Cuando no tienes consciencia de tus hábitos nocivos, es
frecuente que tu accionar en la vida sea en automático. Tampoco tienes
integridad ni consistencia en tu vida. Esto te trae todo tipo de consecuencias,
sobre todo indeseadas, ya que al no estar tomando perspectiva de las
situaciones, te embarcas en todo tipo de arrebatos, juicios hacia los demás,
quejas y sobre todo, en el conformismo.
El conformismo es un hábito que has desarrollado en base a
la repetición, tal como se reproducen otros hábitos de cualquier tipo. Empiezas
dejándote llevar por la queja, el aislamiento, el juicio sobre todo hacia las
demás personas, creyendo internamente que tienes la verdad absoluta de todas
las cosas. Y llega un momento en que te sientes tan desgastado, desganado y sin
entusiasmo por la vida, que no sabes a qué atribuirlo.
Es así que, tal vez lo intuyas o lo sospeches: eres un
mediocre.
El diccionario dice: “Que tiene poca inteligencia y no
destaca por ninguna cualidad”. Lo cierto es que el propio mediocre jamás
asumirá esta afirmación; si ya es fuerte saberte con poca inteligencia -que no
necesariamente está relacionada con el saber enciclopédico, sino, en este caso
más bien con tu inteligencia emocional-, es más contundente eso de que eres
bueno para nada.
10 rasgos de las personas mediocres
Quieren tener mucho (especialmente cosas económicas) y no
hacen nada.
Se quejan y critican a todo el mundo.
Son cómodos.
Suelen ser unos sabelotodo enciclopédicos con información de
poca utilidad: intentan aparentar algo que no son.
Desprecian profundamente al que se destaca, sobre todo a los
de su círculo cercano.
Son crueles con aquellos que tienen éxito y consiguen sus
metas.
El mediocre se abandona en su zona de confort, y ni pienses
en sacarlo de allí.
Su análisis de las cosas es: o bien muy básico, elemental; o
bien, sumamente enciclopédico pero sin experiencia alguna. Tan es así que en
muchos casos se aprenden las cosas de memoria para ostentar una fingida
sabiduría.
Son copiones: les encanta robar ideas, porque no tienen
generación propia
Son letales con los chismes y las actitudes negativas.
Si te reconoces en 2 o más de estos síntomas, puedes empezar
a pensar que tienes una cuota de mediocridad mayor que la media. Si lo deseas,
sigue leyendo si te interesa atravesar y salir de esta condición tan pobre como
ser humano.
Siguiendo estos pasos podrás ir abandonando el hábito de la
mediocridad en tu vida. La sugerencia es que trabajes uno por vez, al menos
durante 60 días corridos, antes de pasar al siguiente paso para remover tu
consciencia de mediocridad.
Como en todo, si abandonas no obtendrás el resultado. Si avanzas,
podrás hacerlo a tu ritmo. Y no te asustes ni extrañes: los mediocres aman las
recaídas, porque les encanta quejarse y jugar a las víctimas.
Haz una lista de hábitos de mediocridad. En una libreta
nueva, dedicada sólo a esto, necesitarás bucear profundo e identificar todos
aquellos hábitos que te han venido sometiendo a tu estatus de mediocridad hasta
ahora. Desde no hacer la cama cuando te levantas, hasta hacer zapping todo el
día en la televisión; incluye todas tus quejas, las críticas despiadadas que
haces en voz alta y para tus adentros -puedes incluir aquellas que van hacia ti
mismo-, y todo lo que envidias de los demás. No te limites a tres o cuatro
cosas: he entrenado personas que, muy comprometidas consigo mismas, han llegado
a escribir más de mil comportamientos mediocres cotidianos.
Abandona de inmediato y para siempre cualquier adicción que
tengas. Al tabaco, alcohol, drogas o estupefacientes de cualquier especie
(excepto los recetados por el médico), a la comida y a los pensamientos negativos.
Necesitas 33 días seguidos de entrenamiento para cambiar un hábito. Si recaes,
empieza de nuevo. Date la oportunidad de un nuevo comienzo.
