miércoles, 13 de febrero de 2019

Brillar Con Luz Propia

Aunque mucha gente crea lo contrario, no lo necesitas: no es necesario tener una pareja para brillar con luz propia. Porque tú ya llegaste al mundo con una estrella en tu interior, es la misma que te guía en noches de oscuridad y ella quien, cuando así lo quiere y si se da la oportunidad, elige salir a bailar con otra estrella igual de luminosa.

Decía Platón con gran sabiduría que “al contacto del amor todo el mundo se vuelve poeta”. De pronto, hallamos fortalezas donde las creíamos perdidas y el mundo, sin más, adquiere una pátina de luminoso esplendor. Este éxtasis emocional es algo que sin duda merece vivirse. Sin embargo, la pasión no es el único estado del que vive el ser humano. También se puede brillar en soledad, en ese estado de calma y satisfacción personal donde nada sobra y nada falta.

“Hay dos maneras de difundir la felicidad: ser la luz que brilla o el espejo que la refleja”
-Edith Wharton-

Una pareja puede darnos vitalidad, felicidad, sexualidad, ternura e intimidad. Sin embargo, y esto deberíamos tenerlo claro, al ser amado no se le puede utilizar como pócima mágica para sanar nuestras insatisfacciones vitales. Si tú no brillas por dentro, no puedes arrebatarle la luz a otra persona esperando que su energía valga para ambos. Valdrá durante un tiempo limitado, pero al poco, se irá apagando en un lento fenecer.

A día de hoy, muchos de nosotros vivimos aún encapsulados en ciertas ideas preconcebidas sobre un amor ideal que ha de llegar para apagar nuestras frustraciones. Sin embargo, las frustraciones no se apagan, ni se destruyen, ni escapan por el coladero de los sueños rotos, sino que se superan en primera persona.

En las relaciones afectivas suele suceder algo similar. Hay personas que tienen luz propia, son casi como auténticas “bombillas” en medio de la oscuridad. Son seres que pueden brillar porque gozan de plenitud personal, de una buena autoestima y de esa magia fascinante que resulta hipnótica para muchos. 

Es común que otros se sientan cautivados e inicien una relación esperando que esa calma y esa luz, alivie sus miedos, sus insatisfacciones y esos rincones privados de callada penumbra.

Queda claro, no obstante, que hay muchos tipos de relación de pareja. Hay quien se une para calmar anhelos, otros para disfrutar de la intimidad y hay quien busca una vinculación auténtica con la que construir un futuro. No hay pues un modelo perfecto de relación, pero sí relaciones que nos enriquecen o que nos empobrecen. Quien nos busca solo para quitarnos nuestra “luz” en provecho propio, para consolar sus tristezas o inseguridades conseguirá que vayamos perdiendo una por una todas nuestras fortalezas.

Poder Ver Y Mirar


En general los seres humanos tenemos una visión muy particular de la realidad: creemos que ocurren fenómenos afuera nuestro y que nosotros simplemente los percibimos tal como ocurren. Rara vez reflexionamos sobre “nuestra manera de mirar los fenómenos” o percibir.

El ejemplo del mito de la caverna de Platón, presente en La República, nos señala esto. Si lo recuerdan, Platón describió en su alegoría un espacio cavernoso en el cual se encuentran un grupo de hombres prisioneros desde su nacimiento por cadenas que les sujetan el cuello y las piernas de forma que únicamente pueden mirar hacia la pared del fondo de la caverna sin poder nunca girar la cabeza. 

Atrás de ellos se encuentra una hoguera y la entrada de la cueva que da al exterior. Por el pasillo del muro circulan hombres portando todo tipo de objetos cuyas sombras, gracias a la iluminación de la hoguera, se proyectan en la pared que los prisioneros pueden ver. Para los prisioneros, las sombras son la realidad, no pueden suponer que son simple reflejo de algo que acontece afuera. Platón lo llama “el mundo sensible” (lo inmediato, lo que alcanzan a percibir).


Para el Buda, nuestra vida en general es una ilusión y la mente cree que entiende la realidad apoyándose en los condicionamientos aprendidos desde nuestra infancia temprana (algo similar a la caverna). Pero el trabajo meditativo va des-condicionando estos procesos, des-armando estos filtros hasta que podemos ver las cosas tal cual son. 

Por eso el Buda alentaba a sus discípulos con la famosa frase: “acude y mira”, y se autodenominaba “el despierto”, aludiendo a nuestra somnolencia terrenal. Su mérito consistió en desarrollar un método para trascender esta limitación tan humana.

La Imaginación Creativa


La mayoría de las veces que se habla de imaginación se piensa en niños. No cabe duda que la imaginación en la etapa infantil es fundamental, pero no es menos importante en la edad adulta. Como elemento clave de la creatividad, la imaginación se convierte en una capacidad fundamental para tener algo que todos necesitamos en algún momento: ideas. 

Las ideas están detrás de todo tipo de creaciones, proyectos, planes y soluciones. Son las buenas ideas las que nos permiten resolver los problemas que se plantean en estas situaciones, las que nos permiten salvar los obstáculos que surgen por el camino. 

“Al mundo no lo mueve el dinero, lo mueven las ideas brillantes”
-Bernardo Stamateas-

Lo bueno de las ideas es que son como las plantas: de una pequeña semilla puede salir una flor, una planta o un árbol. Pero una semilla por sí misma no es nada si no la plantas. Y si quieres que brote tienes que sembrarla en condiciones óptimas. Esas condiciones dependen de cada semilla. Unas son más delicadas y otras nacen incluso en condiciones extremas. En cualquier caso, todas las plantas tienen el mismo principio: la plantación de una semilla.

Pero no todas las semillas brotan. Y de las que brotan no todas se desarrollan con la misma fuerza y vigor ni dan frutos igual de sabrosos. Todo depende de las condiciones a las que estén sometidas y de los cuidados que reciban. Algunas incluso darán lugar a nuevas semillas, algunas de las cuales podrán dar lugar a nuevas plantas en el futuro.

Con las ideas pasa igual. Tienes que sembrar muchas ideas para que algunas prosperen, incluso para que alguna llegue a ser una gran idea. Esas ideas que germinen y crezcan tendrán que ser alimentadas y cuidadas, incluso protegidas cuando venga el mal tiempo.

Así, como para recoger hay que sembrar, la clave está precisamente en dejar fluir las ideas. Pero, ¿cómo? Seguramente hayas experimentado que, cuanto más necesitas una idea y más te pones a ello más difícil es que surja algo interesante. Esto no es nada raro, sino que es lo normal. Tienes a tu cerebro tan ocupado pensando en pensar que no le dejas libre para que fluyan las ideas. Las ideas necesitan tener la pista libre para salir.

La imaginación no es solo una cosa de niños. Sin embargo, ellos mejor que nadie saben sacarle partido. ¿Por qué? Principalmente porque no le ponen trabas a sus pensamientos, porque se dejan llevar por las ideas que surgen y se dejan inspirar por cosas sencillas. Un niño es capaz de crear un imperio con dos cajas y tres palos (incluso con menos).


Como adultos podemos recuperar la capacidad de imaginar y de generar y desarrollar ideas. Da igual que no todas lleguen a algún sitio. Lo importante es el entrenamiento, porque eso es lo que te permitirá convertir una buena idea potencial en una gran idea. Cuantas más ideas tengas más posibilidades hay de dar con una de estas y más preparado estarás para gestionarla.

