Cada persona tiene sus propias emociones,
cultura, lengua, en fin, una serie de valores que conforman la propia
identidad. Cada persona es una ser único.
Los hombres y las mujeres, en tanto que seres
humanos, somos iguales, y esto hace que tengamos las mismas necesidades y los
mismos derechos: a la educación, al trabajo, a un trato digno, a ser valorados,
al respeto a nuestras ideas y decisiones, a ser libres.
Pero nos diferencian nuestras costumbres,
nuestra forma de vestirnos, nuestros gustos, la forma de hablar, de pensar, las
creencias religiosas, la edad, e incluso aquellas cosas en las que cada uno de
nosotros destaca por encima de los otros. Y todas esas diferencias nos hacen
ser personas únicas.
Pero lo que a mí me parece evidente es que, por
encima de todas las diferencias, nuestro valor como personas es el mismo.
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