viernes, 2 de febrero de 2018

Hablemos De Ternura


“Cuando sabemos dar la ternura y también sabemos recibirla, nos damos cuenta que se halla presente en todas partes: en un perro, en un amigo o en una desconocida”
Jacques Brel

Una vivencia consciente del presente.
Una expresión del amor incondicional.
Un sentimiento íntimo, que brota desde el corazón.

Puede ser el resultado de un proceso de auto-sanación de viejos dolores, de completar un proceso de duelo ante pérdidas, o despertarse ante un estímulo (ej. la percepción de un bebé, un cachorro, una persona querida en un momento difícil, alguien que se muestra tal como es) o por una actividad (ej. meditación, hacer servicio social) o por presencia de otra/s persona/s que siente ternura (ej. grupos de 12 pasos, terapias).

También puede nacer del silencio que se crea cuando escuchamos lo que dice la otra persona o intentamos participar de sus vivencias y sentimientos. La ternura es algo dulce y lleno de confianza, que circula entre dos personas que se reciben mutuamente.

Tiene que ver con la capacidad de apreciar y recibir, con estar atento y dispuesto
Tiene que ver con la “hormona del amor” u oxitocina (ej. se activa en el momento del parto y la lactancia, facilitandolos)

La atención al otro con ternura, inspira a verlo siempre con una mirada fresca, notando los cambios y necesidades con el transcurso del tiempo.

No es cariño, afecto, amabilidad, dulzura, simpatía. Tampoco es mostrar los propios sentimientos, o demostrar sentimientos cálidos hacia otra persona.

La ternura puede estar acompañada de estos sentimientos y actitudes, pero es no lo mismo.

Por ejemplo, uno puede ser muy afectuoso con otra persona, decirle palabras cargadas de cariño, tener atenciones con el otro, hacerle mimos con abrazos y caricias, darle la razón, hacer cosas para ser querido, y sin embargo no sentir ninguna ternura, no prestar atención a lo que está viviendo el otro, no conectar con el amor al prójimo, no aceptar tal como es al 100%. 

Algunos llaman “aceptación” lo que acá explico como ternura. Puede tomar este nombre, recordando que acá me refiero no sólo a la aceptación desde el entendimiento, sino la aceptación que brota desde corazón. Por ejemplo, puedo entender que es inevitable que llueva algunos días al año, puedo aceptar que esos días puedo mojarme, pero sólo será ternura cuando me conecto con el proceso vital de la lluvia, con lo que implica para la vida en este planeta que llueva, cuando siento gratitud por la lluvia y sus consecuencias.

 El aceptar a las personas y a las situaciones tal como son, es la gran fuente de paz interior.

Y ocurre que cuando alguien se siente profundamente comprendido y amado, sin querer ser cambiado, a veces algo ocurre en su corazón, y se despierta un enorme poder auto-sanación y auto-transformación.

Toca el corazón de la autoestima. Es fundamental en el desarrollo del niño y luego en cada etapa de la vida.

Necesaria para ser felices en la convivencia con otras personas (en el hogar y también en otros ámbitos como empresas y organizaciones). La falta de ternura lleva a las luchas de poder, la competencia, la impaciencia, el control, el agotamiento, la tensión emocional, la frustración, el enojo, etc. La presencia de ternura, lleva a la aceptación, el disfrute, el desarrollo de cada uno, a su propio ritmo, a su propia manera. 


Desvalorizar la ternura. Ej. “Eso es cosa de mujeres”; “Es un sentimiento empalagoso, molesto, invasivo”; “Son exageradas, a veces hasta ridículas, las expresiones ante los bebés”; “Escuchar sin decirle nada al otro para ayudarlo a pensar y actuar diferente, no sirve para nada”; “La ternura es un sentimiento de debilidad, que te hace ver como un tonto”.

Creencias que tienen que ver con comprender al otro desde un plano intelectual, mental, y no desde sentir amor hacia el prójimo. Ej. “Mi trabajo para ser empático es comprender las emociones y necesidades del otro, comprender su historia, pero no hace falta sentir nada por el otro”.

Creencias que tienen que ver con querer controlar el aprendizaje y crecimiento del otro. Ej. “Progresamos todos juntos o ninguno”; “A tu edad ya deberías tener resuelto este tema”; “De esta situación, lo que tenés que aprender es…”; “Si seguís cambiando de esa forma, tus amigos de siempre no te vamos a seguir y te vas a quedar solo”; “No puedo cambiar si vos no cambiás conmigo, en el mismo camino”; “No puedo seguir con vos, si no cambiás conmigo”; “Lo que tenés que hacer es…”.
Creencias sobre que el otro tiene que ser tierno con uno. En realidad, cuando creemos esto tiene que ver con una ausencia de ternura en nosotros mismos, ya que no estamos aceptando lo que el otro siente / hace / expresa. 

También creer que yo mismo “tengo que” ser tierno, es anti-ternura. 

Lapsus De Cordura


A medida que envejecemos nuestro cerebro también puede cometer pequeños fallos de funcionamiento, lapsus de memoria que sólo indican el paso del tiempo, sin embargo ¿cuándo podemos considerarlos síntomas de una incipiente demencia?

El estrés, un día de trabajo extra, un sueño pobre e incluso algunos medicamentos pueden interferir con la producción y recuperación de memorias. Y todos tenemos momentos en los que un nombre o el título de una película está en la punta de la lengua. "Eso es diferente de las clases de lapsos que podrían advertirnos de los signos de demencia", explica la doctora Sevil Yasar, geriatra de las Instituciones Johns Hopkins.

La mayoría del tiempo, los lapsus de memoria no son preocupantes, pero ¿cómo puedes saber la diferencia entre los deslices simples y algo que podría ser más grave? Más abajo los especialistas estadounidenses apuntan cinco indicadores. 

"Pero cada vez que estés preocupado sobre ti mismo o un ser querido, merece la pena hablar con tu médico", recuerda Yasar.

El estrés, un día de trabajo extra, un sueño pobre e incluso algunos medicamentos pueden interferir con la producción y recuperación de memorias.
Olvidar el nombre del perro del vecino es normal. Lo que no es normal es preguntar a amigos, familiares o colegas por la misma información de forma repetida; olvidar por completo quienes son familiares o amigos de hace mucho tiempo; o no ser capaz de realizar las actividades diarias de la forma en la que lo solías hacer.

"Si solías equilibrar tus cuentas bancarias mirando el céntimo y ahora estás perdido sin saber a dónde va tu economía doméstica, o te sientes perdido o superado preparando tu receta tradicional, podría ser un signo de cambios cerebrales tempranos", señala Yasar.

Perderse mientras conduces, caminas o tomas un transporte público a un nuevo lugar es normal. Lo mismo sucede cuando estás muy absorbido por el trayecto (o tus pensamientos) y tienes que reorientarte para saber dónde estás. Pero "conducir o caminar por un periodo largo de tiempo sin darse cuenta de que estás perdido u olvidar por completo dónde estás puede ser un signo de demencia", indica Yasar.

También podrías olvidar cómo llegaste a una nueva localización, desorientarte fácilmente en lugares familiares o perder la capacidad para leer un mapa o seguir indicaciones y señales de tráfico.

De vez en cuando, todos olvidamos en qué día de la semana estamos, pero solemos recordarlo o averiguarlo rápido. Lo que resulta más problemático es no saber qué día es, la hora del día o cuánto tiempo está pasando y no ser consciente de que lo has olvidado. Estos podrían ser signos de demencia, según los expertos de las instituciones Johns Hopkins.

Es normal perder cosas o ponerlas en el sitio equivocado y darnos cuenta del error.

Todos tenemos en ocasiones que parar para encontrar la palabra correcta de vez en cuando. "Y es normal que esto pase cada vez más a menudo a medida que nos hacemos mayores", aclara Yasar. Sin embargo, lo que no es normal es una extrema dificultad para recordar las palabras, denominar a cosas y personas con palabras o nombres erróneos y aislarse socialmente como resultado de ello.

Tener cada vez más problemas para continuar, unirse o seguir una conversación (dejar de hablar a la mitad y no saber qué es lo que ibas a decir después) podría también ser un aviso del riesgo de demencia.

