miércoles, 6 de febrero de 2019

El Tremendo Valor De La Persona

No valgo para nada. No soy útil para nada ni para nadie. Más bien soy un gran inútil. Ya no se qué hacer con mi vida. Bueno si, pero mejor no te lo digo...”. Han sido las últimas frases de un email que acabo de recibir.

 “No valgo para nada…” es algo que todos nos hemos dicho alguna vez en la vida.
Nos metemos nosotros mismos en una rueda que no hace más que girar y girar, impulsada por pensamientos así, “No valgo nada, soy lo peor, siempre me pasa lo mismo, nadie volverá a confiar en mí…”.

Todo momento de crisis y más en los que estamos viviendo, nos llevan a una crisis de utilidad, como acuñó su concepto, mi amigo Jorge Gutiérrez.

Antes de cualquier debacle, nos sentimos útiles, lo más útiles… tenemos trabajo, hacemos felices a las personas que nos rodean. Sentimos que ayudamos al mundo con nuestra aportación, por pequeña que sea.

Pero ahora piensas, que ya nada vale la pena, ni tú mismo.

 Te has quedado en paro, sin pareja o los amigos con los que siempre estabas, ya no lo están porque tienen novias o casados y tienes que hacerte otros amigos, si quieres hacer algo fuera de casa.

 Soy un inútil...” te dices a ti mismo. Ya nadie te va a pedir que le ayudes haciendo eso que se te da bien a ti. Nadie querrá ser tu amigo, a una edad ya es difícil de hacer amigos. O como está el mercado laboral, a tu edad es difícil contraten a alguien.

También he conocido a gente que llevaba la palabra “inútil” impresa a su carácter desde la niñez. La educación de algunos padres, hace decirles a sus hijos, que son inútiles, que tienen que hacer las cosas como están estipuladas, que la vida es muy dura, que sin esfuerzo no se conseguirá nada en la misma… Una presión que lleva a dos situaciones, a creerse que de verdad eres un “inútil” para todo, ya que no has llegado a conseguir satisfacer las expectativas de tus padres y a “explotar” emocionalmente a veces con consecuencias nefastas
.
Ese trabajo no era lo que te hacía sentirte útil, era como te desarrollabas en él, cómo te ibas superando, en el aprendizaje que ibas acumulando y las experiencias que vivías.

Esa pareja no te hacía sentirte útil, era las experiencias, las sorpresas, los momentos que le hacías vivir para hacerla feliz a tu lado.

Tu familia te decía de pequeño que era un inútil. Mentira. Lo que pasaba que no llegabas a las expectativas desmedidas que ellos tenían sobre ti. Pero si te das cuenta, has ido haciendo cosas increíbles, únicas, que jamás pensaba que podrías hacer. Y si, no pienses que no te querían porque no alcanzabas ese listón, ellos te querían, claro que sí, pero a su manera.

Al no alcanzar esos listones de tu familia, al no tener pareja o un puesto de trabajo, ahora piensas que no vales para nada, que no tienen ningún don, que la vida no tiene sentido sin alguna de esas cosas.
¡¡FUERA YA ESOS PENSAMIENTOS!!

Tú vales muchos más de lo que te creías antes y ahora. Ves a la vida de color negro, dices que no tienes ninguna motivación, que no tiene ningún sentido ya nada.

Dudas de ti, de tus capacidades. Tu confianza se ha ido ya hace tiempo con otra persona.
Sin ese trabajo, sin esa persona, sin ese amor que tanto crees que te hace falta, sientes que no hay ningún aliciente para levantarte de la cama. Te gustaría que la vida pasase lo más rápido posible.

¡¡YA ESTA BIEN!! LEVANTATE. VALES MUCHO.

¿Y por qué te digo todo esto aunque no te conozco? Porque yo me he sentido así en algún momento de la vida. ME SENTÍA UN VERDADERO INÚTIL.

Dependía del exterior, del qué dirán, de si satisfacía o no las expectativas de los demás. Y cuando no lo conseguí, caí en un gran bache.

Pensaba que mi vida solo dependía del exterior y estaba muy equivocado. Desde la juventud, dependemos más del exterior que del interior y cuando perdemos el lazo que nos hace sentirnos parte de la sociedad, pensamos que somos lo peor. Dependemos más del amor de afuera, que del amor que tenemos dentro de nosotros mismos. Nuestra autoestima, confianza, depende más de alguien, que de nosotros mismos.

Como bien dice Jorge, basamos lo que somos en algo tan frágil como un castillo de naipes. Que con un soplido como el lobo cuando quiere tirar la casa de los 3 cerditos, lo hace con facilidad, quedándose en simple escombros, desaparece todo rápidamente.

Ahora que tu personalidad, tu ser, piensas que se ha quedado totalmente desvalido, desnudo, es el momento ideal, para reconstruirte.

¿Cómo empezar? Reafirmándote en tu valía.

Haz una lista de esos pequeños, grandes y medianos éxitos que has ido consiguiendo a lo largo de tu vida.. Hacer el camino de Santiago, construir alguna cosa para tu casa, ir al gimnasio todos los días , dar una conferencia delante de tus compañeros de trabajo o decir a esa persona que tanto te gusta “Me gustas”…

Aunque no creas, has hecho muchas cosas, que han hecho superarte a ti mismo y ponerte una sonrisa en los labios tras superar tus límites.

Los superaste por ti mismo, sin que nadie te dijera nada, sin depender de las direcciones de nadie… Sé que te parecerán proyectos pequeños, sin importancia, que todo el mundo podría haberlo conseguido, pero los hiciste tú sólo, por iniciativa propia.

¿Ya has escrito esos hechos?
Y ahora viene el gran reto, adentrarse en uno mismo. Antes dependías de los demás, pero en esta vida, solo dependes de una persona, DE TI MISMO.

Te sientes desvalido, sientes que no vales nada, Y VALES MUCHO. Conócete, respóndete con sinceridad a esas preguntas que tanto miedo te han dado siempre, como por ejemplo: “¿En qué soy bueno? ¿Tiene sentido mi vida? ¿Cuál es el concepto que tengo de felicidad? ¿Soy feliz?..”.

Da miedo, respeto, cague, … como quieras llamarlo, pero al empezar a conocerte de verdad, te darás cuenta, de quien eres, de tus potenciales, de tus valores ( algo que nunca deberías sabotearte ), de ti… y te irás dando cuenta, que VALES MUCHO.

Has conseguido muchas cosas que te has propuesto, más de las que crees. ¿Y ahora vas a tirar la toalla por qué no tienes pareja? ¿Deprimido por qué no tienes trabajo? ¿Tu felicidad depende del exterior o de ti?

Sólo  decides cuanto vales, no puede depender tu valoración de nadie más.

DEPENDE DE TI. A lo mejor ahora es el momento de crear ese sueño que siempre has tenido, a lo mejor ahora por fin de gritar a los 4 vientos, como eres, lo que sientes y quieres en la vida.Solo depende ti conseguir todo lo que deseas, no depende de nadie más. Sólo depende de ti, decirte a ti mismo, te quiero, cuidarte, motivarte, alentarte.

 Tu felicidad, tu satisfacción, el aceptarte a ti mismo, sólo depende de una persona, y se llama, TÚ.
 VALES MUCHO MÁS DE LO QUE TE IMAGINAS. PUEDES CONSEGUIR MUCHO MÁS DE LO QUE ESTÁS HACIENDO AHORA. DEMUESTRATELO A TI MISMO

¿Qué te hace sentirte útil? ¿Es algo interno o externo a ti? ¿Por qué te sientes un inútil? ¿Quién te hace sentir así?

