sábado, 9 de febrero de 2019

La Vida Nos Enseña

La Vida Nos Enseña
La vida nos enseña todo el tiempo, está en nosotros tener la capacidad de abrirnos a esas enseñanzas y aprender de ellas. A veces se aprende de situaciones feas, tristes y dolorosas, pero lo mejor que podemos hacer con ellas es buscarles el lado positivo, capitalizarlas y volvernos un poco más sabios. 

¿Qué es lo que nos enseña la vida?

La vida nos enseña a amar, a mentir, a soñar.

A respirar profundo antes de correr un riesgo.

A escapar de la realidad. A superarte, a no volver a caer, a levantarte.

A saber quién te quiere de verdad y a quien sólo le interesas.

A cubrir con cosas materiales nuestras carencias.

Y a estar solos. Igual que vinimos, e igual que nos iremos.

La vida es un aprendizaje constante, y el que se estanca, aunque siga despierto, muere.

Es un regalo que hay que disfrutar.

Hay que tratar de sentirse, de comprenderse. Hay que jugarse menos y quererse más.

No estás haciendo las cosas mal si te sales del camino que nos marcan.

Lo que sentimos es lo correcto. Es lo que somos.

Y los pensamientos que no controlamos, son lo que nos atormentan,

y nos veneran los miedos. El miedo a no ser capaz, el miedo a desaparecer.

El ser humano tiene 60.000 pensamientos al día, y la mayoría son negativos.

Pero tienes que saber que se pueden cambiar. Como el que chasquea los dedos.

Y que poco a poco, a base de espantarlos, dejan de aparecer.

Igual que un gato, si le dejas de dar comida.

Recuerda que igual que piensas, sientes.

Y disfruta de cada momento, porque la vida es eso. Momentos. Momentos como éste.

Volvamos a levantar los mecheros, celebrando lo vivido,

a tomarnos de las manos recordando a los caídos,

Sabiendo que el tiempo no importa, que no es real

y que lo que un día fuimos quedará grabado en las cenizas de la eternidad.



El Sentido Común


Ya los estudios están cansados de demostrar que el ambiente donde un ser humano se desarrolla influye en su actitud y reacciones frente a las situaciones diarias. No menos importantes son los estímulos de “crianza” que acompañaron a ese hoy hombre o mujer.

Ahora bien, ¿Cómo enfrentar las diferencias de criterio cuándo dos individuos chocan puntos de vistas antagónicos frente a una misma situación? La cosa es que, para el ejemplo que intento describir, las diferencias vienen marcadas de la educación del hogar, semejantes en algunos aspectos pero equidistantes en otros con relativa importancia.

Pensado por unos minutos pudiese parecer sencillo: “ponte en los zapatos del otro y procura entenderlo”. Si el nivel de conciencia fuese tan alto creo que algunas luces se verían al final del camino pero no, la situación va más allá. Hablamos del tema de quien es cada cual, desde sus más antiguas influencias de educación (formal o no). En realidad pienso que la educación de la casa es la que más influye a la hora de enfrentar estas situaciones.


Como no soy experto en nada de esto, sólo intento colocar en la mesa un tema que, aunque no se vea a simple vista, dificulta enormemente las relaciones humanas. ¿Bastará el sentido común?

viernes, 8 de febrero de 2019

Comunicación Inteligente


Ya hemos hablado que la comunicación es poner en común, y una de sus finalidades es la de influir, pero no todo tipo de comunicación lograr lo que queremos, generar el efecto deseado ya sea positivo o negativo, tomemos el ejemplo de una pareja, ella quiere que el la abrase y le dice: como que  hace mucho frío y nadie  hace nada. Su suegra inmediatamente le da su chamarra y ella se enoja. Él no sabe porque; es aquí donde debe entrar la comunicación inteligente.

La comunicación inteligente es una comunicación efectiva porque está centrada en el receptor, se conoce cuál es el medio más efectivo para expresarle el mensaje, se planea lo que se le va a decir y como decírselo, porque no es lo mismo hablar de matemáticas con un físico que con un biólogo, ya que el primero las domina con exactitud y el segundo tiene poca relación en esta materia.

También es necesario que la comunicación vaya dirigida claramente a la persona adecuada, evitando ambigüedades de mandar un mensaje generalizado y obtener una respuesta del receptor equivocado. Así como el usar un lenguaje positivo que genere una influencia positiva hacia la idea que estamos expresando.

El ejemplo de los novios con una comunicación inteligente seria este: Oye pedro, tengo mucho frío y  me gustaría que me abrasaras. El inmediatamente la abrasaría y ella estaría feliz por que  obtuvo lo que deseaba.


La Mente Libre


Una Mente Libre representa el objetivo último de toda persona, conseguir el bienestar y el equilibrio tanto físico como emocional.

Todos arrastramos ideas, prejuicios y patrones negativos de pensamiento, instaurados, por lo general, en nuestra más tierna infancia.

Sin percatarnos de ello, con frecuencia, seguimos perpetuando actitudes de nuestros padres o nuestros abuelos que asumimos como naturales en el pasado y que, sin embargo, aún siguen actuando en nuestro presente lastrándolo.

Si buscamos un símil para explicar este fenómeno, podríamos decir que de pequeños nos instalaron en nuestro inconsciente y en nuestro consciente unas lentes de diferentes colores y espesores que funcionan condicionando nuestra forma de ver el mundo.

Estos cristales, pueden ser de muchos colores como marrones, rosas o verdes (muchas veces se superponen), pero, independientemente de su forma o matiz, siempre acaban dándonos una visión limitada y parcial de la realidad, proporcionándonos sufrimiento, dolor y frustración y, en definitiva, impidiéndonos ser felices.


Una persona de Mente Libre es aquella que tiene el deseo de liberarse de esos patrones negativos,  que vive en constante cuestionamiento personal y que no quiere seguir repitiendo esas viejas actitudes dañinas. 

No se trata de cambiar un color por otro, sino de eliminarlos todos y liberar nuestra mente para poder ver el mundo tal y como es, sin filtros.

Nuestras Afirmaciones

El pensamiento positivo, bien gestionado, nos hace más resistentes a algunos trastornos del estado de ánimo. La depresión tiene muchas causas. Sin embargo, los pensamientos de baja autoestima, de no ser dignos o de no ser lo suficientemente buenos, juegan un papel importante en los procesos depresivos. Con las afirmaciones positivas, puedes cambiar tu proceso de pensamiento y hacer que este juegue a tu favor, y no en contra.

