Filosofía
Idealismo Y
Mediocridad
En el vaivén eterno
de las eras, el porvenir es siempre de los visionarios. La interminable
contienda entre el idealismo y la mediocridad tiene su símbolo: no pudo Cellini
clavarlo en más digno sitio que la maravillosa plaza de Florencia.
Nunca mano
de orfebre plasmó un concepto más sublime. Perseo exhibiendo la cabeza de
Medusa, cuyo cuerpo agitase en contorsiones de reptil bajo sus pies alados.
Cuando los temperamentos idealistas se detienen ante el prodigio de Benvenuto, animase
el metal, revive su fisonomía, sus labios parecen articular palabras
perceptibles.
Y dice a los
jóvenes que toda brega por un Ideal es santa, aunque sea ilusorio el resultado;
que es loable seguir su temperamento y pensar con el corazón, si ello
contribuirá a crear una personalidad firme; que todo germen de romanticismo
debe alentarse, para enguirnaldar de aurora la única primavera que no vuelve
jamás.
Y a los maduros,
cuyas primeras canas salpican de otoño sus más vehementes quimeras, instígalos
a custodiar sus ideales bajo el palio de la más severa dignidad, frente a las
tentaciones que conspiran para encenagarlos en la Estigia donde se abisman los
mediocres.
Y en el gesto del
bronce parece que el Idealismo decapitara a la Mediocridad, entregando su
cabeza al juicio de los siglos.
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