martes, 3 de julio de 2018

Lo Que Trasciende


No te quejes, prejuzgues, critiques o expreses ningún pensamiento negativo. Obviamente fallarás mil veces, pues tenemos tan interiorizadas las quejas que las realizamos de forma inconsciente y continua.

Al evitar la queja, tu mente tendrá que encontrar otras formas de expresar las cosas. Por ejemplo, ante el problema de un amigo, en vez de decir “eso es malo” o “eso es duro”, en su lugar podemos mostrar apoyo con mensajes como “te entiendo” o “lo siento por ti”.

Evitar la queja no solo aliviará nuestro pesimismo, sino el de las personas que nos rodean, ya que no alimenta su ansiedad, sino sus esperanzas.

Cambiar nuestra forma de pensar no va a ser sencillo, pero te aseguro que será el mejor tratamiento de estrés, sueño, salud y belleza de vuestra vida. Ya que un punto de vista positivo, tiene múltiples beneficios.

Para conseguirlo, debemos darnos autodirectrices cuando descubramos que estamos pensando en negativo. Debemos decirnos, “estoy pensando en negro, vamos a pensar en blanco. Vamos a cambiar la forma de ver este cambio/suceso/desafío”. Y, si no eres capaz de verlo de forma positiva, aléjate mentalmente y piensa en otra cosa. ¡Nada más!

También fallarás una y mil veces, no te preocupes. Poco a poco te sorprenderás a ti mismo pensando de forma positiva sin darte cuenta. Lo importante es que seas consciente de este proceso mental negativo y del pésimo impacto que tiene sobre ti.

Aumentando tu conciencia sobre la vida y guiando tus pensamientos hacia el amor, la alegría, la paz y la aceptación, verás cómo muchos aspectos de tu día a día cambian.



Lecciones Que Nos Da La Vida


Nuestros actos, conductas y comportamientos tienen sus consecuencias en la rueda de la vida. Tanto los momentos buenos como los momentos malos que experimentamos son importantes, son lecciones de vida que nos van a instar a madurar, a crecer y a ser mejores personas. Claro está, siempre que sepamos sacarle el partido debido.

La frase “cada uno tiene lo que se merece” la podemos entender en base a ésas consecuencias que tienen nuestros actos. Podemos creer en ésta frase conocida y popular cuando lo merecido es positivo. Pero la pregunta surge cuando lo que “merecemos” y lo que nos da la vida son circunstancias adversas, que conllevan sufrimiento, cambios, y desgracias.

“La vida tiene momentos buenos y malos. De los buenos se disfruta y de los malos se aprende”
-Anónimo-

Entonces, en base a lo anterior, ¿todo lo que nos ocurre obedece a consecuencias de nuestros actos? Me atrevo a decir que “cada uno tiene lo que necesita”.  En ocasiones, necesitamos ver directamente la consecuencia de un acto “malintencionado”. Y en muchas otras ocasiones, lo que nos ocurre, tiene un motivo de aprendizaje, “necesitamos aprender”.

Esa puede ser la explicación de tantas cosas que nos ocurren en la vida, que no relacionaremos con un comportamiento previo “insano, incorrecto, inadecuado o malintencionado”, pero que nos originan reacciones que nos impulsan a decir “¿por qué me merezco yo esto, es que he hecho algo malo”? 

Por lo tanto, “Cada uno tiene lo que necesita para aprender”.

Un ejemplo de esto puede ser cuando nos encontramos en una relación de pareja tóxica. Las personas de nuestro alrededor nos dicen que nuestra pareja no nos conviene, que nos está haciendo daño, pero nosotros no nos damos cuenta. Creemos que nuestras discusiones son naturales y que lo que la otra persona nos dice, perdona cualquier acto que se queda solo de puertas para adentro.

Sin embargo, un día descubrimos que nos ha sido infiel y todo nuestro mundo se derrumba. No hemos hecho nada malo, pero hemos necesitado de esta prueba para poner fin a una relación que no nos estaba beneficiando. Por lo tanto, en vez de una desgracia puede considerarse una oportunidad para abrir los ojos, tomar una decisión y una nueva dirección. 

Así funcionan las lecciones de vida.

“Nada malo  se va de nuestra vida hasta que no nos enseña lo que necesitamos aprender”
-Anónimo-
Todo ello, adaptado a nuestro momento vital, siempre con el objetivo, de encontrar el sentido de nuestra vida, la armonía en nuestra forma de vivir, la salud, el bienestar, el equilibrio emocional y la felicidad. La vida no es nuestra enemiga, siempre es nuestra amiga. Aunque las lecciones que nos ofrece para aprender siempre tengan una parte muy amarga.

“La vida no tiene sentido, se lo das tú, con lo que hagas, con lo que te apasiones, con tus ilusiones. Tú construyes el universo a tu medida”

-Walter Riso-

lunes, 2 de julio de 2018

Lo Que La Vida Nos Enseña

Vivir es muchas cosas. Puede ser un gran viaje visitando bellas cumbres, secas llanuras e incluso sucios lodazales. También es una gran escuela que nos enseña mucho. Lo que no quiere decir que seamos capaces de aprenderlo todo. Nos informa bien, nos aporta conocimientos, y, como hay que vivirla, también nos permite adquirir habilidades prácticas y algunas buenas actitudes; pero a veces no las aprendemos.

Seguro que conoce algunas personas que tras un daño cerebral por ictus o traumatismo no pueden hablar, los médicos dicen que tienen “afasia”. Pues bien en la vida es más frecuente otra situación y no se considera ni siquiera una enfermedad. Está presente en muchas personas que son incapaces de dialogar; es así porque no son capaces de oír, o mejor oyen pero no escuchan. 

Son constructores de monólogos y circulan por la vida hablando ellos solos, porque lo de los demás no les interesa. No le prestan atención.

Ya le comenté que otros prefieren tener razón a ser felices. Discuten todo y no ceden y se esfuerzan en tener razón, lo que les evita o dificulta ser felices, pero se afanan en ello, discuten sin límite y ello les impide alcanzar la felicidad.

