y es nuestra relación con la persona lo que debemos trabajar para evitarnos daño.

Es conocido desde hace unos años el término “persona tóxica” y es esta justo aquella a la que se evita y nos queremos quitar de encima para que no nos cree malestar, como si de ella partiera este veneno hacia nosotros
.
Pues bien, lo tóxico es la relación que mantenemos con ella de la que nosotros también formamos parte y de la que en parte somos responsables. No nos damos cuenta de que la vida nos está dando la oportunidad, en muchos casos, a enfrentarnos con algo que nos ha despertado esta relación y poder crecer y pasar página al superarlo. 

Y se nos repiten estas personas a lo largo de nuestra vida a las que algunos osan llamar tóxicas, sin saber que tras cada rostro, cada sonrisa o cada máscara, hay una historia y experiencias dignas de ser escuchadas  pero que a la vez nos abre la herida que nosotros queremos cerrar y cicatrizar a toda costa buscando las experiencias apacibles y pasando de largo por las incómodas.


jueves, 14 de marzo de 2019

Grandeza Humana

Los seres humanos observamos el mundo que nos rodea y describimos la realidad a través de las palabras. En ese caso, la grandeza es una forma de definir a una persona que es admirable en sus acciones y gestos. Una persona que tiene una enorme grandeza es honesta, sincera, tiene valores humanos, gestos que son un ejemplo para los demás. 

Las personas extraordinarias son aquellas que tienen un don especial, una humanidad enorme, son personas solidarias que no solo piensan en sí mismas sino que aplican la filosofía de vida de dejar este mundo mejor de lo que ellos lo encontraron.

Personas con grandeza como referentes
Es decir, a través de sus acciones y de sus palabras siembran esperanza, paz y fe a todos aquellos que están alrededor. Por tanto, las personas con una enorme grandeza se convierten en un referente social que tiene un enorme valor transformador. Son líderes que dejan una huella positiva en los demás, incluso, más allá de su ausencia.

Desde otro punto de vista, también puede ocurrir que una persona tenga delirios de grandeza.

Esta expresión se utiliza para referir a aquellas personas que son muy vanidosas y siempre quieren estar aparentando ante los demás. Es decir, son personas que dan más importancia al tener que al ser y viven más pendientes del qué dirán los demás que de su propio criterio. Las personas que tienen delirios de grandeza tienen una falsa imagen de sí mismas pero además, también pueden resultar un tanto artificiales en ciertos momentos al valorar asuntos que son totalmente superficiales.

A nivel humano, conviene puntualizar que no existe mayor grandeza que la práctica del bien. Es decir, realizar el bien es un gesto que ennoblece el corazón. Mientras que una buena acción humaniza todavía más a aquel que la realiza, por el contrario, una mala acción limita el potencial de un ser humano.

Desde un punto de vista esencial y antropológico, conviene puntualizar que todo ser humano está dotado de una inmensa grandeza porque es un ser único e irrepetible dotado de dones tan valiosos como la inteligencia y también, la voluntad. Además, todo ser humano también tiene la grandeza de una infinita capacidad de superación personal. Pero todo ser humano es libre y tiene la capacidad de elegir entre la virtud o la realización de acciones que no son buenas.


La grandeza siempre debe de producir admiración pero a veces, produce envidia en aquellos que se entristecen del bien ajeno.

Caminos Alternativos


Posee raíces muy profundas el conflicto árabe-israelí; lo suficiente como para que alcanzar la paz y una convivencia duradera, parezca lejano. Es mucho tiempo el que alimenta las distancias subyacentes bajo la realidad de los dos pueblos. Mucho dolor, muchas muertes y la desconfianza mutua que enciende la violencia de manera periódica.

Escenarios repetidos de atentados, plagados de sangre, sin lugares seguros, ni esperanzas de que el próximo día pueda cambiar las cosas. La tensión no deja respiro, ni siquiera para que exista un “acuerdo tácito”, acerca de que algunas situaciones y algunos temas, no implican una nueva escalada de agresiones. Y que tal vez, existan caminos alternativos como ejemplo de que no todo es oscuridad.

El anuncio del casamiento, mantenido en secreto hasta el último momento, entre un actor judío israelí y una presentadora de televisión árabe israelí desató pasiones en Israel, donde se mezclaban las condenas y los buenos deseos. El maniqueísmo como principio básico, enfrentado a una “simple pareja”, de enamorados.

