Compartir experiencias, aprender de otros y nutrirnos de los
conocimientos de las personas son tareas que enfrentamos constantemente en el
diario vivir. No obstante, no todos visualizan la importancia de la transmisión
de aprendizajes de vida. Escuchar
historias no solo favorece el progreso cognitivo, sino que permite prepararse
para la vida, permite adquirir herramientas para ser una mejor persona y
sortear todos los desafíos que se deben tomar como parte del camino.
En ese sentido, el diálogo con los adultos mayores, que sin
duda puede tener resistencias iniciales, es un vínculo que trae consigo
el acceso a una red de experiencias, intercambio de aprendizajes, compartir
conocimientos, habilidades y momentos que pueden marcar un
hito en la vida de quienes viven estas experiencias.
Los ancianos, quienes han sido discriminados en diversos
ámbitos en nuestra sociedad, tienen mucho que aportar con respecto a su
historia. Cada ser humano tiene un relato que ofrecer el que, sin duda, nutre
la vida de otro.
Conocer más de la historia de la ciudad, de la propia familia, de
acontecimientos ocurridos en otros años, enriquece el desarrollo cultural y
social de cualquier individuo. Conversar sobre temas de interés
común como la familia, la amistad, el trabajo y las relaciones de pareja, es
una oportunidad para impresionarse con aquellos detalles que hemos olvidado
como sociedad y valorar lo que nos rodea.
Los ancianos, quienes han sido discriminados en diversos
ámbitos en nuestra sociedad, tienen mucho que aportar con respecto a su
historia. Cada ser humano tiene un relato que ofrecer el que, sin duda, nutre
la vida de otro.
Que niños,
adolescentes y adultos compartan con sus abuelos, trae efectos positivos para
ambas partes. Para
los adultos mayores, los vínculos con otras generaciones permite un mejor
envejecimiento, movilizar potencial, aumentar la sensación de vitalidad,
establecer relaciones satisfactorias, reencontrarse consigo mismos y aprender
de los contextos culturales que evolucionan rápidamente. Permite además,
adaptarse a las tecnologías, aprender a empoderarse a través de las redes sociales
y a integrarse al entorno con una diversidad de actividades existentes.
Para los adultos mayores los vínculos con otras generaciones
permite un mejor envejecimiento, movilizar potencial, aumentar la sensación de
vitalidad, establecer relaciones satisfactorias, reencontrarse consigo mismos y
aprender de los contextos culturales que evolucionan rápidamente.
Por otro lado, para los
niños y/o jóvenes establecer vínculos con los adultos mayores también tiene una
serie de beneficios. Favorece
la responsabilidad social, permite reforzar sus habilidades, potenciar la
confianza, interesarse por la historia popular, combatir prejuicios y
conectarse con los cambios sociales que ha tenido su país a lo largo de los
años, entre los más relevantes.
Dedicar tiempo a entregar afecto a personas que nos rodean,
reunir generaciones, generar cambios y valorar a cada integrante con su
experiencia y aporte son acciones que posibilitan
la calidad de vida y un aprendizaje continuo que ayuda a enfrentar la mejor manera la vivir.
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