Todos extraviamos cosas y sí, en una mañana ajetreada incluso podemos poner la caja de cereales en la nevera si vamos demasiado deprisa. Es normal perder cosas o ponerlas en el sitio equivocado y darnos cuenta del error o reconstruir los pasos dados para conseguir encontrar las llaves perdidas sobre la pila del correo del día.

Pero no es normal ser incapaz de averiguar dónde dejamos las posesiones extraviadas, poner las cosas en cada vez más lugares inusuales y comenzar a sospechar (sin evidencias) que otras personas han escondido nuestras posesiones perdidas.



La Lucidez Del Loco


Efectivamente, hay personas que están del todo convencidas de que siempre tienen razón, de que siempre actúan de la mejor manera posible, de que no se equivocan nunca. Como en aquel conocido chiste del que se mete en la autopista en dirección contraria y oye la alerta por la radio que avisa de que un conductor enloquecido circula por la autopista en sentido opuesto: "¡No uno, sino todos!", se grita a sí mismo, apagando bruscamente la radio. 

De un maestro de espiritualidad aprendí que cuando en alguna ocasión piense que tengo toda la razón del mundo, es que no tengo razón ninguna. Y ese sabio consejo me ha ayudado a menudo a intentar ponderar las razones de los demás en cualquier asunto disputado o en todos aquellos asuntos de alguna importancia en los que sostengan opiniones diferentes a la mía.

Lamentablemente, en el espacio político —al menos en el nuestro, que es el que conozco más de cerca— parece imposible el diálogo racional entre sus protagonistas principales. Cada partido se presenta como poseedor de la solución de todos los problemas. Quienes no nos dedicamos a la política pensamos casi siempre que lo más razonable sería en muchos casos intentar encontrar entre todos las soluciones a los problemas, tomando quizá lo mejor de cada parte. Si un político pensara que son razonables las posiciones de los demás partidos e intentara lograr un consenso, descubriría casi siempre que los partidos, haciendo honor a su nombre, están hechos para la confrontación y no para el consenso racional. Son estructuras para lograr el poder parlamentario, pero difícilmente sirven para gobernar un país.

A este respecto viene a mi memoria el fino análisis que el antiguo comunista polaco Leszek Kolakowski lleva a cabo en su ensayo "Partido-religión y partido instrumento" sobre las dos maneras opuestas de concebir los partidos políticos. Mientras que un concepto "religioso" de partido lleva a pensar que el propio partido está en posesión de la verdad, de toda la verdad y de nada más que la verdad, que dispone de la mejor receta para organizar la sociedad y que los miembros de los demás partidos son ignorantes estúpidos que responden a perversos intereses particulares, Kolakowski defiende un concepto instrumental del partido, pues "la unanimidad —el partido único— no es deseable en absoluto a causa de la irremediable limitación de los conocimientos humanos". 

Esto es esencial para la vitalidad democrática. "No hay ninguna inconsecuencia —añade— en apoyar a un partido y, al mismo tiempo, no desear que arramble con todo y pueda ejercer el poder sin ninguna oposición, crítica ni control externos. Quienes se creen propietarios exclusivos de la verdad y sólo como mal menor toleran a los que no piensan igual que ellos son discípulos de la escuela leninista-estalinista, sea cual fuere la verdad que enarbolan".

En esta dirección podríamos decir quizá que no somos nosotros quienes poseemos la verdad, sino que más bien es la verdad la que nos posee a nosotros.

Cuando alguien se presenta como dueño de la verdad es de ordinario una señal infalible de que todavía la verdad ni siquiera ha comenzado a llenarle.


En nuestras vidas —y también en la vida de las naciones— lo razonable se abre paso siempre de puntillas, con titubeos. La verdad atrae por su luminosidad, por su intrínseca claridad, y no por la contundencia con la que se la afirma. 

Como escribió G. K. Chesterton, "loco no es el que ha perdido la razón, sino el que lo ha perdido todo, todo menos su razón". Por eso, la aparente lucidez de quienes se creen dueños de la verdad es siempre engañosa.

El Instinto Gregario




Existe en el hombre una agradable sensación de paz y bienestar derivada de sentirse parte integrante de un grupo – condición en que él se siente menos desamparado – y también un deseo de destacarse de los demás dentro de ese grupo, condición en que su vanidad estaría más gratificada. Siendo así, tanto desde el punto de vista amoroso como desde el sexual, la vida en colectividades es un anhelo básico para todos nosotros; no creo sea necesario pensar en algún instinto gregario autónomo, pues el amor y la sexualidad son razones suficientemente fuertes para explicar esto.

Es un hecho que la mayoría de los componentes del grupo se siente perjudicada en cuanto al aspecto de la vanidad; o sea, apenas unos pocos consiguen obtener cierto destaque y atraer hacia sí la admiración y la envidia; tanto más cuanto que la búsqueda desenfrenada del destaque social es factor importante para la génesis de las desigualdades sociales, capaces de dejar a la mayor parte de un determinado grupo en condiciones materiales insostenibles. Creo en la importancia de la vanidad para la determinación de tal estado de cosas por su naturaleza irracional: me parece obvio que es inconveniente y peligroso para los privilegiados que la mayoría de la población de un grupo se encuentre en la miseria, pues esto aumenta mucho la posibilidad de una sublevación y hace inestable al sistema, en virtud del potencial agresivo derivado de la envidia. Y considero que las soluciones poco lógicas pueden derivar de la sumisión de la razón a las emociones – de por si no lógicas – y, en particular, a la vanidad.

- Grandeza Especial
Según creo, la etapa siguiente es esta: cada individuo, frustrado en su vanidad personal y al mismo tiempo sintiéndose integrado en un determinado grupo, trata de atribuir grandeza y valor especial a su grupo. Por poner un ejemplo, un individuo puede considerar que él no es nada de especial, pero el país a que pertenece es el más rico, el más importante, el más bello, el más pacífico, el más generoso, el de mayor potencial, etc. Las glorias personales inexistentes – condición generadora de frustración en cuanto a la vanidad – son compensadas por la atribución de grandezas especiales al grupo de referencia. De esta forma, la vanidad y el placer de destaque se trasladan al colectivo: el brasileño miserable ama el Brasil, se siente parte de él y orgulloso de sus glorias como nación de gran belleza y potencial; el brasileño miserable se siente importante y se envanece si Brasil gana el campeonato mundial de fútbol, etc. De este modo, a través de tal proceso, el grupo atenúa el desamparo y también pasa a ser fuente generadora de destaque.

- Nacionalismo
El nacionalismo nace, según creo, a través del proceso que acabo de describir. De la misma forma, se explican el orgullo y apego fanático – irracional – a grupos que se definen en función de una determinada creencia religiosa o ideología política. Porque el grupo pasa a ser el depositario de la grandeza que falta a cada uno de sus miembros, y cada uno, como parte integrante de él, se siente poseedor de esa grandeza; defender los intereses del grupo pasa a ser tarea más importante que las cuestiones personales. La grandeza del grupo es la grandeza de cada uno, y tal importancia parece ser aquello que todos los hombres más desean.
La manipulación de tales propiedades por parte de líderes hábiles puede tener los resultados más bellos y también ser responsable de las mayores catástrofes. Un pueblo entero podrá fácilmente dejar a un lado sus intereses personales y sacrificar su vida en función de la construcción de una colectividad más digna y más grandiosa; del mismo modo, un pueblo podrá considerar absolutamente válido hacerle la guerra a algún vecino que, efectiva o supuestamente, haya ofendido el honor nacional. Tal ofensa se vive como si fuese dirigida a cada miembro del grupo, de tal forma que matar o morir en defensa del honor pasa a ser un fenómeno absolutamente aceptable y justificado.

La manipulación de estas características de la psicología de grupo ha venido haciéndose – de modo deliberado o intuitivo – mucho más con la finalidad de satisfacer la brutal vanidad y ambición personal de sus líderes. Por la energía que es capaz de liberar, es comprensible que haya sido la causa de las mayores destrucciones y violencia entre los hombres.

Actitudes Humanas


Egoísmo e individualismo.
La palabra egoísmo proviene del griego ego, que significa yo, y representa esa inclinación natural del ser humano a pensar exclusivamente en sí mismo. La educación frena de alguna manera ese egoísmo natural enseñando a valorar al resto, que forma el entorno en que vivimos.