Cretinos


Normalmente se utiliza la palabra “Cretino” para insultar a alguien de manera despectiva. Si buscamos en el diccionario de la RAE define la palabra cretino como alguien “estúpido”, “necio” o “con falta de talento”. En Francia un insulto habitual es “Crétin des Alpes” (cretino de los Alpes) y eso tiene un porqué… Cretino proviene del francés “crétin” y este a su vez, procede etimológicamente de “chrétien”, que en castellano significa “cristiano”.

Parece ser que el vocablo crétin comenzó a usarse en la región de Saboya para referirse a los que habitaban al otro lado de los Alpes (actual Suiza) y que acogieron al credo cristiano difundido por los reformistas del siglo XVI. Martín Lutero y Juan Calvino hicieron más cercanos muchos de los pasajes de la Biblia con una explicación más “vulgar” y sencilla, cosa que hizo que fuera comprendida por las clases más desfavorecidas. De ahí, que el vocablo cretino se empleara también como sinónimo de persona vulgar, inculta y/o de pobreza de espíritu.


He de añadir que el “cretinismo” es una deficiencia congénita de la glándula tiroidea, lo que provoca un retardo en el crecimiento físico y mental. A las personas afectadas por dicha enfermedad se les llama “cretino” y a pesar de que este término se utiliza de forma insultante entre la población en general, es apropiado dentro de un contexto técnico.

Democracia Y Gobernabilidad

El fenómeno de la participación ciudadana en los asuntos del Estado se asocia a los fenómenos de la democracia y la gobernabilidad de los sistemas políticos, teniendo en cuenta que un régimen democrático supone la existencia de mecanismos de participación ciudadana en el ejercicio del poder y en los asuntos públicos, y por otra parte, la gobernabilidad de un sistema político está condicionada, entre otros factores, por la capacidad de los gobiernos para satisfacer las demandas sociales y para mantener la estabilidad y el consenso político, lo cual solo es posible si existen elevados niveles de participación popular.

En este sentido, en la actualidad no pocas corrientes teóricas en occidente abogan por una democracia más participativa y por una mayor participación de las comunidades; sin embargo sus propósitos son poco viables en el marco estrecho de la democracia liberal que privilegia la participación electoral sobre la participación social, económica, cultural, etc. y minimiza la intervención real del ciudadano en la toma de decisiones públicas. Algunos autores reconocen que para la existencia de una democracia más participativa en las naciones de occidente, se hace necesario el desarrollo de los sentimientos de comunidad frente al sentimiento consumista, así como la reducción de la desigualdad social y económica.

El diccionario Larousse define como participar: "dar parte, comunicar, tener parte en algo." En la literatura especializada se ha definido de diferentes maneras y puntos de vista, adjetivándose el término en dependencia de la esfera de la vida social en que la participación tiene lugar. Por ejemplo, se habla de participación política, social, económica, cultural, comunitaria, ciudadana, electoral, industrial, etc. En cada una de estas esferas la participación adopta formas y mecanismos específicos; por ello en la doctrina encontramos bastante confusión y ambigüedad en el uso de este término.

La participación tiene lugar a través de las llamadas formas de democracia directa, que incluyen todas aquellas que se producen sin mediación de la representación (elecciones, referendos, consultas, etc), aunque en el Estado moderno es muy difícil prescindir de esta última, por lo que a veces, suele llamarse participación indirecta a aquella que tiene lugar a través de los representantes.

En cada una de las esferas en que se desarrolla la participación, esta constituye una acción que tiene que ver con las necesidades y aspiraciones humanas y la capacidad del hombre de concientizar esas necesidades y buscarle solución, por ello el acto de participar no significa solamente tener parte en algo preconcebido, ser consultado sobre algo ya decidido, o estar presente en una actividad determinada, sino que participar significa intervenir desde la propia determinación y concientización de las necesidades hasta la valoración y selección de sus posibles soluciones.

Por lo general, en la literatura suele emplearse indistintamente los términos participación popular y participación política, sin embargo, a nuestro modo de ver, el primero es más amplio que el segundo, en tanto aquel puede abarcar todas las esferas de la vida social incluyendo la política. Participación popular significa participación del pueblo y esta puede tener lugar en todas las esferas de la vida social, pudiendo adjetivarse como "popular" siempre que la mayoría de los ciudadanos comunes se involucren en ellas.

La participación política propiamente dicha se vincula estrechamente a las relaciones de poder y de dominación clasista consustancial al tipo de democracia imperante en una sociedad, por lo que esta tiene lugar en el marco de las Relaciones jurídico políticas. Ello no significa que los otros ángulos desde los cuales se puede enfocar la participación (relaciones económicas, culturales, laborales, etc) no aporten elementos esenciales en torno a la democraticidad del régimen existente, pero es a nivel político donde se deciden los asuntos relativos al poder, por ser allí donde radica el Estado como su principal instrumento. Por ello, la participación política puede mostrar como ninguna otra cómo se produce en la sociedad el empleo efectivo del poder en la regulación de las relaciones sociales, a partir de los intereses de clase.


En su dimensión jurídica la participación política debe ser entendida como un derecho político del ciudadano que se expresa o materializa a su vez, a través de otros derechos. Como derecho político debe implicar el involucramiento activo de los ciudadanos en tres relaciones jurídico políticas fundamentales: las que se derivan del proceso de conformación de los gobiernos (selección de los representantes); las que se derivan del control de los gobernantes (control de la representación); y las que se derivan de los procesos de toma de decisiones públicas (procesos decisionales). Cada elemento incluido en esta definición puede servir de indicador general del estado de la participación política en una sociedad y también como indicador para la investigación concreta en torno a este asunto. 

En el caso específico de la participación en la toma de decisiones, puede definirse como el derecho político del ciudadano a intervenir directamente en el proceso de toma de decisiones públicas como manifestación esencial del ejercicio del poder político.

La Conciencia De Ser


“El primer paso hacia la Conciencia es prestarle mucha atención a tu cuerpo. Poco a poco, uno se va poniendo en estado de alerta ante cada gesto y cada movimiento. Y a medida que te vas haciendo consciente, empieza a ocurrir un milagro: dejas de hacer muchas cosas que antes hacías. Tu cuerpo se encuentra más relajado, tu cuerpo está más entonado, una profunda paz empieza a prevalecer incluso en tu cuerpo, una música sutil vibra en tu cuerpo.

Después, empiezas a hacerte consciente de tus pensamientos; hay que hacer lo mismo con los pensamientos. Son más sutiles que el cuerpo y, por supuesto, también más peligrosos. Y cuando te hagas consciente de tus pensamientos, te sorprenderá lo que ocurre en tu interior”….

El próximo paso es hacerte consciente de las emociones y de los estados de ánimo. De la mente al corazón, sin juzgar, solo observando. y la sorpresa será que la mayoría de los estados de emociones y estados de ánimo te poseen…

Cuando eres consciente de las emociones y estados de ánimo sin juzgarlos, solo observándolos, des identificándote de ellos, veras que a partir de ahora nada te posee, nada te molesta, ya no eres un esclavo de tus emociones y pensamientos.

Cuando te has convertido en un observador en un perfecto observador de tu cuerpo, mente y corazón, ya no puedes hacer nada más, entonces debes esperar.

El próximo paso sucede por sí solo como una recompensa. Es un salto cuántico; del corazón al Ser (Conciencia), al centro mismo de tu existencia. Tú no puedes hacerlo; sucede, tienes que acordarte de esto.

Experimentamos la Conciencia como un espacio dentro de nosotros, y luego, a medida que esta conciencia se va expandiendo, comenzamos a experimentar-nos a nosotros mismos siendo eso.

