sábado, 11 de mayo de 2019

Orígenes Del Conocimiento Humano

Filosofía
Orígenes Del Conocimiento Humano
La conciencia cognoscente es capaz de formular juicios que provienen de la experiencia y del pensamiento.

Algunos juicios los formulamos según determinadas percepciones apoyándonos en los datos que nos proporcionan nuestros sentidos a través de la experiencia.

Pero el juicio tiene un factor que no se encuentra en la experiencia, que afirma que entre esos dos procesos, o sea entre el pensamiento y la experiencia, hay una conexión causal, o sea que la mente agrega la idea de que un proceso resulta de otro, o sea la lógica o razón.

El origen del conocimiento se puede considerar de origen psicológico como lógico. Quien participa de la idea de que la razón es la única base del conocimiento considera que los procesos del pensamiento tienen autonomía psicológica; y el que funda el conocimiento en la experiencia negará que el pensamiento tiene autonomía.

El racionalismo es la posición epistemológica que mantiene la postura de que la fuente principal del conocimiento humano es la razón. Sostiene que sólo se puede hablar de conocimiento cuando es lógicamente necesario y universalmente válido. Los juicios tienen que poseer una necesidad lógica, o sea no admitir lo contrario y universalmente válidos, es decir, ser así siempre y en todo lugar.

Otros juicios pueden ser válidos dentro de determinados límites, según la experiencia; como por ejemplo: el agua hierve a cien grados o todos los cuerpos son pesados. Podemos juzgar en estos casos que es así, pero no necesariamente tiene que ser así porque estos juicios no tienen necesidad lógica y les falta validez universal.

El conocimiento matemático es el modelo por excelencia del racionalismo y casi todos sus representantes proceden de la matemática.

La forma más antigua de racionalismo fue Platón. Para Platón la posibilidad del conocimiento proviene del mundo de las ideas, del reino de las esencias ideales metafísicas. Las ideas son los modelos del mundo sensible que el alma contempló antes de nacer. Es un racionalismo trascendente.

Para San Agustín, la verdad es irradiada por Dios a nuestro espíritu. Es un racionalismo teológico.

En la Edad Moderna Descartes y Leibniz defienden la teoría de las ideas innatas. Según Descartes son conceptos, mientras Leibniz propone que existen en nosotros ideas en potencia como facultad del espíritu. Este racionalismo es inmanente, opuesto al teológico trascendente.

El Empirismo, contrario al racionalismo sostiene que la única fuente de conocimiento es la experiencia, que no existe nada “a priori; y que el espíritu humano es una “tabula rasa” sin ningún contenido previo. Fundamenta esta tesis en la evolución del pensamiento y del conocimiento a través de la historia del conocimiento.

Los representantes del empirismo provienen de las ciencias naturales mientras los que consideran el pensamiento como única fuente de conocimiento provienen de la matemática.

Una forma de empirismo es el sensualismo que afirma que la base de la experiencia son los sentidos.

En la antigüedad las ideas empiristas las encontramos en los sofistas y luego en los estoicos y los epicúreos. Pero su verdadero desarrollo fue en la Edad Moderna, especialmente en la filosofía inglesa de los siglos XVII y XVIII.

Su fundador es John Locke (1632-1704) que además reconoce verdades “a priori”.

David Hume (1711-1776) desarrolla el empirismo de Locke reconociendo también el conocimiento de la matemática como independiente de la experiencia y universalmente válido
.
Los racionalistas tienden a un dogmatismo metafísico en cambio los empiristas se orientas hacia un escepticismo metafísico.

El intento de mediación entre el racionalismo y el empirismo es el intelectualismo afirmando que tanto la razón como la experiencia son la base del conocimiento.

Otro intento de mediación entre el racionalismo y el empirismo es el «apriorismo» que acepta tanto la razón como la experiencia presentando elementos «a priori» independientes de la experiencia.


El fundador de este apriorismo es Kant que dedica toda su filosofía a mediar entre el racionalismo y el empirismo.

El Gusto Por La Lectura


Pareciera ser, a primera vista, que no habría mucha diferencia entre quien lee y quien no lo hace frecuentemente. Pero es sólo un engaño. Las diferencias son bastante grandes y notorias. En primer lugar, quien lee aumenta su cultura, la hace sólida si es endeble y la enriquece cada vez más.

Quien permanece ajeno a los libros, por el motivo que sea, también es cómplice de su ignorancia, que se acrecienta a medida que sigue huyendo de las páginas escritas.

En segundo lugar, la lectura aporta un panorama más amplio para el desarrollo de las propias ideas y fomenta una actitud crítica, pero no en sentido negativo, sino positivo, ya que remueve los preconceptos e instala la necesidad de contrastar unos datos y otros, algunos más veraces y otros, pobres y caducos.

Quien lee no cree lo primero que escucha, al menos tiene un cierto bagaje cultural que matiza cualquier intento de absolutismo respecto a ciertos temas.

En tercer lugar, la lectura es fuente de conocimientos. La falta de lectura, por el contrario, adormece el espíritu y la inquietud intelectual. Pero, tampoco es suficiente con ser un devorador de libros, ya que se puede leer mucho pero mal. 

Es decir: siempre se debe buscar, mediante el consejo de alguien o guiados por el propio sentido común, las lecturas que favorezcan el desarrollo personal, que son todas aquellas que no están reñidas ni con la moral ni con la ética, ni menosprecien el valor individual de las personas ni sus creencias.

Hay personas que, a fuerza de consumir basuras editoriales, que las hay y muchas, han hecho de su intelecto un refugio para las ideas más depravadas y siniestras. No hay que leer cualquier cosa, hay que leer siempre con un criterio determinado para cada circunstancia.


Comprensión Lectora

La capacidad de comprender nos acompaña durante toda nuestra existencia y representa una de las expresiones más significativas del conocimiento humano. Gracias a ella disfrutamos de las bondades de la ciencia y la tecnología, los goces del arte y todas las humanidades, hasta nuestro entorno histórico eco sociocultural variado que nos toca significar. 

Sin embargo, no siempre adquirimos las suficientes habilidades y destrezas de comprensión lectora, debido a que los sistemas educacionales no nos aseguraron las mismas, o no tuvimos las suficientes motivaciones personales y sociales para asumir con éxito el reto. 

