Antiguamente se pensaba de que
cuando nos quejábamos por alguna cosa que nos ha pasado o que nos pudiese pasar
más adelante era como el tener que realizar dos trabajos, uno era el trabajo de
lamentarnos por lo que nos hubiese sucedido o nos pudiese llegar a pasar y el
otro trabajo inevitable estaba referido a que si algo nos pasara, o nos pudiese llegar a pasar, tendríamos que agregarle la lamentación
por el mal que nos haya sucedido.
Lo que se pretendía entonces era
de que nos diésemos cuenta de que no son para nada útiles las lamentaciones cuando
las consecuencias negativas de lo que haya sucedido o nos fuese a suceder
tendríamos que enfrentarlas y superarlas de la misma manera con el agravante de
que le sumaríamos a ese acontecimiento negativo el doble trabajo de tener que
sufrirlo y el de lamentarlo.
“Cualquier momento es oportuno
para tener un pensamiento positivo pero existen momentos de la jornada
especialmente idóneos. A primera hora de la mañana, puedes comenzar el día
dándote un mensaje de ánimo, por ejemplo, "hoy voy a tener un día
maravilloso". Para finalizar, también puedes despedir el día con un
pensamiento optimista a modo de gratitud por todos los instantes de felicidad
que has vivido a lo largo de ese día.
El pensamiento positivo y el pensamiento negativo muestran que la realidad es única, sin embargo, existen un montón de interpretaciones posibles a partir de esa realidad. Intenta quedarte siempre con una interpretación que te haga bien a ti (el pensamiento negativo es una causa de dolor, de mucho sufrimiento y desánimo). El pensamiento positivo muestra el poder de la actitud frente a las circunstancias externas.”
El pensamiento positivo y el pensamiento negativo muestran que la realidad es única, sin embargo, existen un montón de interpretaciones posibles a partir de esa realidad. Intenta quedarte siempre con una interpretación que te haga bien a ti (el pensamiento negativo es una causa de dolor, de mucho sufrimiento y desánimo). El pensamiento positivo muestra el poder de la actitud frente a las circunstancias externas.”
De manera que debemos
acostumbrarnos “a tener espaldas anchas” para cargarlas con “optimismo” y no
perder la posibilidad de ejercitar una buena sonrisa, en el transcurso de la
vida tendremos la oportunidad de enfrentar “todos los climas” y sabido es el
refrán que nos debería acompañar cuando las inclemencias nos azoten el rostro “al
mal tiempo buena cara”
“Referido
al comportamiento, recomienda mantener el temple y no desanimarse cuando se
presentan contrariedades y momentos difíciles, pues, pese a no poder cambiar la
situación, se puede cambiar la actitud.”
Hugo W
Arostegui
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