Crea Tus Opciones


Los seres humanos, frecuentemente, nos formulamos preguntas sobre nuestra existencia y el mundo que nos rodea, pues expresamos una tendencia innata a reflexionar y analizar nuestro ser y nuestro entorno. 
Algunas de estas incógnitas tienen una respuesta simple, pero otras no tanto, pues hay hechos que a la mente humana le cuesta entender. En ocasiones, además, el entorno es demasiado complejo y, por tanto, aventurarse a defender una verdad de manera radical puede no ser la mejor opción.
Piensa un momento en las diferentes tareas que hay en nuestra sociedad, y luego plantéate quiénes son los que las hacen. ¿Quiénes son los encargados de hacer avanzar la ciencia, por ejemplo? Las personas a las que se les da mejor esta tarea, ¿no? ¿Quiénes son los que viven de la música? Los mejores músicos. ¿Quiénes trabajan en los hospitales? Los mejores preparados para ello.
Puede que no estés totalmente de acuerdo con esta idea, y que pienses que no siempre son los mejores los que hacen cada tarea. En parte tienes razón, y esto es porqué la humanidad aún no ha aprendido a organizarse de forma óptima. Pero, en términos generales, sí que es cierto que los más capacitados son los que llevan a cabo cada tarea. Esta es la tendencia natural que sigue siempre la naturaleza.
En el caso del universo, este hecho aún es más claro. El universo sí que está perfectamente organizado, y los responsables de cada tarea siempre son los más adecuados para ella.
Así que, si tu tarea consiste en crear cosas nuevas para que el universo se enriquezca, es porqué esta tarea resuena perfectamente con tu esencia. La creatividad forma parte de ti y de  cada una de tus células, y por eso el universo te ha encargado la tarea de hacerlo avanzar.
¿Quieres saber quién eres? Eres un creador. Y no uno cualquiera. Eres un experto creador. De todas las almas que hay en el universo, tú formas parte de la élite creativa.
Si te lo miras desde este punto de vista, podrás comprender mejor el sentido de tu vida, i la importancia que tiene.
Habitualmente, nos valoramos en función de parámetros como la belleza física, la simpatía, el dinero o la profesión, y dado que la mayoría de la gente no destaca especialmente en ninguno de estos aspectos, nos consideramos mediocres. Creemos que un gran porcentaje de la humanidad, en el cual seguramente nos encontramos incluidos, no aporta nada de especial a la vida; que nada de lo que hacemos tiene mucho valor y que todo seguiría igual si no estuviéramos.

Pero esto no es cierto; ni para ti ni para nadie. Tú, como todo el mundo, tienes la capacidad de crear situaciones completamente nuevas en cada momento de la vida, y es aquí donde está tu valor como persona: tú eres valioso por tu creatividad. Si alguna vez has pensado que tu vida no tiene sentido, quítatelo de la cabeza: tú, al moverte y actuar en el día a día, contribuyes activamente al crecimiento del universo. Y esto tiene un valor incalculable.

Daños Colaterales

El concepto "daño colateral" fue agregado en tiempos recientes al vocabulario de las fuerzas militares para denotar los efectos no intencionales ni planeados de una acción armada. 

Calificar de "colaterales" los efectos destructivos de una intervención militar supone una desigualdad existente de derechos y oportunidades, ya que acepta a priori la distribución desigual de los costes que implica emprenderla. Sin embargo, es en el campo del análisis social donde el concepto adquiere las dimensiones más drásticas de la desigualdad: en nuestro mundo contemporáneo los pobres son privados de oportunidades y derechos y, de este modo, se convierten en los candidatos "naturales" al daño colateral de una economía y una política orientadas por el consumo. 

En los diferentes ensayos que componen este libro, Zygmunt Bauman -uno de los pensadores más audaces e influyentes de nuestro tiempo- explora la íntima afinidad e interacción entre el crecimiento de la desigualdad social y el aumento de los "daños colaterales", sus implicaciones y sus costes.

Cuando se sobrecarga un circuito eléctrico, la primera parte que se quema es el fusible. El fusible, un elemento incapaz de resistir el voltaje que soporta el resto de la instalación (de hecho, la parte menos resistente del circuito), fue insertado deliberadamente en la red: se derrite antes de que lo haga cualquier otra parte del sistema, en el preciso momento en que la corriente eléctrica sobrepasa el nivel seguro de tensión, y así interrumpe el funcionamiento del circuito entero junto con todas las unidades periféricas que se alimentan de él. Esto ocurre porque el fusible es un dispositivo de seguridad que protege otras partes de la red evitando que se quemen de forma definitiva e irreparable. 

Pero también significa que la operatividad y la duración del circuito entero -y en consecuencia, la electricidad que es capaz de absorber y el trabajo que es capaz de hacer- no pueden ser mayores que la resistencia de su fusible. Una vez que el fusible se quema, todo el circuito se detiene. 


Un puente no colapsa cuando la carga que sostiene supera la fuerza promedio de sus tramos; el puente colapsa mucho antes, cuando el peso de la carga sobrepasa la capacidad portante de uno de sus tramos: el más débil. La "capacidad de carga promedio" de las pilas y los estribos es una ficción estadística que tiene escaso o nulo impacto en la utilidad del puente, del mismo modo en que no se puede calcular cuánto peso resiste una cadena por la "fuerza promedio" de los eslabones. 

Calcular promedios, fiarse de ellos y usarlos de guía es la receta más segura para perder tanto el cargamento como la cadena que lo sostiene. No importa cuánta fuerza tienen en general los tramos, las pilas y los estribos: el tramo más débil es el que decide el destino del puente entero. 

martes, 12 de febrero de 2019

La Incertidumbre de Siempre

El cambio se produce cuando descubrimos que la clave está en aceptar que la incertidumbre siempre estará ahí, y que es necesario seguir adelante, que nuestra felicidad no dependa de elementos externos y aprovechar las circunstancias inesperadas para descubrir nuevas oportunidades que, tal vez, mejoren nuestras expectativas.
Desvincular la acción del resultado de la misma. Lo importante es hacer cada pequeña cosa lo mejor que podamos y olvidarnos de los resultados concretos de esa acción. La vida no deja de sorprendernos, y  es muy probable que las cosas ocurran de manera diferente a como lo habíamos planeado.
Aceptar las situaciones y orientar nuestras acciones hacia todo aquello que, desde nuestro ámbito de actuación, podemos gestionar. Aceptar, que no hay que confundir con resignarse, nos permite partir desde la serenidad y nos da fuerza interior al saber que vamos a poner todo el esfuerzo, energía, ilusión y hasta pasión en todo aquello que queremos y sabemos que podemos hacer y eso, a buen seguro, nos va a hacer sentir mejor.
Fluir en nuestro presente, siendo conscientes de sólo podemos actuar aquí y ahora, ya que sobre nuestro pasado no podemos hacer nada, y nuestro futuro es todavía incierto. Rumiar sobre lo que ya fue o anticiparnos a lo que será, no nos aporta nada positivo.