Así lo reflejan las pruebas aplicadas en nuestros sistemas escolares en los países denominados en desarrollo y lo que se encuentran en vías del mismo, sobre todo aquellos países que reflejan ciertas deficiencias en asegurar una educación de calidad en los primeros años de escolaridad.

No comprender lo que se lee es una experiencia frustrante, es como caminar en plena oscuridad sobre todo en la experiencia escolar. Leer y no comprender es tal vez una de las causas del fracaso escolar que ha causado un impacto negativo de proporciones mayores en las reformas que experimentan sobre todo los sistemas educativos latinoamericanos. 

Una mayoría de estudiantes de todos los niveles y modalidades comprueban que la lectura no es una actividad que produzca felicidad, al contrario termina por convertirse en un acompañante tedioso, incómodo y hermético por lo que generalmente se abandona la lectura de textos que son fundamentales en el proceso de formación y capacitación humana.


viernes, 10 de mayo de 2019

El Valor De La Franqueza


En el ámbito de los valores morales, se conoce como Franqueza a la capacidad que tiene un individuo de ser sincero y actuar constantemente apegado a la verdad, tanto con los demás como para sí mismo, siendo de la misma forma congruente con sus pensamientos y acciones.

De esta manera, una persona franca será aquella que se reirá cuando en verdad algo le cause gracia, o que manifieste tristeza cuando de verdad se sienta mal, pues su naturaleza franca la hará comportarse genuinamente y sólo según lo que dictan sus sentimientos, sin ocultarlos o pretender mostrar lo contrario.


A pesar de que la Franqueza es una actitud inherente al humano, la Psicología afirma que este valor debe ser inculcado y estimulado en los más pequeños, desde las primeras etapas de la infancia, a fin de formar adultos que tengan integrado este valor en su comportamiento, garantizando que el futuro sean personas que bases sus relaciones y actitudes en la verdad, la honestidad y la espontaneidad.

El Valor Persona


Alfredo, con el rostro abatido de pensar se reúne con su amiga Marisa en un bar a tomar un café.
Deprimido descargó en ella sus angustias... que el trabajo, que el dinero, que la relación con su pareja, que su vocación...todo parecía estar mal en su vida.

Marisa introdujo la mano en su cartera, sacó un billete de 50 dólares y le dijo:
-Alfredo, quieres este billete?
Alfredo, un poco confundido al principio, inmediatamente le dijo:
-Claro Marisa...son 50 dólares, quién no los querría?
Entonces Marisa tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo un pequeño bollo. Mostrando la estrujada pelotita verde a Alfredo volvió a preguntarle.
- Y ahora igual lo quieres?
-Marisa, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 50 dólares, claro que los tomaré si me lo entregas.
Entonces Marisa desdobló el arrugado billete, lo tiró al piso y los restregó con su pie en el suelo, levantándolo luego sucio y marcado.
-Lo sigues queriendo?
-Mira Marisa, sigo sin entender que pretendes, pero ese es un billete de 50 dólares y mientras no lo rompas conserva su valor...
-Entonces Alfredo, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o pisotee, sigues siendo tan valioso como siempre lo hayas sido...lo que debes preguntarte es CUANTO VALES en realidad y no lo golpeado que puedas estar en un determinado momento.
Alfredo se quedó mirando a Marisa sin decir palabra alguna, mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro.
-Toma, guárdalo para que te recuerdes de esto cuando te sientas mal...pero me debes un billete NUEVO de 50 dólares para poder usar con el próximo amigo que lo necesite!!!!


Cuántas veces dudamos de nuestro propio valor, de que realmente Merecemos más y que podemos conseguirlo si nos lo proponemos. Claro que el mero propósito no alcanza... se requiere de Acción para lograr los beneficios. Yo sé que se puede y que existen innumerables caminos para conseguirlo.

Luchar Sin Desistir

Claro, hay que luchar. Como se dice comúnmente, no hay que tirar la toalla ni creer que se ha perdido la pelea en el primer round. Pero irse al extremo tampoco es sano. Encapricharse en una idea, una relación, un negocio, incluso, un sueño, puede pasarle cuenta de cobro tarde o temprano. 

Usted debe ser consciente, no perder los estribos. Con los pies en la tierra y lejos de la emotividad, decirse si ya es imposible seguir, si se han desgastado todas las posibilidades y ni aún así, ha encontrado el resultado esperado. 

Esto puede ocurrirle con una relación de noviazgo, de matrimonio, con un negocio, con su empresa, con su sueño de ser cantante, actor, modelo. 

No es fácil decir “se acabó”, “no hay nada que hacer”, “estamos en quiebra”, “ya no tengo la edad para ir tras mi sueño”. 

Y es aún más difícil porque a nadie le enseñaron a perder, a decir no más, a retirarse. Mucho menos le enseñaron a aprender del fracaso. Solo le dijeron que perder es frustración, que duele.

Pero es hora de aprender de verdad del fracaso, de no postergar esa decisión crucial de decir “no va más” y empezar de cero cuanto antes.

La lección debe ser aprendida.

Le tenemos miedo al fracaso porque no somos educados para perder. Desde que somos niños tenemos una respuesta competitiva a ganar o a obtener todo aquello que deseamos.

En la adolescencia también empezamos a explorar nuevas cosas y darnos cuenta que otros logran algunas cosas que nosotros quisiéramos lograr pero que por constancia, oportunidades o por otros motivos no logramos. 

Esa necesidad de reconocimiento en un grupo permanece en el adulto y se refleja en el miedo al fracaso que cada uno maneja, tanto en su vida personal, como en su vida profesional. 

En ese proceso de aprendizaje nadie nos enseña que fracasar es parte del éxito de quien es exitoso hoy. Nadie nos habla de eso, solo de que es un sentimiento desagradable que nadie quiere sentir. No nos lo enseñaron y no se enseña, y se siente como una pérdida, es parecido al duelo o pérdida de expectativas, de sueños; despedirnos de todo lo que hemos invertido nos cuesta y le tememos tanto al fracaso.


Hay personas que pierden el rumbo y le dan relevancia a los comentarios de terceros. ¿Qué pensarán? ¡Que me quedó grande el matrimonio!, ¡que no pude con una idea de negocio¡ Dirán que soy un fracasado. 

Al respecto, explicó la psicóloga Ana Juliana Becerra, es importante derribar esos pensamientos que le apuntan al qué dirán y al contrario aprender.