Otros no tienen claro la jerarquía o importancia de los verbos. Priorizan el tener al ser. Se afanan en adquirir más, en acumular lo material, más que esforzarse en ser algo más, y sobre todo mejores, en crecer como personas. En enriquecerse en valores, y le será más fácil transitar por este mundo ligero de equipaje.

Le he referido a que con frecuencia no valoramos lo que tenemos, y especialmente sólo somos conscientes de ello, cuando lo perdemos o estamos a punto de perderlo. Por ejemplo la salud. Es un bien muy grande que poseemos y no la valoramos aunque somos nosotros, no los sanitarios, los que debemos cuidarla. 

Erramos si nos arriesgamos a perderla por falta de sentido común, si nos implicamos en actividades de alto riesgo, ingerimos tóxicos o hacemos malas dietas.

Otras personas deciden hacer de la queja su bandera. Lamentarse y sentirse mal les da protagonismo social y así caminan por la vida, sin entender que a medio plazo pueden ser rechazados porque nublan su entorno, agobian a sus congéneres. Los aburren e incluso les abruman. Podríamos decir que sólo hablan para cantar ruina. O que sólo están bien cuando están mal.

No hemos aprendido que el que más da es el que más recibe. Pregúnteselo si no a los voluntarios; en cualquiera de sus actuaciones uno de ellos le explicará cómo se siente al hacer el bien.
  
También suele ser negativa nuestra visión del esfuerzo, y no lo vemos como una gran oportunidad. Sigmund Freud decía: “He sido muy afortunado; todo en la vida me ha costado mucho”. Sin duda, de no haberse esforzado su aportación, su legado al mundo hubiera sido menor.

También nos enseña Descartes que muchas veces sufrimos por cosas que nunca nos sucederán. En lenguaje llano: nos ponemos el parche antes de que salga la herida. Sufrimos con anticipación. Así sucede por ejemplo con los vómitos por recibir quimioterapia; sabemos que algunas quimioterapias los causaran, pero lo curioso es saber qué en muchas ocasiones algunas personas que iban a recibir quimio tienen los vómitos antes de iniciar su toma, antes de que se les administre; y eso es lo que llaman vómitos anticipativos y son debidos a que nuestro estado de nervios los provoca.

Importa saber lo costoso de fingir. Le aseguro que no compensa; cuanto más acerque lo que piensa, lo que dice y lo que hace, le será más fácil ser feliz.

También conviene recordar que el tiempo pasa para todos, los minutos, las horas, los días o los años, y al vivir lo vamos consumiendo todos; es un error plantearse ese consumo cuando uno es mayor o anciano. El momento que importa que valore es el ahora. Le he comentado a veces que el pasado fue, nos enseña, pero es irrecuperable, y el futuro es impreciso. Por eso él ahora es clave; hay que vivir todos los momentos con plenitud; como si fueran a ser el último.

También es importante soñar y lo hacemos poco. No digo que no seamos realistas, pero sí que elevemos nuestras miras. Hacerlo embellece el paisaje de la vida por el que debemos transitar. Dicen que los sueños suelen ser caros; yo pienso que es más caro no tener sueños.

Por otra parte le recuerdo que la mentira es un paso erróneo, como una salida en falso, con frecuencia le lleva a un corredor que retorna al mismo camino del que se parte y tendrá que volver a enfrentarse con la situación por la que mentimos. Por otra parte mantener esa irrealidad cuesta mucho esfuerzo. Yo no se lo aconsejo como vía de tránsito. La verdad abre ventanas, da luz y embellece el camino.

Otros son insensibles a lo que sucede en su entorno. Caminan con cara de póquer. Quizás lo hacen porque no quieren sufrir. Pero se equivocan.

Compadecerse de los otros, y no en el sentido de ser dadivosos, sino en el de no querer que sufran, compartir, e incluso integrarse con ellos, sin duda puede doler, pero genera humanidad y múltiples satisfacciones.


Sea listo, aprenda y aplique muchas de las lecciones que la vida nos enseña.

Cada día que vive asiste a muchas y magnificas clases, pero importa que las aprecie y tenga la actitud de aprender.

Conocimiento Y Desarrollo


Los avances alcanzados por la humanidad en la producción de conocimientos y en sus aplicaciones para solventar diferentes necesidades humanas crean condiciones inéditas para elevar la calidad de vida de toda la población del planeta. El sorprendente dinamismo de la economía y las posibilidades que brindan las comunicaciones y el desarrollo científico-tecnológico permitirían eliminar las desigualdades sociales y la persistente pobreza humana. 

El conocimiento posibilitaría a la humanidad frenar el deterioro del ambiente y encontrar modelos de convivencia armónica entre la sociedad y la naturaleza.

Conocimiento y desigualdad social. Existen evidentes diferencias en cuanto a la capacidad de producción y el acceso al conocimiento y la información. Estas desigualdades amplían las distancias entre las naciones y entre los grupos humanos. 

La integración económica, política y cultural de la sociedad, condicionada por las aplicaciones del conocimiento a las más diversas actividades humanas, coloca a los países con mayor producción de conocimientos y más capacidad de innovación tecnológica a la vanguardia de las transformaciones y el crecimiento económico. 

El acceso diferenciado al conocimiento y la información ensancha las desigualdades entre los grupos sociales: ¡A mayor capacidad de producción científica y tecnológica, mayor aprovechamiento de las oportunidades ofrecidas por la mundialización de los mercados! ¡A mayor inversión relativa en procesos sistemáticos de investigación y en la educación de la población, mayores posibilidades de estimular el desarrollo tecnológico, la innovación, la calidad y la equidad! ¡A mayor rezago en las inversiones en educación e investigación y en la capacidad de producir y acceder a la ciencia y la tecnología, menor capacidad competitiva y mayores obstáculos para alcanzar el desarrollo humano sostenible!

Política nacional de conocimiento. En el país no se conoce, con certeza, la magnitud del esfuerzo realizado en investigación y desarrollo. Los datos oficiales indican que el porcentaje del PIB destinado a esta estratégica inversión es del 1,3 por ciento. Oficiosamente se cuestiona ese dato y se le ubica, sin contar con una fuente segura, en el 0,5 por ciento (según el BID, en los países de altos ingresos ese porcentaje alcanza entre el 2 por ciento y el 3 por ciento). 

