Se trata de asumir la
dirección y la producción revolucionaria de las ideas y se trata de impedir su
separación de la práctica.
Se trata de ejercer la responsabilidad y el derecho
de esculpir, con nuestros propios cinceles, -y a nuestro gusto- conceptos para
la Batalla de las Ideas.
Se trata de liberar los caudales expresivos; se trata
de la libertad de expresión inteligente y transformadora sin ataduras de clase,
sin hegemonías de silencio… sin la ideología de la clase dominante.
Se trata,
pues, de organizar las agendas al calor de nuestras luchas y no al servicio del
temario depredador con que las oligarquías nos humillan y nos anestesian.
No se trata de hablar -sólo- de lo que se “nos da la gana” sino de
ordenar ideas sobre lo que se necesita. Resolver los problemas de la humanidad
comenzando por casa.
Mientras las cabezas estén
infestadas con las baratijas intelectuales que implantan los poderes burgueses
en las cabezas de los pueblos, disfrazados de “gustos”, “tradiciones”,
“noticieros” o “temas de actualidad”, reinará un sistema de presión
económico-política inyectada con incertidumbres, chantajes y trastadas para la
desinformación y la manipulación de la realidad. Si hubiese Soberanía Semántica
se expresaría en confianza plena sobre las luchas de los trabajadores y no en
confianza por el individualismo ni las payasadas de los “buenos muchachos”
burgueses.
Sin Soberanía Semántica nos manosean el espíritu y nos lo
prostituyen. Lo someten una depauperación de pensamiento y acción donde nos
hacen irreconocibles y nos hacen ajenos a nuestras propias identidades.
El
enemigo inocula sus idearios, su erudición, sus saberes y sus valores en
nosotros para que creamos que son superiores, mejores y absolutos y, con ello,
destruirnos nuestras agendas de combate.
No esperemos misericordia y menos de
las agendas impuestas para anular nuestro pensar libre y obligarnos a hablar y
actuar exactamente como a ellos les place, les conviene y les enriquece. Al
margen de los acuerdos o desacuerdos que se pueda tener con una u otra
semántica revolucionaria no hay impedimento para que reconozcamos la urgencia
de la emancipación semántica al calor de la lucha y esa es la clave.
En la industria de los “lavaderos de cerebros” destacan los
fanatismos consumistas encadenados a las leyes del mercado burgués. Por eso
importa conocer el calibre de las aberraciones de la moral burguesa que norma
la calidad del pensamiento por el monto de lo que se paga. Nos lavan el cerebro
no para el “libre pensamiento” sino para liberarse ellos de que pensemos
libremente.
Sometida la semántica luego de someter a la economía y a la
política, caminamos al abismo de la peor crisis de miseria de pensamiento y
despojo intelectual que hubiésemos imaginado… ellos quieren apagar el cerebro
de los pueblos, que quede bien lavado y nos dispongamos a comprar y comprar
todo lo que acumula en sus bodegas la crisis de sobreproducción que nos
asfixiará hasta la eternidad si nos quedamos quietos.
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