viernes, 15 de marzo de 2019

Dar Sin Esperar

Es cierto, a toda acción hay una reacción. Toda causa genera un efecto, pero quiero que observes que una acción no implica una recompensa desencadenada a raíz de nuestra acción.

La frase acción-reacción, no significa acción-recompensa. De hecho nada tienen que ver.
Sin embargo muchos creemos en la recompensa, y a veces realizamos acciones esperando beneficios a cambio.

Cada persona tiene su personalidad, gustos, intereses, asuntos, problemas y necesidades. No podemos esperar que alguien reaccione como nosotros creemos. Tampoco debemos esperar que alguien actué en consecuencia por lo que damos o hacemos.

La forma en que creemos que una persona reaccionará ante nuestras acciones (aunque sean muy bien intencionadas), solo existe en nuestra mente, no forma parte de la realidad externa. Es algo que imaginamos que va a suceder, pero eso no significa que realmente suceda
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Somos libres (solo hasta cierto punto), dejemos que las personas actúen con libertad y que la vida fluya tomando control de nuestras acciones. Dejemos atrás todas las expectativas sobre lo que hacen otros. En este punto es cuando aprender a no hacer suposiciones toma todo su valor.

Cuando haces o das, esperando recibir algo a cambio, estableces en ti una mentalidad de dependencia que te impide avanzar. Es una condicionante que dice: Si yo hago/doy esto, recibiré aquello.
Con ello solo colocas tu mente en modo de espera, dependiendo de las acciones de otros para crear y disfrutar tu vida.

¿No crees que colocar tu futuro en dependencia de lo que hacen otros es muy arriesgado?
Si esperas algo y no recibes lo que esperas, o no recibes nada, solo experimentarás emociones negativas que no tienen ningún sentido. Tú las creaste en tu mente, tú imaginaste e hiciste suposiciones acerca de lo que pasaría. El mundo no tiene que ser como tu creíste que sería.

Desde el momento que realizas una acción esperando algo a cambio, está dejando parte de tu futuro en manos externas. Es una incertidumbre que tú creas y que eliges experimentar.

Si las cosas no salen como esperas, recibirás un futuro no previsto. Tendrás decepción, arrepentimientos y muchos tipos de sentimientos negativos.

Entonces te vuelvo a preguntar: ¿Crees que tienen sentido poner tu futuro y tus sentimientos en dependencia de lo que hagan otros?

Cada qué esperas recibir un beneficio a cambio de tus acciones, te sometes al riesgo de la decepción, la cual puede llegar a doler mucho.

El beneficio real de hacer buenas acciones proviene de la energía que emanas al realizar una acción que surge de tu interior. Es una energía positiva que si la proyectas adecuadamente puede traer más abundancia a tu vida. La importancia radica en tus intenciones.


Por eso muchas personas con abundancia financiera recomiendan donar parte tus ganancias a asociaciones de beneficencia. Al hacerlo generan una alta energía que trae consigo muchos beneficios internos. Estos te hacen actuar y ver el mundo diferente. 

De esta forma proyectas esa energía y obtienes más de ella, tal vez en otra forma y/o en otro tiempo.

El Camino Del Medio


Para hacerlo más cercano a las personas que no conozcan el budismo y esperando no herir sensibilidades a los eruditos y practicantes del budismo, mis disculpas si fuera así, es el camino que simboliza y describe el equilibrio de la aceptación de aquello que no nos gusta o perturba junto con la aceptación de aquello que nos encanta y el desapego que implica la experiencia en de un extremo otro.

“Y es que cuando nos encandilamos con algo que nos encanta por las sensaciones que nos produce, llega el apego y el objetivo de volver a repetirlo para volver a experimentarlo. Y cuando vivenciamos una mala experiencia lo primero que queremos es evadirla o evitarla a toda costa”

La relación que tenemos con el objeto de deseo o aversión va a guiar nuestra vida y toma de decisiones. Ambos sentimientos son dañinos no solo para nosotros sino para ese foco con el que nos relacionamos. En ambos se da el apego y el desapego hacia una situación determinada. Justo lo que trabaja el budismo, el desapego aunque de ambas experiencias.

Y hablando de relaciones, es muy común establecer vínculos muy estrechos con aquellas personas que nos producen sensaciones maravillosas aunque como todo, solo duran un tiempo y a pesar de que todo es impermanente y se transforma en otra cosa o situación, nos aferramos, tanto en una dirección como en otra. Y es nuestra relación con la persona lo que debemos trabajar para evitarnos daño.

Es conocido desde hace unos años el término “persona tóxica” y es esta justo aquella a la que se evita y nos queremos quitar de encima para que no nos cree malestar, como si de ella partiera este veneno hacia nosotros
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Pues bien, lo tóxico es la relación que mantenemos con ella de la que nosotros también formamos parte y de la que en parte somos responsables. No nos damos cuenta de que la vida nos está dando la oportunidad, en muchos casos, a enfrentarnos con algo que nos ha despertado esta relación y poder crecer y pasar página al superarlo. 

Y se nos repiten estas personas a lo largo de nuestra vida a las que algunos osan llamar tóxicas, sin saber que tras cada rostro, cada sonrisa o cada máscara, hay una historia y experiencias dignas de ser escuchadas  pero que a la vez nos abre la herida que nosotros queremos cerrar y cicatrizar a toda costa buscando las experiencias apacibles y pasando de largo por las incómodas.


jueves, 14 de marzo de 2019

Grandeza Humana

Los seres humanos observamos el mundo que nos rodea y describimos la realidad a través de las palabras. En ese caso, la grandeza es una forma de definir a una persona que es admirable en sus acciones y gestos. Una persona que tiene una enorme grandeza es honesta, sincera, tiene valores humanos, gestos que son un ejemplo para los demás. 

Las personas extraordinarias son aquellas que tienen un don especial, una humanidad enorme, son personas solidarias que no solo piensan en sí mismas sino que aplican la filosofía de vida de dejar este mundo mejor de lo que ellos lo encontraron.

Personas con grandeza como referentes
Es decir, a través de sus acciones y de sus palabras siembran esperanza, paz y fe a todos aquellos que están alrededor. Por tanto, las personas con una enorme grandeza se convierten en un referente social que tiene un enorme valor transformador. Son líderes que dejan una huella positiva en los demás, incluso, más allá de su ausencia.

Desde otro punto de vista, también puede ocurrir que una persona tenga delirios de grandeza.