En correspondencia con el aumento de las inversiones en educación, se deben destinar más recursos públicos y privados a producir y aplicar conocimientos.

Los principales centros de investigación y de producción científico-tecnológica son las universidades estatales; la cooperación internacional es un factor esencial en la construcción de esa fortaleza universitaria. El sector privado y algunas instituciones públicas, vinculadas sobre todo con la salud y la producción, llevan a cabo acciones investigativas y crean conocimientos. 

Sin subestimar las experiencias significativas, los entrelazamientos entre las acciones de estos sectores son aún incipientes y los montos de las inversiones, insuficientes. Siguiendo el ejemplo exitoso de la Unión Europea, donde el conocimiento es un eje fundamental de sus políticas, el país puede formular una política nacional de conocimiento, ofreciendo un marco a los procesos de innovación, investigación, educación y formación.

El esfuerzo mancomunado del sistema educativo, los sectores productivos y el Gobierno puede propiciar la incorporación continua de conocimientos en los procesos de producción y avanzar en la creación de un sistema nacional de innovación. La distribución del conocimiento y la información, la incorporación del eje ambiental en las innovaciones y la investigación en las ciencias sociales, las letras, las artes y las humanidades deben ser parte integral de este proceso. 

Solo así se avanzará por la ruta del humanismo y del desarrollo humano sostenible.



La Literatura Infantil


Bajo tales premisas y en la perspectiva advertida la literatura infantil tiene que ser, en primer lugar, literatura en el sentido íntegro y cabal de lo que se comprende, asume y reconoce como tal.

Ha de ser obra de arte acrisolada y esencial en sus contenidos, de plena realización estética, con una trama auténtica y libre, con una tupida urdimbre en su proeza de lograr con el lenguaje belleza, con recursos que lo hagan intensa y conmovedora, profunda y apasionada, orientada hacia un fin trascendente y no persiguiendo un propósito funcional en razón de algún proyecto utilitario.

Empero, debido a que la literatura infantil es acosada desde diversas esferas y no siempre surge desde el arte legítimo, se cuestiona su autenticidad. Si bien con propósitos altruistas ella ha estado, lo está y seguirá estando asediada por intenciones formativas, funcionales y hasta comerciales.

Estos hechos sí que constituyen verdaderas amenazas en cuanto a su deferencia y consideración, afectando su calidad de arte indiscutible, asunto que le causa daño y perjuicio irreparable cuando se la utiliza para transmitir informaciones o condicionar conductas con el riesgo de su falsificación general, desprestigiándola en algunos ambientes a veces de manera irrecuperable.

De allí que quizás como ningún otro campo o área la literatura infantil ha tenido que bregar, y lo sigue haciendo y no cesará de hacerlo en el futuro, por el reconocimiento de su pureza literaria y de su legitimidad artística.

La literatura infantil tiene su base de apoyo en el estar y en el ser niño, perspectiva en la cual no hay mejor vínculo que el existente entre el arte y el espíritu de infancia, entre la poesía y naturaleza del ser niño, entre el prodigio del arte y el milagro del ser infante, porque literatura e infancia comparten como elementos intrínsecos y comunes una misma identidad.

Consecuentemente, la relación de la literatura con la infancia  es un vínculo no solo fecundo sino esencial, en cuanto participan:
– Del asombro.
– De la originalidad
– Del animismo
– Del candor
– De la aventura
– Del ritmo
– Del movimiento
– De la visión luminosa y encantada de la vida.
– De la trascendencia.

¡Y todo lo anterior impulsado hacia la esperanza, hacia la construcción de la utopía que une el pasado, el presente y el porvenir!

Por las condiciones que acabamos de exponer la literatura universal y mucho de la literatura clásica es literatura para el mundo de la verdadera infancia, aquella del arte y aquella del niño. Su misma denominación lo revela, denota y confirma, al darnos un mensaje de universalidad.


Riqueza De Vocabulario


La enseñanza del vocabulario influye directamente en la comprensión lectora.

Su importancia radica en que si el lector reconoce inmediatamente el significado de las palabras que lee, puede concentrarse en la comprensión del texto, pues “para interpretar el significado de un texto es necesario conocer alrededor del 90% a 95% de las palabras del mismo”.

Esta es una relación de doble vía, porque para comprender se requiere el conocimiento del vocabulario y mediante la lectura se incrementa. La enseñanza del vocabulario deber formar parte del desarrollo de la comprensión lectora en todas las áreas curriculares.

Por lo anterior, el estudiante debe reconocer al instante la mayoría de las palabras o expresiones de un texto para comprenderlo. Debe conocer los diferentes significados de la misma palabra o expresión y saber el significado común de palabras distintas.


Para un estudiante de grados iniciales, también es importante saber cómo descifrar las palabras que apenas sabe o que aún no conoce. Así, aprende nuevas palabras al mismo tiempo que lee textos cada vez más difíciles.

Con El Sudor De La Frente


Si hay algo que nos inculcan desde pequeños, es el hecho de que en este mundo para realizarse y para poder vivir hay que trabajar. Que lo que se tiene se gana con el propio esfuerzo, que en la vida nada es de balde, que “el pan hay que ganarlo con el sudor de la frente”.

De esta forma, el trabajo se convierte para el ser humano en un pilar fundamental de su existencia, es más, se convierte en la mayoría de las ocasiones en el centro de la vida, dejando en la periferia lo social, lo familiar y lo lúdico.

Trabajo es desarrollo y realización personal, es integración en la sociedad y proyección positiva de nosotros mismos ante los demás; nos dignifica en cuanto nos hace sentirnos autosuficientes, capaces, útiles y necesarios en una sociedad activamente económica. Por eso, cuando no logramos una estabilidad laboral o la perdemos no solo vemos afectada nuestra economía, también se resiente nuestra autoestima y con ello la percepción de nuestra valía personal

Es como si nos fuéramos a menos, o perdiéramos ese 'caché social' que se supone debemos tener, ese valor que se adquiere cuando se desempeña una labor.