“Fracasar es algo normal y lo que menos nos puede dar es pena. No solo nos sucede a nosotros. Por otro lado, debemos darle el peso que tienen, que son algo externo. Si es una persona en la que confiamos, y no es razonable lo que dicen, se debe desechar el resto”, enfatizó Becerra.

Alcanzar Un Sueño


Todos tenemos sueños…
Algunas personas los alimentan con optimismo y esperanza, otros se sientan a esperar que algún día puedan lograrlos y finalmente otros luchamos y nos esforzamos por hacer los sueños realidad.

Sin duda, para alcanzar un sueño, se necesita tener mucha disposición de hacer lo necesario para lograrlo.

Y mientras eso que tengamos que hacer sea legal, moral y ético en la sociedad, simplemente no importa cuánto tardaremos, cuán difícil pueda resultar o cuánto nos exija cada día para avanzar un poco.

La pregunta de muchos es:

¿Qué Tan Fácil Es Alcanzar Un Sueño?
Cuando tienes un sueño o un anhelo interno por alcanzar una meta, debes iniciar un proceso mental enfocado en crear y materializar ese sueño dentro de tu mente.

Al poder visualizarlo, y de hecho, al sentir en todo tu interior como si ya estuvieras viviendo ese sueño… La motivación por lograrlo, se vuelve mucho más grande que cualquier cosa.

Se vuelve más sencillo el poder llenarte de energía para empezar a hacerlo realidad.
Tu deseo de alcanzar un sueño, te facilita el diseño de un plan estratégico para alcanzarlo.

Dentro de estos parámetros, se puede afirmar que es fácil alcanzar un sueño, si tienes la firme decisión de esforzarte para lograrlo.

Hay una historia que es relatada comúnmente en seminarios de Superación Personal, Conferencias y hasta colegios y Universidades, donde se busca entregar un mensaje de motivación a aquellos soñadores empedernidos.

La historia es la siguiente…
Se trata de un niño que iba a la playa muy de mañana y recogía estrellas de mar que habían quedado sobre la arena, a las cuales volvía a poner dentro del agua.
Un señor un día se le acercó y le preguntó: « ¿Qué estás haciendo?».
«Estoy recogiendo las estrellas de mar que quedaron atrapadas en la playa y las devuelvo al agua antes de que el sol las queme y se mueran» – respondió.
«¿Pero no ves lo enorme que es esta playa? ¡Hay miles de estrellas de mar en la arena y en todas las playas del mundo! ¿No te das cuenta que lo que estás haciendo no sirve para nada?» – dijo el señor.
El niño tomó otra estrella, la devolvió al mar, se paró, miró fijamente a los ojos del hombre y contestó:
«Ahora pregúntale a esta estrella de mar si lo que estoy haciendo no sirve para nada».

Desde ese día, el hombre regresó a la playa cada mañana para ayudar al niño a salvar estrellas de mar.


Aquel niño de la historia dio el paso más importante que marcó la diferencia: Creer, actuar y dar ejemplo.

Seamos Emprendedores


Los emprendedores sociales toman riesgos, actúan a pesar de las limitaciones en sus recursos y están orientados hacia los resultados, generalmente buscando rendir cuentas de sus iniciativas.

Desde la Revolución Industrial, el desarrollo económico y social se ha dado en gran medida por el intercambio de ideas, el conocimiento y la innovación. Grandes emprendedores como Thomas Newcomen y James Watt transformaron las instituciones económicas y políticas de aquellos tiempos con sus increíbles aportes tecnológicos. Con sus ideas generaron una transformación en la sociedad. 

Muchos de esos avances fueron posibles por reformas que fortalecieron la propiedad privada. El surgimiento de protección a la propiedad intelectual creó incentivos a la innovación garantizando un retorno económico para los nuevos emprendedores.

A finales de los años 90, una nueva ola de emprendedores ha transformado, nuevamente, las instituciones económicas y políticas de nuestra sociedad. El concepto de “emprendimiento social” nace para definir la combinación de una misión social con la disciplina y formalidad de un negocio o empresa. Es así como los nuevos “emprendedores sociales”, al notar las carencias en el sector público y privado por parte de los gobiernos y la empresa privada, buscan generar nuevos modelos de negocio que generan un mayor impacto en la sociedad.

Grandes figuras como Muhammad Yunus, el padre del micro finanza, y Bill Drayton, fundador de Ashoka, han impactado el mundo con sus proyectos que combinan métodos eficientes de desarrollo y las formalidades necesarias para cumplir su misión social. Han generado un proceso de destrucción creativa con el cual buscan revolucionar los procesos de producción y proveer productos y servicios a un nuevo mercado: los menos privilegiados. Con sus ideas y proyectos ponen en marcha la economía y borran las líneas entre las organizaciones sin fines de lucro y las empresas privadas.

Gregory Dees, en su artículo The Meaning of Social Entrepreneurship, establece cinco formas por medio de las cuales los emprendedores sociales son agentes de cambio. En primer lugar, menciona, estos actores adoptan la misión de generar un valor social en sus negocios; sus logros no se reducen únicamente a ganancias privadas sino que trascienden al generar ganancias para la sociedad. Buscan siempre nuevas ideas y oportunidades para cumplir con su misión. Sus negocios y emprendimientos tienen como eje central la misión social a través de la cual esperan generar un impacto.

De igual manera, están comprometidos con un constante proceso de evolución por medio de la innovación, la adaptación y el aprendizaje. Los emprendedores sociales toman riesgos, actúan a pesar de las limitaciones en sus recursos y están orientados hacia los resultados, generalmente buscando rendir cuentas de sus iniciativas.


La visión a futuro de estos emprendedores y su entrega a la misión social que buscan cumplir, ha generado enormes beneficios para un sector de la población que por muchos años había estado olvidado. Estas iniciativas han demostrado que la flexibilidad en las instituciones, combinada con la claridad de objetivos y procesos innovadores, puede impactar en la economía de forma positiva. Promovamos la innovación social en el país, ¡seamos emprendedores!

El Engaño Como Recurso


“Los hombres son tan simples y unidos a la necesidad, que siempre el que quiera engañar encontrará a quien le permita ser engañado.”                                  
Maquiavelo

“Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería.” Frase de Bismarck, ciertamente se afirma que uno domina sus silencios y no sus palabras. Es probable que así sea, que seamos más dueños de lo que callamos que de lo que decimos. 

Hay hombres que están uncidos al verbo engañar y tocamos el cielo de engañarnos nosotros mismos, como si un espejo nos reflejara la mayor mentira todas las mañanas, “nuestra mediocridad”.

