Con el viento social en contra y sin la
existencia de un movimiento social en favor de la solidaridad como los que han existido
en estos últimos 30 años. Muchas ONG nacimos con uno de esos movimientos
sociales de solidaridad con la población civil afectada por la guerra en Bosnia
y otros países de la ExYugoslavia. También con el movimiento por el 0,7% del
PIB para Cooperación, con tiendas de campaña instaladas en muchas plazas de
ciudades españolas. El movimiento contra la abolición de la Deuda Externa y el
referéndum en el que participaron más de un millón de personas. Y por último el
movimiento Pobreza Cero que ha venido estando activo en los últimos años, pero
que ahora está prácticamente desaparecido.
La acumulación de todos estos aspectos de la realidad, todo
empujando en sentido negativo, puede llevar a reducir a
casi nada un importante movimiento de solidaridad, creado y construido
trabajosamente y con grandes esfuerzos en estos años, y debilitar la cultura
solidaría que se ha venido construyendo en nuestra sociedad, motivando las
preocupaciones de mucha gente por las desigualdades de nuestro mundo y por la
profunda injusticia y sinrazón de mantener más de la mitad de la población
mundial viviendo en una grave pobreza.
Debilitar
también el esfuerzo a favor de propuestas de cambio orientadas a combatir esta
situación desde el 0,7% del PIB, el impuesto a las transacciones financieras,
terminar con los paraísos fiscales, denunciar los desmanes de muchas empresas
multinacionales en los países del Sur o los tratos injustos de la UE, defender
un comercio e intercambio más justos, tejer lazos sólidos de relación entre las
sociedades del norte y del sur, y tantas otras opciones defendidas por los
colectivos solidarios.
¿Cuáles son las aportaciones de los movimientos de solidaridad a
nuestra sociedad?
En primer lugar traemos los
problemas del Sur a la sociedad rica, sin la información y la
denuncia que proporcionamos mucha gente desconocería estas situaciones y no se
motivaría para aportar recursos, denuncia o movilización en su favor. En alguna
medida “tratamos de representar” los intereses de la gente del Sur.
La educación en valores que promovemos, la defensa
de la justicia, de los derechos humanos para todas las personas, de la igualdad
hombre/ mujer, de la defensa del medio, de la empatía y compasión hacia los que
viven en penuria, de la rebelión y la indignación contra millones de sufrimientos
que podrían resolverse si hubiera voluntad política. El debate sobre estos
asuntos enriquece la ética y el humanismo crítico en nuestra sociedad.
Los cambios promovidos en el Sur por medio de proyectos y
actividades diversas que en estos años han mejorado la vida de millones de
personas en el campo educativo, sanitario, alimentario, en el empleo…, que han
cambiado la vida de mucha gente y ha dado esperanza en un futuro mejor con
mayor justicia y dignidad.
Los logros que conseguimos por medio de la denuncia y
la movilización. Frenar o eliminar algunas políticas negativas, fomentar el
0,7% y las prácticas solidarias; forzar a los gobiernos a retirar medidas
negativas y proponer políticas más justas.
La formación sobre el mundo en el que vivimos. El
peso de la realidad local y estatal nos impide muchas veces ver el mundo en el
que vivimos. Los temas que promovemos para la formación y el debate: pobreza en
el mundo; cambios en el poder económico, emergentes, emigración, relaciones
hombre-mujer en el mundo árabe, democracia, revueltas en el mundo árabe,
relación norte /sur… nos ayudan a promover una formación y conocimiento de la
realidad mundial que de otra forma no nos interesaría o no la comprenderíamos.
Todos estos valores, logramos promoverlos en sectores
reducidos con nuestra práctica diaria, en los cursos, debates en institutos y
universidades, voluntarios que acuden a las ONG o participan en algunas de sus
actividades, permite
educar a minorías que mantengan la llama encendida de la solidaridad internacional.
Pero, cuando este trabajo logra construir movimiento social, como los que hemos
conocido y contribuido a crear, estos valores pasan a la agenda social y su
alcance es muy superior, contribuyen a
educar a sectores más amplios de
la población en estas problemáticas y en las alternativas para resolverlas.
Todas estas razones son sólidos argumentos para seguir
luchando y proponiendo que la solidaridad internacional sigue siendo uno de los
ejes de la vida social y política de nuestras sociedades con el objetivo de
crear un mundo más justo, pacífico y solidario, creando lazos y aunando los
esfuerzos de las poblaciones del norte y del sur en una dirección común.