Trabajar a fondo la resiliencia, nuestra capacidad de adaptación a las circunstancias, y de afrontar la adversidad. A menudo ante la incertidumbre nos decimos que debemos ser fuertes,  pero no es la fortaleza la que más nos va a ayudar, sino nuestra resiliencia. Si lo comparamos con las propiedades de los materiales, un objeto fuerte y rígido, ante una presión va a partir mientras que un objeto elástico se va a adaptar. Esa es la diferencia importante.

Agnotología

El estudio de la ignorancia, es explorar lo que no sabemos y por qué no lo sabemos, qué es lo que mantiene viva la ignorancia en nuestra sociedad, cuáles son los factores que permiten que la ignorancia sea usada como instrumento político y social, entre otros aspectos relevantes al tema. La ignorancia tiene su historia, sus actores, así como una geografía política que ha sido determinante en los hechos y acciones que tienen al planeta en su estado actual.

Un ejemplo típico es la adicción al tabaco. Desde hace varias décadas ha existido una estrategia muy efectiva de la industria tabacalera, para que la sociedad no conozca a detalle los efectos del cigarrillo en la salud. Incluso uno de los lemas de la industria era: “La duda es nuestro producto”, sembrando incertidumbre cuando se publicaban resultados de investigación seria sobre el tema, cuestionando la metodología, los modelos conceptuales usados, la contundencia de los resultados, los conflictos de intereses de los autores, entre otros. Para no ir muy lejos, hubo una época en que los profesionales de la medicina ¡promocionaban el uso del cigarro! (Parekh, 2012). Recordemos también las escenas de tantos clásicos del cine en los que fumar un cigarrillo era símbolo de personalidad, valor, inteligencia, belleza física, sensualidad, etcétera. A pesar de los enormes esfuerzos que ha realizado la sociedad, el gobierno y los profesionales de la salud, la adicción al tabaco continúa cobrando un saldo enorme en morbilidad y mortalidad.

El modelo de la agnotología puede utilizarse de diversas maneras para reducir esta epidemia de ignorancia culturalmente inducida, una de ellas es en nuestras actividades educativas. Un interesante ejemplo fue reportado por Bedford, para enseñar a los estudiantes sobre la información distorsionada del cambio climático (Bedford, 2010). 

A pesar del abrumador consenso científico del calentamiento global, hemos sido testigos en los últimos tiempos de lo frágil que es la consciencia social sobre el tema, y lo manipulable que puede ser un sector importante de la sociedad (incluyendo estudiantes y maestros), sobre la solidez de las conclusiones de la investigación científica publicada. 

Uno de los factores más importantes que provocan la distorsión de la percepción social del calentamiento global es la información errónea difundida en medios de comunicaciones formales e informales, incluyendo las redes sociales. El estudio directo de esta información incorrecta es una oportunidad para los educadores y divulgadores de la ciencia, ya que utilizando el modelo de la agnotología pueden promoverse las habilidades de pensamiento crítico en los estudiantes, así como incrementar la consciencia social de los procesos de la generación y difusión del conocimiento científico, como el arbitraje por pares, y mejorar la comprensión de los fenómenos básicos que ocurren en nuestro planeta.

Creo firmemente que la situación actual, a pesar de lo deprimente que aparenta ser, es una oportunidad dorada para que todos los que consumimos información nos constituyamos en ‘agnotólogos’, y en nuestras experiencias docentes y de aprendizaje personal exploremos mejores maneras de abatir el fenómeno de la ignorancia culturalmente inducida. Tenemos que mejorar nuestra comprensión de cómo y por qué estas diversas formas de ignorancia permanecen (e incluso aumentan) en la sociedad moderna.

 La ignorancia no debe ser invisible.

Motivación Personal

Si hay algo que nos da motivación personal son nuestros objetivos. Cuando nuestros objetivos no son motivadores, no hay voluntad que valga, simplemente perdemos la motivación personal de ir detrás de ellos. Por esta razón es que nos concentramos en diseñar objetivos que nos motiven a ir hacia nuestras metas.

Podemos asegurar que si definimos bien lo que queremos, nada podrá interferir en nuestras metas. No hace falta voluntad, sino emoción. Pero entonces… ¿qué son y cómo definimos objetivos motivadores?

Anthony Robbins, una de las personas que más ha aportado al campo de la PNL y la motivación personal, sostiene que para alcanzar nuestras metas debemos apoyarnos en tres cimientos.

Nuestras metas deben generarnos emoción: Piensa en diferentes objetivos que tengas en tu vida, y si te tomas el tiempo suficiente, podrás ver que algunos de ellos, a pesar de desearlos hace mucho tiempo, no te generan sensaciones corporales. Sin embargo, cuando visualizas otros objetivos, seguramente notas que aparecen emociones intensas.

Si continúas focalizándote en ellos, si los describes con mayor precisión, si ves lo que verías al alcanzarlos, si escuchas lo que escucharías, incluso podrías sentir ahora mismo lo que sentirías una vez logrado.

Definitivamente las emociones mueven. Y para ir detrás de esas metas, necesitamos emociones, porque necesitamos movernos. Este es un cimiento fundamental, y una de las razones por las cuales muchas personas persiguen objetivos toda su vida sin lograrlo, porque no cuenta con la fuerza de la emoción.

Otro punto importante de este cimiento, es el siguiente: concéntrate en lo que quieres, ¡no en lo que no quieres! Es decir, el objetivo debe estar formulado en positivo para que nos genere motivación personal.

Pregúntale a una persona que quiere dejar de fumar, qué le mueve a hacerlo. La claridad de esa respuesta puede inducirte a determinar si esa persona lo logrará o no. A modo de ejemplo, una persona podría decir: “Solo quiero dejar de fumar” y otra afirmar “Quiero recuperar mi capacidad pulmonar”. No solo podrás notarlo en lo lingüístico, sino también en la forma en que lo dicen.
Recuerda entonces, concéntrate en lo que deseas, no en lo que no deseas. “Dejar el problema y pensar en la solución”, es otra forma de transmitir este concepto
.
Ya tenemos nuestro objetivo definido, sabemos que nos mueve la emoción, y entonces necesitamos hacernos de las herramientas para ir tras él. Tal vez tengas que ahorra dinero, planificar, capacitarte, observar lo que otros hacen, determinar posibles caminos y opciones, en definitiva, establecer el mapa que te guiará durante este camino. Este es el segundo cimiento. Saber cómo hacerlo.

El segundo cimiento, al contrario de lo que se cree, es el menos importante. Si realmente sientes motivación personal por tus objetivos, sabrás qué hacer y cómo hacerlo. Solo requiere un poco de planificación.

A veces necesitaremos un mentor, un guía, alguien que nos ayude. Debes contemplar esta posibilidad.
Este es el cimiento más importante de la motivación personal. Solemos adjudicar el hecho de no alcanzar nuestras metas a motivos económicos, a otras personas, a no contar con suficiente tiempo, y otras explicaciones que nos damos.


No obstante, las estadísticas y estudios realizados muestran que la mayor incidencia en el abandono de un objetivo responde a razones psicológicas. Y más específicamente, a conflictos internos.