Egoísmo es el amor excesivo que uno se tiene a sí mismo anteponiendo los propios intereses a los de los demás. Se trata de un inmoderado amor a sí mismo, que hace a la persona ordenar todos sus actos hacia el bien propio, ignorando a los demás. El egoísmo no es más que el medio de convertirlo todo en utilidad.

Existen tres tipos de egoísmo:
• Darme el gusto de darme gusto. La medida del éxito de los egoístas consiste en saber cuánto pueden apartar para ellos, sólo piensan en sí mismos y viven para satisfacer sus gustos.

• Darme el placer de agradar a los demás. Este es el tipo de egoísmo más refinado: Servimos porque necesitamos que nos necesiten. Aquí el egoísmo está oculto, muy oculto, y por eso es más peligroso, porque llegamos a pensar que realmente somos maravillosos e indispensables y disfrazamos nuestra verdadera personalidad, realmente los actos se realizan falsamente simplemente para que los demás tenga la imagen de que somos perfectos.

• Hacer cosas para no sentirme mal. Es actuar por sentimiento de culpa. Este es el peor tipo de egoísmo.

En este caso la caridad demostrada es realmente el amor propio disfrazado de altruismo. El egoísmo se manifiesta bajo apariencias de bondad, a lo que se le llama “la farsa de la caridad”.

El individualismo es la actitud que lleva a actuar y pensar de modo independiente, con respecto a los demás o frente a normas establecidas.

En cambio, para Erich Fromm el amor es un arte, y como tal una acción voluntaria que se emprende y se aprende, no una pasión que se impone contra la voluntad de quien lo vive. El amor es así, decisión, elección y actitud.
El amor es un estado mental que crece o decrece dependiendo de cómo se retroalimente ese sentimiento en la relación de los que componen el núcleo amoroso. La retroalimentación depende de factores que son más o menos conocidos, ya sea por el comportamiento de la persona amada, por sus atributos involuntarios o por las necesidades particulares de la persona que ama.

Aspectos que definen el altruismo:
La simpatía se apoya sobre valores de bondad y caridad. El compromiso considera un acto que se sabe va a beneficiar más a otro que a sí mismo, implicando un sacrificio personal.

El compromiso se inscribe en una ética de la responsabilidad, porque se trata de actuar concretamente sobre el presente y sobre el futuro para proporcionar mayor bienestar al resto de la sociedad, implicando una inversión personal para el desarrollo de bienes comunes.

La solidaridad es definida como la capacidad que la persona tiene para actuar frente a la necesidad ajena para el bien de la comunidad.

La solidaridad, o caridad social, expresa una idea de unidad, cohesión, colaboración.

Se encuentra muy ligada al amor, y éste admite dos planos de consideración:
Solidaridad-sentimiento. Tendencia humana a asociarse en busca de bienes comunes.

Es la inclinación a sentirse vinculados con otros, bien por motivos de semejanza, bien debido a intereses comunes. Incluye la tristeza cuando esas personas afines sufren un mal. Se trata de sentimientos buenos pero a veces inestables o de tipo superficial.


Solidaridad-virtud. Es la determinación firme y perseverante de comprometerse por el bien común. Estamos ante un hábito o virtud, ante una decisión estable de colaborar con los demás. Con todos los hombres, pues realmente hay vinculación con todos, aunque uno no se sienta unido a algunos. Esta solidaridad-virtud es más firme e importante que la sentimental.

Oportunistas


Las personas oportunistas son una constante en todos los ámbitos de la vida: el trabajo, las relaciones afectivas, la esfera política... Sin embargo, eso no significa que no podamos identificarlas (o descubrir a una en nosotros mismos) para tratar de hacer que su influencia no se vuelva dañina.

Claro que para eso antes hay que conocer las características de las personas oportunistas, el modo en el que actúan. Lo que viene a continuación son sus características principales.

Estas no son características que formen parte de la personalidad inmutable de quienes las presentan: toda persona puede cambiar. 

Sin embargo, sí revelan que han aprendido a adaptarse a las situaciones para obtener beneficios personales a costa de los demás y de los compromisos o vínculos establecidos en el pasado. Las personas oportunistas no tienen por qué presentar todas estas características a la vez, pero en su conjunto sirven para tener un "arquetipo" de esta clase de individuos.

1. Pueden presentar rasgos psicopáticos
Una parte de las personas oportunistas pueden presentar rasgos psicopáticos. El motivo de ello es que las personas que presentan esta característica no experimentan empatía y tienen la capacidad de ofrecer una faceta seductora y carismática que les permite manipular a otras personas para que realicen acciones que creen que hacen por propia iniciativa.
Las personas con rasgos psicopáticos son frías y calculadoras, aunque rara vez dejan que los demás se den cuenta de ello, y se muestran despiadadas, aunque no necesariamente a través de la violencia directa.
La clave de su capacidad para manipular a los otros es la ausencia de culpa y de empatía y su facilidad para resultar personas encantadoras. En el mundo de las empresas, además, tienden a ocupar cargos de alta responsabilidad: su proporción en los puestos altos del organigrama podría ser de 1 de cada 5 individuos.

2. Se rodean de personas influyentes
Quien es oportunista sabe que las personas con más poder son nodos de relaciones, gente que conoce (o tiene acceso a) muchos ámbitos de negocio con potencial. Es por eso que desde una posición de amistad (real o fingida) pueden ver una panorámica de las diferentes oportunidades que se les presentan para medrar.
Algo parecido ocurre más allá de la vida laboral; las personas oportunistas procuran mantener el contacto con la gente influyente y con buena imagen para beneficiarse de las ventajas de estar cerca del punto en el que otros fijan su atención y cultivar una buena imagen pública.

3. Buscan el eslabón más débil de la cadena
Esta es una característica que está ligada a la anterior. Las personas oportunistas observan un entramado de relaciones en el que se gustaría ganar poder y concentran su atención tanto en sus miembros más influyentes como en aquellos individuos que, a pesar de estar en una situación de poder, pueden debilitarse y perder relevancia en el futuro. 
Esto permite que el oportunista esté ya preparado para asumir los roles de esta persona caída en el olvido.

4. Aprovechan el chantaje emocional
Las personas oportunistas juegan mucho a inyectar ciertas dosis de culpabilidad en las personas propensas a asumir rápidamente culpas que realmente no les corresponden. De este modo, puede darse el caso de que un propietario de una empresa haga creer a sus empleados que mantenerlos en sus puestos le supone un sacrificio, como si les hiciera un favor al darles trabajo, o que una ex-pareja finja o exagere su malestar a causa de la ruptura para que la otra persona piense que es responsable del sufrimiento de esta.
Lo más interesante de este tipo de procesos por el cual las personas oportunistas se vuelven manipuladoras, extorsionando emocionalmente a las demás son los modos en los que hacen que el resto interioricen un discurso basado en la culpabilidad simplemente dando a entender cosas, sin llegar a explicarlo directamente. Esta es una manera de hacer que los demás lleguen a abrazar creencias que analizadas fríamente parecerían absurdas.

5. Juegan con los roles de género que les favorecen
Los roles de género son una buena coartada para muchas personas oportunistas. Un hombre puede llegar a hacer creer a su esposa que él tiene poder de decisión por ella si da a entender que él es el responsable de su seguridad, al ser físicamente más fuerte que ella, y que por eso las indicaciones que da acerca de por dónde no ir a ciertas horas deben ser seguidas o a qué tipo de locales no hay que entrar deben ser seguidas.
Otro modo muy fino de manipulación es actuar como si se diese por sentado que alguien que va con nosotros a una primera cita pagará la cena de ambos. De este modo se pone a la otra persona en la disyuntiva de si convertirse en alguien estrambótico que no sigue las costumbres o alguien que asume que su valor como persona no es suficiente como para estar en la cita, lo cual le lleva a asumir una posición de sumisión en ciertos ámbitos.


Por supuesto, las personas manipuladoras solo jugarán la carta de los roles de género en los contextos en los que les favorezcan, y no en otros. De este modo, el hombre que quiere que su esposa asuma su condición de persona desvalida que debe ser protegida no dudará en ignorar el rol masculino si quiere que sea la esposa la que trabaje más para mantener un nivel de ingresos que permita comprar cosas para que necesitan.

