Se atribuye a Sócrates decir: "yo sólo sé que no sé
nada"; esta frase memorable señala justamente el principio de la verdadera
sabiduría. La frase no aparece como tal en la obra de Platón. Sin embargo, el
verdadero espíritu de la frase puede encontrarse en La apología, cuando Sócrates responde con humildad
a la idea que se tiene de que él es el más sabio de los atenienses.
Dice ahí
que si parece que es más sabio lo es sólo en que "lo que no sé no
creo que lo sé". En la humildad y en el correcto juicio de no pensar que
se sabe algo que no se sabe yace el principio de la sabiduría. Y es que, y en
esto coinciden Platón y Aristóteles, la filosofía nace del asombro o del
misterio ante lo desconocido.
Unos 100 años antes de que viviera Sócrates, en China apareció
una misteriosa figura, el gran sabio Lao-Tse. En el libro del Tao se habla
sobre lo mismo y se considera que el creer que se sabe es una enfermedad:
"Saber que no sabemos
es un gran conocimiento.
Pensar que sabemos, cuando no sabemos,
es una gran enfermedad.
Sólo aquel que sabe que está enfermo
puede curar su enfermedad.
El sabio tiene salud.
Él muestra a los demás sus enfermedades
y así pueden ser curados"
es un gran conocimiento.
Pensar que sabemos, cuando no sabemos,
es una gran enfermedad.
Sólo aquel que sabe que está enfermo
puede curar su enfermedad.
El sabio tiene salud.
Él muestra a los demás sus enfermedades
y así pueden ser curados"
Tao Te Ching LXXXI, versión J. Mascaró
Este mundo es una enfermedad --todos estamos enfermos
de la muerte y el sufrimiento y volveremos al ciclo de renacimiento y muerte;
al menos esto es lo que señalan gran parte de los sistemas filosóficos
espirituales, de los Upanishads a Buda
y a Platón.
Es la ignorancia la que produce el sufrimiento.
Lo primero es
saber que vivimos de manera ignorante, ya que de otra forma no sufriríamos. No
hay enfermedad más grave que creer que uno sabe, cuando en realidad sólo tiene
el medicamento, los recursos para cubrir o paliar los síntomas de una
profunda ignorancia.
Es la sabiduría la que cura y libera, la
medicina de los grandes maestros como Sócrates, como Lao-Tse, como Buda, la
cual debe de ser hecha propia, ya que es intransferible hasta que no se
experimenta como una verdad interior.
Pero incluso desde una perspectiva no espiritual resulta
evidente que nuestra sociedad de la información padece un caso especialmente
agudo de confundir justamente estar informados con saber, y de ahí un falso creer.
Lo analizamos extensamente en este ensayo sobre las diferencias entre la
sabiduría, el conocimiento y la información. Y es que, como dice
Maria Popova del sitio Brain Pickings, el hecho de que hoy todos sientan que
deben tener una opinión sobre todo produce más ignorancia:
Vivimos en un mundo donde abunda la información, pero
enfrentamos una creciente escasez de sabiduría. Y lo que es peor, confundimos
la una con la otra.
Creemos que tener más acceso a la información produce más
conocimiento, y esto resulta en sabiduría. Pero, si acaso, lo opuesto es verdad
--más y más información sin el contexto y la interpretación adecuada sólo
confunde nuestro entendimiento del mundo en vez de enriquecerlo.