Finalmente nos damos cuenta de que todo y todos somos Conciencia, que no hay dualidad que todo es Uno. La mente crea la dualidad, pero en el Ser todo es Unidad.

martes, 5 de febrero de 2019

Cuando Eliges Ser Tú Mismo


En la vida hay muchos momentos en que tenemos la opción de ser nosotros mismos, pero nos dejamos vencer por el miedo. Todos deseamos ser excelentes, increíbles, llegar a lo más alto de nuestros sueños y expectativas… pero hay un miedo allí que nos frena. El miedo a ser diferentes, a no encajar, a ser rechazados. El miedo a que si de verdad somos nosotros mismos seremos rechazados, sintiéndonos entonces del todo vulnerables. 

La mayoría de veces ni tan solo nos lo cuestionamos, al fin y al cabo, es lo que hace todo el mundo, pensamos. Y sólo cuando llega una enfermedad grave o las puertas de la muerte, nos damos cuenta del tremendo error que ha sido no vivir desde nuestra genuina autenticidad. Todo por llevar una vida de cara a la galería.

Lo peor viene cuando descubrimos que sólo siendo nosotros mismos, sólo desde la más genuina autenticidad podemos comunicar algo y conectar de verdad con los demás. Sólo puedes comunicar aquello que eres. Lo demás es teatro, impostación, hipocresía…. y más tarde o más temprano se acaba descubriendo.

Hay dos maneras de vivir la vida y nosotros decidimos cuál de ellas escogemos. Podemos vivir una vida hacia el exterior, dando la imagen que creemos que tenemos que dar, aparentando lo que no somos (y recuerda, que de la única persona que no puedes escapar, es de ti mismo…), o podemos vivir desde quienes somos, con autenticidad y congruencia. Atrevernos a valorar cada momento de nuestra vida y no pasar de puntillas por ella.


Lo único que nos hace eternos son los recuerdos que dejamos en los demás, así que deberíamos intentar dar nuestra mejor versión cada día a aquellos que nos rodean porque sólo así, es como se llega al corazón ajeno

Valorar A La Distancia

Cuando amas a alguien quieres estar todo el tiempo a su lado. Ya sea si se trata de amor de pareja, amor por tu familia o tu mejor amigo, si tu corazón ha decidido amar y entregarse, te parecerá que no hay mejor plan que estar cerca de la persona que escogiste. Bueno, tu corazón tiene razón hasta cierto punto.

Estar cerca de quienes amamos enciende todos los procesos motivacionales psicológicos asociados con el bienestar, la seguridad y el placer; e incluso activa procesos fisiológicos que le hacen bien a tu cuerpo; sin embargo, extrañar también tiene sus ventajas y puede incluso ser más productivo y necesario que estar cerca del otro intensamente.

El tiempo que pasas lejos de tus seres queridos es tan importante como el que pasas junto a ellos para construir una relación sólida y basada en el amor y no en la dependencia. Cuando añoras la cercanía de tu ser amado tu cerebro refuerza la idea que lo asocia a él con bienestar y seguridad. Si te sientes vulnerable o ligeramente triste cuando no estás a su lado, es buena señal; tu mente vincula automáticamente su presencia a un buen estímulo y esto hace que el reencuentro sea mucho más grato y feliz que la simple costumbre de verlo. 

Cuando estamos lejos de alguien que queremos y alcanzamos a generar en nuestro interior la sensación de extrañarlo, le permitimos a nuestro cerebro llevar a cabo una función que le es natural: embellecer y perfeccionar la idea del otro a través del recuerdo y buscar la forma de recuperarlo y mantenerlo cerca. Así, se activan la motivación y el deseo sin que te des cuenta. 

En otras palabras, cuando estás lejos de quien amas todo tu ser recuerda cuán importante es esa presencia en tu vida, permitiéndote estrechar el vínculo que te une a esa persona.

Si bien tu mundo cobra sentido a partir de las relaciones profundas de amor que estableces con tus allegados, y tu relación con ellos es uno de los ejes que mantiene tu equilibrio emocional, estar solo es tan importante como estar con ellos para tu bienestar psicológico. 

Si solo concibes la felicidad cerca de otros, quiere decir que eres una persona tremendamente emocional y empática, pero también que corres el riesgo de co-depender de los demás. Tu mundo interior es un lugar sagrado que debes cultivar para encontrar armonía. Cuando extrañas a otros tienes la oportunidad de "llenar" el vacío que sientes por su ausencia con tiempo de calidad para estar contigo mismo. 

Cuando extrañas a tus seres amados estás fuera de tu zona de confort; alcanzas a sentirte algo nostálgico, triste y tal vez fuera de lugar. ¡Fantástico! Esto quiere decir que hay todo un nuevo entorno retándote para que te adaptes a él y desarrolles nuevas habilidades. Si no tienes cerca a quienes siempre te dan confianza, respaldo y una respuesta confiable, es una oportunidad para crecer, generar nuevos vínculos y explorar territorios desconocidos. Esto te hace más fuerte emocional y mentalmente.

Extrañar no es sinónimo automático de tristeza y desesperanza. Si en lugar de asumirlo de esta manera, comienzas a explotar todas las ventajas que la distancia tiene, encontrarás no solo paz interior para asumir el reto de estar lejos, sino también valiosas herramientas psicológicas para crecer emocionalmente y estructurar relaciones más sanas, sólidas y duraderas.


Ahora lo sabes, cuando no tengas a tus amores alrededor, tienes múltiples oportunidades de crecer y hacer mejor tu relación con ellos, ¡aprovéchalas todas, extráñalos y regresa a sus brazos fortalecido y renovado!

Malestar En la Convivencia


Por estos días distintos episodios en balnearios del Este mostraron las graves dificultades que tenemos para la convivencia en sociedad.

No es un fenómeno nuevo ni aislado. El básquetbol o el fútbol son escenarios comunes para el protagonismo de la patota que parece extenderse con total impunidad. Pero también, en lo cotidiano, aquella bonhomía provinciana que describía al Uruguay de hace medio siglo atrás ha mutado por un estado de ánimo que trasluce irritación (y hasta agresividad).

Las situaciones que generan ese malestar ciudadano abundan: el cuida coches impertinente que exige su moneda de malos modos; la radio a todo volumen del chofer o la música del improvisado intérprete en el ómnibus al trabajo; los motores a escape abierto de las motitos-delivery que ensordecen al barrio; las sensibles alarmas de automóviles o casas que se disparan y permanecen varios minutos encendidas -y hasta fines de semanas enteros; los jardineros que han tomado la moda de no barrer más, sino que limpian con pequeñas y ruidosas máquinas a lo largo de largas tardes de verano; el trato cotidiano que ha perdido toda referencia a buenos modales que impliquen el saludo, el por favor y el gracias; los perros que ladran durante horas sin que sus dueños se pongan en el lugar del hartazgo de sus vecinos; la basura que se acumula en cada esquina, queda putrefacta con el calor y hace imposible transitar por la vereda sin un gesto de repugnancia; los oficinistas públicos o privados que nunca atienden diligentemente, sino que por el contrario se muestran displicentes tras sus mostradores, conversando entre ellos mientras se acumulan las colas de gente en espera; los vehículos en el tránsito de avenidas principales, parados en doble vía en horas pico y que impiden el flujo de automóviles; o las víctimas de la violencia del arrebato o de la rapiña a cualquier hora del día y en cualquier lugar, entre otros tantos etcéteras.