Nosotros Y Los Otros



La presencia de cualquier individuo, de cada individuo, de todos los seres individuales, tiene un efecto sobre la realidad de suma trascendencia. Ahora bien, cuando los individuos se reúnen con una intención, con una voluntad consciente, con un fin, el orden de su impronta adquiere mayores rasgos de realidad. De esta manera, la vida colectiva es el resultado de la interacción de los poderes individuales y potencia los efectos que las acciones individuales tenían en solitario.

Pero para llegar a la conciencia de grupo es necesario que exista una complicidad entre los individuos, una ley interna que les haga sentir el impulso a la creación colectiva, a la necesidad de pasar desde el objetivo del yo al objetivo del nosotros.

El nosotros es tan natural como el yo, pero sólo se produce en la madurez del espíritu. Se concreta cuando todas las batallas del individuo se han ganado... o se han perdido, según se mire.

Tener conciencia de ser chispa en un haz de luz, que se es miembro de un colectivo, que se pertenece a un empeño, que nuestra presencia favorece los objetivos de una colectividad, que se está engarzado a un proyecto concreto, que existe un destino común, en definitiva, creer en “el nosotros”, da un giro fundamental a nuestra vida. Todo eso propicia un salto de perspectiva, da eficacia a nuestras acciones y permite que la identidad se fortalezca.

Ser y pertenecer son dos realidades que se nutren. Yo soy cuando pertenezco. Mi poder está ahí, mi fortaleza viene de ahí, mi supervivencia depende de eso. Nosotros somos cuando nos pertenecemos, cuando se ponen en común las capacidades, cuando entregamos lo que somos como “yo”, para que otro sea también una pluralidad.

Conexiones sin límites

La individualidad adquiere así dimensiones con conexiones sin límites. Ya no existe una frontera conocida, las posibilidades de realidad se suceden, se mutan a una velocidad que no admite el control o el freno de un poder ciego.

El ego se desnaturaliza para ser un yo consciente. La conciencia del somos permite la solidaridad porque el interés del yo está en el nosotros. Favorece la creación porque la creatividad emerge como fuerza imparable, por la colaboración de todos en las tareas de todos.

Esto no es únicamente un acto de la voluntad, es también una conciencia de realidad. Conciencia de estar mirando desde un punto del cosmos y encontrar que toda realidad individual es dependiente, tengamos, o no, la intención de colaborar en nutrirla. Si colaboras aceptando el ritmo, el latido, los ciclos, las frecuencias con los que la vida se manifiesta, vives una realidad como individuo. Si te sitúas en una posición personalista, creyéndote eje, centro, gobernante del devenir de los acontecimientos, vives otra distinta.

Ahora bien, colabores o no, tengas conciencia de lo que eres o no, te entregues o te resistas, duermas o estés despierto, te ilusiones con una posibilidad o aceptes las posibilidades ilimitadas, siempre estás perteneciendo. No eres si no existen los otros.

Esto no es una renuncia a lo concreto, a lo pequeño, a lo individual. Esto es la aceptación de lo absoluto, de lo inmenso, del todo. Es conciencia del movimiento permanente, del vínculo a toda la realidad densa y sutil que nos proporciona consciencia de ser y sentido al existir.

Movimiento único

El barco en el que navegamos no es distinto al mar en el que se navega. Las alas con las que vuela el pájaro no están separadas del aire dentro del cual se mueve y que le presenta resistencia a su movimiento. La apariencia será de lucha contra el medio que nos envuelve, pero en realidad es de colaboración, porque el medio y aquel que lo observa, lo atraviesa, lo transforma o, simplemente, se deja llevar por él, como hacen las hojas movidas por el viento, están latiendo con el mismo ritmo. Hay una misma fuente de donde se nutren, un solo corazón que bombea su vitalidad, un único impulso, una única voluntad, a pesar de las apariencias.

Dar el salto desde la perspectiva individual, desde el mirar situados en un ángulo personal, a imaginarnos sólo como unos ojos, que se asoman a la superficie de un gran manto multidimensional, permite concebirnos dentro de una realidad en movimiento único, que cuenta con nuestra complicidad consciente para mantener el ritmo y producir armonía en su contracción y en su expansión eterna.

Esta visión llevada a lo pequeño, a lo cotidiano, a lo personal, a lo familiar, a lo profesional..., permite reducir el esfuerzo con el que concebimos cualquier empresa; facilita la convivencia y el respeto a las aportaciones de los otros; permite la expansión de las posibilidades de los demás; da paz al espíritu, confianza en las leyes que configuran el cosmos.

Cuando Hay Mucho Por Hacer


“Tengo mucho que hacer”. Una frase muy común hoy en día. El estrés y la presión psicológica parecen ser parte de la vida actual. Pero, ¿de dónde salen el estrés y la presión? Seguro que, en este mismo momento, puedes enumerar varias tareas que tienes pendientes. De hecho, probablemente consideres que tienes mucho que hacer. Pero, entre tantos quehaceres, ¿dónde queda la observación? ¿Cuándo podrás estar un rato en silencio? ¿Cuándo tienes un hueco para estar en paz contigo mismo? Te propongo una sencilla observación que puedes hacer en cualquier momento y lugar:
Fíjate en esa presión que te provoca el estar tan ocupado, llegando a producir frustración y sufrimiento. Observa cómo nace esa sensación de agobio. ¿Cómo surge realmente?

Lo que te hace sufrir no son las tareas que tengas que hacer, sino el drama que creas en torno a ellas. ¿Qué son las ocupaciones en comparación con todo el juego mental que haces con ellas? Si te centras en lo que estás haciendo Aquí y Ahora y dejas de asumir el papel de persona ocupada (que viene a ser otro papel de víctima), no sólo estarás más concentrado en lo que estás haciendo, sino que además dejarás de sufrir por muy ocupado que estés. Al final, el hecho de que tengas que hacer cosas no va a cambiar, te atormentes por ello o no, ¿no crees?
Estar ocupado constantemente, ya sea por trabajo, por tareas domésticas o por cualquier otro motivo, genera una inercia que sólo parará cuando tú la detengas. Esa inercia, por ejemplo, hace que te identifiques con el papel de persona ocupada y sientas continuamente la presión psicológica de estar muy liado, no tener tiempo para nada, etc. Esta inercia va creciendo, y cada vez estás más agobiado y te ves más abrumado por las infinitas tareas que el mundo parece tener reservadas para ti. Pero, ¿qué pasa si, en lugar de seguir la inercia, decides parar y observar? ¿Por qué no pruebas a sustituir todo ese juego mental por silencio, por paz? 

Sólo así podrás liberarte de esa carga y vivir sin presión, haciendo lo que tengas que hacer sin sufrir por eso.

El Tren De La Vida


La vida se asemeja a un viaje en tren. Con sus estaciones y cambios de vía, algunos accidentes, sorpresas agradables en algunos casos, y profundas tristezas en otros.

Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con nuestros padres, creemos que siempre viajarán a nuestro lado.  Pero en alguna estación ellos se bajarán dejándonos seguir el viaje, de pronto nos encontraremos sin su compañía y su amor irreemplazable...

No obstante, muchas otras personas que nos serán muy especiales y significativas, se irán subiendo al tren de nuestra vida...  Nuestros hermanos, amigos y en algún momento, el amor de nuestra vida...

Algunos tomarán el tren, para realizar un simple paseo. Otros durante su viaje pasarán por momentos de oscuridad y tristeza. Y siempre encontraremos quienes estén dispuestos ayudar a los más necesitados.

Muchos al bajar, dejan un vacío permanente. Otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta que desocuparon sus asientos...

Es curioso ver como algunos pasajeros, aún los seres queridos, se acomodan en coches distintos al nuestro. Durante todo el trayecto están separados, sin que exista ninguna comunicación.

Pero en realidad, nada nos impide que nos acerquemos a ellos si existe buena voluntad de nuestra parte.  De lo contrario, puede ser tarde y encontraremos a otra persona en su lugar.

El viaje continúa, lleno de desafíos, sueños, fantasías, alegrías, tristezas, esperas y despedidas... 