Las personas que no logran insertarse en el mundo laboral o mantener su empleo, se sienten inseguras, frustradas, con tendencia a la negatividad y a la reducción o eliminación de las relaciones sociales. Y en el peor de los casos se resiente su salud, se angustian y se deprimen.

Pero trabajar, sin más condiciones, no es suficiente para que las personas se realicen, se sientan satisfechas, tranquilas o se sientan valoradas.

La OMS reconoce que la salud es más que ausencia de enfermedad; que es un estado de bienestar integral, físico, social y mental; que la salud es un proceso que se da a lo largo de la vida y que depende tanto del individuo como de sus condiciones y oportunidades socioculturales, y por supuesto, también laborales.

El trabajo saludable es el que verdaderamente dignifica y enriquece al hombre; nada más alejado de la realidad actual, en la que rara vez el trabajador se identifica con la labor que realiza, por no mencionar las injusticias en la retribución económica, o la ausencia de ambientes de trabajo positivos y motivadores, o de expectativas de desarrollo profesional o personal.


Es responsabilidad de todos colaborar para que algo tan necesario y generador de bienestar en nuestras vidas no se convierta en causa de enfermedades, ni de conflictos, ni de injusticias, ni por supuesto de carencias.

El Instrumento Del lenguaje


¿Formamos parte los seres vivos de la Tierra de un macroorganismo que se encuentra en la actualidad en fase reproductiva? ¿Cómo podemos estar seguros de ello y hasta qué punto? La posibilidad de dar respuesta a estas dos cuestiones se encuentra en el lenguaje y desde una perspectiva racional nunca llegaremos más lejos de lo que alcance el tipo de código lingüístico que utilicemos.

El lenguaje es un instrumento básico para los humanos. Del mismo modo que observando una herramienta nos hacemos una idea de sus posibilidades funcionales, igualmente analizando el lenguaje, es posible caer en la cuenta de lo que podemos realizar mediante su empleo e incluso establecer sus límites de eficacia. El lenguaje es sin duda un instrumento fabuloso, nos permite utilizar la razón, una capacidad característica nuestra por la que nos calificamos de racionales, sin embargo la irracionalidad también se muestra en el lenguaje humano, más de lo que pudiéramos pensar a priori.

El lenguaje como todo instrumento arrastra un error en su uso, es más, al ser una herramienta dotada de una notable imprecisión y ambigüedad, no es nada desdeñable el factor de distorsión que introduce sobre la realidad que creemos percibir.

Nos tenemos que enfrentar a la vida, y por tanto al conocimiento, con un instrumento limitado en el que la racionalidad se manifiesta, pero también la irracionalidad, en el que la ambigüedad es una propiedad básica del instrumento, y en el que hemos podido comprobar la existencia de unos límites que probablemente nunca podremos atravesar.

Este instrumento nos transmite visiones borrosas de la realidad. Es importante considerar que tener una seguridad total en este tipo de imágenes es un error, por tanto debemos guardar una cierta duda y procurar incrementar nuestro grado de información a partir de otras perspectivas. Así hacemos en el acto de mirar un cuadro, donde la proximidad nos puede dar una visión más cercana de las partes, pero la lejanía nos ofrece otra clave en la que veamos una imagen global y más completa, otra dimensión de la información a nuestra disposición.




El Sol Y El Viento

Fábulas
El Sol Y El Viento
El sol y el viento discutían acerca de cuál de los dos era más fuerte.

La discusión fue larga, porque ninguno de los dos quería ceder.

Viendo que por el camino avanzaba un caballero, acordaron probar sus fuerzas contra él.

-Vas a ver –dijo el viento-, cómo con sólo echarme sobre él desgarro sus ropas.
Y comenzó a soplar cuanto podía.

Pero cuantos más esfuerzos hacía el viento, más oprimía el hombre su abrigo, gruñendo contra el viento, pero caminando, caminando siempre.
El viento encolerizado descargó sobre el viajero lluvia y nieve, pero el hombre no se detuvo.
El viento comprendió que no era cosa posible arrancarle el abrigo.

El sol sonrió, se mostró entre dos nubes, recalentó la tierra y el pobre caballero que se regocijaba con aquel dulce calor, después de tanta tormenta de viento, lluvia y nieve, se quitó el abrigo y se lo echó sobre los hombros.

-Ya ves –dijo el sol al viento-. Por las buenas se consiguen más cosas que por las malas.

León Tolstoi. Fábulas. Editorial Gadir

Nunca Dar Nada Por Perdido


Las relaciones humanas suelen ser bastante complejas, las personas suelen sufrir tergiversaciones en su comunicación, desde las más sutiles hasta las más complicadas. Generalmente solemos escuchar diversas opiniones y nos hacemos distintos panoramas sobre un mismo tema, de manera que es casi inevitable que ante ciertos aspectos de la vida siempre quepa la duda.

El problema en sí no está en dar paso a la duda, sino en dar las cosas por sentado cuando no nos hemos dedicado aclarar aquellas incógnitas que aparecen en ciertos aspectos de nuestra vida, especialmente en las relaciones de pareja, cuando se nos suelen presentar muchas preguntas, en muchas situaciones en las cuales nos quedamos con las dudas, en lugar de recurrir a nuestro compañero o compañera para aclarar los acontecimientos.

Lo mismo ocurre con los hijos, en las relaciones laborales, con los amigos y con nuestro entorno en general, de allí que el ir y venir de comentarios negativos, destructivos e  inciertos, sea el día a día del ser humano.

Ante la presencia de la duda siempre es mejor recurrir a la fuente directa y tratar de aclarar nuestras preguntas sin necesidad de estar levantando falsas expectativas, de seguro siempre encontraremos la orientación correcta si hablamos con la persona indicada y ésta, es aquella de la cual nos proviene la incógnita.

Alimentar las dudas y los comentarios inciertos lo único que trae son complicaciones a nuestra vida, dificulta las relaciones con nuestros amigos y la manera en la cual nos comunicamos, se presta a malos entendidos y siempre da paso a tragos amargos.