Una afirmación, por norma, es una declaración confiada de una verdad percibida. Lo cierto es que la repetición de este tipo de verdades, en forma de afirmaciones positivas, ha ayudado a miles de personas a realizar cambios significativos en sus vidas. 

Sin embargo, los efectos no son para todos los mismos. Así, ¿por qué una persona puede beneficiarse de un diálogo interno plagado de afirmaciones positivas mientras que otra no obtiene ningún resultado al poner en marcha esta misma estrategia?

Pues bien, una afirmación puede funcionar porque tiene la capacidad de motivar, ilusionar e incluso de programar a nuestra mente para que trabaje en base a una idea determinada. Da igual que detrás de la idea exista realidad no, lo importante es que la persona le confiera la naturaleza de realidad: la mente no conoce la diferencia entre lo que es real o la fantasía. Eso es lo que ocurre cuando ves una película y empiezas a reír o llorar: la mente se identifica con los personajes de la pantalla y reacciona.

“Una afirmación es realmente todo lo que dices o piensas. Mucho de lo que normalmente decimos y pensamos es bastante negativo y no crea buenas experiencias para nosotros. Tenemos que reeducar nuestro pensamiento y hablar en patrones positivos si queremos cambiar nuestras vidas”.

-Louise Hay-

La Conducta Irresponsable


La irresponsabilidad es una conducta mediante la que una persona no cumple con aquello que previamente había prometido a otra, o aquello que forma parte de sus responsabilidades u obligaciones.

Se dice también que un acto de irresponsabilidad es aquel que una persona lleva a cabo sin tener en cuenta o prever las consecuencias hacia otras.

Es un tipo de comportamiento dentro de aquellos de antivalor. Esto quiere decir que las personas que ejercen la irresponsabilidad no solamente no miden las consecuencias de sus acciones hacia su propia persona, sino que tampoco miden o se percatan de las consecuencias que estas tienen en otras personas.

No obstante, las consecuencias de la irresponsabilidad pueden variar en función del grado de irresponsabilidad que tenga la persona. Por ejemplo, no es lo mismo ser irresponsable y no comprar alimento para la familia que ser irresponsable y demorarse solamente unos días en el pago de un impuesto. En el primer caso la consecuencia será que toda la familia es quien no tendrá alimentos para comer. En el segundo caso, las consecuencias pueden limitarse a un pago extra o adicional por tal demora.

En resumen, la irresponsabilidad es un acto que afecta la vida de las personas de forma individual y/o colectiva/social.

Irresponsabilidad a nivel personal: Es difícil medir hasta dónde pueden alcanzar las consecuencias de las acciones de una persona. No obstante, existen, en líneas generales, consecuencias ligadas más a la esfera personal que otras. Un tipo de irresponsabilidad personal puede aquella en donde un niño no realiza los deberes que la maestra ha solicitado. Esta acción podría enfadar a sus padres que las consecuencias recaerán casi de forma absoluta sobre el niño (exceptuando que se cite a los padres o que se expulse al niño por varios actos irresponsables).

Irresponsabilidad a nivel familiar: Los ejemplos de irresponsabilidad que recaen sobre el entorno cercano de un sujeto son muchos. Así una persona que pierde su empleo por ser irresponsable impide que su familia pueda acceder a un sistema de salud, casa, comida, cuidados, etc.

Irresponsabilidad a nivel social: Un acto de irresponsabilidad a nivel social puede ser el de una persona que decide, mediante engaños y mentiras, estafar a otras a cambio de dinero. Esto no solo tendrá consecuencias para el sujeto que actuó de forma irresponsable, sino que dicho acto recae en un incumplimiento civil (no robar) en cuyo caso es imprescindible que la justicia recaiga sobre dichos actos. En estos casos es la sociedad (o los implicados en la estafa como víctimas o victimarios) sobre los que recae las consecuencias de irresponsabilidad.

Dependiendo de la complejidad o grado de la irresponsabilidad la condena puede ser social o personal.


Pensar Lo Que Pensamos

Opinar es un acto inmediato. Lo ejecutamos de forma automática, sin pensarlo mucho. Esto pasa porque nuestras opiniones ya están más o menos claras, y las preestablecemos con base en nuestras propias creencias, en nuestra visión de mundo y en algunos valores que compartimos con un grupo particular de personas. Opinar es válido. Es importante para establecer vínculos, para construir de forma compartida, para la discusión.

Pero hay un asunto esencial que tendemos a olvidar: el hecho de que pensemos tal o cual cosa sobre una situación o persona, no convierte nuestra opinión en argumento informado. Opinar es declarar una postura, y no requiere de fundamento, método ni lógica alguna. Por ejemplo, alguien puede opinar que es peligroso que las mujeres caminen solas por la noche, especialmente si han bebido y coqueteado en un bar. Alguien podría opinar que, si una mujer que coqueteó en un bar es agredida sexualmente en el estacionamiento, es porque ella lo provocó. Esa es una opinión válida, construida sobre un sistema de valores particular, pero no es un argumento fundamentado. Fundamentar la argumentación pasaría por cuestionarnos la violencia sexual como ejercicio de dominación cultural. 

Por preguntarnos qué hace que un grupo de personas tenga privilegios por encima de otro, quién lo decide y por qué.

El asunto con la opinión es que tiende a ser lapidaria. Por ejemplo, cuando hablamos de una figura pública, nuestras opiniones no pasan por el filtro de la empatía. 

¡Decimos lo primero que se nos viene a la boca! Cuando opinamos en grupo, nos convertimos en una masa abstracta que se divide en bandos “a favor” y “en contra”: que si Leonora es una emprendedora de verdad o una aprovechada que se gasta el dinero del marido para figurar. Que si Melissa tiene talento o su único mérito es que enseña “más de la cuenta”. Que si la asistente de LuisGui es una profesional competente o le dieron el puesto por razones más “sórdidas”. Ya sé lo que opinarán muchos: “la que se mete a figura pública, que aguante”. Y está bien, pero esa es una opinión y no un argumento.

