El discurso de Al-Qaeda es utilizado por la red como un
instrumento de difusión de su ideología al explicarle al mundo quiénes son y
cuáles son sus objetivos. Su principal preocupación es aclarar los motivos que
respaldan los actos de violencia política en que incurren.
El trasfondo religioso juega un papel secundario, ya que se
enfoca en reclamar una serie de agravios históricos que el mundo islámico ha
enfrentado en los últimos 80 años y ante los cuales la comunidad internacional
no se ha pronunciado. Estos reclamos le sirven para legitimar los actos
violentos que anteceden a estos mensajes. Su ideología se sustenta en un
lenguaje religioso: infieles, hipócritas, fieles, cruzados, etc., pero su
significado va más allá del terreno de la fe. Obedece a las alianzas políticas
y económicas que convergen en el mundo musulmán con las potencias occidentales
de Europa y Estados Unidos.
La organización Al-Qaeda es explícita al señalar que los
actos terroristas son una revancha en contra de Estados Unidos y sus aliados
por su política exterior en los países islámicos, además de que sus mensajes
presentan una crítica puntual contra los regímenes pro occidental del mundo
musulmán.
Al despojar al discurso de su halo de misticismo y religión,
en estos discursos los temas de tensión en la relación Occidente-mundo musulmán
no son las diferencias culturales, sino las asimetrías en la relación política
y económica. Los ciudadanos de países musulmanes se enfrentan a un discurso
altamente persuasivo, atractivo, inclusivo, familiar, sintético y tendencioso
respecto de los principales agravios que como suma han enfrentado en
su interacción con el mundo occidental, los cuales ponen el dedo en la llaga de
su devenir histórico.
No se trata sólo de convocar a la comunidad de
correligionarios en defensa de sus creencias, sino de concientizar a los
musulmanes en la búsqueda de victorias políticas e ideológicas a largo plazo.
El terrorismo es el medio al que la red recurrió para detener la hegemonía de
Occidente en el mundo musulmán; más aun, es una de las consecuencias de la
frustración que experimenta la población musulmana frente a sus propios
mandatarios en el Medio Oriente.
Luego de los atentados contra naciones occidentales, Estados
Unidos reubicó las bases militares instaladas en Arabia Saudí y se retiraron
las tropas inglesas (2009), italianas (2006), españolas (2004), danesas (2007)
y japonesas (2008) de Iraq. En Afganistán, las fuerzas militares —con excepción
de Japón— permanecieron de 2001 a 2011 como parte del International
Security Assistance Force (ISAF). Ese año se suscitó la llamada
"revuelta árabe".
Todo ello nos hace ponderar: ¿quién ganó la guerra
contra el terrorismo? A través de sus discursos Al-Qaeda buscó que la población
musulmana tomara conciencia acerca de su realidad, al identificar a Estados
Unidos y a sus aliados occidentales e islámicos como los responsables de las
problemáticas que enfrentan, así como al advertir la pertinencia de dejar la
pasividad. No podemos asegurar que estos mensajes hayan influido en las
revueltas árabes de 2011, pero sí los consideramos un antecedente importante,
ya que reflejan el hartazgo que experimentó un grupo minoritario frente a sus condiciones
de vida y en tanto que explican las razones por las cuales optaron por la
violencia política.
Los mensajes resumen el problema de Medio Oriente y las
consecuencias del fracaso de los modelos económicos y políticos impuestos en la
zona por las potencias occidentales, al defender por un lado la democracia y
los derechos humanos y por el otro sostener a gobiernos despóticos y
aprovecharse de los recursos geoestratégicos de la región.
El análisis del discurso ayuda a conocer al otro y nos
acerca a su entorno, sus creencias, su historia y su lengua, para comprobar que
en la comunicación intercultural es posible hacer a un lado los prejuicios y
observar que hay puntos de coincidencia comprensibles, como la injusticia, el
despojo, la pobreza y el abuso de poder, y que las expresiones radicales que
realiza una minoría no representan a la totalidad, por el contrario, las
denuncias presentadas por Al-Qaeda deberían convertirse en una autocrítica
productiva para el sistema occidental.
Estados Unidos y sus aliados han incurrido en errores que
han influido en la radicalización y desestabilización de la zona, por lo que a
partir del conocimiento del otro es posible conocer más de nosotros mismos.