Vivimos en una
sociedad que está enfocada en penalizar las debilidades en lugar de premiar las
fortalezas. Por ejemplo, sin un estudiante tiene malas notas en matemáticas y
sobresalientes en música, ¿qué crees que le espera al muchacho? Lo más seguro
es que inmediatamente se le apunte a clases particulares de matemáticas
para mejorar esas notas que no son lo suficientemente buenas.
Sin embargo,
si en vez de esto, a ese mismo muchacho se le inscribe en una escuela de
música, algún día podría llegar a ser un virtuoso de la música. Quién sabe
cuántos Mozart nos habremos perdido así.
Desde mi punto de
vista, es necesario centrarse y potenciar las fortalezas y dejar las
debilidades en un segundo plano. Eso sí, los extremos nunca son buenos
(demasiado al Este es Oeste) y cuando digo que hay que dejar las debilidades en
un segundo plano no me refiero a que haya que olvidarse de ellas. Es necesario
tener unos mínimos y si se tiene la oportunidad de mejorar uno de tus puntos
débiles siempre va a ser algo positivo. Pero no considero que ese sea el
objetivo a perseguir. Si mejoras tus debilidades a lo máximo que podrás aspirar
es a ser mediocre en todo, mientras que potenciando tus fortalezas puedes
alcanzar la excelencia en esos ámbitos.
Se me ocurren tres
razones por las que apostar por tus fortalezas pero seguro que hay muchas más.
Las razones son las siguientes:
Trabajar en cosas
en las que no eres bueno resulta frustrante y te roba la energía. Por el
contrario, trabajar en lo que se es bueno te motiva y te llena de energía.
Tienes recursos
limitados. El tiempo que dedicas a mejorar una debilidad va a ser elevado para
lograr un escaso resultado, mientras que el mismo tiempo invertido en una
fortaleza multiplicará esos resultados.
Mejorarás en las
tareas que te gustan hacer y podrán verte como un experto en una de tus facetas
clave y como una persona que aporta nuevas ideas.
Esto sirve tanto en
el mundo de la empresa como en la vida en general y no hay que tener miedo a
ser débil en ciertas cosas, siempre y cuando analicemos y conozcamos bien
estos puntos débiles. Por ejemplo, en el caso de una empresa, si se conoce
un punto en el que es débil se puede contratar personas que cubran estas
debilidades. Aunque suene un poco a frase de maestro de artes marciales,
siempre se debe buscar un Yin para tu Yang, alguien que supla tus
debilidades con sus fortalezas. Lo mejor para sacar el máximo rendimiento
de un equipo es que cada uno ‘juegue sus cartas’, que hagan lo que saben hacer.
Para ello lo
primero de todo es conocernos bien y tener claro cuáles son nuestras
fortalezas, aquello que nos gusta hacer y en lo que somos buenos. Una manera
para saber cuáles son nuestras fortalezas innatas es haciéndonos preguntas a
nosotros mismos:
¿Cuál ha sido el
mayor éxito que he tenido?
¿Cuál ha sido el
mejor día de mi vida?¿Qué estaba haciendo?
¿Cuál era mi
asignatura favorita en la escuela?¿Qué parte era la que más me gustaba?
¿Qué es por lo que
me suelen alabar los demás?
¿Qué actividades me
dan energía? ¿Con qué actividad pierdo la noción del tiempo?
Estas son algunas
preguntas que te ayudarán a conocer qué es lo que te gusta hacer y en las que
eres bueno. Una vez lo sabes, adelante, potencia estas fortalezas que te hacen
destacar, nadie mejor que tú sabe cuáles son y llena tu vida de tareas que estén
en línea con tus fortalezas, con tus conocimientos y tus gustos.