Tratemos de tener una buena relación con todos los pasajeros, buscando en cada uno, lo mejor que tengan para ofrecer. En algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos, pero recordemos que nosotros también, muchas veces, titubeamos y necesitamos a alguien que nos comprenda.

El gran misterio para todos, es que no sabremos jamás en qué estación nos toca bajar. Como tampoco dónde bajarán nuestros compañeros de viaje, ni siquiera el que está sentado a nuestro lado.

A veces pienso en el momento en el que me toque bajar del tren. ¿Sentiré nostalgia, temor, alegría, angustia...?  Separarme de los amigos que hice en el viaje, será doloroso y dejar que mis hijos sigan solos, será muy triste. Pero me aferro a la esperanza de que en algún momento, tendré la gran emoción de verlos llegar a la estación principal con un equipaje que no tenían cuando iniciaron su viaje.

Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré para que ellos crecieran y permanecieran en este tren hasta la estación final.

Amigos, hagamos que nuestro viaje en este tren tenga significado, que haya valido la pena.

Vivamos de manera que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje lindos recuerdos a los que continúan viajando en el Tren de la Vida.

La Vida Se Transforma


Observar y acompañar amorosamente, sin juicio es un aprendizaje duro y algunos días abruptos.

Mi espíritu a veces anhela esa varita mágica capaz de con un solo golpe disolver cualquier sufrimiento. Porque los aprendizajes personales son duros.

Pero los que más duelen son los de las personas que amamos. Quizá sea la ausencia de uno de los padres durante la infancia, quizá una adicción en la familia, la ausencia de personas importantes, amigos que se distancian... 

Aprender a no interferir en procesos, mantenernos a un lado y hablar solo cuando se pida nuestra opinión. Aprender a no manipular, levantar el pie del acelerador y ser generosos a la hora de brindar el tiempo necesario para cada uno.


Sin olvidar darnos tiempo para recuperarnos de esas experiencias a nosotros mismos. Porque cuando remolcamos a los demás solemos dejar de prestar atención a quien conduce y sólo miramos que no se suelte lo que viene detrás.

Pero no debemos olvidar, que lo que empuja debe ser cuidado con mimo, procurando no quedarnos con esas cosas que pretendemos arrancar de los demás. 

"La vida es un arco iris que incluye el negro." Yevgeny Yevtushenko 

Últimamente he echado de menos a algunos amigos, la presencia de quien pudiera tirar de mí también. Puede que en paralelo estamos viviendo situaciones que en el futuro hagan que nuestra relación sea más sólida, puede que no soportemos lo que esa relación muestra de nosotros mismos, puede que algunas relaciones simplemente no tengan que ser ahora. 


Con el tiempo también se aprende a no reprochar las ausencias. Y a recibir con gratitud el más leve gesto de ánimo o complicidad. Hay quien aun estando lejos, puede situarse en nuestro regazo en una llamada telefónica.

jueves, 1 de febrero de 2018

Impedidos Por La Pereza


Unas de las descripciones más claras de nuestra generación es que somos una generación sin ideales, temerosa a enfrentar el futuro y el compromiso, una generación sin causas.

Asociamos la pereza con sueño, con dormir más, hacer una siesta y todo eso, pero la pereza no es sólo dormir mucho y mantener con flojera, la pereza es un estado de cómo vemos la vida y cómo la afrontamos.

La pereza es la negligencia, astenia, tedio o descuido en realizar actividades.
La religión cristiana, clasifica la pereza como un vicio capital ya que genera otros pecados, si bien antiguamente se la denominaba acedia o acidia, concepto más amplio que tenía que ver con la tristeza o la depresión.

“El que no quiere trabajar y el esfuerzo físico le abruma”.

Ésta es la pereza de no querer hacer nada, dormir, hacer siesta, descansar, etc. El típico perezoso que se levanta a las 10 u 11 de la mañana a pedir el desayuno, le da pereza bañarse y cosas relacionadas con ésta.

El trabajo es para los burros, evita la fatiga, algunos quieren estudiar toda la vida porque no les gusta trabajar, están contentos con su condición, son conformistas con su estado actual, no quiere avanzar más.

“El que no quiere pensar”.
Algunos tienen el cerebro nuevecito, no lo han estrenado, la sabiduría les persigue pero ellos corren más rápido. El último libro que se leyó fue el Principito en segundo de primaria. Pregúntese cuál fue y cuando se leyó el último libro?

No se instruyen, no investigan, se quedan con lo que les piden o les dicen, aún en el cristianismo, nos volvemos perezosos mentales, como todo es por “fe”, pero no preguntamos, no investigamos, no vamos más allá de lo que escuchamos.

Nuestros abuelos y padres, en su gran mayoría no fueron a las universidades pero son mucho más inteligentes y cultos que nosotros mismos
.
Nos quedamos con lo poquito que nos dan en la universidad, en el colegio, en la iglesia, etc
.

La pereza es una especie de pulpo con muchos brazos para atenazar las diferentes áreas de nuestra vida.

Frases de William Blake


Un pensamiento llena la inmensidad. 

Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombres como realmente es: infinito. Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna. 

Ver un mundo en un grano de arena y un cielo en una flor silvestre, tener el infinito en la palma de la mano y la Eternidad en una hora. 

Si estás para hacer el bien, debes hacerlo en el momento oportuno. Generalmente, el bien es el pretexto del hipócrita, del adulador y del sinvergüenza. 

Si el loco persistiese en su locura se volvería sabio.

Si las puertas de la percepción fueran limpiadas, todo aparecería ante el hombre tal como es: infinito. 

Es más fácil perdonar a un enemigo que a un amigo.

La verdad mal intencionada es peor que la mentira. 

Aquel cuyo rostro no irradia luz nunca será estrella. 



No Se Te Ocurra Ser Normal


No se te ocurra ser normal… Aunque te desesperes. En los tiempos que corren, tienes que apostar por ti mismo y por cada una de tus rarezas y manías. Debes destacar por lo que sueñas y mostrarte cómo eres. De lo contrario, la masa podría engullirte si no enseñas tu talento ni haces nada para diferenciarte del resto. Si no tienes una meta que te haga zarandearte por dentro vas a quedar dormido para siempre…

Debes hacer justo todo lo contrario de lo que has hecho siempre, de lo que durante toda tu vida te han sugerido que hicieras… Pasar desapercibido para que no se rían de ti, ni te señalen con el dedo. No les has caso. Eso ya no tiene sentido, ni para ti ni para esta sociedad que consume cada día ideas nuevas y frescas. Asusta un poco, por si no gustas o por si no aciertas, pero aún aterra más no brillar nunca,  ser tragado por la mediocridad y arrastrarse en una vida plastificada donde tú no eres el protagonista. Y más que no brillar o no destacar, lo que realmente da miedo es no vivir como realmente eres, no ser tú.

La “normalidad” es ahora la mejor forma de quedarte al final de la fila y no llegar nunca. De quedarte sin premio y ver pasar los trenes sin subirte en ninguno. De quedarte con hambre de vida y ver que no le importa a nadie, tal vez ni siquiera a ti lo suficiente, porque si de verdad te importa, pides y arriesgas.

No puedes ir por el mundo sin saber quién eres ni pensar qué das a conocer. No puedes seguir sin encontrar la coherencia entre lo que eres y lo que dices que eres, sin que se note lo que te motiva y te hace grande… Eres grande, lo has sido siempre, incluso cuando te has escondido porque no te gustabas y has suplicado al cielo cambiar de cara o de cuerpo… Eras grande incluso cuando te sentías diminuto y algunos te decían que no eras nada… Eres grande porque te planteas como vivir tu vida sin sentirte atado… Porque tienes mucho por mostrar y a veces no sabes por dónde empezar… Da igual cómo, empieza ahora, aunque sea a ciegas y sin atino. 

Empieza en este momento aunque sólo con pensarlo quieras salir corriendo…

Empieza ahora y haz que este sea el último día de tu vida en el que te dejas llevar por el miedo.