Hay algo obvio que se nos escapa cuando nos transformamos, como colectivo, en “opinión pública”: cuando hablamos de los otros, olvidamos que son personas. Olvidamos a las dos familias que lloran el accidente de tránsito: a la del ciclista fallecido y a la del conductor que se dio a la fuga luego del impacto. Buscamos un culpable, para destruirlo. Si argumentáramos en lugar de opinar, podríamos discutir un poco sobre nosotros mismos como sociedad, para construir algo, lo que sea, a partir de la tragedia: podríamos preguntarnos por qué nuestro sistema vial está centrado en los vehículos y no en las personas. Podríamos cuestionarnos por qué seguimos bebiendo y manejando a sabiendas del peligro que implica. Pero opinar es, sin duda, más sencillo.


Opinemos, sí. Y hagámoslo siempre. Pero no olvidemos que lo que opinamos dice mucho sobre nosotros mismos y muy poco sobre los demás. 

Recordemos las sabias palabras de A. B. White, que nunca pasan de moda: “El prejuicio nos ahorra mucho tiempo. Podemos formarnos una opinión sin necesidad de conocer los hechos”.

Claridad Conceptual

¿Qué entendemos varios de los que hemos alertado sobre esta confusión de términos por claridad conceptual? Cuando asistimos a conferencias, cuando oímos y leemos en los distintos medios de comunicación llamados a participar en actos de política vecinal, municipal, estatal o nacional se puede observar que con muchísima frecuencia, demasiada diría, quienes hablan o escriben no poseen la precisión semántica indispensable de algunas locuciones con las cuales elaboran sus argumentos. 

No significa lo mismo ingenuo que iluso, como tampoco es lo mismo pobre que miserable.
En esas conferencias, charlas u otras modalidades se puede escuchar que igualan un régimen autoritario con uno totalitario. Entre los factores que caracterizan a uno y a otro, aunque en algunos casos pueden tener similitudes, hay diferencias muy claras; basta acercarse y leer con atención a los especialistas en Filosofía Política para aprender a manejar estos conceptos sin mezclarlos descuidada e indiscriminadamente. Hay un Diccionario de política de Norberto Bobbio que recomiendo ampliamente.

El autoritarismo apela a la represión y cualquier otro mecanismo para imponer su voluntad sobre la sociedad civil. Su nota esencial es el carácter autocrático y la propensión a restringir lo más posible las libertades personales. Comúnmente, un régimen autoritario es gobernado por una élite que emplea la represión para conservar el poder. Un régimen autoritario puede presentarse como una tiranía, monarquía, gobiernos militares, o gobiernos en los cuales solo un partido es quien ejerce el poder.

En relación con el totalitarismo es conveniente recordar que Hannah Arendt empleó el concepto para describir los regímenes de ciertos países durante los años de Arendt. De tal manera que se denomina totalitarismo a aquellos regímenes en los que la vida diaria de los ciudadanos es absolutamente controlada por la dominación de un partido político. 

El totalitarismo es el ejemplo de un control estatal absoluto, yendo más lejos de lo que hacen las dictaduras, gobiernos militares y gobiernos autoritarios. Entre los factores que caracterizan a un régimen totalitario está la existencia de una ideología oficial que es vista como incontrovertible. La coexistencia de un grupo armado o policía secreta leal a los intereses del partido. Y, por supuesto, los medios de comunicación están altamente restringidos cuyo propósito principal es adoctrinar a la sociedad civil.

Cuando se oye a alguien decir, por ejemplo, que es igual el fascismo al comunismo, equivoca completamente las diferencias radicales de ambas modalidades de hacer política. Lo diré en forma muy simple. El comunismo está basado en la igualdad económica que aspira a alcanzar el ideal de una sociedad sin clases sociales; por su parte, el fascismo es un sistema básicamente nacionalista. Las clases sociales están rígidamente diferenciadas y tiene al frente un líder absoluto.

El comunismo se conoce como la dictadura del proletariado, propiedad común de las herramientas de producción, y la característica que sobresale es la inexistencia de la propiedad privada. Mientras que en el fascismo está permitida, aun cuando prive la obediencia y utilidad al Estado.

¿Qué consecuencias trae confundir ambas ideologías? Si un médico confunde unos síntomas y da un diagnóstico equivocando las enfermedades, también yerra al prescribir la medicina y puede, incluso, ocasionar la muerte del paciente.


Venezuela agoniza y su salvación no está en seguir insistiendo en transitar por un camino lleno de equivocaciones, altanerías, soberbia e incapacidad para reconocer errores. Venezuela necesita que se deje de lado la improvisación. Se necesita cohesión, claridad conceptual y, sobre todo, cultura política. No basta el voluntarismo.

Aprender A Convivir


“La idea de convivir con las y los demás es un instrumento entre varios para combatir los prejuicios que impiden la concertación. De esta manera, parecería adecuado que la educación se diera a dos niveles; en un primer nivel, en el descubrimiento gradual del otro; en un segundo nivel, en la participación de trabajos en común, con un método de solución de conflictos presentes. Descubrir al otro u otra tiene una doble misión, una que es enseñar la diversidad de la especie humana, la otra contribuir a una toma de conciencia de las semejanzas y la interdependencia entre todos los seres humanos; ello teniendo en cuenta que el descubrimiento del otro pasa forzosamente por el descubrimiento de uno mismo o una misma”. (Cabildo Verde 2008b)
Esto quiere decir que hay que aprender a vivir junto con los demás en una cultura de paz, respetando los derechos de los demás y, sobre todo, respetando todas las formas de vida sobre el planeta.
Para poder tener una convivencia pacífica, para interactuar y conocer a los demás y para lograr trabajar por objetivos comunes, es importante desarrollar una serie de valores y actitudes como los que se señalan a continuación:

Desarrollo del autoconocimiento y la autoestima. Tarea que niños y niñas deben emprender desde la primera infancia.

Desarrollar la empatía, es decir, la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Aquí es importante que niños y niñas tengan la oportunidad de iniciarse en la empatía, aunque esta no se adquiera en esta etapa, pero sí se sientan las bases para su desarrollo.

Resolución de conflictos sin violencia. Los niños y las niñas se ejercitan en la resolución de conflictos haciendo uso del diálogo y el respeto al otro.

Cooperación. Aprenden a compartir y trabajar en equipo por un bien común, disfrutando de las metas alcanzadas en grupo.

Tolerancia a las diferencias. Los niños y las niñas se pueden reconocer como diferentes a nivel personal pero iguales en derechos.