No te quedes con la duda ante las situaciones que no comprendes,  ante aquellas cosas que te sorprendan, simplemente si realmente es un tema de interés y sientes que te está afectando, recurre la fuente directa para aclarar la situación antes de que sea demasiado tarde para remediarla.

Aunque pueda parecer lo más fácil, dar las cosas por sentado no suele ser una actitud sana,  especialmente cuando no se tienen los argumentos ni la información necesaria para tener una justificación sensata y certera, sino simplemente nos hemos ido formando juicios a partir de opiniones y comentarios, que pueden ser tan veraces como falsos




Ser Y Estar Es Asumir


De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española de la lengua la responsabilidad es “la capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente”.

El ejercicio de la responsabilidad individual depende de cada uno. En principio, en un contexto de libertad, y desde la perspectiva de una persona sana, es decir, libre de trastornos psicológicos graves,  todos podemos elegir libremente qué hacer con nuestra vida, hacia dónde dirigirnos, con quienes queremos estar, qué queremos ser. Podemos incluso decidir no tomar ninguna decisión acerca de nuestra vida.

La consecución de nuestros objetivos y de nuestras metas depende de muy diversos factores, pero el principal de todos ellos es ser conscientes de la responsabilidad que tenemos sobre nuestras propias vidas, sobre nuestro bienestar y sobre nuestra felicidad personal.

Ser responsable supone decidir acerca de cuáles son las acciones más adecuadas para conseguir nuestros objetivos, significa ser proactivos, tomar la iniciativa. La responsabilidad conlleva tomar conciencia acerca del nivel de atención que prestamos a nuestro trabajo, a nuestras actividades y tareas cotidianas, así como a las relaciones que mantenemos con las personas que se encuentran en nuestro entorno, ya sea personal o profesional.

Ser responsables significa asumir las consecuencias de las decisiones que tomamos, por tanto, significa excluir de toda culpa a las circunstancias o personas que nos rodean. Expresiones como “ella/el me está volviendo loca/o”, “esta persona me saca de quicio”, “todo lo que me pasa es por su culpa”, “esta situación es injusta”, son expresiones que ponen de manifiesto nuestra falta de responsabilidad.

Ser responsables supone también decidir cómo jerarquizamos nuestro tiempo, como disponemos de nuestra energía, a quiénes le dedicamos ese tiempo y esa energía. Asimismo, ser responsable afecta a la calidad de nuestra comunicación con los demás. En el ejercicio de nuestra responsabilidad somos nosotros los que nos cercioramos de que las personas han entendido el mensaje que transmitimos, y de que también hemos entendido lo que otros pretenden comunicarnos, por tanto, somos responsables de la forma y de la claridad con que expresamos nuestras ideas e interpretamos las de los demás.

La responsabilidad supone aceptar de forma incondicional que nuestra felicidad depende sólo y exclusivamente de nosotros. Esto exige un alto grado de madurez personal. Significa que no vamos a hacer depender nuestra felicidad del hecho de que otros nos quieran o no, cumplan nuestros deseos o no, actúen de la forma que creemos más oportuna o no, o nos presten o no la atención que consideramos nos merecemos. Otra cosa es reconocer que las personas, con su comportamiento, pueden entristecernos, especialmente si éstas son parte importante en nuestras vidas, pero ¿hasta qué punto vamos a dejar que ese comportamiento siga afectándonos?.

Actuar de forma responsable lleva consigo el decidir y asumir los valores conforme a los cuales deseamos vivir. El hecho de que estos valores hayan sido adquiridos de forma pasiva e irreflexiva es algo contrario a la acción responsable. 

Los valores, es decir, los aspectos que realmente nos motivan, nos impulsan en nuestra vida, influyen decisivamente sobre nuestra forma de comportarnos y sobre nuestro sentido de integridad. Somos íntegros cuando lo que pensamos, lo que decimos y, sobre todo, lo que hacemos, resulta coherente con nuestros valores. Por ello, elegir cuáles son esos valores y alinear nuestro comportamiento con ellos entra dentro del ámbito de nuestra responsabilidad.


Mantener una alta autoestima, es decir, la valoración que tenemos de nosotros mismos, es también nuestra responsabilidad. Difícilmente podemos tener una alta autoestima si no somos responsables de nuestra vida y nuestra felicidad.

domingo, 1 de julio de 2018

El Intelecto



Nuestra vida esta permeada por el estado de ánimo y la emocionalidad que en nosotros se haya instalado.

Todos tenemos un coeficiente de inteligencia, unos más altos que otros, pero todos lo tenemos y desde la infancia hasta la adultez escuchamos que de este coeficiente dependerá el éxito en la vida. Sin embargo los estudios recientes han demostrado que no siempre resultan personas triunfadores aquellas cuya capacidad intelectual es elevada. Existe otra inteligencia, la Inteligencia Emocional, ella es quien abre o cierra nuestras posibilidades de accionar en la vida.

Conocemos de personas brillantes en el estudio que han logrado hundir un capital en la nada y por otro lado también están aquellos que jamás concluyeron una carrera universitaria y conducen exitosamente destacadas corporaciones.
 
¿Golpes de la suerte?.Según plantea Charles R. Swindoll “¨… la vida es el 10 % de lo que me pasa y el 90 % de cómo reacciono a eso” “Somos responsables de nuestras actitudes” y los estudios recientes demuestran que el triunfo depende de cómo utilizamos nuestra Inteligencia Emocional para relacionamos con el entorno. El control sobre nuestro yo emocional es el que nos permite ir al éxito o al fracaso, para aprovechar las oportunidades que nos retan y están a nuestro alcance.

Daniel Goleman, en su libro Inteligencia Emocional en la Práctica, nos dice: “Las normas que gobiernan el mundo laboral están cambiando. En la actualidad no sólo se nos juzga por lo más o menos inteligentes que podamos ser ni por nuestra formación o experiencia, sino también por el modo en que nos relacionamos con nosotros mismos o con los demás.” 