Pobres electores que sueñan con los cambios (¿de personas?, ¿de partidos?), para continuar con la cadena de mentiras y tener argumentos para las siguientes elecciones. En efecto, somos convocados por mentirosos, amorales y cobardes, que con premeditación hacen abordar a los electores al barco de las ilusiones, en donde navegarán con la vara y su zanahoria al extremo, y que nunca será alcanzada. 

Las amenazas y las extorsiones lanzadas al pueblo por parte de los gobernantes, no son otra cosa que utilizar el engaño, para apretar a otro nivel de gobierno, para que se violente el orden jurídico y se consume la burla contra él. Sabias reflexiones de los ciudadanos contra los mentirosos que alertan a la comunidad entera sobre la mediocridad en su más pura expresión.


Las campañas políticas, de suyo, contienen un alto grado de mendacidades, pues desde el interior de los institutos políticos, ya se consumaron las mentiras con los propios miembros. Y todavía hay quienes se preguntan ¿por qué las gentes no acuden a las urnas electorales a expresar su voluntad? 

Los mismos mentirosos hablan de “hartazgos y de desconfianzas” y buscan culpables por todos lados, menos en sí mismos. Recordemos el espejo mañanero.

Compartir Experiencias

Hoy se habla mucho de experiencia, pero esta palabra tiene muchos sentidos y aplicaciones. Por eso comenzamos por precisar ¿qué entendemos por experiencia?

La experiencia es el conocimiento directo que una persona logra por haber realizado, vivido, sentido o sufrido algo ella misma. Es un conocimiento obtenido de manera individual, no es transferible o enseñado…

La experiencia depende de la interacción que tenga una persona con la realidad cotidiana, por eso no está asociada necesariamente a los años que una persona dedica a una actividad, los grados académicos o los puestos de responsabilidad que ha desempeñado… 

La experiencia, pues,  no se puede calificar como buena o mala, porque lo que para una persona puede ser bueno para otra puede ser totalmente contrario, lo que para una persona es positivo para otra puede ser negativo…

La experiencia es «eso que me pasa». Lo cual supone, en primer lugar, que es algo subjetiva, es a mí que me pasa, no a otra persona; en segundo lugar, es un movimiento de ida y vuelta, es algo que sale de mí y termina afectándome; en tercer lugar, es algo que pasa a mis palabras, ideas, sentimientos, representaciones, es decir que la experiencia me forma y transforma. Se requiere pues vivir un proceso para que pueda afirmar: “he tenido una experiencia”.

 ¿Cuándo podemos decir que hay experiencia?
La experiencia es como una travesía que hacemos, en diferentes ocasiones, en el camino de la vida, este es el recorrido que solemos hacer, de una forma u otra:

1)      Me pongo en contacto vital con la realidad, la percibo y me interesa. La realidad son los hechos, si­tuaciones, sentimientos, reacciones, descubrimientos, intuiciones, relaciones, encuentros, luchas, esfuerzos, etc. Lo que normalmente calificamos como vivencias (vivencia: el hecho de vivir o experimentar algo). “Experiencia es ESO que me pasa”.
2)      Tomo conciencia, es decir, trato de comprender y de descifrar lo que me está pasando en esta interacción concreta con la realidad. Gracias a que reflexiono e interpreto lo vivenciado, es como llego a tener experiencia. “Experiencia es eso que me PASA”.

3)      Considero las vivencias como algo que me está pasando a mí, a nadie más. Lo que vivo en esta experiencia forma parte de mí ser. Las experiencias, pues, van configurando mi identidad personal. “Experiencia es eso que ME pasa”.


4)      Siento necesidad de compartir, comunicar, narrar la novedad que he vivido en la experiencia, a mí mismo y a las personas con las que convivo. El narrar la experiencia me ayuda a percibirla como más real, clara y creíble para mí y para quienes la escuchan. “Te cuento mi experiencia”.

Definir Intenciones


La palabra intención en un concepto general, trata acerca de los propósitos o la voluntad de realizar algo. A través de ella se evidencia la razón de ser de una palabra o acción específica. 

La intención es absolutamente subjetiva, se encuentra inmersa en lo más profundo de la conciencia humana. La mayoría de las veces las personas cometen el error de sacar conclusiones incorrectas, partiendo de interpretaciones, sobre hechos externos, cuando la verdad, es que solamente la persona es la que conoce realmente, cuál es la intención que lo impulsa a ejecutar una acción.

Por eso es muy importante que los individuos, aprendan a enfrentar las situaciones, de esta manera se evitará las especulaciones y la formación de ideas propias. En las relaciones personales, el diálogo, es fundamental, ya que se aclaran las dudas, al obtener respuestas, que dan a conocer la intención real de la otra persona.

Existen casos en donde la intención no logra los resultados deseados. Por ejemplo, cuando una persona entrega un obsequio a otra, pero dicho regalo no ha sido del agrado del que lo recibe. En esta situación, lo que en realidad debe valorar la persona que recibe el regalo es la intención del que se lo regala, ya que detrás de toda buena intención existe una muestra de amor y cariño.

Cabe acotar que toda intención debe mostrar congruencia entre los hechos y las palabras. Por ejemplo se dice que alguien envía un mensaje ilógico a nivel de intención, cuando un sujeto dice una cosa y hace todo lo contrario. La intención refleja la esencia de una persona, la cual es transmitida a otra.

No se debe olvidar, que para que una persona pueda tener clara sus intenciones, debe tener la certeza de lo que se desea y cuál es la mejor vía para alcanzar la meta propuesta. Ya que al tener dudas de tus objetivos, también tendrás dudas de tus intenciones.


Lenguaje Y Territorio


La articulación a través del lenguaje de los sistemas (personas y territorio) condiciona las necesidades socioculturales delimitadas por el mundo de la vida. Como plantea Boisier (2001) el desarrollo es entendido como el logro de un contexto o medio que facilite la potenciación del ser humano para auto-transformarse en persona humana en su doble dimensión: biológica y espiritual, siendo capaz, en esta última condición, de conocer y amar. 

Esto significa reubicar el concepto de desarrollo en un marco constructivista, subjetivo e intersubjetivo, valorativo o axiológico, y por cierto, endógeno. Lo anterior supone un escenario directamente dependiente de la auto-confianza colectiva en la capacidad para inventar recursos, movilizar los ya existentes y actuar en forma cooperativa y solidaria desde el propio territorio, generando una pro alimentación de compensación (Boisier 2001).