Aprender a convivir con el medio ambiente
Los niños y niñas deben aprender que cuidar el medio ambiente es cuidar la vida humana. Es importante, pues, que aprendan que el ser humano tiene la responsabilidad de utilizar los recursos con sabiduría, de vivir, no de destruir.
Si destruimos el ambiente, estaremos perjudicándonos a nosotros mismos y a los demás, incluso a las generaciones futuras. Cuidar el mundo es cuidarnos. Los niños y niñas tienen que aprender que sus acciones tienen repercusiones y que, en la medida en que protejamos nuestro ambiente inmediato, podemos conservar nuestro país y nuestro planeta y garantizar un legado de supervivencia para las futuras generaciones.

La escuela es un lugar idóneo para que niños y niñas desarrollen su conciencia sobre el medio ambiente. Tener conciencia ambiental implica que los niños y las niñas conozcan el ambiente, lo cuiden, lo protejan y conserven. Es importante recordar que para que ellos puedan asimilar estos conceptos y desarrollar esa conciencia se requiere que puedan vivirlos a través de experiencias significativas y cotidianas.


jueves, 7 de febrero de 2019

Empatía Con La Desgracia Ajena

En México y Puerto Rico se han vivido situaciones trágicas, tristes y difíciles. Todos lo vimos en las noticias, redes sociales y en la conversación de la gran mayoría de las personas. Lo que hicimos diferente fue nuestra manera de reaccionar frente a un mismo acontecimiento.

Tal vez tú fuiste de los que rompieron en llanto al enterarse, los que elevaron una oración, el que se unió al equipo de voluntarios, o el que inició la colecta entre sus amigos y familia o tal vez fuiste el que pensó “qué exagerados los que lloran viendo las noticias” o “ya hice lo que podía”.

Cuando hablamos de nuestra reacción frente a la desgracia ajena, entran en juego muchos factores como la personalidad, sensibilidad, alguna experiencia previa asociada, vínculos sentimentales con quien está sufriendo y demás
.
Pero definitivamente lo que podemos hacer para ser más empáticos frente al dolor y el sufrimiento ajeno es ser respetuosos: respetar cómo la otra persona decide vivir ese suceso, cómo lo procesa y canaliza y cómo decide actuar. Aquí nadie hace más o menos, porque depende de la percepción de quien sólo está observando y de la percepción de quien está actuando.


Por ello sigamos poniendo en práctica la maravillosa habilidad de ser más empáticos a través del respeto. Respetando a quien en un momento de dolor decide guardar silencio, respetando a quien se quebranta, a quien grita de dolor o a quien solo quiere ser abrazado con amor.

El Sentido De Lo Correcto


Ahora que me observo, me acepto y me amo más, puedo entender mi tendencia primaria a calificar las cosas en blanco o negro,  todo o nada, correcto o incorrecto.

Siendo realistas, es más rápido y fácil calificar así. De niños, así es como aprendemos a hacerlo; pero cuando ya no somos niños, comprendemos que los seres humanos somos mucho más complejos y somos todo un simple “blanco o negro”.

Escuchando noticias o viendo películas, puedo comprender que, a través de la historia, se ha fomentado muchísimo esta forma de evaluar y procesar la información: exagerando la maldad o bondad en estereotipos.

Sin embargo, lejos de un pensamiento “dicotómico” que es rígido y extremo, blanco o negro, bueno o malo, lo que yo considero importante es que tengamos claro lo que es correcto o incorrecto, y no en términos externos, sino para mí, para cada uno de nosotros.

Ayer cuando escuchaba a Virginia Gawel en el tema “La vida feliz…y lo correcto”, todo se me hizo con mucho más sentido, porque ella decía que las personas realmente felices incluyen entre sus rasgos el ser correctos y que hacer lo correcto colabora con la felicidad personal, familiar y por ende global. Que lo correcto no son los mandatos que aprendemos o que nos quieren imponer, sino que existe, internamente “una moral y una ética que la sabemos desde el espíritu”.

Y se repiten una vez más los mismos temas:

Soy sincero y correcto al hablar. Doy mi palabra y la cumplo.
Hago negocios transparentes, que no dañen a terceros.
Soy honesto.
Soy responsable y respetuoso.
Tengo un trato noble con los animales, los niños y las personas.

No hay nada nuevo, ni temas futuristas o que no hayamos escuchado nunca. Esa verdad que proviene del espíritu, todos la conocemos, todos la sabemos.


Para hacer lo correcto, solo debemos quedarnos en silencio, escuchar lo que dice nuestra voz interior, abrazarla y aceptarla y no dejarla a un lado. Somos uno y nuestra verdad es la misma para todos.

No Morder El Anzuelo


¿Crees en esas declaraciones “reales” como “Adelgace hasta 50 libras bebiendo un batido para perder peso” o “Ventanas nuevas que reducirán sus costos de calefacción hasta un 50 por ciento”?
De acuerdo a la FTC, las compañías que están haciendo este tipo de declaraciones deberían tener pruebas que respalden los ahorros o las mejoras que la gente puede esperar cuando use sus productos. De lo contrario, podrían inducir a engaño a sus clientes.

Independientemente de que tengan o no la intención de engañarte, la mayoría de las compañías hacen declaraciones usando la expresión “hasta tantos dólares, libras o lo que fuera” para atraer tu atención y venderte sus productos. Algunos anunciantes destacan sus mejores resultados aunque solamente se apliquen a una pequeña cantidad de clientes. Esto significa que aunque compres el producto, es posible no logres obtener el mismo impactante beneficio o ahorro que el anunciante publica en el anuncio.  Y lo que es aún peor, hay algunos productos que se promocionan prometiendo una pérdida de peso fácil y rápida que pueden ser categóricamente peligrosos para tu salud.

Pues entonces, ¿cómo puedes evitar que te engañen con las declaraciones que dicen “hasta tantos dólares, libras o lo que fuera”?

Lee los anuncios y la letra chica. Los anunciantes tienden a ocultar la información sobre el tipo de ahorro que la gente puede realmente esperar en notas al pie en letra diminuta o en extensos bloques de texto. Las declaraciones como “sus resultados pueden variar” podrían ser un indicio de engaño.

Coloca la declaración bajo el microscopio. Busca detenidamente frases como “ahorre hasta” un cierto monto de dinero o “nuestro producto lo ayuda a” conseguir un fantástico beneficio, que modifican la promesa que atrajo tu atención en el título. Es un error dar por supuesto que todas las personas lograrán el resultado previsto para el mejor de los casos.

Ten cuidado con los testimonios de otros clientes o casos de estudio. Hazle muchas preguntas al vendedor. Insiste para que te entreguen la información comprobatoria, por ejemplo una prueba científica que respalde las declaraciones sobre los efectos de un producto para perder peso, o una prueba que demuestre que las nuevas ventanas realmente reducen los costos de calefacción y refrigeración. 