Esta expresión se utiliza para referir a aquellas personas que son muy vanidosas y siempre quieren estar aparentando ante los demás. Es decir, son personas que dan más importancia al tener que al ser y viven más pendientes del qué dirán los demás que de su propio criterio. Las personas que tienen delirios de grandeza tienen una falsa imagen de sí mismas pero además, también pueden resultar un tanto artificiales en ciertos momentos al valorar asuntos que son totalmente superficiales.

A nivel humano, conviene puntualizar que no existe mayor grandeza que la práctica del bien. Es decir, realizar el bien es un gesto que ennoblece el corazón. Mientras que una buena acción humaniza todavía más a aquel que la realiza, por el contrario, una mala acción limita el potencial de un ser humano.

Desde un punto de vista esencial y antropológico, conviene puntualizar que todo ser humano está dotado de una inmensa grandeza porque es un ser único e irrepetible dotado de dones tan valiosos como la inteligencia y también, la voluntad. Además, todo ser humano también tiene la grandeza de una infinita capacidad de superación personal. Pero todo ser humano es libre y tiene la capacidad de elegir entre la virtud o la realización de acciones que no son buenas.


La grandeza siempre debe de producir admiración pero a veces, produce envidia en aquellos que se entristecen del bien ajeno.

Caminos Alternativos


Posee raíces muy profundas el conflicto árabe-israelí; lo suficiente como para que alcanzar la paz y una convivencia duradera, parezca lejano. Es mucho tiempo el que alimenta las distancias subyacentes bajo la realidad de los dos pueblos. Mucho dolor, muchas muertes y la desconfianza mutua que enciende la violencia de manera periódica.

Escenarios repetidos de atentados, plagados de sangre, sin lugares seguros, ni esperanzas de que el próximo día pueda cambiar las cosas. La tensión no deja respiro, ni siquiera para que exista un “acuerdo tácito”, acerca de que algunas situaciones y algunos temas, no implican una nueva escalada de agresiones. Y que tal vez, existan caminos alternativos como ejemplo de que no todo es oscuridad.

El anuncio del casamiento, mantenido en secreto hasta el último momento, entre un actor judío israelí y una presentadora de televisión árabe israelí desató pasiones en Israel, donde se mezclaban las condenas y los buenos deseos. El maniqueísmo como principio básico, enfrentado a una “simple pareja”, de enamorados.

Lucy Aharish, procedente de una familia musulmana y primera árabe que presenta un programa en hebreo en la televisión israelí; y Tsahi Halevi, actor en la exitosa serie de televisión “Fauda", se casaron hace unos días, en una ceremonia revelada por los medios, horas después.

Los recién casados, de 37 y 43 años, respectivamente y que llevan varios años como pareja, querían que su casamiento se celebrara en secreto por el temor a las “reacciones de los extremistas”, según la prensa. 

Desde las altas esferas del poder, le dieron la razón a los miedos de los enamorados: el ministro del Interior israelí, el ultraortodoxo Arie Déry, consideró en una emisora de radio militar que este matrimonio “no es algo bueno” y expresó su preocupación por sus futuros hijos, invitando a la esposa a convertirse al judaísmo. También aludió a los estragos de “la asimilación que consume al pueblo judío”.

Un cierto número de judíos se opone a la “asimilación”, a través, por ejemplo, de los matrimonios mixtos. Esa voz del gobierno, sin embargo, no fue el único caso extremista: Bentzi Gopstein, jefe de la organización de extrema derecha Lehava (“La Llama”), conocida por sus campañas contra las relaciones mixtas, reprobó el matrimonio y pidió al marido “preservar la dignidad del pueblo judío”.

Por su parte, el diputado Oren Hazan, quien suele realizar provocadoras declaraciones, consideró en Twitter que Lucy Aharish “sedujo a un judío con el objetivo de debilitar a nuestro país e impedir que los descendientes judíos continúen con la dinastía judía. Reprocho a Tsahi que se islamice”, dijo este diputado del Likud, el partido de derecha en el poder.

Pero también hubo lugar para otras miradas. Las declaraciones de malos augurios motivaron una ola de apoyo con los recién casados. “Enhorabuena y felicidad a esta magnífica pareja”, declaró en Twitter la diputada laborista Shelly Yachimovich. “Lucy Aharish entiende mejor qué quiere decir ser judío que quien escribió un tuit racista y nauseabundo”, insistió la diputada también laborista Stav Shaffir, en referencia a Oren Hazan. La diputada de centro-derecha Meirav Ben Ari también felicitó a la pareja con un “Mabruk” (“Enhorabuena”, en árabe).

Lucy Aharish es una mujer árabe con ciudadanía israelí. Los árabes israelíes representan 17,5% de la población del país. En su página en la red Facebook la presentadora dice que estuvo escolarizada en un ambiente judío y que celebra tanto las fiestas judías como las musulmanas.


La serie “Fauda”, en la que trabaja Tsahi Halevi, ha logrado éxito internacional al representar de manera brutal el conflicto israelí-palestino y dando, según los críticos, una dimensión humana a todos los personajes, tanto israelíes como palestinos. 

Es una pareja de enamorados que se casó. Lo demás, está demás.

miércoles, 13 de marzo de 2019

Saber Aprender



Hoy sabemos que aprender a aprender es una expresión que incluye la enseñanza de una serie de habilidades estratégicas, metacognitivas, autorreguladoras y motivacionales para seleccionar, organizar e integrar de forma activa la información al conocimiento previo y asumir una actitud pensante y crítica sobre lo que se tiene que aprender. Sin embargo, también sabemos desde hace unos años que esta competencia compleja del aprender a aprender no suele estar dentro del repertorio de los alumnos; los estudiantes conocen muy poco sobre el particular y lo que saben está muy alejado de lo que en verdad tendrían que saber (Martín y Moreno, 2007). Incluso, queda muy claro que los alumnos apenas llegan a conceptualizar una idea confusa de ella.

Además, en los currículos escolares, aun cuando en fechas recientes se ha tomado conciencia de la importancia de esta competencia, lo que sigue prevaleciendo es su escasa presencia dentro de los espacios curriculares de todos los ciclos educativos. Pareciera que con todo ello se están reforzando creencias o teorías implícitas de tipo reproduccionista o prerreflexiva en los alumnos, las cuales conceptualizan el aprendizaje como una actividad mecánica-memorística en la que ellos se perfilan como auténticos copistas y reproductores de información (Pozo, 2008), concepciones que son verdaderas antípodas de una propuesta del aprender a aprender (Martín y Moreno, 2007).