La acumulación cotidiana de estas situaciones termina generando exasperación en la convivencia urbana. En Punta del Este, terminó siendo un brasileño millonario el que planteó algo evidente: que el derecho de un ciudadano termina cuando empieza el de otro, y además, que las autoridades están para hacer cumplir las reglas.

Porque esas son las dos dimensiones del problema. Por un lado, la descomunal incultura nacional sobre derechos y deberes ciudadanos. Somos una sociedad embrutecida que carece del sentido de urbanidad más elemental y lo peor es que ni siquiera lo admitimos. Por otro lado, la exasperante actitud pública que incumple sus tareas. 

Este es un país mentalmente adolescente que confunde el ejercicio de la autoridad con el desborde del autoritarismo y que, por ello, termina convalidando la ley del más fuerte (y por supuesto, quejándose luego de sus consecuencias).

En casi todos los ejemplos aquí enumerados alcanza con multar y sancionar: hacer cumplir las normas vigentes para que los problemas de convivencia que envenenan el día a día de los uruguayos se resuelvan rápidamente. Parte del objetivo de intentar ser un país de primera pasa por ahí: por cambiar la cabecita y entender que hay problemas que no se arreglan con más plata sino, simplemente, con hacer respetar las reglas de juego y aplicar mejores políticas públicas. 

Terminar con la desidia. Ejercer la autoridad. Hacer cumplir la ley. Nada más y nada menos.

Habilidades Sociales


Las habilidades sociales son las conductas o destrezas sociales específicas requeridas para ejecutar competentemente una tarea de índole interpersonal. Se tratan de un conjunto de comportamientos aprendidos que se ponen en juego en la interacción con otras personas (Monjas, 1999).

De acuerdo con Prieto, Illán y Arnáiz (1995), centrándose en el contexto educativo, las destrezas sociales incluyen conductas relacionadas con los siguientes aspectos, todos ellos fundamentales para el desarrollo interpersonal del individuo:

• Las conductas interpersonales (aceptación de la autoridad, destrezas conversacionales, conductas cooperativas, etc.)
• Las conductas relacionadas con el propio individuo (expresión de sentimientos, actitudes positivas hacia uno mismo, conducta ética, etc.)
• Conductas relacionadas con la tarea (trabajo independiente, seguir instrucciones, completar tareas, etc.)
• La aceptación de los compañeros

Las habilidades sociales o de relación interpersonal están presentes en todos los ámbitos de nuestra vida. Son conductas concretas, de complejidad variable, que nos permiten sentirnos competentes en diferentes situaciones y escenarios así como obtener una gratificación social. Hacer nuevos amigos y mantener nuestras amistades a largo plazo, expresar a otros nuestras necesidades, compartir nuestras experiencias y empatizar con las vivencias de los demás, defender nuestros intereses, etc. son sólo ejemplos de la importancia de estas habilidades.

Por el contrario, sentirse incompetente socialmente nos puede conducir a una situación de aislamiento social y sufrimiento psicológico difícil de manejar.

Todas las personas necesitamos crecer en un entorno socialmente estimulante pues el crecimiento personal, en todos los ámbitos, necesita de la posibilidad de compartir, de ser y estar con los demás (familia, amigos, compañeros de clase, colegas de trabajo, etc.). Baste recordar los esfuerzos que, tanto desde el ámbito educativo como desde el entorno laboral, se realizan para favorecer un clima de relación óptimo que permita a cada persona beneficiarse del contacto con los demás, favoreciendo así un mejor rendimiento académico o profesional.

Las habilidades sociales o de relación interpersonal están presentes en todos los ámbitos de nuestra vida. Son conductas concretas, de complejidad variable, que nos permiten sentirnos competentes en diferentes situaciones y escenarios así como obtener una gratificación social. Hacer nuevos amigos y mantener nuestras amistades a largo plazo, expresar a otros nuestras necesidades, compartir nuestras experiencias y empatizar con las vivencias de los demás, defender nuestros intereses, etc. son sólo ejemplos de la importancia de estas habilidades. 

Por el contrario, sentirse incompetente socialmente nos puede conducir a una situación de aislamiento social y sufrimiento psicológico difícil de manejar.


Todas las personas necesitamos crecer en un entorno socialmente estimulante pues el crecimiento personal, en todos los ámbitos, necesita de la posibilidad de compartir, de ser y estar con los demás (familia, amigos, compañeros de clase, colegas de trabajo, etc.). Baste recordar los esfuerzos que, tanto desde el ámbito educativo como desde el entorno laboral, se realizan para favorecer un clima de relación óptimo que permita a cada persona beneficiarse del contacto con los demás, favoreciendo así un mejor rendimiento académico o profesional.

La Necesaria Convivencia


El hombre es un ser social, eso quiere decir que vive en unión con otros hombres. No puede vivir solo, vive en sociedad. La sociedad es, entonces, el hábitat del hombre y éste es, al mismo tiempo, el constructor y el transformador de la comunidad. La sociedad humana es la unión de los hombres. 

Juntos transforman la naturaleza y la ponen a su servicio para protegerse y satisfacer sus necesidades de alimento, vestido, habitacionales de comodidad, etcétera.

Todos los hombres forman parte de la sociedad. También forman parte de la sociedad las organizaciones que el hombre ha creado, tales como la familia, la escuela, el gobierno, el estado.
Las relaciones humanas son las relaciones entre los miembros de la sociedad. Siempre son mutuas, es decir que las personas se influyen recíprocamente.

El hombre establece relaciones de muy variada índole, como las que se producen por el solo hecho de la vecindad, o por ser miembro de un club o de una institución profesional o religiosa, etc. Resulta muy difícil enumerarlas a todas, ya que la lista sería interminable.

Estas relaciones constituyen variadas manifestaciones de convivencia humana.

Las normas sociales
A lo largo del tiempo todas las agrupaciones humanas, desde los grupos primarios hasta las más complejas instituciones, han necesitado normas para funcionar y desarrollarse positivamente.

Cuando vimos que el hombre crea cultura, diferenciamos distintos tipos de objetos culturales. Así como las creencias y los valores, las normas son objetos culturales no materiales. Ellas reflejan los valores de una sociedad.

En un grupo primario, en una comunidad y en las más complejas instituciones, las normas buscan armonizar la convivencia, para hacer más positivo el funcionamiento del grupo.

Las actividades humanas, que como hemos visto se realizan en sociedad, hacen necesaria la existencia de las normas. Si un grupo de alumnos se reúne para concretar una tarea escolar, se establecen normas de funcionamiento para lograr el objetivo deseado. Las normas son imprescindibles para el accionar social.

En el desarrollo de un juego, el funcionamiento de la Cooperadora de una escuela, una familia, en todos los casos existen normas aceptadas por los miembros participantes.

La familia y la escuela son grupos socializadores, ambas transmiten cultura y con ella, las normas.
Las normas pueden referirse a cuestiones morales, religiosas, sociales, etc.

En todas las sociedades, paralelamente con la aparición de normas, surgieron autoridades cuyas funciones consisten en velar por el cumplimiento de las normas, en beneficio de la comunidad.
Existe un tipo de norma que se diferencia nítidamente de todas las demás: la norma jurídica.

Las normas jurídicas poseen una sanción en su enunciado. Las instituciones que se ocupan de velar por el cumplimiento de las normas poseen la autoridad necesaria para hacerlas cumplir, y pueden utilizar la fuerza si es necesario.

Ejemplo: “El que roba será castigado con la prisión”. Este es un ejemplo de norma jurídica.
A veces las normas sociales reciben sanción por la comunidad aunque no se encuentre explícito, si una persona no practica las costumbres de higiene y pulcritud dentro de un grupo, puede llegar a ser rechazada por él. En este caso el grupo aplica una sanción de tipo moral, pero no existe como en el caso de la norma jurídica, una sanción obligatoria que las autoridades se ocupan de hacer cumplir, usando la fuerza si es necesario.