Empedernidos



Los humanos somos unos creyentes empedernidos, particularmente aprendimos a creer en aquellas anécdotas que se fueron construyendo desde nuestra niñez, y aun sin que nunca se confirmaran, cada creencia – ya de adultos-, fue convirtiéndose en verdades absolutas. Y lo cierto es que aun desconociendo los efectos de esas “supuestas verdades”, aquellas creencias, -de toda naturaleza- terminaron en ser los pequeños monstruos que llevamos dentro, y tal vez, en lo que hoy llaman, traumas psicológicos y bloqueos mentales.

Tenemos miedo, si aceptamos la teoría de que Dios castiga, si aceptamos que las relaciones de parejas, pertenecen como derecho de cada ser humano, a elegir sus preferencias; miedo igual, si cada quien práctica sus creencias religiosas, políticas y culturales y continuamos teniendo miedo, hasta si aceptamos que en esa tonta e inicua mesita de votaciones cada votante, con papel en mano, puede elegir a los candidatos o candidatas en las elecciones políticas de su país; sin que nadie intervenga en sus decisiones para –en efecto- elegir  en forma secreta.

Así que siempre existe el miedo a algo que sigue siendo innombrable, a eso que nos impulsa a decidir probablemente lo que no queremos hacer o decir, pero que lo terminamos haciendo simplemente por temor  a que se descubran nuestras propias e íntimas convicciones.

A través de la historia se han construido muchas falacias para insertar el temor entre los humanos. Crear dominios y agrandar esos miedos, sin que nos atrevamos a romper  las máscaras de la mentira.

Recuerdo escuchar desde mi infancia la expresión “en casa de ciegos el tuerto es rey”,  Pero la pregunta es: ¿algún ciego se propuso usar el resto de sus habilidades físicas y mentales para destruir las mentiras del tuerto? Después de años repitiendo esto, seguimos con la misma lección, sin todavía aprender la respuesta.

Y justamente, pasando revista a mis reflexiones anteriores, encuentro que la libertad viene de quienes se dedican a profundizar. En palabras más simples, me refiero a que se sienten libres de expresar sus opiniones, sin importar las consecuencias, quienes se han dedicado a aprender de los grandes pensadores de la historia de la humanidad, de aquellos que nos dejaron como legado sus pensamientos, para que a través de ellos, y de un ejercicio de vida sana, pongamos en práctica aquellas verdades liberadoras que contribuyan a romper con los dogmas alienantes.

Y de ser así, sin importar cuán adelantado estemos en términos tecnológicos en el siglo XXI, la mejor recomendación que podemos hacer, es la de leer, investigar, escudriñar, revisar y volver a leer, hasta encontrar las respuestas que tanto buscamos; hasta encontrar el sentido de la vida, el equilibrio terrenal, nuestra paz mental y la alineación con el universo.

John Scott, en un artículo de su autoría titulado “El cambio, la nueva normalidad” (El País, 20.1.2016) justamente afirma, que es ya común, que cada día todas las cosas cambian.


Y de verdad quiero sentirme al otro lado del miedo e invitarlos a ustedes, mis lectores, a saltar la cuerda y asumir el reto de la liberación, -cuestionándolo todo- como intento hacerlo yo cada día de mi vida, hasta descubrir mis propias convicciones.

Los Límites Mentales



Es increíble la cantidad de límites que los seres humanos tenemos en nuestra mente y, en la mayoría de las veces, son límites impuestos por nosotros mismos.
Los límites son barreras, demarcaciones, líneas, muros, paredes, obstáculos insalvables que nos restringen y que, aunque no son reales, tienen un poder incalculable en la mente de los seres humanos que les impiden actuar con fluidez en muchos aspectos de su vida.

¿De dónde salen?, ¿quién los define?, ¿por qué se dan dichos límites? Estos tienen muchas causas pero tienen que ver con los pensamientos y las percepciones que cada persona tiene de sí misma y de sus capacidades, más que de las circunstancias externas o el entorno que lo rodea, porque los pensamientos son los que nos definen.

La mente ejerce un enorme poder sobre nosotros porque es la que nos define como personas diciéndonos lo que somos, aunque a veces lo que nos dice no sea verdad. ¿Por qué? Porque ella nos puede estar mintiendo haciéndonos creer que somos algo que en realidad no somos. Sin embargo, esa percepción es la que nuestra mente ha aprendido y es la que nos enseña sin importar si es verdad o no, porque ella también puede haber sido engañada.

En otras palabras, la mente puede ser condicionada a ciertos conceptos, ideas y comportamientos limitantes aprendidos a través de nuestra vida y de nuestras malas experiencias que nos marcan de una manera desfavorable, haciéndonos creer que somos incapaces para alcanzar ciertas tareas o destrezas.

Una vez que estos conceptos limitantes se aprenden son reforzados por nuestra mente hasta convertirse en una verdad irrefutable que nos define y que nos dice a diario “tú no puedes” o “eso es imposible” o “no lo vas a lograr”, haciendo que en verdad sea imposible para nosotros alcanzar lo que queremos. Sin embargo, como son aprendidos pueden ser también cambiados y reemplazados por conceptos positivos.

Aunque no es tarea fácil, estas percepciones o conceptos negativos pueden cambiarse si lo hacemos con mucha consistencia, determinación y perseverancia porque se trata de cambiar malos hábitos por buenos. Recuerde que no es lo mismo escribir sobre un plano vacío, a tener que borrar algo y reescribir sobre él.
Sin embargo, es posible superar esos límites que entorpecen nuestro crecimiento, reforzando la confianza en nosotros mismos y permitiendo desarrollar firmemente ese grande y maravilloso potencial con el que hemos sido creados todos. 

A continuación, un texto de Gary Ryan Blair, escritor, motivador y conferencista establecido en la Florida quien nos enseña a ir más allá de nuestras limitaciones:
¡Piensa en grande!

“Conseguimos lo que creemos que tenemos la habilidad de conseguir. Levanta la barra, aumenta la apuesta, estírate, ve por más, ¡cava más profundo!
Nos traicionamos volando demasiado a ras del suelo, no nos permitimos atrevernos a nuevas alturas. Enfócate en tus posibilidades, no en tus limitaciones. Atreverse a nuevas alturas significa empujar hasta superar tus límites mentales. Explora tu mente en busca de virus y deshazte de ellos.
Si cambias tu manera de pensar, puedes multiplicar tu rendimiento. Permite a tus deseos guiarte, más que a tus miedos. En lugar de discutir sobre tus limitaciones, encuentra las formas de apoyar tu verdadero potencial. Declárale la guerra a tus límites actuales. No te permitas limitarte en forma alguna.
¡Date el permiso de soñar, de arriesgarte, de decir SI en lugar de no! ¡Tú puedes hacer más, mucho más! ¡Di sí!"

El miedo es un mal consejero
El miedo es un sentimiento aprendido, que incapacita, entorpece y aniquila, y, aunque podamos comprender todo esto, tiene tanto poder que puede llegar a absorbernos de tal manera, que nos impide actuar libremente, nos amarra, nos ata, condicionando nuestra mente y haciéndonos creer que somos incapaces, limitándonos y convirtiéndonos realmente en incapaces, casi sin darnos cuenta, hasta atraparnos irremediablemente.

Es por eso que, como dice el autor, es mejor guiar nuestros pensamientos por nuestros deseos y nuestra fe, más que por nuestros miedos que son muy malos consejeros y engañan nuestra mente. Se trata simplemente de reprogramar nuestra mente y condicionarla positivamente.

Los límites mentales pueden superarse cambiando todos esos pensamientos negativos que ocupan nuestra mente y que limitan nuestras posibilidades, por pensamientos positivos que nos lleven a niveles más altos, más poderosos, que puedan mover nuestra voluntad y nuestros actos hasta conseguir lo que queremos, y eso lo logramos mediante constantes declaraciones positivas, que tendremos que repetir a diario hasta convertirlas en hábitos nuevos y productivos para nuestra vida.


La Mediocridad Atrapa


Es una realidad difícil de aceptar pero no por eso menos cierta: la mayoría de las personas nunca serán verdaderamente exitosas.

El magnetismo de la mediocridad es demasiado fuerte. Como dijo David Schwartz, “Todo lo que te rodea está tratando de empujarte hacia el conformismo”.

