Se analizan algunas de las principales ideas de perspectiva
humanista en el pensamiento ilustrado latinoamericano en relación con la
democracia y los derechos humanos. Se plantean argumentos de validación
filosófica de los aportes de estas abstracciones como elementos de fragua del
pensamiento independentista, articulados con propuestas más precisas de
realización de la democracia, los derechos humanos y la justicia social.
Este trabajo da continuidad a otros, en los cuales se han
valorado, primero, algunas de las concepciones y prácticas de la democracia y
de los derechos humanos en los pueblos originarios de América, y segundo,
las expresiones de humanismo práctico en la filosofía política de la
escolástica iberoamericana durante el conflicto antropológico, ético y jurídico
que se produjo durante el proceso de conquista y colonización de América.
Entre sus objetivos se encuentra contribuir al análisis de
los principales rasgos característicos de la perspectiva humanista de la
filosofía política latinoamericana, en particular en relación con la democracia
y los derechos humanos; en este caso, de las ideas de algunos representantes
del pensamiento ilustrado en nuestra América, y enfatizar en su articulación
con el pensamiento universal, así como sus posibles aportes teóricos. Se
fundamenta el trabajo en el examen de fuentes primarias que revelan sus ideas
al respecto, así como en estudios sobre el tema realizados por filósofos,
juristas, historiadores, antropólogos, politólogos, etc., especialmente del
ámbito latinoamericano, aunque también se toman en consideración algunos
pensadores de otros contextos mundiales.
Se aspira a fundamentar filosóficamente el cuestionamiento
del presunto absoluto protagonismo de la cultura europea, en cuanto a la
aparición y desarrollo de concepciones y prácticas democráticas, así como de
los derechos humanos, al valorar la significación de algunas de sus
manifestaciones en lo que se denominaría posteriormente América Latina.
Este análisis pretende, también, aportar elementos de
validación filosófica a la justipreciación de los aportes del pensamiento
ilustrado latinoamericano como elemento de fragua del pensamiento
independentista, articulados a propuestas más precisas de realización de la
democracia, los derechos humanos y la justicia social.
Se trata de analizar filosóficamente algunos de los
principales argumentos del debate sobre las transformaciones que exigía el
desarrollo sociopolítico de América Latina durante aquel proceso de
fermentación emancipadora, a partir de la hipótesis de que tanto en la historia
económica, política, social, jurídica y cultural, como en su pensamiento
filosófico y político se ha evidenciado en esta región un significativo
progreso en relación con el desarrollo de la democracia y los derechos humanos.
El eurocentrismo ha conducido erróneamente a pensar que sólo
los pueblos de Europa —incluso no de toda ella, sino sólo de la porción
mediterránea y occidental— han sido capaces de desarrollar una praxis política
y jurídica, lo mismo que una teoría filosófica, política y jurídica referida a
estos temas cruciales. Sin embargo, la historia ha demostrado que algunas de
las consideraciones revalorizadas sobre el papel del Estado, en su correlación
con los derechos humanos y la democracia no proceden, exclusivamente, de la
región nucleica de la cultura occidental, pues también los pueblos latinoamericanos
se han incorporado a ella con notables contribuciones.
No cabe la menor duda de que la modernidad fue el factor
catalizador básico en la conformación de los derechos humanos y la democracia
con el desarrollo de los estados nacionales, en los cuales los gobiernos debían
estar regidos por normas éticas y jurídicas bien definidas y reglamentadas.
Latinoamérica participó de manera activa en la construcción de la modernidad,
aun cuando su cosecha en muchos planos fuese malograda.
Fue el pensamiento de la Ilustración en todas las latitudes
el que mayor atención le dedicaría a la conceptualización del Estado, los
derechos humanos y la democracia. Y en la actualidad, cuando ese pensamiento ha
cristalizado mucho mejor en múltiples ideologías y filosofías, se ha hecho
urgente y necesario replantearse las más usuales definiciones sobre los
derechos humanos y la democracia, así como las características y funciones que
deben cumplir hoy en día los estados y gobiernos. Para lograrlo resulta
imprescindible tomar en cuenta las reflexiones al respecto de los pensadores
ilustrados de todo el orbe, entre los que se encuentran, por supuesto, los del
ámbito latinoamericano.