Esta valoración del ser humano en su dimensionalidad biológica y espiritual condiciona un tipo de participación que va más allá de lo meramente instrumental, debido a que desplaza la necesidad individual y subjetiva, a una valoración del sujeto como ente capaz de acción y diagnosis, o sea, como un observador igualmente adiestrado para analizar la realidad, lo cual implica considerar a las personas como integrantes clave para que este desarrollo sea factible.

Una visión más completa de ciudadanía reconoce a las personas como usuarios y a la vez como accionistas (co-gestores) de los servicios públicos. Bajo esta mirada adquiere especial relevancia la participación ciudadana en los distintos aspectos de la gestión, determinación de prioridades, en la evaluación de la eficiencia de los procesos y en la fiscalización y el control de las políticas o programas públicos (Calderón y Orellana 2003). 

Si así quisiera llamarse esta nueva revaloración, implica ver al sujeto en su dimensión real, no desde una perspectiva sobre idealizada de la pro actividad social, tampoco teniendo una visión meramente cuantificada de los escenarios territoriales, pues dicha revaloración implica, en el fondo, voluntad política que permita ceder espacios de poder en los cuales los especialistas, tanto técnicos como dirigentes locales, puedan compartir un escenario sociotemporal de interacción que valide mutuamente, a nivel ontológico, el rol que a cada sujeto le corresponde en el desarrollo, ya sea que esto se haga desde la institucionalidad, o desde la dirigencia social en que se pone en juego el poder normativo para guiar el desarrollo territorial.


Al compartir un espacio determinado se valida una construcción social en base a la interacción copresente en un mundo de la vida como factor principal para contextualizar la acción social. Es decir, el abordaje axiológico está enmarcado dentro de una mirada que evita los reduccionismos del sujeto y del territorio como sistemas, evitando la alienación, enajenación de su realidad con la finalidad de comprender la acción en base a la propia territorialidad.

Solucionar Conflictos

Conflictos, nadie los quiere, pero todo el mundo los tiene en algún momento de la vida. No hemos sido educados para su gestión, a pesar de que formarán parte de nuestra vida y trabajo con seguridad.

Tal vez afrontar crisis no sea lo acertado, sino aprender a prevenirlas y “gestionar soluciones”. Todos nosotros, a nivel personal, tenemos desencuentros de alguna clase en nuestras relaciones, pero aplicar ciertas pautas de autocontrol puede abrir vías de acuerdo. Un conflicto es un desacuerdo persistente entre personas o entre colectivos humanos. Es un choque de egos y de intereses. La forma puede adoptar diferentes apariencias: mala comunicación, intereses opuestos, opiniones encontradas, incompatibilidades, discusiones, peleas… pero en el fondo todo eso es reflejo de la necesidad oculta de “tener la razón”. 

La intensidad y cantidad de confrontaciones de una persona o colectivo es ­proporcional al nivel de autocontrol. Cualquier persona debería preferir tener paz a tener razón.

Para simplificarlo, el origen de nuestras dificultades está en el ego, autoconcepto o autoimagen construida, que asumimos como identidad real. Y cuando un ego cuestiona a otro, se percibe como un ataque a la identidad propia, y la explosión está servida. No es exagerado afirmar que el mundo no tiene problemas; lo que sí tiene es personas con el ego inflado que confunden su identidad real y esencial con su ego fabricado.

Todo desacuerdo implica una serie de emociones: un deseo o voluntad no satisfecha que genera frustración, decepción, ­enfado, ira, agresión, violencia. Estas tres primeras emociones –que forman parte del ámbito interno– cristalizan en aquellos tres siguientes comportamientos en el ámbito externo.

Pero la frustración no es un problema real, simplemente es la no aceptación de una realidad. Las personas inmaduras emocionalmente son incapaces de aceptar lo que no está en su mano cambiar.

Niegan la realidad en sus mentes y cuando ven que el mundo no se aviene a sus exigencias, se encolerizan. Exigen una reparación y el desasosiego que crean es proporcional a su necesidad de ser reparados.

Así nacen los conflictos: un abismo que se abre entre lo que es y lo que debería ser. Y aún peor, se procrean, crean réplicas y reacciones que empeoran el problema.

Un conflicto es la “representación mental” de unos acontecimientos o situación, una cosa son los hechos y otra las interpretaciones. Y es la interpretación de los hechos lo que enemista a las personas. De hecho, ­muchas crisis empiezan desde la pura nada: un silencio, una omisión, una presuposición, un olvido, una creencia, una petición no expresada, un derecho imaginario… En realidad nada ha ocurrido salvo la fabricación de un desacuerdo.

Todo problema tiene una o más soluciones, y ninguno carece de ella. Más bien las partes encontradas son las que necesitan solucionar sus posiciones mentales antes de poder negociar una salida justa y digna para todos. La realidad es que siempre hay una opción de acuerdo, lo que ocurre es que no gusta. Por alguna razón creemos que las soluciones deben ser agradables y fáciles y, sobre todo, que impliquen un beneficio a costa del perjuicio del otro. Pero no todas las alternativas son fáciles, la paz también tiene un precio. El problema, el único, es que las partes no quieren pagarlo: salida gratis, sin concesiones. No es realista.

Como el problema no ha sido resuelto, sino solamente sofocado por la fuerza, uno nuevo surgirá tarde o temprano como consecuencia del anterior.

No hay conflictos en el mundo, pero sí mentes conflictivas que creen firmemente en ellos. Como aceptarlo es muy duro, lo fácil es señalar hacia los demás. La pregunta que ­debemos formularnos es: ¿cómo es que mis problemas son los demás? Si entendemos el desacuerdo como una posesión mental, ¿cómo puede estar en el mundo algo que ocurre en la mente?

Cada elección que tomamos es en el fondo una elección entre la paz o el conflicto. (La pregunta que hay que formularse es: ¿esta elección que voy a tomar aporta más paz o menos a mi vida?). Porque, más allá de lo que ocurra y de lo que hagan los demás, siempre podemos encontrar la paz en lugar de lo que vemos.