Por tanto, el modo en que se está preparando a los alumnos para las demandas crecientes e imprevisibles de la sociedad informacional y para el multiperspectivismo y relativismo que en ella suelen proliferar, parece completamente insuficiente. En tal sentido, conviene hacer una llamada de atención para que esta competencia del aprender a aprender asuma un lugar más protagónico en los próximos años dentro de los currículos escolares y pase a formar parte de lo en verdad básico dentro de ellos.

Gracias a la investigación realizada desde la disciplina psicoeducativa, sabemos que estas habilidades no pueden ser desarrolladas por el alumno de forma solitaria o espontánea en la mayoría de las veces; más bien, lo que se ha puesto al descubierto es que dependen de propuestas mediacionales-educativas prestadas por docentes o especialistas dentro de un plan de enseñanza transversal en los ciclos educativos (Díaz Barriga y Hernández, 2010; Hernández, 2004). Además, tiene que plantearse su enseñanza in situ desde los lugares en donde se presta la instrucción de los saberes curriculares a enseñar (modalidad infusionada o insertada dentro del currículo).

En este sentido, cualquier educando tendría que iniciar sus actividades educativas con dos objetivos paralelos: enseñar los contenidos de su programa (conceptos, principios, procedimientos, actitudes) y, al mismo tiempo, enseñar o dar oportunidad para que los aprendices desarrollen y construyan habilidades estratégicas de índole cognitiva y metacognitiva-reflexiva que les permitan, a su vez, ser capaces de pensar con mayor efectividad cuando enfrentan situaciones futuras de aplicación y puedan hacer un uso funcional de los aprendido.

Dentro de las subcompetencias estratégicas más significativas que la escuela debería promover y que tendrían que estar presentes como ejes transversales en los programas escolares de los distintos ciclos, tratando de fomentar de forma comprehensiva el aprender a aprender, se encuentran: saber buscar información en forma selectiva y crítica; analizar los problemas para opinar de forma fundamentada; escuchar para dialogar; hablar para convencer; leer para comprender; escribir para argumentar; saber cooperar para trabajar; saber empatizar para compartir; y saber fijar metas razonables de aprendizaje (Monereo y Pozo, 2001).


El desarrollo de estas subcompetencias habilitarían a los alumnos de un buen instrumental para que puedan enfrentar las futuras vicisitudes que la sociedad de la información les irá imponiendo en los próximos años, para que, así, puedan construir a partir de ella un genuino conocimiento y también generen otros nuevos cuando así se les demande.

El Intercambio De Conocimiento


Desde la teoría del “knowledge management”, diversos autores plantean que el conocimiento es un acto humano basado en la interpretación de datos para actuar en un contexto determinado, que reside fundamentalmente en las personas y se enriquece cuando se comparte.

Nonaka y Takeuchi, definen el conocimiento como algo intangible que reside en un espacio común, que puede hacerse tangible y transferible, pero cuando se separa de su contexto se transforma en información. El conocimiento se mediatiza a través del contexto y se vincula a la experiencia, personal y circundante.

Una interrogante permanente en el debate tecnológico ha sido ¿cómo aprovechar las TIC para promover la generación y distribución de nuevos saberes? Para atender a esta interrogante Nonaka y Takeuchi desarrollaron estudios orientados a explicar que las tecnologías de información y comunicación serían fundamentalmente herramientas de intercambio, creación y almacenamiento de información.

Las TIC simplificarían enormemente la transmisión de datos, información e incluso de “conocimientos explícitos” (sistematizados), pero no así del “conocimiento tácito” (no sistematizado) que requiere de otras dinámicas de interacción, más fortuitas y complejas de llevar a cambo por medio de las tecnologías.


Sin embargo, hoy en día en el campo de Internet, están apareciendo nuevas plataformas de interacción persona-máquina y de comunicación mediada por computadora, que están abriendo promisorios espacios de intercambio de conocimiento

Fatiga De Información

Filosofía
Fatiga De Información
El neurólogo ruso Levon Badalian (1929-1994), que se dedicó de forma especial a la neurología infantil, advertía sobre el daño que el exceso de información provoca en el desarrollo neurológico y cerebral de los niños, siendo este el causante de muchos de los trastornos del aprendizaje…

El psicólogo británico David Lewis ha acuñado el término Information Fatigue Syndrome (IFS), Síndrome de Fatiga por Exceso de Información. Este término se utiliza para caracterizar el elevado nivel de estrés de quienes intentan a toda costa asimilar el caudal de información que les llega constantemente a través de la televisión, teléfonos móviles, periódicos, libros, faxes y, sobre todo, de Internet. El IFS se caracteriza por un estado psicológico de hiperexcitación y ansiedad al verse ante un amplio mar de información y contar, literalmente, con millones de páginas. Pero, al mismo tiempo, provoca miedo e inseguridad por no poder manejar esa inmensa cantidad de información. En muchos casos lleva, incluso, a la parálisis de la capacidad analítica, pudiendo conducir a decisiones imprudentes y a conclusiones distorsionadas.
Esta nueva forma de contaminación ha sido llamada infoxicación.

La infoxicación es lo que tenemos cuando la información que nos rodea, o aquello que creemos que debiéramos saber, supera nuestra capacidad de asimilación.

Aunque no todo el mundo tiene acceso a la totalidad de los medios, para todos se ha incrementado, en progresión geométrica, la cantidad de datos con relación a los que teníamos disponibles hace algunos años. Pero la pregunta fundamental que nos hacemos ante esta avalancha es: ese enorme crecimiento de datos ¿ha hecho crecer de igual forma nuestro conocimiento?

El contar con más datos, tener información al día, estar conectado de forma permanente, no necesariamente significa que se conoce más, o que se comprende mejor lo que sucede.

Datos, información e inteligencia
Los datos –las cifras, la cantidad, la anécdota, el suceso– son la materia prima de la información. Lo que hoy se escucha como noticias son generalmente datos, “sucedió esto o aquello”, y se supone que en las imágenes, fotografías o filmaciones que se muestran estamos viendo la realidad; pero se nos olvida que la cámara no capta todo, sino lo que quiere captar el que la maneja, o lo que queda tras ser editadas las tomas parciales. Datos son fechas, lugares, nombres; lo que en realidad tenemos no es un exceso de información, sino un exceso de datos.

La información es la capacidad de responder preguntas que expliquen los datos, por qué sucedió esto o aquello, cuál es la razón de que las cifras suban o bajen. La información requiere, necesariamente, del pensamiento. Una secuencia rápida de imágenes, sonidos y locución puede resultar impactante para convencer al consumidor o al elector, como ya advertía Vance Packard al final de los años 50, pero no permite hacer el proceso reflexivo que lleva a comprender el porqué de los sucesos. 