Infórmale a los vendedores algunos datos específicos – por ejemplo, cuántos años o cuánto material de aislamiento tiene tu casa – y pregunta cuáles son los resultados probables para alguien en tu situación.


Investiga por tu cuenta. Busca en internet para ver si aparecen quejas sobre una compañía o un producto que promete grandes resultados. Busca cadenas de comentarios sobre productos específicos para averiguar si realmente valen lo que cuestan.

Extravagante


Etimológicamente extravagancia significa que algo deambula, se mueve más allá de unos límites. Esto implica que existe otro límite, la supuesta normalidad de una situación.
Lo que nos parece aceptable, lógico y dentro del sentido común lo catalogamos de normal. Aquello que se presenta como raro y excéntrico decimos que es una extravagancia.

Una extravagancia origina inicialmente un cierto rechazo, ya que no estamos acostumbrados a ella. Si alguien lleva un zapato distinto del otro y camina por la calle con un biquini, es previsible que sea considerado un individuo extravagante. Si esa vestimenta se hiciera popular y poco a poco un mayor número de personas llevara este tipo de atuendo, llegaría un punto en que dejaría de ser raro y sería una moda. Este fenómeno es muy frecuente precisamente en el mundo de la moda, donde la extravagancia tiene un componente de originalidad, un toque de distinción. 

Algo muy semejante ocurre en relación con el arte, en el que las nuevas corrientes crean un debate social, unos aceptándolas como innovaciones creativas y otros censurándolas como una provocación. De alguna manera, la historia del arte es un recorrido en el que la novedad creativa se impone, luego se consolida hasta que otra novedad altera el orden establecido.

Mirando el pasado con perspectiva, se aprecia que la historia de la extravagancia ha tenido ejemplos muy curiosos. Cuando las mujeres empezaron a llevar pantalones, algunos decían que era una inmoralidad, algo impropio de la feminidad. Con el paso del tiempo, la rareza inicial se fue imponiendo y a día de hoy a nadie se le ocurre criticar a las mujeres por llevar pantalones. Hay una moraleja en este ejemplo histórico: no deberíamos rechazar algo porque parezca diferente.

Siguiendo con la idea de los límites entre lo conocido y lo desconocido o entre lo normal y lo raro, los astrónomos observan el universo y al hacerlo se han encontrado con una realidad, que hay planetas que están más allá de nuestro sistema solar, por lo que son denominados como exoplanetas. Al tener una composición química distinta y encontrarse a millones de años luz, se habla de la extravagancia planetaria, puesto que su estructura y situación es muy diferente a la que existe dentro de la Vía Láctea. Esta realidad astronómica lleva a pensar que es razonable admitir la posible existencia de seres extraterrestres. De hecho, cuando aparecen alienígenas en las películas, su aspecto es realmente extravagante.

El Parecer Ser

Hoy me gustaría hablarle sobre el dilema entre ser y parecer, el cual es muy habitual en las personas que gustan vivir de las apariencias. Lo primero que debemos decir es que para parecer hay que ser, es decir, el parecer se da en algo que previamente es y, por ende, ya tenemos que ser algo para poder parecer ser otra cosa. En las personas no hay un solo parecer sino que hay un ser con determinado grado de desarrollo y educación donde aparece un cierto parecer.

Me gustaría profundizar un poco más este tema. El ser del ser humano es el ser humano que es, es decir, es el ser que existe y, en tanto tal, es un ser llamado al desarrollo. El ser humano está en camino de desarrollo personal en la vida la cual es, de algún modo, un espacio temporal donde la persona va creciendo y desarrollándose. Gran parte de los desarrollos posibles del hombre están en sus manos. El parecer implica una apariencia, contrapuesto a un no-desarrollo. El que parece algo pero no lo es, justamente no es aquello que aparenta. El tema es que la persona humana tiene cierto grado de desarrollo ya alcanzado a lo largo de su vida pero tiene muchas posibilidades de desarrollo que aún no ha alcanzado y que cree que nunca va a alcanzar.

Con respecto al desarrollo personal y al amor a uno mismo ya tenido, uno no puede aparentar porque ya lo tiene pero uno puede parecer en aquello que no tiene. Hay un grado de desarrollo personal en la persona que ya está presente en la misma y, ese grado de desarrollo posible, en la medida de que no sea actual, puede ser aparentado. Entonces, podemos tener distintos grados de ser y de apariencia en la persona que estén combinados en la misma persona y que se manifiesten, por ejemplo, en nuestra adicción a los teléfonos móviles.


La idea de estas reflexiones es que cada uno pueda tomar su propia vida como modelo y como punto de reflexión, logrando alcanzar un significado para la propia vida, y no para fijarnos en los demás, ya que es lo que primero que nos sale como costumbre. Ahora bien, si reflexionamos sobre nosotros mismos, ¿por qué nos sale más fácil el parecer que el ser? Bueno, porque para parecer no hace falta ser eso que aparento entonces lo puedo simular, lo puedo teatralizar de forma inmediata, en otras palabras, el parecer es algo inmediato. 

En cambio, si yo quiero desarrollar genuinamente algo de mi esencia requeriría esfuerzo propio, sería algo mediato. El problema es el siguiente: ¿Por qué a veces nos contentamos con parecer, como si ese parecer fuera realmente un ser? En el ámbito del parecer, nos encontramos con un ámbito de simulaciones y actuaciones de la persona, montajes que hacemos frente a los demás y que tienen, en general, el rasgo de querer simular algo que no está tenido. 

El parecer, aunque lo simulemos, termina siendo un auto-engaño en el cual uno termina cayendo y, si uno se termina engañando por aquellas cosas que parece y las supone como tenidas, lo que no va a hacer nunca es recorrer el camino para tenerlas de verdad.

El Deber Ser

 El Deber Ser poco tiene que ver con las “Leyes” que conocemos en la actualidad, es decir, las leyes que han regido a las actuales sociedades capitalistas, estas son normas escritas, explicitas, que deben regir la actuación de una persona dentro de un colectivo social, so pena de castigo ante una trasgresión.