Lucy Aharish, procedente de una familia musulmana y primera árabe que presenta un programa en hebreo en la televisión israelí; y Tsahi Halevi, actor en la exitosa serie de televisión “Fauda", se casaron hace unos días, en una ceremonia revelada por los medios, horas después.

Los recién casados, de 37 y 43 años, respectivamente y que llevan varios años como pareja, querían que su casamiento se celebrara en secreto por el temor a las “reacciones de los extremistas”, según la prensa. 

Desde las altas esferas del poder, le dieron la razón a los miedos de los enamorados: el ministro del Interior israelí, el ultraortodoxo Arie Déry, consideró en una emisora de radio militar que este matrimonio “no es algo bueno” y expresó su preocupación por sus futuros hijos, invitando a la esposa a convertirse al judaísmo. También aludió a los estragos de “la asimilación que consume al pueblo judío”.

Un cierto número de judíos se opone a la “asimilación”, a través, por ejemplo, de los matrimonios mixtos. Esa voz del gobierno, sin embargo, no fue el único caso extremista: Bentzi Gopstein, jefe de la organización de extrema derecha Lehava (“La Llama”), conocida por sus campañas contra las relaciones mixtas, reprobó el matrimonio y pidió al marido “preservar la dignidad del pueblo judío”.

Por su parte, el diputado Oren Hazan, quien suele realizar provocadoras declaraciones, consideró en Twitter que Lucy Aharish “sedujo a un judío con el objetivo de debilitar a nuestro país e impedir que los descendientes judíos continúen con la dinastía judía. Reprocho a Tsahi que se islamice”, dijo este diputado del Likud, el partido de derecha en el poder.

Pero también hubo lugar para otras miradas. Las declaraciones de malos augurios motivaron una ola de apoyo con los recién casados. “Enhorabuena y felicidad a esta magnífica pareja”, declaró en Twitter la diputada laborista Shelly Yachimovich. “Lucy Aharish entiende mejor qué quiere decir ser judío que quien escribió un tuit racista y nauseabundo”, insistió la diputada también laborista Stav Shaffir, en referencia a Oren Hazan. La diputada de centro-derecha Meirav Ben Ari también felicitó a la pareja con un “Mabruk” (“Enhorabuena”, en árabe).

Lucy Aharish es una mujer árabe con ciudadanía israelí. Los árabes israelíes representan 17,5% de la población del país. En su página en la red Facebook la presentadora dice que estuvo escolarizada en un ambiente judío y que celebra tanto las fiestas judías como las musulmanas.


La serie “Fauda”, en la que trabaja Tsahi Halevi, ha logrado éxito internacional al representar de manera brutal el conflicto israelí-palestino y dando, según los críticos, una dimensión humana a todos los personajes, tanto israelíes como palestinos. 

Es una pareja de enamorados que se casó. Lo demás, está demás.

miércoles, 13 de marzo de 2019

Saber Aprender



Hoy sabemos que aprender a aprender es una expresión que incluye la enseñanza de una serie de habilidades estratégicas, metacognitivas, autorreguladoras y motivacionales para seleccionar, organizar e integrar de forma activa la información al conocimiento previo y asumir una actitud pensante y crítica sobre lo que se tiene que aprender. Sin embargo, también sabemos desde hace unos años que esta competencia compleja del aprender a aprender no suele estar dentro del repertorio de los alumnos; los estudiantes conocen muy poco sobre el particular y lo que saben está muy alejado de lo que en verdad tendrían que saber (Martín y Moreno, 2007). Incluso, queda muy claro que los alumnos apenas llegan a conceptualizar una idea confusa de ella.

Además, en los currículos escolares, aun cuando en fechas recientes se ha tomado conciencia de la importancia de esta competencia, lo que sigue prevaleciendo es su escasa presencia dentro de los espacios curriculares de todos los ciclos educativos. Pareciera que con todo ello se están reforzando creencias o teorías implícitas de tipo reproduccionista o prerreflexiva en los alumnos, las cuales conceptualizan el aprendizaje como una actividad mecánica-memorística en la que ellos se perfilan como auténticos copistas y reproductores de información (Pozo, 2008), concepciones que son verdaderas antípodas de una propuesta del aprender a aprender (Martín y Moreno, 2007).