¿Qué hacer y cómo reaccionar en un desacuerdo? Cuanto antes se actúe, mucho mejor, porque cuando los ánimos se caldean, hace falta mucha agua para enfriarlos de nuevo. Cuando el problema empieza a hacerse visible, es el mejor momento para atajarlo; después ya puede ser tarde. Para entenderlo valen los ­símiles de una enfermedad o un incendio: ­actuar rápido es la mejor opción.

El proceso es predecible y todos lo hemos experimentado en alguna ocasión: aparece un desacuerdo que puede ser menor o mayor y que actúa como desencadenante, en una escalada de confrontaciones que acaban o bien en la resolución, o en un punto de no retorno que conduce a la explosión. Como el problema no ha sido resuelto, sino solamente sofocado por la fuerza, uno nuevo surgirá tarde o temprano como consecuencia del anterior.

La crisis retroalimenta una espiral difícil de atajar. En su propia dinámica ascendente, cuanto más lejos se llega, más rápidos son los acontecimientos que genera hasta que se alcanza un punto en el que la explosión es casi inevitable. Y cuanto más se avanza, menos controlable es evitar el punto en el que no se puede volver atrás.


Finalmente, ganar una confrontación es una victoria provisional. Puede tener beneficios, pero seguro que tiene también costes. Estos no siempre son evidentes. Para prevenirlos, todas las partes deberían evaluarlos, tal vez descubrieran que son superiores a las ventajas que se pretenden conseguir.

jueves, 9 de mayo de 2019

Interpretar Las Emociones


El ritmo de vida, los resultados al instante, la competitividad, el estrés, el demostrar…, actitudes sociales que hacen que la persona se acabe rompiendo y perdiendo todo control emocional sobre sí misma. El malestar que siente es tan grande que busca acciones impulsivas, rápidas, inminentes, que le proporcionen sensaciones placenteras o la aleje de la fuente de dolor emocional, lo que llamamos la búsqueda de satisfacciones inmediatas: abandonar a una pareja por temor a una ruptura, compras impulsivas, atiborrarse a chocolate, relaciones sexuales constantes sin implicación emocional, consumo de sustancias, etc. Es lógico pensar que esta falta de autocontrol emocional no puede derivar en consecuencias muy satisfactorias, ¿no?

Cuando tenemos dificultad para controlar nuestros impulsos, nos vemos incapaces de dejar de hacer algo que deseamos hacer, aunque sepamos que no debemos hacerlo o resulte peligroso para nosotros mismos o para los demás. Simplemente no podemos postergar el placer que nos proporciona esa acción. Pero, las conductas impulsivas muchas veces se transforman en conductas de riesgo ya que, pese a que vienen seguidas de consecuencias placenteras inmediatas, los efectos negativos de las mismas pueden presentarse a largo plazo: baja tolerancia a la frustración, problemas de autoestima,
desorganización, atención, planificación del tiempo, etc. ¿Por qué? 

Porque al tratarse de impulsos, la mente no aprende de la experiencia, no le estamos dando el suficiente tiempo para interiorizar lo que sucede, y por tanto, no tomamos consciencia de hacia dónde nos puede llevar esa falta de control. Es decir, son conductas motivadas por lo “emocional”, donde lo “racional” ha quedado apartado.

Cuando realizamos una conducta que podemos considerar adaptativa existe un equilibrio entre el “quiero, puedo y debo”, ¿qué pasa ante una desadaptada cómo la impulsividad? Se rige simplemente por el “quiero hacer”, perdiendo toda objetividad sobre el beneficio o perjuicio emocional en el que pueda derivar.
Cuando tenemos dificultad para controlar nuestros impulsos, nos vemos incapaces de dejar de hacer algo que deseamos hacer, aunque sepamos que no debemos hacerlo o resulte peligroso para nosotros mismos o para los demás.

No toda impulsividad es mala, la impulsividad o conducta impulsiva es un mecanismo de defensa que evita el que la persona se pare a reflexionar sobre los aspectos y motivaciones de su comportamiento y, por tanto, frente a las emociones que estos le generan. Por lo que, en ocasiones, ayuda a evitar un mal mayor cuando nos alertamos de un peligro real. Por ejemplo, si voy conduciendo por la autopista y de repente tengo la sensación de que el coche de al lado va a hacer una maniobra que me puede sacar de la carretera, el hecho de adelantarme a dicha maniobra y frenar puede evitar que tenga un accidente (no es un proceso racional, es un impulso, una sensación, una intuición). Si finalmente el coche acaba haciendo esa maniobra, habré salvado mi vida. Por tanto, en este caso la impulsividad ha sido positiva.

Otra de las características de la personalidad impulsiva y de la falta de autocontrol emocional es la dificultad para aceptar los límites y la poca tolerancia al estrés y la frustración. No es capaz de escuchar los miedos que pueden aparecer tras sus deseos y se vuelve contra-fóbica. ¿Qué significa esto? Que en vez de huir de la conducta impulsiva la busca constantemente, tratando de evitar así el dolor o miedo que le produce la ansiedad y que le ha llevado a caer en este tipo de conductas desadaptadas. Es decir, utiliza la impulsividad como vía para paliar la angustia buscando salvarse de los sentimientos de vacío interior, cuando el mundo se torna amenazador y decepcionante.

Para trabajar la impulsividad lo más efectivo es aprender a gestionarnos emocionalmente: autocontrol emocional. ¿Cómo ejerceremos un control sobre nuestras emociones? A través de varias estrategias o técnicas que tienen que ver con la cognición y la conducta.


La clave la encontramos en la forma de interpretar nuestras emociones ya que es lo que determina nuestra forma de actuar. La forma en que reaccionamos frente a una emoción específica condicionará cómo actuará dicha emoción sobre nosotros. Mientras que hay personas que pagarían lo que fuese para montarse en una montaña rusa, otros no se montarían jamás. Ambas sienten los mismos nervios, pero los interpretan de manera diferente: diversión frente a miedo. 

Por tanto, el cuerpo nos proporciona la energía para hacer algo (emociones), pero cómo usar esa energía es una decisión nuestra.

Saber Quién Eres

Para saber quién somos no es suficiente con mirar el DNI o el pasaporte, hay que mirar en nuestro interior y ver quién somos en realidad. Hay veces en las que nos miramos en el espejo y no somos capaces de reconocernos. 

Para hacerlo es imprescindible hacer un viaje interior, descubrir quién se esconde ahí. Sin embargo, no se trata de un viaje fácil así que si tu también te preguntas cómo saber quién soy te vamos a guiar paso a paso en este largo viaje de autorreconocimiento que te permitirá saber quién eres en realidad.

