Hay dos clases de gratitud: la condicional y la
incondicional. La primera consiste en sentirse bien cuando las cosas salen como
uno espera. Como no siempre es así, acaba siendo una emoción esquiva y poco
duradera. La segunda consiste en una actitud y un hábito de vida, sentirse bien
sin que haya ocurrido nada especial; es decir: estar agradecido por todo y por
nada a la vez. Y al no estar condicionada por ningún otro acontecimiento, esta
actitud es la precursora de la felicidad y el éxito personal en la vida.
¿Tenemos en cuenta cuántas personas han contribuido
a que este día sea posible? Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos
estamos recibiendo las bendiciones de innumerables personas, la mayoría
desconocidas, que hacen de nuestras vidas una experiencia mejor. Por ejemplo,
¿cuántas personas han intervenido en la elaboración del desayuno? El
agricultor, el granjero, el molinero, el transportista, el tendero… el sol, la
lluvia, el viento, el agua… las manos que lo prepararon y sirvieron. Si
contásemos cuánta gente nos sirve directa e indirectamente en un solo día de
nuestra vida, no podríamos más que sentir puro agradecimiento.
Por no mencionar a nuestros
padres, nuestros médicos, nuestros maestros, nuestros amigos, nuestros
compañeros o empleados… todas las personas que han contribuido a que
consiguiéramos algo significativo, o simplemente que nos han ayudado a
sobrevivir hasta el día de hoy.
Es innegable que debemos un inmenso reconocimiento
a infinidad de personas que hacen posible que sigamos con vida o que
disfrutemos de nuestro momento actual tal como es. Y para poder expresarlo es
necesario estar muy presente de manera que seamos conscientes de las cosas
buenas y positivas que nos rodean.
Si además miramos hacia atrás en el tiempo y
repasamos todos los descubrimientos y avances tecnológicos que hacen nuestra
vida más cómoda y segura, sin olvidar los pensadores y sabios que la han
enriquecido, entonces este sentimiento debería extenderse casi a los orígenes
de la humanidad.
Cuando reflexionamos sobre todo
ello, cada día se convierte en una sucesión de oportunidades para acordarnos
con una sonrisa de personas que han contribuido con mucho o poco a nuestra vida
y para sentir el deseo de devolver el favor a las generaciones futuras.
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