Cambia tu rutina que llevas desde hace años. Necesitas
incorporar por semana, al menos dos actividades nuevas, que van desde cosas
pequeñas como ir por un camino diferente al trabajo, hasta vestirte con nuevos
colores. Sostén esto de aquí en más.
Haz una actividad que te resulte muy incómoda. Por
ejemplo, si quieres bajar de peso y sistemáticamente te resistes, ya sabes por
dónde empezar; o si no vas al gimnasio por más que es altamente recomendado
para ti, ahí tienes otra. Sostenla en el tiempo.
Lee un libro mensual de temas que no sean profesionales. Busca
inspiración en biografías, ficción de cualquier género, y, sobre todo, de
contenido optimista. Esto te permitirá incorporar un vocabulario diferente para
usar de aquí en más, mientras incorporas algo nuevo.
Haz tu cuaderno de excusas. Cada vez que aparezca una
justificación o excusa de cualquier tipo, la anotarás con día, hora y situación
que la desencadenó. Inmediatamente, buscarás hacer consciente ese impulso
aprendido muy mediocre, no darle lugar y reemplazarla por un pensamiento
constructivo.
Enviarás al menos 3 felicitaciones por día de aquí en más.
Puede ser a personas conocidas, desconocidas, compañeros de trabajo, un medio
de comunicación, o un mensaje por el móvil. Todo lo que se te ocurra para
hacerlo más a menudo y consciente te vendrá de maravillas.
Suelta la ansiedad. Quizás sea este el punto más
desafiante, porque como toda la vida has sido mediocre y te has abandonado,
ahora que empezarás a sentir el sabor de la sal de la vida con pequeñas
acciones diferentes querrás más y más. Hazlo paso a paso. La ansiedad está en
el futuro, y siempre necesitarás mantenerte en el presente para sostener este
cambio de paradigma interno.
Registra cómo te vas sintiendo. Si te cuesta escribir,
puedes grabar tus notas de voz relatando con todo detalle las emociones que van
apareciendo. Te aseguro que empezarás a ver una vida maravillosa que siempre
estuvo; solo que tu no la aceptabas para ti.
Deja de frecuentar a personas mediocres. Como estás en
rehabilitación, necesitarás soltar aquellos vínculos nocivos de todo tipo. Al
principio te costará, aunque después entenderás el por qué y el beneficio de
hacerlo a consciencia.
Para terminar, unos conceptos asociados al excelente libro
“El hombre mediocre”, de José Ingenieros, que te aliento a leer y practicar a
tu ritmo, como complemento de este programa para dejar tu mediocridad.
“Las personas proactivas, positivas y creativas son las que
le despiertan este vil sentimiento. Un talento desarrollado y llevado a la
perfección es el mejor espejo en donde los mediocres se ven reflejados. La
envidia no es más que la respuesta de las propias insatisfacciones personales
ante quien les está evidenciando sus propias deficiencias o mediocridades. Por
esto mismo, en vez de “emularlos”, los hombres mediocres optan por destruirlos
y denigrarlos.
Los hombres mediocres son astutos y hasta pueden ser más
inteligentes que el hombre promedio. Es más, la “mediocridad” supone estas
cualidades antecedentes. Por ejemplo: una persona puede creerse un gran artista
o un gran genio sobre la base de ciertos talentos heredados, adquiridos o
perfeccionados. Pero cuando esta aptitud es contradicha por quienes en verdad
lo son, si son humildes, los imitarán, si son soberbios, los envidiarán. Y esta
es la típica reacción de hombre mediocre.
Otro aspecto que también es alarmante es el de saber
enfrentar el binomio entre “creerse” y “ser”. Una cosa es creerse un gran
artista o un gran intelectual y otra cosa, muy distinta por cierto, es serlo.
La aptitud del creído contradice la aptitud del hombre superior. Es una falsa
percepción de uno mismo.”
¿Y tú? ¿Dónde estás con este tema?