Egoísmo e individualismo.
La palabra egoísmo
proviene del griego ego, que significa yo, y representa esa inclinación natural
del ser humano a pensar exclusivamente en sí mismo. La educación frena de
alguna manera ese egoísmo natural enseñando a valorar al resto, que forma el
entorno en que vivimos.
Egoísmo es el amor
excesivo que uno se tiene a sí mismo anteponiendo los propios intereses a los
de los demás. Se trata de un inmoderado amor a sí mismo, que hace a la persona
ordenar todos sus actos hacia el bien propio, ignorando a los demás. El egoísmo
no es más que el medio de convertirlo todo en utilidad.
Existen tres
tipos de egoísmo:
• Darme el gusto de
darme gusto. La medida del éxito de los egoístas consiste en saber cuánto
pueden apartar para ellos, sólo piensan en sí mismos y viven para satisfacer
sus gustos.
• Darme el placer
de agradar a los demás. Este es el tipo de egoísmo más refinado: Servimos
porque necesitamos que nos necesiten. Aquí el egoísmo está oculto, muy oculto,
y por eso es más peligroso, porque llegamos a pensar que realmente somos
maravillosos e indispensables y disfrazamos nuestra verdadera personalidad,
realmente los actos se realizan falsamente simplemente para que los demás tenga
la imagen de que somos perfectos.
• Hacer cosas para
no sentirme mal. Es actuar por sentimiento de culpa. Este es el peor tipo de
egoísmo.
En este caso la
caridad demostrada es realmente el amor propio disfrazado de altruismo. El
egoísmo se manifiesta bajo apariencias de bondad, a lo que se le llama “la
farsa de la caridad”.
El individualismo es
la actitud que lleva a actuar y pensar de modo independiente, con respecto a
los demás o frente a normas establecidas.
En cambio, para
Erich Fromm el amor es un arte, y como tal una acción voluntaria que se
emprende y se aprende, no una pasión que se impone contra la voluntad de quien
lo vive. El amor es así, decisión, elección y actitud.
El amor es un
estado mental que crece o decrece dependiendo de cómo se retroalimente ese
sentimiento en la relación de los que componen el núcleo amoroso. La
retroalimentación depende de factores que son más o menos conocidos, ya sea por
el comportamiento de la persona amada, por sus atributos involuntarios o por
las necesidades particulares de la persona que ama.
Aspectos que
definen el altruismo:
La simpatía se
apoya sobre valores de bondad y caridad. El compromiso considera un acto que se
sabe va a beneficiar más a otro que a sí mismo, implicando un sacrificio
personal.
El compromiso se
inscribe en una ética de la responsabilidad, porque se trata de actuar
concretamente sobre el presente y sobre el futuro para proporcionar mayor
bienestar al resto de la sociedad, implicando una inversión personal para el
desarrollo de bienes comunes.
La solidaridad es
definida como la capacidad que la persona tiene para actuar frente a la
necesidad ajena para el bien de la comunidad.
La solidaridad, o
caridad social, expresa una idea de unidad, cohesión, colaboración.
Se encuentra muy
ligada al amor, y éste admite dos planos de consideración:
Solidaridad-sentimiento.
Tendencia humana a asociarse en busca de bienes comunes.
Es la inclinación a
sentirse vinculados con otros, bien por motivos de semejanza, bien debido a
intereses comunes. Incluye la tristeza cuando esas personas afines sufren un
mal. Se trata de sentimientos buenos pero a veces inestables o de tipo
superficial.
Solidaridad-virtud.
Es la determinación firme y perseverante de comprometerse por el bien común.
Estamos ante un hábito o virtud, ante una decisión estable de colaborar con los
demás. Con todos los hombres, pues realmente hay vinculación con todos, aunque
uno no se sienta unido a algunos. Esta solidaridad-virtud es más firme e
importante que la sentimental.
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