Filosofía
Ese cambio fundamental puede realizarse cuestionándonos en torno a nosotros y al medio en el que vivimos: a) ¿Ese objetivo vale la pena?; b) ¿Es necesario?; c) ¿Necesito cambiar del todo?
No obstante, hay momentos en que la confusión puede abrumarnos ante estas preguntas, por lo que Krishnamurti explica que cuando uno está confundido, se debe pausar todo tipo de actividad mental; de lo contrario, sólo comenzaremos a saturar a nuestra confusión:
Observa las actividades de la mente
sin intentar cambiarlas o ponerles un fin, porque en el momento en que
encuentres un final, regresarás a la dualidad de ‘yo, no-yo’. Es la mente la
que no está consciente de sus propias actividades que alguien más introdujo, y
de las cuales nos volvemos esclavos.
De modo que para liberarnos de
este abrumo y realizar una transformación fundamental, es cuestión de
comprender el proceso de nuestro propio pensamiento: ¿de dónde vino?, ¿con qué
está relacionado?, ¿es funcional o útil?…
Una vez que seamos conscientes
de ello, menciona Krishnamurti, nos damos cuenta de que la mente es:
quien crea el problema, mi ser
mental es el resultado del tiempo, de la memoria, de la noción del ‘yo’, el
cual siempre estará deseando ‘más’, por inmortalidad, por continuidad, por
permanencia en el aquí y en el ahora.
Pero es la incertidumbre en nosotros
mismos lo que conlleva las manifestaciones externas de la ambición personal, el
deseo de ser alguien, la actitud agresiva frente a la vida.
Así que al liberar esa
angustia latente, el cambio radical y fundamental se realizará desde el
interior y nos conectará con una lujuria por la vida, con una viveza en los
vínculos, con una trascendencia de los bienes materiales:
Para tener la plenitud interna
de la vida, la cual incluye a la muerte, la mente debe liberarse de sí misma
desde el conocimiento.
El conocimiento debe cesar para darle espacio a lo
desconocido y al sentido materialista de la autorrealización.
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