Por tanto, el modo en que se está preparando a los alumnos para las demandas crecientes e imprevisibles de la sociedad informacional y para el multiperspectivismo y relativismo que en ella suelen proliferar, parece completamente insuficiente. En tal sentido, conviene hacer una llamada de atención para que esta competencia del aprender a aprender asuma un lugar más protagónico en los próximos años dentro de los currículos escolares y pase a formar parte de lo en verdad básico dentro de ellos.

Gracias a la investigación realizada desde la disciplina psicoeducativa, sabemos que estas habilidades no pueden ser desarrolladas por el alumno de forma solitaria o espontánea en la mayoría de las veces; más bien, lo que se ha puesto al descubierto es que dependen de propuestas mediacionales-educativas prestadas por docentes o especialistas dentro de un plan de enseñanza transversal en los ciclos educativos (Díaz Barriga y Hernández, 2010; Hernández, 2004). Además, tiene que plantearse su enseñanza in situ desde los lugares en donde se presta la instrucción de los saberes curriculares a enseñar (modalidad infusionada o insertada dentro del currículo).

En este sentido, cualquier educando tendría que iniciar sus actividades educativas con dos objetivos paralelos: enseñar los contenidos de su programa (conceptos, principios, procedimientos, actitudes) y, al mismo tiempo, enseñar o dar oportunidad para que los aprendices desarrollen y construyan habilidades estratégicas de índole cognitiva y metacognitiva-reflexiva que les permitan, a su vez, ser capaces de pensar con mayor efectividad cuando enfrentan situaciones futuras de aplicación y puedan hacer un uso funcional de los aprendido.

Dentro de las subcompetencias estratégicas más significativas que la escuela debería promover y que tendrían que estar presentes como ejes transversales en los programas escolares de los distintos ciclos, tratando de fomentar de forma comprehensiva el aprender a aprender, se encuentran: saber buscar información en forma selectiva y crítica; analizar los problemas para opinar de forma fundamentada; escuchar para dialogar; hablar para convencer; leer para comprender; escribir para argumentar; saber cooperar para trabajar; saber empatizar para compartir; y saber fijar metas razonables de aprendizaje (Monereo y Pozo, 2001).


El desarrollo de estas subcompetencias habilitarían a los alumnos de un buen instrumental para que puedan enfrentar las futuras vicisitudes que la sociedad de la información les irá imponiendo en los próximos años, para que, así, puedan construir a partir de ella un genuino conocimiento y también generen otros nuevos cuando así se les demande.

El Intercambio De Conocimiento


Desde la teoría del “knowledge management”, diversos autores plantean que el conocimiento es un acto humano basado en la interpretación de datos para actuar en un contexto determinado, que reside fundamentalmente en las personas y se enriquece cuando se comparte.

Nonaka y Takeuchi, definen el conocimiento como algo intangible que reside en un espacio común, que puede hacerse tangible y transferible, pero cuando se separa de su contexto se transforma en información. El conocimiento se mediatiza a través del contexto y se vincula a la experiencia, personal y circundante.

Una interrogante permanente en el debate tecnológico ha sido ¿cómo aprovechar las TIC para promover la generación y distribución de nuevos saberes? Para atender a esta interrogante Nonaka y Takeuchi desarrollaron estudios orientados a explicar que las tecnologías de información y comunicación serían fundamentalmente herramientas de intercambio, creación y almacenamiento de información.

Las TIC simplificarían enormemente la transmisión de datos, información e incluso de “conocimientos explícitos” (sistematizados), pero no así del “conocimiento tácito” (no sistematizado) que requiere de otras dinámicas de interacción, más fortuitas y complejas de llevar a cambo por medio de las tecnologías.


Sin embargo, hoy en día en el campo de Internet, están apareciendo nuevas plataformas de interacción persona-máquina y de comunicación mediada por computadora, que están abriendo promisorios espacios de intercambio de conocimiento

Fatiga De Información

Filosofía
Fatiga De Información
El neurólogo ruso Levon Badalian (1929-1994), que se dedicó de forma especial a la neurología infantil, advertía sobre el daño que el exceso de información provoca en el desarrollo neurológico y cerebral de los niños, siendo este el causante de muchos de los trastornos del aprendizaje…