Integridad


Con tanto ruido ético que vive el país, comparto algunas ideas acerca de la integridad. Alguna de ellas quizá le sonarán algo evidentes – si usted está del lado de los íntegros -, pero ojalá aporten en algo a quienes son aún reacios o nuevos al concepto…

 1.La integridad es la base de la imagen y la buena reputación. La imagen no es algo que se pueda crear artificialmente: responde a la realidad de nuestro comportamiento diario, el que además es cada vez es más visible por todos. Una buena reputación en clave para la vida, la marca personal y la carrera: abre toda clase de puertas y con ella tenemos la mitad del camino hacia la confianza ganada.

 2.La integridad genera confianza. Ser integro pasa por ser correcto, decente y serlo por igual en todos los ámbitos en los que nos movemos. Es decir, ser siempre uno mismo, sin dobleces ni contradicciones y además, coherentes con los valores que predicamos. La integridad – con valores que no cambian según la conveniencia o el interés del momento – es clave para ganar la confianza de los demás y poder influir en ellos, si es el caso. Y la confianza es la base de cualquier interacción humana. Sin confianza ninguna relación se da, ni se dará jamás.

 3.La integridad es hermana de la transparencia. La vida es más fácil cuando se vive con un sólo set de valores y no tenemos que recordar qué dijimos a cada quien. Es un desgaste inútil vivir varias vidas, ponerse máscaras, ocultar verdades, tener duplicidades, mentir o crear historias o excusas. Todo eso desgasta, roba energía y al final, igual, todo se sabe. Nada como vivir en paz y dormir con la conciencia tranquila – claro, eso vale para quien tiene conciencia.

 4.La integridad necesita humildad. Un potencial “riesgo” de la integridad es el ego que podría venir de sentirse de alguna manera “moralmente superior”. Debemos estar atentos a evitar la arrogancia, la intolerancia, la estrechez de mente o la inflexibilidad para aceptar otras perspectivas, estilos de vida o formas de pensar. Y eso es un reto.

 5.La integridad genera buenos contactos. La gente se junta con sus iguales y sabe reconocerse entre los demás. Así como el ladrón cree que todos son ladrones como él, la gente íntegra empatiza y gusta de navegar junta, hacer negocios y crear redes entre quienes pensar, recomendar, contratar, promover. Entonces, si trata de tener un grupo de referencia apropiado – y poderoso -, la integridad es una ventaja competitiva insustituible.


 La integridad genera respeto y admiración. Todos deseamos ser respetados y admirados por nuestros hijos, y ojalá subordinados, parejas, jefes, clientes y pares. Y nada como la integridad para inspirar ese respeto y admiración. Y es que ser integro no es fácil. Vivir de acuerdo a nuestros valores en cada acto y con cada decisión requiere carácter y disciplina y no siempre genera una “ganancia” inmediata o a corto plazo. Es más fácil cortar esquinas, buscar atajos o saltarse las reglas, pero las personas serias – las que cuentan – reconocen el valor intrínseco de quienes son íntegros y leales a sus valores, – lo que al final del día impacta muy positivamente en la calidad de vida y nivel de felicidad -. Y si, la integridad sigue “de moda” y lo estará siempre.

lunes, 11 de febrero de 2019

Administrar El Esfuerzo


Hace unos años leí por casualidad un artículo de Jorge Bucay y descubrí que al menos una persona en el mundo compartía mi visión acerca del esfuerzo, un término para mi muy sobrevalorado y que aplicado de manera continua no aporta resultados que tengan un gran valor. Él es más drástico que yo ya que le quita absolutamente todo el valor al esfuerzo. Para mi tiene un valor tener capacidad de esforzarse, siempre que sea en el sentido correcto y con la intensidad adecuada.

El esfuerzo, tal como yo lo entiendo, es la capacidad que uno tiene para obligarse a hacer algo que no le apetece ni le gusta en absoluto. La dedicación, en cambio, es la capacidad que tenemos para poner todas nuestras energías en algo que nos apasiona.

El mensaje que intento transmitir es: si tu trabajo supone un 80% esfuerzo y 20% dedicación, mejor que empieces a hacer esfuerzos por conseguir otro trabajo que invierta ese porcentaje, porque ni tu vas a estar bien ni tu trabajo va a tener la calidad que debería.

Cuando tu trabajo supone sobre todo una carga, hay varias opciones a elegir:
Seguir esforzándose en ir cada mañana a hacer que el día pase lo más rápido posible.
Intentar hacer que te acabe gustando tu trabajo.
Intentar cambiar de trabajo.

La mayor parte de la gente sigue la alternativa 1, porque ha costado mucho conseguir ese trabajo, porque supone un esfuerzo levantarse cada mañana para acudir a ese trabajo, y porque desde siempre nos han dicho que son las cosas conseguidas con esfuerzo las que tienen valor.

Y es una gran mentira. Pasar toda tu vida esforzándote no tiene ningún sentido. Pasar toda o casi toda tu vida dedicándote es una gozada. Las cosas conseguidas con dedicación son las que realmente tienen un gran valor.

Jorge Bucay pone un ejemplo con un cuento, como suele hace. Lo cuento resumido y con mis palabras:
CUENTA EL CASO DE UNA PERSONA QUE VA A COMPRARSE UNOS ZAPATOS Y PIDE UN NÚMERO 39. EL ENCARGADO LE DICE QUE POR LOS AÑOS DE EXPERIENCIA QUE TIENE PUEDE DECIRLE QUE SU NÚMERO ES UN 41, PERO ÉL INSISTE EN QUE QUIERE UN 39, PIDE UN CALZADOR, CON BASTANTE ESFUERZO LOGRA PONÉRSELOS, PAGA Y SE VA. CUANDO LLEGA A SU OFICINA SU COMPAÑERO LE VE SUFRIR Y LE PREGUNTA:
-SON LOS ZAPATOS, ME APRIETAN UNA BARBARIDAD.
-¿Y POR QUE NO TE COMPRAS UNOS MÁS GRANDES?
-MIRA, LLEVO UNA VIDA ABURRIDA EN UN TRABAJO ABURRIDO, Y TENGO MUY POCOS BUENOS MOMENTOS. ME MATAN ESTOS ZAPATOS, PERO DENTRO DE UNAS HORAS LLEGARÉ A CASA, Y EN CUANTO ME LOS QUITE ¿TE IMAGINAS QUE PLACER?

Y ese es uno de los motivos por el que necesitamos distracciones en el trabajo: no nos gusta lo que hacemos, supone un gran esfuerzo, y de vez en cuando necesitamos “quitarnos los zapatos” para sentir algo de placer. Cuando el placer lo sientes porque te gusta lo que estás haciendo y te estás dedicando a ello, no esforzándote en hacerlo, esa necesidad no aparece.

Volviendo a la realidad, un trabajo que suponga 100% dedicación no creo que exista. Cualquier trabajo tiene una parte que seguro que nos supone una carga y que no nos gusta hacer. Nuestra capacidad de esfuerzo, aparte de dedicarla a hacer de la mejor manera posible esa parte que no nos gusta, tenemos que enfocarla sobre todo a minimizar esa parte de nuestro trabajo o a conseguir que nos guste. Cuanto más reduzcamos esa parte, mayor será el valor que aportaremos en nuestro trabajo y mejor nos encontraremos cada día, entrando en un bucle que se realimenta, pues a medida que nos encontremos mejor, el trabajo que hagamos con dedicación lo haremos aún mejor.