La Ilustración fue un periodo en el que se concretaron
ideologías, algunas de las cuales ya habían tenido sus primeras expresiones al
final del Medioevo y en el nacimiento de la Modernidad. En esta época se
presentaron innumerables conflictos entre las clases dominantes, que se vieron
obligadas a evolucionar en sus concepciones y métodos. Por una parte,
la nueva nobleza, que sin la exigida estirpe aristocrática, deseaba
adquirir sus títulos sólo con el dinero, y la nobleza tradicional, que a
regañadientes no tenía otra alternativa que aburguesarse.
Como expresión
de tales contradicciones de clase emergen el conservadurismo y el liberalismo
pero, fundamentalmente, entre los siglos xvii y xviii alcanzarían una mayor
identidad y definición propiciadas por la obligada decantación producida por
las revoluciones burguesas en Inglaterra y Francia, y también con los procesos
de independencia, primero de las colonias inglesas en Norteamérica, y luego, de
las hispano-lusitanas.
Otras corrientes ideológicas, como el socialismo y el
anarquismo, apenas iniciaban su gestación y no lograrían la mayor consolidación
hasta el siglo xix; pero también en ellas participarían pensadores y procesos
sociopolíticos latinoamericanos.
No cabe duda de que en el proceso universal de configuración
de las ideologías modernas, Latinoamérica constituyó también, al igual que
otras regiones del orbe, un creativo y aportador laboratorio de concepciones y
prácticas confluyentes hacia la elaboración de nuevas formas de humanismo
práctico.
Debe asimismo tomarse en consideración que las ideas ilustradas
modernas no partieron de cero, sino que se nutrieron de valiosos elementos
humanistas contenidos en el pensamiento escolástico, tanto europeo como
latinoamericano.
En particular, del mismo modo que muchas de las ideas
sociales, políticas y, en particular, económicas de Tomás de Aquino fueron aprovechadas
por los escolásticos españoles en correspondencia con las nuevas circunstancias
y época, de manera similar ocurrió con muchos de sus seguidores en
Latinoamérica.
Los debates iniciados durante el proceso de la conquista de
América sobre la condición humana de sus pueblos originarios, se mantuvieron
latentes y afloraron en pleno periodo de la Ilustración, cuando aún se
expresaban con fuerza posturas ideológicas de criollos fieles a la Monarquía
española y a la Iglesia, e incluso en algunos casos se acentuarían
posteriormente con el despliegue del positivismo y el evolucionismo
durante el siglo xix.
Tales discusiones no se circunscribieron al análisis de la
cuestión en el ámbito americano, pues también se referían al africano y al
asiático, pues las potencias coloniales necesitaban justificar ideológicamente
sus diversas formas de dominación. Los debates antropológicos permearían el
pensamiento ilustrado en todo el orbe, y la cuestión de la diferencia entre los
animales y los hombres afloraría con frecuencia. Así, ilustrados
latinoamericanos, como es el caso de los jesuitas mexicanos Benito Díaz de
Gamarra, Francisco Javier Clavijero y Francisco Javier Alegre, participaron
activamente en dichos debates defendiendo la superioridad de la condición
humana.
Una característica del pensamiento ilustrado latinoamericano
consistió en que se manifiesta, al inicio, entre sacerdotes que cultivaban la
filosofía. No a través de filósofos laicos como predominó en Europa. Fueron
sacerdotes en estas tierras los que propugnaron ideas sensualistas y
experimentalistas, sostuvieron tesis de profundo contenido humanista e incluso
pusieron en duda determinadas prerrogativas de la Iglesia, al proponer
avanzadas reformas sociales.
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