El océano de datos que recibimos diariamente y a los que tenemos acceso, solo puede ser útil en la medida en que lo podamos procesar como información. No basta con estar enterado de que algo sucedió, es necesario saber por qué sucedió, en qué entorno y contexto sucedió; ahí sí vamos a estar informados; antes de eso solo estaremos impactados e, incluso, saturados por exceso de impacto. Los datos dicen lo que está sucediendo, pero la información nos ayuda a comprender por qué sucede.

La inteligencia es, fundamentalmente, la capacidad de discernir: saber qué es una cosa, qué es otra y cuál es la diferencia entre ambas. Puede parecer sencillo, pero para lograr el conocimiento necesitamos discernimiento, saber qué es lo correcto para poder diferenciarlo de lo que no lo es. Esto proporciona principios y criterios.

A través de los datos elaboramos un proceso de pensamiento. Pero para que toda información sea algo útil, es necesario aplicar el discernimiento, evaluarla de acuerdo con un buen criterio, contrastarla con principios fundamentales para saber su validez. En definitiva, es la inteligencia la que produce el conocimiento.

El exceso de datos se transforma en una intoxicación cuando no puede ser digerido; para lograr esta asimilación es necesario pensar sobre ello para comprender hacia dónde van los procesos y no quedarnos solo con el impacto de los datos.

Es importante comprender lo que sucede, pero no basta; es preciso desarrollar la creatividad necesaria para resolver los desafíos; lograr un conocimiento prospectivo que permita adelantarse a los hechos; comprender el sentido de las cosas; en fin, es necesario tener conocimiento verdaderamente estratégico, que es el producto de la inteligencia. Todo ello es preguntarse, es hacer filosofía.


Hacer filosofía es descubrir el filósofo que todos llevamos dentro, es desarrollar nuestras potencialidades latentes, es asombrarnos ante la vida y el mundo, es buscar la sabiduría sin sectarismos. Eso es en realidad la filosofía a la manera clásica: el mejor remedio para salir de la intoxicación por exceso de datos, que nos hace caer en las grandes tenazas de la manipulación.

Individualidad

La individualidad necesaria consiste fundamentalmente en establecer criterios personales y pensar por ti mismo bajo cualquier circunstancia [por lo menos intentarlo a diario], en tener una exacta conciencia de lo personal y educarla en la singularidad, en conocer y afirmarnos en nuestra responsabilidad ante el mundo y ante nosotros mismos, en luchar contra la idea de sometimiento a los otros y a las cosas de los otros [y así no sentirnos nunca víctimas, que es la peor de las condiciones que se pueden suponer en un ser humano].

En la individualidad uno siempre fracasa solo y el fracaso del grupo no le afecta porque nunca es su fin el propiciarlo. Tampoco triunfa uno en la individualidad, solo camina, pues el triunfo requiere de la mirada exterior y del aplauso ajeno.

La premisa primera es no dejarse llevar por lo exterior jamás, mantener el camino marcado y no admirar porque otros admiran, ni odiar porque otros odian.

Después hay que percatarse de que los gozos más intensos proceden de uno mismo y desencadenan también en uno mismo [el proceso creativo y estético es quizás la mejor muestra], por lo que hay que cultivarlos hacia adentro, sin valorar sus consecuencias éticas ni los ajustes a la moral, que son circunstancias que requieren del grupo, cuando no las impone ese ‘otro’ emboscado y empeñado en someter.

Solo desde estas premisas, desde esta visión individualista del desarrollo humano, pueden lograse avances revolucionarios que afecten a todos positivamente, pues la ruptura intelectual del sistema [despreciando su ética acomodada y su moral cansina] es la única posibilidad tangible de cambio [y lo demuestra con múltiples ejemplos la historia de las civilizaciones, en las que brillantes individualidades son capaces de armar giros humanistas de 360 grados en breves plazos de tiempo, giros que redefinen el valor de las tecnologías y de las artes, de la ciencia y del pensamiento… y, por tanto, de los sistemas políticos y sus usos].

Sé que desde los diversos pensamientos progresistas de la izquierda moderna (?) y desde los antiguos postulados de la izquierda obrera [aquella de los parias de la Tierra] no se entiende la individualidad como un aspecto positivo del hombre, se la denigra poniéndole el marchamo de ‘liberal’ y propia de cavernícolas conservadores, y eso me duele y me mosquea, porque yo me siento en ese tono de pensamiento obrero en el que los valores de igualdad, justicia o solidaridad son camino de libertad y de progreso, valores de alto humanismo, pero anular al individuo en su desarrollo como tal me parece tan grave como privarle de todos esos valores para convertirle en la fuerza del hormiguero.

Creo que hay una individualidad que vibra en esa línea de pensamiento, sé que la hay y quiero perseverar en ella, empeñarme en sacarla adelante para mi uso y disfrute, buscarle las vueltas para rebatir esa idea oscura de que el individualismo es egoísta y egotista. Poder decirle con argumentos a esa clase que vive ‘cargada de razón’, tanto en sus tramos de poder como de oposición, que el fracaso de uno no es el fracaso de todos… y que el triunfo de uno puede ser también el triunfo de los demás.

El Equilibrio Emocional

Se denomina equilibrio emocional a las respuestas emocionales adecuadas que un individuo brinda hacia el entorno que lo rodea. Si bien la noción de adecuación puede pecar de cierta vaguedad, es importante hacer notar que el desequilibrio es la consecuencia de una relación entre el sujeto y el ambiente que genera profunda insatisfacción. Es por ello que las diversas escuelas abocadas al estudio de la psique humana conceden una relevancia decisiva a las relaciones que un individuo establece con sus semejantes.

En tanto organismo vivo, al ser humano se le aplica las nociones de estímulo y respuesta. De esta manera, a cada hombre el desempeño diario le depara una serie de situaciones de stress ante las cuales debe reaccionar. Si esta reacción o respuesta logra evadir o transformar en algo positivo el stress, la persona mantendrá un equilibrio en sus emociones; de lo contrario sufrirá sus consecuencias negativas que se trasuntarán en una inadaptación. Es por ello que el equilibrio emocional guarda mucha relevancia para entender el desenvolvimiento laboral, escolar, deportivo, etc. De cualquier individuo.