En resumen: creo que es importante distinguir esos dos términos y trabajar para potenciar uno y reducir el otro. Una persona puede estar trabajando 12 horas diarias sin esfuerzo cuando lo que está haciendo realmente le apasiona. Otra persona puede estar trabajando 4 horas diarias haciendo un gran esfuerzo cada día. 

El esfuerzo hay que usarlo bien: hay que usar el esfuerzo para intentar salir de situaciones que nos suponen esfuerzo, no para perpetuarnos en ellas. Es en la dedicación donde hay que perpetuarse.

Los Caninos Y Sus Dueños


El cariño o amor que sentimos hacia nuestros compañeros caninos (y el que recibimos por su parte) tiene una razón de peso. Varios experimentos llevados a cabo por un equipo de científicos del departamento de Ciencia Animal y Biotecnología de la Universidad Azabu (Japón) han demostrado que la hormona del amor, la oxitocina, es la que, con la evolución de este animal junto a su mejor amigo, ha creado una conexión tan fuerte como la que se crea a nivel biológico entre padres e hijos. Así, el simple contacto visual entre el perro y su dueño fortalece sus vínculos afectivos, según concluye el estudio que recoge la revista Science.

 La oxitocina, esa sustancia química que actúa como neurotransmisor en el cerebro, no solo genera vínculos afectivos entre los seres humanos sino también entre otras especies, concretamente los perros. Para demostrarlo, los investigadores llevaron a cabo varios experimentos con 30 perros (15 hembras y 15 machos) de diferentes razas y edades, y sus dueños (24 mujeres y 6 hombres).

 En uno de ellos, perros y dueños fueron conducidos a una habitación donde permanecieron durante 30 minutos, registrando mientras los científicos sus interacciones. Los niveles de oxitocina de ambas especies (medido través de su orina) aumentaron tras el contacto visual prolongado. Así, cuanto más contacto visual habían tenido los dueños con sus perros, mayor fue el aumento en los niveles de esta hormona en el cerebro.

 “Cuando perro y dueño se miran, ambos muestran un aumento de la oxitocina”, afirma a Sinc Takefumi Kikusui, líder del estudio.

 Las conclusiones del estudio son claras: humanos y perros refuerzan sus vínculos biológicos en un circuito neuronal impulsado por la oxitocina, de la misma forma que se construye entre individuos de la misma familia. Y la forma de crear y reforzar este vínculo es sencilla y directa: una simple mirada recíproca.


Dichos Inoportunos


Pensar Antes De Hablar
Dichos Inoportunos
Con independencia del problema o conflicto en que te encuentres, hay que tener siempre presente una regla de oro básica: “Pensar antes de hablar”. Si no respetamos esta premisa, corremos el riesgo de incrementar la confrontación con nuestro interlocutor.

Esta regla consiste en no “reaccionar” sino “actuar”. Cuando reaccionamos, nuestras palabras son impulsivas, irreflexivas, y pueden molestar u ofender a nuestro interlocutor. En cambio, cuando actuamos, nos hemos tomado varios segundos para pensar lo que vamos a decir.

Esos seis, 8 o 10 segundos que nos demoramos en dar la respuesta nos permiten reflexionar sobre nuestra actitud: “Lo que voy a decir ahora va a mejorar o empeorar esta relación personal” y actuar en consecuencia.

Gran parte de los errores que cometemos en la vida son el resultado de “reaccionar sin pensar”. Aunque los segundos que invirtamos en buscar en nuestro cerebro la frase adecuada nos parezcan eternos, es esencial tomarse esta pausa.

No importa que ésta resulte extraña a los demás. Lo único que importa es no perder el control de las emociones negativas que nos embargan en esos momentos para no avivar la confrontación y evitar, si es posible, convertir a esos incómodos interlocutores en nuestros enemigos. 

Porque las situaciones difíciles, inesperadas -- o socialmente delicadas, como visitar a un amigo enfermo grave, asistir a un funeral, o hablar con un desconocido-- pueden surgir en cualquier ámbito… ¡Incluso provocadas por nosotros mismos!

El Baúl De Los Recuerdos


Qué memorizamos mejor? ¿Por qué olvidamos los últimos momentos antes de un accidente? ¿Todo lo que evocamos es real? La respuesta a todas estas preguntas está en el hipocampo, justo en la parte del cerebro donde las vivencias permanecen a la espera de ser recuperadas.

Como un filme diseñado por la mente donde las cosas importantes sobreviven al tiempo y las superfluas se distorsionan para desaparecer en el rodaje. Así trabaja la memoria, influenciada siempre por la emoción que nos despierta un hecho y bajo la atenta mirada del olvido, que en ocasiones aparece para molestar, y en otras, para aliviar al que sufre. Ambos encajan como piezas de un puzle para configurar la identidad y la historia de una vida que cada cual recupera como quiere y puede.

Los expertos calculan que se conoce solo el 10% del cerebro, el resto prácticamente se mantiene oculto. Pablo Martínez-Lage, coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencia de la Sociedad Española de Neurología, asegura que los médicos conocieron por sorpresa las partes del cerebro que participaban en la memoria cuando hace 40 años operaron a un chico que sufría crisis graves de epilepsia: "Habían probado toda clase de fármacos y cuando vieron que no daban resultado decidieron eliminar el foco epiléptico que se encontraba en los lóbulos temporales. H. M. [el paciente] se curó de su enfermedad, pero a partir de ese momento no pudo almacenar nuevos recuerdos ni recuperar las vivencias de los últimos dos años, aunque sí recordaba a la perfección lo anterior".

Esto permitió saber que la información que se envía al hipocampo se mantiene flotando en el circuito de la memoria hasta que el cerebro decide almacenarla. En algunos casos, como demostró la historia de H. M., esto puede durar hasta dos años, razón que explica que no pudiera evocar cosas que habían pasado en este tiempo.

El cerebro, según Martínez-Lage, madura durante los primeros 20 e incluso 30 años de nuestra vida; todo lo que se asimila antes de esa edad se hace sin esfuerzo, en palabras del neurólogo, pero a partir de los 40 a este órgano le cuesta más fijar en la memoria. La niñez es el periodo de la vida en el que se retiene más fácilmente, las enfermedades neuronales que afectan a la memoria por un accidente o un problema físico trasladan en numerosas ocasiones a los enfermos a su infancia porque los recuerdos son más sólidos. Esta vez la película se queda atascada en una escena que el aquejado revive una y otra vez.

Charo Figueres compartió con su madre el mismo capítulo cada día que duró su alzhéimer. Creía ser pequeña y preguntaba sin cesar por su hermano. La madre de Charo se miraba en el espejo y hablaba con "una señora mayor muy simpática" que aparecía reflejada. Recordaba y pedía salir al monte con la caña y confundía a su hija mayor con su madre, "la madre más guapa del mundo", repetía. Sus hijas piensan que su madre fue feliz aunque viviera todos los días la misma historia, un cuento que para ella era completamente nuevo y que Charo relata a la perfección nueve años después de la muerte de su progenitora.

La neuropsicóloga de la Asociación Nacional de Alzheimer, Virginia Silva, asemeja esta enfermedad con un virus que entra en el sistema de un ordenador y arrasa lo que encuentra dejando el disco duro vacío. "Lo peor de todo es que el enfermo pierde lo que es y lo que ha sido; la memoria es identidad, y si se esfuma, desaparecemos con ella", asegura Silva.