El psicólogo británico David Lewis ha acuñado el término Information Fatigue Syndrome (IFS), Síndrome de Fatiga por Exceso de Información. Este término se utiliza para caracterizar el elevado nivel de estrés de quienes intentan a toda costa asimilar el caudal de información que les llega constantemente a través de la televisión, teléfonos móviles, periódicos, libros, faxes y, sobre todo, de Internet. El IFS se caracteriza por un estado psicológico de hiperexcitación y ansiedad al verse ante un amplio mar de información y contar, literalmente, con millones de páginas. Pero, al mismo tiempo, provoca miedo e inseguridad por no poder manejar esa inmensa cantidad de información. En muchos casos lleva, incluso, a la parálisis de la capacidad analítica, pudiendo conducir a decisiones imprudentes y a conclusiones distorsionadas.
Esta nueva forma de contaminación ha sido llamada infoxicación.

La infoxicación es lo que tenemos cuando la información que nos rodea, o aquello que creemos que debiéramos saber, supera nuestra capacidad de asimilación.

Aunque no todo el mundo tiene acceso a la totalidad de los medios, para todos se ha incrementado, en progresión geométrica, la cantidad de datos con relación a los que teníamos disponibles hace algunos años. Pero la pregunta fundamental que nos hacemos ante esta avalancha es: ese enorme crecimiento de datos ¿ha hecho crecer de igual forma nuestro conocimiento?

El contar con más datos, tener información al día, estar conectado de forma permanente, no necesariamente significa que se conoce más, o que se comprende mejor lo que sucede.

Datos, información e inteligencia
Los datos –las cifras, la cantidad, la anécdota, el suceso– son la materia prima de la información. Lo que hoy se escucha como noticias son generalmente datos, “sucedió esto o aquello”, y se supone que en las imágenes, fotografías o filmaciones que se muestran estamos viendo la realidad; pero se nos olvida que la cámara no capta todo, sino lo que quiere captar el que la maneja, o lo que queda tras ser editadas las tomas parciales. Datos son fechas, lugares, nombres; lo que en realidad tenemos no es un exceso de información, sino un exceso de datos.

La información es la capacidad de responder preguntas que expliquen los datos, por qué sucedió esto o aquello, cuál es la razón de que las cifras suban o bajen. La información requiere, necesariamente, del pensamiento. Una secuencia rápida de imágenes, sonidos y locución puede resultar impactante para convencer al consumidor o al elector, como ya advertía Vance Packard al final de los años 50, pero no permite hacer el proceso reflexivo que lleva a comprender el porqué de los sucesos. 

El océano de datos que recibimos diariamente y a los que tenemos acceso, solo puede ser útil en la medida en que lo podamos procesar como información. No basta con estar enterado de que algo sucedió, es necesario saber por qué sucedió, en qué entorno y contexto sucedió; ahí sí vamos a estar informados; antes de eso solo estaremos impactados e, incluso, saturados por exceso de impacto. Los datos dicen lo que está sucediendo, pero la información nos ayuda a comprender por qué sucede.

La inteligencia es, fundamentalmente, la capacidad de discernir: saber qué es una cosa, qué es otra y cuál es la diferencia entre ambas. Puede parecer sencillo, pero para lograr el conocimiento necesitamos discernimiento, saber qué es lo correcto para poder diferenciarlo de lo que no lo es. Esto proporciona principios y criterios.

A través de los datos elaboramos un proceso de pensamiento. Pero para que toda información sea algo útil, es necesario aplicar el discernimiento, evaluarla de acuerdo con un buen criterio, contrastarla con principios fundamentales para saber su validez. En definitiva, es la inteligencia la que produce el conocimiento.

El exceso de datos se transforma en una intoxicación cuando no puede ser digerido; para lograr esta asimilación es necesario pensar sobre ello para comprender hacia dónde van los procesos y no quedarnos solo con el impacto de los datos.

Es importante comprender lo que sucede, pero no basta; es preciso desarrollar la creatividad necesaria para resolver los desafíos; lograr un conocimiento prospectivo que permita adelantarse a los hechos; comprender el sentido de las cosas; en fin, es necesario tener conocimiento verdaderamente estratégico, que es el producto de la inteligencia. Todo ello es preguntarse, es hacer filosofía.


Hacer filosofía es descubrir el filósofo que todos llevamos dentro, es desarrollar nuestras potencialidades latentes, es asombrarnos ante la vida y el mundo, es buscar la sabiduría sin sectarismos. Eso es en realidad la filosofía a la manera clásica: el mejor remedio para salir de la intoxicación por exceso de datos, que nos hace caer en las grandes tenazas de la manipulación.