La sanidad mental de una persona se manifiesta cuando existe un equilibrio entre sus deseos y la realidad que vive, es decir, cuando se vive armónicamente con el entorno y con las posibilidades que la vida nos ha dado en los aspectos psíquicos, económicos y físicos. Poniéndolo en palabras más simples y directas, cuando aceptamos los familiares que tenemos y las relaciones, buenas, no tan buenas, muy buenas o regulares que entablamos con ellos, cuando no nos resistimos a aquellas cualidades físicas que disponemos y a las que no, y también cuando aceptamos la realidad económica que nos toca en gracia, sea la misma excelente, buena o mala, entonces estaremos en equilibrio.

Todo esto que mencionamos implica aceptarnos como somos, con nuestras limitaciones por supuesto, porque nadie es perfecto, nadie tiene todo lo que quiere siempre, ni el más lindo, ni el más magnate ni aquellos que no están cerca de ser ambas cuestiones.

Entonces cuando conseguimos una adaptación sana a esa realidad que nos ha tocado en gracia diremos que estamos en equilibrio emocional. Además, debemos decir que esta es una posición adulta y la mejor que podríamos tener para encontrar el equilibrio emocional, porque a sabiendas de lo bueno y malo que tenemos continuamos para adelante en busca de la superación, esa debería ser la actitud y el camino a tomar.

También es importante que mencionemos que el equilibrio emocional no es algo inamovible, sino muy por el contrario, está en constante movimiento y por ello mismo es necesario cuidarlo todos los días de nuestra vida para que no sufra desviaciones pronunciadas que nos hagan caer en estados de desequilibrios graves. Por supuesto que hay afecciones más graves que otras y algunas pueden afectarnos de manera transitoria y otras permanecer, tal es el caso de la depresión, la esquizofrenia, por nombrar algunas de las más corrientes.

Asimismo debemos dejar en claro que la persona con equilibrio emocional no es aquella que no padece angustia, temores, depresiones sino aquella que es capaz de mantener el equilibrio entre sus anhelos y su realidad.


martes, 12 de marzo de 2019

Tu Lado Interior

La paz interior es el sentimiento de bienestar que experimenta una persona que se siente bien consigo misma, tranquila y relajada a nivel interno.

La paz interior es la meta de felicidad más importante ya que para tener relaciones personales saludables previamente, uno debe de sentirse bien consigo mismo. ¿Qué significa tener paz interior?

Tener tranquilidad de ánimo significa haber hecho las paces con el pasado, no arrastrar ira por asuntos del ayer, tener un amor hacia uno mismo alto a través de una autoestima positiva, vivir en conexión con el presente. Estos son los ingredientes más importantes que definen la paz interior, 
ingredientes que hacen que la persona experimente una luz especial. Es esa luminosidad que aporta la alegría y la ilusión.

Una persona que experimenta paz interior también es feliz en los instantes de soledad porque sabe que la soledad completa no existe mientras uno se tiene a sí mismo y entonces, los espacios de silencio se convierten en un deleite personal.

¿Cómo alcanzar la paz interior?
1. En primer lugar, es muy importante tener un propósito de vida. Es decir, tener un plan de realización existencial que muestra la vocación por la búsqueda de la felicidad: cada persona tiene su propio camino y experimenta paz cuando está en el camino correcto.
2. El ser humano es libre de realizar sus acciones. En este sentido, hacer el bien es un principio de felicidad puesto que la satisfacción del deber cumplido desde el punto de vista ético también aporta paz interior.
3. Conviene buscar el equilibrio en los distintos espacios de la vida para cultivar trabajo y vida personal de un modo equitativo.
4. El pensamiento positivo ayuda a poner el punto de atención en el lado agradable de la realidad mientras que el pensamiento negativo potencia el desánimo. 
El optimismo ayuda a reforzar la serenidad interior porque el pensamiento positivo produce sentimientos agradables que se muestran en la acción.
5. La musicoterapia ayuda a potenciar el sentimiento de serenidad porque la música produce un efecto directo sobre el estado de ánimo. Es posible realizar ejercicios de relajación al compás de música suave de fondo que aporta serenidad.
6. Cultiva el valor de la amistad porque las relaciones personales aportan reconocimiento y autoestima.

7. Existe un ejercicio físico saludable que aporta serenidad: caminar en un entorno natural y respirar aire puro.

El Pensamiento Y La Escritura


Yo diría que no se trata de «pensar» (aunque a veces no está de más pensar un poquito también antes de ponerse a escribir), pero sí de ser consciente de que toda narración (en realidad todo texto) tiene una temática, y que lo que sea que vayamos a contar no se va a componer de hechos enlazados por una mera relación de contigüidad, sino que con esos hechos vamos a estar «significando» algo, algo que no se ve a simple vista y que el lector tendrá que interpretar.

Así pues, no hay que pensar mucho de antemano, y ni siquiera hemos de ser capaces de verbalizar aquello que nos impulsa a querer escribir un texto sobre ciertas cosas y no sobre otras. Precisamente para eso escribimos, para averiguarlo. Pero esa conciencia o esa intención de partida ya nos va a condicionar un poco a la hora de elegir determinados personajes, determinada ambientación, determinados gestos, una voz narrativa en particular, etc.

Por otra parte es conveniente que nos abramos, mientras estamos escribiendo, a que la misma escritura nos desvele qué es, en realidad, lo que está pasando ahí. Si nos dejamos en paz, la escritura dará sus propios signos. Yo muchas veces me pongo a escribir sin más, y al cabo de un rato leo lo que llevo escrito para tratar de descifrar qué diablos me quiero decir a mí mismo.

Y, sobre todo, es muy importante tener en cuenta la unidad de sentido y la temática a la hora de revisar el relato, después de terminar el primer borrador. Porque teniendo eso en la cabeza, veremos un montón de cosas que a lo mejor no veíamos al ponernos a escribir, y vamos a poder trabajar (o reescribir, o lo que haga falta) el relato desde la perspectiva de la significación.

Toda narración es un universo de interconexiones,  todo lo que en ella encontramos tiene una intención subyacente.

Toda narración (toda buena narración, me refiero) es un universo de interconexiones, y cualquier palabra, escena, coma o incluso elipsis no da la impresión de que sea fruto del azar, sino de tener una intención subyacente. Eso no quiere decir que el buen escritor esté todo el rato «pensando» qué incluye o no incluye en el texto… Se trata más bien de que alcanza un estado de conciencia en que se quita de en medio como persona y se convierte en canal de algo superior. Solo en ese estado de conciencia abierta se puede crear una verdadera obra de arte. Y no tiene nada que ver con pensar; es otro tipo de cognición mucho más amplia.