Otras de las reglas básicas de la neurología es que existe una estrecha relación entre los recuerdos más permanentes y sus significados emocionales

"El olvido en su forma habitual es benigno y ayuda a superar algunos traumas", asevera. Según esta neuropsicóloga, el cerebro puede borrar momentos terribles como son las violaciones o agresiones, inasumibles para los que las sufren, de tal forma que la persona no los recuerde nunca. Se trata de un recurso físico a un dolor emocional que no se puede aceptar.

Otra capacidad es la de memorizar elementos que no están relacionados a través de los hilos emocionales. Se ha comprobado que el primer elemento y el último de toda una serie son fácilmente retenidos, al igual que lo extraño o novedoso o lo que se repite de una forma lógica. Los neurólogos afirman que la memoria es una de las capacidades intelectuales más apreciadas, pero pocos dedican el tiempo a ejecutarla. "Ponemos nuestro cuerpo en forma, vamos al gimnasio y queremos llegar a la vejez en buen estado de salud, pero nunca pensamos que la memoria necesita el mismo tiempo y dedicación", asegura Silva.

Han surgido muchos científicos especializados en el estudio de la memoria desde que en 1870 el psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus decidiese abrir el camino de la investigación de la memoria. Sus herederos reconocen que existen tantas lagunas en las ciencias neurológicas como las que se producen en la operación neurocognitiva, objeto de estudio.

Martínez-Lage define dos líneas de actuación en este momento: la ciencia básica intenta conocer los cambios que se producen dentro de una neurona y entre neuronas cuando se fija un recuerdo. La neurociencia avanza hacia nuevas técnicas, como la resonancia magnética funcional, que mide la cantidad de sangre que se desplaza a la zona del cerebro en un proceso memorístico. Así los expertos pueden saber qué áreas se activan y en qué momento. Martínez-Lage forma parte de la Fundación Cita Alzheimer, que investiga las ventajas de estas técnicas para conocer cómo comienzan a alterarse las áreas cerebrales cuando aparecen los primeros síntomas de esta enfermedad: "Si estudiamos a las personas 10 años antes de que aparezca el problema, podremos ver los esfuerzos de este órgano por compensar las pérdidas de memoria y así podremos estimular este proceso de compensación".

Las películas que crea el cerebro humano tienen elipsis voluntarias y forzadas, se atascan en un punto y a veces vuelven a su inicio. Son fotogramas que unidos en cadena dan forma a una historia inacabada que suma cada minuto vivencias a cambio de renunciar a otras. La memoria es un cajón de sastre que espera un sentido que solo el dueño puede ofrecer. 

En sus emociones está el poder de decidir qué recuerdos quiere conservar a la espera de que ningún virus informático entre en su sistema y arrase con lo que es y lo que fue.

Sarna Con Gusto No Pica





La sarna, según nuestra amiga la Real Academia de la Lengua Española, es una afección cutánea contagiosa provocada por un ácaro o arador, que excava túneles bajo la piel, produciendo enrojecimiento, tumefacción y un intenso prurito (picor).

Y bien, aunque no hace falta que nadie tenga ese problema en la piel para que usemos esta expresión, la sarna en la piel sería el equivalente a cualquier cosa molesta que nos pase en nuestra vida: tener que madrugar, tenerse que levantar 5 veces en una noche, volar en un avión durante 10 horas seguidas… a cada uno le puede molestar una cosa distinta, pero en general todos los ejemplos anteriores son situaciones no suelen agradar a nadie.

Pero pensemos ahora que el hecho de tener que madrugar es para ir a ver a alguien que hace mucho tiempo que no vemos y que nos hace mucha ilusión volver a ver. En ese caso, no nos molestará tanto madrugar como podría parecer en un principio. De la misma forma, pensemos que cuando nos tenemos que levantar 5 veces por la noche es para dar de comer o para darle un beso a un hijo pequeño. Entonces, la molestia tampoco es tan grave, ¿no?. Y supongamos que las 10 horas de vuelo son para llegar a un destino al que hemos soñado viajar durante toda nuestra vida. Merece la pena el esfuerzo, ¿verdad?

Pues bien, para todas esas cosas que en principio son molestas pero que los beneficios que llevan detrás son favorables o interesantes para nosotros, se creó la expresión de hoy: sarna con gusto no pica. Porque una molestia si nos resulta placentera, deja de ser una molestia.

Límites De La Razón


Filosofía
Límites De La Razón
Según Kant, la razón humana tiene el destino de hallarse anclada a cuestiones que no puede rechazar por pertenecer a la misma naturaleza que ella, pero que a la vez tampoco puede responder, por sobrepasar éstas todas sus facultades. En tal caso, nuestra interpretación última de la realidad está ligada al modo en que las estructuras mentales asimiladas durante la niñez filtran los hechos de la vida y los conjugan para crear un preconcepto de las cosas. Es decir que no necesariamente percibimos la realidad de manera objetiva, sino como el resultado de comparar nuestras ideas con nuestras percepciones.

Todo lo que sabemos deviene tanto de la experiencia como de las imágenes mentales que hemos construido de lo desconocido. Pero, ¿qué sucede con aquello que no podemos percibir? ¿Cómo puede cualquier objeto no evidenciable abandonar el plano mental y extrapolarse como parte de la realidad? Evidentemente, no puede hacerlo. La intuición sólo puede guiarnos a la subjetividad y distorsionar la comprensión del mundo. De hecho, no hay forma de intuir la realidad, más bien es necesario que las ideas de las cosas se refieran a éstas con una relación determinada por la razón.

Kant estaba en lo cierto, la razón no puede, por sí misma, darnos luces acerca de las cosas que están más allá de sus capacidades. Fuera de los límites de la experiencia sensible, el entendimiento se torna obsoleto, ya que la posibilidad de la experiencia define al conocimiento objetivo. 

Aquello que no tiene presencia alguna, que no es, sencillamente no puede ser objeto de conocimiento, ya que se encuentra al margen de lo cognoscible, del entendimiento mismo. Sin embargo, y a pesar que la razón misma es inútil en este campo, los métodos deductivos con que contamos para obtener el conocimiento al respecto de lo no evidenciable, son consecuencia directa del ejercicio racional, y de tales métodos nos hemos valido históricamente para sobresalir como especie.

Pensémoslo, si fuésemos seres estrictamente racionales, pero sin la capacidad para poner en práctica los mecanismos que nos permiten racionalizar aquello que escapa a nuestro espectro de experimentación, estaríamos inmersos en un ciclo de teorización constante, sin llegar nunca a obtener un verdadero conocimiento del mundo. 

Así, hemos desarrollado sistemas filosóficos que nos permiten especular racionalmente, divagar de manera coherente al respecto de lo que no podemos percibir a través de nuestros sentidos.
“Los pensamientos sin contenido son vacíos; las intuiciones sin conceptos son ciegas.
Sin sensibilidad nada nos sería dado, y sin entendimiento, nada sería pensado.”
Immanuel Kant en la Crítica de la razón pura

Según Kant, la razón humana tiene el destino de hallarse anclada a cuestiones que no puede rechazar por pertenecer a la misma naturaleza que ella, pero que a la vez tampoco puede responder, por sobrepasar éstas todas sus facultades. En tal caso, nuestra interpretación última de la realidad está ligada al modo en que las estructuras mentales asimiladas durante la niñez filtran los hechos de la vida y los conjugan para crear un preconcepto de las cosas. Es decir que no necesariamente percibimos la realidad de manera objetiva, sino como el resultado de comparar nuestras ideas con nuestras percepciones.

