En psicología social, la atribución es el proceso de inferir las
causas de los acontecimientos o comportamientos. El psicólogo
austriaco Fritz Heider, padre de la teoría de la atribución, la
definió como un método para evaluar cómo la gente explica el origen de su
propio comportamiento y el de los demás.
Teorías aparte, en nuestro día a día, la atribución
es algo que todos hacemos constantemente, sin ninguna conciencia
de los procesos subyacentes y los prejuicios que conducen a nuestras
inferencias. Las atribuciones que hacemos a diario no son algo menor.
Las atribuciones que realizamos tienen una influencia
importante en nuestros sentimientos y también en la forma de pensar y
relacionarnos con otras personas.
En este sentido, somos propensos a hacer atribuciones internas o externas, dependiendo de nuestra
personalidad o de la influencia que tienen en nosotros diferentes factores. Los sesgos cognitivos, por
ejemplo, desempeñan un papel importante en este aspecto.
En su libro La psicología
de las relaciones interpersonales (1958), Heider
sugirió que las personas observan a otros para analizar su comportamiento. Además, postuló que
llegan a sus propias conclusiones para explicar el sentido de las acciones
que observan.
La teoría de la atribución de Heider trata de analizar cómo
explicamos el comportamiento de las personas y los acontecimientos de la vida.
En psicología social esto se llama proceso atributivo. Para Heider, tendemos a
atribuir la conducta de los demás a una de entre dos causas posibles: una causa
interna o una causa externa.
Las causas internas o atribuciones internas se refieren
a características y rasgos individuales, como rasgos de personalidad,
inteligencia, motivación, etc. Las causas
externas o atribuciones externas son las que se otorgan a las fuerzas
situacionales, como la suerte, al tiempo
meteorológico o a las acciones de terceras personas.
En 1965, Edward Jones
y Keith Davis sugirieron que las personas hacen inferencias sobre otros cuando
las acciones son intencionales, y no accidentales, en
su teoría de la interferencia correspondiente. El objetivo de esta teoría
es explicar por qué la gente da atribuciones internas o externas.
Según esta teoría, cuando las
personas ven a otros actuar de cierta manera, buscan una
correspondencia entre los motivos y sus comportamientos. De
este modo, las inferencias que hacemos se basarían en el grado de elección, la
probabilidad de aparición de la conducta y los efectos de ese
comportamiento.
Esta teoría solo se ocupa de cómo las personas realizan
atribuciones internas, pero no aborda cómo las personas hacen atribuciones
infiriendo causas circunstanciales o externas.
La teoría de Weiner, derivaba del trabajo de Heider, es un un
modelo integrador de las adscripciones causales y de los efectos cognitivos,
afectivos y conductuales que las atribuciones pueden tener.
Weiner desarrolló la teoría de la atribución
para explicar la asociación entre la inferencia causal y éxito y el
fracaso académico. Para ello se centró
en identificar las diferencias en las necesidades y rendimiento de las
personas cuando piensan en sus éxitos o fracasos.
El modelo motivacional de Weiner (1986) explica la
conducta de logro mediante las atribuciones causales percibidas por las
personas en resultados de logro anteriores. Dicho de una manera más sencilla, el éxito
estaría relacionado con cómo las personas han explicado sus éxitos anteriores.
Esta teoría relaciona las expectativas para el futuro con la
estabilidad de las atribuciones realizadas. Así, las atribuciones
más estables sostienen las expectativas de obtener el mismo resultado en el
futuro, mientras que las atribuciones más inestables producen cambios de las expectativas sobre el resultado
futuro.
Así, si pensamos
que nuestro éxito se debió a un momento de inspiración supondremos que la
probabilidad de repetirlo es menor que si suponemos que
se produjo porque somos personas inteligentes. La inspiración va y viene, la
inteligencia está “siempre con nosotros”.
Harol Kelley aborda el estudio de la validez atributiva para
explicar cómo deciden las personas que sus impresiones sobre un objeto son
correctas. Según el modelo de variación de Kelley, las personas hacen
inferencias causales para explicar por qué otras personas se comportan de una
manera determinada.
Esta forma de realizar atribuciones tiene que ver con la
percepción social y la autopercepción. Según este modelo, las causas de un
resultado se pueden atribuir a la persona (interno), al estímulo (externo), a
la circunstancia o a alguna combinación de estos factores.
Criterios y atribuciones
Así, las atribuciones se hacen sobre la base de tres
criterios: consenso, carácter distintivo y consistencia.
Consenso: existe “consenso” cuando todas a la mayor parte de
las personas responden frente al estímulo o situación, de igual modo que la
persona observada.
Carácter distintivo: cuando la persona observada responde de
forma distinta a otros estímulos o situaciones similares.
Consistencia: cuando la persona responde siempre de la misma
forma o parecida al estímulo o situación considerada.
Así, en función de estos tres parámetros, estableció
tres tipos de atribuciones.
“Consenso alto/distintividad alta/consistencia
alta”: es propio fin de la conducta el que hace que la persona actúe así.
“Consenso bajo/distintividad baja/consistencia alta”: son
las características personales las que hacen que la persona actúe así.
“Consenso bajo/distintividad alta/consistencia baja”: son
las circunstancias que rodean a la decisión las que hacen que el sujeto actúe
así.
Sea siguiendo un modelo u otro, lo cierto es
que ninguna persona se priva del “placer” de intentar darle una explicación
a su conducta y a las de los demás. Esto es así porque
hacer bien esta tarea nos da una gran ventaja para operar en el mundo, ya que
entendemos que una atribución correcta nos hará ser más hábiles a la hora de
predecir resultados y acciones.
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