He tenido una muy grata noticia
en la cual me informaron que ha nacido Lucas, un hermoso niño, sano y fuerte
que con su presencia pone un lazo de amor y ternura que adquiere un eterno
compromiso que les unirá por siempre en esta maravillosa experiencia de la
creación.
Aquí, desde la distancia, quiero
expresar lo que se siente en el interior de nuestro ser e intentar esbozar un
comentario desde la óptica de nuestras vivencias, vivencias que permanecen
aferradas como esculpidas a cincel en ese lugar de la memoria donde se atesoran
los recuerdos más cercanos a nuestro corazón.
Es entonces en que aparecen las
imágenes muy sentidas de nuestros orígenes donde volvemos a reencontrarnos con
nuestros seres queridos y regocijarnos juntos en el recuerdo, es así que las
ventanas de mis ojos se abren de par en par, iluminando en su retrospectiva la
presencia de mis tíos, a quienes llamaré Lito y Blanca, la de mi primo Pancho,
más hermano mío que primo, mi prima Norma, su abuela, madre de Ivana mi
queridísima sobrina, madre de Lucas, cuya imagen congelada en mi mente en los
días de su niñez, correteando por el patio de su casa, allá en el empalme, en
compañía de mis hijos.
Mi alegría es tan sentida como espontánea
este niño ha venido al mundo y trajo consigo un bagaje de recuerdos que son su
linaje, una herencia muy noble que sin duda le serán de mucho provecho cuando
sus padres le hablen de sus orígenes, ah… me olvidaba, también ha de saber que
tiene un tío abuelo que es quién escribe un tanto a los brochazos esta nota,
cuando crezca y se entere podrá percibir la sinceridad de tales expresiones,
quizás, o tal vez sin quizás, se pueda percibir que corre en nuestras venas la
sangre de vascos un tanto porfiados, en mi caso, todavía mantengo, pienso yo,
alguna pizca de cordura que confunde y puede sugerir que camino por un pretil
al borde de lo brillante y la locura.
Bienvenido Lucas, esto es sólo
una “muestra” de parte de tu familia
Hugo W Arostegui
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