Es entonces la hora de reflexionar sobre nosotros y cómo nos comunicamos en nuestro contexto para aprovechar las oportunidades de triunfar.



El Trabajo De La Mente


Nuestra mente funciona reaccionando por causas externas. Ésta responde a todo lo que vemos, escuchamos, olemos o tocamos; ante todo este movimiento, ante todas estas experiencias.

Posteriormente, estas reacciones internas son interpretadas por el yo, el ego, y por un historial de experiencias. Por tanto, son sólo reacciones mecanicistas, de defensa, para su supervivencia.

Por tanto, la mente no la utilizamos conscientemente. El ego dirige nuestra vida por medio de ella. Así, podremos presentar tantas formas de pensar como ‘yoes existan en nuestro interior.

La mente integra diversas facultades del cerebro, permitiéndonos reunir información, razonar y extraer conclusiones.

Nuestra actividad mental tiene tres tipos de procesos: los conscientes, los inconscientes y los procedimentales. También abarca funciones no intelectuales y funciones afectivas.

Estudios de laboratorio sugieren la idea de que la mente es un resultado de la actividad del cerebro, ya que podemos localizar la actividad pensante del individuo en regiones concretas, tales como el hipocampo.
Entonces… ¿cerebro y mente son lo mismo?

La respuesta es no. Una cosa es el cerebro, el encéfalo, y otra la mente. Así, ésta última no es el cerebro, sino la interacción entre el cerebro y el medio.

Sin medio no hay cerebro; de hecho, individuos aislados completamente terminan muriendo de forma prematura. Sin interacción no existe el ser humano, pues es un ente fundamentalmente social, por tanto esencialmente ‘interactuador’ (no encontramos otra expresión) con el medio.


Así pues, la actividad mental en sí es la emergencia de la actividad del cerebro en relación al entorno. Por ello, la mente individual es la civilización del individuo emergiendo desde la animalidad individual, igual que la civilización es la emergencia de la actividad global de los humanos civilizados en relación a su entorno global.

Actitud Y Aptitud

De nada nos valen las viejas recetas maquilladas de emprendedurismo, de ecología y de marketing agresivo si no existe lo que se entiende por emprendimiento sociocultural. Este es el que debe tomar las riendas del futuro crecimiento pero no solo de la mano del trabajo de los autónomos o de las mini empresas repletas de becarios y voluntariado, prácticamente sin ningún asalariado. Mejorar el tamaño de las empresas, una mayor industrialización, para poder abordar una mejor internacionalización.

Es más, la industria sociocultural es uno de los motores de desarrollo de nuestra región. Lo sociocultural contribuye de hecho al crecimiento de la economía, pero no puede convertirse en un mero instrumento económico. La diferencia estriba en que el negocio de este emprendimiento no venga avalado por los mitos del neoliberalismo. Y que no sean herramientas financieras en poder de los grandes, sino al servicio del bienestar socioeconómico de los ciudadanos y a la mejora de su cultura y espíritu.

En este modelo de crecimiento económico y del nuevo marco del mercado de trabajo que auspicia el neoliberalismo hay una apuesta tramposa por incrementar las empresas de emprendedores. En realidad, es un intento de maquillar la enorme desregulación y la precaria condición de los falsos autónomos. Lo de emprender no es más que la aplicación del viejo sueño neoliberal de una sociedad libre de productores independientes en el marco de un mercado perfecto.

Existen muchas sombras sobre este modelo de crecimiento que sustituye asalariados por autónomos, por falsos emprendedores. Cambiar los modelos de producción y del mercado laboral son funciones más bien de las Agencias y Centros de Recursos estatales, autonómicos y locales. La universidad debe colaborar en estos planes pero no dirigirlos ni generarlos. Para eso están las agencias de Innovación y Desarrollo, las empresas, las consejerías de Economía y Empleo, direcciones generales de Industria, Innovación, y fundamentalmente las Cámaras de Comercio.

¿Es esto lo que quieren nuestras universidades públicas? ¿Nuestros responsables universitarios „y el profesorado, PDI, y los trabajadores„ deben centrar sus esfuerzos y talento en crear espacios en los campus para los negocios emprendedores? O más bien sería primordial, crear, educar y formar a nuestros alumnos y titulados, en impulsos de ideas innovadoras, creativas, y fomentar la industria educativa y sociocultural. 

O sea, fomentar un ecosistema de innovación abierta al servicio del aprendizaje, la investigación y la creatividad. Eso es la esencia de la universidad, eso es su plan estratégico para el futuro.



Mantener La Iniciativa


Recuerdo que de pequeño me costaba tomar la iniciativa. Hasta que llegué a la adolescencia casi siempre fui más seguidor que iniciador, pero eso no impidió que fuera un niño travieso. En mi defensa diré que cuando hacía travesuras con mis amigos como subirnos hasta arriba de los andamios de las obras era porque ellos las proponían y yo no quería quedarme atrás.

Por culpa de su iniciativa me metí en más de un lío, pero poder recordarlo ahora mientras nos reímos a carcajadas demuestra que valió la pena.

Poco a poco fui liberándome de ciertos miedos y volviéndome más osado. Pese a que ahora puedo dar la imagen de un tipo serio y formal, incluso relajado, a veces mis acciones dicen lo contrario. En más de una ocasión he decidido no pensar en las consecuencias de mis actos y comprar un billete para irme solo a un país al que siempre había soñado viajar, sólo porque de esta forma ya era imposible arrepentirme y dar marcha atrás.

“Si quieres tener algo en tu vida que nunca has tenido, deberás hacer algo que nunca has hecho”
James D Houston

También he aprendido a asumir la iniciativa en mi entorno social aún a costa de exponerme a muchos rechazos. La experiencia me ha curtido. Creo que tener iniciativa es una actitud valiosísima para las relaciones sociales, mucho más que ser valiente en otros ámbitos. De hecho hay gente que se tira en paracaídas sin inmutarse y luego tiembla como un flan cuando tiene que hablar con desconocidos.