Aunque nosotros no estemos en ese punto, es bueno saber que todos los elementos de un relato apuntan a una unidad de sentido. Tampoco hay que agobiarse, porque es importante estar relajado y abierto a la hora de escribir. Así que donde hay que prestar más atención a esto es a la hora de revisar.

Escribir es observar el mundo con una mirada nueva y trasladar al lector esa visión por medio de la literatura.

Hay que tener en cuenta que el hecho de que algo suceda no significa que merezca ser plasmado sobre el papel. Dichos sucesos hay que mirarlos con criterio de escritores y dotarlos de significación (en eso consiste lo literario). Escribir no es poner una palabra detrás de otra. Ni tampoco poner un hecho detrás de otro. 

Escribir es observar el mundo con una mirada nueva, y trasladar al lector esa visión por medio de la literatura.


Cuentos Infantiles

Se dice, y está comúnmente aceptado, que el acto de contar un cuento a los niños antes de dormir es uno de los más placenteros e inolvidables que pueden darse en el entorno familiar. El problema es que para muchos padres de hoy -hijos ya de la tele y de las películas en vídeo de Disney- contar un cuento es poco menos que una misión imposible: no saben. Para cubrir esta laguna están los repertorios que cada año se publican o se reeditan, sobre todo de los conocidos cuentos clásicos, tanto en ediciones para niños como en volúmenes especiales para uso de padres y profesores.

Ejemplos:
El gigante de la historia viene a ser una versión moderna de los cuentos de las Mil y una noches, protagonizada por un gigante que guarda en su castillo todos los cuentos del mundo. Todos menos uno, que no ha podido encontrar tras miles de años de búsqueda. El gigante sabe que se le acaba el tiempo y que, si no encuentra el cuento, él y su castillo desaparecerán. En su ayuda vienen cuatro niños: la hindú Rami, el inglés Liam, el árabe Hasan y la estadounidense Betts. Los cuatro le contarán todas las historias que saben, con la esperanza de encontrar la que le falta al gigante. 

Una espléndida recopilación de cuentos de todo el mundo, en hermosas adaptaciones de Brian Patten, uno de los más prestigiosos poetas del Reino Unido, que el autor enmarca en una historia fascinante -el encuentro entre el gigante y los niños, y su "necesidad" de contar y escuchar cuentos-, llena de magia y emoción.


Cuentos para irse a la cama es una recopilación de cuentos de Enid Blyton, escritos por la famosa autora de Los Cinco y otras aventuras de pandillas, cuando su hija Gillian era pequeña y le pedía un cuento cada noche. Después estos cuentos se fueron publicando en volúmenes dirigidos a niños de 5, 6, 7 y 8 años, y ahora Destino los ha agrupado en un solo libro. Son un total de 59 relatos breves, sencillos, ingenuos y divertidos, entre los que no faltan algunos con el especial toque de intriga y misterio que Blyton sabía utilizar con maestría para captar la atención de los niños. 

El tono siempre amable de la autora hace que, efectivamente, sean ideales "para irse a la cama" con ellos, y también resultan adecuados para leer a los más pequeños.

El Cuidado Que Mereces

Uno de los grandes problemas que tiene la sociedad ahora mismo es que confunde los auto-cuidados con egoísmo; se suele asociar el priorizar la estabilidad, el cuidar de uno mismo, con egoísmo o con no tener en cuenta las necesidades de los demás, cuando nada más lejos de la realidad. Pareciera que debiéramos estar dándonos constantemente al resto, que tuviéramos que cuidar a los demás y, para ello, olvidarnos a nosotros. ¡Pero no! La clave está en encontrar el equilibrio, en poder hacer las dos cosas al mismo tiempo: que cuidar a los demás no implique descuidarnos a nosotros.

El equilibrio suele ser la solución a casi todos los problemas que nos encontramos en nuestro día a día, y que nos hace debatirnos entre un punto u otro. Por ejemplo, en el tema que estamos tratando hoy: de poco serviría cuidar únicamente a los demás y olvidarnos de nuestras necesidades, puesto que al final acabaríamos estando nosotros mal. Y de nada sirve, a su vez, cuidar únicamente nuestro bienestar si no cuidamos a los demás también, puesto que acabaríamos culpabilizándonos. Para ello, debemos buscar un equilibrio entre ambas situaciones.

Darse a los demás es sencillo. Perderse en los problemas de otros, también. Porque es mucho más fácil para nosotros analizar a los demás y procurar ayudarlos que comprender que nosotros también necesitamos esos mismos cuidados.

Lo primero para alcanzar ese equilibrio es, pues, darte la importancia que realmente tienes. Quererte, conocerte, apreciarte y saber ver en ti todo eso positivo que ves en los demás. Porque si no te valoras, no sentirás que eres importante y que también necesitas tener tiempo para ti.

Aunque pueda parecer un absurdo, lo cierto es que la mejor forma de cuidarte y de mantener un equilibrio entre tu estabilidad emocional y la de tus más allegados es tratarte a ti mismo como si fueras tu mejor amigo. ¿Si tu mejor amigo estuviera mal le dirías que ese día se dedicara a sí mismo, se cuidara y se quisiera? ¿Que hiciera lo que más feliz le hiciera sentir, sin más? ¡Por supuesto! Pues haz exactamente lo mismo contigo: cuídate, quiérete y valórate.


Tenemos la mala costumbre de menospreciar nuestros sentimientos. Creemos que nuestras ganas de desconectar de todo, de aislarnos por un rato de los problemas de los demás, es egoísmo, y no lo es.

Es nuestra mente pidiéndonos a gritos el descanso que merece. Quizás va siendo hora de que aprendas a escucharte como escuchas a los demás.

Memoria Y Reflejos

En las series animadas que veíamos en nuestra infancia, era bastante común que representaran a la memoria como un arcón en la cabeza de los personajes en el cual se guardaban los recuerdos. Así, cuando algunos de estos eran requeridos, se recuperaban intactos, se usaban y de la misma manera se volvían a guardar. Aunque resulte sorprendente, nada de eso puede estar más alejado de cómo funciona la memoria humana.

Uno de los campos más fascinantes en el estudio neurocientífico es, justamente, la memoria, ya que a través de esta podemos evaluar el pasado para actuar en el presente y planificar el futuro. ¿Qué es lo que recordamos exactamente? ¿El hecho tal cual sucedió? ¿Nuestra percepción del hecho? ¿El último recuerdo sobre el mismo hecho, es decir, recordamos nuestra propia memoria? ¿Cuánto influyen los demás en ese recuerdo? ¿Recordamos de la misma manera a lo largo de toda nuestra vida?

