viernes, 28 de diciembre de 2018

Construir El Futuro

Toda imagen de futuro exige dimensionar la complejidad social en la que un determinado actor social está inserto. No es posible pensar ni pensarse de manera aislada. Toda construcción del futuro demanda una mirada que aborde el espacio de la sociedad en su conjunta para delinear allí el lugar propio de cada actor social, de cada organización, considerando también sus alianzas y oposiciones. 

Un actor se define siempre en relación. La identidad de un actor es una identidad en relación. Es el resultado de una construcción siempre compleja entre los propósitos, las capacidades y los recursos propios, y la multiplicidad de relaciones que se constituyen como alianzas y como resistencias con otros actores, en medio de un escenario que les genera a todos ellos posibilidades, oportunidades y también limitaciones. 

La prospectiva entonces no se puede limitar a mirar uno solo de los actores, aislado del contexto y de sus relaciones. Y la mayor riqueza estará siempre en la posibilidad de que esa construcción de imágenes de futuro se haga en alianza con aquellos que son considerados aliados, evaluando las divergencias con otros actores y sus posibles resistencias (todo lo cual enriquece la mirada y las perspectivas propias) y atendiendo a las capacidades y recursos de los que se dispone, lo que incluye el desarrollo de nuevas tecnologías.

Construir el futuro no es adivinarlo
La finalidad de la prospectiva no es adivinar el futuro, no es anticiparlo. Es asumir que el futuro se abre ante nosotros como múltiples posibilidades, como una suerte de desafío que nos convoca para generar caminos por los que estamos invitados a transitar. Por lo tanto, la prospectiva tiene que ser entendida como una herramienta metodológica y promotora de la creatividad que invita a la construcción de ese futuro partiendo de la base de que nada está decidido y todo está por crear. 

El futuro, sostiene la prospectiva, está en nuestras manos. Está en nosotros, en nuestra voluntad, en nuestra decisión libre y en el uso adecuado de nuestras capacidades, crearlo de la manera que deseamos..


La prospectiva estudia el futuro para comprenderlo mejor  y poder incidir sobre él.  La intención es es idear el mejor futuro posible, aún cayendo en el espacio de lo que algunos, también de manera peyorativa, puedan calificar de utópico. Tiene sentido, en un mundo cargado de escepticismo posmoderno, rescatar el valor de lo utópico. No se trata tampoco de ciencia ficción. 

No es pura imaginación ni se trata de inventar un mundo futuro totalmente desconectado con el presente. La pretensión es siempre comprender de mejor manera el presente para poder actuar, para mejorar nuestras acciones. El pasado se ubica en la dimensión de los hechos cumplidos. Allí nada podemos cambiar. El pasado puede ser objeto de estudio y de conocimiento, puede ser referido y evocado, puede dar lugar a añoranzas o desasosiegos, pero son hechos rigurosos e inmodificables para nosotros. El futuro, por el contrario, todavía no existe, nadie lo ha predeterminado. 

En ese sentido el futuro es espacio de libertad y, al  mismo tiempo, un lugar donde es posible ejercer cierta cuota de poder asociada a la voluntad y a las condiciones, también posibles de crear, en las que tendremos que movernos.

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