Estoy seguro de que muchas veces has sufrido el miedo al rechazo, al “qué dirán”, a que los demás se rían de ti, a quedar en ridículo o a parecer idiota. Sin embargo las consecuencias de tener un papel activo en las relaciones sociales pueden ser increíbles

Hablar con la persona que te gusta y tener una maravillosa historia de amor, conseguir ese puesto de trabajo que tanto ansías o simplemente convertir una conversación de ascensor en un momento único, son algunas de las cosas que les ocurren a las personas que toman la iniciativa.


Cuando Levantes Vuelo


“Cuando le dije a mi padre que me iba a echar a volar, que ya tenía mis alas y abandonaba el hogar, se puso serio y me dijo: A mí me ha pasado igual, también me fui de la casa cuando tenía tu edad. En cuanto llama la vida los hijos siempre se van; te está llamando el camino y no le gusta esperar.

“Camina siempre adelante, tirando bien de la rienda, más nunca ofendas a nadie para que nadie te ofenda. Camina siempre adelante y ve marcando tu senda, cuanto mejor trigo siembres, mejor será la molienda.

“No has de confiar en la piedra con la que puedas topar, apártala del camino por los que vienen detrás. Cuando te falte un amigo o un perro con quien hablar, mira hacia dentro y contigo has de poder conversar.

“Camina siempre adelante, pensando que hay un mañana, no te permitas perderlo porque está buena la cama. Camina siempre adelante, no te derrumbes por nada y extiende abierta tu mano para quien quiera estrecharla…”.

Esos justamente son los principios y valores que recibimos de nuestros padres (en algunos casos de manera muy estricta), los cuales faltan en el presente.

Más allá de la poca o mucha instrucción que hubiesen recibido, nuestros padres y abuelos eran unos verdaderos sabios. De mi padre aprendí a dar gracias a Dios antes de comer y de dormir; a ceder el asiento a la señoras y señoritas (sobre todo las embarazadas y las ancianas) en los autobuses, a no buscar ser el primero sino el último, a esperar ser llamado, a saber escuchar, a conmoverme con los niños recordando que yo también lo fui, a ser solidario, a ser un incansable caminador.

Aprendí a disfrutar el buen cine y toda buena lectura, comenzando con la Biblia, siguiendo con los periódicos, los clásicos de la literatura, a Julio Verne o la poesía de Machado, Neruda o García Lorca, o tocar la guitarra con los boleros de Pedro Infante y Javier Solís.

Sobre todo, aprendí a distinguir entre los políticos honestos y los mentirosos, demagogos y cómodos; los que prometen paraísos de igualdad y son los primeros en formar nuevas élites u oligarquías; los que se victimizan cuando se ven acorralados por la justicia y la razón.

Nuestros viejos sabían de ética y política más que nadie y no eran indiferentes a la situación del país, algo que ahora es muy común entre las nuevas generaciones, dadas más a la comodidad que a la responsabilidad.

En su “Carta a mi hijo”, el escritor Mathías Claudius escribe: “No te dejes engañar por la idea de que puedes aconsejarte solo y que conoces el camino por ti mismo. Este mundo material es para el hombre demasiado poco y el mundo invisible no lo percibe, no lo conoce, ahórrate, pues, esfuerzos vanos, no te aflijas y ten conciencia de ti mismo.

“Considérate demasiado bueno para obrar mal. No entregues tu corazón a cosas perecederas. La verdad, querido hijo, no es gobernada por nosotros, sino que nosotros debemos ajustarnos a ella”.

Démosle gracias a Dios por nuestros padres y madres (y por los cumplen ambos papeles a la vez). No los desilusionemos, no los olvidemos. Dediquémosle tiempo, busquemos su felicidad.


Decisión Y Coraje


A menudo escuchamos que los valientes, los que se arriesgan, los que se la juegan y apuestan por una vida distinta, por crear nuevas circunstancias cuya construcción se prevé difícil, incluso imposible, son unos locos. Pero quizás el coraje no tenga nada que ver con la locura. Probablemente el coraje más que la ausencia de miedo es la consciencia de que hay algo por lo que merece la pena que nos arriesguemos.

El coraje es fuerza al servicio del amor y de la consciencia. El coraje nos mueve porque creemos que aquello que queremos crear, cambiar, construir, tiene sentido. Tiene tanto sentido que nos puede llevar a arrostrar nuestros miedos, a enfrentar dragones internos y externos y partir en un viaje del cuál regresaremos completamente transformados, bien porque hayamos logrado encarnar el anhelo que nos llevó a partir, bien porque tras la aparente derrota habremos aprendido algo nuevo que nos llevará a ver con ojos distintos a la vida, a los demás y a nosotros mismos. Sea como sea, habremos crecido en el viaje interior, si somos capaces de hacer alquimia del dolor y de no dejarnos enloquecer por el éxito o la realización si hemos sido bendecidos por éstos.

Nuestros anhelos y nuestro coraje van a ir siempre de la mano. El anhelo nos invita a crecer y el coraje nos hace crecer. El primero es semilla, es potencia, es idea; el segundo es acción, transformación, realidad. Y en ese baile, el desarrollo en lo espiritual y en lo real que nos proporciona el coraje, alimenta nuevos anhelos en una espiral cada vez menos densa y más sutil. La danza de nuestros anhelos y nuestro coraje es la que transforma nuestra vida y la de los que nos rodean. Es esa extraordinaria danza la que hace que las utopías del pasado sean realidades hoy, y que nuestras utopías de hoy, quizás, sean las realidades de mañana. 

Porque la vida se construye en un diálogo entre el azar y nuestra responsabilidad.

Decir que todo depende del azar es resignarse, rendirse, dejar a cero nuestra capacidad para redirigir o redefinir la vida. Decir que somos nosotros los que podemos hacer todo cuanto queramos, que tenemos todo el poder para crear la realidad a nuestra medida, no tan sólo es una fantasía muy peligrosa para nuestro entorno sino más bien un oscuro delirio narcisista.

El veneno está en la dosis. Si nos resignamos porque creemos que no podemos hacer nada y que el destino está escrito, entonces la partida de la vida será dolorosa y seguro que muy aburrida. En el otro extremo, si caemos en un delirio de omnipotencia, las bofetadas que recibiremos serán de tal calibre y tan necesarias que o enloqueceremos o caeremos en una depresión que nos devuelva el sentido de realidad.