A diferencia de lo que muchas veces se piensa, la memoria no es un fiel reflejo de aquello que pasó sino más bien un acto creativo, uno de los más creativos en el funcionamiento de nuestras mentes. Cada recuerdo se reconstruye de nuevo cada vez que se lo evoca. Aquello que recordamos -una imagen de un paisaje, una frase de nuestro abuelo, un aroma de nuestra infancia- está influido por el contexto que rodea esa acción de recuperación. La relación entre la memoria y el hecho o elemento que se recuerda es sumamente compleja y apasionante.

Pensemos un ejemplo cualquiera. Una persona está en una reunión social con su pareja y se le ocurre contar, para amenizar la charla, una anécdota personal: el relato de cómo fue la historia de amor que llevó a conocerla, las primeras conversaciones, detalles románticos y otros curiosos de ese hecho. Imaginemos también que no es la primera vez que la cuenta, ya que le resulta útil porque permite entretener al resto con un relato sabido lleno de vicisitudes, complicaciones y azares. Se nota que a todos les gusta la anécdota, porque de hecho aportan comentarios ingeniosos sobre algunas cuestiones y hacen preguntas disparadoras que buscan una respuesta original. Pero luego de despedirse y de regreso a su casa, la pareja le comenta con sorpresa: “Lo que contaste no tiene nada que ver con lo que en verdad pasó entre nosotros”. ¿Quién tiene razón? ¿Qué es en lo que “en verdad” pasó?

Llamamos “memoria autobiográfica” a la colección de los recuerdos de nuestra historia. Esta nos permite codificar, almacenar y recuperar eventos experimentados de forma personal, con el distintivo de que, cuando opera, tenemos la sensación de estar “reviviendo” el momento. Ese componente personal le da una particularidad esencial a la memoria autobiográfica: está definida por lo episódico, es decir, podemos asignarle un tiempo y un espacio a cada una de nuestras memorias. Cuando recordamos este tipo de eventos, no solo recordamos dónde fue y con quién estábamos, sino también los sentimientos y las sensaciones vividas.

lunes, 11 de marzo de 2019

Libertad De Expresión

La libertad de expresión es un derecho de carácter institucional porque supone un pilar de la democracia: es el derecho a que ningún Gobierno ni poder criminalice a sus ciudadanos por las expresiones manifestadas.

Es por tanto, la garantía de que la ciudadanía ejerce un contrapeso a los poderes establecidos. Se define, por tanto, como libertad frente a represión.


Sin embargo, ya sabemos que este derecho, en su origen, podría propugnar un indeseable individualismo, una libertad individual de obrar, que podría provocar situaciones de desigualdad ante un Estado neutral que respetaría la libertad de cada uno a decir y expresar lo que quiera, sin reparar en el tremendo daño que podría acarrear en colectivos oprimidos: las mujeres, los colectivos LGTBI, grupos étnicos minoritarios….


Sin duda alguna, el Estado debe intervenir ante situaciones discriminatorias y debe implementar, para ello, políticas de discriminación positiva, programas amplios de prevención de la desigualdad y, tratar en la medida de lo posible, de castigar las acciones que promuevan la violencia, el odio y la segregación de los colectivos más vulnerables. No se trata tanto de poner límites a la libertad de expresión o de suprimirla, como de tratar de reforzar la democracia.

Superado con creces el periodo de auge de la libertad individual, como motor revolucionario de la burguesía contra el clero y la nobleza, hoy en día la libertad de expresión ha de ser entendida como libertad pública, por la que todos los ciudadanos sean llamados a participar pluralmente de las cuestiones esenciales que atañen a la convivencia. 

Por eso, cuando un grupo de voces se apodere del espacio público, evitando que otros más débiles puedan participar, el Estado debe intervenir. Es lo que el jurista Owen Fiss denomina efecto silenciador; el efecto silenciador de la libertad de expresión se produce cuando un grupo de oprimidos se encuentra invisibilizado, reprimido y, por tanto, silenciado, gracias a la acción de un grupo poderoso que ocupa el espacio público. Para paliar el efecto silenciador, el Estado debe intervenir de alguna forma, pero con el fin de dotar de herramientas y medios a este grupo silenciado y, así, participe como una voz más del proceso democrático.

Por tanto, la solución para evitar la discriminación de los grupos silenciados o vulnerables, no pasa por limitar ni suprimir derechos fundamentales, sino por promover el proceso democrático: "el Estado debe proteger el interés de la ciudadanía en general por escuchar un debate completo y abierto sobre asuntos de importancia pública, en el que ninguna voz se vea silenciada"- Owen Fiss en La ironía de la libertad de expresión-.

El problema que tenemos a la hora de tratar de organizar iniciativas para proteger a estas personas, tradicionalmente oprimidas, es que se suele carecer de enfoques democráticos, resultando peor el remedio que la enfermedad.

Es obvio que cuando se alude a expresiones que no constituyan delito, se está refiriendo al delito previsto en el artículo 510 del Código Penal, a las conductas relacionadas con el denominado "discurso del odio". Se trata de comportamientos que incitan directamente a la violencia o a la discriminación, referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, enfermedad o discapacidad. Las penas pueden llegar hasta cuatro años de prisión.

Fuera del ámbito penal, no deberá sancionarse otras conductas, pues de lo contrario, se estaría dotando al funcionario de turno de plenos poderes para considerar que una expresión es ofensiva y sancionarla. Esto es grave, pues todos estaríamos sujetos a una insoportable censura previa, ante nuestros propios comentarios y expresiones de ideas, que en una u otra ocasión podría ser ejercida a modo de multa.

La libertad de expresión, por mucho que a algunos les duela profundamente, consiste en proteger aquellas manifestaciones que cuestionen incluso el sistema democrático, las que nos remueven y nos animan a convencer a quien así se expresa de que está equivocado. Si en el debate faltan quienes nos ofenden y nos perturban, quienes se reprimen so pena de ser multados, entonces no habrá verdadero debate y no nos haremos visibles ante una sociedad que se halla necesitada de verdaderas ideas constructivas, para formar un mundo mejor.

Por eso, el sentido que hay que darle a este derecho fundamental, elevado a categoría de Derecho Humano, no es otro que el de la protección de aquellas ideas no acomodaticias con el relato imperante o políticamente correcto. Así, tratar de censurar las ideas contrarias a las nuestras, por muy repugnantes que aquellas sean, no contribuye en absoluto a la construcción de una más amplia y mejor democracia que la que tenemos, sino que, de lo contrario, la reduce mucho más. 