Individualidad

La individualidad necesaria consiste fundamentalmente en establecer criterios personales y pensar por ti mismo bajo cualquier circunstancia [por lo menos intentarlo a diario], en tener una exacta conciencia de lo personal y educarla en la singularidad, en conocer y afirmarnos en nuestra responsabilidad ante el mundo y ante nosotros mismos, en luchar contra la idea de sometimiento a los otros y a las cosas de los otros [y así no sentirnos nunca víctimas, que es la peor de las condiciones que se pueden suponer en un ser humano].

En la individualidad uno siempre fracasa solo y el fracaso del grupo no le afecta porque nunca es su fin el propiciarlo. Tampoco triunfa uno en la individualidad, solo camina, pues el triunfo requiere de la mirada exterior y del aplauso ajeno.

La premisa primera es no dejarse llevar por lo exterior jamás, mantener el camino marcado y no admirar porque otros admiran, ni odiar porque otros odian.

Después hay que percatarse de que los gozos más intensos proceden de uno mismo y desencadenan también en uno mismo [el proceso creativo y estético es quizás la mejor muestra], por lo que hay que cultivarlos hacia adentro, sin valorar sus consecuencias éticas ni los ajustes a la moral, que son circunstancias que requieren del grupo, cuando no las impone ese ‘otro’ emboscado y empeñado en someter.

Solo desde estas premisas, desde esta visión individualista del desarrollo humano, pueden lograse avances revolucionarios que afecten a todos positivamente, pues la ruptura intelectual del sistema [despreciando su ética acomodada y su moral cansina] es la única posibilidad tangible de cambio [y lo demuestra con múltiples ejemplos la historia de las civilizaciones, en las que brillantes individualidades son capaces de armar giros humanistas de 360 grados en breves plazos de tiempo, giros que redefinen el valor de las tecnologías y de las artes, de la ciencia y del pensamiento… y, por tanto, de los sistemas políticos y sus usos].

Sé que desde los diversos pensamientos progresistas de la izquierda moderna (?) y desde los antiguos postulados de la izquierda obrera [aquella de los parias de la Tierra] no se entiende la individualidad como un aspecto positivo del hombre, se la denigra poniéndole el marchamo de ‘liberal’ y propia de cavernícolas conservadores, y eso me duele y me mosquea, porque yo me siento en ese tono de pensamiento obrero en el que los valores de igualdad, justicia o solidaridad son camino de libertad y de progreso, valores de alto humanismo, pero anular al individuo en su desarrollo como tal me parece tan grave como privarle de todos esos valores para convertirle en la fuerza del hormiguero.

Creo que hay una individualidad que vibra en esa línea de pensamiento, sé que la hay y quiero perseverar en ella, empeñarme en sacarla adelante para mi uso y disfrute, buscarle las vueltas para rebatir esa idea oscura de que el individualismo es egoísta y egotista. Poder decirle con argumentos a esa clase que vive ‘cargada de razón’, tanto en sus tramos de poder como de oposición, que el fracaso de uno no es el fracaso de todos… y que el triunfo de uno puede ser también el triunfo de los demás.

El Equilibrio Emocional

Se denomina equilibrio emocional a las respuestas emocionales adecuadas que un individuo brinda hacia el entorno que lo rodea. Si bien la noción de adecuación puede pecar de cierta vaguedad, es importante hacer notar que el desequilibrio es la consecuencia de una relación entre el sujeto y el ambiente que genera profunda insatisfacción. Es por ello que las diversas escuelas abocadas al estudio de la psique humana conceden una relevancia decisiva a las relaciones que un individuo establece con sus semejantes.

En tanto organismo vivo, al ser humano se le aplica las nociones de estímulo y respuesta. De esta manera, a cada hombre el desempeño diario le depara una serie de situaciones de stress ante las cuales debe reaccionar. Si esta reacción o respuesta logra evadir o transformar en algo positivo el stress, la persona mantendrá un equilibrio en sus emociones; de lo contrario sufrirá sus consecuencias negativas que se trasuntarán en una inadaptación. Es por ello que el equilibrio emocional guarda mucha relevancia para entender el desenvolvimiento laboral, escolar, deportivo, etc. De cualquier individuo.