Entre lo uno y lo otro existe la capacidad de ir desarrollando la lucidez necesaria para saber a dónde podemos llegar, paso a paso, trabajando y esforzándonos en aprender y hacer crecer nuestras capacidades de comprender, amar y actuar. Quizás lo importante es no dejar de hacerse preguntas y de sembrar, cada día, semillas de posibilidades, crear nuevas circunstancias, prepararnos para cuando florezca la oportunidad que nos abra las puertas hacia una nueva realidad deseada y esperada durante mucho tiempo por la que nos hemos estado preparando. 

La buena suerte quizás es, simplemente, la combinación de la preparación y la oportunidad. La primera depende de nosotros, la segunda, no tanto, aunque con la práctica, quién sabe.

El Valor Del Entusiasmo


“Nuestra actitud es la que condiciona los resultados”. Estas palabras entrañan una gran verdad, la actitud (entusiasmo, pasión, motivación), si no es la adecuada, se puede convertir en una gran barrera a la hora de desempeñar un puesto de trabajo, relacionarse con el resto de compañeros, dar una imagen de uno mismo, entre otros aspectos. Por tanto, se trata de un aspecto fundamental para el empleado, pero también para la empresa y el resto de clientes (internos y externos) de la misma.

Tener entusiasmo implica predisposición, te facilita el trabajo y el de tus compañeros así como la consecución de objetivos, mejora el clima laboral, ofrece una mejor imagen de cara al cliente externo, aporta valor añadido, influye en promociones internas, mejoras en las condiciones laborales, etc. Como se puede apreciar la afirmación es más que correcta, para recoger primero hay que sembrar.

Por otro lado tenemos Iniciativa, la capacidad para idear, inventar o emprender acciones con el objetivo de mejorar la situación actual. Tener iniciativa no implica una alta capacidad de creatividad, pero sí inquietud, curiosidad, capacidad de mejora, motivación. Alguien con iniciativa está “maquinando” constantemente, buscando siempre la manera más eficiente de llevar a cabo el trabajo, reinventándose.

Compaginando ambas características puede decirse que, aun no siendo necesario, una persona entusiasta en su trabajo tiene más probabilidad de tener una mayor capacidad de iniciativa que una persona con actitud negativa. ¿Qué pensáis al respecto?


Ir feliz al trabajo, con ganas, influye directa y exponencialmente en los resultados obtenidos en el mismo. Las oportunidades a día de hoy son escasas y hay que aprovecharlas, dar lo mejor de uno mismo para sentir satisfacción personal ante todo. ¡No dejes que la actitud te amargue el día!

sábado, 30 de junio de 2018

Superar Los Reveses


Cuando sufres un revés imprevisto, grande o pequeño, pasas por un período inicial de negación y de buscar una explicación racional. Intentas justificar lo ocurrido como si eso pudiera cambiarlo, pero al final no te queda más remedio que procesar el hecho de que ha sucedido. Luego viene la parte, realmente difícil, en que lo aceptas. Sientes que nada volverá a ser como antes, así que te preparas para actuar conforme a tu nueva situación. Aceptarlo no quiere decir que has olvidado lo que era antes, sino que te preparas a vivir en el ahora en lugar de quedarte deseando que las cosas hubieran sido diferentes. Afrontar la realidad en vez de evadirte, ser actor en lugar de víctima.

Mientras que en el paso anterior aceptábamos emocionalmente el cambio, en este paso se trata de aceptarlo mentalmente.

Es como hacer un reset, como aplicar lo de “mañana será un nuevo día” a la propia vida. Para aceptar la nueva realidad, tienes que aceptar que la vieja realidad se ha ido, tienes que dejar de pensar en cómo eran las cosas antes para pensar en cómo son las cosas ahora, y poder actuar en consecuencia.

Ahora se trata de cambiar el marco mental, explorar los límites y condicionantes de tu nueva situación, y ver cómo puedes extraer lo máximo de ella.

Igual que un partido no se acaba hasta que el árbitro pita el final, la vida no se acaba hasta que se ha acabado, así que siempre tienes la oportunidad de hacer algo mientras sigas vivo.

Una vez pases por este proceso, veras que las cosas no suelen ser tan malas como te lo parecieron en un principio. Por extraño y duro que parezca, casi todo tiene un aspecto positivo, si lo buscas. 

La dificultad viene si comparas tu situación previa con la actual, por eso tienes que aceptar lo que ha pasado, hacer un reset en tu vida y cambiar tu perspectiva de acuerdo a tu situación actual.



Motivación


El estudio de la motivación, investiga la explicación de las propias acciones humanas: ¿qué es lo que motiva a alguien a hacer algo? ¿Cuáles son los determinantes que incitan a ello?

Toda actividad está motivada por algo, y ese algo es lo que hemos llamado motivo. Un Motivo: es lo que impulsa a una persona a actuar en determinada forma o, cuando menos, a desarrollar una propensión para un estímulo externo, o bien puede generarse internamente en los procesos fisiológicos y de pensamiento del individuo.

La motivación está constituida por todos los factores capaces de provocar, mantener y dirigir la conducta hacia un objetivo. La motivación está relacionada con el impulso, porque éste provee eficacia al esfuerzo colectivo orientado a conseguir los objetivos, por ejemplo, empuja al individuo a la búsqueda continua de mejores situaciones a fin de realizarse profesional y personalmente, integrándolo así en la comunidad donde su acción cobra significado.

La motivación es a la vez objetivo y acción. Sentirse motivado significa identificarse con el fin y, por el contrario, sentirse desmotivado representa la pérdida de interés y de significado del objetivo o, lo que es lo mismo, la imposibilidad de conseguirlo.


La motivación no es un concepto sencillo. Para los psicólogos es difícil describir el impulso que existe detrás de un comportamiento. La motivación de cualquier organismo, incluso del más sencillo, solo se comprende parcialmente; implica necesidades, deseos, tensiones, incomodidades y expectativas.