Todo lo que sabemos deviene tanto de la experiencia como de las imágenes mentales que hemos construido de lo desconocido. Pero, ¿qué sucede con aquello que no podemos percibir? ¿Cómo puede cualquier objeto no evidenciable abandonar el plano mental y extrapolarse como parte de la realidad? 

Evidentemente, no puede hacerlo. La intuición sólo puede guiarnos a la subjetividad y distorsionar la comprensión del mundo. De hecho, no hay forma de intuir la realidad, más bien es necesario que las ideas de las cosas se refieran a éstas con una relación determinada por la razón.

Kant estaba en lo cierto, la razón no puede, por sí misma, darnos luces acerca de las cosas que están más allá de sus capacidades. Fuera de los límites de la experiencia sensible, el entendimiento se torna obsoleto, ya que la posibilidad de la experiencia define al conocimiento objetivo. Aquello que no tiene presencia alguna, que no es, sencillamente no puede ser objeto de conocimiento, ya que se encuentra al margen de lo cognoscible, del entendimiento mismo. Sin embargo, y a pesar que la razón misma es inútil en este campo, los métodos deductivos con que contamos para obtener el conocimiento al respecto de lo no evidenciable, son consecuencia directa del ejercicio racional, y de tales métodos nos hemos valido históricamente para sobresalir como especie.

Pensémoslo, si fuésemos seres estrictamente racionales, pero sin la capacidad para poner en práctica los mecanismos que nos permiten racionalizar aquello que escapa a nuestro espectro de experimentación, estaríamos inmersos en un ciclo de teorización constante, sin llegar nunca a obtener un verdadero conocimiento del mundo. Así, hemos desarrollado sistemas filosóficos que nos permiten especular racionalmente, divagar de manera coherente al respecto de lo que no podemos percibir a través de nuestros sentidos.

“Los pensamientos sin contenido son vacíos; las intuiciones sin conceptos son ciegas. 
Sin sensibilidad nada nos sería dado, y sin entendimiento, nada sería pensado.”

Immanuel Kant en la Crítica de la razón pura

Los Imponderables Del Factor Humano


La suspensión de 17.000 vuelos comerciales en Europa a causa de una potentísima erupción en la volcánica Islandia; la sacudida sísmica el mismo día que ha causado centenares de muertes en el abrupto espacio suroccidental de China, entre las estribaciones del Himalaya, y un devastador ciclón que en idéntica fecha ha sacudido la India; o, en el más reciente pasado, los terremotos de Chile y Haití, son fenómenos catastróficos de la Naturaleza que ponen de manifiesto la dificultad extrema, casi la imposibilidad, de actuaciones de respuesta satisfactoriamente eficientes por parte del hombre –tanto en la reacción propiamente dicha como en el de la previsión– para paliar de manera significativa los efectos de esos fenómenos, conceptuados todos ellos como catástrofes naturales.

No es un problema simplemente teórico el que se plantea, puesto que la disponibilidad de recursos económicos y capacidades técnicas determinan que la cuantía de los daños, en vidas humanas y destrozos materiales, depende de cómo sea en términos de desarrollo el país de que se trate.

De ahí el Haití literalmente destrozado o el Japón prácticamente ileso al cabo de las constantes temblores que padece tras los criterios de prevención que orientaron ingeniería de obras públicas y arquitectura urbana después de la catástrofe sísmica de los años 20 del pasado siglo. Poco más cabe hacer en ese orden y después de lo hecho y practicado por los japoneses.

A partir de determinadas magnitudes en los desafíos de la Naturaleza, la impotencia del hombre es manifiesta. Ello no sólo obliga a la aceptación de una cierta fatalidad, sino que, al propio tiempo, orienta sobre qué cabe hacer ante fenómenos cuyo desencadenante resultan manifiestamente independientes de la actuación del hombre respecto del medio natural, más allá de la probada capacidad humana para deteriorarlo, en propio perjuicio.

Ahora bien, lo que sí queda enteramente en la mano del hombre es la posibilidad de no padecer más daño que el causado autónomamente por la Naturaleza, al no dilapidar recursos en fantasías contra las dinámicas solares ni al renunciar a posibilidades que la Naturaleza ofrece. Sin su miseria, Haití habría padecido menos el daño sísmico. 

Los comportamientos del medio son imponderables; pero no los del hombre.


Indicadores de ternura


Quizás el primer indicador de ternura en la relación sea la veracidad. No hay ternura sin verdad. Lo que pudiera haber sabría a niñería, si es que algún sabor tuviera. La ternura, en cambio, es sincera, es veraz, es modo auténtico de expresión de lo que habita en el corazón.

La ternura se vive con libertad. La expresión blanda, pero forzada, es dura. La expresión cordial, pero autoimpuesta, no es sincera. La ternura se vive y se expresa con libertad. Por eso encuentra caminos de comunicación que parecería que le son más propios de la relación íntima o de la relación con los niños, como es la caricia, el contacto visual, el tono de voz entrañable y envolvente, el ritmo de la voz sosegado.

La ternura, efectivamente, se expresa por encima de la racionalidad intelectiva. Va acompasada de una racionalidad distinta, la de los sentimientos, la del corazón, la que desea comunicar firmemente la proximidad y la comprensión en la debilidad ajena. La ternura con el enfermo implica auténtica empatía con el mundo de sus significados, con la comprensión de los sentimientos que le habitan.

La ternura se expresa con naturalidad. Acariciar la mano, la frente, la mejilla, de una persona que muere es un gesto tierno de comunicación afectuosa y de apoyo en la fragilidad. Apretar la mano, 
sostener la mirada en los ojos –sí, sostenerla-, desencadena blandura y sonrisa incluso en quien está aplastado por el sufrimiento o por el dolor, genera agradecimiento y gracia, provoca encuentro.
La ternura se expresa con armonía entre los diferentes elementos de comunicación. 

No hay contradicción entre unos y otros. En efecto, armonía es un término auditivo que hace referencia a un sonido que se complejiza enriqueciéndose cada vez más y, permitiendo un sin número de matices que dan riqueza y gozo sensorial y espiritual. En un nivel sensible, está próxima a la suavidad. A nivel psicológico algo se realiza con suavidad y ternura cuando  se nota que es una manera de ser y se efectúa de modo sencillo, no forzado, ni estridente, sino que se percibe que es algo natural. 

A nivel de compromiso, la ternura se manifiesta como un modo de hacer que brota del propio pozo y genera bien, contagia humanidad y provoca comunidad y comunión, implica atención y preocupación por el otro, y búsqueda generosa de la paz y de la justicia.