El Deber Ser, por el contrario, son normas, en algunos casos escritas, pero la mayoría de las veces, inculcadas de manera directa de padres a hijos, que conforman el conjunto de normas, la gran mayoría Morales, Éticas y Afectivas, por las que se debe regir un ser humano. Un ejemplo clásico de esto es el concepto de paternidad, todo ser humano al tomar la inmensa responsabilidad de la paternidad, debe tener en cuenta que sus prioridades en la vida, serán cambiadas drásticamente, con el advenimiento de este nuevo ser, el cual pasa a formar parte muy importante de su vida. 

Pero quien da estas normas, quien obliga a este cambio de prioridades, no son las leyes escritas de los hombres, estas apenas lo obligan a reconocerlo y pasar algo para su manutención, son los valores ancestrales de la humanidad, esos valores que nos han servido para seguir formando grupos, asociaciones, sociedades, esas normas no escritas que indican cual es el camino que uno debe tomar, el camino del amor, del afecto, de la familia, de la presencia, pero como estas normas no están escritas, ni tiene en mucho casos penalidades, ocurre que cuando estos valores no están muy arraigados en el futuro padre, es decir, desconoce o no le da la importancia que tiene el Deber Ser, comienza a privar en él, un sentimiento egoísta de individualismo y prefiere dejar a este nuevo ser, un poco o totalmente desguarnecido, con tal de no desmejorar o cambiar su vida o sus planes, es decir, se activa en el individuo el Ser.

De lo anterior inferimos que el Ser es individualismo, es en un concepto más ampliado de sociedad, el Capitalismo, ya que en estas sociedades se prima el éxito individual por sobre todas las cosas, si bien es cierto, que este éxito debe realizarse dentro del marco legal vigente para su país, no es menos cierto, que poco o nada importa los valores éticos y morales para este éxito. Un ejemplo claro es el de un alto ejecutivo de una empresa tecnológica que fabrica armamento químico, este individuo seguramente jamás ha matado a nadie y dentro de su trabajo cumple con todas las normas y además, dentro de su sociedad, con todas las leyes, pero me dirán Uds. cuál es la moral de un individuo, que trabaja en una empresa cuyo único fin es matar a seres humanos de una forma horrible.

Así mismo podemos definir el Deber Ser, es la base de una sociedad, donde el bien común prime ante el bien individual, una sociedad donde el éxito individual se logra solo sobre la base del éxito colectivo y en la justa medida, de las posibilidades del individuo, en pocas palabras, el Deber Ser es lo mismo que Socialismo. Aplicando el mismo ejemplo que use en el párrafo anterior, este ejecutivo dentro de una sociedad socialista, jamás trabajaría en una fábrica de armas químicas, porque estas jamás existirían en esta sociedad, seria seguramente un ejecutivo de la fábrica de armas defensivas, para la protección de su sociedad, seria además, un individuo activamente ligado a la fiscalización de la utilización de este armamento, solo usado en caso de verdadera necesidad de la defensa de su sociedad y no buscando la venta indiscriminada de estas armas por el mundo entero, con el único fin de su beneficio individual, importándole muy poco ser el factor principal de la muertes de muchos seres humanos. 

Este problema es realmente muy complejo y a llevado a grandes pensadores filosóficos de la historia a buscar su solución o en el mejor de los caso, a buscar el punto de equilibrio, entre ese impulso irracional del egoísmo humano, que tanto impulsa al Ser por sobre todo y esa capacidad de raciocinio que nos diferencia del resto de los seres vivos, que nos permite crear y nos obliga a obedecer ciertos parámetros, tanto éticos, como morales, en nuestras vidas, como lo es el Deber Ser.

Para David Hume, un gran filósofo y humanista, no hay conexión entre la razón y la moral, es decir, “el Deber Ser (Moral), nada tiene que ver con el Ser (Razón)” y lo cito, porque yo estoy en completo desacuerdo con esta sentencia, esta es una sentencia que le sirve a los filósofos modernos, para primar al capitalismo sobre el socialismo, para mí, es solo la razón la única que nos puede permitir lograr establecer parámetros claros de moral, que nos permitan lograr, que el Deber Ser supere siempre al Ser. Estos parámetros los tenemos que lograr nosotros mismos, a través de una educación moral y ética cabal y fundamental, pero para aquellos individuos, capaces de asimilar de manera voluntaria estos preceptos, aquellos serán los que deban regir los destinos de la sociedad y estos deberán encontrar mecanismos para hacer cumplir estos preceptos. 


Es aquí donde los gobiernos ejercen una clara función, en la asimilación de estos preceptos del Deber Ser, dentro de la sociedad y esto lo logran de dos maneras, la primera, con la modificación clara y concisa de la educación, sobre todo en los primeros niveles de la vida del individuo, es solo a través de la educación, que podremos inculcar en la psiquis del individuo, todos esos valores morales y éticos que deben conformar nuestro Deber Ser y lograr así, fácilmente, la tarea de generar nuevas mentes, ya preparadas a la nueva forma de vida que se quiere llevar adelante en nuestra sociedad. 

Por Complacer


Qué gran dilema, ¿no? Cuantas veces nos ponemos como metas las metas que el otro tiene para nosotros: mis padres, mi pareja, mis hijos, mis amigos, mis vecinos… ¿Debo ser complaciente con la imagen que el otro tiene de mí?

Las cadenas pueden ser muy pesadas en nuestras vidas… aunque sean cadenas invisibles.

Vivir de prestado
Una vez un amigo me contó que abandonaba todo lo que hasta ese momento constituía su manera de vivir. De pronto se había dado cuenta que había tratado de estar a la altura de las exigencias de los demás. Y así había elegido un estado de vida determinado y se había comportado en consecuencia. Por una circunstancia particular hizo click en su vida y decidió vivirla él “solo”, es decir, de acuerdo a lo que percibía como lo que su conciencia le pedía. Es uno de los tipos más inteligentes que he conocido en mi vida. Por eso me sorprendió lo que me estaba planteando. Hoy lo veo muy feliz con esa su determinación vital.

Cuanta gente que vive de la misma manera. La presión social los condiciona y prefieren contentar al otro antes que angustiarse con respuestas vivenciales que sean las contrarias a las que ellos elegirían. Y conste que no estoy diciendo que eligen obrar el mal. Estoy hablando de elegir entre dos cosas que son igualmente buenas y honestas.

Ser auténtico
Esta es la sed más importante de nuestro mundo actual. Pero… en nombre de la autenticidad se comenten muchas veces disparates. Es que la autenticidad no es hacer lo que me viene en ganas en este momento… todo lo contrario.


