Todos tenemos sueños…
Algunas personas los alimentan con optimismo y esperanza,
otros se sientan a esperar que algún día puedan lograrlos y finalmente otros
luchamos y nos esforzamos por hacer los sueños realidad.
Sin duda, para alcanzar un sueño, se necesita tener mucha
disposición de hacer lo necesario para lograrlo.
Y mientras eso que tengamos que hacer sea legal, moral y
ético en la sociedad, simplemente no importa cuánto tardaremos, cuán difícil
pueda resultar o cuánto nos exija cada día para avanzar un poco.
La pregunta de muchos es:
¿Qué Tan Fácil Es Alcanzar Un Sueño?
Cuando tienes un sueño o un anhelo interno por alcanzar una
meta, debes iniciar un proceso mental enfocado en crear y materializar ese
sueño dentro de tu mente.
Al poder visualizarlo, y de hecho, al sentir en todo tu
interior como si ya estuvieras viviendo ese sueño… La motivación por lograrlo,
se vuelve mucho más grande que cualquier cosa.
Se vuelve más sencillo el poder llenarte de energía para
empezar a hacerlo realidad.
Tu deseo de alcanzar un sueño, te facilita el diseño de un
plan estratégico para alcanzarlo.
Dentro de estos parámetros, se puede afirmar que es fácil
alcanzar un sueño, si tienes la firme decisión de esforzarte para lograrlo.
Hay una historia que es relatada comúnmente en seminarios de
Superación Personal, Conferencias y hasta colegios y Universidades, donde se
busca entregar un mensaje de motivación a aquellos soñadores empedernidos.
La historia es la siguiente…
Se trata de un niño que iba a la playa muy de mañana y
recogía estrellas de mar que habían quedado sobre la arena, a las cuales volvía
a poner dentro del agua.
Un señor un día se le acercó y le preguntó: « ¿Qué estás
haciendo?».
«Estoy recogiendo las estrellas de mar que quedaron
atrapadas en la playa y las devuelvo al agua antes de que el sol las queme y se
mueran» – respondió.
«¿Pero no ves lo enorme que es esta playa? ¡Hay miles de
estrellas de mar en la arena y en todas las playas del mundo! ¿No te das cuenta
que lo que estás haciendo no sirve para nada?» – dijo el señor.
El niño tomó otra estrella, la devolvió al mar, se paró,
miró fijamente a los ojos del hombre y contestó:
«Ahora pregúntale a esta estrella de mar si lo que estoy
haciendo no sirve para nada».
Desde ese día, el hombre regresó a la playa cada mañana para
ayudar al niño a salvar estrellas de mar.
Aquel niño de la historia dio el paso más importante que
marcó la diferencia: Creer, actuar y dar ejemplo.
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