viernes, 21 de diciembre de 2018

El Inexorable Paso Del Tiempo

Nadie quiere envejecer; para evitarlo los alquimistas trataron de inventar elíxires en la Edad Media y hoy en día se recomiendan dietas naturistas, cremas y medicamentos que supuestamente contrarrestan los estragos del tiempo. No obstante, tarde o temprano, se envejece. Después de los 65 años, ni la memoria, ni la capacidad de aprendizaje son iguales a lo que fueron, si bien el grado de deterioro es diferente de una persona a otra.

La realidad es que el cerebro sufre cambios. En la "tercera edad" empieza la pérdida de neuronas en zonas estratégicas como el hipocampo, que es donde se procesa la memoria. Este problema no es tan grave al principio, pues la flexibilidad del cerebro (plasticidad) permite compensar la pérdida activando otras áreas. Se ha encontrado que realizar ejercicio moderado, por lo menos tres veces por semana, estimula la producción de neuronas en el hipocampo y esto mejora la memoria, la atención y el razonamiento abstracto.

Otro problema es que los receptores de dopamina —una de las sustancias responsables de las sensaciones de placer y recompensa— empiezan a disminuir, lo que en algunos casos puede conducir a la depresión.

¿Hay alguna ventaja en el envejecimiento en lo que al cerebro se refiere? Florin Dolcos, neurobióloga de la Universidad de Alberta, piensa que sí. Ella encontró que a partir de los 65 años el cerebro magnifica las emociones positivas a la vez que tiene menor tendencia a conservar las negativas. La amígdala, que es la zona que procesa las emociones, se conecta con el hipocampo en los cerebros jóvenes. En la vejez lo hace con la corteza dorsolateral frontal que se encarga de controlar las emociones.


El largo viaje que recorre el cerebro desde la gestación hasta la senectud está regulado por factores genéticos, ambientales y culturales. El curso del desarrollo cerebral está determinado por estos factores; si se conocen y se busca la forma de influir en ellos es posible llevar al cerebro por un mejor camino, ya sea como padres que crían a un niño o educan a un adolescente, o como adultos responsables de desarrollar al máximo sus habilidades cognitivas y que se dirigen hacia una vejez con un cerebro activo y sano.

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