Igualmente, estos elementos significan los soportes que sostienen a la cultura
e impulsan el desarrollo de los potenciales humanos, por lo que, si bien los
colegios y universidades tienen parte de la responsabilidad, los padres y las
familias también están en la obligación de compartir el compromiso de su
enseñanza.
“Tener una buena formación en valores nos ayuda a
desarrollar todas nuestras habilidades intelectuales y talentos, pero no se
puede esperar que sean las instituciones las encargadas de que los estudiantes
se desarrollen en esta materia, que debe ser una preocupación de toda la
familia”, asegura Henry Condía, profesor de Ética de la Universidad del
Rosario.
“La enseñanza de valores es fundamental para que las
personas encuentren el sentido de su vida y, en el caso de los jóvenes, estos
cumplen la misma función que una brújula, pues les muestran la ruta que deben
tomar en su vida, ruta cuyo último objetivo es alcanzar la felicidad”, agrega
Condía.
Por su parte, Francesc Torralba, director de la cátedra
Ethos de Ética aplicada de la Universidad Ramón Llull de Barcelona (España),
agrega que la importancia de los valores también está en que estos apuntan a la
necesidad de prestarle atención a lo inmaterial en un mundo cada vez más
volcado hacia el consumismo.
“El mejor legado que podemos dejar en herencia a nuestros
hijos no son los bienes materiales, sino los intangibles, los cuales les
trasmitimos informalmente a través de la vida cotidiana, del contacto diario
con ellos, del ejemplo, y del testimonio que les comunicamos. Aquí se incluyen
todos los valores y principios”, señala Torralba.
Para el académico, “los padres y educadores tienen que
implicarse activamente en la apasionante y compleja tarea de ayudar a crecer a
sus hijos y alumnos, y en la ardua y extraordinaria aventura de educarlos”.
Jesús Blanquet, licenciado en Filosofía y Ciencias de la
Educación de la Universidad de Barcelona y autor del libro Avanzar en valores,
asegura que, aunque la misión de transmitir valores no es fácil, tampoco es
imposible si se tienen ideas claras de lo que se pretende y “se actúa con
sentido común, paciencia y afecto”.
Según este pedagogo, “la familia debe ser la primera escuela
de valores, pues esta sigue siendo el espacio idóneo para que los hijos reciban
los consejos y las orientaciones más importantes para la vida”.
En ese sentido, Condía recalca que los valores y principios
son una fórmula efectiva para eliminar formas de violencia como el bullying o
acoso escolar, que ponen en peligro la convivencia en los colegios y otros
espacios vitales.
“La igualdad, la solidaridad, la libertad y el respeto son las mejores armas
para que los niños entiendan que es posible compartir con los otros por más
versátiles que sean nuestras posturas y opiniones”, finaliza el experto.
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