Las normas: una necesidad para la convivencia

El hombre, ya agrupado socialmente y viviendo en comunidad con sus semejantes, se dio cuenta de que la manera más fácil de llevar a cabo sus tareas era encontrando una cierta forma de organización. Necesitó crear un mecanismo de regulación. 

Para que sea posible la vida en sociedad y para que, además, el desarrollo de la vida individual no sea un obstáculo para la vida social, se re- quiere un sistema normativo. Si éste no existiera viviríamos en un clima de anarquía, donde cada uno defendería sus intereses individuales aun en detrimento de las necesidades colectivas. Algunas normas, como las jurídicas, son de carácter coercitivo, es decir se exige su cumplimiento y su incumplimiento es castigado. Hay otro tipo de normas, como las de urbanidad, cuyo incumplimiento no es sancionado, salvo por el reproche de la sociedad o de un grupo social, que hasta puede llegar a marginar al infractor. El cumplimiento de estas normas de urbanidad nos permite integrarnos en forma armónica en el grupo al que pertenecemos.

Normas, costumbres y leyes organizan la naturaleza social del hombre, para que la misma se pueda consolidar. Si bien éstas limitan la libertad del hombre, también la hacen posible.


Dijo Cicerón, el gran orador y escritor romano: “Nos hacemos esclavos de la ley para llegar a ser hombres libres”.

El Bien Más Preciado


Parece obvio que la vida es lo más importante para cualquier ser humano. A fin de cuentas, de nada sirven los bienes, el dinero o el poder sin una vida soberana y sana con la cual disfrutar de ellos. Sin embargo, cuán a menudo dedicamos nuestro tiempo a hacer actividades que no deseamos, a compartir situaciones con personas con las que no queremos estar, o a cuidar de ciertos bienes en lugar de velar por nuestra salud.

Aunque resulta obvio que la vida biológica es necesaria para emprender cualquier tipo de actividad física o intelectual, con frecuencia olvidamos la fragilidad de nuestro cuerpo, y perdemos la consciencia de que la vida está más expuesta a riesgos de lo que pensamos. Con esta reflexión no pretendo inspirar miedo, sino lograr el efecto contrario: que la gente pueda vivir sin temor gracias a la convicción de que su vida no sólo es breve, sino que puede concluir en cualquier momento (aunque adopte todos los recaudos posibles para evitarlo).

Las catástrofes muestran la fragilidad de la vida humana
Los huracanes y terremotos, cuyos efectos son imprevisibles, nos muestran la fragilidad de la existencia y la inutilidad de ciertos recursos (dinero, construcciones, medicina, seguros, etc.) para garantizar la vida. Los eventos catastróficos y los accidentes nos ponen frente a una dura realidad: no tenemos la vida comprada; podemos morir en cualquier momento.

Soy consciente de que un taxi, un avión o un colectivo están en manos de otras personas, y poco puedo hacer para evitar un accidente, o para impedir que el piloto se duerma o actúe irresponsablemente. Sin embargo, comprender que yo mismo, a pesar de todas las precauciones que tome, puedo cometer un error y ceder al sueño por un instante, me llevó a volverme más consciente de la fragilidad de la vida.

Luego de esta última situación en que me quedé dormido al volante, volví a reflexionar, quizá ahora con más profundidad, sobre la proximidad de la muerte. Me di cuenta de que no puedo esperar para hacer lo que quiero, porque ignoro hasta cuándo estaré en el mundo. Recordé (una vez más) que por más dinero que tenga en el banco, no puedo asegurar mi vida. Advertí que necesito dedicar el resto de mi existencia a hacer lo que me gusta, para sentirme satisfecho y listo para abandonar el mundo en cualquier momento, sin cuentas pendientes conmigo mismo y con los demás.

No hay modo de asegurar la vida: lo único seguro es la muerte
El mercado pretende convencernos de que necesitamos medicina prepaga, seguros, bienes diversos, ingresos estables, dinero en el banco, etc. Pero cuando experimentamos una situación que nos enfrenta con la muerte cara a cara, nos damos cuenta de que todo eso es inútil para preservar la vida. Un paro cardíaco puede matarnos, aunque nuestro médico de cabecera haya recibido el premio Nobel. Una cuenta con varios millones no sirve para impedir un infarto.

En mi caso personal, creo que no necesito más bienes o más servicios, sino más tiempo libre para hacer lo que quiero, a fin de morir satisfecho y en paz. Entiendo que el dinero asegura el futuro; pero prefiero asegurarme de estar presente en mi presente, y de vivirlo cada vez con más intensidad y libertad.


Considero que estamos vivos de verdad cuando somos conscientes de que podemos morir en cualquier momento, y estamos dispuestos a perder la vida. Creo que pensar en la muerte no debe asustarnos, sino liberarnos del miedo a hacer lo que soñamos

A fin de cuentas, no puede suceder nada peor que la muerte. Y si perdemos el miedo a ella, ¿qué otro temor podríamos experimentar a la hora de vivir la vida que anhelamos?

Preservar La Dignidad

La dignidad es una cualidad humana, nos mueve y nos hace sentir que pisamos sobre suelo firme. Es un sentimiento de valor hacia uno mismo, algo personal e intransferible. En cambio, cuando alguien nos humilla, notamos que nos rebaja y lo que es peor, que nos denigra como persona. En ese momento perdemos de vista cuál es nuestro verdadero yo.

Cuando atacan a nuestra dignidad podemos sentir que perdemos ese valor personal, nuestra autoestima disminuye y aumentan nuestras inseguridades. 

El primer paso es saber qué es la dignidad, una vez detectada podemos ver si están atentando contra ella. Podemos definir la dignidad como una característica personal que atribuye un valor a nuestra existencia.

La dignidad tiene que ver con el reconocimiento social, la autoestima, el respeto y la imagen propia. Tener dignidad significa saber con seguridad cuál es nuestro valor en el mundo y no tener miedo a perderlo.

Existen personas que, por envidia, rabia o por un complejo de inferioridad, tienden a pisar la dignidad de los demás, haciéndonos sentir mal con nosotros mismos. A continuación, te ofrecemos unas preguntas para saber si alguien está intentando pisar tu dignidad.
¿Te hace sentir mal?
¿Sientes que le quita valor a todo lo que haces?
¿Cuando hablas con esa persona, crees que todo el rato intenta ofenderte?
¿Le quita importancia a tus sentimientos?
¿Sientes que te haces pequeño o pequeña cuando hablas con esa persona?

Si hemos respondido con un "sí" a más de una de estas preguntas, deberíamos ir con cuidado, probablemente estemos en riesgo de que pisen nuestra dignidad.

Nuestra autoestima es un pilar fundamental que forma parte de la dignidad, no debemos dejar que ninguna situación afecte a nuestra autoestima. Es de vital importancia saber mantener la dignidad a pesar de que nos la intenten pisar. Es decir, debemos evitar que el modo de tratarnos y de valorarnos de la otra persona determine el modo en que nos tratemos a nosotros mismos.

Fomentar una buena autoestima también favorece nuestro sistema de creencias y desarrolla nuestra resiliencia. Gracias a todo esto, podemos resolver mejor los conflictos con los demás y sabremos qué hacer cuando pisan nuestra dignidad.