La autenticidad es la fidelidad al propio ser, no a la percepción que yo tengo de mí. Por eso la verdadera autenticidad nace de encontrar las raíces mismas de lo que soy. 

miércoles, 6 de febrero de 2019

Ilusión E Ideales

La ilusión y ganas de vivir se sienten de forma especial cuando estamos en compañía de personas agradables, cuando hacemos un trabajo interesante, cuando nos esforzamos o nos sacrificamos por lograr algo que anhelamos mucho o que valoramos demasiado.

Tal vez sea que estas actividades son necesarias para nuestra vida, un buen indicador es la satisfacción permanente que nos generan.

Por el contrario, cuando se vive en medio de críticas y juicios, cuando no se encuentra más que lo peor en lo que sucede, en las situaciones que vivimos y en las personas que nos rodean, cuando hay mentiras, robo y actitudes interesadas entonces somos terreno fértil para la tristeza, el desánimo, la desesperanza, la ansiedad y hasta la depresión. Pareciera que estas actividades son perjudiciales para nuestra rica y a la vez precaria naturaleza humana.

Para satisfacer nuestras necesidades nos planteamos metas que suelen ser, en principio, materiales, como comprar alimentos, servicios de salud, comprar un reloj, una prenda de vestir o un bien raíz. 

Otras metas incluyen tanto componentes materiales como bienes intangibles, como son la formación de un negocio, el estudiar una licenciatura, un posgrado o una especialidad o el entrenar para participar en alguna competencia o para lograr metas de salud o de rendimiento físico.

A veces sólo vemos lo inmediato y lo más visible, pero hay otras cosas valiosas que podemos ver si nos enfocamos y nos concentramos en ellas. Todos estamos familiarizados con la necesidad que tiene la sociedad de que seamos todos honestos, puntuales, respetuosos, confiables, sinceros, fuertes y trabajadores. Podemos decir que todo esto contribuye al bien de todos, al bien común. Admiramos y buscamos rodearnos de personas que tiene alguna o varias de estas cualidades, de estas virtudes. 

Son personas que han logrado hacer vida estos valores, es decir, que tienen ya la virtud. Si usted es una persona con estas cualidades, seguramente estará pensando en el esfuerzo que ha tenido que hacer a cada momento para seguir viviendo de esta manera y recordará cómo aprendió a vivir estas virtudes: con la exigencia y el ejemplo de sus padres o tratando de evitar los malos ejemplos que en sentido contrario le dieron otras personas, o por sí mismo dándose cuenta de lo muy conveniente que es actuar de esta manera. Estas actuaciones son necesarias para nuestra vida y por eso nos causan satisfacción y beneficios. Podemos hablar de ideales a los que conviene tender, que conviene luchar por alcanzarlos.

Muchas veces hemos visto de forma mecánica a los valores, o como una exigencia de alguien fuera de nosotros, pero en realidad los valores son ideales que nos llaman con la promesa de felicidad y realización personal con el simple hecho de dirigirnos a ellos con el esfuerzo y la lucha a cada momento, que requiere volver a levantarse en las derrotas. Así pues, vale la pena entrar conscientemente a las batallas por alcanzar nuestros ideales valiéndonos de nuestras decisiones, con nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones para movilizar todos los demás abundantes recursos internos y externos con los que contamos.

Los valores vistos como ideales se realizan siempre en el contexto de la vida humana, volviendo cada elemento de la vida otro ideal a alcanzar. Así, el trabajo digno, la familia alegre, el matrimonio unido y fiel, la amistad confiable, la comunidad en paz y el servicio desinteresado son de los ideales más altos que podemos proponernos porque como personas estamos llamados a beneficiar a otros (amar es buscar el bien del otro en cuanto otro, repite Tomás Melendo en la mayoría de sus libros) y en estos ámbitos es donde más lo podemos lograr.

Metas intermedias que podemos valorar y admirar para alcanzar ideales más altos son, por ejemplo, la bondad que hay en tantas personas que nos rodean, la amabilidad y empatía con la que las personas se pueden conducir, la sencillez, el agradecimiento, el saludar, la buena educación de otros o también la puntualidad y honestidad que la mayoría anhela y, sí, realiza.

Los ideales son caminos seguros, sendas rectas, vida para nosotros. Vivir con ideales implica dedicar la vida a ver lo que más valor tiene. Ejemplos de estos valores elevados son el buscar la alegría y el perdón, la fe, la paz y la unidad, la esperanza y la vida, el amor y la familia. Hay que buscar estos valores como ideales a alcanzar, como frutos a recoger producto de nuestro esfuerzo.


Lamer Las Heridas

Antes de lamer las heridas de los demás debemos sanarnos a nosotros mismos y convencernos de que debemos ser la prioridad en nuestras vidas. Solo así lograremos ser felices.

Lamer las heridas de los demás puede parecernos, en un primer momento, una locura. No obstante, son muchas las personas que lo hacen, quizás, sin darse cuenta.

Este hecho dice mucho de la persona que busca o atrae a todas aquellas que tienen algo que sanar.
Lamer las heridas de los demás puede parecernos, en un primer momento, una locura. No obstante, son muchas las personas que lo hacen, quizás, sin darse cuenta.

Este hecho dice mucho de la persona que busca o atrae a todas aquellas que tienen algo que sanar.
a respuesta se encuentra en la terrible carencia que se arrastra desde la infancia. Un vacío fruto de la ausencia o desvalorización de los padres. Se trata de una necesidad de cuidados no satisfecha que provoca que se vuelque en otros y que se sacrifique por ellos dándoles lo que un día le fue negado.

odos necesitamos ayuda en algún momento, porque todos tenemos lesiones que sanar. Por eso, lamer las heridas de los demás podría parecer positivo. No obstante, lo sano sería que alguien nos acompañara en el proceso, no que intentara curar nuestras heridas.

Lamer las heridas de los demás desgasta, hunde y destruye. Es una manera de autodestruirse mientras se llena un vacío de la peor de las maneras. 


La vida señala el camino correcto y no se cansará de hacérnoslo ver. ¿A qué estás esperando para empezar a recorrer ese nuevo sendero?

Dar Consuelo

¿Quién se atrevería decirle a un hombre que cayó al mar: ‘llámame si me necesitas’? o quién podría decir la misma frase cuando un amigo, hijo o hermano, está sin trabajo y con varios pendientes y deudas por resolver nos confiesa sus preocupaciones.