Y la mayoría no logra escapar a esa fuerza, pues está enfocada en “ganarle al de al lado”, usualmente a través de la manipulación o el engaño. Como resultado, quedan luchando permanentemente por las sobras de ese 99% que les rodea.
Esto no tiene por qué ser así.

Una vida construida sobre tus sueños más grandes – La independencia financiera en un 100%, ser tu propio jefe, viajar alrededor del mundo con tu familia, lo que sea… está a tu alcance, si sabes dónde comenzar.

Pero la mayoría de las personas nunca abandonarán la seguridad de mantenerse dentro del rebaño.
La mayoría de las personas no están dispuestas a fracasar.

“Solo podemos ser realmente exitosos en las cosas en las que estamos dispuestos a fracasar” – Mark Manson

La mayoría de las personas odian al fracaso. Le huyen.
En sus propios ojos, si no tienen habilidades ‘innatas’ para algo, asumen que son ellos los que no sirven para eso. 

Dado que su autoestima está atada a su desempeño, cualquier fracaso es prueba de que no son lo suficientemente buenos.

Pero ésta es exactamente la razón por la cual permanecen en la mediocridad. Si no están dispuestos a fracasar, no son capaces de aprender de sus errores. Si nunca aprenden, nunca crecerán ni se desarrollarán en algo más.

¿Quieres una fórmula para el éxito? en realidad es bastante simple; duplica tu tasa de fracasos. Puedes pensar que el fracaso es el enemigo del éxito, pero no es así. El fracaso puede desalentarte o puedes aprender de él, así que ve y fracasa. 

Fracasa tanto como puedas; recuerda que allí es donde encontrarás el éxito. – Thomas J. Watson

 Si no estás dispuesto a fracasar, tienes la garantía de que nunca saldrás del promedio.

Si quieres volverte una versión extraordinaria de ti mismo, debes estar dispuesto a fracasar… y mucho.

El fracaso te da humildad. Desarrolla tu carácter. Te ayuda a reírte de tus errores y no tomarte las cosas tan en serio. Como una planta que mueven de las sombras y hacia la luz del sol, tu crecimiento se multiplicará diez veces.

Catalunya: El Fiel De La Balanza


Más allá de los efectos electorales, la independencia de Cataluña podría propiciar también el desarrollo de procesos independentistas de diversa índole en otros territorios, que quizás pudieran llevar a una reforma constitucional que pudiera acomodarlos adecuadamente en la estructura del Estado. Pero, precisamente por ello, no cabría descartar que surgiera una pulsión centralista (o más centralista que la actual) para conjurar ese peligro, según el análisis, muy habitual, de que el independentismo catalán deriva de la excesiva “generosidad” y afán descentralizador de la Constitución de 1978. Un afán recentralizador que tomase el testigo de los anteriores intentos, a lo largo del siglo XIX y XX, para homogeneizar las instituciones y la sociedad española en torno a un proyecto de planta fundamentalmente castellana (sobre este tema es muy recomendable el libro Mater dolorosa, de José Álvarez Junco).

Este es un proyecto que se comenzó a desarrollar tras la Guerra de la Independencia de 1808-1814, a imagen y semejanza del modelo francés, y que si fracasó se debió, fundamentalmente, a dos factores: a la debilidad y/o falta de legitimidad del Estado para implantar totalmente este proyecto, por una parte; y, por otra, a la coexistencia de proyectos alternativos, liderados generalmente desde la periferia, que a menudo acababan colisionando con el centralismo de “Madrid” (como está sucediendo ahora).

Nunca ha sido fácil combinar estas pulsiones identitarias y estructurales tan divergentes, porque el peso del Estado nunca ha sido suficiente para imponer del todo su modelo, ni el de los movimientos nacionalistas para forzar la ruptura.

Como mucho, los nacionalismos periféricos aspiraban a obtener un modelo que coyunturalmente pudiera satisfacerles, como el autonómico, pero que genera disfunciones de otro tipo (la principal, que convivan dos regímenes en uno: el común y el foral).

En resumen: lo único que es seguro es que nada lo es, salvo que, se independice finalmente Cataluña o permanezca en España, es poco previsible que el marco de convivencia establecido en la Constitución de 1978 se mantenga. O bien porque haya que acometer una reforma constitucional para tratar de minimizar la insatisfacción de muchos catalanes (una cuestión ante la que ni siquiera el PP se cierra en banda), o bien porque la reforma se haga inevitable tras la eventual secesión catalana. En un sentido u otro: recentralizador o federalista.

Pensamiento Ilustrado


Se analizan algunas de las principales ideas de perspectiva humanista en el pensamiento ilustrado latinoamericano en relación con la democracia y los derechos humanos. Se plantean argumentos de validación filosófica de los aportes de estas abstracciones como elementos de fragua del pensamiento independentista, articulados con propuestas más precisas de realización de la democracia, los derechos humanos y la justicia social.

Este trabajo da continuidad a otros, en los cuales se han valorado, primero, algunas de las concepciones y prácticas de la democracia y de los derechos humanos en los pueblos originarios de América, y segundo, las expresiones de humanismo práctico en la filosofía política de la escolástica iberoamericana durante el conflicto antropológico, ético y jurídico que se produjo durante el proceso de conquista y colonización de América.

Entre sus objetivos se encuentra contribuir al análisis de los principales rasgos característicos de la perspectiva humanista de la filosofía política latinoamericana, en particular en relación con la democracia y los derechos humanos; en este caso, de las ideas de algunos representantes del pensamiento ilustrado en nuestra América, y enfatizar en su articulación con el pensamiento universal, así como sus posibles aportes teóricos. Se fundamenta el trabajo en el examen de fuentes primarias que revelan sus ideas al respecto, así como en estudios sobre el tema realizados por filósofos, juristas, historiadores, antropólogos, politólogos, etc., especialmente del ámbito latinoamericano, aunque también se toman en consideración algunos pensadores de otros contextos mundiales.
Se aspira a fundamentar filosóficamente el cuestionamiento del presunto absoluto protagonismo de la cultura europea, en cuanto a la aparición y desarrollo de concepciones y prácticas democráticas, así como de los derechos humanos, al valorar la significación de algunas de sus manifestaciones en lo que se denominaría posteriormente América Latina.
Este análisis pretende, también, aportar elementos de validación filosófica a la justipreciación de los aportes del pensamiento ilustrado latinoamericano como elemento de fragua del pensamiento independentista, articulados a propuestas más precisas de realización de la democracia, los derechos humanos y la justicia social.
Se trata de analizar filosóficamente algunos de los principales argumentos del debate sobre las transformaciones que exigía el desarrollo sociopolítico de América Latina durante aquel proceso de fermentación emancipadora, a partir de la hipótesis de que tanto en la historia económica, política, social, jurídica y cultural, como en su pensamiento filosófico y político se ha evidenciado en esta región un significativo progreso en relación con el desarrollo de la democracia y los derechos humanos.
El eurocentrismo ha conducido erróneamente a pensar que sólo los pueblos de Europa —incluso no de toda ella, sino sólo de la porción mediterránea y occidental— han sido capaces de desarrollar una praxis política y jurídica, lo mismo que una teoría filosófica, política y jurídica referida a estos temas cruciales. Sin embargo, la historia ha demostrado que algunas de las consideraciones revalorizadas sobre el papel del Estado, en su correlación con los derechos humanos y la democracia no proceden, exclusivamente, de la región nucleica de la cultura occidental, pues también los pueblos latinoamericanos se han incorporado a ella con notables contribuciones.
No cabe la menor duda de que la modernidad fue el factor catalizador básico en la conformación de los derechos humanos y la democracia con el desarrollo de los estados nacionales, en los cuales los gobiernos debían estar regidos por normas éticas y jurídicas bien definidas y reglamentadas. Latinoamérica participó de manera activa en la construcción de la modernidad, aun cuando su cosecha en muchos planos fuese malograda.

Fue el pensamiento de la Ilustración en todas las latitudes el que mayor atención le dedicaría a la conceptualización del Estado, los derechos humanos y la democracia. Y en la actualidad, cuando ese pensamiento ha cristalizado mucho mejor en múltiples ideologías y filosofías, se ha hecho urgente y necesario replantearse las más usuales definiciones sobre los derechos humanos y la democracia, así como las características y funciones que deben cumplir hoy en día los estados y gobiernos. Para lograrlo resulta imprescindible tomar en cuenta las reflexiones al respecto de los pensadores ilustrados de todo el orbe, entre los que se encuentran, por supuesto, los del ámbito latinoamericano.