Tenemos que querernos más allá de los factores del entorno. Los cuidados hacia uno mismo son muy básicos y ayudan a darnos ese valor que tanto necesitamos. Por otra parte, si alguien no ve nuestra dignidad, se la podemos mostrar nosotros mismos a través de nuestro comportamiento. 

Mostrar ética y valores en nuestros actos nos puede ayudar a mantener la dignidad y evitar que alguien nos la pise. Es importante mostrar coherencia y tener un buen criterio de lo correcto y lo incorrecto en las relaciones sociales. De este modo, podemos mostrar a los demás lo que estamos dispuestos a tolerar y lo que no.

En ocasiones, el miedo a la soledad hace que muchas personas mantengan vínculos poco sanos. Aprender a salir de una relación tóxica puede evitarnos muchos disgustos en un futuro. Con el tiempo, nos daremos cuenta de que aquella persona solo nos hacía daño.

Dejar atrás a aquellas personas y entornos que impedían valorarnos implica un punto de soledad. Empezar de nuevo no es malo, puede que estemos solos un tiempo y no debemos temer llegar a esa situación. Con el tiempo, llegarán más y mejores compañías a nuestro camino.

Hay que tener en cuenta que mantener relaciones tóxicas por miedo a la soledad pone en riesgo nuestra dignidad. La dependencia emocional hacia otras personas nunca es buena. 

También es posible perder la dignidad por amor, porque no queremos perder a aquella persona que valoramos tanto en nuestra vida. Pero tenemos que aprender a discernir entre nuestro valor propio y el valor que otorgamos a los demás. Ponerse a uno mismo como prioridad no tiene por qué ser algo malo, valemos más de lo que muchas personas nos quieren hacer pensar.

Una vez hayamos decidido apartar a todos aquellos que pisen nuestra dignidad, es momento de crecer y empezar a conocer nuestra valía real. Conocernos realmente y fomentar nuestra autoestima puede llevarnos tiempo. Durante ese proceso es primordial mantener lejos a aquellas personas de las que ya nos habíamos alejado. Marcar una distancia prudencial es un ejercicio de amor propio y que, a su vez, alimenta la seguridad en nosotros mismos y en nuestras decisiones.

Cabe señalar y comentar que existen casos donde no solo se vulnera la dignidad, sino que también se ataca a la propia integridad física y mental. Consideramos estos casos como malos tratos y son totalmente injustificables. En el caso de sufrir malos tratos, debemos tomar las medidas necesarias para que estos cesen, ya sean decisiones personales o legales.

Si han llegado a humillarnos tantas veces que consideremos tener un grave problema de autoestima, es el momento de plantearnos en ir a terapia psicológica para poder recuperar la dignidad y llevar la vida que merecemos: una vida libre de ataques y llena de estabilidad mental. Nadie merece recibir malos tratos.


lunes, 4 de febrero de 2019

La Creatividad De Cada Uno

La creatividad es considerada unánimemente como el motor de toda actividad humana. Es una cualidad que existe en todos los seres humanos en mayor o menor medida, que puede aplicarse en la solución de cualquier situación vital y que puede ser desarrollada en diferentes grados, en todos los seres humanos, mediante la educación y el entorno.

Todo lo que conocemos en la actualidad es el resultado de las aportaciones creativas de los que nos precedieron, que a lo largo de la historia han hecho posible el desarrollo individual y colectivo.
En su importante obra, Landau (1987) describe la creatividad como "un diálogo entre hechos y fantasía, entre lo real y lo posible, entre lo que es y lo que podría ser". Landau destaca la importancia de los pequeños detalles en el desarrollo de la imaginación creativa y afirma que cuando hacemos que un niño huela una flor, mire un árbol con detalle o acaricie la piel de un gato, estamos impulsando sus primeros pasos hacia la creatividad porque: "Tendrá que aprender a utilizar los ojos no sólo para ver sino también para mirar, los oídos no sólo para oír sino también para escuchar con atención, y las manos no sólo para coger sino también para palpar y sentir" (Landau, 1987). Esta autora recomienda fomentar diversas actitudes creativas desde la educación. 

Sus propuestas son:
- Romper con el conformismo, actitud considerada como el enemigo capital del desarrollo creativo y del desarrollo individual. A pesar de ello resulta difícil encontrar entornos y procesos educativos que no sean conformistas. Una educación que prime el conformismo induce a la adquisición de prejuicios. El pensador conformista no se arriesga a no ser aceptado por expresar su creatividad, se adapta, se mecaniza y deja de buscar soluciones novedosas y distintas ante el temor de perder el confort que le proporciona la seguridad de lo conocido.
- Enseñar preguntas y no solo respuestas o hechos. Algunos de los test diseñados para medir la creatividad consisten en que el encuestado debe redactar la mayor cantidad posible de preguntas ante una fotografía. Parten de la idea de que la actitud más creativa consiste en hacer preguntas.
- Aportar un pensamiento interdisciplinar. Cuanto mayor es la integración de la información, mayores son las relaciones que se establecen entre datos de diferentes campos y más creativo será el pensamiento.
- Estimular lo lúdico y no solo los métodos rígidos de trabajo. El juego fomenta la fluidez, la flexibilidad y la elaboración de ideas. La fantasía y la imaginación necesarias para pensar en un objeto o una parte del mismo de manera diferente a como se había hecho hasta entonces, con una finalidad completamente nueva.
Uno de los grandes teóricos de la creatividad es Csikszentmihalyi (1998), quien defiende que nuestro futuro está estrechamente vinculado a la creatividad humana. Afirma que la capacidad creativa da sentido en nuestras vidas porque la mayoría de las cosas que son interesantes, importantes y humanas son resultado de la creatividad y porque cuando creamos sentimos que estamos viviendo plenamente.

Por otro lado Stenberg-Lubart (2002) entienden la creatividad como una decisión personal que debe seguir una serie de etapas:
- Redefinir los problemas. No limitarnos a aceptar lo que se nos dice sobre cómo pensar o actuar. Poner en tela de juicio las suposiciones tradicionales, analizar, inspeccionar los problemas, no aceptar las cosas como ciertas porque se nos diga que lo son. Ir contracorriente.
- Buscar lo que otros no ven. Buscar nuevos modos de combinar los datos del entorno y nuestras experiencias.
- Aprender a distinguir entre nuestras propias ideas las que son buenas de las que no lo son.
- Cultivar un estilo de pensamiento legislativo. Muchas personas tienen la capacidad de crear pero no el deseo de crear.
- Perseverancia ante los obstáculos, asumir riesgos, estar abiertos a nuevas experiencias y tener el valor de defender las propias convicciones.
Descubrir las propias motivaciones endógenas. Las creativas son personas que hacen lo que les gusta.
- Encontrar los entornos creativos que nos recompensen por lo que nos gusta hacer.
- Tomar una decisión acerca del modo de vida que fomente la creatividad. El principal obstáculo a la creatividad es el modo en que una persona contempla el mundo. 

Si decidimos contemplarlo creativamente, mejorarán notablemente las posibilidades de tener ideas creativas.


El proceso creativo es un proceso de resolución de problemas que con frecuencia está limitado por obstáculos importantes. Los más comunes son: a) la incapacidad de cambiar las respuestas estereotipadas ya establecidas; b) la incapacidad cambiar la percepción del problema; c) la resistencia al cambio que se evidencia en nuestro entorno con frases contrarias a la innovación; c) bloqueos emocionales, sociales o culturales.

Las Personas Creativas


La creatividad puede definirse como el don que todo el mundo desearía tener pero que es tan difícil de conseguir. Las personas creativas son un bien escaso en nuestra sociedad. Existen grandes genios como Mozart o Vivaldi a los que la creatividad se le caía de las manos. Otros como Nikola Tesla mostraba su talento con las creaciones tecnológicas y algunos otros como Cervantes podían crear casi cualquier historia dependiendo únicamente de su ingenio.

