En estos días hemos publicado
algunos artículos, de esos que nos gusta compartir con todos aquellos que de
alguna manera son destinatarios de nuestras inquietudes.
Cuando nos ponemos a delinear
alguno de nuestros temas lo hacemos recurriendo a las imágenes que deambulan
por nuestra mente, las cuales, una vez que las convocamos, pareciera que están
deseosas de participar ayudándonos a
rememorar las instancias que nos motivan a darle forma y sustancia a todos esos
sentimientos que nos embargan e impulsan a la expresión escrita.
La pregunta que más de una vez
nos hemos hecho es ¿por qué lo hacemos? ¿Qué fuerza es la que nos impulsa a
sentarnos ante un tecleado de un note book cada día? En respuesta a éstas interrogantes la única
plausible es no responder lo que no tiene respuesta, es evidente que lo que nos
impulsa, no responde a la razón, son nuestros sentimientos los que asumen el
comando de nuestras acciones y si exponemos lo que exponemos es en una
implícita respuesta a las emociones que anidadas en nuestro pecho insisten en
manifestarse.
Es posible que las razones del
intelecto cedan su paso a las emociones y vivencias del corazón en una clara
expresión de la necesidad que todos tenemos de intentar compartir lo que
consideramos como muy valioso y que merece por su trascendencia llegar a quienes
quieran y puedan apreciarlos.
Hugo W. Arostegui
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