La Ilustración fue un periodo en el que se concretaron ideologías, algunas de las cuales ya habían tenido sus primeras expresiones al final del Medioevo y en el nacimiento de la Modernidad. En esta época se presentaron innumerables conflictos entre las clases dominantes, que se vieron obligadas a evolucionar en sus concepciones y métodos. Por una parte, la nueva nobleza, que sin la exigida estirpe aristocrática, deseaba adquirir sus títulos sólo con el dinero, y la nobleza tradicional, que a regañadientes no tenía otra alternativa que aburguesarse. 

Como expresión de tales contradicciones de clase emergen el conservadurismo y el liberalismo pero, fundamentalmente, entre los siglos xvii y xviii alcanzarían una mayor identidad y definición propiciadas por la obligada decantación producida por las revoluciones burguesas en Inglaterra y Francia, y también con los procesos de independencia, primero de las colonias inglesas en Norteamérica, y luego, de las hispano-lusitanas.

Otras corrientes ideológicas, como el socialismo y el anarquismo, apenas iniciaban su gestación y no lograrían la mayor consolidación hasta el siglo xix; pero también en ellas participarían pensadores y procesos sociopolíticos latinoamericanos.

No cabe duda de que en el proceso universal de configuración de las ideologías modernas, Latinoamérica constituyó también, al igual que otras regiones del orbe, un creativo y aportador laboratorio de concepciones y prácticas confluyentes hacia la elaboración de nuevas formas de humanismo práctico.

Debe asimismo tomarse en consideración que las ideas ilustradas modernas no partieron de cero, sino que se nutrieron de valiosos elementos humanistas contenidos en el pensamiento escolástico, tanto europeo como latinoamericano.

En particular, del mismo modo que muchas de las ideas sociales, políticas y, en particular, económicas de Tomás de Aquino fueron aprovechadas por los escolásticos españoles en correspondencia con las nuevas circunstancias y época, de manera similar ocurrió con muchos de sus seguidores en Latinoamérica.

Los debates iniciados durante el proceso de la conquista de América sobre la condición humana de sus pueblos originarios, se mantuvieron latentes y afloraron en pleno periodo de la Ilustración, cuando aún se expresaban con fuerza posturas ideológicas de criollos fieles a la Monarquía española y a la Iglesia, e incluso en algunos casos se acentuarían posteriormente con el despliegue del positivismo y el evolucionismo durante el siglo xix.

Tales discusiones no se circunscribieron al análisis de la cuestión en el ámbito americano, pues también se referían al africano y al asiático, pues las potencias coloniales necesitaban justificar ideológicamente sus diversas formas de dominación. Los debates antropológicos permearían el pensamiento ilustrado en todo el orbe, y la cuestión de la diferencia entre los animales y los hombres afloraría con frecuencia. Así, ilustrados latinoamericanos, como es el caso de los jesuitas mexicanos Benito Díaz de Gamarra, Francisco Javier Clavijero y Francisco Javier Alegre, participaron activamente en dichos debates defendiendo la superioridad de la condición humana.

Una característica del pensamiento ilustrado latinoamericano consistió en que se manifiesta, al inicio, entre sacerdotes que cultivaban la filosofía. No a través de filósofos laicos como predominó en Europa. Fueron sacerdotes en estas tierras los que propugnaron ideas sensualistas y experimentalistas, sostuvieron tesis de profundo contenido humanista e incluso pusieron en duda determinadas prerrogativas de la Iglesia, al proponer avanzadas reformas sociales.



Las Emociones “Fuertes”

Nuestra Historia
Las Emociones “Fuertes”
LOS 50.000 espectadores que abarrotaban el antiguo circo romano estaban ansiosos de que se iniciara la función, pues durante días se había anunciado por doquier como ‘una emocionante experiencia que no debían perderse’.

Aunque las pantomimas, las comedias y la actuación de payasos o magos seguían atrayendo multitudes a los teatros, los juegos circenses eran muy diferentes. Ofrecían escenas tan impactantes que los asistentes olvidaban enseguida la dureza de los asientos y sus preocupaciones cotidianas.

Primero aparecían los cantores, seguidos del sacerdote, con sus vestiduras distintivas. Después, los portadores de incienso encabezaban una procesión en la que se llevaba a los dioses en alto para que los viera toda la concurrencia, dando a entender que auspiciaban los juegos.

Luego venían los grandes números. En primer lugar, quizá se soltaban en la arena avestruces y jirafas, animales que la mayoría de los presentes nunca había visto. Entonces, para el disfrute de un público sediento de emociones fuertes, un gran número de hábiles arqueros acorralaban y daban caza a las indefensas bestias hasta acabar con ellas.

A continuación, la enardecida muchedumbre quizás presenciara un combate a muerte entre dos enormes elefantes cuyos colmillos se habían reforzado con largas y afiladas puntas de hierro. Cuando uno de estos colosos, herido de muerte, se desplomaba sobre la arena ensangrentada, se producía un estruendoso aplauso. Después de este aperitivo, el público aguardaba expectante a que, tan solo unos minutos después, se sirviera el plato fuerte del día.

La concurrencia se ponía de pie al producirse la entrada de los gladiadores, anunciada con un gran despliegue musical. Algunos iban armados con dagas o con espadas, escudos y cascos de metal, mientras que otros apenas llevaban armas ni ropa. Peleaban cuerpo a cuerpo, y el combate a menudo continuaba hasta que moría uno de los dos, o ambos, de acuerdo con las aclamaciones de los espectadores. Según fuentes históricas, en una ocasión se mataron 5.000 animales en cien días, y en otra murieron 10.000 gladiadores. Aun así, las masas pedían a gritos más acción.

Los delincuentes y prisioneros de guerra satisfacían la constante demanda del circo. Sin embargo, como indica cierta obra, “no debemos confundirlos con el grupo de hábiles gladiadores que luchaban armados, ganaban mucho dinero y no estaban obligados a pelear”. En algunos lugares, los gladiadores aprendían a combatir cuerpo a cuerpo en escuelas especiales. La descarga de adrenalina no tardaba en volverlos adictos a las emociones fuertes que les proporcionaba aquel deporte, de modo que sucumbían a esta atracción fatal y luchaban vez tras vez. “Se consideraba buen gladiador a quien había participado en 50 combates antes de retirarse”, concluye la citada fuente.

A fin de sentir emociones fuertes, muchos corren grandes peligros con prácticas como escalar rascacielos sin equipo de seguridad, deslizarse en una tabla por montañas nevadas de 6.000 metros, saltar al vacío con un cordón elástico desde elevados puentes y torres, lanzarse en paracaídas atado a la espalda de otro saltador o escalar precipicios cubiertos de hielo con solo un par de picos de alpinista. “Cuento con perder tres o cuatro amigos al año”, se lamentó una escaladora en hielo. Y estas no son más que algunas de las actividades arriesgadas de mayor popularidad. “El atractivo de los deportes de riesgo —declaró un escritor— reside en la posibilidad de que ocurra un desastre.”

Y la lista no acaba aquí. El número y los tipos de deportes de riesgo que se están popularizando por todo el mundo solo se hallan limitados por la imaginación de quienes los inventan. Un psicólogo prevé que dichas actividades, que sitúan por un momento a sus practicantes entre la vida y la muerte, “serán la mayor atracción deportiva del siglo XXI tanto para el público como para los participantes”.

Científicos y psicólogos admiten que no es natural practicar deportes tan peligrosos. Muchos participantes sufren lesiones que casi acaban con su vida y, en cuanto se recuperan, tras una larga hospitalización o rehabilitación, siguen desafiando a la muerte. Este comportamiento indica que algo no anda muy bien en su cabeza, aunque con frecuencia se trate de personas muy inteligentes.


Los expertos no saben a ciencia cierta qué empuja a estos aficionados a jugarse la vida. Algunos creen que el problema está en el cerebro. “No podemos detenerlos —dicen—; solo intentamos evitar que no corran riesgos mortales, o como mínimo, que no pongan en peligro a los demás.”