Las personas creativas pueden encontrarse en todo tipo de ámbito. Seguramente conozca a algún amigo que le encante dibujar o algún conocido que toque a las mil maravillas el saxofón. Por eso hemos querido fijarnos en un reputado estudio en el que se muestran las características más comunes de las personas creativas.

Las personas creativas no tienen miedo a apartarse de lo tradicional y generar así un contenido nunca antes visto que pueda desafiar las normas de la sociedad. De este pensamiento han surgido algunos de los grandes inventos de la ciencia ¿Por qué tener cámara, radio y teléfono si se puede aunar todo en un mismo dispositivo? Las personas creativas no tienen miedo a apartarse de lo tradicional y generar así un contenido nunca antes visto que pueda desafiar las normas de la sociedad. De este pensamiento han surgido algunos de los grandes inventos de la ciencia ¿Por qué tener cámara, radio y teléfono si se puede aunar todo en un mismo dispositivo? Ser original es un rasgo que muy pocas personas pueden poseer. 

El don de crear cosas similares a las que ya existen pero que parezcan algo completamente distinto se enmarca como una de las tareas más complicadas que puede realizar un ser humano. Las personas creativas son capaces de relacionar elementos completamente distintos para crear algo completamente nuevo. Un rasgo que depende de la imaginación de cada persona.

El atrevimiento es un rasgo fundamental en la creatividad. Muchas personas con ideas geniales e han quedado a medio camino por la falta de iniciativa. Un rasgo fundamental que permite a estas personas mostrar al mundo sus ideas, y lo que es más importante, mostrarlas con convicción. La fluidez de pensamiento es la que guía la iniciativa hacía la máxima expresión de creatividad.

Definimos flexibilidad como la capacidad de adaptación a los distintos problemas que van surgiendo intentando adecuarse y buscando numerosas soluciones. Un rasgo muy perseguido por los grandes pensadores que siempre sacan el aspecto positivo de las malas decisiones. El aprendizaje es la clave para un proceso creativo con expectativas.


La mayoría de las personas creativas se toman la vida con humor. Un rasgo muy destacado entre los grandes genios de la humanidad que les permite vivir de forma positiva con la finalidad de ver sus creaciones de la mejor manera posible. El sentido del humor es fundamental para el positivismo, un rasgo fundamental de la creatividad.       

Consumir La Propia Incertidumbre

“Se nos pide que seamos capaces de conciliar familia y trabajo, que nos formemos, que seamos gestores de nuestra propia vida, que disfrutemos, que compremos, que invirtamos, que arriesguemos. Pero la pregunta sigue ahí: ¿cómo vivir en un tiempo de incertidumbre?”

No hay duda de que vivimos en una época confusa, parece que todo lo que era sólido y estable se debilita. No solo las instituciones y las ideologías, sino también lo que pensamos sobre nosotros mismos. Estamos asistiendo a un cambio de mando en el orden mundial, de un mundo unipolar hemos pasado a uno multipolar, con nuevos países líderes, como China o Rusia, que tienen clara su estrategia y en los que la democracia no es un valor. También al auge de los populismos en lugares que parecían inmunes a él, como Estados Unidos y Reino Unido, por no hablar de Europa del Este o Italia. Pero también estamos viendo, aunque de forma más subrepticia, cómo nuevas corporaciones no solo barren a grandes multinacionales sino que su poder se equipara al de los Estados-nación, es el caso de GoogleFacebook Amazon.

Por otro lado, el mundo del trabajo está en plena transformación, no sabemos si hacia un mundo con una nueva élite que pueda trabajar y una mayoría de parados crónicos y sin solución o hacia uno donde seguirá habiendo empleo, pero el que no puedan realizar robots o inteligencias artificiales. En cualquier caso estamos comprobando cómo el modelo laboral no es el de antaño: cada vez tiene una mayor presencia la economía digital, los falsos autónomos, la competencia encarnizada por puestos de trabajo, a veces de poco valor, y la sensación de que estamos siempre trasnochados en relación a lo que quieren las empresas.

Si el sentido, hasta ahora, venía dado por grandes relatos como Dios, la ciencia o el Estado, ahora se ha hecho presente la vacuidad de esas instituciones. Ante ese vértigo aparece la angustia, el temor, la desconfianza. Nuestra época es la época de la depresión, del trastorno por déficit de atención con hiperactividad, del trastorno límite de la personalidad, del burnout. Parece que la condición humana aguarda un vacío que, en cada momento histórico, se expresa de una forma concreta. Un mundo cada vez más urbano, más veloz, tiene su propio fenotipo del malestar. La humana es una especie nómada solo por necesidad y ahora está cambiando el mundo bajo nuestros pies. Es nuestro hábitat el que cambia, nosotros seguimos siendo los mismos.

Si en cada época se expresa el malestar de una manera, también cada época propone sus curas. Hoy es consumir, no esperar, estar en continuo movimiento, enlazar relaciones de amistad o de pareja superficiales, tener más dígitos en el casillero de los seguidores o de los likes, no dejar de gozar. Pero por las grietas del sistema se escapa el residuo de esta vida: tristeza, insomnio, ansiedad, irritabilidad, falta de concentración, de control, de capacidad para el placer... devolviéndonos el negativo de ese "superhombre" o de esa "supermujer" que solo existe en las pantallas y los carteles de publicidad pero que, a modo de ideal, nos esclaviza.


Es hora de liberarnos de esas cadenas, de recuperar la vida, el encuentro con el otro, nuestro propio deseo, solo así dejaremos de ser siervos de semejante amo.

Participación Ciudadana

Pocos términos se usan con más frecuencia en el lenguaje político cotidiano que el de participación. Y quizá ninguno goza de mejor fama. Aludimos constantemente a la participación de la sociedad desde planos muy diversos y para propósitos muy diferentes, pero siempre como una buena forma de incluir nuevas opiniones y perspectivas. Se invoca la participación de los ciudadanos, de las agrupaciones sociales, de la sociedad en su conjunto, para dirimir problemas específicos, para encontrar soluciones comunes o para hacer confluir voluntades dispersas en una sola acción compartida. Es una invocación democrática tan cargada de valores que resulta prácticamente imposible imaginar un mal uso de esa palabra.

La participación suele ligarse, por el contrario, con propósitos transparentes - públicos en el sentido más amplio del término - y casi siempre favorables para quienes están dispuestos a ofrecer algo de sí mismos en busca de propósitos colectivos. La participación es, en ese sentido, un término grato.

Sin embargo, también es un término demasiado amplio como para tratar de abarcar todas sus connotaciones posibles en una sola definición. Participar, en principio, significa "tomar parte": convertirse uno mismo en parte de una organización que reúne a más de una sola persona. 

Pero también significa "compartir" algo con alguien o, por lo menos, hacer saber a otros alguna noticia. De modo que la participación es siempre un acto social: nadie puede participar de manera exclusiva, privada, para sí mismo. La participación no existe entre los anacoretas, pues sólo se puede participar con alguien más; sólo se puede ser parte donde hay una organización que abarca por lo menos a dos personas. De ahí que los diccionarios nos anuncien que sus sinónimos sean coadyuvar, compartir, comulgar. Pero al mismo tiempo, en las sociedades modernas es imposible dejar de participar: la ausencia total de participación es también, inexorablemente, una forma de compartir las decisiones comunes. Quien cree no participar en absoluto, en realidad está dando un voto de confianza a quienes toman las decisiones: un cheque en blanco para que otros actúen en su nombre.