¿Cómo saber quién eres en realidad?
Como hemos dicho, saber quién eres no es algo tan sencillo como parece. Hay personas que lo tienen clarísimo y otras que andan un poco más perdidas. Para saber quiénes somos plenamente y no fallarnos a nosotros mismos deberemos realizar un viaje a nuestro interior.

Las preguntas profundas
Lo primero que deberás hacer es tomarte un tiempo a solas para reflexionar sobre ti, sobre tu vida y sobre qué crees que te deparará el futuro. Tu objetivo vital, qué te mueve, para qué vives, para qué quieres disfrutar, qué cosas son importantes para ti en esta vida, por qué eres o no eres feliz, qué haces que no te gustaría estar haciendo, qué te impide alcanzar la felicidad, con qué objetivo te levantas cada día... Cuestiones que no se pueden resolver en media mañana, sino que nos exigen un tiempo para contestarlas.

A partir de esas respuestas irán apareciendo una serie de valores que nos servirán para empezar a trazar el esbozo de quién somos. Es muy importante que seas honesto contigo mismo, ya que si eres incapaz de responder a tus propias preguntas con sinceridad este ejercicio no servirá de nada. Con los valores o respuestas recurrentes que coincidan podrás hacerte una idea de la respuesta final, pero para completarla puedes recurrir a tu círculo más íntimo.

Saber quién soy es una carrera de larga distancia, tan larga que puedes pasar años y años indagando en lo más profundo de tu ser y buscando respuesta a esa pregunta. Es muy importante que te tomes esta búsqueda con calma para no acabar desesperado por la ausencia de resultados. También puedes probar diferentes herramientas para agilizar esta búsqueda como practicar la yoga para encontrar tu yo interior.  

Tampoco hay que darle demasiadas vueltas a las cosas, y a veces viene bien tomarte un respiro de unos meses, o incluso años, para analizar las cosas a través de la experiencia que da la vida.
En este sentido, puedes aprovechar este recorrido para mejorar tu autoestima y la autoconfianza

El desarrollo de la confianza en uno mismo es otro largo camino que recorremos a pasos pequeñitos, en el que muchas veces acabamos retrocediendo. Tener esa confianza en ti mismo te ayudará a ponerte a prueba y a superar todos los retos que aparezcan en esa búsqueda interior a la vez que creces como persona.


Durante este largo camino es fácil que aparezcan momentos en los que dudes sobre si sigues el itinerario correcto, sobre qué hacer con tu vida, etc. Es esencial que conserves tus creencias o tus costumbres, aspectos que forman parte de tu auténtico yo. Si renuncias a ellas por la influencia de otras personas o porque durante el proceso te comparas con otras personas -un grave error- y las consideras un lastre, estarás renunciando a tu identidad, lo que se traduce en más dificultades para saber quién eres realmente.

Ahínco: El Esfuerzo Agregado


El término ahínco nos permite dar cuenta del empeño, la diligencia y la eficacia con los cuales se lleva a cabo una tarea o se realiza alguna solicitud ante una persona u organismo.

Trabajé con tanto ahínco este último año que finalmente mi jefe me recompensó con un aumento. Fue tal el ahínco que puso para conseguir un lugar en la lista de convocados que finalmente el director técnico de la selección nacional convocó al delantero.

Disponer de ahínco es de alguna manera una capacidad especial que permitirá a la persona en cuestión que la posea concretar una actividad o tarea.

Generalmente, el ahínco se pone en práctica cuando la tarea que debe realizarse es de suma importancia personal o para la comunidad a la que estará dirigida, es decir, para pequeñas actividades cotidianas no hace falta poner demasiado empeño, ni diligencia, sino que basta con las ganas, en cambio, cuando el fin es realmente importante para el futuro personal sí será necesario disponer de todo lo mejor que se posea para conseguir el resultado deseado.

Por ejemplo, si el objetivo de una persona es recibirse antes de fin de año, para lograrlo, deberá poner empeño y dedicación para sentarse largas horas frente a los libros y leer, leer, hasta conseguir los conocimientos necesarios para aprobar los exámenes en cuestión y además, llegado el momento del examen deberá resultar ser eficaz con las respuestas que brinde para poder aprobar las asignaturas y así conseguir el fin último que es recibirse.



Disonancia Cognitiva

En ocasiones muchos de los buenos propósitos que tenemos quedan vacíos si no van acompañados de actos que los dibujen sobre la realidad. Otras veces es mejor quedarse en las buenas intenciones en lugar de pasar directamente al acto: podemos predecir una consecuencia indeseada y suficientemente disuasoria como para apartar el propósito.

Aunque muchos de los buenos deseos los realizamos pensando en lo mejor para el otro, es posible que el resultado final no sea el esperado. Muchas veces tomamos decisiones en base a sentimientos y, con la ingenuidad de nuestro lado, pensamos que todo es posible si se acompaña con el corazón.
«El camino al infierno está construido de buenas intenciones»
-Carlos Ruiz Zafón-

Sin embargo no siempre salen las cosas como nos gustaría. Pese a los buenos deseos nuestras acciones pueden hacer mucho daño. Antes de pasar a la acción conviene reflexionar sobre qué hacemos, si tenemos la capacidad necesaria para llevarlo a cabo y qué consecuencias puede producir su materialización.

Pese a los continuos mensajes que recibimos del tipo «para conseguirlo solo necesitas soñarlo» o «no hay nada imposible», lo cierto es que sí hay cosas que no podemos lograr solo con desearlas.

Si las buenas intenciones no están apoyadas de los conocimientos necesarios pueden resultar peligrosas. Las decisiones que tomamos pueden influir tanto en nosotros mismos como en las personas que queremos y, sin intención de hacerles daño, pueden acabar resultando perjudiciales.
Si quisiésemos operar a un familiar enfermo para salvarle la vida necesitaríamos no solo buenas intenciones, sino también los conocimientos necesarios; de lo contrario acabaríamos matándole (eso sí, lo habríamos hecho con toda nuestra buena intención).

El conocido efecto Dunning-Kruger viene a decir que cuanto menos sabemos de algo más creemos saber. Así, las personas que poseen poco conocimiento sobre un área concreta pueden sentirse competentes sin ser conscientes de su gran ignorancia. De hecho. Muchos psicólogos están cansados de escuchar ”si yo sé más de psicología que tú, aunque no haya estudiado la carrera”.

