Unas de las descripciones más claras de nuestra generación
es que somos una generación sin ideales, temerosa a enfrentar el futuro y el
compromiso, una generación sin causas.
Asociamos la pereza con sueño, con dormir más, hacer una
siesta y todo eso, pero la pereza no es sólo dormir mucho y mantener con flojera,
la pereza es un estado de cómo vemos la vida y cómo la afrontamos.
La pereza es
la negligencia, astenia, tedio o descuido en realizar actividades.
La religión cristiana, clasifica la pereza como un vicio
capital ya que genera otros pecados, si bien antiguamente se la denominaba
acedia o acidia, concepto más amplio que tenía que ver con la tristeza o la
depresión.
“El que no quiere trabajar y el esfuerzo físico le abruma”.
Ésta es la pereza de no querer hacer nada, dormir, hacer
siesta, descansar, etc. El típico perezoso que se levanta a las 10 u 11 de la
mañana a pedir el desayuno, le da pereza bañarse y cosas relacionadas con ésta.
El trabajo es para los burros, evita la fatiga, algunos
quieren estudiar toda la vida porque no les gusta trabajar, están contentos con
su condición, son conformistas con su estado actual, no quiere avanzar más.
“El que no quiere pensar”.
Algunos tienen el cerebro nuevecito, no lo han estrenado, la
sabiduría les persigue pero ellos corren más rápido. El último libro que se
leyó fue el Principito en segundo de primaria. Pregúntese cuál fue y cuando se
leyó el último libro?
No se instruyen, no investigan, se quedan con lo que les
piden o les dicen, aún en el cristianismo, nos volvemos perezosos mentales,
como todo es por “fe”, pero no preguntamos, no investigamos, no vamos más allá
de lo que escuchamos.
Nuestros abuelos y padres, en su gran mayoría no fueron a
las universidades pero son mucho más inteligentes y cultos que nosotros mismos
.
Nos quedamos con lo poquito que nos dan en la universidad,
en el colegio, en la iglesia, etc
.
La pereza es una especie de pulpo con muchos brazos para
atenazar las diferentes áreas de nuestra vida.
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