La sanidad mental de una persona se manifiesta cuando existe un equilibrio entre sus deseos y la realidad que vive, es decir, cuando se vive armónicamente con el entorno y con las posibilidades que la vida nos ha dado en los aspectos psíquicos, económicos y físicos. Poniéndolo en palabras más simples y directas, cuando aceptamos los familiares que tenemos y las relaciones, buenas, no tan buenas, muy buenas o regulares que entablamos con ellos, cuando no nos resistimos a aquellas cualidades físicas que disponemos y a las que no, y también cuando aceptamos la realidad económica que nos toca en gracia, sea la misma excelente, buena o mala, entonces estaremos en equilibrio.

Todo esto que mencionamos implica aceptarnos como somos, con nuestras limitaciones por supuesto, porque nadie es perfecto, nadie tiene todo lo que quiere siempre, ni el más lindo, ni el más magnate ni aquellos que no están cerca de ser ambas cuestiones.

Entonces cuando conseguimos una adaptación sana a esa realidad que nos ha tocado en gracia diremos que estamos en equilibrio emocional. Además, debemos decir que esta es una posición adulta y la mejor que podríamos tener para encontrar el equilibrio emocional, porque a sabiendas de lo bueno y malo que tenemos continuamos para adelante en busca de la superación, esa debería ser la actitud y el camino a tomar.

También es importante que mencionemos que el equilibrio emocional no es algo inamovible, sino muy por el contrario, está en constante movimiento y por ello mismo es necesario cuidarlo todos los días de nuestra vida para que no sufra desviaciones pronunciadas que nos hagan caer en estados de desequilibrios graves. Por supuesto que hay afecciones más graves que otras y algunas pueden afectarnos de manera transitoria y otras permanecer, tal es el caso de la depresión, la esquizofrenia, por nombrar algunas de las más corrientes.

Asimismo debemos dejar en claro que la persona con equilibrio emocional no es aquella que no padece angustia, temores, depresiones sino aquella que es capaz de mantener el equilibrio entre sus anhelos y su realidad.


martes, 12 de marzo de 2019

Tu Lado Interior

La paz interior es el sentimiento de bienestar que experimenta una persona que se siente bien consigo misma, tranquila y relajada a nivel interno.

La paz interior es la meta de felicidad más importante ya que para tener relaciones personales saludables previamente, uno debe de sentirse bien consigo mismo. ¿Qué significa tener paz interior?

Tener tranquilidad de ánimo significa haber hecho las paces con el pasado, no arrastrar ira por asuntos del ayer, tener un amor hacia uno mismo alto a través de una autoestima positiva, vivir en conexión con el presente. Estos son los ingredientes más importantes que definen la paz interior, 
ingredientes que hacen que la persona experimente una luz especial. Es esa luminosidad que aporta la alegría y la ilusión.

Una persona que experimenta paz interior también es feliz en los instantes de soledad porque sabe que la soledad completa no existe mientras uno se tiene a sí mismo y entonces, los espacios de silencio se convierten en un deleite personal.

¿Cómo alcanzar la paz interior?
1. En primer lugar, es muy importante tener un propósito de vida. Es decir, tener un plan de realización existencial que muestra la vocación por la búsqueda de la felicidad: cada persona tiene su propio camino y experimenta paz cuando está en el camino correcto.
2. El ser humano es libre de realizar sus acciones. En este sentido, hacer el bien es un principio de felicidad puesto que la satisfacción del deber cumplido desde el punto de vista ético también aporta paz interior.
3. Conviene buscar el equilibrio en los distintos espacios de la vida para cultivar trabajo y vida personal de un modo equitativo.
4. El pensamiento positivo ayuda a poner el punto de atención en el lado agradable de la realidad mientras que el pensamiento negativo potencia el desánimo. 
El optimismo ayuda a reforzar la serenidad interior porque el pensamiento positivo produce sentimientos agradables que se muestran en la acción.
5. La musicoterapia ayuda a potenciar el sentimiento de serenidad porque la música produce un efecto directo sobre el estado de ánimo. Es posible realizar ejercicios de relajación al compás de música suave de fondo que aporta serenidad.
6. Cultiva el valor de la amistad porque las relaciones personales aportan reconocimiento y autoestima.

7. Existe un ejercicio físico saludable que aporta serenidad: caminar en un entorno natural y respirar aire puro.