Las personas oportunistas son una constante en todos los
ámbitos de la vida: el trabajo, las relaciones afectivas, la esfera política...
Sin embargo, eso no significa que no podamos identificarlas (o descubrir a una
en nosotros mismos) para tratar de hacer que su influencia no se vuelva dañina.
Claro que para eso antes hay que conocer las características
de las personas oportunistas, el modo en el que actúan. Lo que viene a
continuación son sus características principales.
Estas no son características que formen parte de la
personalidad inmutable de quienes las presentan: toda persona puede
cambiar.
Sin embargo, sí revelan que han aprendido a adaptarse a
las situaciones para obtener beneficios personales a costa de los demás y
de los compromisos o vínculos establecidos en el pasado. Las personas
oportunistas no tienen por qué presentar todas estas características a la vez,
pero en su conjunto sirven para tener un "arquetipo" de esta clase de
individuos.
1. Pueden presentar rasgos psicopáticos
Una parte de las personas oportunistas pueden presentar rasgos
psicopáticos. El motivo de ello es que las personas que presentan
esta característica no experimentan empatía y tienen la capacidad de ofrecer
una faceta seductora y carismática que les permite manipular a otras personas
para que realicen acciones que creen que hacen por propia iniciativa.
Las personas con rasgos psicopáticos son frías y
calculadoras, aunque rara vez dejan que los demás se den cuenta de ello, y se muestran
despiadadas, aunque no necesariamente a través de la violencia directa.
La clave de su capacidad para manipular a los otros es la
ausencia de culpa y de empatía y su facilidad para resultar personas
encantadoras. En el mundo de las empresas, además, tienden a ocupar cargos de
alta responsabilidad: su proporción en los puestos altos del organigrama podría
ser de 1 de cada 5 individuos.
2. Se rodean de personas influyentes
Quien es oportunista sabe que las personas con más poder son
nodos de relaciones, gente que conoce (o tiene acceso a) muchos ámbitos de
negocio con potencial. Es por eso que desde una posición de amistad (real
o fingida) pueden ver una panorámica de las diferentes oportunidades que se les
presentan para medrar.
Algo parecido ocurre más allá de la vida laboral; las
personas oportunistas procuran mantener el contacto con la gente influyente y
con buena imagen para beneficiarse de las ventajas de estar cerca del punto en
el que otros fijan su atención y cultivar una buena imagen pública.
3. Buscan el eslabón más débil de la cadena
Esta es una característica que está ligada a la anterior.
Las personas oportunistas observan un entramado de relaciones en el que se
gustaría ganar poder y concentran su atención tanto en sus miembros más
influyentes como en aquellos individuos que, a pesar de estar en una situación
de poder, pueden debilitarse y perder relevancia en el futuro.
Esto permite que el oportunista esté ya preparado para
asumir los roles de esta persona caída en el olvido.
4. Aprovechan el chantaje emocional
Las personas oportunistas juegan mucho a inyectar ciertas
dosis de culpabilidad en las personas propensas a asumir rápidamente culpas que
realmente no les corresponden. De este modo, puede darse el caso de que un
propietario de una empresa haga creer a sus empleados que mantenerlos en sus
puestos le supone un sacrificio, como si les hiciera un favor al darles
trabajo, o que una ex-pareja finja o exagere su malestar a causa de la ruptura
para que la otra persona piense que es responsable del sufrimiento de esta.
Lo más interesante de este tipo de procesos por el cual las
personas oportunistas se vuelven manipuladoras, extorsionando emocionalmente a
las demás son los modos en los que hacen que el resto interioricen un
discurso basado en la culpabilidad simplemente dando a entender cosas, sin
llegar a explicarlo directamente. Esta es una manera de hacer que los demás
lleguen a abrazar creencias que analizadas fríamente parecerían absurdas.
5. Juegan con los roles de género que les favorecen
Los roles de
género son una buena coartada para muchas personas
oportunistas. Un hombre puede llegar a hacer creer a su esposa que él tiene
poder de decisión por ella si da a entender que él es el responsable de su
seguridad, al ser físicamente más fuerte que ella, y que por eso las
indicaciones que da acerca de por dónde no ir a ciertas horas deben ser
seguidas o a qué tipo de locales no hay que entrar deben ser seguidas.
Otro modo muy fino de manipulación es actuar como si se
diese por sentado que alguien que va con nosotros a una primera cita pagará la
cena de ambos. De este modo se pone a la otra persona en la disyuntiva de si
convertirse en alguien estrambótico que no sigue las costumbres o alguien que
asume que su valor como persona no es suficiente como para estar en la cita, lo
cual le lleva a asumir una posición de sumisión en ciertos ámbitos.
Por supuesto, las personas manipuladoras solo jugarán la carta
de los roles de género en los contextos en los que les favorezcan, y no en
otros. De este modo, el hombre que quiere que su esposa asuma su condición de
persona desvalida que debe ser protegida no dudará en ignorar el rol masculino
si quiere que sea la esposa la que trabaje más para mantener un nivel de
ingresos que permita comprar cosas para que necesitan.
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