Creo que a estas alturas comprendemos el gravísimo daño cometido por el gobierno del PP, en relación con el ejercicio de las libertades públicas: nos han impuesto despiadadamente la mordaza bajo la bienintencionada y manida defensa de la seguridad ciudadana. Así mismo, estamos asistiendo a una inusitada y feroz persecución de ciudadanos inocentes que están siendo juzgados y condenados por expresar sus ideas en las redes sociales, con el pretexto de defendernos a todos contra un fantasma terrorista, años ha desaparecido, mediante la figura del delito de enaltecimiento terrorista.
Entrar en el debate de los límites de la libertad de expresión, defendiendo cada grupo político sus propios límites, empobrece el intercambio de ideas y el proceso democrático, dejando  la libre difusión de opiniones como un mero formalismo y adorno de nuestra Constitución.


No se trata, por tanto, de restar voces –por mucho que las ideas discriminatorias nos repugnen-, sino de sumar más democracia y participación para enriquecer el debate. Lo demás es derecho penal, que ya sabemos que ha de aplicarse como último ratio, siempre que otros mecanismos hayan fallado, como la prevención.

Filosofía Y Conocimiento


El conocimiento es algo sorprendente en sí mismo.

El ser humano es capaz de conocer su propio conocimiento y de pensar que está pensando. Esta posibilidad, unida a un interés por saber acerca del mundo que le rodea y acerca de sí mismo, le dota de una especial manera de estar en el universo: está conociendo, preguntando, deseando saber. Ya dijimos que la filosofía supone una actitud de curiosidad, sorpresa y pregunta ante la realidad.

Por eso, la filosofía es el conocimiento por excelencia. “Es” el conocimiento y, además, la pregunta por la misma capacidad de conocer. A la hora de estudiar el conocimiento humano, debemos tener en cuenta que hay dos dimensiones: lo que podemos conocer (¿qué conocemos?) y la propia capacidad de conocer (¿cómo conocemos?).

Son diversas las disciplinas que estudian el conocimiento humano. La neurobiología estudia el funcionamiento del cerebro, el órgano del conocimiento por excelencia. La psicología (cognitiva) estudia los procesos cognitivos y su relación con el psiquismo.

Además de la ciencia, la filosofía lleva siglos discutiendo sobre el significado del pensamiento, el conocimiento y sus fuentes, qué es conocer.

Son dos ramas de la filosofía las que se ocupan de este problema: la epistemología que se dedica exclusivamente a la cuestión de la validez y posibilidad del conocimiento y la metafísica que se pregunta por la realidad de lo que conocemos, por el significado, límites y alcance último del conocimiento.

El Saber Filosófico


A través de la historia la filosofía se ha caracterizado por ser una actividad del pensamiento humano centrada en interrogar al mundo humano centrada en interrogar al mundo en buscar explicaciones satisfactorias frente a los diferentes problemas y acontecimientos que se presentan en todos los niveles de la vida.

La filosofía surge, no solo en Grecia si no también en la actualidad, precisamente del encuentro del ser humano con el mundo, de la admiración del hombre  frente a todo lo que existe. A diferencia de las demás ciencias, la filosofía no tiene un campo especifico de investigación, ya que se ocupa del mundo, de la totalidad de la realidad y por ello su reflexión tiene que ver con campos diversos como la cosmopología, la política, la psicología, la antropología, la ciencia, etc.

La interpretación que la filosofía ha hecho del mundo ha sido siempre distinta. por ello, su tarea ha tenido que ver más con la problematización de lo real que con ofrecer métodos o respuestas definitivas. El saber filosófico que presenta, entonces, como una serie de problemas entorno a los cuales se han desarrollado las principales corrientes y concepciones del pensamiento filosófico occidental.

 Las preguntas por la naturaleza de la vida humana, los valores, el conocimiento, lo trascendentes concierte en los grandes problemas abordados por la filosofía para intentar responder a las inquietudes más apremiantes de la humanidad especialmente aquellas relacionadas con el ser con las cosas, del mundo del ser humano, la verdad, lo absoluto, etc.


El carácter problemático de la filosofía  permite que su comportamiento sea visto como una temática constante de puntos de vista, muchos considerados contradictorios e incluso inútiles. 

El saber filosófico está conformado por distintas maneras o perspectivas de abordar el mundo, las cuales se replantean y se someten a discusión constante.

Valorar La Existencia

Tristemente en la vida tienen que pasarnos muchas cosas para aprender a valorar nuestra existencia, lo que tenemos o aquello de lo que carecemos, la vida nos enseña que nacemos indefensos y que debemos recorrer un largo camino para alcanzar un ápice de sabiduría y sensatez, recorremos una vida muchas veces llena de alegría, de éxitos, de logros, de triunfos y otras veces de terribles pesares e irreparables pérdidas

Lamentablemente rara vez aprendemos a través de la alegría, es a través del sufrimiento y del dolor donde comienzan a caerse las caretas y donde lo material pierde importancia y entonces podemos dar vuelta atrás y fijarnos en aquello que hemos perdido, o que no hemos aprovechado, el verdadero bienestar, nuestra familia, nuestros hijos, nuestra pasión en la vida, la manera que encontramos de vivir intensamente y eso que tuvimos que dejar a un lado por pretensión o por simplemente no haber tenido la entereza suficiente de valorarlo. 

Se ha hecho prácticamente costumbre para el ser humano, tener que atravesar penas muy duras, accidentes, catástrofes naturales o situaciones trascendentales, para que se despierte en su interior ese sentido de la verdadera conciencia, del disfrute y la plenitud de la vida, en lugar de darnos cuenta que todo lo que amamos y lo que necesitamos en la vida, está frente a nosotros, que se nos ha dado todo, que no nos falta nada y que todo aquello con lo que venimos al mundo, forma parte de lo que necesitamos aprender.

Valorar la vida, a través de las penas, indudablemente es una manera dura de ver la realidad, pero el caso es que no somos conscientes de esta elección, no nos damos cuenta de que en la alegría y en la prosperidad pocas veces somos compasivos.

La vida nos enfrenta con las situaciones más dolorosas, aquellas que tocan nuestra alma, que nos sensibiliza y nos recuerda lo que debemos apreciar, sin embargo, la capacidad de olvido de los seres humanos puede llegar a ser sorprendente y pocas personas realmente asimilan permanentemente la secuela que deja el sufrimiento, esos detalles de luz y de verdadera cordura.


No esperes que lleguen las penas para entender que todo siempre ha estado allí, para dar esa palabra de aliento, para hacer esa llamada, para tomar ese riesgo… vive y valora la vida hoy, en el presente eterno y continuado.