En el proceso de lectura intervienen varios factores, entre
los cuales el más importante de todos es el texto. Para ser comprendido
debe tener una estructura lógica, coherencia en su contenido y una correcta
organización, aunque esto no asegura que el lector pueda interpretarlo.
Para que el lector pueda comprender el texto, este realiza
un esfuerzo cognitivo durante la lectura, es decir, procesa y atribuye
significado a lo que va leyendo.
La atribución se realiza a partir de
conocimientos previos que aporta el lector. Llegados a este punto debemos tener
en cuenta que los lectores que llegan a un determinado texto poseen distintas
motivaciones, expectativas y conocimientos previos. De ahí que no todos puedan
interpretar lo mismo de un solo texto, ya que la comprensión depende de tres
factores: previo, el texto, el conocimiento os objetivos y la
motivación.
Conocimiento previo: lo formamos a través de nuestra
interacción con los demás a lo largo de toda nuestra vida. Nos hace
construirnos representaciones de la realidad que nos rodea. Es relativo y
ampliable.
Objetivos (o intenciones): dependen del lector, según
para qué lea el texto. Por ejemplo, no es lo mismo leer para hacernos una idea
general de un texto que leer para explicárselo a otra persona. Los objetivos
son cruciales porque determinarán las estrategias empleadas por el lector en el
momento de la lectura.
Motivación: afecta directamente a la implicación del
lector en la lectura, puesto que este se debe sentir capaz de leer y de
comprender el texto. La lectura debe ser motivadora por sí misma (ha de
conectar con los intereses de la persona)
LEER ES COMPRENDER
Comprender se define como un “proceso de construcción de
significados”.
En relación a la lectura, para que el lector pueda
comprender el texto que tiene delante debe encontrar un sentido al esfuerzo
cognitivo que le supone la lectura (exige conocer qué va a leer y para qué).
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