La Necesidad De Competir


Cuando uno empieza a correr lo hace por diferentes motivos. Lo común es empezar a correr para cuidarse, como hábito saludable, para perder esos kilos de más... Mucha gente corre para estirar las piernas y liberarse del estrés acumulado en el trabajo, en clase o con los niños. Otros corren para divertirse y hacer algo de deporte. Pero sea cual sea el motivo, un día nos fijamos en el cartel de una carrera popular y nos preguntamos ¿y por qué no?

Ya llevas una temporada corriendo, te has hecho a la rutina de salir y hacer tus rodajes. Más de una vez has mirado tu reloj para ver en cuanto tiempo realizas la misma distancia de siempre.  Has experimentado el momento en el que alguien, aparentemente en peor forma física que tú, ha pasado por tu lado y te ha adelantado, sintiendo el arrebato intenso de apretar el ritmo y alcanzarle. Eres consciente de que vas mejorado tu rendimiento y vas por el buen camino. Entonces es cuando empieza a picarte el gusanito. 

Así que llega un buen día en el que esa carrera popular que no entraba en tus planes te hace comer mejor, llevar una dieta saludable, hacer buenos estiramientos, mantenerte hidratado y dormir bien. La idea de poner aprueba tu distancia actual hace que tu cabeza establezca un claro objetivo y se proponga superarlo.

Esa necesidad de competir se impone para poner a prueba nuestros propios límites, elevar los estándares de lo fijado, batir a un rival, clasificarnos para una competición superior... básicamente participar en la carrera nos proporciona un surtido interminable de probarnos a nosotros mismos física, mental y emocionalmente. 

Y esa sensación, irremediablemente, nos hace comprobar que somos capaces de llegar a la meta y sentir que hemos sido capaces. 


Si estas empezando a correr y aún no te ha pasado, tranquilo, pronto te unirás al club de los competidores.

Límites Mentales


Es increíble la cantidad de límites que los seres humanos tenemos en nuestra mente y, en la mayoría de las veces, son límites impuestos por nosotros mismos.
Los límites son barreras, demarcaciones, líneas, muros, paredes, obstáculos insalvables que nos restringen y que, aunque no son reales, tienen un poder incalculable en la mente de los seres humanos que les impiden actuar con fluidez en muchos aspectos de su vida.
¿De dónde salen?, ¿quién los define?, ¿por qué se dan dichos límites? Estos tienen muchas causas pero tienen que ver con los pensamientos y las percepciones que cada persona tiene de sí misma y de sus capacidades, más que de las circunstancias externas o el entorno que lo rodea, porque los pensamientos son los que nos definen.
La mente ejerce un enorme poder sobre nosotros porque es la que nos define como personas diciéndonos lo que somos, aunque a veces lo que nos dice no sea verdad. ¿Por qué? Porque ella nos puede estar mintiendo haciéndonos creer que somos algo que en realidad no somos. Sin embargo, esa percepción es la que nuestra mente ha aprendido y es la que nos enseña sin importar si es verdad o no, porque ella también puede haber sido engañada.
En otras palabras, la mente puede ser condicionada a ciertos conceptos, ideas y comportamientos limitantes aprendidos a través de nuestra vida y de nuestras malas experiencias que nos marcan de una manera desfavorable, haciéndonos creer que somos incapaces para alcanzar ciertas tareas o destrezas.
Una vez que estos conceptos limitantes se aprenden son reforzados por nuestra mente hasta convertirse en una verdad irrefutable que nos define y que nos dice a diario “tú no puedes” o “eso es imposible” o “no lo vas a lograr”, haciendo que en verdad sea imposible para nosotros alcanzar lo que queremos. Sin embargo, como son aprendidos pueden ser también cambiados y reemplazados por conceptos positivos.
Aunque no es tarea fácil, estas percepciones o conceptos negativos pueden cambiarse si lo hacemos con mucha consistencia, determinación y perseverancia porque se trata de cambiar malos hábitos por buenos. Recuerde que no es lo mismo escribir sobre un plano vacío, a tener que borrar algo y reescribir sobre él.
Sin embargo, es posible superar esos límites que entorpecen nuestro crecimiento, reforzando la confianza en nosotros mismos y permitiendo desarrollar firmemente ese grande y maravilloso potencial con el que hemos sido creados todos. A continuación, un texto de Gary Ryan Blair, escritor, motivador y conferencista establecido en la Florida quien nos enseña a ir más allá de nuestras limitaciones:
¡Piensa en grande!
“Conseguimos lo que creemos que tenemos la habilidad de conseguir. Levanta la barra, aumenta la apuesta, estírate, ve por más, ¡cava más profundo!
Nos traicionamos volando demasiado a ras del suelo, no nos permitimos atrevernos a nuevas alturas. Enfócate en tus posibilidades, no en tus limitaciones. Atreverse a nuevas alturas significa empujar hasta superar tus límites mentales. Explora tu mente en busca de virus y deshazte de ellos.
Si cambias tu manera de pensar, puedes multiplicar tu rendimiento. Permite a tus deseos guiarte, más que a tus miedos. En lugar de discutir sobre tus limitaciones, encuentra las formas de apoyar tu verdadero potencial. Declárale la guerra a tus límites actuales. No te permitas limitarte en forma alguna.

¡Date el permiso de soñar, de arriesgarte, de decir SI en lugar de no! ¡Tú puedes hacer más, mucho más! ¡Di sí!"

domingo, 10 de febrero de 2019

Amor Por La Libertad


Muchas personas nacen libres y se vuelven esclavas. Son esclavas de sus apegos y sus odios, de su ofuscación y sus estrechos puntos de vista, de la burda máscara de su personalidad y del ego desmesurado, de viejos patrones y clichés socio-culturales, de creencias y esquemas fosilizados.

De ese modo, el instinto más genuino, el de libertad, puede quedar sofocado y no es posible alcanzar la independencia de la mente ni des identificarse del que uno no es para poder así ser uno mismo. 

Tanto se identifica uno con los “ropajes”, que se va apartando del propio centro y se pierde en imitar a los otros o en descripciones ajenas sobre uno mismo o en la necesidad de estar a la altura de lo que los otros quieren o del propio yo idealizado. Al final uno deja de ser uno mismo y vive en base a las intenciones, creencias, deseos y sueños de los demás. Igual que está el instinto de la libertad, también está el del borreguismo y uno corre el riesgo de convertirse en una mala copia o comparsa de esta sociedad en cuyos “valores” ninguna persona medio lúcida puede creer. 
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Hay que detenerse y escucharse a sí mismo, no a través de la mente vieja, saturada de acumulaciones y enrigidecida como un poste, sino a través de la mente nueva, que a cada instante florece, que está limpia de adoctrinamientos, ideas impuestas, códigos e influencias externas. Por eso la meditación invita a replegarnos sobre nosotros mismos para sentirnos más allá de las apariencias y de la mente cristalizada, en busca de esa mente nueva y sin heridas, que desprende el aroma de la libertad.

 Durante la práctica de la meditación se trata de desconectar de todo para conectar con uno mismo.

No con el que creemos que somos, no con el que nos han dicho que somos o tenemos que ser, sino con él que realmente somos
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Un pájaro es el símbolo de la libertad. Él no tiene que meditar, porque siempre está en meditación, viviendo cada instante y fundiéndose plena y silenciosamente con la brisa, sin dejarse arrebatar ni por el pasado ni por el futuro. Su vida no es fácil, claro que no, pero es vida, porque es LIBERTAD.