Los griegos, hace muchos siglos, calificaron a la voluntad
como una de las facultades clave para la humanidad. La voluntad nos permite
ejecutar fielmente una decisión tomada en nuestro interior. Y nos abre el campo
de la acción, campo que es de tremenda importancia para la vida diaria.
Hay gente que se hace muy buenos propósitos. Pero no tiene
voluntad para llevarlos a cabo. Hay otros que tienen miles de ideas, pero
carecen de la voluntad suficiente para materializarlas. Los hay que sueñan y
nunca hacen nada, sólo idean, vislumbran, planean. Pero, bien lo dice el
refrán: "Del dicho al hecho, hay mucho trecho".
Gracias a la voluntad, todo es posible. La aplicamos a un
presentimiento y nace un proyecto. La aplicamos al proyecto y resulta una
realidad. Ella es la fuerza generadora de lo memorable del hombre. Voluntad de
vivir, voluntad, de hacer reales las cosas que deseamos.
Qué formidable es recordar a aquel muchacho emprendedor, a
aquella linda muchacha, quienes, de estudiantes sencillos, comunes y corrientes
o de empleados sin mayor importancia, nacieron a una vida independiente, feliz,
llena de esfuerzos y satisfacciones. Mediante la voluntad, naturalmente.
Misteriosa fuerza que se engendra en nuestro psiquismo, la
voluntad es una chispa, un deseo de hacer, una carga insólita que nos inclina a
buscar aquello que deseamos ver frente a nosotros. Y en alto porcentaje,
altísimo, quienes desean algo y ponen su parte de voluntad para encontrarlo, se
salen con lo suyo.
Mediante la voluntad hallamos el camino que nos resuelve
necesidades y ensueños. Voluntariamente nos entregamos a una rutina de trabajo
para merecer una gratificación y voluntariamente repetimos una y otra vez algo
que nos interesa, hasta que queda como lo deseamos. Esa inocente voluntad es la
que vale: "Un gran talento está hecho de un diez por ciento de sapiencia y
un noventa por ciento de insistencia".
Tengamos la extraña voluntad de cumplir con el deber diario y
nos sorprenderemos como se fortalece para más amplios deberes. Quien no es
grande en lo pequeño, difícilmente lo será en lo grande. Tengamos la extraña
voluntad de hacer, día a día, algo más por nosotros mismo y por el prójimo.
Necesitamos esa voluntad férrea.
Y obtendremos extraños e increíbles resultados.
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