Ser partícipe de todos los acontecimientos que nos rodean es, sin embargo, imposible. No sólo porque aun la participación más sencilla suele exigir ciertas reglas de comportamiento, sino porque, en el mundo de nuestros días, el entorno que conocemos y con el que establecemos algún tipo de relación tiende a ser cada vez más extenso. 

No habría tiempo ni recursos suficientes para participar activamente en todos los asuntos que producen nuestro interés. La idea del "ciudadano total", ése que toma parte en todos y cada uno de los asuntos que atañen a su existencia, no es más que una utopía. En realidad, tan imposible es dejar de participar - porque aun renunciando se participa -, como tratar de hacerlo totalmente. De modo que la verdadera participación, la que se produce como un acto de voluntad individual a favor de una acción colectiva, descansa en un proceso previo de selección de oportunidades. Y al mismo tiempo, esa decisión de participar con alguien en busca de algo supone además una decisión paralela de abandonar la participación en algún otro espacio de la interminable acción colectiva que envuelve al mundo moderno.


De ahí que el término participación esté inevitablemente ligado a una circunstancia específica y a un conjunto de voluntades humanas: los dos ingredientes indispensables para que esa palabra adquiera un sentido concreto, más allá de los valores subjetivos que suelen acompañarla. El medio político, social y económico, en efecto, y los rasgos singulares de los seres humanos que deciden formar parte de una organización, constituyen los motores de la participación: el ambiente y el individuo, que forman los anclajes de la vida social. 

De ahí la enorme complejidad de ese término, que atraviesa tanto por los innumerables motivos que pueden estimular o inhibir la participación ciudadana en circunstancias distintas, como por las razones estrictamente personales - psicológicas o físicas - que empujan a un individuo a la decisión de participar. ¿Cuántas combinaciones se pueden hacer entre esos dos ingredientes? Es imposible saberlo, pues ni siquiera conocemos con precisión en dónde está la frontera entre los estímulos sociales y las razones estrictamente genéticas que determinan la verdadera conducta humana. 

No obstante, la participación es siempre, a un tiempo, un acto social, colectivo, y el producto de una decisión personal. Y no podría entenderse, en consecuencia, sin tomar en cuenta esos dos elementos complementarios: la influencia de la sociedad sobre el individuo, pero sobre todo la voluntad personal de influir en la sociedad.

Establecer Prioridades


Con frecuencia tenemos que hacer varias cosas o escoger entre diferentes personas y nos cuesta trabajo hacerlo.

Nos angustiamos porque no podemos elegir.
Sentimos que todo es importante o no queremos "quedar mal" con nadie.

Mientras más nos angustiamos o nos estresamos, más trabajo nos cuesta tomar una decisión.

Otras veces queremos o necesitamos hacer muchas cosas, pero no tenemos el tiempo necesario.
Nos estresamos y preguntamos:
¿Qué hago primero y qué dejo de hacer, si todo es importante?

En ocasiones nos cuesta trabajo establecer nuestras prioridades, porque tenemos un conflicto interno entre las cosas que queremos y las que sabemos que nos convienen.

Elegir, cuando todo parece importante o necesario, es difícil.
Pero podemos aprender a hacerlo.
¿Cómo?

Siempre que quieras establecer tus prioridades, es necesario que sepas qué es lo que más deseas.
Qué es lo realmente importante para ti.
No para los demás, a menos que tu prioridad sea darles gusto a ellos.

La mejor manera de saberlo es observando tu conducta.

¿Por qué?

Porque con frecuencia, decimos y creemos que algo es importante para nosotros, pero nuestro comportamiento muestra algo diferente.

¿Conoces a alguien que dice que lo más importante es tener salud, pero come cosas que le hacen daño y no va a ver al doctor cuando se siente mal?

¿Cuántas personas dicen querer mucho a alguien, pero nunca le hablan, lo ven o se preocupan por saber cómo está?

¿Cuántos padres o madres dicen que lo más importante para ellos son sus hijos, pero no saben qué les preocupa, cuáles son sus sueños o qué les pasó en la escuela?

Todas estas personas no se están engañando a sí mismas, ni quieren engañar a los demás.
Realmente creen en lo que dicen.
Pero no están muy conscientes de algunos valores adquiridos por su educación o la cultura en la que vivimos, que influyen en su conducta.

Por eso, mientras más nos conocemos, más fácilmente podemos elegir.
Conocernos significa analizar nuestra conducta, ver que hay detrás de ella y sin juzgar, aceptarla como una parte de nosotros.
Cuando nos conocemos, es más fácil establecer nuestras prioridades.

Uno de los principales obstáculos para establecer nuestras prioridades es el temor a la crítica de los demás, a su rechazo o a su enojo.

Esto nos puede llevar a elegir lo que es aceptable por los demás.
Pero no lo más importante para nosotros.

Si para ti es prioritario darle gusto a alguien o evitar que se enoje, está bien.
Elije en función de ello.
Esto no es ni bueno ni malo, es lo que tú consideras más importante.

Pero si para ti es prioritario hacer algo o dejar de hacerlo, a pesar de las opiniones de los demás, enfócate en ti, en tus necesidades y deseos.

Recuerda que todo cambia.

La gente, intuyéndonos a nosotros mismos, los valores, el estilo de vida, las necesidades, etc.
Por lo tanto nuestras prioridades también van cambiando.
Quizás lo que era prioritario para ti hace unos años ya no lo es.
Está bien.
Es normal.


Simplemente reconoce cuáles son tus prioridades en la actualidad y actúa de acuerdo

La Coparticipación


En los modelos de negocio emergentes los consumidores se convierten en participantes activos, generando conversación e influyendo directamente en la vertiente operativa del negocio.

¿Cuáles son los objetivos de la co-creación?
Generar junto con el cliente una propuesta de valor diferencial: aparte de obtener su voz en relación a sus motivaciones, necesidades y expectativas, conseguimos construir nuevas perspectivas y formas de ver la realidad que consiguen soluciones alternativas a los problemas ya existentes.
Crear una metodología de innovación difícilmente imitable que involucre a todos los grupos de interés tanto internos como externos de la compañía, y con la que aumentarán las probabilidades de que nuestras decisiones sean acertadas y aceptadas.

Teniendo en cuenta como se acelera el Time to Market desde la concepción del producto hasta su salida a venta y los recursos humanos y tecnologías invertidos en los procesos de investigación, la reducción de costes se presenta como una consecuencia más allá de un objetivo de la co-creación.

La propuesta de valor ofrece un interminable abanico de atributos: sentimiento de pertenencia a la compañía, aumento de los grados de satisfacción, mayor índice de recuerdo… Por no hablar de cómo la integración de dicha cultura a los grupos internos mejora el rendimiento y el ambiente de trabajo de los empleados.

La co-creación es sin duda una de las piedras angulares de la experiencia, de naturaleza emocional, y que además combina beneficios tangibles para las partes. Entender lo que motiva a tus co-creadores es un buen comienzo; entender que tienes que ceder el control es de vital importancia; y entender que la co-creación conduce a resultados medibles es la clave.

Existen numerosos ejemplos de compañías que han obtenido beneficios haciendo participar a sus clientes y empleados en diferentes sectores. Además de los conocidos casos internacionales como Dell o Starbucks, contamos con casos más cercanos en España en sectores tan diversos como Banca (Bankinter, Banco Sabadell), Turismo & Transporte (Spanair) o Retail (Munich Sports).


Y tú, ¿estás dispuesto a escuchar las ideas de tus clientes y ponerlas en práctica?