«La sobrevaloración del incompetente nace de la mala interpretación de la capacidad de uno mismo. La infravaloración del competente nace de la mala interpretación de la capacidad de los demás»
-David Dunning y Justin Kruger-

Lo mismo puede pasar con las acciones que realizamos o consejos que damos a otros pensando en lo mejor para ellos. Familiares, amigos o personas desconocidas que construyen su negocio únicamente sobre los cimientos de las buenas intenciones, sin reparar en el conocimiento, normalmente están sellando su fracaso.

Cuando alguien solo mira en una dirección es complicado abrirle los ojos a otros horizontes. Las ideas en conflicto no se llevan bien, causan malestar y no son bien recibidas en nuestra mente. Por eso mismo solemos desechar una perspectiva, acomodando la realidad a la visión que más nos agrada.

El efecto de la disonancia cognitiva explica que cuando la persona tiene dos pensamientos contrarios, por ejemplo, «creo que lo que hago es bueno para los demás» y muchas personas dicen que lo que hago puede ser perjudicial sentimos un malestar interno que trataremos de eliminar.

Debido al propio funcionamiento de nuestra mente es complicado salir de las ideas predeterminadas que tenemos. Cuando algo contradice nuestro punto de vista, la salida más natural es neutralizarlo rápidamente, buscando algo que apoye a nuestra postura o descalificando a la persona que propone la nueva idea. Para algunos este «ejercicio de defensa se ha convertido en un proceso tan automático que ni siquiera son conscientes de que lo están ejecutando.

Cuando sumas el efecto Dunning-Kruger y la disonancia cognitiva los resultados pueden ser nefastos. No hay nada más peligroso que un ignorante que se cree capaz de cualquier hazaña y que además es incapaz de mirar en otras direcciones que no sea la suya propia.


Pese a que muchas personas se acercan a nosotros con buenas intenciones recuerda que a veces no son suficientes. Reflexionar antes de actuar y acudir a una opinión experta en ocasiones puede ser más beneficioso que dejarse guiar por palabras que resultan tan bonitas y seductoras como peligrosas.

El Sentido De Comprensión

Filosofía
El Sentido De Comprensión
Como comprensión se conoce la acción de comprender. En este sentido, la comprensión es la facultad de la inteligencia por medio de la cual logramos entender o penetrar en las cosas para entender sus razones o para hacernos una idea clara de estas. La palabra, como tal, deriva de comprehensión.

Asimismo, la comprensión es también la actitud de quien es comprensivo y tolerante hacia las razones o las motivaciones de otra persona. Manifestamos comprensión cuando, por ejemplo, no somos tan severos al juzgar a alguien que ha cometido un error que cualquiera hubiera podido cometer.

Por otro lado, la comprensión es fundamental entre las destrezas lingüísticas de una persona. De allí que para ingresar a la universidad, en muchos sistemas educativos se evalúe la comprensión verbal de los aspirantes.

Del mismo modo, la comprensión oral se considera muy importante para quienes están en proceso de adquisición de una lengua extranjera, pues implica que las personas sean capaces de entender lo que se les dice o el sentido de una conversación.

Comprensión lectora
Se denomina comprensión lectora o de lectura a la capacidad de las personas para entender e interpretar lo que lee. Como tal, es considerada una destreza lingüística que permite la interpretación del discurso escrito.
La comprensión lectora supone entender, en un primer lugar, el significado de las palabras, consideradas como unidades mínimas del texto, para, a continuación, pasar a las unidades más extensas, es decir, las oraciones, las frases y los párrafos.

La suma de todos estos elementos, o sea, de todas las ideas y la información que contiene el texto en cada palabra, oración o párrafo, la manera en que están dispuestas y la forma en que se interrelacionan, es lo que nos permite extraer el mensaje global del texto, su sentido y su intención.

En este sentido, la comprensión lectora abarca desde la mera descodificación de un texto y su comprensión lingüística, hasta la interpretación y valoración personal que cada quien pueda aportar. De allí que una buena comprensión lectora nos permita responder tres preguntas fundamentales sobre el texto: qué leemos, para qué leemos y cómo leemos.

Comprensión en Filosofía

Según la Filosofía, como comprensión se conoce el modo en que aprehendemos los objetos de las ciencias humanas, como la Filosofía o la Psicología. Como tal, se opone a la explicación, que es la forma en que las ciencias naturales, como la Biología, la Química o la Física, proceden para aprehender sus objetos de estudio.

Comunicación No Verbal

La gestualidad aporta mucha información y varía por zonas geográficas y / o culturales. Los gestos son tan variados como las personas y hace falta mucho estudio y mucha práctica para leerlos seria y correctamente. Además, un mismo gesto no significa lo mismo en todas partes.

 En cualquier caso, es evidente que no es un tema menor para aquellos que deben usar la comunicación pública como una de sus herramientas de trabajo. El conocimiento del impacto de los propios gestos y el manejo deliberado de algunos de ellos aportarán ciertas ventajas a quien los controla.

El reconocido investigador ALBERT Mehrabian estableció -en un estudio publicado en 1969 y del que todavía se sigue discutiendo- los porcentajes que intervienen en el impacto de los mensajes:
  - Las palabras influyen en un 7%
 - La voz y el uso que hacemos de ella influye en un 38%
 - Los gestos y las señales que emitimos  influyen en un 55%

 Eso quiere decir que más de la mitad del efecto que van a producir nuestras palabras va a depender de nuestro lenguaje corporal y que si este no es coherente con lo que hemos dicho, lo que mandará será nuestra expresión y nuestros gestos.

¿Por qué todos procuramos hablar las cosas cara a cara, cuando les damos realmente importancia? Porque somos conscientes de la enorme dosis de información no verbal que nos transmitimos en los encuentros personales y que se pierde por el camino de los teléfonos, los correos y las telecomunicaciones.

 La comunicación efectiva se establece a partir de las sucesivas combinaciones de todos nuestros recursos expresivos.

 Puede parecer una pregunta superficial, pero es una pregunta necesaria e importante. Porque tiene consecuencias.


 Como vehículo de comunicación que es, hay que usar la indumentaria con sabiduría y decidir qué impresión queremos generar. Adaptación a la situación y al público es la clave. Lo mejor es la discreción, pero en línea con el contexto.  Hay que saber adaptarse a las circunstancias, excepto que prefiera vivir como un ermitaño.