En medio de un pésimo momento, como puede ser enfrentarse a la muerte de un ser querido, a la separación definitiva de la pareja o la confirmación de un padecimiento, más allá de la cortesía o el deseo de transmitir comprensión, necesitamos de la ayuda y apoyo de otra persona, lo cual no se transmite con frases trilladas, que si bien pueden ser dichas con la mejor de las intenciones, están lejos de ser palabras que comprometan amor e interés.

Val Walker, autora del libro El arte de consolar, de Editorial Vergara, explica que: “¿Qué había en su presencia que te alentó, qué te hizo sentir más ligero? Pudo haber sido una sonrisa tranquilizadora o un abrazo. Pudieron haber sido cierto tipo de palabras o un acto generoso que fue más allá del ‘llamado del deber’… Una de las mejores maneras de entender cómo consolar verdaderamente, es revisar nuestros propios encuentros con el consuelo que otras personas nos brindaron y darnos cuenta de cómo nos consolaron”.

Cuando atravesamos una mala etapa, se necesita de ese momento cálido y seguro que te brinda platicar el dolor, las preocupaciones o angustias con alguien que no hará juicio sobre lo que sucede, y por el contrario, buscará la forma de hacer que te sientas acompañado y comprendido. Después del desahogo, hayan o no encontrado la solución inmediata, el alivio vendrá con la recompensa de estar en un estado de ánimo capaz de encontrar con claridad el paso siguiente.

Es fácil pensar que esos seres que brindan consuelo son únicos y excepcionales, sin embargo, no son dotes exclusivas de algunos privilegiados por lo que todos podemos aspirar a que nuestra presencia e intención de ayuda sea reconfortante.

La autora explica que hay un atributo en el que recae el basamento de todas las demás habilidades de consuelo: Estar presente y escuchar.

“Nuestras mejores virtudes y fuerzas humanas no serán efectivas sin la habilidad básica y subyacente de estar presentes con los otros. Podemos tener muy buenas intenciones, estar espiritualmente motivados, ser políticamente correctos, organizados e inteligentes o absolutamente agradables, pero si no traemos completamente presente nuestro ser en el momento de estar con los demás, perdemos la empatía hacia las necesidades, sentimientos y pistas de los demás”, explica.

La frase ‘estar ahí’ se refiere a estar de manera completa, sin distracciones, cuando el otro comparte el estado de su situación, así como generar empatía a fin de no sólo por medio de nuestra comunicación física y verbal hacerle saber que lo apoyamos y nos interesa su bienestar, también, ver el modo de encontrar las acciones que podemos nosotros emprender para cambiar de manera positiva el mal momento.

Sería imposible lograr esto si, mientras la persona que nos confía sus dolores o angustias, nosotros revisamos los mensajes del celular, miramos hacia el otro lado, pensamos en las cosas que hay por hacer o sencillamente, resolvemos todo con la multicitada frase ‘llámame si me necesitas’. Si estás al lado de alguien, sabrás qué necesita y la manera de ayudar, además, escucharás sin escatimar atención.


Si no hay mucho qué decir, estar en pleno silencio mientras el otro habla puede ser el momento cálido y seguro que necesita cualquier persona cuando lo único que busca no son ni frases trilladas, ni mucho menos expresiones que se dicen una y otra vez sin reflexión o convencimiento como ‘lo que no te mata, te hace más fuerte’, es ese maravilloso bálsamo para el dolor que se llama consuelo.

Ser Como Un Bálsamo


Lo primero que vamos a hacer antes de entrar de lleno en la definición de bálsamo es conocer su origen etimológico. En este caso podemos decir que es una palabra que deriva del griego, exactamente de “balsamon”, que era el nombre que se le daba a un árbol cuya resina tenía un aroma realmente agradable.

El concepto se utiliza para nombrar a la sustancia obtenida de algunos árboles que se caracteriza por su aroma.

Los bálsamos, apenas salen del árbol, presentan una tonalidad casi traslúcida y son líquidos. Cuando entran en contacto con la atmósfera, adquieren un color más oscuro y se espesan.

También se denomina bálsamo a las plantas de distintos grupos familiares que albergan este tipo de sustancias y a los medicamentos hechos con elementos aromáticos que se utilizan a modo de remedio.

Por lo general un bálsamo se compone de resina, éster, alcohol y ácido. De acuerdo a qué sustancia predomina en su composición, cambia su nivel de viscosidad y su color. Su uso más habitual es como aromatizante, aunque también se utilizan en ciertos rituales.

En el Antiguo Egipto, por ejemplo, era habitual que a las momias se les añadan bálsamos en el marco del desarrollo de la momificación. Por eso el proceso también se conoce como embalsamamiento.

El bálsamo de Judea, también llamado bálsamo de la Meca, es uno de los tantos bálsamos existentes. Se obtiene de la planta Commiphora gileadensis, presenta un color amarillento y se destaca por su olor intenso.

Dentro del ámbito cultural hay que destacar que existe un bálsamo muy conocido. Nos estamos refiriendo al bálsamo de Fierabrás. Un bálsamo milagroso y muy curativo que es mencionado en numerosas ocasiones por el personaje de Don Quijote en la novela del mismo nombre escrita por Miguel de Cervantes Saavedra.

Se trataba de un bálsamo capaz de curar todo tipo de heridas y de dolencias y tiene su origen en una figura legendaria. Nos estamos refiriendo al caballero de la época carolingia Fierabrás. Este era el hijo de un rey sarraceno que se convirtió al cristianismo y que, según la leyenda, encontró en Roma un bálsamo muy poderoso.

Decimos muy poderoso porque el mismo, que parece ser fue el empleado para llevar a cabo el embalsamado del cadáver de Jesucristo, contaba con unas propiedades milagrosas.

Don Quijote hace mención a ese brebaje, como hemos citado en varias ocasiones. En una de ellas llega a afirmar que sabe perfectamente cómo se consigue elaborar el mismo. Así, le relata a su fiel escudero Sancho Panza que se prepara a base de romero, vino, sal e incluso aceite. De ahí que le pida que lo elabore para curar las heridas que ha sufrido en un combate.


Cabe destacar que la noción de bálsamo también se emplea de modo simbólico para nombrar a un desahogo, paliativo o consuelo: Conseguir una victoria sería un bálsamo para nosotros”, “El dolor físico lo acompañará toda la vida, pero con la religión podemos ofrecerle un bálsamo espiritual”, “Haber descubierto lo que pasó con mi padre fue un bálsamo para mí”.